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Aprendizajes Temática

Valora a la Historia como ciencia, disciplina e La historia como acontecer e Historia como
ideología en la construcción del conocimiento interpretación. Sus diferentes usos y su pertinencia
histórico, reflexionando sobre el devenir del en la actualidad.
desarrollo humano para comprender la relación
presente-pasado.

Unidad 1. Introducción al conocimiento de la Historia

El acontecimiento histórico, hacia una categorización

Alfonso Pinilla García

I. El historiador ante la historia: el prisionero en el laberinto

El historiador ante la Historia se parece al prisionero perdido frente a un laberinto. La compleja red de
pasillos impide al prisionero comprender el espacio donde se encuentra, y así vaga, perdido sin encontrar
la salida. El prisionero no puede sobrevalorar el laberinto porqué está dentro de él, y por eso resulta difícil
hacerse la idea general del conjunto, le falta el plano que pudiera arrojar luz sobre el lugar donde se
encuentra y el camino que ha de tomar para salir.

El Historiador se halla dentro del laberinto cuando estudia la Historia de las sociedades porque forma parte
del proceso que está analizando. Esto es evidente para los Historiadores del Tiempo Presente, cuyos
análisis se centran en acontecimientos o procesos muy cercanos aún en el tiempo y que ni siquiera se
han cerrado. Por eso resulta arriesgado abordar las consecuencias del 11-S [11 de septiembre de 2001,
ataque a las Torres Gemelas del World Trade Center, Nueva York, Estados Unidos] cuando la repercusión
de dicho acontecimiento o procesos muy cercanos aún en el tiempo y que ni siquiera se han cerrado. Por
eso resulta arriesgado abordar las consecuencias del 11-S cuando la repercusión de dicho acontecimiento
no ha terminado, y, sobre todo, no se han revelado todas sus caras. En este caso es evidente que el
historiador forma parte de su propio objeto de estudio (el presente) y por tanto está inmerso en el laberinto
que pretende comprender.

Estas dificultades son comunes al resto de los historiadores, que también se hallan presos en el laberinto
de su presente desde el que no se puede viajar para reconstruir la Guerra Civil, la Toma de la Bastilla o la
Caída de Constantinopla. Aunque tengamos perspectiva y podamos observar la sucesión de
acontecimientos y los procesos desencadenados desde el pasado no traduce en restos, percepciones de
lo ocurrido que han llegado hasta el presente. A partir de esas percepciones el historiador sí puede
acercarse al pasado, pero no para reconstruirlo como si de un puzzle se tratara, sino para intentar
comprenderlo.

Esto demuestra que el Historiador conoce el tiempo que estudia –ya sea el pasado o el presente- desde
los restos que ese tiempo va generando, desde las percepciones que los hombres de ese tiempo
generaron sobre su época y volcaron en diversos documentos: desde una piedra tallada a una pintura
rupestre, desde una tablilla de barro a un papiro, desde una página de periódico hasta un documento
radiofónico. Todas estas entidades, limitadas en el tiempo y en el espacio, son las teselas [tesela: pequeña
pieza de piedra, terracota o vidrio coloreado que se utiliza para confeccionar un mosaico] a partir de las
cuales podemos entender –que no aprehender ni reconstruir- el mosaico de la Historia. Teselas pequeñas
pero abiertas al mosaico del que emergen y que a su vez están conformando. pp. 244-245

De la misma manera que el Historiador, el prisionero genera restos sobre su laberinto para comprenderlo,
que pueden ser migas de pan depositadas en los caminos recorridos. Así va trazando un itinerario
traducido en restos a partir de los cuales puede ir eliminando vías falsas, pasillos ciegos que no conducían
a la salida. Sus percepciones sobre laberintos, materializadas en un reguero de migas de pan, van a
permitirle comprender el espacio sin necesidad de recorrerlo en su totalidad, porque no hará falta caminar
por cada uno de los pasillos para encontrar finalmente su salida.

La Historia, por tanto, se revela como una caja negra inabarcable, como un laberinto inaprensible en su
totalidad que sólo puede ser comprendido a través de las percepciones que sobre él se van generando.
El Historiador, por tanto, es un analista de las percepciones sobre el tiempo –ya sea pasado o presente-
y éste es el punto de partida desde el que queremos iniciar nuestra reflexión sobre el acontecimiento
histórico.

[ ]

3. La percepción de la historia a través del acontecimiento

Las entidades limitadas en el tiempo y en el espacio que emergen de la Historia y que pueden ser
percibidas (dado su carácter limitado), son los hechos.

Los hechos emergen de la Historia a partir de los antagonismos que en ella ocurren, de los choques o
encuentros que se dan entre colectivos sociales, políticos, culturales o económicos. El antagonismo es la
materia prima de la evolución y también lo es de los hechos históricos: todo hecho emerge a partir de un
antagonismo más o menos intenso –mejor o peor regulado producido en la sociedad. El asesinato de
Carrera Blanco, por ejemplo, revela un antagonismo, cada vez más importante entre la sociedad y el
sistema político franquista1; El 23-F surge de un intenso antagonismo entre una buena parte del Ejército y
el sistema democrático formado durante la Transición.

El hecho resulta abarcable y por tanto susceptible de ser percibido porque tiene límites temporales y
espaciales, y así, el asesinato de Carrero ocurre en la calle Claudio Coello de Madrid a las nueve de la
mañana el día 20 de diciembre de 1973; El 23-F ocurre en el Congreso de los Diputados (Carrera de San
Jerónimo, Madrid) a las 18, 20 de la tarde el día 23 de febrero de 1981.

Pero estos límites no implican que el hecho se introduzca en una campana de cristal donde, incorrupto,
pueda llegar hasta el presente para nuestro análisis. Los límites no cierran el hecho como si de un
compartimiento estanco se tratara, sino que lo abren a la interpretación, a la percepción. De esta manera,
el presente del historiador, no llega el hecho “en sí”, “en estado puro”, sino interpretaciones o percepciones

1 El ataque de ETA ponía de manifiesto el desajuste entre la sociedad del momento (que generaba en su seno cada vez más
organizaciones anti-franquistas) y el sistema político, alejado de un entorno social cada vez más moderno. El anacronismo del
sistema franquista impedía la participación en política de las distintas opiniones e intereses existentes en una sociedad cada vez
más dinámica. El atentado contra Carrero ponía de manifiesto ese antagonismo.
del hecho, distintas caras de una realidad abarcable y limitada en el espacio y en el tiempo. La percepción
del hecho genera el acontecimiento histórico.

Por tanto, al presente en que vive el historiador no llegan hechos (a los que ya no se pueden volver por
haber ocurrido en un momento preciso y en un lugar determinado del pasado) sino acontecimientos,
percepciones de hechos, interpretaciones de la realidad pasada, proyectadas (como sombras en la cueva
de Platón) sobre el presente. El acontecimiento es el resto del pasado que pervive en el presente,
percepciones del hecho volcadas en páginas de periódicos, documentos notariales, radiofónicos o
fotográficos que conforman los caminos de pan generados por el prisionero para entender el laberinto de
la Historia. A través del acontecimiento, una entidad limitada pero abierta, podemos entender los procesos
que tienen que lugar en las sociedades, sus dinámicas, las incertidumbres generadas, los antagonismos
surgidos, y ver cómo esos antagonismos afectan a las estructuras de los sistemas (políticos, sociales,
ideológicos, económicos, culturales, religiosos.) y a su evolución.

Atendiendo a esta definición ya podemos descubrir las tres dimensiones que, interrelacionadas, permiten
comprender el concepto de acontecimiento histórico:

1. El acontecimiento histórico tiene una dimensión epistemológica, pues se trata de un instante


limitado y abierto que emerge de la Historia y por tanto permite entenderla. No sólo la parte está
en el todo, sino que el todo también está en la parte, por eso a partir del acontecimiento –parte
pequeña, abarcable y abierta- podemos comprender el conjunto de la sociedad y su evolución sin
necesidad de aprehenderla en su totalidad. El acontecimiento se convierte en un instante abierto
al sistema que filtra un gran volumen de información: no hace falta recopilar todas las teselas para
hacerse una idea del mosaico, no hace falta recorrer todos los caminos para encontrar la salida
del laberinto.

2. El acontecimiento histórico tiene una dimensión perceptiva, porque surge de la percepción del
hecho histórico. La percepción convierte al hecho en acontecimiento, por eso el historiador habrá
de considerar a aquellos elementos que se dedican a la percepción de la realidad –por ejemplo,
los medios de comunicación. Como verdaderos objetos de estudio y no como simple fuente
informativa. El carácter limitado del hecho permite su percepción, abriéndolo a las distintas
interpretaciones que van conformando el acontecimiento histórico.

3. El acontecimiento histórico tiene una dimensión sistémica, en la que entraremos a continuación y


que nos servirá para una posterior categorización del mismo. Entenderemos aquí la Historia, a la
luz de la Teoría general de Sistemas, como un sistema complejo, abierto y dinámico en continua
evolución, un sistema formado por un conjunto de elementos que interactúan y se influyen entre sí
de manera compleja. El acontecimiento se convierte en síntoma a través del cual podemos acceder
a la estructura y dinámica de ese sistema en su evolución. El acontecimiento como ventana abierta
a un organismo complejo cuyo conocimiento podemos abordar desde algunos de los síntomas.

A continuación, ofrecemos en un gráfico las tres dimensiones, interrelacionadas y en diálogo continuo, del
acontecimiento histórico:
Texto adaptado. Fuente: Pinilla García, Alfonso. (2005) “El acontecimiento histórico, hacia una
categorización” [243-260] en Forba. Revista de Historia. En
https://dialnet.unirioja.es/metricas/documentos/ARTREV/2274197
Actividad. Después de emprender una lectura cuidadosa de “El historiador ante la historia: el prisionero
en el laberinto”, responde en tu cuaderno los siguientes planteamientos.

• ¿Cómo se revela la historia ante el historiador?


• ¿Por qué el historiador se halla en un laberinto cuando estudia la historia de las sociedades?
• Según el autor. ¿Cómo se posibilita entender el mosaico de la historia?
• Describe la definición de hechos históricos expresado por el autor.
• Aspectos que validan al Acontecimiento histórico según el autor.

Actividad. De manera individual, elabora en tu cuaderno un gráfico de recuadros interrelacionados para


describir en forma argumentada las dimensiones del Acontecimiento histórico (Dimensiones Perceptiva,
Epistemológica y Sistémica) que contribuyen a su comprensión.

Actividad. Elabora en tu cuaderno un listado de cinco acontecimientos históricos y cinco procesos


históricos, pueden ser de Historia Universal o de Historia de México.

- Cada equipo formulará dos conclusiones sobre lo aprendido, y un representante del equipo lo compartirá
ante el grupo en sesión plenaria con la coordinación del profesor.
El historiador y los hechos
Edward Carr

Hay una concepción de la historia que se le ha llamado la concepción de sentido común de la historia, que
defiende que la historia consiste en un cuerpo de hechos verificados. Los hechos los encuentra el
historiador en los documentos, en las inscripciones, etc., el historiador los reúne y luego se aventura a
interpretarlos por su cuenta.

Pero está claro que así no se llega a ninguna parte, porque no todos los datos acerca del pasado son
hechos históricos, ni deben ser tratados como tales por el historiador.

¿Qué es un hecho histórico? Es ésta una cuestión crucial en la que hemos de fijarnos algo más
atentamente. Según el punto de vista del sentido común, existen hechos básicos que son los mismos para
todos los historiadores y que constituyen, por así decirlo, la espina dorsal de la historia.

Pero los llamados datos básicos, que son los mismos para todos los historiadores, más bien suelen
pertenecer a la categoría de materias primas del historiador que a la historia misma. La segunda
observación que hemos de hacer es que la necesidad de fijar estos datos básicos no se apoya en ninguna
cualidad de los hechos mismos, sino en una decisión que formula el historiador a priori.

Los hechos sólo hablan cuando el historiador apela a ellos: él es quien decide a qué hechos se da paso,
y en qué orden y contexto hacerlo. EL historiador es necesariamente selectivo. La creencia en un núcleo
óseo de hechos históricos existentes objetivamente y con independencia de la interpretación del
historiador es una falacia absurda, pero dificilísima de desarraigar. La interpretación interviene en todos
los hechos históricos.

La movediza barrera que separa los hechos históricos de los que no lo son, en el caso por ejemplo de la
historia antigua y medieval, se esfuma porque los pocos hechos conocidos son todos ellos históricos.

