Está en la página 1de 3

¿Vamos todos al mismo lugar?

Por Phillip Gray, La Verdad Para el Mundo

Hoy día, en nuestros tiempos del relativismo y el pluralismo, cuando la gente


dice que la doctrina no importa, y cuando dice que no podemos entender la única
verdad en la misma manera, se oye también un dicho que dice: «todos vamos al
mismo lugar, pero por distintos caminos.» ¿Es así? ¿Qué dice la bíblia? ¿Van
todas las distintas religiones del mundo al mismo cielo al fín? Muchas personas
muy sinceras y honestas lo creen. En mi experiencia como evangelista he oído
muchas veces la idea de que «todas las distintas iglesias sierven al mismo Dios, y
todas confían en la misma bíblia, y todas están luchando para llegar al mismo
cielo.» Por tanto, dicen, «no debemos de evaluar, ni analizar, tampoco criticar las
diferentes doctrinas, con el propósito de comparar cuán cerca o cuán lejos estén
de la norma bíblica.» Es obvio, que ese concepto viene de motivo de menguar el
peligro de la falsa doctrina y de la división religiosa. Pero Cristo oró en Juan
17:20-21: «Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de
creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre,
en mí, y yo en tí, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea
que tú me enviaste.» Cristo quiere la unidad, pero el inclusivismo, o sea la idea
que cualquier vía vale en los ojos de Dios, alaba y promueve la división.

El problema obvio es que somos muy divididos en la cristiandad. Estas


divisiones no son cositas muy livianas, o solamente diferencias de opiniones
acerca de los mejores métodos para cumplir la voluntad de Cristo. Las divisiones
que afligen la cristiandad de la actualidad son muy graves y profundas. Cristo no
creó tal situación. Es de los hombres. De hecho, la división entre los creyentes es
de Satanás. Por lo tanto, no es de sorprenderse cuando los incrédulos, los ateos,
los materialistas, y los representates de las creencias anti-cristianas se burlan del
mensaje de Cristo hoy día. Cristo oró por la unidad entre sus discípulos «para que
el mundo crea que tú me enviaste» (dijo en Juan 17:21). Pero, a pesar de la
condición diabólica de la división religiosa, muchos creen que no importan las
distinciones en las enseñanzas, que al fin y al cabo, todos vamos al mismo lugar
aunque por diferentes caminos. (Para inscribirse en nuestro curso bíblico por
correspondencia, escriba a: La Verdad Para el Mundo, Apartado 515, Villa Rica,
Georgia, 30180 EE.UU.; Apartado 515, Villa Rica, Georgia, 30180 EE.UU.)
Después del himno, veremos si esa idea del inclusivismo esté de acuerdo con lo
que enseña la bíblia:

Se oye el concepto con frecuencia, «todos vamos al mismo lugar, pero por las
vías diversas.» Es cierto que la mayoría desea sinceramente agradar a Dios, pero
ese deseo en sí no es suficiente. En el Antiguo Testamento, Caín y Abel los dos
desearon agradar a Dios, y los dos le sirvieron, pero en Génesis 4, la ofrenda de
Abel fue aceptada mientras la ofrenda de Caín fue rechazada. Simplemente el
luchar en sí no basta.

En Levítico 10:1-3, los hijos de Aarón, Nadab y Abiú, sirvieron al mismo Dios
que su tío Moisés y su padre Aarón. Pero, los hijos fueron condenados mientras
que Moisés y Aarón fueron aceptados. Simplemente servir en sí no es suficiente.

En Números capítulos 13 al 14, leemos de los doce espías que fueron enviados
para reconocer la tierra de Canaán. Todos sivieron al mismo Dios. Todos
hicieron un esfuerzo para cumplir su voluntad. Y todos lucharon para obedecer la
voz de Jehová. Pero, solamente dos de los doce, Josué y Caleb, fueron
bendecidos, porque habían obedecido por completo. Los otros dudaron y por
tanto fueron rechazados. El mero hecho de hacer algo por Dios no basta. (Escriba
a: La Verdad Para el Mundo, Apartado 515, Villa Rica, Georgia, 30180 EE.UU.;
Apartado 515, Villa Rica, Georgia, 30180.)

