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Erase una vez dos buenos amigos; un oso y un lobo a los que les encantaba dar

largos paseos juntos por el bosque disfrutando de la naturaleza. Un buen día, durante
uno de los paseos, el oso escuchó una alegre melodía sonar y le preguntó al lobo:
“¿Quién es ese lindo cantor?.
“Es el rey de los pájaros, el reyezuelo” respondió el lobo, “es nuestra obligación
saludarle prosiguió”. El oso quedó sorprendido y mostró su interés al lobo por
conocer el palacio real. Sin embargo, el lobo le informó de que esto solo podían
hacerlo cuando estuviese la reina en el palacio. 
De pronto, vieron llegar a la reina y el oso fue a seguirla, pero el lobo se lo impidió.
De lejos vieron el nido y se hizo tarde y decidieron volver a casa.
Al día siguiente, el oso volvió al palacio. Los reyes no estaban en él, tan solo se
encontraban cinco o seis pajarillos durmiendo en el nido. El oso no pudo evitarlo y
se dirigió a los pájaros diciéndoles: “Este palacio es bien triste y vosotros no
parecéis hijos de reyes, si no pequeñas criaturas innobles”.
Los reyezuelos se sintieron ofendidos y empezaron a gritar amenazando al oso a
pagar por la injuria que había cometido contra ellos. 
El lobo y el oso volvieron a sus casas, mientras que los reyezuelos contaron a sus
padres lo ocurrido en su ausencia y le hicieron prometer a su padre que limpiaría su
reputación. El rey y la reina acudieron volando a buscar la madriguera del oso y le
declararon la guerra.
El oso pidió auxilio a los cuadrúpedos; el buey, el asno, el ciervo, la vaca, entre
otros, mientras que al ejército del reyezuelo se sumaron todos los insectos; cínifes,
abejas, avispas y moscas.
Llegado el día de la batalla, el reyezuelo mandó al cínife a espiar quién estaba al
mando del ejército enemigo y escuchó como el oso le decía al zorro: “Amigo, tú eres
el más astuto, así que llevarás el mando. Es necesario que acordemos una señal."
Acordaron que mientras el zorro tuviera la cola en alto, la situación estaba a su favor
y debían seguir peleando. Si el zorro bajaba la cola, significaba sálvese quién pueda.
Con la aurora, los cuadrúpedos empezaron a galopar en dirección al ejército del
reyezuelo y éstos volaban al encuentro. Empezó la dura batalla y el reyezuelo mandó
a la avispa, sabiendo que el zorro era el general, a picarle debajo de la cola al zorro
para conseguir que bajara la cola.
Tras varios picotazos, el zorro no pudo aguantar el dolor y terminó bajando la cola.
Los cuadrúpedos pensaron que habían perdido y huyeron de allí, mientras los
pájaros salieron victoriosos de la batalla.
Para celebrar la victoria, el rey y la reina volvieron a casa y dieron un banquete para
sus hijos, pero para estos no fue suficiente. Le pidieron a su padre que el oso se
disculpara ante ellos y reconociera su nobleza. El reyezuelo voló hasta la madriguera
del oso, le reclamó y el oso atemorizado acudió a disculparse con los hijos del rey.

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