Está en la página 1de 4

ARTE CONTEMPORÁNEO AL MARGEN DE OCCIDENTE

PRUEBA DE EVALUACIÓN CONTINUA

Mª Elena González Párraga

DNI 75151942V

Centro asociado: Motril (Granada)


¿Qué es el negro? Parece una pregunta fácil de hacer pero compleja de contestar. Al menos
desde nuestra perspectiva, enclavados en un siglo XXI donde, al mismo tiempo que se reconoce
ya que el concepto de raza ha sido superado, observamos que las personas negras reaccionan a
la discriminación que aún sufren reafirmando su propia identidad. Esto, que puede parecer
paradójico, se explica, no fácilmente pero sí de manera coherente, si nos sumergimos en el
“Crítica de la razón negra”, de Achille Mbembe (Nuevos Emprendimientos Editoriales,
Barcelona, 2016), y nos dejamos llevar por el viaje cronológico, espacial y mental que nos
propone.

Eso es, en el fondo, este libro. Un viaje cuajado de varias etapas donde Mbembe nos llevará paso
a paso por la construcción, y posterior deconstrucción, del negro. Aludiendo constantemente a
Franz Fanon, que sostiene que el negro es inventado por el blanco -en una afirmación que nos
remite invariablemente a Said y su afirmación acerca de cómo es Occidente quien inventa y
define a Orientei-, Mbembe reflexionará sobre la identidad negra, su alteridad, su posición,
manteniendo que hay tres momentos que marcan su discurso: esclavitud, colonización y
apartheid.

En efecto, Mbembe arranca su ensayo en el momento en el que el propio negro es arrancado


de su África natal -esa África a la que volverá sus ojos siglos después, esa África que dejará de
ser un lugar físico para configurarse como una leyenda, un mundo soñado, un fetiche- para ser
convertido en sujeto de la raza, en la principal pieza del comercio triangular atlántico. Un objeto
colonizador que se configura como Otro.

Hoy aceptamos que la Raza no existe desde el punto de vista biológico, pero en la época colonial,
según explica el ensayo, es la raza la que justifica el orden del mundo. El negro es fabricado, es
moldeado como un objeto que justifica en sí su propia esclavitud. Es incapaz de gobernarse a sí
mismo y necesita la tutela del blanco. Es un ser inferior destinado, por nacimiento, a un solo
lugar: la plantación.

Podríamos pensar que esta situación cambia al llegar el fin de la esclavitud. Pero el
desasosegante viaje en el que Mbembe ejerce de guía nos tiene preparadas aún algunas
sorpresas que nos hacen descubrir un racismo más sutil, pero basado en la misma noción de
desigualdad. Sus ramificaciones llegan al mundo moderno, infiltrándose en la misma idea de
seguridad ciudadana, las acciones supuestamente destinadas a protegernos, la policía, la
vigilancia. Es una denuncia que incluso ha llegado recientemente a la opinión pública de la mano
del movimiento Black Lives Matter, heredero directo de aquel Black Power que fue el principio
de la reivindicación del antiguo esclavo. Nos muestra que el racismo sigue vigente en las
modernas guerras, en nuestras sociedades y en la reacción contra los migrantes que cada día
intentan alcanzar las costas europeas.

Resulta sorprendente la siguiente asociación de ideas que realiza el autor, aunque es algo
perfectamente lógico, si se piensa: esta construcción blanca, esta fabricación artificial del Otro,
también se deja ver en su contrarreacción, en la imagen que los negros forman de sí mismos
cuando se apropian del propio sustantivo “negro”. Se forma entonces, en una mezcla de voces,
la “razón negra”. El negro se reivindica a sí mismo, sí, pero lo hace partiendo de esa misma
Otredad que el blanco le había otorgado. Porque el negro no se define por religión o cultura,
sino por la raza. Busca en África, en su arte, en su folclore, una vuelta a los orígenes, un retorno
a un falso paraíso perdido.

