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Érase una vez un niño, que siempre que iba a la escuela le gustaba hacer sufrir a los perros de la

calle que se les cruzaban, cada vez que veía a un perro hacia como si les fuera a aventar una piedra
o los acorralaba y les rociaba agua helada para que sufrieran ya que el niño disfrutaba verlos sufrir.

Un día el niño se mudó de cuidad por el trabajo de su papa, entro a una nueva escuela donde no
conocía a nadie y no tenía amigos. unos niños más grandes que ellos lo humillaban frente a toda la
escuela y le hacían la vida imposible. El niño sintió lo que sentían los perros y aprendió una lección
muy valiosa, si haces sufrir a los demás tarde o temprano vas a sufrir al igual que lo hacías con
ellos y gracias a la falta de empatía que el niño le tenía a los perros de la calle le termino pasando
lo mismo y todo lo que él hizo se le regreso.

Hay que ponernos en los zapatos de los demás y pensar en cómo me sentiría yo si me hicieran lo
mismo, ya que el karma siempre regresa todo lo que hacemos y sufriremos si hacemos sufrir a los
demás.

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