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LA
VERDAD
RESTAURADA
1
INDICE
1. Génesis
2. Un ángel y un libro
3. El poder de Dios entre los hombres
4. Se organiza la Iglesia
5. El mormonismo en Ohio
6. La Iglesia en Misuri
7. Nauvoo la Hermosa
8. Los mártires
9. El éxodo
10. Hacia la tierra prometida
11. La conquista del desierto
12. Los años de conflicto
13. Años de sobrellevar las pruebas
14. El resplandor de la buena voluntad
2
Capítulo 1
GÉNESIS
5
visto una luz así como oído una voz que le habló; y el mundo entero no
pudo hacerlo pensar o creer lo contrario.
“Así era conmigo. Yo efectivamente había visto una luz, y en medio
de la luz vi a dos Personajes, los cuales en realidad me hablaron; y
aunque se me odiaba y perseguía por decir que había visto una visión, no
obstante, era cierto; y mientras me perseguían, y me vilipendiaban, y
decían falsamente toda clase de mal en contra de mí por afirmarlo, yo
pensaba en mi corazón: ¿Por qué me persiguen por decir la verdad? En
realidad he visto una visión; y ¿quién soy yo para oponerme a Dios?, o
¿por qué piensa el mundo hacerme negar lo que realmente he visto?
Porque había visto una visión; yo lo sabía, y sabía que Dios lo sabía; y
no podía negarlo, ni osaría hacerlo; por lo menos, sabía que haciéndolo,
ofendería a Dios y caería bajo condenación.”3
En la mente de José Smith quedó así aclarado el gran problema que
lo había confundido, por lo que no se afilió a ninguna de las iglesias que
habían procurado despertar su interés. Y de mayor importancia aún,
había descubierto que la promesa de Santiago era verdadera: Quien tenga
falta de sabiduría puede pedirla a Dios y obtenerla sin reproche.
1 Preston Nibley, “Joseph Smith, the Prophet”. Salt Lake City: Deseret News
Press, 1946, págs. 21-22.
2 José Smith—Historia 11-19.
3 José Smith—Historia 24-25.
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Capítulo 2
UN ÁNGEL Y UN LIBRO
Una vez que hubo relatado su visión, la vida de José Smith nunca
volvió a ser la misma. Por una parte, la notable experiencia había
causado una impresión indeleble en él. El conocimiento que había
recibido en esa visión lo había colocado en tina posición singular. Sin
embargo, su manera de vivir no era muy distinta de la de cualquier otro
joven granjero de su época, con la excepción de que a menudo era objeto
de burlas. No obstante, siguió trabajando en la granja de su padre y para
otros vecinos de la zona y siguió relacionándose con compañeros de su
propia edad. Quienes lo conocieron lo describían como un joven fuerte y
activo, de disposición alegre, aficionado a la lucha y a otros deportes. La
historia de su vida y experiencias en esta época queda mejor descrita con
sus propias palabras:
“...frecuentemente cometía muchas imprudencias y manifestaba las
debilidades de la juventud... lo cual me da pena decirlo, me condujo a
diversas tentaciones, ofensivas a la vista de Dios. Esta confesión no es
motivo para que se me juzgue culpable de cometer pecados graves o
malos, porque jamás hubo en mi naturaleza la disposición para hacer tal
cosa...
“Como consecuencia de estas cosas, solía sentirme censurado a
causa de mis debilidades e imperfecciones. De modo que, en la noche del
ya mencionado día veintiuno de septiembre, después de haberme retirado
a mi cama, me puse a orar, pidiéndole a Dios Todopoderoso perdón de
todos mis pecados e imprudencias; y también una manifestación para
saber de mi condición y posición ante El; porque tenía la más absoluta
confianza de obtener tina manifestación divina, como previamente la
había tenido.
“Encontrándome así, en el acto de suplicar a Dios, vi que se aparecía
una luz en mi cuarto, y que siguió aumentando hasta que la habitación
quedó más iluminada que al mediodía; cuando repentinamente se
apareció un personaje al lado de mi cama, de pie en el aire, porque sus
pies no tocaban el suelo.
“Llevaba puesta una túnica suelta de una blancura exquisita. Era una
blancura que excedía a cuanta cosa terrenal jamás había visto yo; y no
creo que exista objeto alguno en el mundo que pueda presentar tan
extraordinario brillo y blancura. Sus manos estaban desnudas, y también
sus brazos, un poco más arriba de las muñecas; y de igual manera sus
pies, así como sus piernas, poco más arriba de los tobillos. También tenía
7
descubiertos la cabeza y el cuello, y pude darme cuenta de que no
llevaba puesta más ropa que esta túnica, porque estaba abierta de tal
manera que podía verle el pecho.
“No sólo tenía su túnica esta blancura singular; sino que toda su
persona brillaba más de lo que se puede describir, y su faz era como un
vivo relámpago. El cuarto estaba sumamente iluminado, pero no con la
brillantez que había en torno de su persona. Cuando lo vi por primera
vez, tuve miedo; mas el temor pronto se apartó de mí.
“Me llamó por mi nombre, y me dijo que era un mensajero enviado
de la presencia de Dios, y que se llamaba Moroni; que Dios tenía tina
obra para mí, y que entre todas las naciones, tribus y lenguas se tomaría
mi nombre para bien y para mal, o sea, que se iba a hablar bien y mal de
mí entre todo pueblo.”
9
padre y hablarle acerca de la visión y mandamientos que había
recibido...”
“...regresé a donde estaba mi padre en el campo, y le declaré todo el
asunto. Me respondió que era de Dios, y me dijo que fuera e hiciera lo
que el mensajero me había mandado Salí del campo y fui al lugar donde
el mensajero me había dicho que estaban depositadas las planchas; y
debido a la claridad de la visión que había visto tocante al lugar, en
cuanto llegué allí, lo reconocí.”1
EL CERRO CUMORA
HOSTIGADORES
José Smith no tardó en darse cuenta del motivo por el que Moroni le
había recomendado tan estrictamente que protegiera los anales tomados
del cerro, pues no bien se esparció el rumor de que él tenía las planchas,
empezaron los esfuerzos por quitárselas. A fin de preservarlas, primero
las escondió cuidadosamente en un tronco hueco de abedul. Después, las
encerró en un cofre en la casa de su padre; más tarde las enterró debajo
de la chimenea en la sala de la casa; y el taller de un tonelero que vivía
enfrente de ellos fue el siguiente escondite. Todas éstas y otras
estratagemas se emplearon para proteger las planchas de los populachos
de las cercanías, que irrumpían en la residencia de los Smith y las
propiedades contiguas y las registraban y aun recurrieron a los servicios
de un adivino en su afán por encontrar los anales.
En dos ocasiones dispararon contra José Smith y pronto se le hizo
evidente que no podría encontrar paz en las vecindades de Palmyra.
Unos meses antes de recibir las planchas, había contraído matrimonio
con Emma Hale, del municipio de Harmony, estado de Pensilvania. La
había conocido dos años antes, cuando se había alojado en la casa del
padre de ella, mientras estaba trabajando en aquella región al servicio de
un vecino llamado Josíah Stoal. Y cuando en diciembre de 1827 José
Smith recibió una invitación de los padres de su esposa para vivir con
ellos en Harmony, la aceptó con la esperanza de poder encontrar allí la
tranquilidad que necesitaba para la tarea de traducir.
11
Habiéndose instalado confortablemente, el joven comenzó a trabajar
en los anales. Era un volumen extraño, de aproximadamente quince
centímetros de ancho por veinte de largo y quince de espesor. Las
páginas de oro, o planchas, eran más finas que una hoja de lata común y
estaban sujetas con tres anillos por uno de los lados. Aproximadamente
una tercera parte de las planchas estaban sueltas y se podían volver sin
dificultad como las hojas de un cuaderno; pero las otras dos terceras
partes estaban “selladas”, de manera que no se podían examinar. Sobre
las planchas había hermosos grabados, pequeños y finamente labrados.
José Smith inició su obra copiando en papel varias páginas de
aquellos extraños caracteres. Tradujo algunos por medio del Urim y
Tumim, o sea, los “intérpretes” que había recibido con las planchas.
Cerca de la casa de los Smith, en Nueva York, vivía un agricultor
próspero llamado Martín Harris, que había oído mucho de lo que había
acontecido al joven y, a diferencia de la mayoría de la gente de la
vecindad, había manifestado un interés amistoso en el asunto. En febrero
de 1828, el Sr. Harris visitó a José Smith.
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enseñaba en la escuela de la zona el año anterior. Había escuchado el
extraordinario relato sobre las planchas de oro y estaba decidido a
investigar personalmente el caso. Dos días después de su llegada,
comenzó su labor de escribiente, mientras José Smith leía en voz alta la
traducción de los anales.
