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La idea de este ensayo es hacer un recorrido entre las distintas representaciones de realidad que han
emanado desde la solidificación del uso de distintos tipos de estéticas en el último tiempo para resignificar
y ampliar el género del arte. Considerando la incidencia de las diferentes técnicas surgidas con los
experiencias de la virtualidad del año pasado, el sentimiento vinculado a la inexactitud del lenguaje y su
concreción en la traducción subjetiva sigue en pie. Estas imágenes seleccionadas dan pie a entender que
el arte contemporáneo, y más específicamente el que se ha generado estos años durante la pandemia,
erige nuevos sentidos de lo que se puede decir con el lenguaje; un lenguaje que va más allá de las
palabras y que, por tanto, se mezcla con imágenes para lograr el cometido de llenar los vacíos de una
lengua que no alcanza a decir, y donde se resalta el protagonismo del silencio para contrarrestar la
saturación de estímulos (Berardi) a los que nos vemos expuestos cada día por la inserción de las
tecnologías y el avance sin precedente de la información instantánea de las RRSS. Con esto es que tomo
la definición de simulacro hecha por Franco Berardi (2019) en donde señala que el simulacro es la
creación de una realidad segunda que surge a partir de la inserción de la tecnología en la vida cotidiana
Esta creación de una realidad segunda permite que el sujeto se conozca en un plano distinto y cuestione
las normas sociales respecto a lo que se entiende por “realidad” puesto que estas tecnologías implican una
replicación y recombinación que modifican la forma en que percibimos la realidad. De este modo, se
devela esta confusión entre lo real y lo percibido a la que el sujeto se ve arrojado, por lo que se pone en
práctica una forma de retratar la pugna entre real y simulación. Esta dificultad de diferenciar lo real de lo
simulado, sobre todo cuando la virtualidad se postula como una herramienta de representación de la
realidad en la que se ve inserto y debe seguir las estructuras simbólicas propuestas, conlleva a una
autopercepción atravesada por lenguajes en código que no permiten decir lo que percibe. Puesto que los
lenguajes concretizan las sensibilidades, y atendiendo a que “[l]a igualdad de todos los sujetos es la
negación de toda relación de necesidad entre una forma y un contenido determinado” (Rancière 12-13), es
que proliferan dentro de los mismos circuitos virtuales estas nuevas, o alternativas, formas de representar
la subjetividad.
Así, como se puede ver en las imágenes ya presentadas, es que se postula un nuevo modo de hacer
discurso en donde se vislumbra el posicionamiento del sujeto frente a los distintos ejes lingüísticos que lo
atraviesan para poder construirse desde la autopercepción, haciendo uso de las herramientas visuales y
verbales para completar una imagen que es imposible poner directamente en palabras.
Entonces, ¿cómo lo hace el sujeto para decir su individualidad en una era en la que la saturación de
información y estímulos sobrepasa un lenguaje que no alcanza a actualizarse con el avance abrumador de
las tecnologías?, ¿cómo es que la corporalidad se comprende dentro de la era virtual y se traduce en
palabras que no llegan a representar el verdadero sentir?
Las abstracciones del ser desarticulan la posibilidad
limitada que proporciona un lenguaje que ciñe con reglas
el sentir de subjetividades que no se encuentran dentro
de esta nueva era. Resuenan las preguntas que levanta
Berardi al momento de cuestionar el lugar de la
sensibilidad en un contexto de maquinización y
tecnologización de la subjetividad. Entonces, “qué puede
[hacer] el organismo consciente y sensible, el organismo
humano como organismo individual, como cuerpo, y
como cuerpo colectivo. ¿Puede desmantelar los efectos
que se producen que se producen en el interior de una
simulación? ¿Puede el cuerpo actuar de manera eficaz
en el interior de una simulación inmersiva?” (171). Si
dentro de la simulación en la que nos encontramos, la
corporalidad se ve suspendida, parte de nuestra
subjetividad como seres humanos se ve invisibilizada, y es en esta invisibilización que se crean los vacíos
de sentido que generan dificultades para representar. Es esto lo que genera una búsqueda, una
exploración por distintos modos de elaborar un discurso que permita relacionar imágenes con palabras
para conformar sensibilidades que se complementen de manera que se pueda erigir una unidad de sentido
de las experiencias individuales y a la vez colectivas (Rancière) en un intento de nombrar la pertenencia.
Referencias bibliográficas
Berardi, Franco “Bifo”. “Meme y crítica en el imperio de la simulación”. 2019.
Fisher, Mark. Realismo capitalista. Buenos Aires: Caja negra, 2014.
García Canclini, Néstor. “Arte y fronteras: De la transgresión a la postautonomía”. Emisférica [Valparaíso,
Chile] 2009:
https://hemisphericinstitute.org/en/emisferica-71/7-1-essays/arte-y-fronteras-de-la-transgresion-a-la-postaut
onomia.html
Rancière, Jacques. “Del reparto de lo sensible y de las relaciones que establece entre política y estética”