Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Textos seleccionados de
Sri Aurobindo y La Madre
Toda enfermedad es un medio hacia un nuevo gozo de salud, todo mal y dolor es una
sintonización de la Naturaleza hacia una beatitud y bien más intensos, toda muerte una
apertura hacia una inmortalidad más amplia. Por qué y cómo esto es así, es un secreto
de Dios que sólo el alma purificada de egoísmo puede penetrar.
Todas las enfermedades son ataques de fuerzas adversas para probar nuestra
resistencia e intentar voltear nuestra fe -debemos responderles con más resistencia y
más fe- de forma que se vayan derrotadas y esto hace una Victoria para la verdad.
Cuanto más toleramos, más Fuerza y Amor del Señor tenemos con Nosotros y mayor
es la alegría de la Victoria.
-... si alguien enferma seriamente, ¿es un fenómeno puramente físico, o es una dificultad en
su vida espiritual?
Siempre se amable y te verás libre de sufrimiento, siempre estate contento y feliz, e
irradiarás tu tranquila felicidad.
Siempre se amable, aléjate del amargo criticismo, no veas más el mal en todo,
esfuérzate obstinadamente a ver nada más que la amorosa Presencia de la Gracia
Divina y verás no sólo dentro sino a tu alrededor, una atmósfera de serena alegría,
pacífica confianza, luminosa esperanza esparciéndose más y más, y no sólo te sentirás
feliz y calmo tú, sino que la mayor parte de tus desórdenes corporales desaparecerá.
Medicinas
No es tanto la medicina lo que cura sino la fe del paciente en el doctor y la medicina.
Ambos son pobres sustitutos de la fe natural en el propio poder, que estos han
destruído.
En la mayoría de los casos, el uso de medicamentos -dentro de límites razonables, es
decir, cuando uno no se envenena tomando medicinas- es simplemente para ayudar al
cuerpo a tener confianza. Es el cuerpo el que se cura a sí mismo. Cuando quiere ser
curado, se cura. Y esto es algo bastante ampliamente reconocido ahora; incluso los
doctores más tradicionales van a decirte “Sí, nuestras medicinas ayudan, pero no son
las medicinas lo que curan, es el cuerpo el que decide ser curado”. Bien, así que cuando
al cuerpo se le dice “Toma esto”, se dice a sí mismo “Ahora me pondré bien”, y porque
dice esto, se cura.
En casi todos los casos, hay cosas que ayudan - un poco- si es hecho dentro de límites
razonables. Si no está dentro de límites razonables, es seguro que va a desmoronarte.
Te curas de una cosa pero te agarras otra que es habitualmente peor. Pero aún así, un
poco de ayuda, en cierta forma, algo que le de confianza a tu cuerpo: “Ahora estarás
bien, ahora que has tomado esto, estará bien” - esto ayuda mucho y el cuerpo decide
ponerse bien y se cura.
Si la consciencia es vuelta hacia arriba, el dolor desaparece. Si es vuelta hacia abajo, el
dolor se siente y hasta crece. Cuando uno experimenta con el giro hacia arriba o hacia
abajo, uno ve que la queja del cuerpo no tiene nada que ver con el dolor. El cuerpo
puede sufrir mucho o nada, aunque la condición sea la misma. Es el giro de la
consciencia lo que hace la diferencia.
Digo dirigir la consciencia hacia arriba porque voltear hacia la Divinidad es el mejor
método, pero lo que puede decirse en general es que si la consciencia es alejada del
dolor y enfocada en el trabajo o cualquier cosa que nos sea interesante, el dolor cesa.
Y no sólo el dolor, sino que cualquier daño que pueda haber en algún órgano es mucho
más fácil de corregir cuando la consciencia es retirada del problema y uno se abre a la
Divinidad. Está el aspecto “Sat” de la consciencia -la pura Existencia suprema por
encima o más allá o detrás del cosmos. Si puedes mantener el contacto con ello, toda
queja corporal puede ser removida.
Supongamos que como resultado de alguna enfermedad u otra cosa, hay un cierto
dolor en un punto del cuerpo. En ese momento, todo dependerá, como dije al principio,
del enfoque que te sea más familiar. Pero podemos dar un ejemplo. Tienes dolor,
mucho dolor; te está lastimando, estás sufriendo mucho.
Primer punto: no acentúes el dolor diciéndote a ti mismo “¡Oh, que dolor! ¡Este dolor es
insoportable! ¡Oh, se pone cada vez peor, no voy a poder soportarlo!”, etc., toda esta
clase de cosas. Cuanto más piensas así y sintiéndote de esta manera, más atención se
concentra en ello, y el dolor aumenta espantosamente.
Así que el primer punto es: contrólate lo suficiente para no hacer eso.
Segundo punto: como dije, depende de tus hábitos. Si sabes cómo concentrarte, estar
silencioso, y si puedes traer dentro de ti una cierta paz, de cualquier tipo -puede ser una
paz mental, una paz del vital, una pez psíquica (del alma); tienen diferentes valores y
cualidades, esto es una cuestión individual- tratas de realizar dentro de ti un estado de
paz o intentas entrar en un contacto consciente con una fuerza de paz…. Supongamos
que lo logras, más o menos completamente. Entonces, si puedes llevar la paz y llevarla
hacia el plexo solar -porque no hablamos de estados internos sino de tu cuerpo físico- y
desde ahí muy calmadamente, muy lentamente podría decir, pero persistentemente,
hacia el lugar donde el dolor es más o menos agudo, y fijarla ahí, esto es muy bueno.
Esto no siempre es suficiente.
Pero si al ampliar este movimiento puedes añadir una cierta formación mental con un
poco de vida en ella -no algo frío, sino con un poco de vida- de que la única realidad es
la Realidad Divina, y nuestro cuerpo es una expresión más o menos deformada de esta
Realidad Divina. Hay sólo una Realidad, la Divinidad, y nuestro cuerpo es una expresión
más o menos deformada de esta única Realidad- si a través de mi aspiración, mi
concentración, puedo llevar a las células del cuerpo la consciencia de esta única
Realidad, todo desorden tiene que terminar necesariamente.