En ellos descubrieron una historia extraordinaria sobre los
descendientes de una familia que salió de Jerusalén aproximadamente en
el año 600 a. de J.C. El padre, Lehi, había sido inspirado a huir de la
ciudad, la cual estaba condenada a la penosa destrucción que
posteriormente le sobrevino. Después de construir un barco, la familia
atravesó el océano y desembarcó en un punto indefinido del continente
americano.
De esta familia surgieron dos naciones conocidas como nefitas y
lamanitas respectivamente. En su mayoría, los nefitas eran gente que
amaba a Dios, mientras que los lamanitas eran, generalmente, indolentes,
contenciosos e inicuos. Los nefitas tenían entre ellos la historia del
pueblo de Israel hasta la época en que la familia había salido de
Jerusalén, y junto con ella llevaban un registro de su propia nación, así
como traducciones de escritos de otras civilizaciones que habían
encontrado.
Su historia relata que los profetas y sacerdotes les enseñaban
principios de rectitud y les impartían las ordenanzas de salvación. Lo
más notable de todo es que el Salvador visitó a este pueblo, después de
Su resurrección, en cumplimiento de sus propias palabras que se
encuentran en el Evangelio según Juan: “También tengo otras ovejas que
no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá
un rebaño, y un pastor”5. Les enseñó los principios que había enseñado
en Palestina y estableció su Iglesia entre ellos, dando a sus dirigentes
autoridad idéntica a la que había conferido a los Doce Apóstoles en
Jerusalén.
Obedeciendo las enseñanzas de Cristo, este pueblo vivió en paz y
felicidad durante varias generaciones; pero cuando la nación prosperó, se
tomó inicua a pesar de las advertencias de los profetas. Entre estos
profetas estaba Mormón, quien en su época tuvo a cargo los anales de la
nación. De esa extensa historia hizo un compendio sobre planchas de oro
y lo entregó a su hijo Moroni, quien sobrevivió la destrucción de la
nación nefita a manos de los lamanitas. Antes de morir, Moroni enterró
los anales en el cerro Cumora, donde José Smith los recibió unos catorce
siglos más tarde. Entre los indios americanos se encuentra hoy en día un
resto de la nación lamanita.
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1 José Smith—Historia 28-50.
2 Relato hecho por Oliverio Cowdery en una carta dirigida a W. W. Phelps, de
fecha 28 de mayo de 1835. (Véase Cowdery’s Letters on the Bringing of the
New Dispensation, Burlington, Wise Free Press Print, 1899, págs. 26-27.) La
carta se publicó por primera vez en 1854.
3 José Smith—Historia 51, 59.
4 José Smith—Historia 65.
5 Juan 10:16.
15
Capítulo 3
EL PODER DE DIOS ENTRE LOS HOMBRES
Dijo que venía autorizado por Pedro, Santiago y Juan, Apóstoles del
Señor que tenían las llaves del sacerdocio, y que él había sido enviado
para conferirles el Sacerdocio de Aarón con la autoridad para administrar
los asuntos temporales del evangelio. Después, puso las manos sobre la
cabeza de cada uno de ellos y los ordenó, diciendo: “Sobre vosotros, mis
consiervos, en el nombre del Mesías, confiero el Sacerdocio de Aarón, el
cual tiene las llaves del ministerio de ángeles, y del evangelio de
arrepentimiento, y del bautismo por inmersión para la remisión de
pecados...”1
Entonces les indicó que con la autoridad del sacerdocio que habían
recibido, debían bautizarse el uno al otro por inmersión. Primero, José
bautizó a Oliver en el río cercano, y luego Oliver bautizó a José. Así, una
vez más era bautizado el hombre con la misma autoridad y de igual
manera que en la época de Jesús, cuando El fue a Juan, junto al Río
Jordán, para “cumplir toda justicia”2.
No mucho después ocurrió otro hecho notable y todavía más
significativo. Este tuvo lugar “en el yermo despoblado entre Harmony,
condado de Susquehanna, y Colesville, condado de Broome, en las
márgenes del Susquehanna”: Los antiguos Apóstoles, Pedro, Santiago y
Juan, visitaron a José Smith y a Oliver Cowdery y les confirieron los
poderes mayores del sacerdocio, y en esa forma ellos fueron Apóstoles y
testigos especiales de Cristo. Con esta ordenación se restauró a la tierra
16
la misma autoridad que había existido en la Iglesia primitiva de
Jesucristo para obrar en el nombre de Dios.3
LOS TESTIGOS
SE PUBLICA EL LIBRO
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1 Véase D. y C. 13.
2 Véase Mateo 3:13-15.
3 Véase D. y C. 128:20.
4 2 Ne. 27:12-13.
5 En History of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, por José Smith,
7 vols., 2a. ed. revisada, editada por B. H. Roberts. (Salt Lake City: La Iglesia
de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días, 1932-1951.) Se citará de ahora
en adelante como HC.
6 Moroni 10:4
21
Capítulo 4
SE ORGANIZA LA IGLESIA
EL NOMBRE DE LA IGLESIA
LA PERSECUCIÓN
24
Ziba Peterson para acompañarlo. Esta misión estableció el curso de gran
parte de la historia futura de la Iglesia.
En octubre los cuatro hombres se despidieron de sus familias y
emprendieron la marcha a pie. Cerca de la ciudad de Buffalo se
reunieron con integrantes de la tribu de los catteraugus, a los dije
relataron el origen del Libro de Mormón, explicándoles que contenía la
historia de sus antepasados. Muchos de ellos se mostraron interesados y
los misioneros dejaron ejemplares del libro entre aquellos que sabían
leer.
Antes de convenirse al mormonismo, el élder Pratt había sido
predicador laico de la Iglesia de los Discípulos, fundada por Alexander
Campbell, y estaba deseoso de hablar acerca del mormonismo con sus
antiguas relaciones, de modo que los misioneros viajaron hasta el norte
de Ohio, donde estaba radicado un grupo numeroso de discípulos del
señor Campbell. El élder Pratt tenía particular interés en Sidney Rigdon,
uno de los principales ministros de esa fe.
El señor Rigdon recibió cordialmente a los misioneros, pero
manifestó escepticismo en cuanto a la historia que le refirieron. No
obstante, les permitió que predicaran a su congregación y estuvo de
acuerdo en leer el Libro de Mormón. Poco después fue bautizado y llegó
a ser un dedicado obrero en la causa del mormonismo. El élder Pratt
describe la situación declarando que “la fe era fuerte, grande el gozo e
intensa la persecución”.3
26
Estos misioneros, entre quienes estaba el mismo José Smith, viajaron
“sin bolsa ni alforja”, predicando con autoridad según viajaban e
incrementando constantemente el número de miembros de la Iglesia. A
mediados de julio llegaron al condado de Jackson, Misuri y tras de ellos
llegó la compañía completa de santos procedentes de Colesville, Nueva
York, que se habían establecido temporariamente en Ohio y luego se
trasladaron todos juntos hacia el Oeste. En un sitio conocido como el
municipio de Kaw, el cual en la actualidad es parte de la ciudad de
Kansas, comenzaron una colonia bajo la dirección del Profeta y Sidney
Rigdon.
Doce hombres, en representación de las doce tribus de Israel,
colocaron el primer tronco para la primera casa. La tierra he dedicada
para el recogimiento de los santos y los presentes hicieron convenio de
“recibir esta tierra con corazones agradecidos” y se comprometieron a
“guardar la ley de Dios” y a “ver que otros de sus hermanos guardaran
las leyes de Dios”5.
En esta forma se estableció la primera colonia mormona en Misuri.
Hacia fines del verano, José Smith, Sidney Rigdon y otros de los élderes
principales regresaron a Kirtland, Ohio, y durante los siete años
siguientes las actividades de la Iglesia se dividieron entre estas dos
localidades separadas una de la otra por mil seiscientos kilómetros:
Kirtland, Ohio, cerca de donde hoy se levanta la ciudad de Cleveland y
el condado de Jackson, Misuri, cerca de lo que hoy es la ciudad de
Kansas.
1 D. y C. 21:1.
2 Claire Noall, Intimate Disciple: A Portrait of Willard Richards (University of
Utah Press, 1957), pág. 101.
3 Autobiography of Parley P. Pratt, ed. por Parley P. Pratt, hijo. Salt Lake City:
Deseret Book, 1938, pág. 48.
4 Autobiography of Parley P. Pratt, pág. 52.
5 En B. H. Roberts. A Comprehensive History of the Church of Jesus Christ of
Latter-day Saints, Century One, 6 vols. Salt Lake City: La Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días, 1930, 1:255. Se citará de ahora
en adelante como CHC.
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Capítulo 5
EL MORMONISMO EN OHIO
LA SANTA BIBLIA
NORMAS DE LA DOCTRINA
En la Navidad del mismo año, 1832, José Smith hizo una notable
profecía, que comenzaba con estas palabras: “Así dice el Señor”.