Los datos, hayan sido encontrados en documentos o no, tienen que ser elaborados por el historiador antes
de que él pueda hacer algún uso de ellos: y el uso que hace de ellos es precisamente un proceso de
interpretación.

Los datos y los documentos son esenciales para el historiador. Pero hay que guardarse de convertirlos en
fetiches. Por sí solos no constituyen historia; no brindan por sí solos ninguna respuesta definitiva a la
fatigosa pregunta de qué es la Historia.

A este respecto hay que destacar lo dicho por Croce cuando afirma que toda la historia es <<historia
contemporánea>>, queriendo con ello decir que la historia consiste esencialmente en ver el pasado por
los ojos del presente y a la luz de los problemas de ahora, y que la tarea primordial del historiador no es
recoger datos sin valorar: porque si no valora, ¿cómo puede saber lo que merece ser recogido?

[Robin George] Collingwood es de un parecer similar. Para él, la filosofía de la historia no se ocupa <<del
pasado en sí>> ni <<de la opinión que de él en sí se forma el historiador>>, sino <<de ambas cosas
relacionadas entre sí>>. Esta afirmación refleja los dos significados en curso de la palabra <<historia>>:
la investigación llevada a cabo por el historiador y la serie de acontecimientos del pasado que investiga.
<<El pasado, dice Collingwood, que estudia el historiador no es un pasado muerto, sino un pasado que
en cierto modo vive aún en el presente>>. Más un acto pasado está muerto, es decir, carece de significado
para el historiador, a no ser que éste pueda entender el pensamiento que se sitúa tras él. Por eso, <<toda
la historia es la historia del pensamiento>>, y <<la historia es la reproducción en la mente del historiador
del pensamiento cuya historia estudia>>. La reconstrucción del pasado en la mente del historiador se
apoya en la evidencia empírica. Pero no es de suyo un proceso empírico ni puede consistir en una mera
reconstrucción de datos. Antes bien el proceso de reconstitución rige la selección y la interpretación de
los hechos: esto es precisamente lo que los hace hechos históricos. <<La Historia>>. Dice el profesor
[Michael Joseph] Oakeshott, que en esto está muy cerca de Collingwood, <<es la experiencia del
historiador. Nadie la "hace" como no sea el historiador: el único modo de hacer historia es escribirla>>.

Esta crítica penetrante, aunque puede inspirar serias reservas, saca a la luz ciertas verdades olvidadas.

Ante todo, los hechos de la historia nunca nos llegan en estado <<puro>>, ya que ni existen ni pueden
existir en una forma pura: siempre hay una refracción al pasar por la mente de quien los recoge. De ahí
que, cuando llega a nuestras manos un libro de historia, nuestro primer interés debe ir al historiador que
lo escribió, y no a los datos que contiene.

Dicho con otras palabras, habrá de reproducir el proceso seguido por el historiador. Hay que estudiar al
historiador antes de ponerse a estudiar los hechos. Al fin y al cabo, no es muy difícil. Es lo que ya hace el
estudiante inteligente que, cuando se le recomienda que lea una obra del eminente catedrático Jones,
busca a un alumno de Jones y le pregunta qué tal es y de qué pie cojea. Cuando se lee un libro de historia,
hay que estar atento a las cojeras.

En general puede decirse que el historiador encontrará la clase de hechos que busca. Historiar significa
interpretar.

La segunda observación es aquella más familiar para nosotros de la necesidad, por parte del historiador,
de una comprensión imaginativa de las mentes de las personas que le ocupan, del pensamiento
subyacente a sus actos.
No se puede hacer historia si el historiador no llega a establecer algún contacto con la mente de aquellos
sobre los que escribe.

El tercer punto es que sólo podemos captar el pasado y comprenderlo a través del cristal del presente. El
historiador pertenece a su época y está vinculado a ella por las condiciones de la existencia humana. Las
mismas palabras de que se vale –términos como democracia, imperio, guerra, revolución– tienen sus
connotaciones en curso de las que no puede divorciarlas. Y es que el historiador no tiene más remedio
que elegir: el uso del lenguaje le veda la neutralidad.

La función del historiador no es ni amar el pasado ni emanciparse de él, sino dominarlo y comprenderlo,
como clave para la comprensión del presente.

Pero, el énfasis puesto en el papel del historiador como hacedor (tal cual lo he escrito) de la historia tiende,
llevado a sus lógicas consecuencias, a descartar toda historia objetiva: la historia es lo que hace el
historiador.
En efecto, para Clark, <<no existe historia objetiva>>. Se nos ofrece aquí la teoría de su infinitud de
significados, ninguno de los cuales es mejor ni más cierto que los demás, lo que en el fondo equivale a lo
mismo. No puede deducirse, porque la interpretación desempeñe un papel necesario en la fijación de los
hechos de la historia, ni porque no sea enteramente objetiva ninguna interpretación, que todas las
interpretaciones sean igualmente válidas y que en principio los hechos de la historia no sean susceptibles
de interpretación objetiva.

El deber de respeto a los hechos que recae sobre el historiador no termina en la obligación de verificar su
exactitud. Tiene que intentar que no falte en su cuadro ninguno de los datos conocidos o susceptibles de
serlo que sean relevantes en un sentido u otro para el tema que le ocupa o para la interpretación propuesta.

Es decir, la espinosa tarea que incumbe al historiador es la de reflexionar acerca de la naturaleza del
hombre.
La relación del hombre con el mundo circundante es la relación del historiador con su tema. La relación
entre el historiador y sus datos es de igualdad, de intercambio. Como todo historiador activo sabe, si se
detiene a reflexionar acerca de lo que está haciendo cuando piensa y escribe, el historiador se encuentra
en trance continuo de amoldar sus hechos a su interpretación y ésta a aquéllos. Es imposible dar la
primacía a uno u otro término.

El historiador empieza por una selección provisional de los hechos y por una interpretación provisional a
la luz de la cual se ha llevado a cabo dicha selección, sea esta obra suya o de otros. Conforme va
trabajando, tanto la interpretación como la elección y ordenación de los datos va sufriendo cambios sutiles
y acaso parcialmente inconscientes, consecuencia de la acción recíproca entre ambas. Y esta misma
acción recíproca entraña reciprocidad entre el pasado y el presente, porque el historiador es parte del
presente, en tanto que sus hechos pertenecen al pasado. El historiador y los hechos de la historia se son
mutuamente necesarios. Sin sus hechos, el historiador carece de raíces y es huero; y los hechos, sin el
historiador, muertos y faltos de sentido. Mi primera contestación a la pregunta de qué es la Historia, será
pues la siguiente: un proceso continuo de interacción entre el historiador y sus hechos, un diálogo sin fin
entre el presente y el pasado.

Texto adaptado. Fuente: Carr E. H. (1984). “Capítulo 1. El historiador y los hechos” [9-40] ¿Qué es la
Historia?, Barcelona: Editorial Ariel. en https://aulavirtual4.unl.edu.ar/mod/resource/view.php?id=737
Actividad. Una vez realizada la lectura “El historiador y los hechos” y haber subrayado los fragmentos
más importantes, fundamenta con ideas del autor lo siguiente.

• Datos y los testimonios históricos por sí solos no constituyen la historia.


• Actividades que realiza el historiador
• Significar la afirmación del historiador italiano Benedetto Croce: << toda la historia es historia
contemporánea>>.
• Para el historiador inglés Robin Collingwood <<El pasado está muerto, es decir carece de
significado>>, pero no es un pasado eternamente muerto, sino un pasado que en cierto modo vive
en el presente. ¿Cómo “revive” ese pasado muerto el historiador?
• A decir de E. H. Carr autor del texto leído, los hechos de la historia nunca llegan en estado
<<puro>>. ¿Cómo sustenta esta afirmación?

- En forma colaborativa se contesta cada planteamiento en el cuaderno de trabajo.

- Cada equipo redactará una definición de Historia y el papel de la historia como vínculo entre el
presente y el pasado social como conclusión de lo estudiado.

- El profesor seleccionará a tres representantes de los equipos para la presentación de sus conclusiones
ante el grupo.
Los usos de la historia desde el poder: la historiografía profesional en el siglo XX

Alfredo Ávila Rueda

El siglo XX fue particularmente fértil para que los gobiernos, de todo tipo, emplearan el pasado con usos
políticos. Eso sucedió en todo el mundo. Los regímenes totalitarios, como el fascismo italiano o el nazismo
alemán, recurrieron a la memoria de sus países para justificarse. Benito Mussolini no dudó en emplear
toda la parafernalia del imperio romano, mientras que Adolfo Hitler se creía encarnación de un auténtico
pueblo alemán, tan antiguo como Europa. En España, Francisco Franco se justificó con el argumento de
que su movimiento recuperaba a la España que había nacido desde la época de la Reconquista, si no es
que antes.

En los países comunistas, el uso de la historia era más complejo, pues no solo se recurría al pasado, sino
que también se empleaba el análisis de la lucha de clases y ponía a los gobiernos de esos Estados en la
gran marcha de la historia hacia un futuro que tarde o temprano llegaría.

México no fue la excepción. Los gobiernos que vinieron después de la Revolución de 1910, y que se
consideraban sus herederos, recurrieron constantemente a la historia. Se fomentó el estudio de la época
prehispánica, como raíz de lo mexicano, aunque se puso menos énfasis en la época de la dominación
española. En los libros de texto se enseñó que los mexicanos, todos, venían de un mismo origen.

El Estado promovió esos estudios, invirtió en instituciones en las que se realizaban trabajos especializados
y publicó numerosos libros de historia. Una buena parte de esas publicaciones estaba dedicada, por
supuesto, a la Revolución mexicana del siglo XX, pues daba legitimidad a los gobiernos y al partido
hegemónico.

El Estado y la historia

Es verdad que, al mediar el siglo XX, el discurso del Estado sobre la Revolución empezó a erosionarse.
Muchas personas empezaron a cuestionar los supuestos logros de ese gran movimiento. En las siguientes
décadas se empezó a hablar de “la revolución interrumpida”, como la llamó Adolfo Gilly en su libro de
1971. En buena medida, esto se debió a que el medio académico en el que se producía historia, que fue
fomentado por el propio Estado, se estaba profesionalizando rápidamente.

Al concluir el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, en 1970, resultaba difícil para mucha gente seguir
sosteniendo que los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional eran los herederos del movimiento
que, según su propia narrativa, había prometido justicia social seis décadas antes. Es verdad que en todo
ese tiempo hubo crecimiento económico, pero no se abatió la desigualdad. Además, el autoritarismo había
mostrado uno de sus peores rostros.

Luis Echeverría, el presidente que tomó posesión en diciembre de 1970, se dio cuenta de que necesitaba
un discurso legitimador y, por supuesto, usó la historia. Para empezar, recuperó con más fuerza el
proyecto cardenista de reparto agrario, para vincular su propio gobierno con uno que era considerado
como heredero claro del proceso revolucionario.

También buscó atraer a varios intelectuales y académicos, incluido el gran antropólogo Gonzalo Aguirre
Beltrán, quien impulsó proyectos como SepSetentas, una colección editorial en la que aparecieron
numerosos títulos de historia. También se sextuplicó el gasto en educación superior, lo que benefició a las
carreras de ciencias sociales y humanidades, incluida la Historia.

Por supuesto, ni Luis Echeverría ni los políticos de su sexenio tenían la intención de que se hiciera una
historia más académica e imparcial. Eso pudo apreciarse casi desde un comienzo. En septiembre de 1971,
el presidente envió una iniciativa para que se pusiera la frase “La Patria es primero”, atribuida a Vicente
Guerrero, en letras de oro en la Cámara de Diputados.

La conmemoración del 150 aniversario de la llamada “consumación” de la independencia mostró que para
las autoridades no cabía una versión crítica del pasado mexicano. El apócrifo abrazo de Acatempan
apareció por todos lados en los discursos cívicos septembrinos para meter a Vicente Guerrero como
“auténtico” artífice de la independencia. El discurso de Martín Luis Guzmán en el Senado respaldó la
iniciativa presidencial y desechó cualquier discusión académica sobre el Plan de Iguala.

Guzmán había dirigido la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, en los que se plasmó esa visión
que, ya entrado el siglo XXI, sigue siendo tan aceptada en México: las culturas prehispánicas (como se
veía en el libro de tercer grado de primaria de Historia y Civismo) eran el origen indiscutible de la historia
patria, que hallaba su culminación en la Revolución de 1910, el reparto agrario y el proceso de
industrialización de las décadas de 1940 a 1960.

