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DEVOCIONARIO a San Benito Abad

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«Que La santa Cruz sea mi luz y que el demonio no sea mi guía. Retírate Satanás. No me sugieras vanidades. Cosas malas son las
que tú ofreces. Bebe tú mismo tu veneno. Paz.»
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La máxima de vida de San Benito -con la que ha inspirado a miles de hombres y mujeres a vivir para Dios- fue “Ora et labora” (ora
y trabaja), la síntesis perfecta de su programa de vida, un llamado a vivir la unidad entre contemplación y la acción.

El legado de este gran santo ha influido de manera definitiva en la formación y desarrollo del monacato y hoy, después de muchos
siglos, sigue inspirando a quienes asumen la tarea de hacer de la oración acción, y de la acción oración. El ideal de Benito era la
entrega completa del monje a Dios: una entrega a tiempo completo.

San Benito nació en Nursia (Italia), en el año 480. Tuvo una hermana gemela, nada menos que Santa Escolástica. Después de haber
estudiado retórica y filosofía en Roma, se retiró a la ciudad de Enfide (actual Affile) para dedicarse con mayor profundidad al
estudio y la disciplina ascética.
7 cosas que debes saber sobre la medalla y la cruz de San Benito

Desde hace siglos, muchos cristianos han usado la medalla y la cruz de San Benito, el santo abad y patrono de Europa, para luchar
contra las fuerzas del mal.

Aquí presentamos 7 datos importantes sobre estos objetos que poseen mucha tradición e historia, vinculadas al gran santo que vivió
entre los años 480 y 547.

1. El origen de la medalla es incierto

En el siglo XVII, durante un juicio de brujería en Alemania, unas mujeres acusadas testificaron que no tenían poder sobre la
Abadía de Metten porque estaba bajo la protección de la cruz.

Cuando se investigó, se hallaron en las paredes del recinto varias cruces pintadas rodeadas por las letras que se encuentran ahora en
las medallas. Más adelante, se encontró un pergamino con la imagen de San Benito y las frases completas que sirvieron para
escribir esas abreviaturas.

2. Con la medalla se puede obtener indulgencia plenaria

La medalla, como se le conoce ahora, es la del jubileo de 1880 por los 1400 años del nacimiento del santo. Fue lanzada
exclusivamente por el superior abad de la famosa abadía benedictina de Monte Cassino en Italia.

Con ella se puede obtener la indulgencia plenaria en la Fiesta de San Benito, que la Iglesia celebra el 11 de julio, siguiendo las
condiciones habituales que manda la Iglesia: confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Papa.

3. Cuando San Benito hacía la señal de la cruz obtenía una especial protección divina

Cierta vez quisieron envenenar a San Benito. El santo, como era su costumbre, hizo el signo de la cruz sobre el vaso y el objeto se
partio en pedazos.

En otra ocasión, un pájaro negro empezó a volar a su alrededor, San Benito hizo la señal de la cruz y tuvo entonces una tentación
carnal en la imaginación. Cuando estaba casi vencido, ayudado por la gracia, se quitó las vestiduras y se arrojó a un matorral de
espinas y zarzas, lastimando su cuerpo. Después de ello nunca volvió a sufrir una tentación similar.

4. La medalla tiene gran poder de exorcismo

La medalla de San Benito es un sacramental reconocido por la Iglesia con un gran poder de exorcismo. Los sacramentales son
“signos sagrados con los que, imitando de alguna manera a los sacramentos, se expresan efectos, sobre todo espirituales, obtenidos
por la intercesión de la Iglesia».

El Catecismo de la Iglesia Católica establece que por los sacramentales «los hombres se disponen a recibir el efecto principal de los
sacramentos y se santifican las diversas circunstancias de la vida».

5. La medalla muestra a San Benito sosteniendo una cruz y el libro de sus reglas

A ambos lados del santo dice: “Crux Sancti Patris Benedicti” (Cruz del Santo Padre Benito). Se puede ver también una copa de la
cual sale una víbora y un cuervo. De manera circular aparece la oración: “Eius in óbitu nostro preséntia muniamur” (A la hora de
nuestra muerte seamos protegidos por su presencia). En la parte inferior central se lee: “Ex. S. M. Cassino MDCCCLXXX” (Del
Santo Monte Cassino 1880).
6. Las siglas de la medalla en el reverso y su significado

C.S.P.B.      «Cruz del Santo Padre Benito».


C.S.S.M.L.  «La santa Cruz sea mi luz» (crucero vertical de la cruz).
N.D.S.M.D. «Que el dragón infernal no sea mi guía» (crucero horizontal).