Profetizó que la guerra se extendería sobre la tierra, “comenzando por la
rebelión de Carolina del Sur... y vendrá el tiempo en que se derramará la
guerra sobre todas las naciones...” Indicó que los Estados del Sur se
dividirían en contra de los del Norte y solicitarían ayuda de Gran
Bretaña. Llegaría el tiempo en que Gran Bretaña llamaría “a otras para
defenderse de otras naciones; y entonces se derramará la guerra sobre
todas las naciones... Y así, con la espada y por el derramamiento de
sangre se han de lamentar los habitantes de la tierra...”4
Veintiocho años más tarde, en diciembre de 1860, el estado de
Carolina del Sur se separó de la federación de estados. El 12 de abril de
1861 fue bombardeado el Fuerte de Sumpter, en la Bahía de Charleston y
comenzó la trágica guerra civil. Las fuerzas de los Estados del Sur se
dispusieron a la batalla contra las de los del Norte y posteriormente
solicitaron ayuda a Gran Bretaña. De las guerras ocurridas desde
entonces en las que Gran Bretaña ha recurrido a otras naciones, y del
lamento y el derramamiento de sangre de los habitantes de la tierra, no es
necesario decir nada en este escrito, pues son hechos históricos muy
conocidos.
30
LA PALABRA DE SABIDURÍA
LA EDUCACIÓN
31
SE COMPLETA LA ORGANIZACIÓN DE LA IGLESIA
EL PRIMER TEMPLO
32
misional, los miembros se habían trasladado recientemente de Nueva
York a Ohio, agotando casi todos sus recursos en la compra de tierras.
No obstante, habían recibido lo que para ellos era un mandamiento de
edificar una casa sagrada, y emprendieron la tarea.
Surgió el problema del plano del edificio y la clase de materiales que
se debía usar. Algunos opinaban que la construcción debía ser de
madera, incluso de troncos, como era la costumbre general en las tierras
de colonización. Pero José Smith les dijo que no se trataba de edificar
una casa para el hombre, sino para el Señor. “¿Hemos de edificar una
casa de troncos para nuestro Dios?”, les preguntó. “¡No! Yo tengo un
plano mucho mejor; un plano de la Casa del Señor que El mismo nos ha
dado, y veréis en seguida la diferencia entre nuestros cálculos y Su
concepto de estas cosas.”8 Entonces les mostró el plano. Lo anterior
aconteció la noche de un sábado y el lunes siguiente comenzaron la obra.
Durante tres años los miembros trabajaron con todas sus fuerzas y
recursos para terminar el edificio. Los hombres levantaban los muros,
mientras las mujeres hilaban y tejían telas para ropa. Refiriéndose a
aquellos penosos días, la madre de José Smith escribió:
“¡Cuántas veces puse todas las camas de la casa a disposición de los
hermanos para hospedarlos, y luego tendía una sola manta sobre el piso
para mi esposo y para mí, mientras José y Emma dormían en el mismo
suelo, sin más colchón ni abrigo que sus capas!”9
Las dimensiones del templo eran de 24 m de fondo por 18 m de
frente; las paredes tenían 15 m de altura y la cima de la torre alcanzaba
una altura de 33 m. Las paredes del templo se construyeron de piedra
extraída de una cantera, y en el interior se utilizaron maderas del lugar;
hermosamente labradas. No se escatimó esfuerzo alguno en la
construcción de una casa que fuera digna de dedicarse a Dios.
Después de examinar el edificio tal como se encontraba en 1936, un
escritor dijo: “La mano de obra, las molduras, los tallados, etc., indican
una extraordinaria habilidad de ejecución. Se han usado en sus diversas
partes muchos adornos de distintos modelos, contorno y dibujo, pero a la
vez combinados armoniosamente... No es probable que todos los obreros
empeñados en la construcción hayan sido diestros artesanos, y, sin
embargo, el conjunto es tan armonioso que uno se pregunta si acaso no
serían inspirados como los constructores de las antiguas catedrales”.10
33
UN PENTECOSTÉS EN NUESTRA ÉPOCA
1 D. y C. 76:22-24.
2 Juan 14:2.
3 1 Corintios 15:40-42.
4 D. y C. 87:1 3, 6.
5 D. y C. 88:1 18.
6 D. y C.93:36.
7 D. y C. 130:18-19.
35
8 History of Joseph Smith, por Lucy Mack Smith, ed. por Preston Nibley,
reimpreso (Salt Lake City: Bookcraft, 1954). pág. 230.
9 History of Joseph Smith, págs 231-232.
10 Templo de Kirtland (Mormón), Architectural Forum 64 (marzo de 1936):
179.
11 D. y C. 110:1-4.
36
Capítulo 6
LA IGLESIA EN MISURI
LA CIUDAD DE SIÓN
38
fueron suficientes para despertar el antagonismo de los antiguos
moradores de la región.
La primera indicación de dificultades serias se manifestó una noche,
en la primavera de 1832, cuando una turba rompió las ventanas de las
casas de varios mormones. En el otoño de ese mismo año les incendiaron
las parvas de heno y con armas de fuego dispararon hacia el interior de
las casas; estos actos no fueron sino el comienzo de una tormenta de
violencia que finalmente barrería a los mormones del estado de Misuri.
En julio de 1833 los antiguos colonos, incitados por agitadores, se
reunieron en Independence con el fin de hallar la manera de deshacerse
de los mormones, “pacíficamente si podemos, por la fuerza si se hace
necesario”.3 No hubo acusaciones de que los mormones hubieran
desobedecido ley alguna; simplemente los consideraban un mal que
había caído sobre ellos y que tenía que eliminarse a toda costa.
Solicitaron que no se permitiera a ningún mormón establecerse en el
condado de Jackson desde entonces en adelante; que a los que residían
allí se les exigiera prometer que se irían del lugar; que suprimieran la
impresión del periódico e hicieran cesar las operaciones de los demás
comercios. Se redactó un ultimátum al respecto y se nombró a una
comisión de doce personas para que lo presentaran a los mormones.
La reunión se suspendió durante dos horas para que la comisión
nombrada presentara la declaración y volviera con la respuesta.
Cuando se les comunicó la noticia a los miembros, éstos no estaban
preparados para dar una respuesta. Las demandas carecían de todo apoyo
legal; los santos habían comprado los terrenos en los que vivían; no
habían quebrantado ninguna ley ni se les acusaba de ello. Quedaron
pasmados por el asunto y pidieron tres meses para considerarlo. Esto se
les negó inmediatamente. Entonces pidieron diez días, y se les contestó
que quince minutos eran más que suficientes. Desde luego, los miembros
no podían aceptar las condiciones que se les habían ofrecido.
EL GOBIERNO DE LA PLEBE
EN EL ALTO MISURI
40
Hacia el noreste del condado de Clay el terreno era una pradera
silvestre, en su mayoría un erial. En él vieron una tierra de
oportunidades; otros lo vieron como un lugar en el cual poner a los
mormones para que estuvieran prácticamente a solas.
En diciembre de 1836 el cuerpo legislativo de Misuri organizó el
condado de Caldwell con la idea de convertirlo en un “condado
mormón”. Con su característico espíritu de empresa, los santos
compraron los terrenos y procedieron a trazar ciudades y granjas. La
colonia principal fue Far West y otra colonia importante se estableció al
norte, en Diahman. Dos años después de la organización del condado,
Far West contaba con una población de cinco mil almas, dos hoteles, una
imprenta, herrerías, comercios y 150 casas. Gran parte de este desarrollo
se debió al arribo de los miembros de la Iglesia procedentes de Ohio,
entre ellos José Smith, quien, como hemos visto, salió de Kirtland en
enero de 1 838.
41
un desfile que, junto con la reverente dedicación que tuvo lugar,
convirtieron el día en una ocasión memorable.
Pero estas condiciones de paz y progreso que celebraban iban a ser
de corta duración. Sus enemigos de antaño, notando el aumento
constante de la población mormona, nuevamente sembraron la discordia.
Se debe tener presente que Misuri era en aquel entonces la tierra de
colonización más occidental en esa parte del país, y los habitantes de
estas tierras generalmente se caracterizaban por un espíritu de anarquía
nacido del fanatismo que era causado por la ignorancia, el
extremadamente limitado roce social de la gente, los prejuicios y los
celos. En tal ambiente era fácil hacer arder las llamas latentes de la
intolerancia y el odio.
Esta agitación ocasionó un conflicto en el pueblo de Gallatin el 6 de
agosto de 1838. Fue un incidente sin importancia que, de no haber sido
por las consecuencias que siguieron, ni valdría la pena considerar. Un
candidato, que no era mormón y que aspiraba al cuerpo legislativo del
estado, incitó a los antiguos colonos declarando que si se permitía votar a
los mormones, los demás habitantes de Misuri no tardarían en perder sus
derechos. Se trataba simplemente de una artimaña política, pero cuando
los mormones intentaron votar, se les impidió por la fuerza.
