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Introducción
Furiosa tempestad se desataba cuando, de pieles rústicas vestido, Caín con su
familia caminaba huyendo a la justicia de Jehovah.
Corrieron treinta noches y sus días, y pálido, callado, sin reposo, y mirando sin
ver, y pavoroso, tierra de Assur pisó. Y, al sentarse, la frente elevó al cielo…y allí
el ojo encontró.
Entonces á Jubal, padre de aquellos que en el desierto habitan -haz, le dijo, que
ese arme aquí una tienda- y el buen hijo armó tienda común.
Jubal entonces dijo: -una barrera de bronce construiré: tras de su muro, padre,
estarás de la visión seguro; ten confianza en mí. Un castillo de piedra, formidable,
que a la altitud de una montaña asciende, de la ciudad en medio se desprende, y
allí Caín entró.
QQ∴ HH∴ Todo hombre lleva dentro de sí un juez implacable, aquel que juzga y
condena, es inútil intentar escapar ya que a sus ojos nada puede ocultarse, Víctor
Hugo expresa aquí esa idea, simbolizada en la insensata fuga de Caín, quien
inútilmente quiere huir del ojo delator y justiciero, que sin cesar le acusa del
nefasto crimen cometido. Ese ojo que todo lo ve y todo lo escucha, este es nuestra
conciencia.
Libertad y conciencia
Entonces si la para que exista Libertad de conciencia no deben existir limitaciones
externas, empecemos por la pregunta básica ¿Somos libres o creemos serlo?
El hombre nace, crece y muere sin tener la libertad de elección o sin que nadie
pida su consentimiento. Vivimos en una libertad relativa, limitada y condicionada
por las leyes de la naturaleza y del hombre. Leyes humanas escritas y no escritas
como las tradiciones, creencias, costumbres, y por la idiosincrasia en la que
fuimos formados.
Dice José Ortega y Gasset (Espasa Calpe, 5ª ed., Madrid, 1955, p.17), que las
ideas “se tienen,” en tanto que en las creencias “se está.” Es decir, a las ideas las
tenemos nosotros porque las elaboramos a partir de nuestras percepciones
sensibles; son el resultado de nuestro razonamiento. Las creencias, en cambio,
nos tienen a nosotros; son el suelo en el que nos sustentamos, “las columnas de
nuestra existencia son básicamente patrones de pensamiento que se han
acumulado durante años para formar una imagen mental de lo que se piensa que
es la “verdad”, estas creencias condicionan profundamente nuestras actitudes y
conductas.
Como dice Lavagnini, “no podemos evitar que las aves vuelen sobre nuestra
cabeza, pero si evitar que se posen en ella, y hagan su nido sobre la misma. De la
misma manera, hemos de evitar que en nuestra mente reposen y descansen
aquellos pensamientos que no reciben la aprobación de nuestro mejor criterio, y
de esta manera damos un primer paso en la liberación de nuestra conciencia,
entonces empieza un cambio, surge la conciencia no condicionada, la conciencia
pura y más elevada”.
Conclusiones
QQ∴HH∴ les comparto algunas de mis conclusiones a partir del presente trazado:
Entiendo que pese a todas las circunstancias que condicionan nuestro existir,
cada uno de nosotros es libre y responsable de sus actos y de su vida, por tanto,
no tiene sentido culpar de lo que somos a la genética, a nuestros padres o al
entorno, ya que, parafraseando a Sartre, siempre podemos hacer algo con lo que
han hecho de nosotros. Siempre podemos ser mejores, siempre podremos
progresar.
Por ultimo como efecto final en nuestra sociedad, el Masón está en la obligación
de buscar el Orden a través de la Razón guiada por la Conciencia para hacer de
nuestra sociedad, una que aspire a la libertad e igualdad de todos sus integrantes,
Parafraseando al gran Cantinflas “Vivimos un momento histórico en que el hombre
científicamente e intelectualmente es un gigante, pero moralmente es un pigmeo”
por tanto meditemos si nosotros como individuos así como nuestra orden, estamos
en condiciones de afrontar los desafíos de nuestros tiempos
BIBLIOGRAFÍA
La Masonería Revelada, Manual del Aprendiz, Lavagnini, Aldo
Disquisiciones Masónicas, Antonio J. Velásquez D.
Quizá lo que yo digo es la verdad o no lo es, pero tal vez lo que tú crees no es la verdad. Yo
sólo soy la mitad del mensaje; tú eres la otra mitad. Soy responsable de lo que digo, pero no
soy responsable de lo que tú entiendas. Tú eres responsable de lo que tú entiendes; tú eres
responsable de cualquier cosa que hagas con lo que oigas en tu cabeza, porque tú eres quien
da significado a cada palabra que oyes o lees. (tomado del libro “El Quinto acuerdo” de
Miguel Ruiz y su hijo José Ruiz.)