Otras versiones de la historia

El régimen seguía usando su versión del pasado, pero los recursos que se invirtieron en colecciones como
SepSetentas y en la educación superior (y la investigación), favorecieron el surgimiento de otras versiones
de la historia. La década de 1970 vio cómo en El Colegio de México se empezaba a publicar la colección
“Historia de la Revolución Mexicana” bajo la coordinación de Luis González, que ofrecía una versión
crítica, bien documentada e imparcial.

El diálogo con colegas extranjeros fue también muy importante. Los estudios de Charles Hale, Michael
Costeloe y Nettie Lee Benson se sumaron a los que desde México hacía Josefina Z. Vázquez sobre la
primera mitad del siglo XIX; esos periodos eran vistos casi siempre desde una óptica simplona que estos
autores contribuyeron a modificar.

En 1980, en Historia ¿para qué?, un grupo de filósofos y académicos daban cuenta de que el discurso
académico ya se había separado del uso político del pasado que los gobiernos mantenían. Fue entonces
cuando Luis González –quizá el historiador que mejor se percató de cómo se fue construyendo una historia
académica al margen de la que se enseñaba en las escuelas, patriótica y utilitaria– la designó con el
nombre de Historia de Bronce, en referencia al material con el que se hacen las estatuas que consolidan
la memoria en las plazas públicas de México.

En la Universidad Nacional Autónoma de México, la historia del periodo virreinal empezó a ser cada vez
más estudiada, sin importar que ese periodo siguiera siendo considerado, en los libros de texto, como una
especie de Edad Media, oscura y carente de interés. Edmundo O’Gorman no solo renovó la manera de
entender la historia de América en el mundo, sino que, en su seminario, sembró una historiografía más
reflexiva y crítica, menos interesada en “regañar” a los muertos que en explicar y comprender.
En el Instituto Nacional de Antropología e Historia, la historia económica, la de las mentalidades y otras
formas de historia social se cultivaron también sin importar los intereses de los gobernantes en turno.

Por supuesto, cada gobernante seguía intentando dejar su impronta en la construcción del conocimiento
histórico. Carlos Salinas de Gortari, por ejemplo, estuvo empeñado en recuperar la memoria de
Anenecuilco y de Emiliano Zapata. Para ello, entre otras cosas, promovió que se entregaran a esa
comunidad los títulos primordiales (que mencionaré un poco más adelante) e impulsó estudios
académicos a través del Fideicomiso Historia de las Américas, pero como puede apreciarse en los títulos
de esa colección, los temas abordados por las historiadoras e historiadores que han publicado allí poco o
nada tienen que ver con la Historia de Bronce.

Al finalizar el siglo XX, según el Comité Mexicano de Ciencias Históricas, había más de mil personas
registradas en instituciones en las que se hace investigación histórica. Los temas estudiados eran muy
variados y, ciertamente, cada vez más alejados de las retóricas oficiales.

No quiero decir que la historia académica no sea ideológica, pero las discusiones, las metodologías y,
sobre todo, la diversidad, han ayudado a que el uso político del pasado sea cada vez más difícil entre las
personas que nos dedicamos profesionalmente a la investigación histórica.

Otro uso del pasado

Antes de concluir esta serie de trabajos sobre los usos políticos de la historia conviene señalar algo: tal
acción no se ha venido haciendo de una manera instrumental o conspirativa. Quiero decir que no se debe
a que una mente maquiavélica pensara que se debía usar el pasado, de modo descarado, para manipular
a la gente, aunque el resultado fuera ese.

El uso político de la historia ha sido posible, entre otras razones, porque las mismas personas que lo han
promovido han creído en él y hay buenas razones para eso: la memoria genera identidad y, si esta es
aprovechable para quienes gobiernan, mejor para ellos.

Un buen ejemplo podemos verlo en las comunidades campesinas de México, en especial en las indígenas.
Muchas de ellas han padecido a lo largo de los siglos los embates de terratenientes, órdenes religiosas,
empresas u otras comunidades para despojarlas de tierras. Para defenderse, algunos de estos pueblos
guardan, como Anenecuilco, los documentos en los que legalmente se les asigna una dotación de tierras,
bosques y aguas.

Tan importantes son esos títulos primordiales que hubo algunos pueblos que los inventaron. Hubo aquellos
que no tenían esas concesiones de tierras, pero con el paso de los siglos escribanos de la propia
comunidad, o pagados por sus autoridades, las elaboraron, en ocasiones con muchos errores (como
asegurar que la otorgó algún virrey en una fecha en la que ni siquiera había llegado a Nueva España),
para poder defender sus recursos naturales. En este sentido, esos documentos son apócrifos, pero no
falsos, pues ese uso del pasado tiene una razón de ser.

Ahora bien, como algunos historiadores han mostrado, el uso del pasado en esos pueblos no solo ha
servido para la defensa legítima de sus recursos o para construir una identidad, sino que, en ocasiones,
también para que los gobernantes locales se apropiaran de los recursos comunitarios.
Durante muchos siglos, desde las épocas prehispánicas hasta bien entrado el siglo XX, los historiadores
(en efecto, historiadores varones) contribuyeron a la construcción de narrativas que fueron usadas por el
poder. En las décadas más recientes, las mujeres y hombres que nos dedicamos profesionalmente al
estudio del pasado reconocemos esa utilización y, mediante la investigación rigurosa y la crítica,
pretendemos elaborar interpretaciones que expliquen de mejor manera el pasado.

Fuente: Relatos e Historias en México en https://relatosehistorias.mx/nuestras-historias/los-usos-de-la-


historia-desde-el-poder-la-historiografia-profesional-en-el-siglo
Actividades. Una vez realizada la lectura “Los usos de la historia desde el poder: la historiografía
profesional en el siglo XX” elabora un cuadro en tu cuaderno, y en trabajo colaborativo consensen las
ideas más significativas relacionadas con cada apartado para su trascripción.

USO POLÌTICO DE LA HISTORIA


Ejemplos del Siglo XX Discursos políticos Discurso académico y Comunidades campesinas e
en Europa y prácticas de los su independencia del indígenas de México y la
gobiernos uso político del pasado memoria histórica
mexicano
mexicanos en el
siglo XX

- Análisis de las siguientes imágenes alusivas al movimiento del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación
Nacional) que se levantó en armas el 1º de 1994 ante la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio
de América del Norte (TLCAN) durante el último año de gobierno de Carlos Salinas de Gortari.
- Contrastar lo descrito en el texto “Los usos de la historia desde el poder: la historiografía profesional en
el siglo XX” con las imágenes alusivas al EZLN.

Desde el punto de vista del equipo colaborativo, argumentar de manera reflexiva por escrito los siguientes
planteamientos:

¿El EZLN puede ser concebido como sujeto histórico?

Además de su rechazo al TLCAN. ¿Por qué se levantaron en armas?

¿Por qué el movimiento determinó denominarse “Ejercito Zapatista”?

- Análisis en equipo colaborativo de la imagen la “Loba Capitolina” para fundamentar las respuestas de
cada planteamiento.

Fuente: https://redatenea.files.wordpress.com/2011/09/dibujo2.jpg
• ¿Quién es el sujeto histórico que representa a la loba?

• ¿Reconoces a los personajes históricos amamantados por la loba? Escribe a los que identificas.

• Enuncia los símbolos más representativos que se proyectan en la imagen, y describe brevemente
su función de legitimación histórica.

• Descripción breve de la función de crítica histórica de la imagen.


Discurso de Toma de Posesión de Carlos Salinas de Gortari como Presidente Constitucional de los
Estados Unidos Mexicanos. Diciembre 1, 1988

Honorable Congreso de la Unión;

Mexicanos:

Con emoción y convicción he protestado guardar y hacer guardar la Constitución General de la República
y las leyes que de ella emanan.

Conozco las facultades que me otorgan, las ejerceré a plenitud para responder al mandato ciudadano;
conozco las limitaciones que la ley me impone y aquellas que la costumbre y la voz popular reclaman de
mi conducta, las acataré con civismo; pondré en práctica una presidencia democrática, que respete y
fortalezca el equilibrio constitucional de los poderes Legislativo y Judicial; promoveré una eficaz relación
con los gobiernos de los estados y municipios, alentando la descentralización de funciones, recursos y
actividades; sobre la solidez de las instituciones de la República, la presidencia fincará la conducción del
país.

Defenderé siempre con lealtad y patriotismo los intereses supremos de la nación; gobernaré para todos
los mexicanos; serviré a mis compatriotas, a todos sin distinción ni preferencia; seré prudente para nunca
arriesgar el destino del país; seré decidido para hacer avanzar el bienestar del pueblo; seré firme para
hacer valer el orden institucional; cumpliré las promesas de campaña que hice en cada estado y en cada
comunidad; habrá congruencia entre mi compromiso como y mi labor como Presidente.

Gobernaré la República con apego indeclinable a los principios y al proyecto de la Revolución; me apoyaré
en el gran acervo cultural y político que los mexicanos juntos hemos construido, lo haré inspirado en
nuestra grandeza histórica, seguro del vigor nacional, orgulloso de nuestra extraordinaria entereza,
confiado en nuestra tenacidad para superar escollos y desafíos, por difíciles y complejos que éstos sean;
lo haré con la certeza de que México, por su historia, su dimensión y por calidad de su pueblo, merece
ocupar un sitio de mayor fortaleza entre las nacionales del mundo.

Tomo posesión como Presidente de la República en una hora compleja entre la esperanza colectiva y el
peso de los sacrificios acumulados, entre la necesidad de construir para el futuro y la premura de
realizaciones inmediatas; es éste un momento singular de nuestra historia, cargado de riesgos, pero rico
en oportunidades, lo asumo con ánimo y optimismo.

Tengo fe en que los vientos del cambio serán favorables, porque nuestro esfuerzo tiene rumbo, nuestro
nacionalismo nos da fortaleza; tenemos un proyecto histórico que se ha configurado generación tras
generación; cada una respondió a la necesidad de su tiempo; cada una enfrentó sus propios retos; ha sido
una tarea que nos ha dado rostro, estatura histórica y una vocación de justicia y libertad.

La Independencia, La Reforma y la Revolución expresan la determinación del pueblo para darse a sí


mismo un destino original e instituciones y organizaciones propias; nuestra capacidad de transformación
nos ha permitido sortear los más duros embates y adaptarnos contantemente a nuevas realidades;
sabemos que nuestros problemas no vienen por el fracaso de nuestro esfuerzo, sino por el tamaño de la
adversidad.

Fuente: http://www.biblioteca.tv/artman2/publish/1988_67/Discurso_de_Toma_de_Posesi_n_de_Carlos_Salinas_de__74.shtml
- Realiza la lectura del “Discurso de Toma de Posesión de Carlos Salinas de Gortari como presidente
Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Diciembre 1, 1988”.

• Subrayado y transcripción en el cuaderno de los párrafos en el que el sujeto histórico recurre a la


historia para legitimar su gobierno y el orden social establecido en nuestro país en 1988.

- A manera de conclusión, en equipo de trabajo colaborativo se destaca la utilidad de la historia como


conocimiento, y la importancia o irrelevancia de su estudio.
Aprendizajes Temática

Distingue diversas perspectivas teóricas en la Escuelas historiográficas: Positivismo,


construcción del acontecer histórico Historicismo, Materialismo histórico, Escuela de
considerando los criterios de periodización, el los Annales. Diversas vertientes en la actualidad.
marco conceptual, la concepción de hecho
histórico y de sujeto de la historia para
entender su interpretación del pasado con una
visión integral de la historia.

Corrientes Historiográficas. Edad Contemporánea, Siglos XIX, XX y XXI.

Amparo Alcaraz Montesinos y M.ª Montserrat Pastor Blázquez

ETAPA CIENTÍFICA

Entre otros autores, estudiosos de la historiografía, nos vamos a basar en los estudios elaborados por
Hernández Sandoica (2007) que hace una revisión de las diversas escuelas historiográficas que se han
sucedido a lo largo del tiempo, identificando sus concepciones de la Historia, es decir, los conceptos
históricos que estiman básicos como objetos de estudio, las metodologías aportadas para investigar y
conocer los objetos de estudio planteados, el uso de las fuentes, el uso de técnicas y procedimientos, y
en definitiva su forma de entender la Historia. Comenzaremos nuestro recorrido historiográfico desde los
presupuestos establecidos por la corriente positivista, considerada por los estudiosos de la Historiografía,
como la primera que utiliza un método científico.

