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Patricia Lara

Alvaro Fayad
alias E l T urco

“M-19... ¿Falta de memoria? ¿Falta de energía? Espere, ya


viene...”
Así decían los avisos que, alternándolos, comenzamos a publicar
en los principales periódicos de Colombia cuatro días antes de lle­
varnos la espada de Bolívar.
Esa fue nuestra primera acción.
Sólo teníamos dos metras, una pistola y tres revólveres. Poco an­
tes, nos habíamos apoderado de la colección de armas de los Ponce
de León. No nos quedaba dinero. Los trescientos mil pesos que con­
seguimos se fueron casi todos en pagar los avisos de prensa. Recuer­
do que Lucho Otero se disfrazó de agente vendedor de vermífugos,
se puso saco y corbata, llenó de drogas un maletín Samsonite, llevó
los artes a los periódicos de Bogotá, dijo que trabajaba para los “Labo­
ratorios Oscar G.” y pagó la publicidad en efectivo.
“Hoy llega el M -19”, decía el último aviso.

Ese día me disfracé... Pero cuando me encontré con el compañero


que iba a manejarnos el carro y que hacía ocho años no me veía, me
saludó:
—Qui’hubo Fayad.
A las cinco de la tarde, cuando una pareja de compañeros vestidos
de turistas nos indicó que había salido ya el último visitante de la
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Quinta de Bolívar, redujimos al celador bajo amenaza. Desafortuna­ más, con profundidad, a los Estados Unidos. Él buscaba una nueva
damente, los compás fueron duros con el viejito: él opuso resistencia manera de ser latinoamericana, una nueva concepción de la sociedad
y el nerviosismo los llevó a golpearlo. y de la vida. Y eso sigue vigente: la América Latina es diferente y la
El personal estaba cerrando la Quinta y haciendo las cuentas del revolución latinoamericana será distinta a la de otros países que ya
día. Nos tomamos la dirección... Atravesamos luego un corredor ro­ han hecho la suya o que han escogido ciertos caminos para desarro­
deado de jardines... Llegamos a la habitación donde dormían Bolívar llar su propia revolución. Nuestra revolución, la de Colombia, será
y Manuelita. Con una varilla terminada en forma de pata de cabra, distinta. Será una revolución inspirada por Bolívar... De ahí que su
rompimos el candado y la cerradura. espada, en nuestras manos, se haya convertido hoy en un mito no
En frente, a la derecha, estaba la cama del Libertador. En una sólo para nuestro pueblo sino para los militares enemigos que nos
salita contigua, a la izquierda, sobre un mueble pequeño, reposaba la torturaron durante horas, durante días, seguido, sin dormir, sin co­
urna que contenía la espada. mer, preguntándonos dónde está la espada, quién la tiene...
Entramos. “Dónde está la espada... Dónde está Pablo, dónde está la espada,
Con cuidado, sin estropear nada, atravesamos la alcoba. Llega­ Pablo, la espada, Pablo...”
mos a la salita. Me paré frente a la urna. Me arreglé los guantes de Es que Pablo se ha convertido en otro mito.
caucho blanco. Tomé la varilla con las dos manos. La dejé caer sobre
el cristal... En el silencio del salón, asustaba el ruido de los cristales
al romperse... Tuve que romperlos otra vez: por encima no cupo la Pablo estaba esperándonos para que le entregáramos las armas.
espada. La saqué por un lado... De afán, con la espada de Bolívar bajo la ruana y con los espoli­
La espada de Bolívar era pequeña... Me sorprendió su tamaño. ,• nes entre una mochila de fique, nos montamos en el Renault 6 que
La empuñadura era dorada. Estaba desenvainada. La vaina se veía nos aguardaba a la salida de la Quinta de Bolívar. El carro era presta­
envejecida. do. Como ya oscurecía, intentamos encenderle las luces. Hacíamos
(Su espada ya era nuestra...). funcionar los limpiaparabrisas. Los deteníamos. Hacíamos saltar el
Cogimos los espolines del Libertador. También estaban en la urna. agua sobre los vidrios. Pitábamos... Movíamos todas las palanquitas,
Eran dorados, pequeños... Uno estaba roto. Ello aseguraba que eran y las luces no prendían...
los legítimos. Se los entregué al Mono Pedro, el compa que entró Por ese motivo, una de las primeras tareas que nos impusimos en
conmigo. la organización fue la de aprender a manejar. Sólo Pablo y dos o tres
Regresamos nuevamente a la alcoba. Con cuidado, sobre la cama más sabían hacerlo entonces.
de Bolívar y Manuelita, dejamos varias proclamas. Sin luces, casi de noche, corriendo el riesgo de que nos detuviera
Las habíamos titulado “Bolívar, tu espada vuelve a la lucha”. la policía de tránsito, atravesamos Bogotá. Dejamos la espada en un
lugar seguro. Llegamos a Usaquén...
Al frente de las instalaciones militares de caballería, entre un ca­
Bolívar había asumido la guerra de la independencia como una rro, nos esperaban Pablo, Iván y otros compañeros.
tarea del pueblo en armas. El llamó a combatir a los esclavos, a los Sólo disponíamos de las armas que utilizamos para recuperar la
mulatos, a los mestizos, a todas las clases sociales... El pueblo entero espada, y ellos tenían que tomarse inmediatamente el Concejo de
conformando el ejército libertador... Bolívar se había enfrentado ade- Bogotá.
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—Que hubo —preguntó Pablo. Por ese motivo, el M-19 no está constituido por una manada de
—Bien —contestamos nosotros. locos que de pronto se juntan para hacer la revolución. El M-19 es el
— ¡Pásenlas! Vamos para la otra —dijo él. producto de una suma de experiencias, de un momento histórico muy
A eso de las siete de la noche, llegaron al Concejo de Bogotá. Se ba­ concreto.
jaron del carro... Gustavo Arias, Boris, disfrazado de mayor del Ejérci­ Se iniciaba la década de los setenta. En Colombia se estaba ce­
to, les dijo a los guardias que habían dado un golpe militar. Entonces rrando un ciclo. Ya se iba a elegir al último presidente del Frente
los policías comenzaron a obedecer órdenes inmediatamente... Nacional. Finalizaba el año 1973.
Entraron al recinto. Dejaron una proclama: Es que si usted pone cuidado, se da cuenta de que entre el 9 de
“El Concejo del Común decide: congelamiento de arriendos... abril —cuando mataron a Gaitán—, quien abanderaba un movimien­
Aumento de salarios...”. to popular que iba a triunfar— hasta el 19 de abril —cuando median­
Y antes de salir, con aerosol negro embadurnaron de letreros las te el fraude electoral impidieron el triunfo de la Anapo— Colombia
paredes: había pasado por todas las condiciones de lucha: insurrecciones ur­
“Con el pueblo, con las armas, con María Eugenia al poder”. banas como la del 9 de abril, resistencia guerrillera liberal que estaba
“Movimiento 19 de Abril, M-19”. ya venciendo al ejército, guerrilla revolucionaria campesina, nuevas
concepciones de guerrilla como el ELN, toma de tierras como las
protagonizadas por la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos
Apoyamos a María Eugenia Rojas porque ella era entonces la can- (ANUC), movimiento estudiantil abanderado por Camilo y, de nue­
didata de un movimiento popular. Allí había pueblo que estaba con­ vo, un movimiento popular expresado en la Anapo...
tra la oligarquía. Y lo único que uno no puede hacer es aislarse o Habíamos recorrido toda la gama de posibilidades. Y ellas esta­
separarse del pueblo. ban agotadas. Entonces, nosotros somos el fruto de la violencia, del
María Eugenia era la candidata de esa corriente popular que siem­ estado de sitio, de esa guerra que la oligarquía empezó con la muerte
pre ha permanecido en Colombia, pero que no se ha organizado polí­ de Gaitán, de esa incapacidad suya para solucionar los problemas
ticamente, que no ha montado estructuras que la lleven a la toma del sociales y políticos de nuestro pueblo.
poder. Es ese movimiento popular que asomó la cabeza con Gaitán, En Colombia se abría, pues, una nueva etapa.
que la asomó nuevamente a través de la guerrilla liberal, que intentó Y esa nueva etapa se abría también en el plano internacional.
volver a tener presencia con el MRL, que se identificó con Camilo y La América Latina se estaba moviendo de un lado para otro, bus­
que se expresó de pronto en la Anapo de los años setenta. Es esa cando caminos de lucha que rompieran los esquemas tanto del impe­
corriente popular nacionalista que siempre ha permanecido en Co­ rialismo como de las capillas revolucionarias: habían fracasado ya
lombia sin encontrar la posibilidad de convertirse en fuerza frente a los focos guerrilleros y muchos movimientos de guerrilla urbana como
los partidos de la oligarquía. Es una corriente popular, nacionalista, el de los Tupamaros. Allende había llegado al poder pero había caí­
que sale a la calle en las manifestaciones, pero que también sabe do. Los militares nacionalistas habían demostrado que sí podían de­
tomar las armas... sarrollar experiencias interesantes como la de Velasco Al varado en el
Esa gran corriente histórica es la que nosotros llamamos movi­ Peni o la del general Torrijos en Panamá. Era, pues, una época de
miento popular y nacionalista. Nos identificamos con ella y nos defi­ ebullición en Colombia y en el continente. Era un período crítico en
nimos en función suya. el que comenzaban a aflorar nuevas fuerzas y nuevas concepciones.
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Por eso nosotros somos, simplemente, el producto, el resumen, revolución del pueblo, es decir, de hacerla como es la gente de Co­
de todo ello. lombia, sencilla, luchadora, alegre, descomplicada, con sentido del
humor, mamagallista, sin carretas pesadas, gente que se le mide a las
cosas cuando ve posibilidades de victoria... Y así como es el pueblo
Pablo, Felipe, Hélmer Marín, Garlos Pizarro, Rosemberg Pabón, de Colombia, así es el M-19. Por eso nosotros decimos que quienes
Lucho Otero, Gustavo Arias, estudiantes, obreros, parlamentarios, afirman que no entienden al M-19, que no comprenden nuestras pro­
miembros de la guerrilla indígena, guerrilleros de todas las tenden­ puestas políticas, ni nuestros operativos, ni nuestra manera de ser, lo
cias, cristianos revolucionarios, algunos compañeros que nunca ha­ afirman porque ellos no entienden a nuestro país.
bían militado en la izquierda, gente de Medellín, de Cali, de la Costa,
de Bogotá, mujeres que todavía están en la clandestinidad, unos veinte
en total, nos reunimos en una casa de campo en la Sabana de Bogotá. Mucha gente nos criticaba, por ejemplo, que repartiéramos leche,
Hacía sol. Nosotros mismos cocinábamos y partíamos la leña. dulces, juguetes a los niños... Nos llamaban populistas, Robin Hood...
Las compañeras dormían en un cuarto. Nosotros dormíamos en el Nos decían que así estimulábamos la pasividad del pueblo.
suelo de la sala. Pero mire, por ejemplo, esta historia: una vez, en Bogotá, unos
Nos habíamos reunido para ponemos de acuerdo sobre una nueva compás se tomaron un camión repartidor de leche. Simultáneamen­
concepción de la lucha pero, fundamentalmente, para encontrar una te, otros llegaron a un barrio de invasión y reunieron a la gente en la
nueva manera de avanzar en la revolución. escuela. Les explicaron que pronto llegarían unos compañeros a re­
Entonces no teníamos demasiado claro qué debíamos hacer, pero partirles leche, que se habían tomado por la fuerza un camión repleto
sí teníamos claro qué no queríamos hacer: no queríamos conformar de ella, que el pueblo colombiano sí podía tomar leche todos los días,
una simple guerrilla para sobrevivir; ni un movimiento popular, como pero que, para lograrlo, tenían ellos que ayudamos primero a tomar­
el de la Anapo, que no fuera capaz de enfrentar los fraudes de la nos el poder.
oligarquía; ni un movimiento obrero, dividido, que no saltara a En ese momento, llegó al barrio el camión con la leche. Los com­
la lucha política; ni un movimiento campesino, de toma de tierras pás se la repartieron a los niños. Después llegaron los padres de fa­
solamente, que no se expresara en lo político ni en lo militar. Eso lo milia con las ollas vacías para que se las llenaran de leche. Y cuando
teníamos muy claro... Quienes concurrimos a esa reunión no éramos los compañeros se fueron y llegó la policía, los padres de familia,
unos veinte individuos aislados, sino la suma de una serie de expe­ con sus hijos, se dedicaron a poner huellas en todas partes para bo­
riencias políticas, militares y populares. Y nos fuimos encontrando rrar con las suyas las de nuestros compañeros y evitar así que los
en la búsqueda de una nueva manera de luchar para tomamos el po­ capturaran.
der y en la seguridad que teníamos de que tomamos el poder sí era ¡Eso no es pasividad!
posible. Y le cuento otra historia: había una vez una acequia que llevaba el
Entonces no nos interesaba tanto aportar nuevas teorías revolu­ acueducto de Pereira a un barrio de invasión. La acequia, una especie
cionarias, ni novedosísimas ideas. No. Lo que nos interesaba más era de canal por donde pasaba el agua, estaba empotrada en una montaña
encontrar esa nueva manera de luchar, de organizarse, de unirse, de que se derrumbaba cuando diluviaba. En una ocasión, un derrumbe
ligarse —como movimiento armado— al movimiento popular, de con­ provocado por un aguacero produjo treinta muertos. El Concejo de
jugar la fuerza de la política con la fuerza de las armas, de hacer la Pereira aprobó entonces un acuerdo que ordenaba la eliminación
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de la acequia. Pero la acequia siguió ahí. Protestaba la gente, protes­


