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PSICOLOGÍA › EL “DESCANSO DE LA RAZÓN” PSICOLOGÍA INDICE

Cantar en la oscuridad MÚSICA Y PSICOANÁLISIS


Madre de toda melodía
Por Guido A. Idiart
Por Pablo Fridman * EL “DESCANSO DE LA RAZÓN”
Cantar en la oscuridad
En la famosa sesión de cuatro horas que Freud, durante unas vacaciones en Por Pablo Fridman
Holanda, tuvo con el compositor Gustav Mahler, intervino en una serie de Posdata
dificultades subjetivas que éste planteaba. En especial, dilucidó por qué en
sus obras insistía con una música de organillero, que irrumpía
ESC R IBEN H OY
sorpresivamente en complejas melodías: Mahler recordó que, en su niñez, lo Adrián Paenza Alastair Beach
había angustiado una disputa conyugal entre sus padres, e inmediatamente Alejandra Dandan Ariel Greco Claudio
después escuchó a un organillero en la calle, precisamente con el tema que Socolsky Cristian Vitale Dario Pignotti
luego repitió en sus composiciones. La melodía musical se instaura de un Diego Bonadeo Eduardo Febbro
Eduardo Videla Ezequiel Boetti
modo abrupto y rompe las líneas que, por su extrema complejidad, podrían
Facundo Enrique Soler Guido A. Idiart
evocar la angustia.
Gustavo Sala Gérard Wajcman
Horacio Bernades Irina Hauser Javier
No es un dato menor que una melodía sencilla pueda operar como un alivio Lewkowicz Jean-Marie Cosens Jorge
al peso de la angustia. De todos modos, si se repite en exceso, puede Isaías José Maggi Julia González
provocar la misma angustia que pudo evitar. La preocupación de Mahler lo Julio Nusdeo Lucas Kuperman Luis
demuestra. Bastús Luis Paz Mariana Carbajal
Mario Wainfeld María del Carmen
Arias Oscar Guisoni Pablo Fridman
De todos modos es discutible que la música, por sí misma, se constituya en
Raúl Kollmann Sebastian Abrevaya
una vía de elaboración subjetiva. Al eludir el plano de la palabra, puede
Sebastián Premici Sergio Sánchez
pensarse que su efecto de elaboración ocurrirá al modo del sueño, o sea sin Sonia Santoro Sonia Tessa Tomás
que el sujeto pueda apropiarse de eso. También al modo del sueño, se Lukin
puede escuchar lo que la música porta cuando fracasa en su trabajo
elaborativo, o sea cuando produce angustia: la pesadilla, en la música,
ocurre cuando una sonoridad se hace insoportable, cuando se despierta de
ese estado de encantamiento sonoro.

“Cuando el caminante canta en la oscuridad, desmiente su estado de


angustia, mas no por ello ve más claro”, escribió Freud en Inhibición,
síntoma y angustia: pone el acento en la dimensión de engaño, pero este
engaño cumple una función beneficiosa en términos de la angustia: permite
al sujeto seguir caminando y soportar el desamparo que genera la oscuridad
circundante. Es un engaño al servicio de su despliegue subjetivo, en tanto se
trata allí de alcanzar algo del deseo: si admitimos que ese caminar se dirige
a un objetivo deseado, podemos entender lo musical como un engaño
obligado.

---

François Regnault (Seminario “La música no piensa sola”, en revista


Consecuencias, Nº 5, diciembre de 2010, edición digital) propone para la
música la siguiente formulación: “Un discurso latente vuelto manifiesto
permaneciendo incomprensible”. Se trata de un discurso que no pretende
envolverse en ningún sentido, donde toda explicación es redundante. Es un
descanso de la razón. La música no se piensa, se experimenta.

---

En la música existe un “dar a escuchar” que diferencia el “oír” del “escuchar”:


se trata de atender a lo que esa frase musical le dice al sujeto de sí mismo,
muchas veces de un modo profundamente enigmático: “Esa obra musical me
entristece...”; “Esa otra música me transporta...” (siempre es esa música y no
cualquiera). Las posibilidades son infinitas. Lo que el compositor y el
intérprete hacen es recortar un poco-de-sonido que se dirige a alguien.

---

La música no transmite ningún mensaje. Es cierto que en la teoría musical


es posible hallar referencias a que, por ejemplo, los acordes menores se
consideran tristes, y los mayores son tenidos por alegres o marciales. Pero,
según cómo sean utilizados en cada obra musical, unos u otros podrán ser
parte de composiciones más o menos vivaces o jocosas. La música rechaza
la representación. En contra de lo que han sostenido ciertos regímenes
políticos, no hay músicas reaccionarias o revolucionarias (los acordes de
algunas marchas identifican a grupos que los han adoptado como carta de
presentación, como marca de identificación, pero eso no indica que la
música en sí esté involucrada). Adjuntar a determinada música una ideología
o posición política o religiosa connota un forzamiento de lo simbólico.

Históricamente, ha habido esfuerzos por atribuir connotaciones diabólicas,


transgresoras, a veces poco edificantes, a determinadas armonías o
melodías. Los acordes prohibidos por la religión (tritonos) son luego
utilizados con frecuencia en estilos populares y clásicos. Las supuestas
melodías diabolizantes siempre han tenido que ver con el efecto de trance,
de ensoñación o de distracción que podría ocurrir, pero nunca con una
especificidad de lo que determinada música pudiera transmitir como
mensaje.

De todos modos existen ciertas convenciones acerca de la utilización ulterior


de lo que se compone: se supone, por ejemplo, que un réquiem debería ser
lento, grave..., pero no es imposible transgredir estas premisas.

Es sorprendente cómo diversas modalidades musicales –desde tenues


valses hasta disonantes grupos de free jazz– pueden producir distintos
efectos de borrachera sonora. Es conocida la función que han tenido los
nigro spirituals para hacer más soportable el trabajo esclavo (función poco
edificante pero que no desmiente la belleza de esa música). En todos los
casos la música detiene el sentido y lo deja en suspenso, produce un efecto
de no-representación. Si la dimensión de la palabra supone ya la
imposibilidad de la comunicación sin equívocos, esta imposibilidad adquiere
su máximo peso en la música. Justamente se trata de abrir la escucha a esa
dimensión de lo inespecífico, de lo que no puede cristalizarse en ninguna
significación determinada.

* Psicoanalista. Músico. Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana


(EOL), de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) y de la comisión
directiva de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM). Texto
extractado del trabajo “Psicoanálisis y música”, incluido en Esto lo estoy
tocando mañana. Música y psicoanálisis.

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