Si puedes añadir a eso un movimiento de completa y confiada entrega a la gracia,
entonces estoy seguro de que en cinco minutos tu sufrimiento desaparecerá. Si sabes
cómo hacerlo.
Puedes intentarlo y no tener éxito. Pero debes saber cómo intentarlo una y otra vez,
hasta que lo consigas. Pero si haces esas tres cosas al mismo tiempo, bueno, no hay
dolor que pueda resistir.
… Cuando aparece el dolor, viene a enseñarnos algo. Cuanto más rápido lo aprendemos,
más disminuye la necesidad del dolor, y cuando sabemos el secreto, no nos será posible
sufrir más, pues ese secreto nos revela la razón, la causa, el origen del sufrimiento, y la
manera de ir más allá de él.
El secreto es emerger fuera del ego, salir de su prisión, unirse con la Divinidad, fundirse
con Ella, no permitir que nada te separe de Ella. Entonces, una vez que uno ha
descubierto este secreto y lo realiza en su propio ser, el dolor pierde su justificación y el
sufrimiento desaparece. Es un remedio todopoderoso, no sólo en las partes más
profundas del ser, en el alma, en la consciencia espiritual, sino también en la vida y el
cuerpo.
No hay enfermedad, no hay desorden que pueda resistir el descubrimiento de este
secreto y la puesta en práctica de éste, no sólo en las partes más elevadas del ser sino
en las células del cuerpo.
Si uno sabe cómo enseñar a las células el esplendor que radica dentro de ellas, si uno
sabe cómo hacerles entender la realidad que les hace existir, que les da el ser, entonces
ellas también entran en la total armonía, y el desorden físico que causa la enfermedad
se esfuma como todo otro desorden del ser.
Calma y receptividad
Para una enfermedad, no olvides intentar hacer descender la Paz Divina. Porque no hay
enfermedad que pueda resistir la Paz del Señor, e incluso recordar e intentarlo te dará
algún alivio.
Incluso el dolor físico más agudo, si es enfrentado en calma y tranquilamente,
disminuye y se vuelve soportable -incluso en agonía, podemos confiar en la Divinidad y
la Divinidad cambia nuestra agonía por deleite.
El dolor es el contacto de nuestra Madre Divina enseñándonos cómo soportar y crecer
en éxtasis. Ella tiene tres etapas en su enseñanza, primero tolerancia, luego
ecuanimidad del alma, y finalmente éxtasis.
Dios dentro es Voluntad infinita y autocumplida. No afectado por el miedo a la muerte,
¿puedes dejarle a Él, no como un experimento, sino con calma y completa fe tus
dolencias? Encontrarás que, al final, sobrepasa la maestría de un millón de doctores.
El rol principal del doctor es, por varios medios, inducir el cuerpo a recuperar su
confianza en la Gracia Suprema.
Una mente amplia, un corazón generoso, una voluntad inquebrantable, una calma y
persistente determinación, una energía inagotable y una confianza absoluta en la
misión de uno -esto es el doctor perfecto.
Mente, cuerpo, fe
Este cuerpo está construido, por un lado, de una base material, y por otro, de las
vibraciones de nuestros estados psicológicos. Paz, ecuanimidad y confianza, fe en la
salud, descanso imperturbable, alegría y brillante regocijo constituyen este elemento y
le dan fuerza y sustancia. Es un medio muy sensitivo, que reacciona rápida y
ligeramente; toma en seguida todo tipo de sugestiones y estas pueden cambiar
rápidamente y, prácticamente, remodelar su condición. Una mala sugerencia actúa muy
fuertemente sobre él; una buena sugestión opera en sentido contrario con la misma
fuerza. La depresión y el desánimo tienen un efecto muy adverso; corta agujeros en él,
por decirlo así, en su misma sustancia, la vuelven débil y poco resistente, y abren
canales fáciles para los ataques hostiles.
Por casi cuarenta años sufrí constantemente de grandes y pequeñas dolencias, detrás
de lo completamente bueno, tenía una constitución débil y confundí su cura con una
carga que la Naturaleza me había impuesto. Cuando renuncié al uso de medicinas,
entonces empezaron a alejarse de mí como parásitos desilusionados. Sólo entonces
comprendí qué poderosa fuerza era la salud natural dentro de mí y cuánto más
poderosa aún eran la Voluntad y la Fe sobrepasando la mente que Dios quiso que sean
el soporte divino de nuestra vida en el cuerpo.
Mantenerse silencioso y concentrarse, dejando que la Fuerza desde arriba haga su
trabajo, es la forma más segura de curarse de cualquier cosa y de todo. No hay
enfermedad que pueda resistir eso, si se hace correctamente, a su tiempo y por tiempo
suficiente, con una fe firme y una voluntad fuerte.
Mi querido hijo, ahora es tiempo de que la fe se vuelva verdaderamente activa y
ponerse de pie inamovible contra toda contradicción. Ten la fe, la verdadera fe, de que
serás curado y la cura está destinada a llegar.
En lugar de estar preocupado y luchando, lo mejor que se puede hacer es ofrecer tu
cuerpo a la Divinidad con la sincera plegaria “Hágase Tu voluntad”, Si hay una cura
posible, establecerá las mejores condiciones para ello; y si la cura no es posible, será la
mejor manera posible de prepararse para salir del cuerpo y vivir sin él. En cualquier
caso, la primera condición indispensable es una calma entrega a la voluntad Divina.
Las enfermedades señalan alguna imperfección o debilidad que abre el cuerpo a
contactos adversos en la naturaleza física y está, a menudo, conectada también con
alguna obscuridad o desarmonía en el vital inferior o la mente física, o alguna otra parte.
