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Grupo: PPS-PFIN-2201-B1-002
Objetivo.
Conocer los índices de confianza que la ciudadanía de este municipio tiene hacia
instituciones públicas como el ayuntamiento, la policía municipal, los impartidores
de justicia y los partidos políticos.
Justificación.
Recordemos que la confianza en el mundo y en la naturaleza humana no sólo es
evidente por sí misma, sino que además es indispensable en las relaciones
humanas, lo que es esencial pues implica tomar riesgos y relacionarnos con
extraños o desconocidos (Newton & Zmerli, 2011).
Asimismo, es importante recordar que es de interés público el actuar de nuestras
instituciones y partidos políticos, mismas que atraviesan por una severa crisis de
credibilidad. En el ámbito político la confianza impacta en la estabilidad
democrática. Las instituciones fungen como reguladoras de la interacción social;
garantizan el orden y contribuyen a la construcción de conocimiento; sientan
parámetros de conducta y nos ofrecen certidumbre respecto a los límites de lo que
está permitido y lo que no. Como lo menciona North (1991) “tener confianza en las
instituciones formales, como lo son la Constitución, las leyes o el gobierno
democráticamente electo, es fundamental para que las personas las respeten y
recurran a ellas cuando las necesiten”.
Finalmente, es importante conocer si los ciudadanos tienen dudas de las
instituciones, lo que deriva en la falta de credibilidad en ellas y en los que las
encabezan, ya que, en nuestro país, la mayoría considera que hay mucha
corrupción en las instituciones públicas.
Enfoque Teórico
Existen diversos estudios enfocados al análisis de la desconfianza que la sociedad
tiene en las instituciones y los diferentes órdenes de gobierno, desde el ámbito
local, nacional y hasta de carácter mundial.
Este trabajo está enfocado, en poder conocer los índices de confianza que los
habitantes de la ciudad de Puebla tienen hacia las instituciones públicas, tales
como: el ayuntamiento, la policía municipal, la impartición de justicia y los partidos
políticos.
Actualmente, los ciudadanos recibimos una gran cantidad de información que
puede ser entendida y manejada desde muchas perspectivas, a través de diversos
medios de comunicación masiva como la prensa, la radio, la televisión, pero
principalmente por medio de las redes sociales, donde se exhibe y documenta el
actuar de nuestros políticos y de las instituciones.
Como lo comenta Morris (2011) “los desafíos que enfrenta el estado de derecho,
tales como corrupción, crimen, abusos sobre derechos humanos, entre otros, se
multiplican en un clima generalizado de desconfianza institucional que erosiona la
legitimidad del régimen”. Por otro lado, para los teóricos de la modernización “la
desconfianza es producto del cambio de valores sociales predominantes,
producido por las nuevas pautas de consumo y relacionamiento social en las
sociedades complejas” (Dalton, 1999 y 2005).
Asimismo, Inglehart y Wezel afirman que “la individualización y el desprestigio de
las autoridades tradicionales motiva especialmente en las nuevas generaciones un
sentimiento de desconfianza hacia las instituciones políticas” (2005). Como
complemento, la desconfianza hacia las instituciones y actores políticos se explica
por el deficiente desempeño de éstos en relación con las expectativas generadas
durante la transición (del Tronco J. 2015).
En esta investigación es importante analizar si la confianza de los ciudadanos está
asociada al desempeño de las instituciones, así como saber si la confianza que la
ciudadanía tiene en sus instituciones y políticos está relacionada con el
cumplimiento de sus obligaciones y no con un posible conflicto de intereses. Un
ejemplo claro de pérdida de confianza en las instituciones, es el que observamos
en diciembre de 1994, tras la devaluación del peso mexicano. La imagen del
presidente Salinas se vino abajo en un contexto de escándalos vinculados a su
familia y todas las valoraciones positivas que había recibido en su administración,
de vieron afectadas, así como el prestigio personal del expresidente (Paramio L.
1999).
Para llevar a cabo la investigación, debemos partir de dos conceptos que son
fundamentales: el de legitimidad y el de eficacia. Según Lipset (1967) la eficacia
significa “el desempeño real, en la medida en que el sistema satisface las
funciones básicas del Gobierno, tal como la gran mayoría de la población y los
grupos poderosos contenidos en ella... las encaran". Por lo tanto, la eficacia
tendría un carácter instrumental, un juicio objetivo en relación con el desempeño
del sistema.
Por otro lado, el concepto de legitimidad implica la capacidad del sistema para
engendrar y mantener la creencia de que las instituciones políticas vigentes son
las más apropiadas a la sociedad. Así, la legitimidad tiene un carácter evaluador,
un juicio subjetivo que incluye los valores de los grupos y del sistema político.
Como lo dice Pereira “la estabilidad de cualquier democracia dependería, en gran
medida, de la eficacia y de la legitimidad de su sistema político” (2000).
Referencias