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Análisis II: Pedagogía jesuita y su intervención en el proceso de evangelización.

I. Introducción.

Parte de lo que es comprender un suceso en su totalidad es abarcar el contexto


histórico-social de los actores de la historia. Cubriendo este punto de estudio, se podrán
derivar datos que ayudarán a entender los motivos por los que se suscitaron algunas
acciones. Tal es el caso de la evangelización en la Nueva España. Todos sabemos lo que
ocurrió y en qué derivó. Sin embargo, les corresponde a los estudiosos en este tema conocer
qué justificaciones fueron suficientes para llevar a cabo el proceso de despojo de cultura e
instauración de la fe.

II. Desarrollo.

Durante muchos años, la iglesia se había sentado como torre de verdad y depositaria
de la fe. Toda la población europea mantenía los lineamientos indicados por esta institución
cristiana, al menos fue de ese modo hasta que se empezaron a presentar los movimientos de
reforma impulsados por Lutero. A partir de ese momento la iglesia empezó a decaer. Debía
de frenar el ataque de estos cuestionamientos de alguna manera. Es así como la iglesia
empieza a financiar a las universidades para crear a los futuros defensores de los
mandamientos religiosos, los jesuitas. Surgiendo así una de las universidades más
influyentes en esta época, la Universidad de Salamanca.

Lo interesante de la fundación de estos recintos es la finalidad que buscaban en


relación con la conquista de los pueblos originarios, basándose en el concepto que será el
centro de lo que resta de este escrito, la pedagogía jesuita. Como mencioné renglones atrás,
la iglesia buscaba fortalecerse ante la amenaza presentada, por lo que las universidades
sirvieron para instruir a los jóvenes jesuitas en la teología, usando de base un plan de
estudios en el que destacaba conocer al pie de la letra los argumentos aristotélicos que
pudieran ser tomados en pro del cristianismo.

A pesar de las deficiencias y reformulaciones de la trayectoria escolar trazada para


los futuros sacerdotes, queda claro que algunas características de la enseñanza introducida
en la formación son reflejo de lo que próximamente conformaría parte de los métodos de
evangelización en la “nueva tierra”. Por ejemplo, la vida comunitaria era mostrada como
una relación que debía ponerse en una balanza donde de un lado estuviera la emulación y
en el otro el castigo. La emulación es un “imitar para ser mejor” en cuanto a lo dictado por
los decretos divinos, hay que ser a semejanza de Dios, para ello hay que obedecer los
valores cristianos y despojarnos de la herejía. De lo contrario, seremos arrojados al lado de
la balanza que designa el castigo que nos orillará a un arrepentimiento.

Justamente esto es lo que hemos visto repetidamente en la evangelización. Se


llegaba a los pueblos indígenas bajo esta ley de “emulación y castigo”, donde se les
invitaba a deshacerse de sus dioses y su cultura satanizada para emigrar a la salvación de
sus almas. De lo contrario se llegaría a el castigo, que bien sabemos como era impartido.
Esta creencia fue traspolada hacia el otro continente porque se llevaba esa educación
arraigada.

Este pensamiento fue sembrado no solo por lo descrito por la religión, sino que
buscaban una autoridad intelectual que avalara todo lo que le convenía al cristianismo. Esta
figura autoritaria fue Aristóteles. Pues en base a lo descrito en el texto de Angela Ponce
González, “En lo que hace a nuestro tema, se aprecia una cierta relativización de la figura
de Aristóteles como autoridad y también de su peso teórico en su anclaje armónico con los
dogmas de la fe cristiana.”1

No hay que confundir. No es que Aristóteles estuviera conectado con lo que la


iglesia cristiana estaba realizando. Sino que para los cristianos les era conveniente retomar
algunos fragmentos del corpus aristotélico para justificar el esparcimiento de la religión.
Incluso, se dice que diseccionaban detenidamente cada texto para enseñar aquellos
argumentos que fueran fuertes para la teología, en cambio aquellos que no parecían
relevantes o mostraran cierta contrariedad a la fe, debían ser totalmente descartados.

Si bien no lo encontré en algún texto, me hace eco la idea que tenía Aristóteles
respecto a la política. Donde se dice que algunos individuos, tienen dentro de sí la
naturaleza de ser gobernantes, mientras que otros tienen la naturaleza de ser dominados.
Dicha jerarquización pudo haber sido tomada para justificar la guerra a los indios. Los

1
Ponce González, A., Aristóteles y los jesuitas. La génesis corporativa de los cursus philosophicus,
Cauriensia, Vol. VI, España, p.15.
españoles bien pudieron defender que ellos fueron creados para gobernar por estar dotados
de características “superiores” a la de los indios, por lo que, a estos en cambio, les
corresponde por su naturaleza ser sometidos. Este es un ejemplo de los motivos que
llevaron a los religiosos a poner al estagirita como fundamentación y demuestra la
importancia que este tomó en la pedagogía jesuita.

III. Conclusión

El proceso de evangelización tuvo de soporte el estudio de textos que se usaron a


conveniencia de la religión. Puede vislumbrarse como la educación se vuelve un arma
poderosa que toma importancia para sostener toda una institución que empezaba a colapsar.
Los evangelizadores llevaban consigo una formación, un ser de las cosas y una justificación
válida para establecer lo que consideraban correcto. En ellos se encontraba una idea de
salvación que los empujaba a realizar tareas de liberación hacia los herejes. A la par de que
conseguían mayor mano de obra para el Estado, usando de base fragmentos filosóficos que
les justificaban sus acciones.

González Murga Jocelyn Ixchel


REFERENCIAS

Ponce González, A., Aristóteles y los jesuitas. La génesis corporativa de los cursus
philosophicus, Cauriensia, Vol. VI, España, p.15.

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