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SANTA MARÍA MADRE

DE LA IGLESIA
Sigue abriéndole caminos al Espíritu,
y entre nosotros,
actualiza la unidad.

No permitas que ninguna diferencia,


mengüe el amor.

Avívanos
la pasión por tu Hijo,
y que nuestro vientre,
se ensanche, como el tuyo,
al contacto con la carencia.

Sigue tendiendo puentes,


y susurrándonos sinfonías sinodales.

Amplía la mesa
y convídanos diariamente a una fiesta,
en la que el vino alcance para todos,
a nadie se le niegue la palabra,
y en la que todos se sientan,
partícipes y enviados.

Danos tu bendición,
y que no nos falte tu caricia,
capaz de sanar heridas
y reconstruir
nuestras más profundas ruinas.

1
EN EL CORAZÓN DE LA IGLESIA
Allí, justo allí, estás tú,
sosteniendo la esperanza,
animando a la confianza,
convocando a la osadía.

Allí, con tu identidad de mujer,


libre de todo estereotipo,
pulida en el ambiente del pueblo,
y a la escucha del Espíritu.

Presta a servir,
ágil por los caminos,
de pie ante la cruz,
atenta a la carencia,
dispuesta al encuentro.

Allí, sigues esperando la hora,


por ti, por todas.

Sabes que la ley es relativa,


que lo definitivo es la ofrenda de cada día.

Y junto a Marta, Rosa, Juana y Lupe,


te empeñas en tejer la historia,
pronunciando la palabra,
inventando los atajos,
que harán más sinodal y compartida,
la travesía de relación, servicio y comunión,
al interior de esta Iglesia,
de la que eres Madre,
y en la que el Espíritu,
2 se abre camino,
más allá, de nuestras miopías.
MUJER POBLADA
Toda habitada,
plena de Dios,
colmada de amores,
virgen fecunda en la entrega.

Llena de hijos,
hecha pueblo que peregrina,
comunidad que espera,
Iglesia que resiste,
plegaria que a todos alcanza.

Amor que desborda,


y en el que siempre hay sitio,
vientre que se ensancha,
al ritmo de la Palabra.

En ti nos abrigamos
cuando falta el aliento,
tu voz nos convida,
a los senderos del Reino,
al festín del Espíritu,
en el que todo es gracia,
don inmerecido,
caricia que devuelve el sentido.

Mujer poblada,
de Espíritu y alianza,
de pueblo y promesa,
de hijos y esperanzas.
3
DISCIPULA EXPECTANTE
Señora de la Pascua,
antorcha que alumbras
en la profundidad de la noche,
brújula en alta mar,
puerto seguro,
para el fatigado peregrino.

Derrochas vida,
y de tu vientre surgen los caminos.
Junto a ti se congrega la Iglesia,
porque en lo profundo de tu mirada,
todos nos reconocemos hijos.

Discípula que espera,


con la lámpara encendida.
y el corazón inamovible.
Todo en ti anuncia,
que se aproxima el Espíritu.

4
HE AHI A TU HIJO
Madre, he ahí a tu hijo,
camina por la calle,
sin rumbo, sin abrigo.

Lo adormece el caos,
la ciudad sin semáforos,
su cemento, sus vicios.

Va huyendo del tirano,


va huyendo de sí mismo.

Madre, míralo,
ha dejado su tierra,
su memoria, su trigo.

Camina sin alforja,


sin raíces, sin hijos.

5
Atrás quedó su rancho,
su huerta, su ganado;
los compañeros muertos,
sus sueños derribados.

Madre,
tu hijo está tan solo,
y su mirada es triste;
deambula desplazado,
sin derecho a reírse,
ha olvidado ya el canto
de pájaros y cisnes.

Madre, he ahí a tu hijo.


lleva al pecho un rosario,
se aferra a que Tú existes.

Tú sabes Madre Buena,


del dolor de mi pueblo,
acompaña su llanto.

y renueva su canto.

6
SENCILLAMENTE MADRE
Madre de los que lloran
y de los que ya no pueden llorar,
camina con nosotros,
por nuestras calles y cordilleras,
por nuestras costas, montañas y veredas.

En ti esperamos,
para no desesperar.

Queremos hacer de nuestra historia,


un Magnificat,
un cántico nuevo, una fiesta prolongada,
en la que todos tengan pan y paz,
su ración cotidiana de aire y de sol,
de dignidad, libertad y vida.

