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Panchi Marzo 2008
Panchi Marzo 2008
Como un payaso cariñoso hace saltar una flor de una pistola, o un chorro de agua, las
canciones y los sonidos de Panchi Maldonado son una sorpresa que no ofende, que no
te hace ni pobre ni rico pero te habrá de sacar una sonrisa: la del reconocimiento. En
sus letras están arropados los chicos de la calle, las mujeres de pollera que sostienen
los Andes, y si miras más atrás, escondidos entre la muchedumbre paceña, los
lustrabotas, los cuidadores, un heladero.
Reconocimiento, dije, porque ahí están ellos, que somos nosotros: esas canciones, que
dibujan el paisaje por donde Panchi camina de la mano de su hija (o de su padre), son
el grito y la palabra parca de los que, siendo más, han tenido que pelear para volver a
decir su palabra, para detener ese colectivo con rumbo deconocido y oscuro del que
los dueños del dinero no los dejaban bajar. Gente como uno, digamos, gente que lo
mismo sufre que sabe acomodar la felicidad en una buhardilla.
Como decía el poeta Nezahualcóyotl, no sólo a sufrir hemos venido a esta tierra. En el
momento que pasamos acá, aprendemos también a pelear por lo que es nuestro y,
gracias a los que son como Panchi, también a cantar y elevar nuestros corazones…
ojalá que no nos olviden.