Llegó a Far West un informe muy exagerado del asunto y un grupo
de miembros de la Iglesia fue a investigar. Nada se hizo al respecto y al
volver a Far West pasaron por la casa de Adam Black, juez de paz, de
quien consiguieron un certificado en el cual hacía constar que ninguna
enemistad tenía contra los mormones y que no formaría parte de ninguna
chusma.
Pero los enemigos de los miembros pronto sacaron gran provecho de
esta ida del grupo de Far West a Gallatin. Varios de ellos, incluso el
mismo juez Black, firmaron una deposición jurídica en la cual afirmaban
que quinientos mormones armados habían entrado en Gallatin para
perjudicar a los que no eran mormones en esa región. Esta vil calumnia
fue como un fósforo encendido puesto al lado de un manojo de paja;
siguieron los rumores, uno tras otro, hasta acumularse una enormidad de
ofensas imaginarias.
Aumentó la gravedad de la situación con la elección de Lilburn W.
Boggs, un rencoroso antimormón del condado de Jackson, como
gobernador del estado. El populacho le informó que los mormones se
habían sublevado, que rehusaban someterse a la ley y que se estaban
preparando para hacer la guerra a los antiguos colonos.
Una vez más los grupos armados cabalgaron en actitud amenazante
por las comunidades mormonas, resueltos a emprender una “guerra de
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exterminio”. Cuando un grupo de ciudadanos pacíficos que no eran
mormones apelaron al gobernador, éste respondió: “La contienda es
entre los mormones y el populacho y pueden resolverla como lo
deseen”.5
Con tal licencia, los disturbios se esparcieron como incendio en la
pradera avivado por un viento fuerte. Cuando los mormones trataron de
defenderse, el gobernador usó ese esfuerzo como pretexto para expedir
una orden de exterminio inhumana e ilegal: “Se debe tratar a los
mormones como enemigos, y si se hiciere necesario por el bien de la paz
pública, se les debe exterminar o expulsar del estado”6
El 31 de octubre se acercó al pueblo de Far West una milicia
integrada por el populacho. El coronel George M. Hinckle, jefe de los
defensores de la ciudad, solicitó una entrevista con el general Samuel D.
Lucas, comandante de la milicia. Durante la entrevista aquél consintió
entregar a los líderes mormones sin consultar antes con ellos, y, como
resultado de este acto alevoso de traición, José Smith, Hyrum Smith,
Sidney Rigdon, Parley P. Pratt y Lyman Wight cayeron en sus manos.
Esa misma noche se formó un consejo de guerra y se sentenció a los
prisioneros a ser fusilados al amanecer en la plaza pública de Far West.
El general A. W. Doniphan recibió órdenes de llevar a cabo la ejecución.
Ante esta orden Doniphan respondió indignado: “Es un asesinato a
sangre fría. No obedeceré las órdenes. Mi brigada partirá para el pueblo
de Liberty mañana por la mañana, a las ocho; y si usted ejecuta a estos
hombres, le prometo que lo haré responder ante un tribunal terrenal”.7
Doniphan nunca tuvo que responder por esta insubordinación que le
salvó la vida al Profeta. En cuanto al líder mormón y a sus compañeros
de prisión, fueron encerrados en una sucia cárcel donde permanecieron
más de cinco meses.
Superados considerablemente en número y sin sombra alguna de
protección legal, quince mil miembros de la Iglesia huyeron de Misuri,
dejando atrás casas y propiedades que en aquella época tenían un valor
de un millón y medio de dólares.
Durante el invierno de 1838—1839, se encaminaron
angustiosamente hacia el Este, en dirección a Illinois, por no saber a qué
otro lugar dirigirse. Muchos murieron a causa del frío o de enfermedades
agravadas por la baja temperatura. José Smith se hallaba encarcelado y
Brigham Young, miembro del Consejo de los Doce Apóstoles, dirigió
esta penosa migración que probaría ser precursora de un movimiento
todavía más trágico que tendría lugar poco menos de ocho años después
y del cual él habría de ser guía.
43
1 CHC 1:311-312.
2 Véase HC 1:372.
3 Véase HC 1:374.
4 Véase D. y C. 119:4.
5 HC 3:157.
6 HC 3:175.
7 HC 3:190-191.
44
Capítulo 7
NAUVOO LA HERMOSA
50
Los visitantes que llegaban a Nauvoo quedaban impresionados por el
hombre bajo cuya dirección se había levantado, de unos pantanos
insalubres, aquella extraordinaria ciudad. En esa época el Profeta había
alcanzado la cima de su ministerio y muchos que lo conocieron en ese
período han descrito su apariencia. Era bien proporcionado, medía
aproximadamente 1,80 m de estatura y pesaba unos 90 kilos. Tenía ojos
azules, cabello castaño y ondulado, la tez clara y muy poca barba. Era un
hombre de mucha energía y de porte respetable.
El Gran Maestro masón del estado de Illinois escribió lo siguiente
después de visitarlo: “Sobre asuntos religiosos diferimos grandemente,
pero se mostró tan dispuesto a respetar mi opinión que creo que nosotros
también debemos mostrar el mismo respeto y permitirles el derecho de
tener la suya. Y, en vez de un ignorante y tiránico advenedizo, imaginad
mi sorpresa al descubrir que era un compañero sensato e inteligente y
todo un caballero.”10
Uno de los hombres más distinguidos que visitaron a José Smith
durante aquel período fue Josiah Quincy, que en un tiempo había sido
alcalde de Boston. Refiriéndose a sus impresiones del Profeta, escribió
más tarde:
“No es de ninguna manera improbable que en algún texto futuro... se
halle una pregunta más o menos como ésta: ¿Qué estadounidense en la
historia del siglo XIX ha ejercido la influencia más potente en los
destinos de sus compatriotas? Y no es de ninguna manera imposible que
la respuesta a esa interrogación sea la siguiente: José Smith, el Profeta
mormón...
“Aunque nació en la más vil pobreza, sin instrucción escolar y con el
más común de los apellidos ingleses, a la edad de treinta y nueve años se
había convertido en un poder sobre la tierra. De toda la numerosa familia
de Smith que hay en la tierra desde Adam (me refiero a Adam Smith*, el
autor de “Investigaciones sobre la naturaleza y las causas de las riquezas
de las naciones”), nadie se ha captado el corazón humano ni influido en
las vidas humanas como este José.”11
De esta manera reaccionaban los forasteros que llegaban a Nauvoo y
visitaban a su ciudadano más prominente.
En 1839 los mormones habían comprado una tierra tan pantanosa
que los caballos difícilmente la podían cruzar, y para 1841 habían
edificado sobre esa misma tierra una ciudad sin igual en todas las
regiones colonizadas de los Estados Unidos. Macizas casas de ladrillo,
algunas de las cuales aún están ocupadas, extensas granjas y huertas,
talleres, escuelas y un magnífico templo, junto con veinte mil habitantes,
51
congregados no sólo de los estados del Este y de Canadá sino también de
las Islas Británicas, ¡tal fue Nauvoo, la Hermosa!
1 HC 3:375.
2 Citado en Matthias F. Cowley, Wilford Woodruff (Salt Lake City: Bookcraft,
1964), págs. 104-105.
3 CHC 2:45.
4 HC 4:457.
5 HC 4:80.
6 Juan 3:3.
7 1 Corintios 15:29.
8 Citado en George Q. Cannon, Life of Joseph Smith the Prophet (Salt Lake
City: Deseret Book Co., 1964), págs. 345-355.
9 The Mormons, (Philadelphia: King and Baird, 1850), págs. 3-4.
10 Citado en Cannon, Life of Joseph Smith the Prophet, pág. 352.
11 Figures of the Past from the Leaves of Old Journals, (Boston: Roberts
Brothers, 1883), págs. 376-75.
* Adam Smith: Economista escocés del siglo dieciocho.
52
Capítulo 8
LOS MÁRTIRES
54
y hojas difamatorias que se encuentren en el establecimiento”2 El oficial
de referencia cumplió con la orden y así informó.
