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Cada una de estás contiene consejos y mejores prácticas para desarrollarlas. Cabe
destacar que cada una de estas no son opcionales, es decir, aunque como personas creyentes
tenemos nuestras preferencias de interacción con el contenido de las Escrituras: leer, oír y
estudiar, las tres tienen su lugar y debemos esforzarnos por incluirlas en nuestro repertorio. No se
puede leer la Escritura y estudiarla sin prestar tiempo a la escucha activa en el servicio. Podemos
leer la Biblia mas si no volcamos esta actividad al estudio nuestro aprovechamiento se verá
menoscabado y claramente no se puede estudiar sin leer.
Acerca de la memorización, el autor utiliza la idea de que está actividad nos brinda
contenido el cual el Espíritu Santo puede acceder y poner a nuestra disposición situaciones
particulares. La memorización de las Escrituras brinda agilidad espiritual al cristiano. Funge
además como la plataforma para la meditación y aplicación bíblicas.
La meditación es el catalizador que permite la incorporación de la verdad eterna al
pensamiento del individuo.
La aplicación apunta a la obediencia y seguimiento de lo aprendido. Es la culminación
del proceso.
Comentario personal:
Josué 1:8 "Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche
meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque
entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien."
Esto texto nos dice que todo nos saldrá bien, si meditamos en las Escrituras de día y de noche.
Para meditar se necesita un objeto de atención. La lectura disciplinada de las Escrituras provee el
contenido necesario para impulsar el hábito de la meditación bíblica.