armas (Marina, Fuerza Aérea y Ejército) exigieron públicamente un
taban los medios de comunicación, protestaba la Iglesia, y la acequia
cambio en el régimen de justicia, de prensa y de libertades públicas y
seguía ahí.
pidieron, para ellos, total libertad de acción. Mediante una carta que
Entonces un comando del M-19 se tomó las instalaciones del acue­
ducto de Pereira, interrumpió el paso del agua por la acequia y des­ le dirigieron al presidente López, pidieron absoluta libertad para apli­
pués, con una bomba, la voló. Nadie protestó. Y así se acabaron los car la justicia penal militar, exigieron recortes en las atribuciones de
muertos y los líos producidos por la acequia de Pereira. la justicia civil y amenazaron al movimiento popular diciendo que
Eso le demuestra a usted cómo sí se necesita la fuerza, cómo sí se no permitirían que sindicalistas, maestros y estudiantes se moviliza­
necesitan las armas... ran para manifestar su descontento. Exigieron, finalmente, que hu­
biera mayor control de prensa.
Entonces, por primera vez, un ejército que se decía apolítico y no
Ya teníamos unas veinte o veinticinco pistolas y unas pocas esco­ deliberante, aparecía públicamente —y no en secreto como siempre
petas. Las habíamos conseguido en Cali, cuando Iván dirigió un co­ lo había hecho— exigiendo cambios en la estructura del Estado.
mando que penetró en las instalaciones de Thomas de La Rué, esa Las exigencias fueron tan perentorias que López dictó el famoso
empresa privada que se dedica a transportar valores. Iván y otros decreto llamado por todo el mundo “licencia para matar”. Ahí se les
compás entraron, redujeron a los vigilantes y se llevaron todas las quitó a los militares toda la responsabilidad sobre cualquier acción
armas. ' que cometieran “en defensa propia o en cumplimiento de sus fun­
A la salida, se les varó el carro en que iban ellos y las armas. Les ciones”.
tocó empujarlo... López cedió en eso. Pero parece que le dejó todo el otro paquete
Pero necesitábamos más... de medidas exigidas por los militares a su continuador, Julio César
Turbay.
En 1978, cuando Turbay subió al poder y dictó inmediatamente
El conflicto en Colombia se había agudizado... el Estatuto de Seguridad sin que en Colombia hubiera habido toda­
El grado de concentración económica había llegado a su punto vía un paro, ni una acción guerrillera, ni un solo secuestro, y co­
menzó a reprimir la protesta que contra su Estatuto de Seguridad y
más alto. El modelo de desarrollo monetarista, estilo Milton Fried-
su modelo de democracia restringida y represiva iniciaron los mo­
man o Augusto Pinochet, se imponía quebrando industrias y creando
vimientos guerrilleros como las FARC, el ELN y el EPL (muchos
más miseria y desempleo... Pero lo más grave era que, acelerada­
de cuyos militantes habían sido ya detenidos y torturados), noso­
mente, la democracia restringida del poder militar —es decir, esa
tros decidimos realizar la Operación Colombia: la acción aquella
fachada democrática formal pero esa dictadura real— se imponía sobre en que construimos un túnel y a través de él le sacamos al ejército
el poder político. más de cinco mil armas.
La aplicación concreta de la doctrina de seguridad nacional (esa
donde el ejército no cuida las fronteras geográficas de su país sino
que reprime al pueblo porque lo considera su enemigo interno) había Frente a la casa de un compañero, un camión militar pasaba lleno
quedado demostrada: por primera vez, después de la dictadura mili­ de armas una o dos veces por semana.
tar de Rojas Pinilla, todos los generales y los comandantes de las tres Un comando de Bogotá siguió al camión durante meses.
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Se montó el operativo para detener el camión y, sin causar bajas, Pero era tal nuestro empeño por lograrlo que decidimos hacer los
recuperar todas las armas. Pero siempre falló la comunicación por cálculos matemáticos necesarios para abrir el túnel y llegar al punto
walkie-talkie: los compás tenían que tomarse el camión en un lugar y exacto: un espacio de cincuenta centímetros cuadrados, el único punto del
en un instante exactos a fin de evitar bajas... Todo falló siempre por depósito que no era ciego porque no estaba bloqueado por cajas gi­
segundos... gantescas repletas de armas. Sumábamos, restábamos, multiplicá­
Cansados de hacer intentos fallidos, los compañeros se hicieron bamos, dividíamos, tratábamos de despejar ecuaciones... ¡Imagínese
la pregunta obvia: ¿De dónde sale? ¿A dónde llega el camión? la locura! Nosotros de ingenieros... Nosotros en esas... Nosotros que
Comprobamos, entonces, que el camión recogía armas de juzga­ nos rajábamos en matemáticas en la universidad... ¡Fue una locura,
do en juzgado y las llevaba a un cuartel en el norte de la ciudad. pero triunfaron la imaginación y las ganas de tomamos el poder!
Mediante informaciones suministradas por militares amigos, des­ Esa fue la época en que a Pablo se le dio por comprar una compu­
cubrimos después que estas armas, y muchísimas más, estaban con­ tadora dizque para meterle computadora a la organización: tantos
centradas en un solo lugar: el Cantón del Norte de Bogotá. fusiles por metro cuadrado, por tanto espacio, igual tantos hombres
Cuando Pablo conoció la noticia, dijo inmediatamente: ; en armas... Tantas bazucas, tantos metros de tierra removida, tantos
— ¡Hagamos un túnel! hombres hora...
Y las ganas de tener las armas para tomamos el poder, y la capa­ Un día se presentó con su famosa computadora... Y resultó ser
cidad y la voluntad para hacerlo, nos llevaron a construirlo. una simple calculadora electrónica... Durante mucho tiempo le ma­
Buscamos una casa. Encontramos, en frente del Cantón, una para mamos gallo con ese cuento... Para no perder la plata, nos tocó rifar­
la venta. la poniendo avisos en el periódico.
En los alrededores vivía gente de clase media alta. Nos reuníamos a diario con quienes coordinaban el operativo del
Decidimos proponerles a Rafael Arteaga y a Ester Morón, su mujer, Cantón. Ellos nos informaban todos ios detalles... Lo que más nos
que compraran la casa y, desde ahí, se construyera el túnel. interesaba era el ritmo de construcción del túnel... Debíamos pene­
Ellos gerenciaban nuestra empresa Produmédicos, compañía de­ trar el piso de concreto del depósito de armas durante las fiestas de
dicada a la compra y venta de implementos hospitalarios. Eran fin de año...
compañeros capaces, tenían conexiones bancarias y un modo de ser El 3 1 de diciembre, unos burgueses amigos nos invitaron a cele­
y un estilo de vida propios de los habitantes de ese barrio. Además, brar el año nuevo. Vivían en el piso alto de un edificio, al norte de
estaban lo suficientemente convencidos de la justeza de nuestra cau­ Bogotá. Desde las ventanas se veía el Cantón. Se alcanzaba a obser­
sa como para aceptar, gustosos, pasar de una vida fácil a otra mucho var si había movimiento de tropa en los alrededores.
más difícil: la de la ilegalidad... Nos acababan de informar que ya se iba a romper el piso del depó­
Pablo los invitó a almorzar. Les propuso el operativo. Ellos se sito. Ese era el momento más peligroso del operativo: podía haber
entusiasmaron inmediatamente... militares adentro, podían darse cuenta, podían escuchar el estruendo
Entonces buscamos unos ingenieros amigos, expertos en la cons­ del concreto al romperse, podía llegarse a ese punto ciego que nos
trucción de túneles, y les pedimos su opinión. Hicieron los estudios... obligara a modificar la dirección del túnel, a hacer otro prácticamente...
Nos dijeron que las condiciones del suelo, su nivel freático, los gases Pablo y yo decidimos concurrir a la fiesta... Mientras todos brin­
que se producirían con la apertura del túnel y la velocidad a la que daban a las doce de la noche, nosotros no separábamos los ojos de
queríamos construirlo, hacían imposible la operación. los ventanales... Las luces despedidas por la pólvora que en la ciudad
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disparaba la gente para recibir el año nuevo, hacían aún más visibles del Estatuto de Seguridad, apertura democrática... Ello a cambio del
Jos alrededores del galpón lleno de armas. Desde lejos, el galpón silencio de nuestros fusiles.
parecía una ballena gigantesca. La luz de la luna le daba visos azules. Desde esa época —enero de 1979— ya estábamos haciendo esa
De ahí que Ester y la gente del túnel bautizaron el operativo “Opera­ propuesta de apertura democrática que ha recorrido todos estos años...
ción Ballena Azul”. La reacción inmediata de algunos sectores al enterarse de que
Desde los ventanales del apartamento no observábamos movi­ habíamos desocupado el Cantón Norte, fue la de preguntarse: ¿para
mientos extraños de la tropa. qué tantas armas?
Abandonamos la fiesta. Yo pienso que quien no se equivocó en saber para qué tantas ar­
A las ocho de la mañana del primero de enero tuvimos el primer mas fue el enemigo. Por eso respondió con tanta rapidez y elevó en
contacto físico con gente de la casa. Nos entregaron una fotografía Colombia la tortura a niveles nunca vistos. El enemigo sabía que un
instantánea, en colores, donde aparecían las primeras armas. pueblo en armas se le enfrentaba y era capaz de vencerlo. Por eso,
Comenzó entonces una etapa de coordinación impresionante: co­ cuando desocupamos el Cantón, los militares utilizaron en contra
ordinamos ciento y pico de compañeros moviéndose: los que cons­ nuestra toda la información que poseían, por inexacta que ella fuera.
truían el túnel, los que frenteaban la casa, los que distribuían las armas, Y permanecieron varios días sin pistas... Hasta que entre los mi­
los que las transportaban, los que las llevaban a las distintas caletas les y miles de detenidos y torturados encontraron un hilo de comuni­
de Bogotá, Cali, Medellín, Santander y Caquetá, los que las recibían cación con el M-19. Así llegaron a detener a varios compañeros y,
en cada sitio del país, los que hacían las caletas, los que las encerra­ por fin, a base de tortura, quebraron a unos pocos y obtuvieron la
ban ahí... Recuerdo a Bermeo, tan bogotano él, quien estaba encarga­ información que más les interesaba: dónde estaba la caleta principal.
do de la casa adonde llegaban las armas en primera instancia. (La A los compañeros que poseían esa información les habíamos di­
habíamos bautizado “I’lle de France”). Y recuerdo también a Margot cho que se fueran, que se perdieran... /
Pizarro, con siete meses de embarazo, manejando una camioneta, Nuestro error consistió en que no lo dijimos como si se tratara de
transportando armas de un lado para otro... una orden sino más bien de un consejo. /
El dos de enero habíamos sacado ya tantas armas, que estábamos
improvisando nuevas caletas... Las que teníamos no nos alcanzaban...
Habíamos recuperado ya mucho más de cinco mil fusiles... Pablo se fue para una finca segura y yo para las selvas del Cauca.
Cuando terminaron de desocupar el depósito de armas, los com­ Iván, en cambio, se quedó en su casa de Cali.
pañeros pintaron letreros en las paredes: Lo detuvieron.
“¡Feliz año con armas para el pueblo!” Cuando por la radio me enteré de la noticia, llegué a Cali. Me en­
Dejaron, además, un boletín que titulamos “Los ciudadanos ho­ contré con Pablo. Nos distribuimos las funciones que tenía Iván. Hici­
nestos deben armarse. Y lo hicimos”. mos el balance de las armas que nos habían quedado, un 25%
Aludíamos a una declaración que dio en ese sentido el general aproximadamente. Repasamos la lista de los compañeros detenidos...
Camacho Ley va, entonces ministro de Defensa y autor del Estatuto Lo que llamamos el aparato —las casas, los cairos— estaba práctica­
de Seguridad. mente desbaratado... Pero las columnas permanecían casi intactas.
En el comunicado de la Operación Colombia le hacíamos al país Durante los meses siguientes, detuvieron a varios compañeros más.
una propuesta política: levantamiento del estado de sitio, derogación Pero nuestro proyecto político había quedado fortalecido.
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Tres o cuatro meses después del Cantón reunimos nuestra Sépti­ dos... Les impidieron el derecho al estudio... Las trataron, en fin,
ma Conferencia. Hicimos un balance general y analizamos cuáles como tratan a las presas en Colombia, donde la cárcel es mucho más
eran las informaciones que más le interesaban al enemigo: dónde cruel para ellas que para los hombres... Pero todas nuestras compa­
escondíamos las armas que todavía nos quedaban, dónde estaban los ñeras detenidas conquistaron el respeto y la dignidad a base de tena­
miembros de la dirección que permanecíamos en libertad y dónde cidad, de vigor y de ternura.
guardábamos la espada de Bolívar. Gladys y María Etty se disfrazaron de monjas... Unos seis compa­
Por esa época, habían intentado buscarla inclusive en la tumba ñeros vigilaban las esquinas. Ellas entraron a El Caleño. Redujeron a
del poeta León de Greiff, quien había muerto hacía poco tiempo. los vigilantes. Preguntaron por el gerente del periódico. Le dijeron
Entonces, por seguridad, movimos la espada del lugar donde la que tenía que hacer una edición especial. Hablaron con los periodis­
teníamos. tas que estaban ahí. Les contaron que llevaban listo el fotolito. Ellos
Para protegerla, la habíamos engrasado, forrado en estopa y sella­ tomaron fotografías del operativo. Se imprimió la edición. En ella se
do en un cajón de cemento cubierto con madera. La caja que conte­ insistía en la necesidad de combatir, se incluía una entrevista con
nía la espada parecía un ataúd. Pablo y yo la metimos entre un Renault. Toledo y se convocaba a luchar por la apertura democrática...
No cabía del todo... Entonces simulamos un trasteo y llenamos el Concluido el trabajo, las compañeras se llevaron al gerente como
baúl del carro de chécheres y canastos que cubrieran la caja con la rehén para asegurar, así, que el periódico sería distribuido. Lo libera­
espada. Pero ella se asomaba de todas maneras... Sin embargo, Pablo ron cuando el diario estaba ya en la calle. Consuelo de Montejo, due­
y yo decidimos transportarla así. Atravesamos Bogotá con esa espe­ ña de El Caleño y El Bogotano, mandó un avión expreso para recoger
cie de ataúd que acompañaba al trasteo. Parecíamos la Cándida Erén- los fotolitos. Lo reprodujo en Bogotá. Ese día ambos, El Caleño y El
dirá llevando de un lado para otro su trasteo y su caja con los restos Bogotano, se agotaron en minutos.
de sus muertos...
En esa época —mayo, junio de 1979— la represión había llegado
a su punto más alto. Por eso protegimos la espada y decidimos com­ Por esa época yo vivía en una finquita vieja en las afueras de
batir aún más. Bogotá. Ese año, el 24 de julio, cumplí 33 años (sí, yo cumplo el
Entonces, el 19 de abril de ese año, los compañeros del regional mismo día del natalicio de Bolívar...). Entonces me regalé de cum­
del Valle se tomaron el diario El Caleño, denunciaron las torturas y pleaños las obras completas de César Vallejo. Me entretenía leyendo
le contaron al país que el M-19 no estaba destruido como afirmaba el poemas de Vallejo, novelas de vaqueros y de ciencia ficción. A veces
ejército. escuchaba boleros, “Hola soledad”, la Sonora Matancera, los Chal-
Gladys López1, la mujer de Hélmer, dirigió esa operación. En ella chaleros, “Zamba de mi esperanza”. Oía música andina. Me gustaba
participaron varias mujeres, entre otras María Etty, dirigente juvenil la quena...
de grupos cristianos. Ambas fueron torturadas después, María Etty La noche del 26 de octubre me cogió en casa de unos compañe­
violada a los 19 años, ambas soportaron luego la cárcel de manera ros. Me quedé allá: los militares me tenían ya muy ubicado y por eso
inmisericorde: les cortaron las relaciones con sus hijos, con sus mari- no me movía después de las doce.
Esa noche me quedé dormido leyendo una historia de Supermán.
Madrugué al día siguiente. Fui a casa de unos compañeros a reco­
1 Gladys López, muerta en combate en 1985. ger unos documentos y unos sténciles para imprimir el periódico de
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electoral. Y en la carta abierta que le escribimos a María Eugenia