En círculo, comenzando arriba hacia la derecha:

PAX         «Paz».
V.R.S.      «Vade Retro Satanás».
N.S.M.V.  «No me aconsejes cosas vanas».
S.M.Q.L.  «Es malo lo que me ofreces»
I.V.B.        «Traga tú mismo tu veneno».

7. La medalla debe ser bendecida por un sacerdote con esta oración especial 

-Nuestra ayuda nos viene del Señor

-Que hizo el cielo y la tierra.

– Te ordeno, espíritu del mal, que abandones esta medalla, en el nombre de Dios Padre Omnipotente, que hizo el cielo y la tierra,
el mar y todo lo que en ellos se contiene.

Que desaparezcan y se alejen de esta medalla toda la fuerza del adversario, todo el poder del diablo, todos los ataques e ilusiones
de satanás, a fin de que todos los que la usaren gocen de la salud de alma y cuerpo.

En el nombre del Padre Omnipotente y de su Hijo, nuestro Señor, y del Espíritu Santo Paráclito, y por la caridad de Jesucristo,
que ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos y al mundo por el fuego.

Bendición

-Señor, escucha mi oración.

-Y llegue a tí mi clamor.

– Oremos:

Dios omnipotente, dador de todos los bienes, te suplicamos humildemente que por la intercesión de nuestro Padre San Benito,
infundas tu bendición sobre esta sagrada medalla, a fin de que quien la lleve, dedicándose a las buenas obras, merezca conseguir
la salud del alma y del cuerpo, la gracia de la santificación, y todas la indulgencias que se nos otorgan, y que por la ayuda de tu
misericordia se esfuerce en evitar la acechanzas y engaños del diablo, y merezca aparecer santo y limpio en tu presencia.

Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor. Amén.


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Oración a San Benito para alejar los enemigos y las envidias

Oh glorioso San Benito, modelo sublime de todas las virtudes, vaso puro de la gracia de Dios. Heme aqui, humildemente
postrado ante ti. Imploro tu corazón lleno de amor para que intercedas por mí ante el trono divino de Dios.

A ti recurro en todos los peligros que a diario me rodean. Protégeme contra mis enemigos, contra el maligno enemigo en todas
sus formas e inspírame a imitarte en todas las cosas

Que tu bendición esté conmigo siempre, de modo que pueda huir de todo lo que no es agradable a Dios y evitar así las ocasiones
de pecado.

Dulcemente te pido, que me consigas de Dios los favores y gracias de las cuales yo estoy tan necesitado, en las pruebas, en las
miserias y en las aflicciones de la vida.

Tu corazón siempre estuvo tan lleno de amor, compasión y misericordia hacia los que estaban afligidos o con problemas de
cualquier tipo.

Tú nunca has despedido sin consuelo y asistencia a cualquiera que haya recurrido a ti. Por lo tanto, invoco tu poderosa
intercesión, con esperanza y confiado en que tú escucharás mis oraciones y me alcanzarás la gracia especial y favor que tan
seriamente te imploro (pedir el favor a recibir), si es para la mayor gloria de Dios y el bien de mi alma.

Ayúdame, Oh gran San Benito, vivir y morir como un hijo fiel de Dios, que sea siempre sumiso a Su santa voluntad, para
lograr la felicidad eterna del cielo.

Amén.
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Oración a San Benito para pedir su intercesión

Santísimo confesor del Señor; Padre y jefe de los monjes, interceded por nuestra santidad, por nuestra salud del alma, cuerpo y
mente.

Destierra de nuestra vida, de nuestra casa, las asechanzas del maligno espíritu. Líbranos de funestas herejías, de malas lenguas y
hechicerías.

Pídele al Señor, remedie nuestras necesidades espirituales, y corporales. Pídele también por el progreso de la santa Iglesia
Católica; y porque mi alma no muera en pecado mortal, para que así confiado en Tu poderosa intercesión, pueda algún día en el
cielo, cantar las eternas alabanzas. Amén.

Jesús, María y José os amo, salvad vidas, naciones y almas.

Rezar tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.


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Oración a San Benito para alejar los malos espíritus

¡Oh, Santo Padre Benito, que ayudas a cuantos acudimos a ti!


Acógeme bajo tu protección; defiéndeme de todo mal que aceche mi vida;
obtén para mí la gracia del arrepentimiento de mi corazón
y una verdadera conversión para reparar las culpas cometidas,
y para alabar y glorificar a Dios todos los días de mi vida.

