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Shakira

Mi infancia está llena de música; melodías de una época de cuando las canciones existían en
la memoria USB que mi papá había cargado consigo por años. En esta existían artistas
previos a mi generación, con letras más allá de mi entendimiento y sonidos que llevaban a
fiestas de baile que requerían mover los muebles. Entre esas canciones resuena una voz
potente, alegre y mágica, una voz que hacía que mi prima mayor llamase a toda la familia
para verla bailar y aplaudir al ritmo de las notas musicales. Aprendí con ella la letra de las
canciones y las coreografías inventadas mucho antes de conocer el nombre detrás de la
música, pero siempre supe que Shakira se había ganado mi corazón.

Poco sabía a mis escasos seis años de la industria musical, o por qué ganarse un segundo
Grammy era tan importante, pero sabía que a mi papá le gustaba reacomodar la sala para
bailar conmigo y que mi mamá cantaba las mismas canciones a todo pulmón en el carro.
Sabía que sus canciones eran un punto de encuentro en mi familia, capaces de generar un
espacio de unión y euforia alrededor de ritmos que todos disfrutamos, y era por eso que
siempre quería escucharla otra vez.

Con la edad vino el aprender a leer las letras de las canciones que venían en los CD que había
en la sala, especialmente el de una joven Shakira pelinegra, con la canción que fue mi himno
durante todo el 2007. ¿Qué sabía yo de dejar ir a una persona que amas y sufrir por saber que
no volvería? Nada, pero eso no impedía que montara shows musicales de Pies descalzos con
mi hermano pequeño cantando Estoy aquí hasta recibir quejas de los vecinos. La canción me
tenía cantando trabalenguas antes de incluso poder pronunciar bien la “R”, pero no me
importaba, pues encontraba en la música algo muy sincero, un sentir muy profundo que,
aunque no comprendía, me sentía fascinada por ello.

El otro álbum al que siempre volvía para poner a todo volumen se publicó tres años antes de
que yo naciera, y era de los que nunca estaban en la sala porque era la banda sonora de
nuestros viajes en carretera. ¿Dónde están los ladrones? tiene grabado en mi memoria los
pueblos pintorescos que a mis papás les gustaba visitar y el quedarme dormida buscando
formas en las nubes. Con este álbum empecé a darme cuenta de cómo se pueden contar
historias de múltiples maneras, y de que me gustaba mucho la forma en que se podían hacer
desde declaraciones de amor en Inevitable hasta declaraciones de identidad en No creo
(canciones que siguen siendo de mis favoritas para cantar en el carro).

A medida que fui creciendo y conociendo nuevas cantantes y sonidos, Shakira permaneció
siempre en mi corazón y en mi colección musical. Una parte se la debo a la nostalgia, pero el
impacto de sus creaciones es lo que hace que la siga admirando y la reconozca por la gran
artista que es. Cuando los medios se refieren a ella como la reina del pop, siento que es un
título que, aunque bien merecido, se queda corto. Esto es debido a que el pop de Shakira no
se limita a un solo sonido, sino que se nutre de música folclórica, rock latino, su herencia
árabe y sabor barranquillero. Esta confluencia de melodías se destaca por su particularidad y
naturaleza única, acompañada con la voz y el baile inconfundible de la colombiana, lo cual
logra mantenerse incluso en el trabajo bilingüe de ella como es el caso de Laundry Service.
Sin embargo, la marca personal de la barranquillera es tan sencilla de identificar en Te dejo
Madrid, como en Whenever, Wherever.

Este salto al bilingüismo en su obra sucede desde noviembre del 2001, una enorme apuesta
para la cantante, que para ese entonces tenía unos escasos veinticuatro años, pero que resultó
ser la correcta. Yo no lo recuerdo, pues por mi parte tenía unos pocos meses de vida, pero fue
esta acción la que permitió que para el resto de mi infancia Shakira fuera una constante
musical. Abrirse en el mercado con canciones tanto en español como en inglés amplió su
presencia, le dio la posibilidad de realizar giras en todo el mundo y de extender el ritmo de
sus pies descalzos mucho más allá de su Colombia natal. Cinco años después estaría
recibiendo cuatro Latin Grammys a la par de un Grammy por su trabajo, triunfando en ambos
idiomas, demostrando que su apuesta dio frutos.

Hoy en día, Shakira es una de las artistas más galardonadas de todos los tiempos y la artista
latina más premiada, un icono de la música latina sin duda alguna. Cuando sus canciones son
el himno del mundial, o se le ve presentándose en el Super Bowl, es difícil juntar esa imagen
con la niña de Barranquilla que escribía poemas desde los cuatro años. Por mi parte, creo que
esa niña merece los mismos aplausos que la famosa galardonada con una estrella en el paseo
de la fama. La niña que a los ochos años le escribió a su papá Tus gafas oscuras puso los
cimientos sobre los cuales danza hoy la colombiana. Esos primeros años muestran la
berraquera de la cantante que desde muy temprana edad supo que quería dar a conocer su voz
y luchó para hacerse escuchar, logrando así ser embajadora de todo un país y sus melodías.

Tal vez por ello sus primeros álbumes serán siempre mis favoritos, porque los siento
permeados de esas ganas de mostrar al mundo su voz y la importancia de lo que tenía para
decir. Sus letras filosóficas rebozan desamor, deseo, melancolía e ira, las cuales además
llevaron al español a ser escuchado alrededor del mundo gracias a sus canciones. Shakira
logró pasar de bailar y cantar en su amada Barranquilla a crear un legado que ha trascendido
las barreras del idioma y las fronteras, logrando la popularización de la música latina en el
mundo. El inicio del milenio fue una era de MTV y de muchísimos artistas buscando entrar a
la industria, y en medio de esto ella catapultó la música latina al mercado internacional. Sin
duda abrió puertas para una nueva generación de artistas latinos que hoy gozan de los
beneficios y reconocimientos por los que ella trabajó.

Es un legado impresionante, tanto para la música colombiana como para la artista, y, aunque
no se le compara a llenar estadios o ser escuchada alrededor del globo, su música para mí
siempre estará conectada a recuerdos familiares: las fiestas de baile en la sala, los conciertos
en el carro y el karaoke a medianoche con mi mamá y sus amigas. Sus coreografías estarán
siempre atadas a mi amiga del colegio que quería ser como Shakira cuando fuera grande y en
cada show de talentos de nuestra infancia elegía una nueva canción para bailar. Su voz está
mezclada con gritos de gol y celebraciones con la camisa tricolor, recuerdos que estoy segura
de que no son solo míos, si no que los comparten toda una nación, pues su música podrá ser
del mundo, pero para el colombiano siempre habrá un pedacito que en Barranquilla se quedó.

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