Es en estos compases del libro cuando la crítica de Mbembe adquiere matices más incisivos,
cuando el peso de lo poscolonial queda aún más puesto en evidencia. Ya no se trata solo de
analizar al esclavo, sino al ex esclavo. Y esta supuesta libertad recién adquirida revela una verdad
deprimente. Porque, cuando el negro se libera, lo hace dando sus primeros pasos para
integrarse en el nuevo sistema político y económico, en lo que posteriormente derivará en el
neoliberalismo salvaje actual. Sí, el negro ha dejado de ser esclavo: pero sigue sin poseer nada,
afirma Mbembe, ni en Europa ni en América. El autor señala la trampa gestada desde la misma
potencia colonizadora que un día le esclavizó: el negro busca la autodeterminación en el back
to Africa movement en lugar de reivindicar un lugar en el continente en el que nació, el
continente que habita, que construyó con sus propias manos. La conclusión es demoledora: la
búsqueda de la identidad negra, irónicamente, no deja de desarrollarse en el interior de un
paradigma poscolonial y racista.

En la parte final el ensayo es cuando encontramos al Mbembe más filosófico, con un discurso
algo menos hilado que se centra en lo imaginario y lo fantasmagórico. Critica que el colonizador,
a fuerza de no ver ni escuchar al esclavo, lo obligue a aparecer como un intruso. Saca a relucir
varios argumentos, algunos de los cuales resultan un tanto sorprendentes para el lector que se
acerca a su pensamiento por primera vez, como su teoría de que el colonizador pretende
“castrar” al negro, metafórica y literalmente, por culpa de un complejo sexual. Ridiculiza al
colonizador con saña, le culpa: fruto de su acción, aunque la esclavitud muera, el racismo sigue
presente. El negro, actualmente, se encuentra en una situación de ambigüedad. Es un sujeto
fantasmal que sigue definiéndose por la imagen que de él forjaron.

Llegados al punto final de la obra procede volver a preguntarse: ¿qué es el negro? Mbembe
responde la que quizá sea la respuesta más obvia: una palabra. Pero la amplía, añadiendo capas
sucesivas, matices, pensamientos: una palabra con espesor propio. Un nombre dicho por otro.
Un insulto y, a la vez, una costumbre. Llega la que a mi juicio es la revelación final, la misma
esencia del Otro: el negro no puede existir sin la esencia del amo. Volvemos a recordar a Said
cuando se nos explica que, si existe el negro, es porque una vez hubo un “amo”.

Apurando sus últimas páginas, Mbembe saca a relucir algunas teorías, casos particulares y
nombres propios. Contesta al pensador Marcus Garvey, quien propone que el negro se
transforme y construya a sí mismo, señalándole que su África no deja de ser un lugar mítico y
abstracto. Opone la violencia liberadora de Fanon, que describe con detallismo y pulcritud, con
la resistencia de Nelson Mandela, quien consigue la proeza de aferrarse con uñas y dientes a
aquello que le robaron al negro durante los primeros compases de la civilización: la humanidad.

La conclusión final es una crítica constructiva que, sin embargo, se antoja pesimista. El autor,
cuya opinión personal sobre los movimientos de reconstrucción de la identidad negra no ha
quedado explícita, pero sí se intuye, tras el intenso repaso a la que la ha sometido, avisa, no solo
al colonizador, sino también al colonizado. No se deja engañar por teorías huecas ni por paraísos
perdidos. Es una liberación total la que él quiere, la que propone. La celebración de la alteridad
solo tiene sentido si deriva en un repensamiento de distribución de espacios, de justicia, del
propio modelo de civilización.

Estamos, en definitiva, ante un ensayo esclarecedor y sorprendente, que nos guía por procesos
conocidos y otros que no lo son tanto, que reflexiona profundamente sobre la alteridad y nos
plantea hipótesis nuevas. Con una prosa y conceptos que en los primeros capítulos resultan
claros y sencillos de digerir, para ir aumentando paulatinamente su complejidad a medida que
avanzamos por sus páginas, Achille Mbembe no se limita a señalar los crímenes del colonialismo,
sino que va más allá, mucho más allá, mostrando las consecuencias que tiene en nuestra
sociedad actual, y como millones de personas siguen definiéndose y viviendo a raíz de la imagen
artificial que de ellos se construyó. Aunque publicado por primera vez en 2013, el texto resulta
de vigente actualidad tras la eclosión de movimientos identitarios como el ya referido Black Lives
Matter y, en pleno 2020, nos ayudará a comprender mucho mejor un mundo en el que,
desgraciadamente, los descendientes del esclavo aún claman por sacudirse la influencia del
pasado colonial.

i
SAID, E. Orientalismo. Debolsillo, 2018.

También podría gustarte