Dios omnipotente y eterno,


por los méritos y el ejemplo de San Benito,
de su hermana, la virgen Escolástica
y de todos los santos sacerdotes renueva en mí Tu Santo Espíritu;
dame fortaleza en el combate contra las tentaciones del maligno,
paciencia en las tribulaciones de la vida, prudencia en los peligros.

Aumenta en mí el amor a la castidad,


el deseo de la pobreza,
el ardor en la obediencia,
la humilde fidelidad en la observancia de la vida cristiana.

Confortado por ti y sostenido por el amor de mi prójimo,


puedo servirte alegre y unirme victorioso en la Patria Celestial a todos los santos.

Por Cristo, Nuestro Señor. Amén.


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Oración de San Benito para encontrar a Dios

Padre, en tu bondad concédeme el intelecto para comprenderte,


la percepción para discerniste, y la razón para apreciarte.
En tu bondad dame la diligencia para buscarte,
la sabiduría, para descubrirte, y el espíritu para aprehenderte.

En tu gracia dame un corazón para contemplarte,


oídos para escucharte, ojos para verte, y una lengua para hablar de ti.

En tu misericordia para conferirme una conversación agradable para ti,


la paciencia para esperarte, y la perseverancia para anhelarte. 
Concédeme un final perfecto, en tu santa presencia. 
Te lo imploro en el nombre de tu Hijo, Jesús.

Amén.

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“Si ojos tienen que no me vean; si manos tienen que no me agarren; no permitas que me sorprendan por la espalda; no permitas
que mi muerte sea violenta; no permitas que mi sangre se derrame; Tú que todo lo conoces, sabes de mis pecados, pero también
sabes de mi fe, no me desampares, Amén.”
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ORACIÓN DEL PAPA JUAN PABLO II A SAN BENITO

1. ¡Oh San Benito abad! El humilde Sucesor de Pedro y los obispos de Europa, a la que tú amaste tanto, hemos venido a este lugar, en el
que, de joven estudiante, buscaste y encontraste el significado más verdadero de tu existencia; en este lugar, en el cual, ayudado por el
silencio, por la reflexión, por la oración, por la penitencia, te preparaste a ser instrumento dócil de la misericordia de Dios, que quería
hacer de ti un guía y un maestro para Europa, para la Iglesia, para el mundo.

Hemos venido en peregrinación a fin de expresar, ante todo, nuestra inmensa gratitud a la Trinidad Santísima por el don que hace XV
siglos hizo a la Iglesia; y, además, a fin de manifestarte, Santo Patrono de Europa, nuestra fervorosa admiración por tu plena
correspondencia a la gracia y escuchar ese mensaje que tú viviste en ti y has transmitido además a las generaciones futuras, arraigado
en la fuerza liberadora del Evangelio, que es «poder de Dios para salud de todo el que cree» (Rom 1, 16).

|Oh Santo Patriarca! Tú que no enseñaste de manera distinta a como viviste (cf. Gregorio, Diál. II, 36), haznos sentir a todos, en esta
circunstancia singular, la actualidad perenne de tu enseñanza, para que continúes siendo inspirador de bien para el hombre
contemporáneo.

2. Tú nos has enseñado que Dios, Creador y Padre, debe ser el «primer servido», mediante la fe viva, el culto digno, la adoración
devota, la plegaria asidua, la obediencia alegre a su santísima voluntad.

Tú nos has enseñado que la vida del hombre es digna de ser vivida, sin superficial optimismo utópico ni pesimismo desesperado, porque
es don del amor de Dios y debe ser una continua, perenne, constante búsqueda de Dios, el único verdadero y auténtico valor absoluto.

Tú nos has enseñado que el cristiano, para ser realmente tal, debe «servir en la milicia de Cristo Señor, verdadero rey»  (Regla, pról.),
haciendo de Cristo el centro de la propia vida y de los propios intereses.

Tú nos has enseñado que juntamente con el alejamiento interior de los bienes caducos de la tierra, debemos poseer una gozosa y activa
apertura de espíritu y de corazón hacia todos los hombres, hermanos en Cristo, hijos del mismo Padre celestial.

Tú nos has enseñado que para el hombre, el trabajo —no sólo el de quien se inclina sobre los libros, sino también el de quien se inclina
con la frente empapada de sudor y con las manos doloridas para roturar la tierra— no es humillación ni alienación, sino elevación,
exaltación, más aún, participación en la obra creadora de Dios; es aportación consciente y meritoria a la construcción de la ciudad
terrena, en espera de la definitiva y eterna.

Tú nos has enseñado que la fe cristiana, lejos de ser elemento de división o de disgregación, es matriz de unidad, de solidaridad, de
fusión también en el orden temporal, social, cultural, y que, por lo tanto, la libertad religiosa es uno de los derechos inalienables del
hombre.