Es muy bueno si uno puede deshacerse de la enfermedad enteramente por fe y poder
yóguico o por el influjo de la Fuerza Divina. Pero muy seguido esto no es posible,
porque no toda la naturaleza está abierta o lista para responder a la Fuerza.
Los ataques de enfermedad son ataques de la naturaleza inferior o de fuerzas adversas
tomando ventaja de alguna debilidad, apertura o respuesta en la naturaleza -como
todas las demás cosas que vienen y deben ser eliminadas, vienen desde afuera.
Ciertamente, uno puede actuar desde dentro sobre una enfermedad y curarla. Pero no
es siempre fácil, ya que hay mucha resistencia en la Materia, una resistencia inerte. Se
necesita una persistencia incansable. Si puedes tener éxito mediante la acción interna
en prevenir el progreso de la enfermedad, incluso eso es algo; entonces debes,
mediante la práctica, fortalecer el poder hasta que sea capaz de curar. Fíjate que hasta
que el poder no esté completamente ahí, alguna ayuda de medios físicos no tienen que
ser totalmente rechazada. Todas las enfermedades pasan a través de la envoltura
vital-física de la consciencia sutil y el cuerpo sutil antes de entrar en el físico. Si uno es
consciente del cuerpo sutil o en la consciencia sutil, uno puede detener la enfermedad
en el camino y prevenir que entre en el cuerpo físico.
Es sólo por la conquista de la naturaleza material, que la enfermedad puede dejar
completamente de venir. En una enfermedad pueden usarse medios físicos cuando sea
necesario; pero detrás de los medios físicos tiene que haber una Fuerza Divina. Los
medios físicos deben usarse con discernimiento y en caso de necesidad.
El cuerpo humano siempre ha tenido la costumbre de responder a las fuerzas que
decidieron imponerle y la enfermedad es el precio que paga por su inercia e ignorancia.
Debe aprender a responder a la Única Fuerza solamente, pero no es fácil de aprender.
Todas estas ideas son sugerencias incorrectas a las que debe negarse el acceso. Tienes
la Gracia y presencia de la Madre contigo y es sólo cuando permites tales sugerencias
de intranquilidad y desesperación que este tipo de condición se crea. De otra forma,
cuando recibes la Fuerza, funciona. Por serio que pueda ser un ataque o por severa que
sea una enfermedad, puede ser eliminado por la receptividad al verdadero trabajo. Si no
es suficiente, la Fuerza, ayudada por un tratamiento, puede lidiar con ello.
Las peores enfermedades han sido curadas recientemente por la fuerza de la Madre
ayudadas por un tratamiento, y esto, en personas que no sabían nada de la sadhana
(práctica yógica). En un sadhak (practicante), la acción puede ser aún más efectiva.
Pero lo primero es deshacerse de estas sugerencias oscuras e incapacitantes, y abrirte
una vez más al trabajo de la Madre.
Si quieres curarte de una enfermedad hay dos condiciones. Primero, no debes tener
miedo, debes ser absolutamente intrépido y, segundo, debes tener una fe completa en
la Protección Divina. Estas dos cosas son esenciales.
La medicina moderna da una gran importancia a las infecciones microbianas y la
sentencia es matar los microbios para curar la enfermedad, y es así en muchos casos,
pero para nosotros, las enfermedades tienen causas más profundas. Es una expresión
de un desorden interior sutil. Si no puedes alcanzar y tocar eso, no puedes librarte de la
enfermedad o prevenir que reaparezca…
La enfermedad siempre, sin excepción, significa una perturbación del equilibrio… Ahora,
respecto a las causas, son innumerables: hay causas internas o personales y hay causas
externas…
Para resistir el ataque de enfermedades, debes volverte un guerrero del plano vital, un
guerrero espiritual en el plano vital. Todos los que siguen el Yoga sinceramente deben
volverse tales, y cuando lo hacen, están bastante a salvo. Pero una de las condiciones
que permiten que te vuelvas un guerrero asi es que nunca debes tener una mala
voluntad o pensamientos negativos hacia nadie. Porque si tienes un mal sentimiento,
una mala voluntad o malos pensamientos contra gente, inmediatamente te bajas a su
nivel y luego recibes sus golpes.
Lo primero que hay que hacer es volverse calmo, traer la paz y la calma, el reposo y una
confianza completa, no necesariamente en todo el cuerpo, pero en la parte afectada. Y
entonces puedes ver la causa del desorden. Incluso si no puedes, al principio, localizar
la causa central, puedes tratar de obtener algo cerca de ella, aproximarte. Y entonces
arrojas la luz de la consciencia, la fuerza espiritual, ejerciendo una especie de presión
sobre la fuente de la perturbación y tratando de restablecer el funcionamiento normal y
balanceado de la parte afectada.
Ahora, hay, más cerca, en el plano físico, en la atmósfera terrestre, un gran número de
pequeños seres que no ves, porque tu vista es muy limitada, pero que se mueven en tu
atmósfera vital. Hay algunos que son muy buenos y agradables, otros perversos. La
mayoría de estas entidades son vástagos de la desintegración de seres vitales, de
personas que han muerto y que se encuentran en camino de desintegrarse. A menudo
son tomadas por fuerzas asúricas y usadas por ellos como instrumentos de todo tipo de
diabluras… muy a menudo están detrás de los accidentes que le pasan a la gente.