Rojas en mayo de 1974, le dijimos que había quedado comprobado
una vez más que las elecciones eran el mejor mecanismo que tenía la
burguesía colombiana para prolongar su régimen de privilegios y que,
mientras él imperara, emplearíamos todas las formas de lucha hasta
Jaime Bateman Cayón llegar a aniquilarlo.
alias P a b lo Esa carta a María Eugenia marcó un momento muy importante en
la historia de la organización. En ella afirmamos no sólo que en abril
de 1970 el general le falló al pueblo, sino también que las masas, con
el atropello, quedaron notificadas de que la oligarquía sólo respetaría
su opinión cuando ella estuviera respaldada por una férrea organiza­
ción político-militar. Y hablamos, además, de armar, con la partici­
A lejados por un tiempo del dilema inmediato entre la muerte y la pación de todos los anapistas, una estructura política de fácil acceso
supervivencia, estando por fuera de las FARC, comenzamos a ver para los sectores explotados de Colombia, la cual se comunicara con
que el mundo se corrompía, que la realidad era diferente... En cierto los distintos partidos y grupos, armados y pacíficos, legales y clan­
modo, nos libramos de una talanquera que nos impedía ver con cla­ destinos, que lucharan por el derrocamiento del sistema de explota­
ridad... ción que impera en el país. Y cuando la Anapo se fue diluyendo y
Como constituíamos un grupo tan pequeño, conscientemente ela­ nuestra organización se fue volviendo un proyecto político de masas,
boramos un plan reducido también. Nos proponíamos luchar por la especialmente a raíz del ajusticiamiento de José Raquel Mercado, el
unión de los movimientos guerrilleros; combatir a la oligarquía y al M-19 se convirtió, exactamente, en esa estructura que describimos
imperialismo; conseguir dinero y armas; y buscar la forma de orga­ en la carta a María Eugenia: una organización político-militar que se
nizamos... Y encontramos la Anapo, un movimiento que a dife­ comunica con el pueblo colombiano y lo interpreta...
rencia de los de la izquierda tradicional, movía masas a montones.
Y ahí, trabajando con ellas, adquirimos una experiencia valiosísi­
ma. Y a pesar de que teníamos compañeros que hacían parte de la Interpretamos al pueblo cuando recuperamos la espada de Bolí­
var... Ella constituye un símbolo que vale más que cien mil fusiles.
dirección de la Anapo, como Toledo y Almarales, nosotros nunca
Por eso nuestra primera acción consistió en ponerla en manos del
trabajamos con la institución rojista. Trabajamos con el pueblo ana-
pueblo que lucha por la libertad de su patria. Y hasta que esa libertad
pista. Yo ni siquiera conocí personalmente a María Eugenia y al
no esté asegurada, su espada, como lo quiso el Libertador, nunca
general. Sólo los vi de lejos, en las manifestaciones. Pero ahí, con
regresará del combate... Jamás será envainada.
el pueblo, también cometimos errores: a un movimiento populista,
como era Anapo, le inyectamos demasiada ideología... Y las masas
no la comprendieron...
Interpretamos al pueblo cuando juzgamos y ajusticiamos a un trai­
Sin embargo, nuestra idea era válida y sigue siéndolo: el pueblo
dor de la clase obrera... El juicio y ajusticiamiento a Mercado le abrió
debe ejercer el derecho elemental de armarse para enfrentar a la oli­
nuevas perspectivas al movimiento sindical... Demostró hasta dónde
garquía que le arrebató su triunfo mediante un vergonzoso fraude
180 SIEMBRA VIENTOS Y RECOGERÁS TEMPESTADES
JAIME BATEMAN CAYÓN 179