Escuela positivista

El pensamiento positivista ha ejercido una profunda influencia en el campo de la Historia, desde su


aparición en el siglo XIX y prácticamente hasta nuestros días. El creador de esta escuela, [Leopold von]
Ranke, pretendió hacer una historia de los “acontecimientos” concretos, acontecimientos preferentemente
de naturaleza política-militar. Reduce la historia a una pura relación de datos, dispuestos en sus fechas
precisas, a una erudición.

Ferrater Mora (1971) sintetizando las principales tendencias del positivismo lo define como “…una teoría
del saber que se niega a admitir otra realidad que no sean los hechos y a investigar otra cosa que no sean
las relaciones entre los hechos”, citado por Navarro (1987). Se pretendía hacer de la Historia una ciencia
positiva, cuyo objetivo no tenía que ser otro que la reconstrucción de los hechos pasados tal y como
acontecieron, por ello se da gran importancia a lo que posteriormente la Escuela de Annales definió como
“ tiempo corto” o “ acontecimiento” y se entendía que el historiador debía establecer la secuencia correcta
de esos “acontecimientos”, acudiendo a las fuentes escritas y de carácter público, y relatar esos hechos
tal y como se encontraban en las fuentes, con un rigor de tratamiento objetivo de las fuentes . Es, sin
duda, este aspecto, uno de los más valorados por los estudiosos de esta corriente: la aportación del
positivismo en el avance metodológico y la crítica histórica, inexistente hasta ese momento.
Una de las mayores aportaciones de esta corriente historiográfica es el rigor mostrado en el tratamiento
de las fuentes escritas, la preocupación por acudir a fuentes, “auténticas” y “fiables”, y del mismo modo a
la atención prestada a las denominadas “ciencias auxiliares”, tales como la Paleografía, la Epigrafía, la
Numismática, Heráldica y otras con el propósito básico de datar correctamente los documentos.

En cuanto a la naturaleza de los hechos que llamaban la atención de los historiadores de esta corriente,
debemos decir que eran hechos de carácter político-militar, a los que más dirigían su atención.

Con las características básicas enunciadas de esta corriente, podemos concluir diciendo que a pesar del
gran valor otorgado a la corriente por ser la primera escuela historiográfica que hiciera uso de un método
científico, sobre todo en el papel otorgado al análisis de fuentes, eso sí, solo valorando la documentación
escrita y fundamentalmente de carácter público, será a partir del siglo XX y como veremos, sobre todo a
raíz de la Segunda Guerra Mundial, cuando sus presupuestos metodológicos empiecen a ser criticados
ante la cambiante escena mundial a todos los niveles.

Sin embargo, como hemos dicho anteriormente, no pensemos que el siglo XX, con el advenimiento de
otros paradigmas que más tarde veremos, supone el final del positivismo, ya que como destaca Hernández
Sandoica (2007, p. 14): “el 50%, o incluso más, de la producción historiográfica actual vista en su conjunto,
continúa obediente a enfoques propios del historicismo realista y objetivista“.

En este sentido apunta Gemma Tribó (2005, p. 45) “A pesar de estas críticas, el positivismo o historicismo
ha tenido, y tiene aún, una gran influencia en la historia académica universitaria. Han nacido nuevos
paradigmas y, sin embargo, el positivismo ha dominado la producción historiográfica hasta hace pocas
décadas, y, lógicamente, ha sido el paradigma que ha servido a los estados-nación decimonónicos para
educar el espíritu nacional. “Pasemos a continuación analizar cómo se caracteriza el paradigma positivista
en la forma en que se concebía la enseñanza de la Historia, que como define Raimundo Cuesta (1997)
fue propia de una “educación tradicional elitista” y la define como narrativa, culturalista, nacionalista,
memorista y al servicio de los propósitos del estado-nación decimonónico.

Resulta ilustrativo de esta manera, destacar como percibieron las clases de Historia célebres filósofos,
como Unamuno, que recuerda éstas en un instituto de Bilbao, y que nos transmite Raimundo Cuesta
(2007, p. 18)

“El aula en que teníamos la clase de historia era espaciosísima y llena de mapas. Entreteníame durante
la lección en fabricar títeres de cera, por lo que una vez me tuvo Carreño dos días de rodillas. De las
explicaciones de historia apenas recuerdo palabra, pero sí del aspecto del libro de texto, de sus letras, de
su impresión, etc. Si hoy lo viera a tres metros diría: ¡ése es! Me mareaba aquel ir y venir de pueblos con
nombres raros, aquel desfilar de reyes y de guerras, aquel intrincamiento de parentescos, matrimonios y
repartos de herencias. Venían reyes y los mataban tan pronto que no había lugar a acongojarse de su
muerte, pues no había tenido uno tiempo de conocerlos, y era tal el trajín, que se deseaba que hubieran
acabado de una vez con todos matándolos en una sola batalla. No llegamos, ni con mucho a la Revolución
Francesa, distraídos en curiosear vanamente lo que hicieron los chinos, los persas y caldeos. He
comprendido más tarde lo ventajoso que sería si pudiera estudiar la historia hacia atrás, empezando por
ahora. La historia de España, más concentrada que la universal, me dejó alguna más impresión, sobre
todo aquello de que “en Calañazor partió Almanzor su tambor” y la aparición de Santiago en la batalla de
Clavijo.”
Materialismo histórico

Como reacción al positivismo, a su manera de entender la Historia, a los métodos de investigación


propuestos, tenemos que mencionar dos corrientes historiográficas, diversas entre sí, pero con el común
denominador de plantearse como una reacción al modelo postulado por los positivistas. Estas dos
corrientes, sería por un lado el materialismo histórico propuesto por [Carlos] Marx y sus seguidores, y por
otro lado la corriente historicista. Prestaremos en primer lugar nuestra atención a los presupuestos básicos
de la historiografía marxista.

En primer lugar, debemos matizar, que pese a las grandes diferencias que presenta esta corriente
historiográfica respecto a la positivista, ambas coinciden en la concepción lineal de la historia, aunque
evidentemente con distintos fines y objetivos, pero ambas escuelas persiguen el conocimiento científico
de la realidad social.

Basándose en el método dialéctico de [Federico] Engels, Marx crea la teoría del materialismo dialéctico,
si bien no vamos a detenernos en el análisis de la teoría en cuestión, por no ser objeto de nuestro estudio,
si vamos a señalar que dentro de esa concepción lineal de progreso que en el caso del materialismo
histórico, nos conduciría al modo de producción socialista y al triunfo del proletariado como clase social,
una vez conseguido tras la lucha de clases que marca el devenir histórico, sí que queremos destacar los
presupuestos metodológicos, en cuanto a la manera de concebir la historia, al crear un cuerpo conceptual
diacrónico, que desde el modo de producción esclavista, pasando por el feudal, capitalista, contra el que
arremete las principales críticas, se llegaría al modo de producción socialista, una vez que hubiera
triunfado la lucha de clases para instalarse en el modo de producción ideal con el poder adquirido por la
clase proletaria, que sería el modo de producción socialista, la meta de la sociedad.

Entendiendo estos presupuestos como básicos, y eludiendo muchos otros aspectos de este modelo
historiográfico, lo que nos interesa es ver en qué manera incidieron estos presupuestos en la manera de
concebir el valor de la historia, la enseñanza de la historia. La historia marxista creó un cuerpo conceptual
diacrónico, basándose en los conceptos de clases sociales y modos de producción, es decir los hechos
objetos de estudio serán fundamentalmente sociales y económicos, pero a diferencia de los que se
operaría a partir del 45, como veremos con la “ creación “ de una Historia social, a los marxistas la sociedad
que les interesa es la proletaria y el modo de producción que analizan es el socialista, es decir centran su
interés en una clase social: la proletaria y en un modelo económico: el socialista, a diferencia de la Historia
social que surgió, como más tarde veremos, sobre todo a raíz de los grandes cambios sociales operados
a raíz de la Segunda Guerra Mundial.

Como dice Friera (1997, p. 24) “Más allá de su fundador, el marxismo será seguido por corrientes
ortodoxas – marxianas-, cuya figura central será [Vladimir Ilich] Lenin, o por las corrientes revisionistas
extendidas a partir de la Segunda Internacional bajo la interpretación de Karl Kautsky. Aquí sólo nos
interesa destacar que su influencia sería mínima en los ambientes intelectuales hasta que se produjo la
quiebra de la ideología del progreso, sobre todo a partir de la crisis del siglo XX iniciada con la Gran
Guerra, y ante el hecho de la revolución bolchevique de 1917.”

Con esta reflexión concluimos las aportaciones que la historiografía marxista hizo a la manera de entender
la Historia, insistiendo en primer lugar como nos referencia Friera que sus presupuestos no calaron en los
intelectuales, en los educadores hasta bien pasado el tiempo, no obstante destacamos, que se prestó
atención, por primera vez a hechos que no fueran exclusivamente de carácter político o militar, como
hicieran los positivistas, los objetos de estudio dejarían de ser los estados nacionales para pasar a serlos
tanto clases sociales como modos de producción en una concepción lineal que configuró un cuerpo
conceptual diacrónico analizando aspectos como clase social, modo de producción y las consecuencias
de las relaciones entre ambos, de manera diacrónica desde el primer modo social y económico analizado:
el esclavismo para seguir una progresión lineal de progreso social hasta el estadio deseado, es decir el
modo socialista y la clase proletaria, el ideal de progreso radicaría en la consecución de este último
estadio, no obstante, como indicamos más arriba, los planteamientos metodológicos marxistas no se
traducirían en nuevas prácticas docentes en la escuela a la hora de impartir Historia.

El materialismo histórico contiene una concepción de historia que nos muestra la evolución humana a
través de la sucesión de unas etapas que marcarían una línea de progreso de la humanidad, pero que no
van a ser definidas a partir del nivel de desarrollo del sistema productivo, sino por la naturaleza de las
relaciones que establecen los hombres que desarrollan el proceso productivo dependiendo de la etapa en
que vivan o de la sociedad a que pertenezcan.

El historicismo

Como corriente historiográfica antipositivista, además de la anteriormente descrita, la marxista, debemos


de señalar, la corriente historicista, considerando al alemán Dilthey primer representante de esta corriente
al trazar una clasificación dicotómica entre las ciencia naturales y experimentales y las denominadas
ciencia del espíritu, entre las que se encontraba la Historia., [Wilhelm] Dilthey consideraba al conocimiento
histórico, como una forma específica del saber, distinta a las formas o al método científico que se aplicaba
a las Ciencias naturales. En este sentido, el historiador británico seguidor de esta corriente, [Robin George]
Collingwood (1987, p. 58), dirá al respecto: “Entender algo históricamente, “comprenderlo, equivale a
revivirlo”, es decir, a hacerlo presente, reactualizarlo”.

El historicismo contará entre sus máximos representantes a historiadores como el propio Collingwood,
[Benedetto] Croce, [Oswald] Spengler, y [Arnold J.]Toynbee, entre otros.

El historicismo tendría su principal intérprete en el historiador y filósofo italiano Croce, que define al
historicismo como: “la afirmación de que la vida y la realidad es Historia y nada más que Historia”. A partir
de estos postulados tenemos que hablar, a diferencia de los positivistas y marxistas que preceden a los
representantes de esta línea historiográfica, que los historicistas inician una concepción cíclica de la
historia y no lineal, definida hacia una meta, fin, objeto, que será distinto para positivistas o marxistas, pero
que, en definitiva, fija una línea de progreso social hacia la meta anhelada por cada una de las corrientes.

El historicismo sí propone un cambio sustancial en cuanto a la manera de entender la Historia, la


concepción de la Historia es cíclica y por ello, sus seguidores, desarrollarán grandes morfologías
históricas, usando un método de descriptivismo cíclico. Este es el caso del historiador Toynbee, con la
descripción de sus 21 sociedades, donde realiza interpretaciones de ciclos históricos aplicados a las
culturas de la Historia Universal. Debemos destacar la obra de Juan José Carreras Ares (1981) si se quiere
acudir a un excelente estudio del historicismo alemán.

