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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SALTA- FACULTAD DE HUMANIDADES

INTRODUCCIÓN A LA LITERATURA - CURSO DE INGRESO 2018

Al preguntarle al poema por el ser de la poesía, ¿no confundimos arbitrariamente poesía y poema? Ya
Aristóteles decía que «nada hay de común, excepto la métrica, entre Hornero y Empédocles; y por esto con
justicia se llama poeta al primero y fisiólogo al segundo». Y así es: no todo poema —o para ser exactos: no
toda obra construida bajo las leyes del metro— contiene poesía. Pero esas obras métricas ¿Son verdaderos
poemas o artefactos artísticos, didácticos o retóricos? Un soneto no es un poema, sino una forma literaria,
excepto cuando ese mecanismo retórico —estrofas, metros y rimas— ha sido tocado por la poesía. Hay
máquinas de rimar pero no de poetizar. Por otra parte, hay poesía sin poemas; paisajes, personas y hechos
suelen ser poéticos: son poesía sin ser poemas.
Paz, Octavio. El arco y la lira. México: FCE, 1972.

Escribir poesía es negar el lenguaje como maquinaria que se coloca en piloto automático e impide
acercarse a la compleja singularidad que plantea la experiencia con lo real. El lugar común, la metáfora
congelada por el uso, el formato estrictamente codificado producen un borramiento de lo singular que
tiende a tranquilizar la percepción en una secuencia repetitiva.
La poesía desecha, o trabaja como inversión irónica, aquello que actúa normativizando la realidad dentro
de casilleros donde el mundo es apenas algo más que lo de siempre. Lo poético exige como registro el
descondicionamiento del lenguaje de los usos instrumentales habituales en la comunicación. José Ángel
Valente menciona el “descondicionamiento radical de la palabra” como “la vía única que en la escritura
lleva a lo poético” y donde se dejan de lado “los condicionamientos del lenguaje de la comunicación” (p.
15). En ese sentido, Umberto Eco, al hacer referencia a la redundancia dentro de los mensajes
comunicacionales, reconoce que en ellos la previsibilidad los vuelve triviales. Sólo la originalidad provocada
por lo imprevisible constituye dentro del mensaje poético un aumento de “información”. Su medida
positiva, señala Eco, estaría ligada a un “desorden” a una cierta “entropía”, la de lo imprevisible. (…)
Frente a la cohesión asociativa que es exigencia de los discursos transparentes, la poesía quiebra y
yuxtapone, deja hablar al espacio en blanco. Frente al horror vacui de la explicación y la justificación, la
poesía utiliza la elisión, deja que los sentidos se armen con el gesto silencioso de las palabras obviadas. El
poema no se preocupa por explicar lo percibido, lo tensa. Al poema no le importa sumergirse en el
contrasentido, lo deja vivir dentro de su densidad, dentro de sus antítesis y paradojas.
El poema tiende a relativizar o abolir el tiempo real, el tiempo histórico; valoriza más el presente de su
enunciación. En ese presente se establece una nueva relación sujeto-objeto, sucede el lenguaje, la
posibilidad de decir, de ver y de construir en parte la realidad.
Genovese, Alicia. Leer poesía : lo leve, lo grave, lo opaco . - 1a ed. - Buenos Aires : FCE, 2011.

Yo creo que la poesía y lo poético, en cierto modo, son dos cosas opuestas. Lo que aparece como poético
en una cultura quiere decir que ya ha sido asimilado, un poco como mirar los paisajes basándose en las
postales, se trata de una belleza legalizada. Lo que hay que hacer es inventar algo que no era poético pero
que puede volverse poético, descubriendo de manera realista lo que responde a modos de ver que son
adecuados al tiempo cotidiano. La verdadera lucha de la poesía es justamente contra lo poético. Los poetas
a menudo hablan en una jerga “poética”, separando la lengua de la poesía de la lengua de la prosa,
buscando a toda costa “situaciones poéticas”… Yo creo que el poeta debe buscar que las palabras que usa
se vean prosaicas, pero que en realidad contengan elementos esenciales para comprender la época y la
vida.
Sanguineti, Eduardo, entrevista en Diario de poesía.

Aunque el poema no es hechizo ni conjuro, a la manera de ensalmos y sortilegios el poeta despierta las
fuerzas secretas del idioma. El poeta encanta al lenguaje por medio del ritmo. Una imagen suscita a otra.
Así la función predominante del ritmo distingue al poema de todas las otras formas literarias. El poema es
un conjunto de frases, un orden verbal, fundado en el ritmo.
Paz, Octavio. El arco y la lira. México: FCE, 1972.

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