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ARTE CONTEMPORÁNEO AL MARGEN DE OCCIDENTE.

Trabajo Final.

Inés Liberal, iliberal2


73117560P
Centro Asociado de Pamplona.
IMÁGENES:

Ilustración 1. Nuevas formas de verse, Nuevas formas de organizarse. Fernando Poyón.

Ilustración 3. Restare-resistir, sobrevivir. Néle Ilustración 23. Estudios del fracaso medidos en tiempo y
Azaevedo espacio. Ángel Poyón.

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El arte es la disciplina que nos ha acompañado a los seres humanos en nuestra
evolución. Nos ha ayudado a expresarnos, a mostrarnos, pero también ha sido
una gran herramienta para dominar e imponer una cultura sobre otra. Es el caso
de Occidente que en nombre de una supuesta modernidad realizó conquistas,
borrando el nombre y la voz de los pueblos que ya estaban en esas conquistas
para imponerse como la única voz, la verdadera. Y así ha sido hasta que los
diferentes pueblos conquistados han podido alzarse e intentar recuperar su
identidad. El arte ha ayudado en el proceso de colonización para imponer la
moda europea y está ayudando en la descolonización y en la poscolonialidad
para dar voz a los acallados, a los discriminados. Ya sea en forma de óleo, de
poema, de performance… Ahora los artistas de los lugares desplazados de la
historia tienen un canal para hacerse oír y hacernos llegar su mensaje.

Como occidentales no solemos pararnos a reflexionar en el “otro”. Damos por


hecho que ya poseemos suficiente información, que recordemos que está
recopilada por nuestros antepasados en función de la idea que ellos tenían sobre
las formas y costumbres de Oriente y no sobre la propia experiencia de las
personas que realmente habitaban ese Oriente. Todo por Oriente, pero sin
Oriente.

Este curso lo que realmente nos ha otorgado es la posibilidad de reflexionar


acerca de estas historias, de la forma en que hemos creado y asimilado aquello
que no es nuestro, aunque sea algo que tengamos a mano. Para nosotros,
Occidente es la cumbre científica, económica y tecnológica. Pensemos en un
tema tan actual como son las vacunas del coronavirus. Si la vacuna viene de un
país occidental y desarrollado nos fiamos sin dudar. Sin embargo, si viene de un
país que consideramos menos desarrollado o menos occidental, como Rusia, ya
lo tomamos casi como amenaza o como anécdota. Pudiendo ser ambas igual de
eficaces, o no, en seguida emitimos un juicio dependiendo del territorio de origen.
Así hemos actuado a lo largo de la historia con aquellos que no aceptamos como
iguales. Han sido objeto de estudio, de discriminación, de burla, pero no se nos
ha ocurrido tratarlos como iguales. Porque no interesa. Porque sin Oriente, ¿qué
poder le quedaría a Occidente?

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Como historiadores/as tenemos las herramientas para ir acabando con este
régimen de imposición. Con y desde los estudios poscoloniales podemos
avanzar en esta tarea. Comprender cómo se ha llegado a esta situación y seguir
hacia adelante hasta eliminar las barreras que nos hemos autoimpuesto.

En este caso nos vamos a centrar en las fronteras. Fronteras que no dejan de
ser barreras que hemos (auto) impuesto en la geografía mundial. Para ello nos
valemos del libro de Gloria Anzaldúa Borderlands/La Frontera. The New Mestiza.
En este libro la autora nos muestra su realidad de una formal pasional,
desgarradora.

Según la Real Academia Española, una frontera es una línea que marca el límite
exterior del territorio de un Estado. Una línea, que a veces llega a ser visual, que
separa un espacio de otro, una tierra de otra, una cultura de otra. Aun lado es
todo blanco. Al otro, todo negro. Sin embargo, en la práctica esto no es así. En
el espacio anterior y posterior a esa línea imaginaria conviven diferentes formas
de ver, pensar y vivir que quedan atrapadas en un limbo. Demasiado de allí para
ser de aquí y demasiado de aquí para ser de allí. Esto es algo que nos cuenta
Anzaldúa en su libro. Es mexicana para los estadounidenses y gringa para los
mexicanos. Ambos términos se hacen fuertes en su persona, pero no estamos
preparados para aceptar que eso pueda ocurrir. Que una cultura dominante y
otra dominada puedan fluir en armonía en un mismo ser.