Los publicadores inmediatamente usaron esto como pretexto para
acusar a José Smith y a su hermano Hyrum de violar la libertad de
prensa. Como consecuencia, éstos fueron arrestados, juzgados y
absueltos. Pero desde entonces, el hecho ha sido denunciado por
muchísimos escritores. Un minucioso análisis de la ley que estaba
entonces en vigencia ha llevado a una distinguida autoridad en leyes a
expresar la conclusión siguiente: “Aparte de los daños causados por la
destrucción innecesaria de la imprenta, de la cual las autoridades de
Nauvoo fueron incuestionablemente responsables, el resto de los hechos
del consejo, incluso su interpretación de la garantía constitucional de la
prensa libre, puede encontrar su respaldo en la consulta de la ley de
aquella época”.3
Pero las llamas del odio, por tanto tiempo avivadas, empezaron
entonces a arder furiosamente. Por toda la parte occidental de Illinois
cundieron los rumores y los enemigos del Profeta llegaron hasta el
gobernador Thomas Ford con informes exagerados. Este pidió a José y
Hyrum Smith que se encontraran con él en Carthage, donde los malos
sentimientos en contra de los Smith eran más enconados. Declaró
además: “Garantizaré la seguridad de cuantas personas lleguen hasta
aquí desde Nauvoo, ora para ser juzgadas, ora para testificar a favor de
los acusados”.4
Comprendiendo la verdadera importancia de la situación, José Smith
le contestó: “Aunque Vuestra Excelencia nos promete protección, no nos
atrevemos a ir porque al mismo tiempo ha expresado temor de no poder
contener al populacho, y siendo así, quedaremos a merced de los
despiadados. Excelencia, no nos atrevemos a ir, porque nuestras vidas
estarían en peligro y no somos culpables de ningún delito”.5
El Profeta sabía lo que decía. Treinta y siete veces lo habían
arrestado y absuelto, y lo último que escribió en su diario en esa ocasión
dice: “Le dije a Stephen Markham que si nos volvían a aprehender a mí
y a Hyrum, seríamos asesinados, o yo no soy un Profeta de Dios”.6
José Smith pensó en escapar hacia el Oeste, pero algunos de los más
allegados a él le aconsejaron que fuera a Carthage para ser juzgado. A su
hermano le dijo: “Seremos asesinados”.7 No obstante, el 24 de junio de
1844 el Profeta y varios acompañantes salieron para Carthage. Se
detuvieron cerca del templo, y después de contemplar el magnífico
edificio y la ciudad, lugares donde apenas cinco años antes no había
habido más que terreno pantanoso, les dijo a los que lo acompañaban:
55
“No hay lugar más hermoso, ni mejor gente bajo los cielos; poco saben
de las pruebas que les esperan”.8
Poco más adelante, hizo otra notable afirmación: “Voy como cordero
al matadero; pero me siento tan sereno como una mañana veraniega; mi
conciencia se halla libre de ofensas contra Dios y contra todos los
hombres. Moriré inocente, y aún se dirá de mí: Fue asesinado a sangre
fría”.9
Al llegar a Carthage fueron detenidos y acusados de traición.
Valiéndose de una orden falsa de prisión, se les encarceló; y al protestar
ante el gobernador Ford contra la ilegalidad de esta manera de proceder;
él respondió que no consideraba que fuese su deber intervenir pues ellos
estaban en manos de la ley. Después, procedió a pasar el caso al
magistrado local, el cual resultó ser uno de los caudillos del populacho,
indicándole que empleara la fuerza armada de Carthage para vigilar a los
prisioneros.10
José Smith consiguió una entrevista con el gobernador, el cual le
prometió que se les protegería de los populachos que para entonces se
habían congregado en Carthage. Además, le aseguró que si él, el
gobernador, decidía ir a Nauvoo para investigar el asunto en persona,
como José Smith se lo había solicitado, lo llevaría a él consigo.
A pesar de estas promesas, el gobernador Ford partió para Nauvoo
en la mañana del 27 de junio, dejando presos a José Smith, a su hermano
Hyrum, a Willard Richards y a John Taylor en la cárcel de Carthage, con
la milicia formada por el populacho acampada en la plaza de la ciudad.
Los prisioneros pasaron el día conversando y escribiendo cartas.
Dirigiéndose a su esposa, José Smith escribió: “Estoy bien resignado a
mi suerte, sabiendo que hay justificación para mí y que he hecho lo
mejor que se podía hacer. Haz presente mi cariño a mis hijos... y a todos
los que pregunten por mí. Que Dios os bendiga a todos...”11 Estas cartas
se enviaron con unos visitantes que partieron a la una y media de la
tarde.
Al avanzar el día sobrevino al grupo una sensación de tristeza y a
solicitud del Profeta, John Taylor cantó “Un pobre forastero”, un himno
acerca del Salvador que se había hecho popular en Nauvoo.
Un pobre forastero vi
por mi camino al pasar;
él me rogó con tanto afán
que no lo pude rechazar.
Su nombre, su destinación,
su origen no le pregunté,
56
mas cuando su mirada vi,
le di mi amor; no sé por qué.
El pan, escaso para mí,
comía cuando él llegó,
mas vi su hambre y se lo di;
él lo bendijo y lo partió.
Los dos comimos de ese pan,
que en manjar se convirtió,
pues al comerlo con afán
maná a mí me pareció.
Lo vi esperando en prisión
la muerte como un vil traidor.
De la calumnia defendí
a mi amigo con valor.
En prueba de mi amistad
me suplicó por él morir;
la carne quiso rehusar,
mas mi alma libre dijo “¡Si!”
Al forastero vi ante mí;
su identidad El reveló;
las marcas en sus manos vi:
reconocí al Salvador.
Me dijo: “Te recordaré”,
y por mi nombre me llamó.
“A tu prójimo ayudaste
y así serviste a tu Señor.”
Poco después de terminar la canción, “se oyeron murmullos
provenientes de la puerta exterior de la prisión, junto con un grito de
¡Ríndanse!’, y casi instantáneamente siguieron los disparos de tres o
cuatro armas de fuego. El doctor Richards miró por la ventana y vio a
unos cien hombres armados en los alrededores de la puerta El populacho
rodeó el edificio, y algunos, empujando a un lado a los guardias,
ascendieron la escalera, forzaron la puerta e iniciaron su obra asesina”.
Hyrum Smith fue herido primero y cayó al suelo diciendo: “¡Soy
hombre muerto!” su hermano José corrió a él, exclamando: “¡Oh,
querido hermano Hyrum!” En seguida, John Taylor cayó al suelo
gravemente herido; afortunadamente, el reloj que llevaba en uno de los
bolsillos del chaleco detuvo una de las balas y le salvó la vida.
Al mismo tiempo que entraba por la puerta una lluvia de balas, José
Smith saltó hacia la ventana. Tres balas lo hirieron casi simultáneamente,
57
dos que venían de la puerta y una de la ventana. Moribundo, cayó por la
ventana abierta, exclamando: “¡Oh Señor, Dios mío!”
El doctor Richards salió ileso; pero la Iglesia había perdido a su
Profeta y al hermano de éste, el Patriarca, en el cobarde ataque que se
consumó en unos pocos segundos.12
AFLICCIÓN Y ESPERANZA
59
Capítulo 9
EL ÉXODO
61
que para entonces los populachos de Illinois habían saqueado e
incendiado.
Sin embargo, mitigaban sus pesares con diversiones que ellos
mismos ideaban. Tenían su propia banda de instrumentos de viento y
hacían buen uso de ella. Los colonos de Iowa se asombraban de ver a
estos peregrinos despejar un pedazo de tierra alrededor de sus fogatas, y
ponerse a bailar y cantar hasta que el clarín anunciaba la hora de
acostarse.
Mientras se hallaban en esas circunstancias, uno de ellos, William
Clayton, escribió la letra del épico himno de las praderas, “¡Oh, está todo
bien!” Acoplada a la música de una antigua melodía inglesa. esta canción
se convirtió en un himno de fe y esperanza para los muchos millares de
pioneros mormones. Quizá no haya ninguna otra cosa que tan acertada-
mente exprese el espíritu de ese movimiento.
Cuando escaseaban los alimentos, se veían obligados a ofrecer sus
preciosas posesiones, como loza, cubiertos y encajes, que habían llevado
consigo desde el Este o a través del mar, a cambio de un poco de maíz y
carne de cerdo curada. De esa manera, muchos de los colonos de Iowa
adornaron más sus casas y los mormones pudieron reponer sus escasos
víveres. En ocasiones, la banda viajaba distancias considerables para dar
un concierto en algún lugar colonizado con el fin de poder aumentar las
provisiones.
Uno de los hechos más notables de este movimiento fue el
establecimiento de colonias provisionales a lo largo del camino. La
compañía de pioneros que iba a la vanguardia se detenía periódicamente
el tiempo necesario para desmontar extensos terrenos, cercarlos, ararlos
y plantarlos. Los líderes pedían voluntarios y ponían a unos a cortar
troncos para hacer cercos y puentes, y a otros para desmontar, arar y
sembrar. Se construía un pequeño número de cabañas y se designaban
varias familias para permanecer y cuidar de los sembrados. Después, la
compañía de pioneros seguía adelante, dejando los sembrados para que
las caravanas que les seguían levantaran la cosecha.
Este espíritu de mutuo servicio y cooperación caracterizó todo el
movimiento, y de no haber sido por ello, la migración de veinte mil
almas a través de esas tierras salvajes indudablemente habría terminado
en un desastre.
