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Juan José Merlo, tiene 42 años y está divorciado. Su proceso de divorcio se resume así: "Puso una
denuncia falsa por malos tratos y se quedó con mi casa y con mis hijos".
Él es uno de los cientos de padres divorciados en España que ponen en entredicho un aspecto de
la Ley de la Violencia de Género, el referido a los divorcios. Según lo acordado por el Gobierno,
cuando una mujer denuncia a su marido por malos tratos, el divorcio se gestiona en un plazo de
días y se otorga automáticamente la custodia de los hijos y los bienes a la madre. Suena lógico y
sin embargo, hay mujeres sin escrúpulos que se han aprovechado de la protección que el Estado
ofrece a las verdaderas maltratadas. Juan José lo vivió en sus carnes. "En una discusión con mi
pareja ella me agredió físicamente, después de años haciéndolo psicológicamente, por lo que
decidí denunciarla", relata. "La Policía la detuvo, pero horas después regresaron y me detuvieron a
mí. Me metieron en el calabozo donde estuve 24 horas. Me había denunciado por malos tratos
cuando yo no le he puesto un dedo encima en la vida", expresa Juan José.
"A partir de ahí todo se convirtió en un sinsentido donde tuve que demostrar mi inocencia. Lo
peor de esta ley es que los supuestos maltratadores son culpables hasta que se demuestre lo
contrario, y no al revés, como sucede en el resto de leyes". Finalmente su ex mujer retiró la
denuncia. En el contencioso por el divorcio el juez otorgó a la mujer la custodia de sus dos hijas y
la casa que compartían. "Ahora tengo que pagar una casa donde vive mi ex mujer con su actual
pareja y sólo veo a mi hija tres veces a la semana. Cuando ella me denunció en falso", se queja
Juan José, que reconoce que tiene graves problemas económicos, a pesar de que vive en un piso
de primera necesidad que le ha facilitado la Comunidad de Madrid.