Está en la página 1de 1

Salmo 103:13-18.

Como el padre se compadece de los hijos, se compadece el Señor de los que le temen (v. 13).
13 Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos.
14 Él conoce nuestra condición; sabe que somos de barro.
15 El hombre es como la hierba, sus días florecen como la flor del campo:
16 sacudida por el viento, desaparece sin dejar rastro alguno.
17 Pero el amor del Señor es eterno y siempre está con los que le temen; su justicia está con los
hijos de sus hijos,
18 con los que cumplen su pacto y se acuerdan de sus preceptos para ponerlos por obra.
Después de que Gabriel, de ocho años, fue operado para extraerle un tumor cerebral, le quedó una
cicatriz notoria al costado de la cabeza. Cuando el muchacho dijo que se sentía un monstruo, su
padre tuvo una idea: se hizo un tatuaje al costado de la cabeza, igual a la cicatriz de su hijo, para
demostrar cuánto lo amaba.
Según el salmista, esta es la clase de amor compasivo que Dios tiene por sus hijos (Salmo 103:13).
Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos. Con una
metáfora de la vida humana, David ilustra el amor de Dios. Dice que es tan tierno como el de un
buen padre que cuida de sus hijos (v. 17). Así como un padre humano muestra compasión por sus
hijos, del mismo modo, Dios, nuestro Padre celestial, muestra amor, empatía y cuidado hacia los
que le temen.
Cuando somos débiles y sentimos que no nos aman debido a las cicatrices de la vida, recibimos por
fe el amor de nuestro Padre celestial. Él se hizo su afecto al enviar a su Hijo a poner «su vida por
nosotros» (1 Juan 3:16) 16 En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su
vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos.
Para nuestra salvación. Mediante este acto, no solo podemos experimentar el amor de Dios, sino
mirar a la cruz y verlo. ¿No te alegra que tengamos un Sumo Sacerdote que «pueda compadecerse
de nuestras debilidades» (Hebreos 4:15)? 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de
compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma
manera que nosotros, aunque sin pecado. Él tiene las cicatrices que lo prueban.

Reflexiona y ora
¿Cómo resuelves la brecha entre saber que Dios te ama y experimentar su amor? ¿Cómo te
hace sentir que Jesús se identifica con tus heridas?
Padre celestial, gracias por tu amor compasivo hacia mí. Usa mis cicatrices para tu gloria.
BENDICIONES.

También podría gustarte