Aproximadamente tres meses y medio después de haber salido de
Sugar Creek, el campamento sobre la ribera occidental del río Misisipí,
la vanguardia de pioneros llegó a Council Bluffs, a orillas del río Misuri.
Detrás de ellos, por todo el territorio de Iowa, iba una lenta caravana de
centenares de carros. Todo ese verano y hasta muy entrado el otoño
62
continuarían saliendo de Nauvoo y cruzando los ondulantes cerros de
Iowa. ¡Era un Israel moderno en busca de una nueva tierra prometida!
EL BATALLÓN MORMÓN
66
Capítulo 10
HACIA LA TIERRA PROMETIDA
67
HACIA EL OESTE
68
“Si te sientes alegre, alaba al Señor con cantos, con música, con baile
y con oración de alabanza y acción de gracias.
“Si estás triste, clama al Señor tu Dios con súplicas, a fin de que tu
alma se regocije.
“No temas a tus enemigos, porque están en mis manos y cumpliré mi
voluntad con ellos.”1
A estas pautas generales de conducta se añadieron otros reglamentos
especiales: Todo hombre debía portar un rifle cargado o tenerlo en su
carreta, donde en caso de ataque pudiera echar mano de él en seguida; al
anochecer las carretas debían estacionarse en forma de círculo para que
sirvieran de corral a los animales; no habían de viajar ni trabajar durante
el domingo, sino que los tiros de animales, así como los hombres, debían
descansar ese día; y la oración al anochecer y al amanecer debía ser una
práctica normal del campamento.
El 5 de abril, la compañía de pioneros, integrada por ciento cuarenta
y tres hombres, tres mujeres y dos niños, inició el viaje con Brigham
Young en calidad de líder. Afortunadamente no habían recorrido gran
distancia cuando los apóstoles Parley P. Pratt y John Tylor llegaron a
Winter Quarters, procedentes de Inglaterra, llevando consigo barómetros,
sextantes, telescopios y otros instrumentos. Con ellos en manos de Orson
Pratt, consumado científico, los pioneros pudieron determinar la latitud y
la longitud de su posición diaria, además de la temperatura y la elevación
en que se encontraban sobre el nivel del mar. Esta información fue de
valor incalculable en la preparación de una guía para los que habían de
venir después.
A lo largo de la ribera sur del río Platte ya existía uno de los caminos
famosos en la historia, y en años subsiguientes habrían de transitarlo
extensamente los miles de emigrantes que se dirigían a Oregon y
California. Sin embargo, Brigham Young decidió apartarse del camino
de Oregon y abrir un camino nuevo a lo largo de la ribera norte del río.
Dijo que de esta manera los mormones evitarían conflictos con otras
personas que viajaran hacia el Oeste, además de lo cual se asegurarían
más pasto para el ganado de las compañías que los seguirían. Es
interesante notar que la vía del ferrocarril Union Pacific, construida
algunos años después, siguió ese camino mormón por una distancia
considerable.
En 1847 había grandes manadas de bisontes en los llanos y los
emigrantes que viajaban al Oeste acostumbraban matarlos simplemente
por diversión; pero Brigham Young dispuso lo contrario y aconsejó a los
de su pueblo que no mataran más de los que necesitaran para proveerse
de carne.
69
COMENTARIOS SOBRE EL VIAJE
70
costumbre, nos vimos obligados a subir hasta la cima y como a unas dos
millas y cuarto [4 kilómetros] más adelante nuevamente llegamos a la
pradera, donde acampamos después de recorrerla una corta distancia.
Viajamos en total quince millas y media [poco más de 25 kilómetros]
durante el día. Desde unas cuantas millas atrás, la formación, más
particularmente la de los barrancos, ha ido cambiando gradualmente de
arena a tierra arcillosa y caliza, cuya naturaleza empieza a cambiar la faz
de la región, presentando escenas de notable y pintoresca belleza..
“Domingo 23 de mayo. Como de costumbre, hoy descansamos
nosotros y nuestros animales. La columna mercurial de barómetro esta
mañana aparece mucho más baja de lo que debería estar por nuestra
ascensión gradual; a las cinco en punto indicaba 26.191 y el termómetro
adjunto marcaba 54,5° F [12,5° C], el termómetro separado indicaba 52°.
La depresión barométrica es indicadora de vientos fuertes. Hoy fuimos
varios a trepar nuevamente las cumbres de algunos de estos barrancos y,
midiendo barométricamente, verifiqué que la altura de uno de ellos es de
71 metros sobre el río y de casi 1.080 metros sobre el nivel del mar... En
este sitio abundan los crótalos [serpientes de cascabel]... Después de
comer, asistimos a nuestros servicios públicos de adoración, donde la
congregación oyó interesantes e inteligentes discursos del presidente
Brigham Young y otros hermanos.”2
La ruta de los pioneros los llevó por el valle del Platte hasta la
confluencia de los ríos North Platte y South Platte; después, a lo largo
del North Platte a través de lo que hoy son los estados de Nebraska y
Wyoming, hasta el paraje en que el río Sweetwater desemboca en el
North Platte; de allí el camino seguía este río hasta la naciente, cerca de
South Pass, Wyoming.
Para el primero de junio la compañía había llegado al antiguo Fuerte
de Laramie, donde tuvieron la sorpresa de encontrar a un grupo de
miembros de la Iglesia que habían viajado desde el sur, procedentes de
Misisipí, pasando por Pueblo, estado de Colorado, con el objeto de
unirse a la compañía de pioneros y seguir con ellos hasta su destino.
El 27 de junio cruzaron el South Pass (Paso del Sur), un sitio donde
las Montañas Rocosas gradualmente descienden hacia las praderas Y por
donde pasaban la mayor parte de los emigrantes que se dirigían al Oeste.
En dicho lugar, los mormones encontraron al comandante Moses Harris,
famoso cazador y explorador, de quien recibieron una descripción de la
cuenca del Lago Salado y un informe desfavorable de la región.
Refiriéndose a este encuentro, Orson Pratt escribió:
“De él obtuvimos mucha información con relación a la cuenca del
Gran Lago Salado, tierra a la cual nos dirigíamos. Su informe, como el
71
del capitán Fremont, es más bien desfavorable para la formación de una
colonia en esa cuenca, principalmente a causa de la escasez de madera.
Dijo que él ha recorrido toda la circunferencia del lago y que no tiene
salida alguna.”3
El 28 de junio encontraron al fuerte veterano explorador del Oeste,
Jim Bridger. Deseosos de saber cuanto pudieran acerca de la tierra hacia
la cual se dirigían, los mormones aceptaron su recomendación de
acampar y pasar la noche con él. Les indicó que había buenos terrenos
tanto hacia el norte como hacia el sur de la cuenca del Lago Salado, pero
los desalentó con respecto a todos sus planes de establecer una colonia
grande en ese lugar.
El 30 de junio se unió a ellos Samuel Brannan, miembro de la
Iglesia, que el 4 de febrero de 1846, fecha del primer éxodo de Nauvoo,
había zarpado con más de doscientos mormones, de Nueva York rumbo
a California, pasando por el Cabo de Hornos.
Habían desembarcado en Yerba Buena, lo que hoy es San Francisco,
y él había establecido el primer periódico publicado en el idioma inglés
en esa región. Partiendo de California en abril, se dirigió hacia el este a
través de las montañas para encontrar a Brigham Young. Había pasado
por el sitio de la tragedia del grupo de Donner el invierno anterior, y dio
a los mormones una descripción del desgraciado campamento en el cual
más de una veintena de personas murieron de hambre entre la nieve de
las Sierras. Brannan le pintó con todo entusiasmo al presidente Young
las bellezas de California, indicándole que era un terreno fértil y
productivo de gran hermosura y clima uniforme, una tierra en la que los
mormones podrían prosperar. Sin embargo, el presidente Young no
estaba dispuesto a apartarse del propósito al cual se había dedicado: Dios
tenía un lugar para Su pueblo y allí se establecerían para labrar su
destino.
73
Capítulo 11
LA CONQUISTA DEL DESIERTO
EL PRIMER INVIERNO
75
LA APARICIÓN DE LAS GAVIOTAS
ORO EN CALIFORNIA
77
Dios y su pueblo ganarán más dinero y serán más ricos que los otros que
corren en pos del dios de este mundo; y os prometo en el nombre del
Señor que muchos de vosotros, que vais con la idea de haceros ricos y
después volver, desearéis no haber ido jamás; y ansiaréis volver, pero no
podréis. Algunos volveréis, pero vuestros amigos que permanezcan aquí
tendrán que ayudaros; no ganaréis tanto dinero como vuestros hermanos
que se queden aquí para ayudar a edificar la Iglesia y reino de Dios; éstos
prosperarán y tendrán lo suficiente para comprar hasta el doble de cuanto
tengáis. Este es el lugar que el Señor ha señalado para su pueblo.
