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Había una vez en un reino muy lejano un Niño llamado Juan, que tenía 8 años.

Juan vivía
en una casita junto a las montañas con su tío Alfredo, las montañas eran muy pero muy
altas. A Juan siempre le había dado curiosidad por subir y ver que había en la cima de las
montañas, pero todas las personas del pueblo le decían que era algo imposible y muy
peligroso.
El reino era gobernado por el rey Octavio y su hija, la
princesa Cristal. El rey ya era un poco mayor, por lo que
le preocupaba dejar sola a su hija y su lugar sin un
heredero digno de la corona. Un día el rey Octavio
decidió que la persona que fuera la suficientemente
valiente para traerle una flor de la cima de las montañas,
se casaría con su hermosa hija y heredaría todo su reino.
Juan al escuchar esto, no lo dudo y puso en marcha un
plan para poder lograrlo. Juan le platico la idea a su tío
Alfredo a lo
cual solo le dijo que luchara por sus sueños, y que no se
rindiera hasta obtener lo que quería.
Después de semanas de planear su viaje, llegó el día en el que iniciaría esta aventura para
Juan. Preparó su equipo para escalar y poder regresar de una manera segura.
Juan se dio cuenta de que cada vez que llegaba más alto en la montaña, hacía mucho frío
y se iniciaban a escuchar voces, pero Juan las ignoró pensando que eran simplemente
otros campesinos tratando de completar el mandato del rey.
Al completar su recorrido Juan por fin pudo llegar a la cima, quedó asombrado, no podía
creer lo que estaba viendo. Era una aldea, pero todo era enorme a comparación de la
estatura de Juan, se podía comparar con la migaja de un pedazo de pan. Juan se escondió
detrás de una de las casas al sentir que la montaña temblaba, se escuchaban nuevamente
personas hablando, pero cada vez más cerca, Eran gigantes.
En el reino se contaba que hace muchos siglos atrás, los gigantes vivían tranquilamente en
el, y que eran seres muy alegres, les encantaban las fiestas.
Pero todo cambio cuando comenzó el gobierno del rey Octavio,
ya que mandó matar a muchos de los gigantes, el decía que eran
bastante peligrosos, ya que se rumoraba que la reina había
fallecido cuando uno de ellos se la comió. Juan tenía mucho
miedo, pero por suerte siempre llevaba una espada con el, para
protegerse. Comenzó la búsqueda de la bella flor, veía a lo lejos
una luz que lograba deslumbrarlo, la cual captó su atención, así
que deicidio acercarse.
Juan iba con mucho cuidado y sin hacer ruido, porque no quería
que los gigantes se dieran cuenta de su presencia, al llegar a
aquella luz se dio cuenta de que venía de un enorme jardín fuera
de una casa, con flores hermosas y muy grandes, Juan se
preguntaba cómo haría para poder llevar la flor hasta el castillo.
Corrió hacia la primera flor que vio e intentó cortarla con su espada, al caer la flor hizo un
fuerte ruido. De la casa salió uno de los gigantes, el cual se preguntaba quién había sido
capaz de lastimar a sus bellas flores. Juan intentaba esconderse, pero fue imposible, el
gigante lo vio y lo cargó jalándolo de su ropa. Le dijo que se arrepentiría de haber subido a
las montañas y tratar de cortar una de sus flores. Algo que Juan no sabía era que la
persona que lograra tener una flor de la aldea de los gigantes podría tener todo el poder
sobre ellos, ya que la flor era mágica, por eso ellos las cuidaban mucho. Juan le explico al
gigante que había sido mandado por su rey, ya que estaba en juego la corona de su reino,
y que el no tenía la intención de lastimar a algún gigante. El gigante le dijo que no lo
quería volver a ver cerca de su jardín, y que dejara su ambición de poder de lado, que no
permitiría que el rey volviera a dañar a sus amigos gigantes. Juan le explico al gigante que
el desde hace tiempo tenía curiosidad de saber si era cierta la historia que se contaba en
el reino sobre los gigantes y que con la ayuda del rey Juan quería poder ayudar a su tío a
salir adelante, ya que eran muy pobres y su tío se encontraba enfermo por lo que
necesitaban del dinero.
El gigante pensó que Juan podría ser un buen rey y qué tal vez las cosas podrían cambiar
con el en el poder, tuvo la confianza en el. Así que decidió ayudarlo y le dio permiso de
llevarse una flor, el gigante con el poder de la magia la hizo tan pequeña para que pudiera
caber en el bolsillo de Juan.
Juan bajo la montaña nuevamente muy feliz, ya que había logrado completar su misión,
fue corriendo al castillo y al llegar se arrodilló ante el rey, en sus manos estaba la flor que
había pedido el rey. El rey tuvo que cumplir su palabra, y dejó su reino a Juan, la princesa
pudo enamorarse de él y el pueblo de los gigantes y campesinos pudieron hacer las pases.
Vivieron todos muy felices por el resto de la eternidad. Y Juan pudo mejorar el reino en
todos los sentidos.

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