Podríamos decir que hasta la década de los 30, o mejor dicho, a partir de 1945, como señala Hernández
Sandoica (2007, p. 17), el historicismo constituía la esencia misma del historiador , ya que hay que
entender las dos guerras mundiales y sus consecuencias como agentes transformadores de la disciplina
histórica, ya que la mayoría de los historiadores se hicieron conscientes de las limitaciones éticas y desde
supuestos metodológicos del historicismo, podríamos decir que el historicismo dejaría de trascender
socialmente.
Los tiempos habían cambiado, la sociedad también, los intereses también, igual que ocurre en la
actualidad se demandaba una nueva historia, unos nuevos objetos de estudio, nuevos métodos para la
historia, a la que se le pidió que mirase al pasado, pero desde el presente, y como dice Hernández
Sandoica (2007, p. 23): “A lo largo del siglo XX muchos historiadores, y muy buenos, dedicarían horas de
esfuerzo – y mucha preocupación- a buscar otros métodos. Métodos albergados en las Ciencias Sociales”.

De este modo podríamos decir que podríamos considerar que es a partir de este momento cuando los
historiadores empiezan a ver la necesidad de contar con varias disciplinas sociales, de sus conceptos, de
sus métodos, para realizar una Historia que ahora desde los presupuestos de diversas escuelas
historiográficas sería fundamentalmente una Historia Social, de alguna manera se empezaba a abrir paso
la concepción de una metodología interdisciplinar, que posibilitaría una mejor, ahora ya comprensión, ya
no tanto explicación ( positivistas , marxistas e incluso historicistas) de los fenómenos sociales.

A partir de la década de los 50, sí que ya podemos decir que desde nuevos escenarios se empieza a
concebir una nueva manera de investigar y de, en definitiva, una nueva didáctica de la historia, ya que se
entiende que, ante una nueva Historia, hay una nueva didáctica. Así, como dice Hernández Sandoica
(2007, p. 23), se trataba de “…eludir la esquemática rigidez del oficio de historiador, la metodología
convencional positivista, historicista o una mezcla de ambas”.

La Escuela de Annales

Será a partir de la Segunda Guerra Mundial, con el advenimiento de nuevos paradigmas que centrarían
su atención en nuevos objetos de estudio, nuevos conceptos, nuevas metodologías, hicieron posible un
cambio progresivo de paradigma en una nuevas maneras de entender la enseñanza de la Historia en la
escuela, y así como expresa Tribó (2005, p. 45): “La historia enseñada en las aulas dejó de ser únicamente
una historia factual político-militar nacional y empezó a ser sustituida por una historia social y económica
universal, aunque de manera dubitativa y no sin contradicciones.”

Es decir, se pretendió hacer de la Historia, una Ciencia Social, y por ello es a partir de estos momentos,
cuando la mayoría de los historiadores, inician un acercamiento renovado a otras ciencias sociales, y
como destaca Hernández Sandoica (2007, p. 16) se daría la “paulatina incorporación y adaptación de
contingentes amplios de historiadores a parámetros científico sociales en el intento de hacer la historia,
una ciencia social.”

Y continúa diciendo que, a partir de la Segunda Guerra Mundial, “…el tejido de la historia se esponjaría
sin más límites que los de las propias disciplinas que la informasen”.

Después de reflexionar sobre lo arriba señalado, sin duda, podemos advertir que a partir de ese momento
se empieza a abrir paso lo que más tarde se definiría como el uso de una metodología interdisciplinar para
hacer más comprensible el hecho social a lo largo del tiempo.

Destacamos en este punto la renovación epistemológica y metodológica que supuso a partir de, sobre
todo su segunda etapa, desde 1945 bajo la dirección de [Fernand] Braudel, la escuela historiográfica de
Annales.

La escuela historiográfica de Annales surge en 1929, una nueva situación mundial se estaba
desarrollando, debido entre otros acontecimientos a la Gran Depresión del 29 que azotó en mayor o menor
medida a la sociedad del momento. Como casi siempre ocurre, ante nuevas realidades sociales y para su
mejor comprensión, se requieren nuevos modelos historiográficos que ayuden, ya no tanto a explicar, sino
más bien a entender, las nuevas situaciones sociales que se están viviendo.
Esta nueva corriente historiográfica, junto a otras que más tarde mencionaremos, empiezan a buscar
nuevas maneras de acercarse a los fenómenos sociales para hacer más comprensibles los nuevos
tiempos, las nuevas preocupaciones que de manera más o menos directa afectan al conjunto de la
sociedad. Es a partir de estos momentos cuando varias escuelas historiográficas empiezan a desarrollar
un enfoque “Sociohistórico”, y como señala Hernández Sandoica (2007, p. 83): “La sociología, la
antropología, la crítica literaria y la lingüística (hoy las materias más influyentes) y, antes de ellas, la
psicología, la economía –con la estadística-, la geografía, el derecho y la ciencia política, han modificado
profundamente la naturaleza de lo que se ha dado en llamar discurso histórico”, y continúa: “… todo
proyecto de cientificación del campo de la historia tiene que ver con esta circunstancia elemental de
mestizaje entre las disciplinas”.

Señalamos esta reflexión por considerar que, a partir de 1945, se hace evidente desde diversos supuestos
que iremos analizando, el auge de una Historia social que requerirá del conjunto de las ciencias sociales
para desarrollar su discurso.

La Escuela de Annales ciertamente supuso una “revolución” en cuanto a redefinir unas nuevas funciones
de la Historia que implicó una “revolución metodológica” en lo que se llamó a definir una “Historia Total”
con una visión integradora de las ciencias sociales. Como dijimos anteriormente, será fundamentalmente
a través de los presupuestos de los máximos representantes de esta escuela, tales como Lucien Febvre,
Marc Bloch o Braudel, donde mejor podemos inscribir desde el punto de vista metodológico lo que supone
aplicar una metodología interdisciplinar para abordar el análisis de los hechos sociales.

En este sentido, el mismo Lucien Febvre insistía cuando le preguntaban acerca de que ciencia social era
más ciencia social, decía que la Historia, era por definición “toda ella social”, en la misma línea argumental
podemos ubicar las ideas de Marc Bloch cuando defendía que para destacar la especificidad del
conocimiento histórico, éste tiene sin duda una dimensión temporal en los múltiples datos del presente,
de naturaleza diversa: económicos, sociológicos, políticos, demográficos, antropológicos, etc. los cuales
están revelando la presencia del pasado.

Pierre Vilar, reconoce que la Historia “es la única ciencia a la vez global y dinámica de las sociedades, y
por lo tanto es la única síntesis posible de las demás ciencias sociales”.

En este sentido, Tribó (2005, p. 11), retoma un postulado que hiciera Pierre Vilar en su libro Pensar
históricamente, en relación a una gran aportación que hizo en el campo de la metodología y la enseñanza
de la Historia, ya que como dice Tribó, para Pierre Vilar pensar históricamente, supone, entre otras cosas:
“…aprender a relacionar las diferentes variables que componen el conocimiento histórico -sociedad,
economía, política…- es aprender a descubrir las causas de los cambios sociales; en definitiva es aprender
a construir conocimiento histórico.”

La Historia que proponían los historiadores de la escuela de Annales, era esencialmente una “Historia
económica y social”, también se proponen nuevas maneras de “hacer” historia, de investigar en historia,
lo cual conlleva a “repensar” la Historia, proponer nuevos métodos ya que los utilizados tanto por
positivistas como historicistas, no los consideraban aptos para su concepción de “Historia Total” y entender
que la labor del historiador no se debía limitar exclusivamente a aportar los datos históricos, sino que tenía
que facilitar, a través del uso de unas metodologías adecuadas, la comprensión del hecho social, el
historiador ha de interpretar no exclusivamente “rescatar” los hechos del pasado.
Uno de los objetivos básicos planteados desde un principio por la primera generación de los historiadores
de Annales, Febvre y Marc Bloch, fue la voluntad de hacer una Historia Total e integradora de las
aportaciones de las Ciencias Sociales.

En este sentido argumentaría Febvre (1970, p. 57): “Es preciso que la Historia deje de aparecer como una
necrópolis dormida por la que sólo pasan sombras despojadas de sustancia. Es preciso que penetréis en
el viejo palacio silencioso donde la Historia duerme, animados por la lucha, cubiertos del polvo del combate
y de la coagulada sangre del monstruo vencido, y que, abriendo las ventanas de par en par con la sala
llena de luz y reestablecido el sonido, despertéis con vuestra propia vida, con vuestra vida caliente y joven,
la vida helada de la princesa dormida”.

Se abogaba por una “Historia viva”, una historia que estuviera al alcance de la mayoría de la sociedad,
una historia comprensible, cercana, que contara como vivieron, como sufrieron, como se divirtieron, etc.
la gente de esas épocas, una historia de la vida cotidiana de nuestros antepasados.

Como podemos advertir, estos nuevos planteamientos de la Historia, conllevarían a unos cambios
metodológicos que lentamente se introducirían en las clases de Historia, en el caso español, el máximo
difusor de estas nuevas tendencias fue Pierre Vilar. Se plantea un cambio de rumbo en cuanto a la función
que debiera tener la Historia, los métodos de “hacer” Historia, que suponía sobre todo una crítica al método
positivista, que sobre todo prestaba atención al hecho, al acontecimiento, al “tiempo corto”, y además,
centrándose en unos acontecimientos de carácter político-militar, protagonizados por las élites sociales y
hallados exclusivamente en el documento escrito y preferentemente de carácter público.

Como señala Friera (1995, p. 44-45): “Frente a la historia “factual” y “evenencial” se planteaba una Historia
explicativa y total que rechazaba el predominio de una sola temática y que, manteniendo el sentido unitario
de la Historia, contemplaba todos sus aspectos – políticos, económicos, sociales, culturales…”.

Es interesante la visión que nos aporta Ruíz Torres (2004) de esta escuela: “ El historiador no podía huir
de los problemas del presente y limitarse a la contemplación del pasado”, es decir, uno de los
presupuestos novedosos que legaron los historiadores de Annales, fue la decidida defensa de la necesaria
búsqueda en el pasado de los problemas que tenemos en el presente, no ir al pasado sin más, como
hicieran los positivistas, sino ir al pasado para buscar explicaciones, causas, antecedentes, más o menos
remotos, de los problemas del presente. Se trata de asumir la interacción entre el presente y el pasado.

En esta concepción, tan importante, en la actualidad, como más tarde veremos, en cuanto a los valores y
funciones que se otorgan a la Historia como ciencia del tiempo, pero concibiendo su utilidad para enlazar
desde el presente con el pasado, no como anteriormente dijimos mirar al pasado sin más, entra en relación
con la interesante concepción de la “Triple Visión del Tiempo Histórico” que conceptualizó otro de los más
importantes representantes de la escuela de Annales, y que asumió la dirección de la misma desde 1945,
se trata de Fernand Braudel. Braudel en su obra El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en tiempos de
Felipe II, estableció tres tipos de tiempo que definía en cuanto a su duración: el tiempo corto o del
“acontecimiento”, es el tipo de tiempo de los positivistas, el tiempo del hecho que mejor recuerdan los que
lo vivieron , la generación del hecho, pero que pronto se olvida por las generaciones venideras: una batalla,
un motín, etc. , luego se define el “tiempo medio” o “coyuntural”, es el tiempo marcado por hecho
económicos que explican tendencias, es el tiempo de una “curva de salarios”, o de una “curva de precios”,
que puede oscilar entre más o menos décadas, y sobre estos dos tipos de tiempo, estando éstos en las
capas superiores, en la estructura, en la capa inferior y “sujetando” a éstos, permanecería el tiempo
explicativo, el tiempo “estructural”, el “tiempo largo o de larga duración”, el que nos permite calibrar los
cambio profundos de las sociedades, el que nos permite enlazar el presente con el pasado, el que nos
permite entender el presente mirando al pasado.

La atención de los historiadores se planteó desde una visión de una “Historia Total”, en la que la
explicación de los fenómenos sociales, requerían una mayor articulación de los componentes espacio-
temporales, es decir, entre las estructuras geográficas, económicas, sociales, políticas, culturales,
planteadas en sus dimensiones temporales. Ante esta nueva manera de entender la Historia y de “hacer”
la Historia, sin duda podemos advertir que su influencia se haría notar en las escuelas a la hora de cambiar
las funciones que antes se le atribuían a la Historia desde postulados positivistas o historicistas que
anteriormente hemos referido.