Encuentran inmenso placer en el desorden y la confusión que hay detrás de los
accidentes que tiene la gente. No sólo los entretiene sino que los alimenta. Toman
sustento de la vitalidad humana arrojada fuera del cuerpo por la emoción, la excitación
y todo eso. Y además, estos seres no son armoniosos entre sí. Se pelean, discuten,
compiten entre ellos, quieren atacar y destruir a los otros. Y esto es el origen de los
microbios. Los microbios son fuerzas de desintegración, remanentes vivos, pedazos
dispersos de pasiones, deseos y apetitos vitales de gente que murió, tomadas por seres
vitales, seres asúricos. La mayor parte de los microbios llevan detrás mala voluntad, y
eso los hace peligrosos. A menos que uno conozca la cualidad y tipo de mala voluntad
detrás y sepa actuar sobre ello, en 99 casos de 100, uno es incapaz de encontrar el
remedio verdadero y total. El microbio es la expresión más material de una entidad que
vive, la personificación en el plano físico de una fuerza vital…
Ahora, cuando es el caso de un ataque de fuerzas adversas, la cuestión de vuelve más
compleja… hay una fuerza exterior que quiere hacerte daño. Debes haber abierto la
puerta por un error espiritual tuyo: un movimiento de vanidad, enojo, malevolencia,
violencia; puede haber sido un lapso momentáneo y eso es suficiente para dar una
oportunidad a los seres que están siempre a la espera de eso… Entonces el primer
método que dije no es suficiente.
Debes agregarle otra ayuda, debes agregarle la fuerza de la purificación espiritual. Es
una fuerza tan absoluta y perfectamente constructiva que no hay fuerza destructiva
que pueda oponerse…
La fuerza adversa generalmente desaparece de inmediato, ya que si cae dentro del
rango de la fuerza de la luz se disuelve. No hay fuerza de desintegración que pueda
enfrentar este fuego y luz purificadores. O bien queda reducida a nada o tiene que
transformarse en una fuerza constructiva. En cualquier caso, no sólo te liberas de tu
enfermedad, sino que se elimina toda posibilidad de retorno.
Eso no significa, necesariamente, que uno está libre de todo ataque posible. Para decir
la verdad, es sólo cuando uno ha establecido su consciencia permanentemente en el
Supramental, que el cuerpo es protegido de todo ataque adverso y desarmonía interior.
Temor
Hay un pequeño remedio que es muy, muy sencillo. Pues se basa en una pequeña
cuestión de sentido común…. Debes hacer una pequeña observación, decirte a tí mismo
que cuando tienes miedo, es como si el miedo atrajera eso que temes. Si te asusta la
enfermedad, es como si atrajeras la enfermedad. Si tienes miedo de un accidente, es
como si atrajeras un accidente. Y si te observas u observas a tu alrededor, te darás
cuenta de esto; es un hecho patente. Así que si tienes un poco de sentido común, dices:
“Es estúpido tener miedo de algo, porque es como si estuviese haciendo una señal para
que eso venga a mí. Si tuviese un enemigo que quisiera matarme, no iría a decirle:
sabes, soy yo el que quieres matar”. Es algo así. Así que, ya que el miedo es malo, no lo
tendré. Y si dices que eres incapaz de evitarlo por la razón, bueno, eso muestra que no
tienes control sobre tí mismo y debes hacer un pequeño esfuerzo para controlarte. Eso
es todo.
Oh, hay muchas formas de curarse del miedo. Pero al final, cada uno encuentra la
manera que es buena para sí mismo. Hay gente para quienes sería suficiente decir: “Tu
miedo es una debilidad”, e inmediatamente encontrarían una forma de verlo con
desprecio, porque aborrecen la debilidad. Hay otros a los que puede decirse: “El miedo
es una sugestión de las fuerzas hostiles, debes ahuyentarlo así como ahuyentas a las
fuerzas hostiles”, y eso funciona bien. Para cada uno es diferente. Primero que nada,
debes saber que el miedo es muy malo. Es algo muy malo; es un solvente, es como un
ácido. Si pones una gota de eso sobre algo, carcome la sustancia. El primer paso es no
admitir la posibilidad del miedo. Si, ese es el primer paso. He conocido gente que
alardeaba de sus temores. Esos son incurables. Ellos podrían decir naturalmente “Oh,
¿te imaginas?… ¡estaba tan asustado!” Y entonces qué? No es algo para estar orgulloso.
Con gente así no puedes hacer nada.
Como sea, una vez que reconoces que el miedo no es algo bueno, que no es
beneficioso ni noble ni digno de una consciencia iluminada, empiezas a pelear contra él.
Como dije, la forma que es mejor para uno no es la mejor para otro; debes encontrar tu
propia manera. El miedo es algo también terriblemente colectivo y contagioso -es
contagioso, puede agarrarse más fácil que la enfermedad más contagiosa. Respiras una
atmósfera de miedo y te sientes asustado instantáneamente, sin siquiera saber porqué
o cómo, nada, simplemente había una atmósfera de temor. (...)
Para los místicos la mejor cura es, tan pronto como uno empieza a tener miedo de algo,
pensar en la Divinidad. Entonces, te proteges en sus brazos o a sus pies y le dejas toda
la responsabilidad de lo que pase, dentro, fuera, en todas partes -e inmediatamente el
miedo desaparece. Esa es la cura para el místico. Es la más fácil de todas. Pero no todos
gozan la gracia de ser místicos.
No debes temer. La mayor parte de tus problemas vienen del miedo. De hecho, el
noventa por ciento de las enfermedades son resultado del miedo subconsciente en el
cuerpo. En la consciencia ordinaria del cuerpo hay una -más o menos escondida-
ansiedad sobre las consecuencias de la más mínima perturbación física. Se puede
traducir con estas palabras de duda sobre el futuro: “Y ¿qué va a suceder?”, y es esta
ansiedad que debe ser chequeada. De hecho, esta ansiedad es una falta de confianza
en la Gracia Divina, el signo inconfundible de que la consagración no es completa y
perfecta.
Como medio práctico de superar este miedo subconsciente, cada vez que algo de él
aparece en la superficie, la parte más iluminada de tu ser debe imprimir en el cuerpo la
necesidad de una completa confianza en la Gracia Divina, la certeza de que esta Gracia
está siempre trabajando para lo mejor en tú y en todo, y la determinación de someterte
enteramente a la Voluntad Divina.
