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Carrera: Ingeniería Ambiental

Asignatura: Análisis y Planificación del Territorio


Nombre: Oswaldo Alejandro Borja Goyes
Fecha: 09 – 10 – 2017
Evolución de la ordenación territorial
Desde los inicios de la civilización, la ordenación territorial ha tenido diversos cambios en función de
las actividades humanas y los intereses de la sociedad. Es así que la época donde los hombres se
dedicaban a labores de caza y recolección (paleolítico) la ordenación territorial se enfocaba
únicamente en la identificación de lugares favorables para obtener su sustento. Posteriormente, se
formaron aldeas y pueblos gracias al surgimiento de la agricultura, los habitantes ya no necesitaban
movilizarse a nuevas áreas, sino se asentaban en territorios con suelos que permitieran el crecimiento
de sus cultivos.
A partir de la edad antigua, con la aparición de los primeros imperios, el ordenamiento territorial se
tornaba más complejo, basándose en la expansión territorial, favoreciendo a las actividades
económicas (comercio, transporte) con la construcción de vías que comunicaban a los pueblos; en
adición, se creó una nueva forma de gestión de las tierras de cultivo: los lotes. Más tarde, en la edad
media y el renacimiento, el ordenamiento territorial había evolucionado para cumplir con dos
objetivos: la creación de pueblos centralizados donde residían los señores feudales y la construcción
de vías que facilitaban el transporte de productos agrícolas desde las regiones rurales para abastecer a
las distintas ciudades.
Con la conquista de América, se realizó un cambio en la forma de ordenamiento territorial que
promovía el aprovechamiento de las áreas no habitadas, las ciudades tenían un mayor número de
edificaciones respecto a épocas anteriores y el crecimiento de las mismas se realizaba con la
prolongación de sus ejes, sin observarse una diferencia clara entre las áreas rurales y la ciudad.
Posteriormente, en la ilustración y con las colonias de Carlos III, este contraste se hizo más evidente
por la creación de ciudades capitales donde se centralizaban la población y las actividades económicas
más rentables.
En el siglo XIX con la llegada de la revolución industrial, se produce un notable cambio en la
organización de las ciudades debido al crecimiento socioeconómico resultante de la integración de
nuevas tecnologías, propiciando un crecimiento descontrolado de las ciudades, con un constante
aumento demográfico, siendo necesario cambiar la concepción del ordenamiento territorial en sus tres
ejes: diagnóstico territorial (estructura y funciones del territorio), planificación territorial (diseño de
modelo de acción) y gestión territorial (ejecución del modelo de acción). Con el aumento de la
población, la demanda de recursos se incrementó considerablemente, recurriendo a una extracción
desmesurada de recursos que más adelante provocaría la destrucción de ecosistemas naturales y una
gran alteración del paisaje. En otros lugares, se optó por cambiar las técnicas tradicionales de
agricultura, para aumentar la productividad de las tierras en épocas de escasez.
Otro de los problemas derivados de la industrialización fue la migración de las personas del campo a
la ciudad en busca de una mejor calidad de vida, aumentando la densidad poblacional en distintas
ciudades y la desertización de zonas rurales. Como consecuencia de la reducción de la mano de obra
agrícola, fue necesaria la inclusión de técnicas industriales para la obtención de recursos que
abastezcan la demanda, esto derivaría a futuro en problemas para el ambiente por la pérdida de la
biodiversidad, la alteración del curso natural de cuerpos de agua para riego y la alteración de los
terrenos de cultivo. Sin embargo, un efecto positivo del cambio en las actividades agrícolas fue la
construcción de vías que permitieron una mayor accesibilidad para las personas que aún residían en
áreas rurales, frenando la migración de las mismas a las grandes urbes y mejorando su calidad de vida.
Para frenar el crecimiento de las ciudades y la reducción de los terrenos aprovechables para cultivo, se
implementaron leyes con el objetivo de delimitar áreas específicas para el crecimiento de la ciudad,
promoviendo la transparencia y control de la especulación urbanística. Además, por primera vez se
considera la conservación de los recursos naturales a través de un uso racional de los mismos; con este
precedente se plantearían más adelante una serie de directrices que fomentarían el desarrollo territorial
sin descuidar la conservación del ambiente, instaurando un enfoque de desarrollo sostenible.
BIBLIOGRAFÍA
Gómez, O. (2007). Ordenación territorial (2a. ed.). Madrid, España: Mundi-Prensa

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