Es imprescindible destacar la profunda revolución metodológica que conllevaría trasladar a la escuela las
“ nuevas maneras” de hacer historia, y del mismo modo tenemos que apuntar que los presupuestos de
esta nueva corriente historiográfica, inician de alguna manera, muchos de los aspectos, que más tarde
analizaremos en cuanto a lo que supone aplicar una metodología interdisciplinar para analizar los hechos
sociales utilizando y valiéndonos de conceptos, técnicas y recursos que utilizan diversas ciencias sociales,
como de alguna manera hicieran los historiadores de Annales al concebir esa “ Historia Total” en la cual,
se haría imprescindible ver las “ diversas facetas” que explican los hechos históricos, facetas económicas,
sociológicas, políticas, culturales, etc.

Otro aspecto destacable de los presupuestos metodológicos de Annales, fue el cambio que se operó en
la consideración de las fuentes de información para “ hacer Historia”, y el cambio se opera en la decisión
de no utilizar exclusivamente como fuentes de información la documentación escrita, y sobre todo pública,
podemos decir que se ingresó en la explicación histórica toda clase de documentos, y ello supuso un
cambio trascendental en la cuestión de la utilización de nuevas fuentes, que se consideran tan valiosas
como los documentos escritos, tales como fuentes iconográficas, materiales, y la enorme importancia que
se otorga a la fuente oral para recuperar la memoria histórica.

Esta nueva visión de la utilización de las fuentes y de las nuevas metodologías que se emplearon por esta
escuela historiográfica, repercutirían mucho en la manera de entender la historia por los profesionales de
esta disciplina, tanto en el marco de una nueva manera de investigar como en el campo de la didáctica de
la historia, pero también tenemos que decir que no sería hasta la década de los 70, en el caso español,
introducida la nueva corriente historiográfica sobre todo por el historiador Pierre Vilar, que se haría notar
en las didácticas empleadas en la clase de Historia, ya que como anteriormente dijimos las corrientes
positivistas e historicistas seguirían vigentes en la mayoría de los centros educativos españoles, pero es
destacable, aunque lenta, la difusión de las “nuevas maneras” de entender la Historia en las escuelas
española y así empezaron a entrar en las escuelas los presupuestos de este paradigma histórico .

Insistimos en la relación de la escuela de Annales y la aplicación para el estudio del hecho social de
metodologías interdisciplinares, porque como insiste Hernández Sandoica (2007, p. 152) “…aspiraban a
renovar su campo disciplinar y pretendían una “Historia Total” con la ayuda de otras ciencias sociales y la
historia debería ser el punto de coordinación interdisciplinar para el estudio de la sociedad”.

En este sentido también puntualizó el propio Braudel (1968, 1958) que “…todas las ciencias del hombre,
incluida la historia, están contaminadas unas por otras, de manera que “hablan” o pueden hablar el mismo
idioma.”

Así, los representantes de la escuela de Annales tuvieron una tentativa interdisciplinar al tomar de las
ciencias sociales en expansión en esos momentos, tales como la geografía, la demografía, la sociología,
la economía, la psicología, una serie de préstamos formales, de marcos conceptuales, de técnicas y
recursos propios de cada una de ellas para hacer de la historia, en definitiva, una ciencia social que
vertebrará a las demás disciplinas sociales.

Historia cuantitativa: Cliométricos

[ ] tenemos que destacar , entendiéndolo como un “renacer” positivista, dos corrientes que también
encontrarían hueco en la diversidad de tendencias de la escuela de Annales, pero haciendo sobre todo
hincapié en temas económicos, y haciendo uso para su tratamiento de técnicas y recursos propios de la
economía, fundamentalmente la estadística, que son la Historia “serial” o cuantitativa, entre cuyos
representantes podemos citar al propio Braudel y a (Pierre) Chaunu y la New Economic History con
representantes como (Robert William) Fogel, que insistirían sobre todo en hacer una historia más
económica que social.

La Historia serial respondía a la idea que nos presenta uno de sus representantes, (Emmanuel Le Roy)
Ladurie, de que “la Historia que no es cuantificable no puede llamarse científica”, y el propio Chaunu la
define como “una Historia interesada menos en los hechos individuales […] que por los elementos que
puedan ser integrados en una serie homogénea”.

También se hará eco de la utilización de largas series estadísticas la New Economic History, que será una
corriente historiográfica que sobre todo irrumpirá con fuerza en los Estados Unidos.

El denominador común de ambas corrientes historiográficas, la Serial más vinculada a Annales y a Europa,
y la New Economic History con fuerte arraigo en los Estados Unidos, es el rechazo a la descripción y la
narrativa clásica, y el uso de métodos de cuantificación, la estadística.

Cuando se entroncó la historia económica con la historia social, se haría popular, historiadores como
Simiand, Pirenne o Monod, apostaron por una estrecha colaboración metodológica entre la economía y la
historia y la historia económica se utilizó sobre todo para tratar temáticas tales como la demografía
histórica, la historia de los intercambios comerciales o la historia agraria e industrial.

Debemos matizar que la historia económica francesa, a diferencia de la anglosajona y americana, prefirió
tratar la economía en relación a otras ciencias humanas y sociales, en su objetivo, tomado desde la
escuela de Annales, de lograr una “Historia Total”.

[ ] estas corrientes historiográficas, que podemos denominar como “neopositivistas” por considerar el
hecho, en este caso económico, cuantificable, estadístico, como objeto de estudio. La mayoría de los
representantes de la corriente serial, o bien de la corriente anglosajona de la New Economic History,
establecieron relación entre los puros datos cuantificables con cuestiones sociales, en campos temáticos
de comercio, demografía, actividades productivas como la agricultura, etc. sin embargo debemos a estas
escuelas el rigor por cuantificar los datos y en cierta manera contribuir a hacer una historia más científica.

Todo ello se traducirá en el campo de la didáctica de la historia, fundamentalmente, en la utilización de


fuentes de información cuantitativas: listas de precios, salarios, producciones en sectores productivos
como la agricultura, industria o servicios, en la demografía los censos, etc. con el propósito de utilizar este
tipo de fuentes “numéricas” para analizar fenómenos sociales [ ]
[ ] podemos relacionar esta corriente “cuantitativa” con el uso en las ciencias sociales de los primeros
computadores, y podríamos aventurarnos a hablar de un inicio de la incorporación de las nuevas
tecnologías a la hora de abordar cuestiones históricas, económicas, políticas, culturales, etc.

Los cliométricos han irrumpido con brío en la pretensión de ser “historiadores científicos”. A partir de la
década de los 60-70 del siglo XX se empezará a desarrollar una crítica a la historia económica de los
cliométricos, y como expresará el historiador inglés Lawrence Stone, se hacía necesaria la vuelta al relato
y a la narración.

No obstante, debemos señalar que una de las principales aportaciones de la Clíometría fue la eliminación
de la intuición, de las interpretaciones subjetivas y de los juicios impresionistas.

[ ] a partir de la década de los 60, se produjo una revisión crítica tanto de la Cliometría como de otras
corrientes historiográficas anteriores como el positivismo y el marxismo y como veremos se van a ir
desarrollando nuevas tendencias que iremos analizando a continuación.

Tendencias actuales: Historia de la Mentalidades, Historia Oral, Historia del Presente, la


Ecohumanista, y la MicroHistoria o Historia Local.

[ ] es importante señalar, tal y como recoge Tribó (2005, p. 43), que a raíz de aportaciones historiográficas
y metodológicas que nos aportaron historiadores tales como Pierre Vilar o (Josep) Fontana, se inicia una
línea de historiadores comprometidos, que defienden la “Historia Total” o interrelación global de sociedad,
cultura, economía y política desde una actitud cívica de “historiadores en la historia”, es decir, “El
historiador no podía huir de los problemas del presente y limitarse a la contemplación del pasado”, como
hicieran los positivistas.

[ ] debemos apuntar, la enorme importancia que tuvo la ciencia social de la antropología, si bien
anteriormente, habían sido ciencias sociales como la economía, la geografía, la sociología, las principales
ciencias sociales que habían acompañado a los historiadores en sus análisis e interpretaciones de las
cuestiones sociales, ahora, para desarrollar esta tendencia historiográfica: la Historia de las
mentalidades, será esencialmente la antropología, la ciencia social que aporte nuevos objetos de estudio,
anteriormente no tratados por las corrientes historiográficas.Una de las principales aportaciones fueron
“las nuevas temáticas”: actitud ante la muerte, tipos de matrimonio, tipos de familia, la sexualidad.

La demografía y la psicología eran los ámbitos más abordados, que se practicaron sobre todo desde la
historiografía francesa, en autores representativos como George Duby, que muestran un rechazo total a
los socioeconómicos.

En cuanto a los métodos utilizados, como señala Hernández Sandoica (2007. p. 294) “podemos señalar,
entre otros, la búsqueda de datos psicológicos o de conducta que se repetían en las fuentes, eso sí fuentes
muy diversas y de gran variedad: textos clásicos, testamentos, registros civiles antiguos, imágenes, y una
vez efectuada la búsqueda de datos que se repetían, es decir que aparecían constantes para todo un
grupo: mujeres, matrimonios, campesinos, etc”.

Los comportamientos se analizarían de manera relacional, ya que consideraban que ningún valor podía
ser aislado como una variable independiente que pudiera definir a todas las demás, en referencia a esto,
podemos decir que se utilizó un método que actualmente utilizamos en el área de Conocimiento del Medio,
que es analizar como un aspecto: actitud ante la muerte, descristianización, tipos de matrimonio, etc. han
variado a lo largo del tiempo, es decir, se interesaron por ver los cambios, en su caso circunscrito a las
mentalidades que se operaron con el paso del tiempo. El interés del estudio sobre todo se centraba en el
cambio que a lo largo del tiempo se ha producido en creencias, hábitos, conductas, maneras de pensar
en torno a las grandes preocupaciones de las diversas sociedades que se han sucedido en el tiempo, es
decir estudios diacrónicos de ejes o temas, en su caso de mentalidades de la sociedad.

Otro factor a destacar es que esta novedosa corriente en su tiempo, necesitaba utilizar de fuentes de
información muy diversas para poder investigar sobre temáticas antes impensables por los historiadores.,

(…) tendremos que señalar cómo su campo de aplicación se aproxima al análisis de la vida cotidiana. Se
otorga gran relevancia a los estudios hechos sobre la vida cotidiana de las sociedades históricas: cómo
vivían, se alimentaban, se vestían, etc. a lo largo del tiempo, construyendo ejes o líneas del tiempo para
facilitar la comprensión de los cambios en la vivienda, sistemas de transporte, vestidos, alimentación, ocio,
etc. Es decir, acercarse a sociedades tan distintas a la actual.

Otra trayectoria historiográfica que irrumpe a finales del XX, y que tiene una repercusión enorme en la
actualidad es la Historia Oral. En un principio la Historia Oral, surgió ante la necesidad de aplicarla a
situaciones concretas de aplicación antropológica, sobre todo se utilizó para estudiar aquellas
comunidades, fundamentalmente africanas o asiáticas en las que no existían o se conservaban
documentos escritos, sin embargo en la actualidad como matiza Hernández Sandoica (2007, p. 346) “…el
empleo de fuentes orales es entendido en cambio más extensamente como un instrumento sociocientífico
de gran importancia, a caballo entre la cultura literaria y la elaboración política de un género
interdisciplinar”, y continúa diciendo “… Si en un principio la fuente oral era sólo utilizada por sociólogos o
antropólogos, iría poco a poco revelando su importancia por conocer otros aspectos insuficientemente
documentados en las ciencias sociales…”, y menciona otros objetivos y funciones de la historia oral tales
como “…tentativa deliberadamente pluridisciplinar, que gusta convocar a practicantes de varias materias
o de diferentes ámbitos”.

[ ] la fuente oral, fue mirada con recelo por algunos historiadores, pero poco a poco, al igual que ahora
también se valoran como fuentes imágenes e iconos, la fuente oral fue reconocida académicamente por
reconocerle una serie de valores: en primer lugar, debemos destacar la cualidad democrática que
comporta su uso, ya que por primera vez se consideran en la Historia colectivos antes ignorados y que
permanecían al margen de la historia oficial.

La historia oral cumple un objetivo muy actual y muy tratado últimamente como es el de la Memoria
colectiva y del propósito de analizar el pasado desde el presente e interpretar el futuro, de tratar temas no
convencionales y destacar también que la historia de las mujeres, o historia de género, ocupa en la historia
oral un lugar importante.

