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¿Hacia la unisexualidad?

Philippe Ariès piensa que la gran originalidad de hoy en día es el surgimiento de una

sociedad unisexo. "Los papeles son intercambiables -escribe-, los del padre con los de la

madre, también los de los miembros de las parejas sexuales.

Cosa curiosa, el modelo único es viril. La silueta de la muchacha se ha aproximado a la

del muchacho. Ha perdido las formas 'disimuladas' con las que gustaban representarla

los artistas entre los siglos XVI y XIX.” Afirmación perentoria.

¿Es cierta? ¿O sólo la verdad de la apariencia? En efecto, en los tiempos pasados los

espacios foráneos eran unisexuales; pubs y clubes victorianos quedaban prohibidos a las

mujeres, en las tabernas francesas sólo se reunían los hombres mientras que las raras

mujeres presentes eran "de mala vida"; los lavaderos de los pueblos quedaban

prohibidos a los hombres, inquietos por otra parte por las confidencias que las mujeres

pudieran intercambiarse alli. Esta segregación ha sufrido hoy en día protundas

alteraciones. Uticios considerados masculinos y grandes escuelas se han abierto

progresivamente a las mujeres. Inversamente, el hombre se introduce en el universo

tradicionalmente reservado a la mujer; el ginecólogo remplaza a la comadrona, el

marido asiste al parto, cambia los pañales al bebe, cocina, lava la vajilla, etc. El vestido

es a menudo el mismo jeans), la silueta "Dim" (¿nueva manifestación de la eterna

"dominación" del macho?) expresa el reajuste de la forma femenina hacia la masculina.

ANTONEI PROST y VINCENT GERARD, eds.


"¿Hacia la unisexualidad?" Historia de la vida privada.
Paris; Editions du Seuil, 1987.

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