El cuerpo debe saber y estar convencido de que su esencia es divina y que si no se
pone un obstáculo en el camino del trabajo Divino, nada puede hacernos daño. Este
proceso debe ser repetido persistentemente hasta que toda recurrencia de temor se
detenga. E incluso si la enfermedad tiene éxito en aparecer, su fuerza y duración
disminuirán considerablemente hasta que sea definitivamente conquistada.
Voluntad
Sobre todo, no albergues la idea de un cuerpo no apto. Las apariencias y hechos
pueden estar a favor de esta idea, pero la primera condición del éxito para el yogi y, de
hecho, para cualquiera que quiere lograr algo grande o inusual, es ser superior a los
hechos y descreer de las apariencias. Ten la Voluntad de ser libre de la enfermedad, por
enorme, multifacética y constante en sus ataques que sea, y repele todas las
sugestiones contrarias.
Debe, primero que nada, permanecer completamente desapegado en el vital y la mente.
La enfermedad es el resultado de la labor de las fuerzas de la Naturaleza. Debe usar su
voluntad para rechazar la enfermedad y esta voluntad propia debe usarse como
representante de la Voluntad Divina. Cuando la Voluntad Divina desciende en el
Adhara, entonces ya no trabaja indirectamente a través de la voluntad del Sadhak sino
directamente, y suprime la enfermedad.
Despierta en tí una voluntad de conquista. No una mera voluntad en la mente sino una
voluntad en las células mismas de tu cuerpo. Sin eso, no puedes hacer nada; puedes
tomar cien medicinas pero no te curarán.
La voluntad no es esfuerzo mental, no es el empuje del vital que las personas usan en
general para satisfacer sus deseos. No es desear fuertemente, tampoco; la voluntad no
se trata de luchar, esforzarse e inquietarse. Es calma. Cuando es calma, es realmente un
llamado del Poder Superior para descender y actuar. Hay una voluntad que trabaja
dominando la Naturaleza. Otro tipo de voluntad no domina sino que aspira con un
sentimiento devocional a que el Poder Superior descienda. La voluntad más elevada es
la Voluntad Divina. Es esa la indispensable para cualquier éxito, actúa
automáticamente. No debes preocuparte, estremecerte o inquietarte, pero no debes
tomar la enfermedad como Voluntad Divina, sino verla como una imperfección del
cuerpo de la que hay que deshacerse, de la misma forma en que intentas deshacerte de
imperfecciones vitales o errores mentales.
Debes poner una voluntad fuerte para deshacerte de tu enfermedad y debes
permanecer tranquilo e imperturbable por los resultados. Las dos cosas no son
contradictorias. Una debería acompañar la otra.
Se perfectamente sincero; no intentes engañarte, no digas, “hice todo lo que pude”. Si
no tienes éxito, significa que no estás haciendo todo lo que puedes. Pues si
verdaderamente haces “todo” lo que puedes, tendrás éxito. Incluso las cosas y
sugerencias que vienen de afuera pueden tocarte sólo en proporción al consenso de tu
consciencia, y estás destinado a ser el amo de tu consciencia. (...)
Te aseguro. Depende sólo de una cosa: que verdaderamente, sinceramente, quieras
deshacerte de ello. Y es lo mismo para todo, desde las enfermedades físicas hasta las
mayores dificultades mentales.
De hecho, ¿qué mejor uso puede dar uno a una enfermedad, que tomar la oportunidad
de ir más profundo dentro de uno y despertar, nacer a una nueva consciencia, más
luminosa y verdadera?
El Ser psíquico
Concéntrate en el corazón. Entra en él; vé adentro, lejos, profundo, tan lejos como
puedas. Reúne todas las cuerdas de tu consciencia que se encuentren esparcidas,
átalas, zambúllete y húndete. Un fuego está ardiendo ahí, en la profunda quietud del
corazón. Es la Divinidad en tí -tu verdadero ser. Escucha su voz, sigue sus dictados.
Divinidad del cuerpo
Cuando eres normal, es decir, no estás arruinado por malas enseñanzas y malos
ejemplos, cuando has nacido y vives en un ambiente saludable, y relativamente
equilibrado y normal, el cuerpo espontáneamente, sin necesidad de intervenir
mentalmente o incluso vitalmente, tiene la certeza de que incluso si algo va mal, se
curará. El cuerpo tiene dentro de sí la certeza de la cura, la certeza de que la
enfermedad o el desorden va a desaparecer con seguridad. Sólo a través de la falsa
educación del ambiente es que el cuerpo gradualmente aprende que hay enfermedades
incurables, accidentes irreparables, y de que uno envejece, y todas esas estupideces
que quebrantan su fe y su confianza. Pero normalmente, el cuerpo de un niño -el
cuerpo, no hablo de la mente- el cuerpo en sí siente que cuando algo va mal,
ciertamente va a volver a estar bien. Y si no es así, significa que ya ha sido pervertido
(...) El cuerpo tiene dentro de sí el sentido de su Divinidad. Esto es lo que debes intentar
recuperar en tí, si lo has perdido.
A través de experiencias diarias, repetidas, me he convencido más y más de que todo
desorden en el cuerpo y todas las enfermedades son el resultado de la duda en las
células o en cierto grupo de células. Dudan de la realidad concreta de la Divinidad,
dudan de la presencia Divina en ellas, dudan de que son Divinas en esencia, y esta
duda es la causa de todo desorden. Tan pronto tienes éxito en infundirles la certeza de
la Divinidad, el desorden desaparece casi instantáneamente, y es recurrente sólo
porque, no habiéndose eliminado completamente, la duda reaparece.
