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2
Otro día me acerqué corriendo a Trollino y le dije:
—Mira, Trolli, qué metal más raro me he encontrado.
—Es estaño.
—¿A que sí? Raro, raro.
4
Hace unos años trabajé de marinero. El primer día
voy corriendo al capitán y le pregunto:
—Capitán, capitán, ¿puedo desembarcar por la
izquierda?
—¡Se dice «por babor»!
—Por babor, capitán, ¿puedo desembarcar por la
izquierda?
6
A veces soy yo el que hace preguntas raras, como
aquella vez que le dije a Raptor:
—Tío, ¿tú qué desodorante usas?
—Uno de lavanda.
—Pues échate un vistazo al sobaco, que creo que se te
ha muerto un músico.
8
Este chiste, que no tiene nada que ver conmigo, es
de un niño y su padre que van por la calle paseando al
perro:
—Papá… ¿Por qué el perro se llama José Luis?
—Porque tu madre y yo le queremos mucho y es como
si fuera parte de la familia.
—Entonces... Eso es que queréis más al perro que a
mí, ¿no?
—¡Pero cómo dices eso, Firulais!
10
Una mañana me levanté con la vista borrosa, así que
fui a…
—Buenos días, señor —digo muy educado—. Vengo a
que me gradúen la vista.
—Pues harás muy bien en graduártela, chaval, porque
esto es una panadería.
12
Y esto, con mi profe de la autoescuela, el primer
día:
—Manuel, ¿este coche es automático?
—¡No! Es manual.
—Perdón, Manual. ¿Este coche es automático?
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Y ahora, la gran pregunta sobre mí que todos se han
hecho alguna vez:
—¿Por qué Timba nunca entra en la cocina?
—Porque hay un tarrito en el que pone «sal».
14
Un día me tuve que cambiar de casa y el vendedor me
suelta:
—Tengo que decirle que la casa está encantada.
—Ah, pues dígale que a mí también me hace mucha
ilusión vivir aquí.
15
Estábamos un día Timba y yo esperando
a Rius en un rascacielos, cuando viene un
señor y me pregunta:
—Perdone, ¿es este el ascensor de
subida?
—No, la verdad es que he montado en
otros mejores.