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SANIDAD E INOCUIDDAD AGROALIMENTARIA

Por: Daniel Meza

La sanidad vegetal, la salud animal y la inocuidad de los alimentos son elementos cruciales de la
productividad y la competitividad agroalimentaria de un país y responden a las reglas que
prevalecen en el comercio interno e internacional.

La preocupación por el consumo de alimentos sanos ha estado presente en la actividad humana.


En Europa, hacia la Edad Media, ya existían reglas de inocuidad para 6 productos: cerveza, vinos,
quesos, huevos, salchichas y pan.

La aplicación de medidas sanitarias y fitosanitarias es manejada a nivel mundial por las


denominadas tres hermanas: La Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), la Comisión
Internacional de Protección Fitosanitaria (CIPF) y la Comisión del Codex Alimentarius, que atiende
el tema de la inocuidad alimentaria. A éstas se suma la Organización Mundial del Comercio, que
cuenta con un Comité de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias.

Honduras mantiene, a nivel internacional, compromisos vinculados a las resoluciones del Comité
Internacional Regional de Sanidad Agropecuaria del OIRSA.

Adicionalmente, Honduras mantiene obligaciones en sanidad agroalimentaria por medio de 10


tratados de libre comercio (TLC) que involucran a 40 países. Todos los TLC prevén capítulos
relativos a la aplicación de medidas sanitarias y fitosanitarias. Más allá de los TLC, las actividades
de exportación e importación de insumos y productos agropecuarios están sujetas a otras normas
como Reglamentos Técnicos Centroamericanos (RTCA), aprobados por resolución en las Reuniones
del Consejo de Ministros de la Integración Económica (COMIECO). Los RTCA abarcan temas como
certificación de productos y establecimientos; registros sanitario de alimentos; productos lácteos;
etiquetado de plaguicidas; medicamentos veterinarios; la lista de rubros que no necesitan
certificado de exportación en el comercio centroamericano, etc.

El Estado de Honduras mantiene, además, regulaciones internas para garantizar la salud de los
animales y de las plantas y la inocuidad de los alimentos. La responsabilidad en aplicarlas se
distribuye entre la Secretaría de Agricultura y Ganadería; la Secretaría de Salud; la Secretaría de
Energía, Recursos Naturales, Ambiente y Minas; la Secretaría de Desarrollo Económico; y la
Secretaría General de Gobierno de donde dependen los organismos de calidad y acreditación.

Aun cuando la cúspide de la pirámide de los asuntos de sanidad agroalimentaria es la salud


humana, pueden diferenciarse dos ámbitos claves en su consideración: lo relativo a la salud animal
y sanidad vegetal por un lado y por otro, lo correspondiente a las zoonosis (enfermedades
transmitidas por animales a los humanos) y enfermedades transmitidas por alimentos (ETA).

Las principales normas nacionales en sanidad agropecuaria son: los decretos 157-94 y 344-2005,
denominados Ley Fitozoosanitaria, sus reglamentos y sus resoluciones derivadas.
Al Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria (SENASA), dependiente de la Secretaría de
Agricultura y Ganadería corresponde la aplicación de la Ley Fitozoosanitaria para lo cual cuenta
con la estructura organizacional prevista al respecto.

Existen parámetros estándar establecidos por los organismos sanitarios de referencia mundial
para determinar el número de profesionales veterinarios, ingenieros agrónomos, microbiólogos y
de otras profesiones que se requieren por ejemplo para atender las actividades de vigilancia,
control y erradicación de plagas o enfermedades o para conocer los niveles de incidencia o
prevalencia de éstas. Los mismos están vinculados al número, distancia y concentración de las
poblaciones animales, vegetales y de establecimientos. Tal información se deriva de los censos
agropecuarios, las encuestas agrícolas, los censos de establecimientos e incluso los registros de las
asociaciones de productores. Estudios a nivel de cadenas por rubro permiten conocer en forma
precisa los desafíos en cuanto a sanidad agroalimentaria, que enfrentan los productores.

Un expediente cada vez más utilizado por los servicios agrosanitarios para cumplir con sus
responsabilidades consiste en la acreditación, delegación y autorización de servicios en personas
naturales y jurídicas privadas. Para ello, estos servicios deben contar con los mecanismos,
sistemas y procedimientos para asegurarse mediante supervisión que las actividades tercerizadas
son desempeñadas apropiadamente.

Más vinculado con el exterior se encuentran las acciones de cuarentena. La necesaria vigilancia
permanente de las fronteras impide que ingrese una plaga o una enfermedad que ponga en
peligro el estatus sanitario prevaleciente en el país. Para ello sirven los análisis de riesgo. Las
inspecciones y certificaciones, evitan los rechazos, decomisos y la destrucción de productos que se
exportan.

Los socios comerciales de Honduras son cada vez más exigentes con las cuestiones de inocuidad.
La reciente Ley de Modernización de Inocuidad de Alimentos que entrará en vigencia total en 2016
establece nuevos requisitos de inspección, registro y trazabilidad, entre otros, para garantizar la
seguridad de los alimentos importados por los Estados Unidos de América.

Por su importancia, el Gobierno de Honduras, los productores de bienes agrícolas y


agroindustriales y los procesadores de alimentos, están compelidos a fortalecer la sanidad
agroalimentaria para garantizar la seguridad de los alimentos de consumo interno, así como la
admisibilidad de los productos y la ampliación de mercados en el exterior.

El estatus sanitarios de un país permite acceso a mercados o contribuye al cierre de los mismos.
Un apropiado sistema de sanidad agropecuaria requiere de: 1) Un servicio oficial moderno y
fortalecido con recursos de todo tipo: 2) Productores informados e interesados en la seguridad
alimentaria; y 3) De regulaciones actualizadas que se respeten y se hagan cumplir.

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