“...A medida que los santos se congreguen aquí y logren la fuerza
necesaria para poseer la tierra, Dios moderará el clima, y edificaremos
una ciudad y un templo al Dios Altísimo en este lugar. Extenderemos
nuestras ciudades y colonias al este y al oeste, al norte y al sur, y
fundaremos cientos de pueblos y ciudades, y miles de santos se
congregarán en ellos, provenientes de los países de la tierra. Este lugar
llegará a ser la gran vía de las naciones; y reyes, emperadores y sabios de
la tierra vendrán aquí a visitarnos, mientras que los impíos y malvados
envidiarán nuestras cómodas casas y posesiones. Tened valor,
hermanos... El peor temor que abrigo en cuanto a los de este pueblo es
que se hagan ricos en esta tierra, olviden a Dios y a su pueblo, se vuelvan
opulentos, se hagan echar de la Iglesia y vayan a parar en el infierno.
Este pueblo aguantará los atropellos y saqueos, la pobreza y todo género
de persecución, y permanecerá fiel; pero mi temor más grande es que no
pueda resistir las riquezas, y sin embargo, será probado por medio de la
abundancia, porque llegará a ser la gente más rica sobre esta tierra.”5
Antes de concluir el año 1848, la población del valle había ascendido
a cinco mil almas. Este fuerte influjo de inmigrantes impuso una pesada
carga sobre los recursos de la comunidad. El hambre y las congojas
fueron comunes ese invierno, y estas circunstancias intensificaron el
desánimo de muchos. En medio de estas condiciones difíciles, Heber C.
Kimball profetizó en una reunión que en menos de un año habría
suficiente ropa y otros artículos de primera necesidad, y que se venderían
en las calles de Salt Lake City por menos precio que en Nueva York o en
Saint Louis, estado de Misuri.6
Era increíble que se realizara tal cosa, pero el cumplimiento de
aquella profecía se efectuó, y en forma notable.
Pensando en hacerse ricos con la venta de mercancías en California,
algunos comerciantes del Este habían cargado grandes caravanas de
carros de transporte con ropa, herramientas y otros artículos que se
necesitarían en las minas de oro. Al llegar a Salt Lake City, sin embargo,
78
se enteraron de que sus competidores se les habían anticipado,
transportando su mercancía embarcada alrededor del Cabo de Hornos.
Después de enterarse de esto, su interés principal consistió en
deshacerse de lo que llevaban por el precio que pudieran conseguir, a fin
de seguir adelante a California lo más rápidamente posible. Desde sus
carros vendían al mejor postor en las calles de Salt Lake City, y los
compradores pagaban menos por telas y ropa que en Nueva York; las
herramientas, que tanto necesitaban, podían comprarlas a esos
mercaderes por un precio más bajo del que hubieran tenido que pagar en
Saint Louis. Gustosamente cambiaban sus tiros de buenos animales,
fatigados por motivo del largo viaje, por los animales más gordos pero
menos finos de los mormones; y daban sus fuertes y pesadas carretas, tan
necesitadas en la colonia montañosa, a cambio de vehículos más ligeros
con los cuales los buscadores de oro podían viajar a mayor velocidad.
79
SIÓN EXTIENDE SUS RAMAS
80
pertenecido al Batallón Mormón, que después siguió adelante hacia la
costa del Pacífico.
“En el estado de Nevada, la primera colonia estadounidense fue la de
los mormones en 1851, en el valle de Carson, en un lugar llamado
Genoa.
“Ya para 1854 existía en el estado de Wyoming una colonia
mormona conocida como Fort Supply, en Green River, cerca del Fuerte
Bridger.
“En el estado de Idaho, también tuvieron el primer lugar los
mormones en 1855 con una colonia en Fort Lemhi, a orillas del río
Salmon, y otra en Franklin, en el valle de Cache, en 1860...
“...En la colonización de Arizona ocupan un lugar honorable en
cuestión de antigüedad los establecimientos mormones sobre los ríos
Muddy y Virgin.”7
F. S. Dellenbaugh, renombrado investigador de la colonización del
Oeste, escribió lo siguiente en cuanto a la calidad de las colonias
mormonas:
“Se debe reconocer que los mormones fueron destacados
conquistadores de las tierras indómitas. No sólo las dominaron, sino que
las conservaron bajo dominio; y en lugar de cantinas y garitos, plantaron
huertos, jardines y campos, levantaron escuelas y fundaron hogares
pacíficos, que fueron las piedras angulares de su progreso y un
ejemplo...”8
81
Capítulo 12
LOS AÑOS DE CONFLICTO
LOS LAMANITAS
LA GUERRA DE UTAH
84
celebrando al mismo tiempo el día de la independencia norteamericana y
el décimo aniversario de su llegada al valle. Muchos de ellos se habían
congregado en uno de los desfiladeros contiguos a la ciudad para tal
propósito.
En medio de las festividades llegó un jinete cansado y cubierto de
polvo que inmediatamente se dirigió a la tienda de Brigham Young. Era
portador de graves noticias: ¡Estados Unidos había enviado un ejército
para aplastar a los mormones! Por lo menos, tales fueron los informes
recogidos de los soldados, que se jactaban de lo que harían al llegar a
Salt Lake City.
Ese acontecimiento se debió principalmente al hecho de que dos
personas que habían solicitado contratos del gobierno de Utah para
transportar el correo, despechados porque no habían podido obtenerlos,
enviaron a Washington informes de que los mormones se habían suble-
vado contra los Estados Unidos. De acuerdo con lo que más tarde se
comprobó, esta información era absurda, y sin embargo, sin más
evidencia en qué basarse, el Presidente había ordenado la salida de una
tropa de dos mil quinientos hombres para sofocar la “rebelión
mormona”.
Aunque Brigham Young había sido nombrado debidamente
gobernador del territorio, ninguna noticia se le había comunicado de la
llegada de las tropas. Sin saber qué podían esperar, las autoridades
mormonas hicieron sus preparativos y decidieron que ningún otro grupo,
estuviera armado o no, volvería a habitar las casas que ellos habían
construido; y resolvieron que si era necesario, convertirían a Utah en el
desierto que habían encontrado al llegar.
Se enviaron hombres con órdenes de hacer cuanto pudieran por
demorar al ejército y ganar un poco de tiempo, con la esperanza de poder
hacer algo que disuadiera al Presidente del país de aquella locura. Se
prendió fuego a las praderas y se ahuyentaba y dispersaba el ganado del
ejército; también se destruyeron los puentes construidos por los
mormones y se dragaron los vados; todo eso, sin que costara una sola
vida. Por motivo de ese plan cuidadosamente ejecutado, el ejército se vio
obligado a invernar en el oeste de lo que hoy es el estado de Wyoming.
No obstante, los mormones no se hallaban completamente
desprovistos de amigos. El coronel Thomas L. Kane, hermano de Elijah
Kent Kane, renombrado explorador ártico, había conocido a los
miembros de la Iglesia mientras viajaban por Iowa presenció las
injusticias que padecieron. Al enterarse de los sucesos, se dirigió al
Presidente y recibió permiso para ir a Utah con el fin de enterarse de la
verdadera situación; y principalmente por motivo de sus esfuerzos, se
85
persuadió al Presidente de los Estados Unidos a enviar una “comisión de
paz” a Utah en la primavera de 1858.
Brigham Young consintió en que se diera al ejército permiso para
pasar por la ciudad, con la condición de que no habría de acampar dentro
de los límites de la población; y para evitar que se violara ese acuerdo,
puso por obra el plan que se había ideado al principio.
Al entrar los soldados en el valle, encontraron la ciudad abandonada
y desolada, con excepción de un corto número de hombres vigilantes
armados con pedernal, acero y hachas afiladas. Las casas y los graneros
se hallaban llenos de paja, listos para ser incendiados en caso de que
hubiera alguna violación, las hachas dispuestas para destruir los árboles
frutales en las huertas.
Los habitantes se habían trasladado al sur, dejando sus casas para
que las incendiaran, como previamente lo habían hecho los populachos
en más de una ocasión. Algunos de los oficiales y soldados del ejército
quedaron sumamente impresionados al marchar por las calles
abandonadas, comprendiendo el significado de su llegada. El coronel
Philip Saint George Cooke, que había dirigido al Batallón Mormón en su
larga marcha y estaba enterado de los atropellos que previamente había
sufrido este pueblo, se descubrió la cabeza al pasar como señal de
profundo respeto.
Afortunadamente no hubo ninguna dificultad y el ejército acampó a
unos 64 kilómetros al sudoeste de la ciudad, tras lo cual los del pueblo
volvieron a sus casas.