Cuando hay una enfermedad claramente localizada en el cuerpo, ¿cuál es la mejor forma de
abrir la consciencia física para recibir la Fuerza sanadora?
Cada uno debe encontrar su propio movimiento; porque para cada persona, lo que es
más efectivo es el método por el cual se ha preparado y que le es más familiar. Así que
es difícil hacer una regla general.
Pero es posible hacer una preparación más o menos general. Esto es acostumbrar el
cuerpo metódicamente a entender que es sólo la expresión externa de una realidad
más verdadera y profunda, y que esta realidad más verdadera y profunda es lo que
gobierna su destino -aunque habitualmente no está consciente de ello.
Gracia Divina
¿Qué debería uno hacer si quiere cambiar su condición física, hacer una curación o corregir
cierta imperfección? ¿Debería uno concentrarse sobre el fin que quiere obtener y ejercitar su
fuerza de voluntad o debería uno vivir en la confianza de que será hecho o confiar en el Poder
Divino para traer el resultado deseado a su tiempo y a su manera?
Todas estas son varias formas de hacer lo mismo y cada una, en diferentes condiciones,
puede ser efectiva. El método por el que tendrás más éxito depende de la consciencia
que hayas desarrollado y el carácter de las fuerzas que puedes hacer entrar en juego.
Puedes vivir en la consciencia de la cura completa o cambiar y por la fuerza de tu
formación interna traer lentamente el cambio exterior. O si sabes cómo y tienes la visión
de la fuerza que puede efectuar estas cosas y tienes la habilidad de manejarla, puedes
invocarla y aplicarla en las partes donde se requiere su acción, y eso efectuará el
cambio. O, de nuevo, puedes presentar tu dificultad a la Divinidad y pedirle a Ella la
cura, poniendo tu confianza en el Poder Divino.
Pero lo que sea que hagas, cualquier proceso que uses, e incluso si has adquirido gran
habilidad y poder, debes dejar el resultado en manos de la Divinidad. Siempre puedes
intentar, pero pertenece a la Divinidad darte el fruto de tu esfuerzo o no. Ahí, tu poder
personal se detiene; si el resultado viene, es el Poder Divino y no el tuyo el que lo trae.
Preguntas si es correcto pedir a la Divinidad estas cosas. No es peor pedirle a la
Divinidad que remueva una imperfección física que pedirle que remueva un defecto
moral. Pero lo que sea que pidas o cualquiera sea tu esfuerzo, debes sentir, incluso si
pones lo mejor de tí usando tu conocimiento o poniendo poder, que el resultado
depende de la Gracia Divina. Una vez que has tomado el Yoga, cualquier cosa que
hagas debe ser hecho con un espíritu de completa consagración. Esta debe ser tu
actitud “Aspiro, trato de curar mis imperfecciones, hago lo mejor que puedo, pero para
el resultado me pongo completamente en manos de la Divinidad”.
¿Ayuda si dices “estoy seguro del resultado, sé que la Divinidad me dará lo que quiero”?
Puedes tomarlo de esa forma. La intensidad misma de tu fe puede significar que la
DIvinidad ya ha elegido que aquello que apuntas será hecho. Una fe inamovible es un
signo de la presencia de la Voluntad Divina, una evidencia de lo que será.
Sólo la Divinidad puede curar. Es en Ella solamente donde uno puede buscar ayuda y
sostén, es sólo en Ella que uno debe poner toda esperanza.
Todas las circunstancias de la vida son arregladas para enseñarnos que, más allá de la
mente, la fe en la Gracia Divina nos da la fuerza para atravesar toda prueba, sobrepasar
toda debilidad y encontrar el contacto con la Consciencia Divina que nos da no sólo paz
y alegría, sino también equilibrio físico y buena salud.
Si quieres mi verdadera forma de ver las cosas, debo decirte que tomar una buena
dosis de fe y confianza en la Gracia Divina es mejor que todas las píldoras e inyecciones
del mundo.
Fijar leyes rígidas de esta manera… te separa del Poder curativo del Espíritu, te separa
del verdadero Poder de la Gracia, pues puedes entender que si por tu aspiración o tu
actitud introduces un elemento superior, un elemento nuevo -lo que podemos llamar
ahora un elemento supramental- dentro de las combinaciones existentes, puedes
cambiar súbitamente su naturaleza, y todas estas leyes así llamadas necesarias e
ineluctables se vuelven absurdas. Es decir que tú mismo, con tu concepción, con tu
actitud y tu aceptación de ciertos presuntos principios, cierras la puerta a la posibilidad
del milagro -no son milagros cuando uno sabe cómo suceden, pero obviamente para la
consciencia externa parecen milagrosos.
Debemos aprender a confiar sólo en la Gracia Divina y pedirle ayuda en todas las
circunstancias; entonces realizará constantes milagros.
La tranquilidad siempre es buena; pero no me refiero por tranquilidad mental a un
silencio absoluto. Quiero decir una mente libre de toda perturbación y problema,
estable, liviana y alegre, para abrir la Fuerza que cambiará la naturaleza. Lo importante
es deshacerse del hábito de la invasión de pensamientos problemáticos, sentimientos
erróneos, confusión de ideas, movimientos de infelicidad. Estos perturban la naturaleza
y la oscurecen, y dificultan el trabajo de la Fuerza; cuando la mente está tranquila y en
paz, la Fuerza puede trabajar más fácilmente.
El cuerpo, naturalmente (experimenta dolor físico) -pero el cuerpo lo transmite al vital y
al mental. Con la consciencia ordinaria, el vital se perturba y aflige y sus fuerzas
disminuyen, la mente se identifica y se irrita. La mente tiene que mantenerse
imperturbable, el vital inafectado, y el cuerpo debe aprender a tomarlo con ecuanimidad
de modo que la Fuerza Superior pueda trabajar.