Y así, de esta manera, vamos trazando líneas imaginarias para dividir el territorio
y dividirnos entre nosotros, haciendo que surjan las jerarquías, los dominios. Una
poderosa herramienta que nos ayuda a hacer más reales estas divisiones son
los mapas. A lo largo de la historia el afán por trazar las distintas geografías y
establecer los diferentes mapas ha estado presente. Son necesarios para
conocer nuestro territorio, un nuevo territorio o el territorio enemigo. Llegando
hacia la Edad Moderna se hizo necesario el uso de mapas para obtener más
conocimiento sobre lo que había más allá del estado al que pertenecíamos. Los
mapas y las cartografías se convirtieron en una útil herramienta. Y así sigue
siendo como lo demuestra la obra de Fernando Poyón Nuevas formas de verse,
nuevas formas de organizarse (2017). En esta obra, el artista nos presenta un

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mapa formado por pequeñas formas de puzle. Pero es un puzle al que le faltan
piezas, es un mapa roto, sin utilidad. La composición está presentada en un
marco antiguo y estéticamente nos puede producir una buena sensación, pero
al acercarnos, nos damos cuenta de las piezas que hay y de las que no y es en
este punto en el que la obra nos ayuda a reflexionar sobre lo que estamos viendo.
Lo que el artista nos transmite es un pedacito de tierra sin frontera, sin
catalogación, sin división. ¿Qué pasaría si viviésemos en ese pequeño mundo?
¿Qué pasaría si no tuviésemos un Norte desarrollado frente a un Sur
conquistado, acallado y sin posibilidad de desarrollo?

Es curioso ver cómo un lenguaje, en este caso artístico, como son los mapas, ha
pasado de ser un objeto utilizado por el dominador a convertirse en una
herramienta de reivindicación del dominado. Encontramos otras propuestas
artísticas que juegan con los mapas y sus diferentes composiciones para
transmitir su propia identidad. Identidad que tratan de recuperar igual que hace
Anzaldúa en su libro con la inclusión de poemas y mitos escritos tanto en español
como en Náhuatl, idioma utilizado en la zona de México antes de que llegase a
Occidente para imponer su lenguaje y sus costumbres.

Siguiendo con esta autora, nos va a mostrar su vida entre fronteras, entre lo
conocido y lo desconocido. Nos va descubriendo las minorías a las que
pertenece y de las que se siente orgullosa. Nos cuenta que es mujer y además
lesbiana, dos formas de vida que siguen sin estar socialmente aceptadas. Y a
ellas se le suma la ascendencia mexicana y su infancia en un pueblo en el lado
estadounidense de la frontera. Sus compañeros de clase la percibían como algo
extraño. Se tuvo que abrir paso en la Universidad por sus condiciones que se lo
pusieron más difícil. Igual que Oriente se abre paso ante el Orientalismo y
Occidente, dos caras de la misma moneda.

Como hemos comentado, a lo largo del libro nos vamos a encontrar con nombres
de la mitología azteca, con palabras y textos escritos en diferentes lenguas que
habitan, sin embargo, un espacio común. Dando así a conocer otras
civilizaciones que, pese a haber sido conquistadas, han conservado parte de sus
costumbres y su imaginario. Y de esta manera, al igual que nos muestra Néle

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Azevedo en su obra Restare – Resistir, sobrevivir (2019), nos llega una
reminiscencia de lo que una vez existió y fue arrasado. En esta obra, la artista
nos muestra los nombres bordados de los pueblos que todavía existen en Brasil.
Pueblos que bien podían proceder del mapa desmembrado que nos muestra
Fernando Poyón. Les otorga su espacio, les concede una oportunidad para
hacerse visibles y mostrar su valía. Igual que muchos otros casos en los que el
mensaje importante era llamar la atención sobre las fuerzas resistentes, tanto
Azevedo como Anzaldúa nos reclaman, mientras nosotros observamos con
mirada superflua.

Investigando los contenidos que hacen posible esta asignatura tuve claro desde
un principio que debía hablar sobre la frontera, sobre ese espacio que para
nuestros ojos es la separación entre lo bueno y lo no tan bueno. Pero la realidad
es muy diferente, la realidad está habitada de personas cuya identidad está a
caballo entre ambos lados tanto físicos como temporales. Con la descolonización
y a raíz de los primeros estudios poscoloniales, estas identidades, antes
ignoradas, asumidas, han podido mostrarse y combatir al gigante que las
desplazó hacia el olvido, como nos muestra Ángel Poyón en su obra Estudios
del fracaso medidos en tiempo y espacio, (2008). En ella observamos algo tan
básico como un reloj despertador, cuya función es mostrarnos la hora, pero sin
manecillas, ni horas, un objeto abocado al fracaso igual que el rumbo que llevaba
Occidente.

Nos toca seguir reflexionando a través de diversos caminos, pero siempre en la


misma dirección: el desmembramiento de Occidente y su orientalismo.

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BIBLIOGRAFÍA:
Anzaldúa, G. (2016). Borderlands/La Frontera. The new mestiza. Madrid: Capitán
Swing.
Bhabha, H. (2002). El lugar de la cultura. Buenos Aires: Manantial.
Textos no editados pertenecientes a las unidades didácticas del temario.

WEBGRAFÍA:

Rae.es

Nuevas formas de verse, nuevas formas de organizarse | Fernando Poyón


(arteinformado.com) (consultado el 25/01/2021).

restare = resistir, sobreviver | neleazevedo (consultado el 25/01/2021).

Ángel Poyón – ARTTEXTUM (consultado el 25/01/2021).

Borderlands/La Frontera. The New Mestiza | Drupal (ub.edu) (consultado el 25/01/2021).

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