UN HOMBRE Y SU OBRA
87
Cuando el ejército llegó a Utah [como se relata anteriormente], se
rellenó la excavación y se cubrieron los cimientos para dar al sitio la
apariencia de un campo recién arado, y se suspendió la construcción
hasta que no hubo ninguna duda en cuanto a lo que el gobierno iba a
hacer.
La obra de construcción del templo fue ejecutada con gran esmero.
Cuando dirigía la construcción, Brigham Young había dicho: “Deseo que
cuando finalice el Milenio... este templo todavía esté en pie como un
majestuoso monumento a la fe, la perseverancia y laboriosidad de los
santos de Dios en las montañas, en el siglo diecinueve”.5
Mientras se erigía el templo en Salt Lake City, se inició la
construcción de edificios similares en Saint George, a poco más de 530
kilómetros al sur; otro en Manti, a unos 240 kilómetros al sudeste; y el
tercero en Logan, a 130 kilómetros al norte.
En 1863, mientras se edificaba el Templo de Salt Lake City, también
se inició la construcción del Tabernáculo en la Manzana del Templo,
edificio que ha llegado a ser uno de los más renombrados de todo el país.
El Tabernáculo mide 45 m de ancho por 75 m de largo y tiene una
altura de 24 m. El techo que habría de cubrir esta superficie presentó un
problema serio por motivo de que no contaban con varas de acero, clavos
ni pernos. Primeramente se erigieron los cuarenta y cuatro pilares de
piedra arenisca, que en realidad vinieron a ser las paredes del edificio,
con puertas entre uno y otro. Cada uno de estos pilares mide 6 m de alto,
1 m de ancho y tiene un espesor de 3 m. Sobre éstos se asentó el enorme
techo, construido con un gran número de vigas a manera de puente y en
forma de enrejado, unidas por medio de tarugos de madera y atadas con
cueros sin curtir para evitar que se rajaran. Esta trabazón tiene un espacio
de 3 m entre el interior y el exterior del techo enyesado y se sostiene sin
ninguna columna o apoyo interior.
Para complementar adecuadamente este vasto auditorio, Brigham
Young solicitó la construcción de un magnífico órgano y se dio la tarea a
Joseph Ridges, constructor de órganos que se había unido a la Iglesia en
Australia. La madera para el órgano fue acarreada en carros tirados por
bueyes, a través de casi 500 kilómetros desde el valle Pine, cerca de
Saint George, hasta Salt Lake City, donde fue tallada a mano por diestros
artesanos.
Con la terminación del edificio y el órgano en 1867, se organizó un
coro; así se inició el renombrado Coro del Tabernáculo que ha cobrado
fama mundial con sus transmisiones semanales de radio desde la
Manzana del Templo y los conciertos que ha presentado en muchas
naciones.
88
LA MUERTE DE BRIGHAM YOUNG
89
1 CHC 4:51.
2 History of Brigham Young 1847-1867, (Berke1ey, Cal.: MassCal Associates,
1964), págs. 159-160.
3 Horace Greeley, An Overland Journey, (New York: Alfred A. Knopf, 1963),
págs. 183-184.
4 Deseret News, 23 de octubre de 1861, pág. 189.
5 Journal of Discourses, 26 vols., (London: Latter-day Saints’ Book Depot,
1854-1886), 10:254.
6 CHC 5:504-505.
7 Citado en Preston Nibley, Brigham Young: The Man and His Work, pág. 492.
8 Véase de Susa Young Gates y Leah D. Widtsoe, The Life Story of Brigham
Young, (New York the Macmillan Company, 1930), pág. 362.
90
Capítulo 13
AÑOS DE SOBRELLEVAR LAS PRUEBAS
91
“CAMPEÓN DE LA LIBERTAD”
UN MANIFIESTO AL PUEBLO
94
el 4 de enero de 1896, Utah entró en la confederación en calidad de
estado y, en las ceremonias que formaron parte de la ocasión, se invitó al
presidente Woodruff a ofrecer la oración de apertura. En sus palabras,
que citamos a continuación, se refleja la misión del hombre:
“Dios Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, Tú que eres el
Dios de las naciones y el Padre de los espíritus de todos los hombres,
humildemente nos inclinamos delante de ti en esta importante ocasión...
“Al contemplar estos valles fértiles con sus abundantes productos del
campo y los huertos... sus agradables viviendas y sus prósperos
habitantes... y comparar todo esto con los yermos desolados y silenciosos
que contemplaron los ojos de los pioneros cuando vieron por primera vez
estas tierras desérticas, hace menos de medio siglo, nuestras almas se
llenan de asombro y alabanza...
“Y ahora que los esfuerzos de varias décadas por obtener el
incalculable privilegio de una libertad política perfecta... finalmente han
sido coronados con éxito glorioso, sentimos que es a ti, nuestro Padre y
nuestro Dios, a quien debemos esta inestimable bendición.
“Te rogamos que bendigas al Presidente de los Estados Unidos y a
su gabinete, a fin de que reciban inspiración para dirigir los asuntos de
esta gran nación con prudencia, justicia y equidad, de modo que se
preserven sus derechos dentro del país y en el extranjero, y todos sus
ciudadanos puedan disfrutar de los privilegios de hombres libres... Y
concede que los privilegios de un gobierno libre se extiendan a todo país
y clima, y sean derribadas la tiranía y la opresión para no levantarse
nunca más, hasta que todas las naciones se unan para el bien común, a
fin de que cesen las guerras, enmudezca la voz de las contiendas, pueda
prevalecer la hermandad fraternal, y Tú, oh Dios, seas honrado en todo
lugar como el Padre Eterno y Rey de paz.”6
1 CHC 5:70.
2 Véase Journal of Discourses, 6:18-27. Brigham Young utilizó por primera vez
la frase en una carta a un tal coronel Alexander fechada el 16 de octubre de
1857. El texto de la carta se encuentra en The Millenial Star 20 (30 de enero
de 1858), págs. 75-76.
3 Citado en B. H. Roberts, The Life of John Taylor, (Salt Lake City: George Q.
Cannon and Sons Co., 1892), pág. 423.
4 Ibid. págs. 360-361.
5 D. y C. 12 1:49.
6 The Salt Lake Herald, 7 de enero de 1896, pág. 1.
95
Capítulo 14
EL RESPLANDOR DE LA BUENA VOLUNTAD
JOSEPH F. SMITH
HEBER J. GRANT
98
pueblo hacia los mormones, volvió con cientos de miles de dólares que
probaron ser de mucho beneficio en aquellos tiempos difíciles.
Heber J. Grant fue una de las figuras principales e influyentes que
condujeron al establecimiento de la industria de azúcar de remolacha en
el Oeste. La Iglesia estaba interesada en este proyecto porque
representaba una cosecha que sus miembros podrían vender al contado.
Consiguientemente, ayudó en forma material a fundar esta industria que
ha traído millones de dólares a los agricultores del Oeste.
Una de las acciones favoritas del presidente Grant era la de
obsequiar libros, y él solía llamar a los fondos que utilizaba para tal
propósito su “dinero para cigarrillos” porque, según decía, el dinero que
algunos de sus amigos malgastaban en cigarrillos él lo podía gastar en
libros. Durante su vida regaló más de cien mil libros que costeó con su
propio dinero.
Era inflexible en su lealtad hacia la Iglesia y sus enseñanzas; mas no
obstante, supo granjearse innumerables amistades. Entre sus amigos
íntimos se hallaban los líderes más destacados del mundo de los
negocios, la educación y el gobierno; y esa habilidad para congeniar con
la gente ayudó en gran manera a derribar el muro de prejuicio que se
había levantado contra los mormones.
Su administración fue una época de progreso. La Iglesia cumplió su
centésimo aniversario en 1930, acontecimiento que se conmemoró con
una gran celebración. Libre de la opresión de fanáticos religiosos, sin
temor de la furia de los populachos, suficientemente fuerte para hacer
sentir su fuerza benéfica, floreció en una época de buena voluntad que
nunca jamás había conocido en toda su historia.
DAVID O. MCKAY
HAROLD B. LEE
SPENCER W. KIMBALL
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1 Citado en Joseph Fielding Smith, Life of Joseph F. Smith, 2da. ed., (Salt Lake
City: Deseret Book, 1969), pág. 351.
2 Citado en Preston Nibley, The President of the Church, (Salt Lake City:
Deseret Book, 1941). pág. 366.
3 Mensaje de la Primera Presidencia, en Conference Report, octubre de 1936,
pág. 3. También en Manual de los Servicios de Bienestar, pág. 1.
4 Declaración Oficial—2.
5 Orden Ejecutiva del 23 de junio de 1976, copia de la cual se guarda en los
archivos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días.
6 Liahona, julio de 1986, pág. 2.
7 Church News, 22 de diciembre de 1985, pág. 3.
8 Liahona de julio de 1995, pág. 81.
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