Habremos hecho un gran salto hacia la realización cuando hayamos expulsado todo
derrotismo de nuestra consciencia. Es perfeccionando nuestra fe en la Gracia Divina
que seremos capaces de conquistar el derrotismo del subconsciente.
Perseverancia
Uno puede tener éxito en retirarse, por así decirlo, de la enfermedad, al retraerse de
ella, cortando la relación que tenía con ella; y de pronto uno emerge por encima de este
sentimiento de malestar, desorden y confusión y se da cuenta de que se ha curado.
Pero a veces es suficiente incluso con recordar, un movimiento de sorpresa es
suficiente, una memoria de lo que era alcanza para que todo se revierta una vez más y
uno deba empezar el mismo trabajo otra vez. A veces uno tiene que empezar de nuevo
tres, cuatro, diez veces, veinte veces. Y entonces alguna persona puede hacer el
esfuerzo una vez, pero la segunda vez ya no lo hace bien, y la tercera no lo hace en
absoluto, “Oh, ¡Uno no puede ser curado por medios ocultos, la Fuerza Divina no te
sana, es mejor tomar medicinas!”. Entonces, para estos, es mejor ir a un doctor, porque
significa que no tienen perseverancia espiritual y sólo se pueden convencer de la
efectividad con medios materiales.
Cuando uno quiere cambiar algo en la vida material, ya sea el carácter o el
funcionamiento de órganos o de hábitos, uno debe tener una perseverancia incansable,
estar listo para empezar de nuevo cien veces la misma cosa, con la misma intensidad
con la que lo hizo la primera vez y como si uno nunca lo hubiese intentado.
Invocar y recibir respuesta
¿Cuál es la manera exacta de sentir que pertenecemos a la Divinidad y que la Divinidad está
actuando en nosotros?
No debes sentir con la cabeza (porque puedes pensarlo, pero eso es algo vago); debes
sentir con tu sentimiento. Naturalmente uno empieza queriéndolo con la mente, porque
es lo primero que uno entiende. Y entonces uno tiene la aspiración aquí (señalando el
corazón), con una llama que te empuja a realizarlo. Pero si quieres que sea de verdad,
bueno, debes sentirlo….
¿Cómo podemos alcanzar ese estado?
Aspira por ello, deséalo. Trata de ser menos y menos egoísta, pero no en el sentido de
volverte bueno con los demás o de olvidarte de tí, no eso: tener menos y menos el
sentimiento de que eres una persona, una entidad separada, algo que existe por sí
mismo, aislado del resto.
Y entonces, por encima de todo, encima de todo, es esa llama interior, esa aspiración,
esa necesidad de luz. Es una especie de -¿cómo decirlo?- luminoso entusiasmo que te
atrapa. Es una necesidad irresistible de fundirte, darte a tí mismo, existir sólo en la
Divinidad.
Aspirar es indispensable. Pero algunos lo hacen con un gran conflicto interno entre la fe
y la falta de fe, confianza y desconfianza, entre el optimismo seguro de la victoria y un
pesimismo que se pregunta cuándo llegará la catástrofe. Si esto se encuentra en el ser,
puedes aspirar, pero no obtienes nada. Y dices “tuve la aspiración pero no obtuve
nada”. Es porque derribaste tu aspiración todo el tiempo con tu falta de confianza. Pero
si de verdad tienes confianza… Los niños, si los dejas solos y no son deformados por la
gente mayor, tienen una enorme confianza de que todo irá bien. Por ejemplo, cuando
tienen un pequeño accidente, nunca piensan que va a ser algo serio: están
espontáneamente convencidos de que pronto estará terminado, y esto ayuda
poderosamente a que termine pronto.
Bueno, cuando uno aspira por la fuerza, cuando uno pide la ayuda Divina, si uno pide
con una certeza inamovible en que la ayuda vendrá, en que es imposible que no llegue,
entonces con seguridad llega… Y alguna gente está constantemente en este estado.
Cuando hay algo para recibir, siempre están ahí para recibirlo. Hay otros, cuando hay
algo que obtener, la fuerza desciende, y siempre están ausentes, siempre están
cerrados en ese momento; mientras que aquellos que tienen esta confianza infantil
siempre están ahí en el momento correcto.
Y es extraño, ¿no?, exteriormente no hay diferencia. Pueden tener exactamente la
misma buena voluntad, la misma aspiración, el mismo deseo de hacer bien, pero
aquellos que tienen esta confianza sonriente dentro de ellos, no preguntan, no se
cuestionan si van a recibir o no, si es algo comprendido… “lo que necesito se me dará; si
rezo tendré respuesta; si estoy en una dificultad y pido ayuda, la ayuda va a llegar -y no
sólo va a llegar, sino que arreglará todo”. Si la confianza está ahí, espontánea, cándida,
incondicional, da mejores resultados que cualquier otra cosa, y los resultados son
maravillosos. Es con las contradicciones y dudas de la mente que uno arruina todo, con
este tipo de noción que viene cuando uno está en dificultades: “Oh, ¡es imposible!
Nunca lo lograré. Y si se va a agravar, si esta condición en la que estoy, que no deseo,
se va a poner peor, si sigo cayendo más y más, si, si, si…”- de esa forma, y uno
construye una pared entre uno y la fuerza que desea recibir. El ser psíquico tiene esta
confianza, la tiene maravillosamente, sin sombra, sin argumentos, sin contradicción. Y
cuando es así, no hay plegaria que no reciba respuesta, ni aspiración que no se realice.
Uno debe tener una aspiración suficiente y una plegaria suficientemente intensa. Pero
eso ha sido dado a la naturaleza humana. Es uno de los maravillosos regalos de la
Gracia dados a la naturaleza humana; uno no sabe como hacer uso de eso.