En 1 Samuel 13:8-14, el Rey Saúl decidió ofrecer holocausto cuando el Profeta


Samuel había demorado su llegada. Eso fue un esfuerzo para hacer algo en el
nombre de la religión. Eso fue un sacrificio al verdadero Dios del cielo, Jehová.
Pero, el problema fue que ese sacrificio no estuvo hecho de acuerdo con la
voluntad de Dios como revelada en las Escrituras. Por eso, Samuel tuvo que
reprender a Saúl grandemente por ese pecado. ¿Pecado de qué? Pecado de haber
servido a Dios en una manera no mandada por Dios mismo. Siempre ha sido así.
El mero hecho de luchar, sea lo que sea la sinceridad o la pureza del motivo, no
es suficiente. Todos servimos al mismo Dios, pero no todos le servimos en la
misma manera. Algunos—de hecho es triste decírselo, ¡pero muchos!—le sirven
en una manera que El mismo no quiere. (Escriba a: La Verdad Para el Mundo,
Apartado 515, Villa Rica, Georgia, 30180 EE.UU.; Apartado 515, Villa Rica,
Georgia, 30180 EE.UU.)

En el Nuevo Testamento, el mismo principio es destacado. En la parábola de


Mateo 25:1-13 de los diez vírgenes, se ve la misma idea. «Cinco de ellas eran
prudentes y cinco insensatas.» De igual manera, leemos de la parábola de los
talentos en Mateo 25:14-30. Los tres siervos todos hicieron algo al respecto al
mandamiento del amo. Pero solamente dos de ellos fueron bendecidos, y uno fue
condenado, porque no había hecho la voluntad de su amo. Son símbolos de la
humanidad en general. Aunque todos sirven a Dios a su manera, no todos son
aprobados por Dios, porque no todos hacen su voluntad completa.
¿Vamos todos al mismo cielo aunque por distintos caminos? como dice mucha
gente. Hemos visto varios ejemplos bíblicos de varias personas haciendo algo en
el nombre de Dios, practicando algo en la religion, y creyendo algo. ¿Qué ha sido
la diferencia en esos casos? La diferencia es que algunos hicieron por completo la
voluntad de Dios, y los otros no lo hicieron. Mateo 7:21 nos advierte: «No todo
el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la
voluntad de mi Padre que está en los cielos.»

Estimado oyente, por favor, escuche bien: el concepto de que todas las diferentes
iglesias cristianas son nada más que distintos caminos para llegar al mismo
destino del cielo es concepto antibíblico. Se lo digo con todo respeto y amor.
Simplemente el luchar o el esforzarse por Cristo no es suficiente. Pablo escribio
en 2 Timoteo 2:3-5: «Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo
Jesús. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles
que sean idóneos para enseñar también a otros. Tú, pues, sufre penalidades como
buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios de la
vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado. Y también el que lucha
como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente.» Entonces, hay que, no
solamente luchar, sino luchar legítimamente. Estimado oyente, ¿cuándo va a
despertarse el mundo cristiano para ver esta realidad bíblica? ¿Cuándo vamos a
ver que no importa si somos discípulos, si somos seguidores, si somos devotos, si
somos estudiantes, si somos miembros de cierta denominación? Tenemos que
entender que lo que importa es si estamos luchando legítimamente. Eso es decir,
luchar de acuerdo con las enseñazas bíblicas que son únicas, exclusivas, y
finales. 1 Corintios 9:24 nos pregunta y nos exhorta: «¿No sabéis que los que
corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio?
Corred de tal manera que lo obtengáis.» Hay tal manera por la cual podemos
obtener el premio. También, hay muchas maneras por las cuales podemos correr
pero al fin y al cabo no obtener el premio. ¿Está Ud. luchando legítimamente? No
vamos todos al mismo lugar. Hay que creer en Cristo (Marcos 16:16),
arrepentirse de sus pecados (Hechos 2:38), confesar a Cristo (Romanos 10:9,10),
y ser inmersionado en agua en el nombre de Cristo para el perdón de sus pecados
(Hechos 2:38; Hechos 22:16)

También podría gustarte