[ ] el historiador que usa la fuente oral crea la fuente, y como señala Hernández Sandoica (2007. p. 357)
“la introducción en la historiografía de aquellas voces, relatos y narrativas eludidas por la “historia oficial”
anticipa la posibilidad de que surjan nuevas preguntas ante el historiador, y que éste ofrezca a su vez
nuevas respuestas:”

[ ] el uso de la fuente oral para tratar etapas de nuestra historia y otras más cercanas a nuestra actualidad,
se considera de gran utilidad porque constituye la memoria “viva” de hechos que vivieron abuelos y padres,
y de esta manera el favorecer a partir del acercamiento afectivo, emotivo de nuestro pasado a través de
testimonios familiares o próximos a su entorno, el gradual acercamiento a etapas más remotas de nuestra
historia.
El uso de las fuentes orales se considera de gran transcendencia para analizar tiempos cercanos al
nuestro, para analizar la “historia presente” y para a través de la toma de contacto, fundamentalmente
afectiva, con tiempos “no vividos” pero contribuye a empatizar con sociedades aún más lejanas en el
tiempo.

En la Historia oral entran en contacto disciplinas sociales tales como la sociología, la antropología y la
historia y también debemos destacar su influencia en el ámbito de la vida cotidiana.

En relación a esta corriente, debemos señalar la de la Historia del presente o de la Historia Vivida. Se
enmarca en esta corriente la relación entre Historia y Memoria. En relación con usos políticos e ideológicos
del discurso histórico, se sirve fundamentalmente de fuentes orales y en algunas ocasiones se aproxima
a la historia de la vida cotidiana. Se podría decir que este enfoque trata de arrancar al pasado inmediato
las claves del presente.

Para análisis de sociedades más o menos cercanas, cuando apliquemos para su análisis metodología
interdisciplinares, sin duda haremos uso de fuentes orales diversas para analizar cuestiones políticas,
económicas, sociológicas, etc. de etapas históricas cercanas a nuestro tiempo.

Representante de esta tendencia historiográfica en España es Julio Aróstegui (2003) donde el binomio
básico de esta tendencia es historia/memoria/identidad.

El historiador de la memoria tiene que considerar lo individual y lo social y considerar de la misma manera
el tiempo diacrónico y sincrónico.

La noción de Memoria colectiva es tomada del psicólogo francés (Maurice) Halbwachs, y se centra en el
acontecimiento, se vuelve a un interés por la cronología y se observa una predilección por analizar
periodos de ruptura y por eventos de índole política. Se utilizan métodos comparativos, el uso de fuentes
orales y demostrar que lo que se hace es historia y no periodismo, aunque debemos reconocer que es
muy débil la frontera que separa a ambos.

Hernández Sandoica (2007, p. 527) define a la memoria colectiva como “…el recuerdo o conjunto de
recuerdos –bien conscientes o no– de una experiencia vivida y/o mitificada por una colectividad que se
encuentra viva, y de cuya identidad forma parte integrante el sentimiento del pasado.”

Para esta tendencia historiográfica no existen únicas propuestas teóricas ni metodológicas, pero el uso de
esta corriente viene legitimado en la actualidad y presenta interesantes propuestas de aplicación como: la
historia como memoria colectiva, propuestas de formación de identidades tanto individuales como
colectivas, entorno democrático en que se producen, etc.

Otra de las corrientes historiográficas que mayor repercusión tiene actualmente es la tendencia
Ecohumanista, o bien el planteamiento integrado de los problemas del medio natural y sociocultural.

Nos parece interesante recoger la reflexión que hace Tribó (2005, p. 44 […] esta concepción de la
disciplina debe enseñar a pensar históricamente a los futuros ciudadanos: recuperar la memoria, facilitar
la comprensión de los problemas históricos relevantes del tiempo presente y ayudar a la construcción del
futuro. Esta sensibilidad científica está muy cerca de la nueva manera de pensar la ciencia que se está
afirmando, o epistemología ecohumanista, que nació de científicos del medio natural y que defiende una
integración del medio natural y del medio social en el análisis y solución de los principales problemas que
tiene planteados la Humanidad: escasez de recursos, contaminación, respeto a la Naturaleza, etc.,
conceptos que son el fundamento de un nuevo modelo de concebir la relaciones sociales o modelo de
desarrollo sostenible.”

Desde esta corriente historiográfica se hace imprescindible el uso de una metodología interdisciplinar, ya
que el término medioambiente se encuentra entre las ciencias experimentales y las sociales.

Otra corriente historiográfica actual es la Historia local o también denominada Microhistoria. Hernández
Sandoica al referirse a los términos macro y micro en la Historia señala lo siguiente (2007, p. 480): “La
microhistoria es deductiva, especifica sus pruebas a partir de un modelo global; la segunda en cambio, es
predominantemente inductiva, de manera que “ individualiza” los mecanismos y los generaliza a través de
las fuentes […] Así, el macro subordina los datos empíricos a la estructura rígida de los modelos o las
estructuras construidos a priori, mientras que los enfoques micro, se utilizan datos empíricos que explican
las utilizaciones contextuales y predominando la historicidad y el rescate de la medida humana, de la vida
cotidiana, que a veces se solapa con la microhistoria, se rescata a los sujetos concretos, individualizados
del proceso histórico.”

La micro historia se avoca a [… ] hechos que se evidencian en el entorno cercano del individuo, que son
concretos, que son vividos, que tienen la posibilidad de ser experimentados, vivenciados, para
posteriormente ir progresando hacia situaciones más abstractas, más lejanas tanto en tiempo como en
espacios por considerar que tratar cuestiones que encontramos en el entorno local, servirán de “puentes”
para posteriormente realizar conexiones con otras problemáticas más abstractas, lejanas y en definitiva
no vividas por no encontrarse en el entorno local del individuo, en su microhistoria local.

En definitiva, esta reciente corriente ha sido muy bien acogida por cumplir objetivos que facilitan la
comprensión de situaciones sociales, culturales, políticas, demográfica, antropológicas, es decir, de varias
sociales, que podemos evidenciar en el entorno local del sujeto social.

En la actualidad el panorama historiográfico es de gran complejidad, ya que no podemos hablar de una o


dos corrientes preponderantes, y además como hemos visto al analizar las corrientes actuales, podemos
advertir la diversidad de tendencias. De lo que si podemos hablar es de un evidente alejamiento de los
presupuestos seguidos durante tanto tiempo, y cabe decir que tanto daño hizo a la ciencia histórica, de
los presupuestos del paradigma positivista.

En la actualidad asistimos a una diversidad de corrientes historiográficas que tienen eso sí, algo en común,
el considerar a la Historia como una Ciencia Social, tomando de la diversidad de ciencias que conforman
las ciencias sociales recursos metodológicos propios.

Texto adaptado. Fuente: Alcaraz Montesinos, Amparo y Mª Montserrat Pastor Blázquez (2012).
“Tendencias de la historia como objeto de enseñanza a través de la historiografía” [116-138] en Revista
de Didácticas Específicas en
https://repositorio.uam.es/bitstream/handle/10486/10852/54136_6.pdf?sequence=1
Actividad. Elabora en tu cuaderno dos cuadros con los subtítulos correspondientes en cada recuadro, y
compleméntalo con información sustraída de la lectura “Corrientes Historiográficas. Edad contemporánea:
siglos XIX, XX y XXI”.

ESCUELAS HISTORIOGRÁFICAS
Contexto: Siglo XIX Contexto: Siglo XX

Escuela Materialismo Corriente Escuela de los


Positivista Histórico Historicista Annales

Representante(s)
Teórico(s)

Descripción de
su concepción
teórica-
metodológica de
la historia

TENDENCIAS HISTORIOGRAFICAS CONTEMPORANEAS

Historia New Historia de Historia Historia


Serial Economic las Oral del Micro
History mentalidades Presente Historia
o de la
Historia
Vivida

Representante(s)
Teórico(s)

Descripción de
su concepción
teórica-
metodológica de
la historia

- Integrados en equipo de trabajo colaborativo, los integrantes intercambian información sobre los
aspectos considerados significativos insertos en el texto leído.

- De manera colaborativa se responde cada apartado inscribiendo las ideas más significativas
relacionadas con las corrientes historiográficas de los siglos XIX y XX.

- Cada equipo realiza la presentación ante el grupo de alguna corriente de interpretación histórica por
conducto de un representante.

- En sesión plenaria los alumnos enriquecen con sus aportaciones los aspectos obviados por los equipos
expositores en orden de presentación.
Aprendizajes Temática

Conoce el método de investigación del historiador Metodología de la investigación histórica: objeto de


en la reconstrucción de los hechos y procesos estudio, planteamiento del problema, hipótesis y
históricos otorgándole sentido y significado el fuentes históricas.
devenir del hombre en el tiempo para su
comprensión.

La Investigación Histórica

La investigación histórica tiene carácter científico, porque para conocer su objeto de estudio lo realiza a
través de reglas y procedimientos propios del método científico; es una disciplina Humanística ya que los
historiadores analizan y registran los acontecimientos individuales y grupales de la sociedad, el papel que
los individuos desempeñan en las instituciones y fundamentalmente el significado de los acontecimientos
en el contexto donde surgieron.

El historiador inicia su investigación fundamentándose en una serie de preguntas hasta determinar


cuándo, dónde, cómo y porqué ocurrieron los hechos, se apoya en el método heurístico para la localización
y clasificación de los documentos, el hermenéutico para el análisis de las fuentes y producción del
conocimiento y el deductivo-inductivo es la síntesis y reconstrucción de los sucesos del pasado. Así mismo
utiliza sub-métodos entre los que podemos mencionar: el cronológico, el geográfico y etnográfico.

Además de dichas particularidades de la investigación histórica Aróstegui (2001: 362-363) señala que ésta
debe contemplar un tema, un proyecto y un procedimiento para abordarlo.

El historiador debe tener un diseño que guíe su trabajo y lo oriente hacia la búsqueda de las respectivas
conclusiones. Planificar una investigación histórica deberá tener en cuenta los momentos técnicos y
cognoscitivos, además de atender a los niveles de: el de lo que se quiere conocer, el de cómo conocer y
el de la comprobación de lo conocido.

Es necesario también, siguiendo a Aróstegui, que el historiador en una investigación histórica presente
una imagen exhaustiva de los documentos que blande y de las fuentes documentales que esgrime.

Métodos:

• Método Heurístico: la palabra heurístico proviene del término Griego Heurisko que quiere decir yo
busco, descubro, tiene como objetivo. La búsqueda de conocimientos en fuentes históricas, es
analítico e inductivo parte del material recolectado para su ordenamiento y definición de las
propiedades que estos tienen.

En cuanto al método heurístico Belmonte (1997), propone que el investigador debe reconocer los
siguientes objetivos:

¿Qué acontecimiento o qué objeto está observando directa o indirectamente?

¿Qué conceptos de los que ya conoce puede relacionar con estos acontecimientos y objetos?
¿Qué clase de registro vale la pena hacer?

Estos tres elementos: Objeto, Concepto y Registro de los hechos están internamente ligados cuando
producimos conocimientos nuevos.

 Objeto: Cualquier cosa material que existe y se puede observar. ejemplo: Escultura, Museos,
Obras de Arte, Edificaciones, etc.

 Concepto: Definiciones que el investigador hará de acuerdo a las perspectivas del marco teórico y
de las fuentes.

 Registro: Consiste en la trascripción de las observaciones de los datos recolectados en el diario


de la investigación, fichas, entrevistas, etc.

• Método Hermenéutico: el termino hermenéutico proviene de la palabra Griega Hermeneuo que


quiere decir yo explico. Este método propone que toda comprensión es diferente, su sentido está
determinado por la situación histórica del intérprete y por los intereses de cada época en su
propósito por comprenderse así mismo, a la luz de la tradición.

En la investigación histórica la objetividad solo se puede alcanzar desde cierta distancia que permite una
visión más amplia y un completo reconocimiento del hecho objeto de estudio.

La distancia en el tiempo permite al investigador tomar conciencia en cuanto a los prejuicios y discriminar
lo falso de lo verdadero. La comprensión del pasado ha de hacerse desde el presente aunque este a su
vez es resultado del pasado.

Es un enfoque global y holístico sobre los acontecimientos objeto de estudio en su contexto, permitiendo
identificar situaciones problemáticas.

- En este enfoque el investigador activa su experiencia previa, su mundo, su subjetividad, su marco


conceptual para poder orientarse hacia el objeto de investigación y así convertirse en interlocutor del
acontecimiento.