3. Por esto, oh Santo Patriarca, te invocamos esta tarde: eleva tus amplios, paternales brazos a la Trinidad Santísima y ruega por el
mundo, por la Iglesia y, en particular, por Europa, por tu Europa, de la cual eres celeste Patrono; que no olvide, no rechace, no renuncie
al extraordinario tesoro de la fe cristiana que, durante siglos, ha animado y fecundado la historia y el progreso moral, civil, cultural,
artístico de cada una de sus naciones; que, en virtud de esta matriz «cristiana», sea portadora y generadora de unidad y de paz entre los
pueblos del continente y de los de todo el mundo; garantice a todos sus ciudadanos la serenidad, la paz, el trabajo, la seguridad, los
derechos fundamentales, como los que conciernen a la religión, a la vida, a la familia, al matrimonio.

Con tu oración, oh Santo Patrono de Europa, invocamos suplicantes la intercesión de tu querida hermana.

Oh Santa Escolástica, te confiamos en particular a las muchachas, a las jóvenes, a las religiosas, a las madres, para que, mirando tu
ejemplo, sepan vivir hoy su dignidad de ser mujeres, según el designio de Dios.

San Benito y Santa Escolástica, rogad por nosotros.


Amén.

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Oración a San Benito para la salud espiritual

Bendito monje San Benito,


orienta guía mis pasos por el sendero del bien,
te pido que me protejas y reguardes también a mi familia,
nos libres de nuestros enemigos,
de la envidia y de todo peligro circundante.
San Benito, por tus virtudes, fuente de inspiración
ayúdame a cuidar mi espíritu de la maldad y las preocupaciones.

San Benito que llevaste una vida ejemplar


concédenos tu caridad,
pues son muchas las dificultades y tropiezos que en mi camino he encontrado,
intercede ante le presencia de Dios, nuestro amado Padre celestial
para aliviar mis penurias y regocijar mi espíritu,
por cuanto son muchas las aflicciones que me roban la tranquilidad.

Quita de nuestra vida, de nuestro hogar, las persecuciones de cualquier alma maligna
líbrame de cualquier mentira de las personas que hablan mal y de cualquier brujería.

Pongo en tus manos mis preocupaciones, angustias y problemas,


Ayúdame a transitar por el camino del bien
aléjame del peligro y enemigo.

San Benito muéstranos como vivir para poder morir en el amor de Dios.


Dame fortaleza en el combate, contra las tentaciones del maligno, paciencia y prudencia.

Amén.
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Oración a San Benito para alejar todo mal

Querido San Benito, vengo a ti para que me escuches


mis plegarias e intercedas ante Dios por mí,
por mi familia e hijos, por mi salud.

Eres bienaventurado por el poder de la cruz,


Líbreme y aleje todo mal,
envidias, traiciones y egoísmos.

Protéjame y ampárame del maligno,


del mentiroso, envidioso, de los violentos
y de todo mal que afecte mi vida y
la de mi familia.

Aléjame del peligro y de los enemigos,


de todo mal, de cualquier influencia
negativa visible e invisible, aleja todo
lo que afecte nuestra vida.

Pongo en tus manos mis angustias,


mis preocupaciones y problemas,
ayúdame a solucionarlos.

Líbrame de todo daño y perversidad,


de toda energía negativa, conjuros,
malas vibraciones, aleja todo mal
que trastorne mi vida.

Aleja de mi corazón sentimientos negativos


como son: ira, violencia, avaricia, codicia,
envidia y retira de mis pensamientos
todo lo que me pueda perturbar, que me
robe la armonía y el equilibrio mental.

Amén.
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San Benito para la protección

San Benito amado, tú que fuiste elegido de entre tantos por nuestro Señor
para ser el protector de tus hijos menos favorecidos en el mundo.

Hoy vengo ante ti para pedirte seas mi amparo y mi sosiego en mis días más oscuros.

Concédeme el milagro de tu misericordia y aparta de mí todo aquello


que pueda dañarme en algún momento de mi vida.

Insigne San Benito, ruega por mí de manera que pueda ser


digno de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Y que solo su ley sea el cayado que rija mi espíritu.

Gracias mi Santo Africano porque sé que así como


tu cuerpo permanece incorrupto, así seré yo ante las tentaciones y no me doblegaré.

Porque a través del milagro de tu amor, seré invisible a la maldad


del mundo y todo lo bueno tendrá paso libre para inundarme.

Gracias San Benito por obrar en mí y ser el milagro de Dios en mi vida.

Amén.

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