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Se acercaba la primavera y todo el mundo que era alguien en Nordland estaba nervioso.

Se
escuchaban cada vez más rumores de la ambición del conde elector Theodoric Gausser, se decía que
su mirada estaba atenta hacia Mariemburgo la ciudad rebelde y que su reconquista elevaría su
estatus por encima de los otros condes y así podría avanzar su carrera política en Aldorft y quizás,
con un poco de suerte conseguir el favor del emperador.

El capitán Sergio Solgio paseaba aquella mañana revisando las guarniciones de Salzenmund. Desde
las murallas se podía apreciar la Gran Carretera del Norte, antiguamente llena de comerciantes y
viajeros, y cara el oeste, a lo lejos el bosque de Lauren en toda su grandiosidad. Más Solgio no
podía apreciar nada de eso, su cabeza hervía de maquinaciones y temores. Hacía ya tiempo que se
diera cuenta que clase de persona era el Conde Gausser, su ambición no conocía limites sin importar
el coste. El viejo capitán conocedor de la realidad de la guerra, sabía que los planes expansionistas
de Gausser solo producirían miseria y dolor a los humildes campesinos de la provincia. Por eso
cuando un movimiento de resistencia dentro del ejercito regular de Nordland fue creciendo el
pronto estaba como uno más de ellos. Proclamarían la destitución del Conde y todo derecho de la
familia Gausser, durante un tiempo se implantaría la dictadura de lo coroneles para mantener la paz,
y por ultimo se negociaría con Aldorf la elección del nuevo conde imperial. A media que pasaba el
tiempo Solgio se encontraba más nervioso, no era quien de confiar en nadie. Por eso mismo
contactó con un viejo amigo suyo, Tesalius Jackson. Pirata o soldado según la situación lo
necesitase, Tesalius ayudara a Solgio en su juventud y este sabía que en lo único que podía confiar
era en la perspectiva gris de Tesalius y eso lo hacía perfecto para ayudarle en este peliagudo
momento.

Llevaban 10 días de marcha a través de las tierras desoladas y del bosque de Laurelorn. Tesalius
estaba cansado. Dio una calada a su puro y miró hacia el horizonte. Se veía la costa a lo lejos y cara
el este tiras de humo en cielo. - Ese debe de ser el pueblo del punto de encuentro- pensó Tesalius.
Solgio lo encontraría allí. Tomaran muchas precauciones para llegar a Nordland sin que nadie se
enterase. Su libro de agravios no dejara de crecer con los años y su lista de enemigos tampoco.
Dejaran los barcos en la costa este del Golfo de Mariemburgo y atravesaran con todo el ejercito por
ciénagas y vados , roca y arena hasta llegar hasta aquí. Solgio se sorprendería con la fuerza que
Tesalius reclutó, a priori excesiva para una misión que necesitaba de más discreción. Pero Tesalius
tenía mas planes en mente, el sabía que el oro que famosamente transmutara el mago dorado
Balthazar Gelt era todo mentira. El emperador secretamente había comprado al conde para calmar
el conflicto con Hochland y toda esa historia del oro al plomo eran cuentos difundidos por los
agentes del emperador y el propio Gausser para engrandecer la figura de uno y la bolsa del otro.

Tesalius estaba decidido a conseguir ese oro, el como medio humano y enano lo sabia mejor que
nadie. Los humanos eran una segunda clase racial. Quizás en tiempos de Sigmar eran algo mejores
más hoy en día degeneraron generación tras generación. Solo un paso por encima de los orcos.
Desde su punto de vista ese oro venía de montañas legítimamente enanas. Pues tras la guerra con
los elfos para expulsar a la gran mayoría del viejo mundo, eran suyas toda riqueza en ellas. Aún así
Tesalius era justo con todos, tiempo atrás Solgio salvará a Tesalius de ciertas situaciones y el desde
aquella siempre cumplió con su honor de ayudarlo. Aunque con beneficio propio mejor.

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