llegaba su prodredumbre... Despertó a muchos dirigentes obreros campaña de carteles para que no lo fusiláramos; los sindicatos discu­
quienes se dieron cuenta de que su función no era la de traicionar a tieron el asunto; algunos miembros de la CSTC dijeron incluso, pú-
los trabajadores colombianos. La gente oyó nuestro mensaje: blicamente, que a Mercado había que ajusticiarlo... Él estaba entregado
—Hermano, aquí hay que comportarse. Hermano, aquí no se le totalmente al imperialismo. En el interrogatorio que le hicimos reco­
pueden hacer jugadas chuecas a la clase trabajadora. noció que trabajaba con los norteamericanos, que recibía de ellos
No quiero decir con eso que el movimiento sindical ya sea puro ni cuantiosos cheques. Nosotros editamos quinientos mil ejemplares de
que haya cambiado totalmente. Pero después de la muerte de Merca­ un folleto en el que presentábamos las pruebas en su contra. Ese fue
do, se le abrieron nuevos caminos a la unidad sindical colombiana. un acto muy político, de mucho nivel, que afectó directamente al
Cuando secuestramos a Mercado estábamos realmente convenci­ Estado colombiano, que generó los grandes problemas que López
dos de que por lo menos una de nuestras peticiones —la de que se tuvo en su gobierno, que transformó el movimiento sindical de este
aumentaran los salarios de los trabajadores de Río Paila, que se en­ país... La gente participó en ese acto. El grado de participación popu­
contraban en huelga— iba a conseguirse. Con esa petición que hu­ lar que hubo en la toma de esa decisión es imposible medirlo. Noso­
biéramos conseguido, habríamos liberado a Mercado, con esa no más. tros lo medimos por el desarrollo tan grande que, después de la muerte
Y así se lo hicimos saber al presidente López. No es cierto, como de Mercado, especialmente en los sectores obreros, tuvo el M-19.
dice él, que en esa época no se pudiera negociar con el M-19 porque Fue entonces cuando las bases populares comprendieron realmente
no había a quién dirigirse, ¿no es cierto! Sí hubo un intermediario. qué era lo que queríamos nosotros...
Pero López insistió en que no negociaba. Tal vez estaban ejerciendo En realidad, nosotros no deseábamos matar a Mercado... Quería­
sobre él presiones inmensas... A Mercado lo dejaron solo. Y la última mos negociar. Pero la oligarquía no nos dejó otra salida que la de su
carta que él le dirigió a López, en ese sentido, es muy diciente... fusilamiento... Tal vez si lo hubiéramos detenido ahora, cuando so­
La ministra de Trabajo de entonces, María Elena de Crovo, tuvo mos mucho más maduros, no nos habríamos apresurado a ajusticiar­
una responsabilidad muy grande en la muerte de Mercado... Ella fue lo el día en que cumplía un aniversario más la organización. Quizás
revolucionaria hasta ese momento. Ella más que nadie conocía a lo habríamos retenido no dos meses, como lo retuvimos, sino mu­
Mercado. Ella no hizo más que condenarlo durante toda su vida de chos más. Tal vez entonces el gobierno habría negociado y Mercado
revolucionaria. Ella, en aquella época, le deseó la muerte ¡quién sabe viviría hoy.
cuántas veces! Y a su entierro fue a derramar lágrimas de cocodrilo... Se fusiló a Mercado como se fusila a todo el mundo... Su final fue
Eso, en política, se llama ¡inconsecuencia! un episodio oscuro, doloroso, lamentable...
Sí, la oligarquía abandonó a Mercado... Vivo no les servía para De él preferimos no hablar...
nada. Su muerte, en cambio, creyeron que les convenía: quizás pen­
saron que con ella íbamos a desacreditamos.
En realidad, sólo nos desacreditamos ante los intelectuales de iz­ Interpretamos al pueblo cuando secuestramos al gerente de una
quierda que tienen tres esquemas en la cabeza. Ante las bases popu­ empresa cuyos trabajadores, en huelga una vez más, se habían acos­
lares, ¡olvídese! El M-19 despegó con la muerte de Mercado. tumbrado a que los conflictos laborales se terminaban cuando la
¡Despegó mil veces, mil veces, mil veces! empresa invadía con tractores los predios sindicales, mientras seguía
La decisión de ajusticiarlo la sometimos al veredicto popular. La violando la ley laboral en lo que a derechos y prestaciones sociales
gente escribió en las calles sí; escribió no; la CTC hizo una gran de los trabajadores se refiere.
JAIME BATEMAN CAYÓN 181 182 SIEMBRA VIENTOS Y RECOGERÁS TEMPESTADES

