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UN DIVORCIO ES SOLO LA RESCICIÓN

DE UN CONTRATO CIVIL

La iglesia no aprueba el divorcio, pero ¿acaso podría hacerlo? No, la iglesia no puede aprobar el
divorcio por la sencilla razón que no depende de ella, sino de Jesucristo, el cual fue muy claro:
“¿No han leído que el creador, desde el comienzo, los hizo varón y hembra, y que dijo : Por eso
dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne?
De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el
hombre” (Mt 19, 4 – 6) así que no hay posibilidad de que una vez dado el paso de sellar la alianza
matrimonial ante Dios, se puede disolver.

Sin embargo, es una realidad que los hombres (en el sentido genérico) a veces toman decisiones
contrarias al plan divino y deciden divorciarse, pero obvimente esta disolución solo es posible en el
plano civil, en donde la sociedad, haciendo a un lado la realidad religiosa, necesita darle categoría
legal al acto de cancelar las obligaciones jurídicas del marido respecto a su esposa y de ésta
respecto a aquél. Pero esa cancelación de derechos y obligaciones generada por la rescisión del
contrato civil, de ninguna manera altera y mucho menos cancela la alianza contraída ante Dios, la
cual no termina sino hasta que la muerte los separa.

La rescisión del contrato civil lo único que hace es desobligar civilmente a un cónyuge respecto del
otro, distribuye los bienes de acuerdo a las cláusulas del contrato, y asigna las responsabilidades
legales respecto a los hijos. Pero esa rescisión del contrato civil nada dice –ni puede decir-
respecto a la obligación de fidelidad aún en el divorcio civil, nada dice sobre el daño que provoca a
los hijos y nada dice –ni puede decir- respecto a la obligación de fidelidad aún en el divorcio civil,
nada dice sobre el daño que provoca a los hijos y nada dice sobre las consecuencias en sus
corazones.

Entonces ¿Existe el divorcio civil? Si.

¿Existe el divorcio ante Dios? No.

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