• Método Deductivo-inductivo: la investigación histórica es la reconstrucción de los hechos o sucesos


del pasado, utiliza los métodos deductivo-inductivos, va de lo general a lo particular y se
complementa de lo particular a lo general.

Sub-Métodos:

▪ Cronológico: proviene del nombre griego Cronos que significa Dios del tiempo, este método provee
de la técnica necesaria para la organización de los datos e información sobre los hechos o
acontecimientos de acuerdo a las fechas en que acontecieron.

▪ Geográfico: este método permitirá al historiador determinar la ubicación geográfica donde


ocurrieron los hechos y características de estas localidades.

▪ Etnográfico: a través de este el historiador identificará las razas que integran los pueblos,
manifestaciones culturales y creencias de los grupos sociales relacionados con los hechos
históricos de la investigación.
Funciones de la Investigación Histórica

La investigación histórica en su proceso investigativo cumple las funciones de describir, clasificar y explicar
los fenómenos o hechos sociales del pasado, al respecto Iafrancesco (2003), propone:

En la práctica la investigación histórica comprende las siguientes funciones específicas: descripción,


clasificación y explicación, estas funciones están presentados en términos del conocimiento que
proporcionan. Basados en estas funciones, los principales pasos para llevar a cabo una investigación
histórica son:

Análisis Descriptivo:

▪ Caracterización global del objeto de estudio.

▪ Determinación de los objetos de sociales.

▪ Descripción del contexto en el cual se presenta el fenómeno de estudio.

▪ Identificación y descripción de las diferencias que existe entre dos o más subgrupos de la población
objeto de estudio.

▪ Delimitación de las partes, categorías o clases que componen el objeto de estudio.

▪ Descripción del desarrollo o evolución del objeto de estudio.

Análisis Taxonómico (Clasificación en tipologías):

▪ Clasificación de las unidades de la población de estudio.

▪ Elaboración de las tipologías de las comunidades, pautas culturales, de conducta, etc.

Análisis Explicativo:

▪ Explicación de los factores determinantes (psicológicos, sociológicos, económicos, políticos,


culturales, geográficos, ambientales, etc.).

▪ Conciliación de los enfoques temporales.

▪ Explicación diacrónica (factores antecedentes, históricos o genéticos).

▪ Explicación sincrónica (atemporal).


Iafrancesco, Giovanni 2003

El proceso de la Investigación Histórica

La investigación histórica comprende un proceso investigativo enmarcado dentro de las investigaciones


cualitativas y las ciencias sociales que tienen por finalidad la creación del conocimiento acerca de los
acontecimientos individuales y grupales, sus estructuras, conductas, cultura e interacciones en un
contexto determinado.

Podemos distinguir en el proceso de investigación histórica las siguientes etapas:

Planteamiento del Problema: El investigador formula una o varias interrogantes acerca del objeto de
estudio de la investigación que en este caso es un hecho, acontecimiento o evento histórico, con el fin de
comprender los sucesos y determinar las causas y efectos o consecuencias de este.

Las interrogantes a resolver, deberán ser de relevancia social ésta «…se cumplirá en la medida de la
sensibilidad del investigador frente a los problemas de su época y sociedad». (Cardoso, ob.cit, p.164).

Además de la preponderancia del tema, también éste debe ser viable. Retomando a Cardoso (2001: 165),
dicho autor manifiesta que deben existir los recursos documentales en su sentido amplio, de igual forma
los recursos humanos y materiales.

Cuando estamos al frente de un problema susceptible de ser investigado, en el mismo, según el autor
citado, debe haber criterio de originalidad «…identificar una laguna en los conocimientos… una
incoherencia en el campo del saber, una falla en el cuerpo teórico admitido… contribuir con algo nuevo
para la construcción de la ciencia histórica…» (ob.cit, p.165).

No obstante, tener en cuenta estas cuestiones metodológicas, lo más importante es el interés que pueda
tener el historiador en investigar un hecho que éste precie de histórico. Es cierto que en las instituciones
de Educación Superior existen líneas de indagación que pueden orientar al investigador, sin que esto
constituya una imposición temática, pero lo más relevante es la valoración personal, es el entusiasmo que
tenga quien hurgue una temática específica «…la vocación de investigador contiene una buena dosis de
curiosidad, de interés y aun de pasión…» (ob.cit, p.166).

La Formulación de Hipótesis: en esta etapa el historiador formula una serie de proposiciones que dan
respuestas al problema de investigación, de esta manera intenta explicar los hechos y sus condiciones
para luego dedicarse a la recolección y análisis de datos que le permitirán confirmar o refutar tales
proposiciones.

Debe tenerse presente que en historia se trabaja con hipótesis distintas a las de las ciencias naturales
«…interesarán sólo las hipótesis explicativas, aquellas que ofrecen una solución al problema científico
planteado-hipótesis heurísticas o de trabajo-, y que serán sometidas a verificación…» (ob.cit, p.153).

Recolección y Análisis de Datos: durante esta etapa el investigador acude a todas las posibles fuentes
de para resolver el problema de investigación y obtener datos relevantes acerca del objeto de estudio.

Se considera fuente de información a todo soporte, material producto de la actividad humana que ofrezca
o manifieste a través de diferentes medios, datos que evidencien la existencia de un hecho, estas fuentes
se clasifican en: primarias y secundarias.

Fuentes Primarias: son la base de la investigación histórica, ya que están directamente relacionadas con
los hechos y fundamentan el significado de este en el contexto donde surgieron, estos pueden ser: testigos
oculares, testimonio oral, autobiografía, actas, leyes, constituciones, informes oficiales, archivos
presentados en forma escrita, protagónica y mecánica, datos considerados por las iglesias como actas de
bautismo y casamiento; cartas; archivos pictóricos y restos o vestigios del pasado tales como: edificios,
instalaciones, muebles, enseres, vestimentas, utensilios, joyas, fósiles y esqueletos, etc.

Las Fuentes Secundarias: se basan en la información que procede de personas que no estuvieron
presente en la escena del acontecimiento, relatan los que otros dicen o escriben, estos datos se
encuentran en libros de textos, manual de historia, informes sobre trabajos de investigación, etc. Algunas
de estas informaciones pasan por diversas interpretaciones y pueden producir distorsiones acerca de la
realidad de cómo ocurrieron los hechos.

Evaluación de la Autenticad de los Datos: durante el análisis de los datos el historiador debe establecer
la veracidad de los datos obtenidos de las fuentes primarias y secundarias que fundamenten su
investigación, adopta una actitud crítica sobre la información recabada y la somete a una evaluación, este
proceso de evaluación se efectúa aplicando dos criterios: crítica externa y crítica interna.

Crítica externa: a través de la crítica externa se determina la autenticidad de las fuentes, si los datos son
genuinos, confiables o falsos, el historiador se pregunta lo siguiente:

¿Si los datos se escribieron en la fecha que se dice que se escribieron?

¿Los escribió la persona que lo firma?

¿Se encontraron donde se escribieron?

¿En cuál periodo se escribió?

Para responder a estas interrogantes se examinará: la antigüedad y calidad de la tinta, la técnica de


imprenta, tipo y estilo de escritura, composiciones químicas del papel, uso del lenguaje y expresiones
acorde a la época. Estos serán indicadores de cuando se realizó el documento y la veracidad de los datos.

Crítica Interna: se encarga de establecer la exactitud y confiabilidad de la fuente, si se trata de testimonios


orales, se deben verificar la presencia de estos en el lugar y momento de los acontecimientos, en la
actualidad se aplican pruebas como las de ADN para determinar relaciones genéticas y radiocarbono para
determinar las fechas.
Otra forma de verificar el nivel de exactitud, es solicitando a un experto que examine y emita su opinión
en cuanto a si es o no una evidencia fidedigna de los sucesos objeto de investigación. Síntesis o
integración de los Datos: una vez verificada la autenticidad de los datos el historiador procede a organizar
y registrar los datos de una manera coherente y sistematizada utilizando un orden geográfico, la
cronología, temática o combinación de los mismos, para posteriormente proceder a la redacción del
informe de los resultados de investigación.

Registro de los Datos:

Se debe registrar la información suministrada por cada una de las fuentes de investigación tales como
documento, registro, materiales y artefactos tomando en cuenta el lugar y fecha de obtención, fecha de
creación y descripción del mismo, quienes produjeron la información y su vinculación con los hechos, tipo
de objeto y usos que se le darán en la investigación.

Clasificación de los Documentos, Materiales y Artefactos Categoría

Categoría Individuales Grupales

Documentos Certificados de nacimientos, Acta constitutiva de una


matrimonios, bautismos. empresa
Constituciones
Licencias y partidas de nacimiento. Leyes
Escrituras de propiedades, cartas, Declaración de
diarios, manuscritos, notas, libros. independencia
Catastros
Actas académicas

Materiales Fotografías
Retratos
Tatuajes Video-cintas
Dibujos

Artefactos Vasijas Edificaciones


Vestimentas Museos
Mobiliario Castillos
Juguetes Escultura colectiva

Fuente Batista, Hernández y Hernández (2006) Metodología de la Investigación. Pág. 615

Elaboración del Informe de los Resultados: el historiador: valiéndose de sus habilidades como
intérprete procede a la redacción del informe de los resultados de la investigación en los que expondrá
todo el proceso de su trabajo investigativo, iniciando con la relevancia y argumentos que justificaron su
investigación, problemática planteada, proposiciones formuladas en las hipótesis, fuentes utilizadas,
método de validación de la fuente, resultados obtenidos, conclusiones y bibliografía. El historiador de
acuerdo a sus habilidades creativas narrará los resultados con un alto nivel literario y procurará captar el
interés del lector, los presentará por escrito para su publicación.
Esta publicación deberá constar de la siguiente estructura.

1. Introducción: Esta contiene la descripción del tema y objetivo del estudio y planteamiento del problema,
contexto donde surgen las interrogantes, justificación de la investigación, enunciado de la hipótesis, fuente
de información, métodos y técnicas utilizados.

2. Cuerpo del Texto: Está conformado por el desarrollo del trabajo, exposición de los resultados y
hallazgos de la investigación divididos en capítulos por puntos y subpuntos de acuerdo a la temática y el
estilo de la exposición del historiador.

3. Conclusiones: Se expone el punto de vista del historiador sobre los hechos o fenómenos estudiados,
comprobación de las hipótesis y logros de los objetivos propuestos.

4. Lista de Fuentes y Bibliografía:

Al final del texto se presenta las citas de las fuentes de información. Primero las fuentes primarias: los
documentos, manuscritos organizados de acuerdo al orden de archivo donde fueron registrado, de las
fuentes secundarias empezando con los textos, folletos, periódicos, revistas.

La Referencia Bibliográfica: se debe reseñar primer apellido, inicial del primer nombre del autor, seguido
del año de publicación, título de la obra. Editorial y localidad de publicación. Se organiza en orden
alfabético.

Limitaciones de la Investigación Histórica

El historiador se enfrenta a unas dificultades importantes durante el desarrollo de su investigación las


cuales mencionaremos a continuación.

▪ Limitada disponibilidad de los datos sobre los acontecimientos que serán objeto de estudio.

▪ Los datos frecuentemente son puestos en duda por que depende de los testimonios de otros.

▪ El historiador debe dedicar muchas horas en la búsqueda de información, datos o indicios y


verificación de documentos.

▪ Las fuentes deben ser evaluadas con rigurosos criterios de verificación que documenten su
veracidad.

▪ El historiador siempre tendrá la duda de no haber tomado en cuenta todos los factores que
estuvieron presentes en el suceso investigado.

▪ Los resultados muy pocas veces se pueden generalizar, puestos que, los hechos presentan
características muy específicas y los hallazgos encontrados pocas veces se pueden aplicar a otra
época o situaciones.

Fuente: Fusco, Giannina. (2009). “La investigación histórica, evolución y metodología” en Revista
Mañongo [233-244], No. 32, Vol. XVII. en http://servicio.bc.uc.edu.ve/postgrado/manongo32/art11.pdf
Actividad. Considerando la lectura “La Investigación Histórica” y el video “¿Qué es el Método Histórico
de Investigación? Cómo Funciona y Ejemplos” elabora en el cuaderno un mapa mental para describir de
manera sintética con ideas-clave e ilustraciones la metodología del historiador.

A manera de conclusión de la Unidad I. Introducción a la Historia redacta al menos en media cuartilla


(media hoja) lo aprendido en la Unidad.

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