El golpe que dimos con el operativo de Indupalma fue ideal desde Yo interrogué personalmente a Ferreira. Desarrollé con él una re­
el punto de vista de sus efectos. Se obtuvo el ciento por ciento de las lación muy buena. Conversamos mucho... Su secuestro ha sido uno
peticiones. No se cometió un solo error. No hubo muerto. La izquier­ de los más accidentados. Imagínese que cuando lo llevamos deteni­
da, entonces, no pudo criticarnos. Pero si vamos al fondo del proble­ do para la cárcel del pueblo, tuvimos que parar como diez minutos en
ma, el caso es igual al de Mercado: si hubiéramos tenido que matar a la Calle 32 con la Carrera 13, mientras terminaba de pasar un desfile
Ferreira Neira, la izquierda hubiera respondido de otra forma. militar. En los alrededores había mucha tropa. Pero como entre el
Con el secuestro del gerente de Indupalma se buscaba lograr una carro iba el compañero que se vistió de mayor para entrar en la ofici­
reivindicación obrera. Pero nosotros decíamos: no somos nosotros na de Ferreira con la disculpa de que debía tratarle un problema de
quienes debemos conseguirles las reivindicaciones a los obreros, son seguridad y así poder sacarlo, los soldados fueron muy corteses y
ellos mismos; que ellos negocien. Nosotros nunca quisimos discutir saludaron al “mayor” como correspondía de acuerdo con su rango.
con el gobierno en ese caso ¡nunca! Discutieron el gobierno y la Cuando concluyó el desfile, nos pidieron que pasáramos en primer
clase obrera. Nosotros fuimos unos simples intermediarios... En la lugar. Y cuando íbamos a liberar a Ferreira, lo dejamos solo, al lado
historia de Colombia no ha habido una huelga en la cual la clase de la cárcel, y ahí se quedó. Los compañeros tenían orden de entrar y
obrera se haya movilizado tanto como en esa. Ese pliego de peticio­ salir con los ojos cerrados para no saber cuál era la ubicación del
nes de los trabajadores de Indupalma ha sido uno de los pocos que lugar. Entonces abandonaron la cárcel a tientas y se montaron dentro
las cuatro centrales obreras han firmado conjuntamente. del carro dizque para devolver al secuestrado. Cuando llevaban una
¡Fue un golpe perfecto! Al comienzo estábamos dispuestos a ce­ hora de camino y el conductor les dijo que ya podían abrir los ojos,
der si la empresa concedía el treinta por ciento de las peticiones: se miraron los unos a los otros y se percataron de que a Ferreira lo
dadas las condiciones de miseria en que vivían sus trabajadores, eso habían dejado solo, allá dentro de una habitación contigua a la cár­
ya era un logro. Pero luego, durante las negociaciones, nos mantuvi­ cel. Temiendo encontrar en su lugar a un batallón, regresaron a toda
mos firmes y la empresa cedió en todo. velocidad. Bogotá estaba más militarizada que nunca. Para ese día
Apareció entonces un nuevo camino en la lucha sindical el cual, las centrales obreras habían convocado a un paro cívico nacional, el
desgraciadamente, no se continuó. ¡Es que no es fácil secuestrar dos famoso del 14 de septiembre. Ferreira estaba ahí, tranquilo, esperan­
veces a una misma persona! Además, el secuestro no es la forma de do a que llegaran por él...
lucha adecuada para lograr las reivindicaciones obreras... A él le dábamos de comer lo que pidiera, como lo hemos hecho
Con lo de Indupalma le dijimos a la gente: hay que organizarse, con los otros detenidos. A Ferreira le encantaban los langostinos. En
hay que unirse, hay que inventar nuevas formas de combate, noso­ varias ocasiones, dentro de la cárcel del pueblo, comió langostinos
tros no podemos transformar nuestro movimiento en el instrumento llevados de los mejores restaurantes. Claro que la cárcel era estrecha,
que tiene la clase obrera para manejar sus conflictos... no era la ideal, no tenía ventilación natural sino artificial... Pero hasta
El caso de Indupalma era muy claro. Tanto que durante su cauti­ donde nos era posible, dadas las circunstancias, complacíamos a Fe-
verio, el mismo Ferreira Neira reconoció que el problema del país es rreira, igual que a los otros secuestrados, en todo lo que podíamos:
de fondo. Él vio con claridad que en esa oportunidad su empresa juego, lecturas, cualquier otro tipo de diversión... Es que nosotros
estaba negociando porque detrás de la lucha de sus obreros había una tratamos de evitar que nuestros detenidos se angustien... ¡Un secuestra­
gran fuerza político-militar y los dirigentes no podían ya invadir con do angustiado forma unos líos del carajo! Los compañeros que lo
tractores las casas sindicales porque sus cabezas estaban en peligro. cuidan sufren mucho más. Es que ser centinela de un secuestrado
M IM E BATEMAN CAYON 183 184 SIEMBRA VIENTOS Y RECOGERÁS TEMPESTADES

produce muchos traumas, sobre todo si la razón del secuestro es eco­ po Socialista, nos costó mucha plata. En consecución de armamento
nómica, si la acción no produce dividendos políticos... A nadie, y hemos gastado millonadas. Y hemos perdido, también. Por lo menos
menos a nosotros, le gusta el secuestro. ¡Nosotros preferiríamos mil sesenta millones de pesos invertidos en casas, en carros, en aparta­
veces no vernos obligados a secuestrar gente! Pero como el Estado mentos, nos ha quitado el ejército. Pero, eso sí, nunca hemos perdido
no tiene un impuesto destinado a financiar la revolución de los po­ un centavo por deshonestidad de los compañeros que manejan el di­
bres, y como los que tienen dinero no lo aflojan a las buenas, y como nero. Ha habido derroche, ¡claro!, ha habido falta de criterios admi­
no queremos ser una organización revolucionaria financiada por la nistrativos, pero jamás ha habido mala fe, ¡jamás un compañero se
Unión Soviética o cualquier otro país extranjero y dependiente de él, ha volado llevándose dinero consigo!
no nos queda más remedio que secuestrar a unos pocos oligarcas. El M-19 maneja el dinero como lo hacen los capitalistas. Tene­
Pero nosotros no secuestramos a cualquiera que tenga plata. Hay mos empresas, invertimos en acciones de compañías importantes,
personas que tienen un carro, dos, tres, que tienen casas, que tienen hacemos negocios... Pero nunca hemos hecho un balance de los bie­
fincas y que, personalmente, no se comportan siquiera como peque- nes de la organización. Es imposible establecer una contabilidad cen­
ñoburgueses. El hecho de que una persona tenga cosas no implica tralizada cuando se trabaja en la ilegalidad. Obviamente, tenemos
que ella sea burguesa. Eso aquí la guerrilla no lo ha sabido manejar, organismos de dirección colectiva que discuten y aprueban los gas­
no lo ha entendido. El secuestro debe dirigirse contra los enemigos tos... Pero como las regionales también asaltan bancos, y como el
del pueblo. De lo contrario no cumple una función política. Y es más: dinero que obtienen lo manejan ellas, no es posible saber exactamen­
nosotros preferimos detener a los representantes de las multinacio­ te cuánta plata ha adquirido y ha gastado el M-19.
nales que le sacan al país millones de dólares, antes que secuestrar a
un industrial colombiano quien, a pesar de haber conseguido su for­
tuna a base de explotar a sus trabajadores, algo ha hecho por la na­ ¡En serio, eso del dinero es un lío!
ción. Ahora estamos de plata como regularzongo. El millón de dólares
Por esa razón secuestramos a Donald Cooper, gerente de Sears, y que obtuvimos con la toma de la embajada lo invertimos en compras
a Nicolás Escobar Soto, gerente de la Texas Petroleum. El secuestro de armas. Queremos hacer un secuestro más, uno solo, pero uno que
de Cooper ha sido el que más dinero nos ha dejado: un millón de nos deje tres millones de dólares... Así solucionaríamos definitiva­
dólares... En cambio, la Texas nunca quiso llegar a un acuerdo eco­ mente, con un costo político muy bajo, el problema económico de la
nómico con nosotros. Quizás porque era colombiano, la multinacio­ revolución. Haga la cuenta: tres millones de dólares bien invertidos
nal abandonó a Escobar Soto. Y cuando el ejército descubrió la cárcel rentan dos millones y medio de pesos mensuales, ¡dos y medio mi­
del pueblo y en el tiroteo él murió junto con nuestros compañeros, a llones! Con eso financiaríamos la revolución colombiana... ¡Es que
los ejecutivos de la Texas debió importarles muy poco la suerte de su hacer esa vaina cuesta mucha plata! Imagínese que sólo el transporte
empleado. Ojalá que ese caso les sirva de experiencia a los colom­ al exterior de un dirigente que se encuentre en el campo, dentro de
bianos que se venden a las multinacionales: ¡cuando ellos las necesi­ una zona militarizada, puede valer uno o dos millones de pesos. Ade­
ten, las multinacionales, seguramente, los abandonarán! más, nosotros tenemos que llevar en el bolsillo, permanentemente,
Pues sí, hacer la revolución cuesta mucho dinero... En siete años dinero suficiente para sobornar a los militares que nos tranquen por
f y medio de vida creo que hemos gastado cerca de cien millones de
i el camino. Claro que todo es tan relativo... A mí, en Bogotá, me han
7: pesos. La financiación del periódico Mayorías, órgano oficial de Ana- parado dos veces: la primera porque iba con otros compañeros en un
JA IM E BA TEM AN CAY ÓN 185 186 SIEMBRA VIENTOS Y RECOGERÁS TEMPESTADES

carro robado, recuperado como decimos nosotros, y la segunda por­ disfraces, no nos cogen porque son brutos. Y hasta tiene razón... Fi­
que me pasé un semáforo en rojo. El primer incidente sólo nos costó gúrese que cuando estábamos construyendo el túnel para llegar hasta
trescientos o cuatrocientos pesos. Nos llevaron a la Estación Cien, el Cantón desde la casa que nuestra empresa, Produmédicos, compró
arreglamos con los tipos y los convencimos de que el carro no era enfrente, los soldados, a tiempo que hacían guardia en el Cantón,
robado sino que nos lo habían prestado... El segundo me costó lo que cuidaban nuestros carros y recibían y tomaban con avidez los jugos
valen unas cuantas cervezas. Resulta que un policía se puso furioso de frutas que los dueños de Produmédicos les preparaban y llevaban
porque luego de pasarme un semáforo en rojo no me detuve cuando a la puerta de la casa. Sí, se los llevaban a la misma puerta por donde,
oí la sirena. En realidad, yo iba distraído y pensé que el problema no tres veces diarias, una camioneta entraba y salía cargada con dos o
era conmigo. Entonces el tipo se me cruzó, me detuvo, me encañonó tres toneladas de la tierra que sacábamos del túnel. Ellos escuchaban
y me llevó a la misma Estación Cien. Estaba muy bravo. Creía que además, tranquilamente, la radio y la televisión encendidas dentro de
yo le había mamado gallo. Lo invité a tomar cerveza y acabamos la casa a todo volumen para que ellos, precisamente, no se percataran
borrachos hablando paja... ¡En otra ocasión la escena fue de película! de que, adentro, unas bombas especiales permitían que los compañe­
Figúrese que seis meses después de haber sacado las armas del Can­ ros respiraran dentro del túnel por el cual transportamos después miles
tón, Toledo y yo viajarnos al Ecuador. Yo iba adelante en un carro y y miles de armas. Tantas, que ni el mismo ejército sabe cuántas... ¡La
Toledo iba atrás en otro. Cuando llegamos a la frontera me bajé con prueba de ello es que para calcular cuántas armas nos quitó, el ejérci­
los pasaportes de todos en la mano. Entonces vi las fotografías de to tuvo que pesarlas! Eran tantas que no podía contarlas... Inicial­
Toledo y mía. “Se busca”, decían, y ofrecían un millón de pesos a mente nosotros creíamos que habíamos sacado cinco mil armas. Luego
quien suministrara información sobre el paradero de cualquiera de nos dimos cuenta de que sacamos muchas más. El ejército calcula
nosotros dos. Entonces, con toda la tranquilidad del caso, conversé que recuperó el noventa por ciento de ellas. Nosotros creemos que el
un rato con el guardafronteras y luego le dije: porcentaje es menor. Claro que debido a la tortura lograron que un
—Hermano, ¿quiénes son esos tipos? compañero dijera dónde estaba nuestra caleta más importante. Pero
—Los que se robaron las armas del Cantón —respondió—. ¿Lue­ nos quedan bazucas, que son herramientas claves para los combates
go usted no ha oído el cuento? —agregó. futuros. Y el ejército nunca se ha enfrentado a bazucas. Siempre ha
Le mamé gallo otro rato. Me contó toda la historia de las armas combatido contra fusiles, pistolas y carabinas...
que le robaron al ejército sacándolas por un túnel... Me despedí y Indudablemente, el ejército nos golpeó. Cuando hubo esa repre­
pasamos al otro lado sin ningún problema. Todos esos controles son sión tan grande después del Cantón, sólo quedamos fuera de la cárcel
tan relativos... Las requisas, por ejemplo, ¡no sirven de nada! Las cinco personas. Entonces yo vivía aquí en Bogotá. Me mudé siete
hacen más para aparentar que controlan que para controlar de ver­ veces. Pero hacía mi vida de persona común y corriente. Inclusive,
dad. A mí me requisaron una vez, también en Bogotá. Y fíjese cómo pocos meses después de que sacáramos las armas, un amigo mío,
son las vainas de la policía. Como yo llevaba una pistola que tenía burgués, me invitó a una fiesta de corbata negra. Me disfracé, dije
salvoconducto, no me pidieron ningún otro documento de identifica­ que era un industrial del Caribe y conversé la mayor parte de la no­
ción. Como el salvoconducto es lo suyo, es lo militar, se supone que che con un ex alcalde de Bogotá... Recuerdo que en esa época otro
nadie puede falsificarlo. Pero resulta que todo el mundo lo falsifica... amigo me enseñó a bailar disco. ¡En serio, no se ría! Es que para mí
Iván dice que a él y a mí, que andamos por todas partes sin mayores el baile es la mejor válvula de escape, el mejor remedio contra la
angustia. Y no crea, yo sí me angustio. Lo que pasa es que no se me
JAIME BATEMAN CAYON 187 188 SIEMBRA VIENTOS Y RECOGERÁS TEMPESTADES