Esto quiere decir que en lugar del determinismo absoluto en línea horizontal, si uno
sabe cómo cruzar estas líneas horizontales, y alcanzar el punto máximo de consciencia,
uno puede hacer que las cosas cambien, cosas aparentemente determinadas de forma
absoluta. Así que puedes llamarlo con el nombre que quieras, pero es una especie de
combinación de un determinismo absoluto con una libertad absoluta….
Si tienes una aspiración que es suficientemente sincera o una plegaria suficientemente
sincera, puedes hacer descender en tí Algo que cambiará todo, todo -verdaderamente
cambia todo.
Vuelve tu mente completamente fuera de tu dificultad, concéntrate exclusivamente en
la Luz y la Fuerza viniendo de arriba; deja que el Señor haga de tu cuerpo lo que Él
desee. Encomiéndale totalmente la entera responsabilidad de tu ser físico.
Esta es la cura.
Supongamos que tienes un dolor en alguna parte; el instinto (el instinto del cuerpo, el
instinto de las células) es contraerse y tratar de rechazarlo -eso es lo peor, lo
incrementa invariablemente. Entonces, lo primero a enseñar al cuerpo es a permanecer
inmóvil, no tener reacción; por sobre todo, no retraerse, ni siquiera un movimiento de
rechazo -una perfecta inmovilidad. Eso es ecuanimidad del cuerpo.
Una perfecta inmovilidad.
Después de la perfecta inmovilidad viene el movimiento de aspiración interna (siempre
hablo de la aspiración de las células -uso palabras para lo que no existen palabras que
lo puedan expresar, pero no hay otra forma), la entrega, es decir, la espontánea y total
aceptación de la Voluntad suprema.
Medicina y sanación
Cuando la enfermedad se vuelve pronunciada y crónica en el cuerpo, es necesario, a
menudo, recibir la ayuda de un tratamiento físico, y entonces eso es usado como
soporte de la Fuerza.
En la mayoría de los casos el uso de medicinas -dentro de límites razonables, es decir,
cuando uno no se envenena tomando medicinas- es simplemente para ayudar al
cuerpo a tener confianza. Es el cuerpo el que se cura a sí mismo.
Es muy bueno si uno puede deshacerse de una enfermedad enteramente mediante la fe
y el poder yógico o el influjo de Fuerza Divina. Pero a menudo esto no es posible,
porque la naturaleza no está abierta o apta para responder a la Fuerza. La mente puede
tener fe y responder, pero el vital inferior y el cuerpo pueden no seguir sus pasos. O, si
la mente y el vital están listos, el cuerpo puede no responder, o puede responder sólo
parcialmente, porque tiene el hábito de responder a las fuerzas que producen una
enfermedad particular, y el hábito es una fuerza muy obstinada en la parte material de
la naturaleza. En tales casos, se puede recurrir al uso de medios físicos, -no como medio
principal, sino como ayuda o soporte material de la acción de la Fuerza. No remedios
fuertes y violentos, pero sí aquellos que son benéficos sin perturbar el cuerpo.
En todos los casos, es la Fuerza la que cura. Las medicinas tienen poco efecto; es la fe
en las medicinas lo que cura. Hazte tratar por el doctor en quien confíes y toma sólo las
medicinas que te inspiran confianza. El cuerpo sólo tiene confianza en métodos
materiales y es por eso que debes darle medicina -pero las medicinas tienen efecto sólo
si la fuerza actúa sobre ellas.
Es difícil poder hacer una lista de medicamentos (que no deberían prescribirse para
sadhaks, para practicantes), pero la regla general es que las medicinas muy fuertes y
violentas deberían evitarse lo más posible -porque el Yoga aumenta la sensibilidad de
las reacciones vitales y físicas, y las drogas tienden a producir efectos más fuertes o
diferentes que en las personas comunes.
Una hora moviéndote bajo el sol hace más para curar la debilidad o incluso la anemia
que un arsenal de tónicos. Mi consejo sería que las medicinas no deberían tomarse a
menos que sea absolutamente imposible evitarlo; y este “absolutamente imposible”
debería ser estricto.
Después de todo, una enfermedad es sólo una actitud equivocada tomada por una
parte del cuerpo. El rol principal del doctor es, mediante varios medios, inducir al cuerpo
a recuperar su confianza en la Suprema Gracia.
Una mente amplia, un corazón generoso, una voluntad inquebrantable, una
determinación calma y estable, una inagotable energía y una total confianza en la
misión de uno -esto hace al doctor perfecto.
Sanación espiritual
¡Este deleite, esta maravillosa risa que disuelve toda sombra, todo dolor, todo
sufrimiento! Sólo debes ir lo suficientemente profundo dentro de tí para encontrar el Sol
interno, dejarte inundar por él; y entonces no hay nada más que una cascada de risa
armoniosa, luminosa, iluminada por el sol, que no deja espacio para ninguna sombra o
dolor.
De hecho, incluso las mayores dificultades, incluso las mayores penas, los mayores
dolores físicos…. Si puedes verlos desde este punto de vista, desde ahí, ves la irrealidad
de la dificultad, la irrealidad de la pena, la irrealidad del dolor -y no hay nada más que
una alegre y luminosa vibración.
De hecho, esta es la manera más poderosa de disolver las dificultades, sobrepasar las
penas y eliminar el dolor. Las primeras dos son relativamente fáciles -digo
relativamente- la última es más difícil porque tenemos el hábito de considerar al cuerpo
y sus sentimientos como algo extremadamente concreto y positivo; pero es la misma
cosa, es simplemente porque no hemos aprendido, no tenemos el hábito de tomar
nuestro cuerpo como algo fluido, plástico, incierto, maleable. No hemos aprendido a
llevar a él esta luminosa risa que disuelve toda oscuridad, toda dificultad, toda
discordancia, toda falta de armonía, todos esos llantos y lamentos.
Y este Sol, este Sol de risa divina, está en el centro de todas las cosas, la verdad de
todas las cosas. Debemos aprender a verlo, a sentirlo, a vivirlo.