nota. El médico me ha dicho que esta barriga la tengo ahora porque al colmo de la locura. ¡Qué los guerrilleros se autotorturan ni siquie­
retengo sal y, por consiguiente, retengo líquidos. Y según él, ¡los ra lo ha dicho el fascismo! Esa es una teoría muy novedosa en el
retengo por angustia! Me ha dicho que puedo hacer todas las dietas mundo...
imaginables, pero que si no se me quita la angustia, tampoco se me Y después llegó al país Amnistía Internacional, organización ga­
quita la barriga... Y debe ser cierto porque cuando voy al monte, don­ lardonada con el Premio Nobel de la Paz, para hacer una investiga­
de estoy tranquilo, se me desaparece. Es que Bogotá es una ciudad ción sobre el estado de los derechos humanos en Colombia, por
muy peligrosa, muy penetrada por los servicios de seguridad. Aquí invitación del propio presidente de la República. Y Amnistía conclu­
es muy fácil que a uno lo detengan... La única seguridad que se tiene yó que en Colombia sí había torturas y sí se violaban los derechos
es el secreto. Y como en la ciudad no se puede mantener una compar- humanos. ¡Entonces el gobierno dijo que Amnistía Internacional
mentía! Y lo dijo con tal tranquilidad, que uno volvía a preguntarse:
timentación absoluta porque hay que estar en contacto con la pobla­
¿será que el presidente es ingenuo? ¿Será que no se da cuenta? Pero
ción, si no no se hace política, y como el ejército tiene a su favor la
no, sí se daba cuenta...
tortura y con ella logra, a veces, obtener delaciones, el problema de
Entonces, cuando pasan todas esas cosas, se llega a la conclusión
la seguridad de los dirigentes se complica...
de que este país está en condiciones de no regreso: si funcionarios
No crea, es difícil soportar la tortura...
públicos de tan alto nivel hacen semejantes afirmaciones impune­
mente, es porque todos ellos son una partida de alcahuetas de un
proyecto político-militar de la oligarquía colombiana.
Nosotros no torturamos. No hacemos plantón. No hacemos sub­
En Colombia no hay democracia.
marino. No hacemos choques eléctricos. No colgamos a nadie... La
Aquí la oposición es subversiva, es una oposición armada. Aquí
mejor versión la tiene el gerente de Indupalma: él estuvo detenido
no hay una oposición legal, fuerte, como ocurre en todos los regímenes
por nosotros dos o tres meses. Estamos en contra de la tortura. Jamás
verdaderamente democráticos. Aquí los políticos como el senador y
les responderemos con las mismas armas que ellos utilizan...
candidato liberal, Luis Carlos Galán, y el ex canciller conservador
Ellos mienten... Turbay miente... Su gobierno ha institucionaliza­
Vázquez Carrizosa, que son personas progresistas, tienen que ser muy
do la mentira. Esa ha sido una de sus acciones más aberrantes.
cuidadosos en sus críticas. Ellos se dan cuenta de que su crítica tiene
Cuando el presidente viajó a Europa, a mediados de 1979, era un límite, de que no pueden ir más allá porque los quiebran... Es que,
cuando más presos políticos y más torturas había en este país. Pero él además, si se va más allá se llega a otro límite, el límite de la ilegali­
dijo tranquilamente que en Colombia no había torturas, que no había dad... Si se va más allá, se concluye inevitablemente que en este país,
presos políticos. Y al saber que el presidente hacía esa afirmación, si realmente la política se hace honestamente, si se hace para benefi­
entonces uno se preguntaba: ¿ese tipo será mentiroso? O más bien, ciar al pueblo, uno tiene que rebelarse: dentro de la legalidad no pue­
¿será bobo? En todo caso, luego de haber dicho que el único preso de hacerse nada. Ni siquiera se puede protestar. La protesta es
político que había en Colombia era él, hizo que el Congreso aprobara considerada aquí subversiva, y la protesta es uno de los derechos
una ley de amnistía para los alzados en armas y para los presos polí­ elementales que garantizan las democracias...
ticos. ¡Eso es de locos! ¡Es que éste es un país de locos! Y cuando el Aquí no hay democracia.
ministro de Justicia, Escobar Sierra, afirmó descaradamente que aquí Cuando el gobierno dice que con la represión defiende la demo­
los guerrilleros se autotorturaban, ahí sí que fue cierto, ahí llegamos cracia, miente también. Miente descaradamente. Lo que defiende es
190 SIEMBRA VIENTOS Y RECOGERÁS TEMPESTADES
J A IM E B A T E M A N C A Y Ó N 189

el Estado policivo, el régimen de la minoría, el gobierno elegido por de protesta. ¿Qué tal que aquí se abrieran las compuertas? ¿Qué sal­
el diecisiete por ciento de los colombianos. Y muchos de ellos votan dría entonces de ese volcán rico, reprimido allí? La riqueza intelec­
porque por su voto les entregan dinero, les ofrecen empleo, les dan tual de Colombia es enorme. Pero la ausencia de democracia no
ron... Las elecciones son en Colombia los carnavales de la oligar­ permite que ella se demuestre más.
quía. Son el resultado del poder del dinero. Son el producto de toda ¡Aquí no hay democracia!
una maquinaria gamonalesca y clientelista: en cada pueblito las gen­ Aquí a la gente le parece normal que en una fábrica no haya sindi­
tes son llevadas como vacas a votar... cato, cuando el que exista lo ordena una ley de la república. Aquí hay
¿Pero qué ocurriría si en este país el pueblo votara a conciencia? un millón de campesinos que no tienen forma alguna de organiza­
¿Qué pasaría si las elecciones, en vez de ser el resultado del poder ción, que están expuestos a que los gamonales los exploten como les
del dinero, fueran el del poder de la convicción, de la inteligencia, de dé la gana. Aquí las masas no son partícipes de la justicia, aquí la
la razón? ¿Qué ocurriría entonces? Es imposible hacer esa prueba si justicia no favorece a los desposeídos, aquí los ricos no son los últi­
en Colombia el Estado sigue como está. Para hacerla, tenemos que mos en ser escuchados. Aquí el pueblo no participa en la toma de las
transformarlo. Este es un Estado montado para gobernar durante si­ decisiones del Estado, aquí las leyes que se dictan por montones no
glos... Sus instituciones están basadas sobre estructuras realmente son discutidas primero por las masas. Aquí no existe un poder del
opresivas... Nosotros estamos convencidos de que si se implantaran pueblo que controle los monopolios. Aquí las otras corrientes de opi­
las libertades democráticas en Colombia, eso, simplemente, ¡ya cons­ nión distintas a las del sistema no tienen canales de expresión. Aquí
tituiría una revolución! Aquí las libertades burguesas ni siquiera han la libertad de prensa existe sólo para quienes tienen los millones que
llegado. Aquí el estado de sitio permanente institucionalizó la repre­ se requieren para crear una empresa informativa. Aquí la propiedad
sión... Aquí los sindicatos están atados: este es el país de América privada no cumple una función social. Aquí no priman los intereses
Latina donde ha existido el menor porcentaje de sindicalización. Aquí de la mayoría. Aquí la educación y la salud son privilegios. Aquí al
sólo el veinte por ciento de la clase obrera está sindicalizada... Aquí gobierno no le da vergüenza que haya cinco millones de analfabetos,
la gente se acostumbró a la represión, sí, se acostumbró a que la lle­ ni que haya tres millones de desnutridos, dos millones y medio de
ven a la policía a darle patadas... Aquí la mayoría no sabe qué es la niños que se ven obligados a trabajar para ayudar a su familia, cinco
libertad... Aquí sólo lo saben quienes tienen dinero, quienes pueden millones de colombianos cuyo salario está por debajo del mínimo
contratar a un buen abogado si necesitan defenderse, quienes pueden legal, nueve millones de compatriotas que carecen de vivienda, un
comprar lo que quieran, comer lo que quieran, viajar a donde les millón que vive en chozas. Aquí tampoco les da vergüenza que cien
provoque... Aquí detienen al que les dé la gana, lo retienen diez días, mil niños mueran anualmente a causa del hambre... Aquí no les da
lo someten a las peores torturas y aquí no pasa nada... Aquí la protes­ vergüenza mentir. Aquí no les importa afirmar que en Colombia existe
ta está amordazada, está represada... Aquí los intelectuales tienen que la democracia cuando es la propia realidad la que, con todo lo ante­
emigrar, sólo se quedan unos cuantos, los más verracos, los que so­ rior, a diario los desmiente...
portan trabajar en unas condiciones increíblemente difíciles. Y ha­ Nosotros también los desmentimos... Con la toma de la embajada
bría que preguntarle a Gabo por qué él no vive en Colombia; por qué dominicana, con lo que en Colombia siguió después de ella, el M-19
él, que es una eminencia, un símbolo nacional, está fuera del país. le probó al mundo y le probó a su pueblo que en este país no hay
Es que el movimiento cultural es una prueba más de que la represión democracia, que en Colombia la democracia tendremos que conquis­
en Colombia es inmensa. Aquí la mayoría de las obras de teatro son tarla con las armas...
JAIME BATEMAN CAYÓN 191 192 SIEMBRA VIENTOS Y RECOGERÁS TEMPESTADES

Nosotros queríamos evitar la guerra que hace rato está planteada nuevamente que dialogáramos: esa amnistía, al igual que las otras
en Colombia. Es una guerra entre ricos y pobres, entre demócratas y que ha habido en el país, tenía que negociarse.
antidemócratas, entre quienes violan los derechos humanos y quie­ “El Congreso y el Presidente necesitan garantías de que los gue­
nes los respetan, entre quienes con la guerra no tienen nada que per­ rrilleros aceptarán ío que se propone, le decía a Turbay en esa carta”,
der y quienes con ella pueden perderlo todo. Esa confrontación “Pero también los guerrilleros necesitan seguridades de que no se les
queríamos evitarla. Por eso secuestramos al periodista Germán Cas­ tiende una trampa”, agregaba. Afirmaba luego que, en aras de avan­
tro y le enviamos con él un mensaje al presidente Turbay... Le propu­ zar, aceptaba la creencia de que el orden jurídico se quebraba si el
simos que pactáramos, al fin, una paz que condujera a Colombia hacia Ejecutivo hablaba con los guerrilleros. Proponía, entonces, que el
la verdadera democracia. El gobierno dijo que no discutiría con de­ Congreso, con sus facultades soberanas, citara a los colombianos al­
lincuentes comunes. Pero comenzó entonces a hablar de amnistía zados en armas a discutir. Y decía después:
para los alzados en armas. Le respondimos que en un ambiente dis­ Por nuestra parte, como siempre, vamos donde el país nos necesite,
tinto y sobre la base del absoluto respeto de las fuerzas en conflicto, donde los intereses del pueblo y de la Patria nos llamen... Si se crea
estábamos dispuestos a estudiar la viabilidad de ese paso trascenden­ un clima diferente para llevar adelante las aspiraciones populares,
tal, de manera que se le abrieran a Colombia los caminos de la paz y mal haríamos en impulsar formas de lucha que no estén acordes con
de la justicia. Propusimos, entonces, que se iniciara un diálogo fran­ la realidad del momento. Para el M-19 la lucha armada no es un
co y sin claudicaciones. Para el 4 y el 5 de julio convocamos a una principio: es una forma de acción cuando las posibilidades pacíficas
se han cerrado, cuando los canales de protesta se han limitado exclu­
reunión en Panamá y a ella invitamos a los sindicatos, a los ex presi­
sivamente a los poderosos, cuando la represión y el asesinato son los
dentes, a los dirigentes de todos los partidos y grupos políticos, a las métodos de la política oficial, cuando el país lenta pero irremedia­
personalidades demócratas de Colombia, a los intelectuales, a los blemente cae en manos de inescrupulosos, vendepatrias, ladrones e
periodistas, a los miembros del Comité por la Defensa de los Dere­ inmorales... Demuestre usted lo contrario y estamos, por la Patria y
chos Humanos, a los comandantes de los demás grupos armados, en por nuestro pueblo, dispuestos a salir a la plaza pública, a las con­
fin, a todos los que creyeran que algo podían aportar en la búsqueda centraciones obreras, a las veredas campesinas, a disputarle con la
misma pasión con que lo hemos hecho con las armas, el respaldo, el
de las soluciones que el país exige. Escogimos a Panamá como punto
apoyo a nuestro programa que es un programa de gobierno patrióti­
de encuentro porque el presidente de esa nación, doctor Aristides co nacionalista.
Royo, nos brindó hospitalidad y garantías suficientes de seguridad.
Nosotros queríamos, sinceramente, encontrar los caminos de la paz. Muchas veces manifestamos también que estábamos de acuerdo
Y corrimos el inmenso riesgo de viajar a Panamá. Y en lugar de ha­ con el proyecto de amnistía que los parlamentarios liberales Darío
llar a quienes dicen interesarse por su patria, hallamos la persecución Ortiz y Simón Bossa le presentaron al Congreso. Esa amnistía, por
de los servicios secretos del ejército colombiano acompañada de la no ser humillante, por ser generosa, amplia y general, la habríamos
exigencia que el gobierno de Turbay le hacía al de Panamá para que aceptado. Y así lo dijimos públicamente. Y así se lo mandamos a
concediera nuestra extradición. A pesar de esa actitud, el gobierno decir al presidente de la república a través de un parlamentario con
insistió en la amnistía para los alzados en armas y le presentó al Con­ quien conversé en varias oportunidades y quien hizo las veces de
greso un proyecto de ley en ese sentido. Pero no incluyó en él la intermediario presidencial.
amnistía para los presos políticos. A nombre del Movimiento 19 de El problema de la amnistía era profundamente político, no era
Abril le escribí luego una carta al presidente Turbay. En ella le pedía jurídico como ellos decían. Habrían podido conceder una amnistía
194 SIEMBRA VIENTOS Y RECOGERÁS TEMPESTADES
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amplia, general. Pero si no levantaban el estado de sitio y no deroga­ cuál era el momento político que entonces vivía Colombia. Él no
ban el Estatuto de Seguridad, tampoco habría pasado nada. A lo me­ entendió que en ese instante las fuerzas confluían hacia la lucha de­
jor el M -19 se habría legalizado. Pero como las circunstancias se mocrática. Él no entendió que la apertura habría destruido a los gru­
habrían mantenido, otros grupos habrían aparecido. Es que el pro­ pos guerrilleros porque ellos, en esas condiciones, si no negociaban
blema no es el M-19. Es el país. Y eso traté de explicárselo al inter­ la paz, se acababan políticamente.
mediario presidencial. Pero ellos insistían en los vericuetos. ¡Claro Y, probablemente, también a nosotros nos habría destruido por­
que los vericuetos son importantes! Pero no son lo fundamental... Yo que no disponíamos de elementos suficientes para derrotar al clien-
no puedo salir a la calle con estado de sitio. A mí, con el Estatuto de telismo en el terreno electoral y porque, con esa amnistía, el M-19
Seguridad vigente, me cogerían en la esquina. Ni siquiera cédula de irremediablemente se habría dividido. Pero el gobierno nos unió.
ciudadanía podría conseguir. Con el Estatuto de Seguridad y con el ¡Obvio, hubiera podido destruimos! Pero, para lograrlo tenía que
estado de sitio es imposible trabajar democráticamente. Y así se lo abrirse de piernitas un ratico, un ratico no más... ¡Que nosotros pri­
hicimos saber al presidente. Pero no, el gobierno no quiso entender... mero y que después los otros, ni de riesgos! Y definitivamente hubo
Y presionado por las amenazas de golpe militar proferidas por el que sacrificar a los presos... Pero ellos saben a qué atenerse. ¡No son
general Camacho Leyva, hizo aprobar un proyecto de amnistía ver­ bobos! Además, son conscientes de que hemos hecho lo imposible
gonzoso, un proyecto que constituye en sí mismo un secuestro: pri­ para sacarlos de la cárcel. ¡Y hemos sacado algunos, claro! Pero a la
mero que se entreguen los alzados en armas y luego se verá si se fuerza... Es que definitivamente parece que en este país hay que ha­
suelta a los presos políticos. cer las cosas así, a la fuerza... Y quién sabe qué van a hacerle a usted
Ese proyecto fue ineficaz y, por ello, llenó de oprobio y de ver­ porque no fue así como hizo estos reportajes, porque para que los
güenza al Congreso de la República. Nadie que valiera la pena se hiciera no la secuestramos... No la encañonamos... No la forzamos
acogió a esa amnistía. Se acogieron quizás unos cuantos denotados como cuando la toma de la embajada forzamos al gobierno a nego­
que desde hace tiempo andaban por ahí dando vueltas, unos cuantos ciar. Entonces sí negoció. Pero cuando lo invitamos a que nos sentá­
que luego de luchar más de veinte años en la guerrilla se cansaron ya. ramos alrededor de una mesa a discutir con cordialidad y sin cañones,
Pero los importantes no entregaron los fierros. Los movimientos no negoció. Nos dijo delincuentes comunes y aliados de la mafia de
armados, a diferencia de lo que el gobierno creyó, no se acabaron. la droga. Nos humilló. Nos envió sus tenebrosos agentes. Nos de­
Y nosotros le mandamos a decir a Turbay que eso ocurriría si se mostró y le demostró al pueblo colombiano que ya no nos queda
aprobaba ese proyecto. Le sugerimos que hiciera una cosa más inte­ alternativa distinta de la guerra. Nos comprobó que la democracia, la
ligente, más realista, que abriera los canales democráticos del país. dignidad, la justicia y el respeto para nuestro pueblo tendrán que con­
Le dijimos que eso era lo más inteligente por hacer. Pero el gobierno quistarse por medio de las armas... ¡Y nosotros también le demostra­
no lo creyó así. Pensó, tal vez, que nosotros estábamos muy golpea­ mos al pueblo que a esta oligarquía, ni su misma democracia burguesa
dos, que lo que queríamos era vivir cómoda y tranquilamente y que le sirve, porque ni siquiera sus propios principios es capaz de ejecu­
aceptaríamos finalmente cualquier clase de amnistía. El presidente tarlos! No le demostramos que el socialismo fuera la solución por­
soñaba, según supe, con que yo iba a entregarle en Santa Marta, con que esa no era la discusión y el socialismo, además, tendrá que
motivo del sesquicentenario de la muerte del Libertador, la espada transformarse. Le demostramos que para perpetuarse en el poder, la
de Bolívar. Y yo lo dejé que soñara por un tiempo... Él no entendió oligarquía había optado por la guerra; que le había sacado el cuerpo
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al desarrollo de una verdadera democracia representativa en este país; dios caseros muy buenos1. En la selva hay que utilizarlos. Existen
que había preferido la violencia... Y si la oligarquía escogió la gue­ muchos remedios del monte. Para curar los nacidos, por ejemplo,
rra, inevitablemente la revolución colombiana será más profunda. hay que encontrar, acostada, una vaca negra. Uno la levanta. Se acuesta
Será el pueblo con sus armas, y no ella, el que decida entonces cómo donde estaba ella y el calor que ha dejado comienza a penetrar. El
quiere gobernarse... nacido desaparece. No tengo ni idea por qué. Así se me quitó uno.
Sí, habrá guerra, habrá dolor, habrá muertos, muchos muertos... Me tenía loco. Tanto, que fui a acostarme donde estaba la vaca negra.
Y no será por nuestra culpa. Será por culpa de ellos. Nosotros deja­ En el monte hay muchos recursos de ese tipo; existe un arbusto de
mos siempre abierta la puerta del diálogo. Pero si ellos se empeñan cuyas ramitas se hace un té que es abortivo. Hay un árbol, el agrás,
en cerrarla, no queda alternativa distinta de la guerra. Al pueblo no le que se vuelve providencial cuando la sed acosa. Los campesinos lo
dejan posibilidad diferente de la revolución. Que las cosas se hagan conocen. Cortan el tronco y de él brota un agua deliciosa. También
pacífica o violentamente depende de ellos, repito. Eso lo dijo Gaitán, hay un palito que se llena de hormigas que calman la sed. El palo se
lo dijo Camilo, lo dijo Anapo y ahora lo decimos nosotros. agita para adormecerlas de manera que cuando uno lo chupe y las
absorba, las hormigas pasen por la garganta sin dispersarse por la
boca. ¡No se aterre! ¡En los Estados Unidos la comida más cara es la
Sí, la paz o la guerra la deciden ellos. cuchara frita! Esas hormigas son dulces, deliciosas, quitan la sed in­
Eso lo demostramos una vez más: luego de ganar muchos comba­ mediatamente, son tan sabrosas como las hormigas culonas, las san-
tes, regresamos a proponer la paz. Perdimos uno, el de Nariño. Pero tandereanas. Lo que pasa es que no son afrodisíacas como ellas.
ganamos los demás. Llegamos inclusive a bombardear con morteros ¡Afortunadamente! En el monte no queda más remedio que guardar
el palacio presidencial, a llevar nuestra división de artillería a la zona abstinencia. Eso es muy importante, ya se lo dije.
que en Colombia tiene más vigilancia militar. Y luego hicimos una La contraguerrilla no guarda abstinencia. No resiste más de una
propuesta de paz sobre bases mínimas. Pero ellos escogieron la gue­ semana en la selva. Esa es una de las razones por las cuales la guerri-
rra nuevamente. Y la escogieron ahora cuando nosotros ya acumula­ lia la detecta. Los contraguerrilleros se reconocen, además, por su
mos experiencia: la del sur, la de la guerra del Caquetá.
La víspera de Navidad nos fuimos para el Caquetá. Al pasar por la 1 Remedios caseros para curar la leismaniasis. Fónnula N° 1. Ingredientes: dos
base militar de Puerto Limón, la misma que bombardeamos con tomates preferiblemente maduros, una caja de pomada Merey, cuatro cápsulas de
morteros dos meses y medio después, se varó el carro en que viajába­ clorofenicol. Tajar el tomate y aplicar una tajada sobre la parte afectada durante
veinticuatro horas, para sacar el tejido podrido. Mezclar la pomada Merey con las
mos. Tuvimos que empujarlo enfrente del vigilante... Nos miró im­ cuatro cápsulas de clorofenicol. Aplicar sobre la parte afectada un pedazo de gasa y
pávido. asegurarlo con esparadrapo. Hacer la curación cada veinticuatro horas, el tratamien­
Llegamos a nuestra región de operaciones. Aparecieron los mos­ to dura de ocho a diez días. Fórmula N° 2. Ingredientes: un frasquito de aceite de
comer, un pedazo de concha de morrocoy, hojas de contragavilana y una tableta de
quitos, apareció el pito, causante de la lepra de monte, la leishmania-
sulfadiazina. Quemar la concha de morrocoy y molerla para obtener polvo fino.
sis. Me picaron dos pitos. No duele. Es igual que si a uno lo picara un Secar al sol las hojas de contragavilana y molerlas hasta hacer también polvo fino.
zancudo cualquiera. Lo que ocurre es que debajo de la costra que va Mezclar el polvo de los ingredientes por partes iguales. Triturar la sulfadiazina y-
apareciendo se perfora la piel. Sólo el Glucantime, un medicamento mezclarla con lo anterior. Agregar aceite y hacer una masilla. Con agua hervida
y tibia lavar la parte afectada y secarla con gasa. Aplicar en ella la masilla hasta que
que distribuye el ejército, cura la lepra de monte. Pero existen reme- sane la herida. El tratamiento dura diez días aproximadamente.
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piel desprovista de hongos, bronceada. En cambio los guerrilleros escopetas... ¡Es que cuando la guerrilla actúa militarmente es mayor
son pálidos. Nunca los toca el sol. Y a pesar de que la contraguerrilla el apoyo de la población que cuando llega a la zona sin combatir!
es el método más efectivo de que dispone el ejército para perseguir­ Al principio la gente se asusta. Pero luego colabora más que en los
nos, al tener tan poca preparación política, su identidad es detectada momentos fríos, pacíficos.
fácilmente por los campesinos, quienes le cuentan a la guerrilla, in­ En Curillo le perdimos el miedo al ejército. Aprendimos que no
mediatamente, que la contraguerrilla merodea. Claro que también es, como se cree, poderosísimo. Se piensa que cuando se da un com­
hay casos en los cuales la tropa, la contraguerrilla, colabora con la bate hay que salir corriendo porque el ejército rastrilla toda la zona,
guerrilla. Nos dejan papelitos en el camino suministrándonos infor­ vigila cada palo del monte. Eso no es cierto: por mucha tropa, por
mación sobre su ruta. “Compañeros, también somos pueblo”, escri­ muchos helicópteros que movilicen, si la guerrilla toma las medidas
ben algunos. A veces les cuentan a los campesinos para que nos lo de seguridad y se mantiene pegada a las masas, no hay problema.
hagan saber, cuáles son sus planes inmediatos. Y como podemos ve­ El ejército inició una operación de persecución monstruosa contra
rificar cuándo las informaciones son ciertas, esas actitudes de los nosotros. Fue intensa durante veinticinco días aproximadamente. Lue­
soldados que simpatizan con nosotros nos ayudan mucho. Además, go la tropa comenzó a desgastarse: en lugar de encontrar a la guerri­
lo importante es la actitud de la gente, indudablemente positiva. Ella lla se tropezó con las trampas que le habíamos dejado, montones de
fue evidente en la toma de Mocoa, en las acciones posteriores, en las trampas. Le dejamos, por ejemplo, escopetas amarradas con hilos a
anteriores... Fue palpable en la toma de Curillo. los palos junto a los caminos. Al pisar el hilo se escapa el tiro y hiere
al que va adelante. Ese sistema es utilizado por los campesinos en las
cacerías. Lo llaman tramperas. Por lo general, genera una gran movi­
El 19 de enero de 1981, a las cuatro y media de la mañana, nos lización de tropa.
tomamos Curillo, un pueblo localizado en una zona neurálgica del
Caquetá: por ahí entra todo lo que abastece el norte de la intendencia.
El operativo de Curillo englobó a unos doscientos guerrilleros. Setenta Durante la ofensiva del ejército nos mantuvimos en la zona.
u ochenta participaron en la toma propiamente dicha. Cinco com­ Lo hostigamos. Nos tomamos San Antonio de Getuchá. También nos
pañeros asaltaron el cuartel. Había unos quince o veinte soldados. tomamos Remolino, un pueblo cercano a Florencia, la capital inten­
Estaban despiertos. Ellos sabían que la guerrilla estaba cerca y sos­ dencia!. Ahí dejamos una bandera del M-19. El ejército nunca fue
pechaban que se tomaría Curillo... Yo me situé en una loma. Desde capaz de retirarla. Creyó que se trataba de una trampa. Entonces, la
ahí dirigí el operativo que constaba de tres partes: la toma del pueblo, guerrilla ganó mucha autoridad ante la población porque ella vio que
el asalto al cuartel para recuperar armamento y emboscadas poste­ al ejército sí le daba miedo.
riores para frenar al ejército cuando llegara a reforzar el cuartel. In­ Después sufrimos dos golpes: la caída de un camión que llevaba
fortunadamente se les trabaron las armas a la mayoría de los armamento valioso y el fracaso de la columna que entró por Nariño.
compañeros que lo asaltaron y sólo pudieron apoderarse de unos po­ Pero, simultáneamente, nos tomamos Mocoa; la primera capital in-
cos fusiles. El combate fue muy largo. Duró cuatro horas. Eso hizo tendencial que en Colombia se toma una guerrilla; atacamos con
que gastáramos muchas municiones. Por ello sólo pudimos embos­ morteros el cuartel de Puerto Limón; nos tomamos Pitalito y otros
car una vez al ejército... La población de Curillo nos ofreció gaseosa, pueblos del Huila; realizamos acciones urbanas... Esos operativos
jugos, café, la gente aplaudió, nos dio aliento, incluso nos suministró tuvieron éxito. Aparte del de Nariño, los demás se hicieron con una

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