Madre de los que lloran,


devuélvele a este pueblo,
el canto, el carnaval y la alegría.

7
MADRE DE LOS QUE LLORAN
Madre de los que lloran,
de los que están tristes y desconsolados,
de los que caminan
sin presente, ni futuro,
de este pueblo en éxodo y sin sandalias.

Madre,
de los hambrientos y destechados,
de los que carecen de sol y salario,
de los que se venden por migajas,
y se entregan a pesar del hastío.
Madre de tantos secuestrados,
de este pueblo en guerra,
bañado en sudor y sangre.

De quienes han perdido la memoria,


y son visitados por fantasmas y silencios.
Tú eres nuestra esperanza,
y nuestro consuelo.

8
Tú que supiste de dolor y ofrenda,
de clavos y crucifixiones,
de silencio estridente y misterioso,
de miradas frías y acusadoras.
En ti está la porción de ternura
que nos hace falta.

El abrazo que nos cobija y alimenta,


la Palabra que nos recrea y humaniza,
el aliento que nos mantiene vivos
y despiertos.

9
PEREGRINA DE TODAS LAS TIERRAS
Misionera en tierras remotas,
puente que nos une y hermana,
palabra que todos entendemos,
cruce de caminos, en el que coincidimos.

Lo tuyo es el camino,
lo nuestro las pisadas.

De tu mano,
se disipan todas las dudas y diferencias,
y en tus ojos,
todos nos proyectamos,
serenamente humanos.

No hay distancias, ni fronteras,


para tu amor sin límites.

Eres lenguaje comprensible a todos,


y en tu vientre, todos cabemos.

10
VIRGEN DE LA AMAZONIA
Mujer habitada,
verde selva,
río sin fronteras,
semilla que encierra promesas,
tierra que conoce de misterios.

Sonrisa sin condiciones,


canto que acuna vida,
pisada firme,
corazón que resiste,
beso que perfora la piel
y abriga a ritmo de quena.

Noche estrellada,
silencio sonoro,
grito osado,
casa sin puertas,
fuego que no se extingue.

Madre,
de todos los que se aferran a la vida,
revístenos de verde y de esperanza.

11
SUSURRO DE DIOS
Dios susurró tu nombre,
y le amaneció al mundo, la esperanza.
Tú susurraste un sí
y el cielo se hizo comunitario.

Un susurro puede ser,


un estruendoso anuncio.
Un susurro puede cambiar
la historia y los historiadores,
paralizar las guerras y los gladiadores.

Tú fuiste susurro de Dios


y desde entonces,
todo silencio es sonoro,
en todo vacío hay fondo,
toda Virgen es madre,
toda mujer es un canto a la vida.

Detrás del susurro está Dios,


como brisa suave
y simple margarita,
hecho sonrisa desdentada,
mirada limpia,
12 pregunta inocente.
Espíritu que abrasa, quema,
funde y enamora.

Detrás del susurro está Dios,


qué pronuncia un nombre
y cambia el rumbo;
que seduce y fecunda,
que envía y acompaña.

Tú fuiste susurro de Dios,


y nosotros apenas
palabra inconclusa.

Acalla nuestros gritos


y el mercado de nuestras palabrerías.

Haznos sensibles,
al sonoro susurro de Dios,
que enamora, fecunda y envía.

13
UNA MUJER CON ABSOLUTO
Todo es relativo,
el tiempo y la espera,
los rumores en el pueblo
y las alabanzas en el Templo;
los pañales recién lavados
y el calvario.

Todo es relativo,
para quien ha hecho
de Dios su Absoluto;
para quien sabe,
que el canto de Los Ángeles
se acalla con el día,
que los reyes,
siguen su camino sin ofrendas;
que los amigos,
tarde o temprano se van.

Todo es relativo,
sólo permanece,
el Dios que te hizo mujer y discípula.

Se mantiene,
su mirada y su Evangelio,
su promesa, su alianza.
y su amor.
14
ALÉGRATE, LLENA DE GRACIA
Alégrate, el Señor está contigo
y con tu pueblo,
en tu vientre y junto a tus mejillas,
por las calles y en el campamento.

Alégrate, ha hecho su morada,


en cada rincón de tu territorio
y de nuestra historia.
Alégrate, hay razones para la esperanza.

15
ENTRE PAJAS
Era una noche estrellada
entre el canto y el llanto,
una Virgen Niña,
parió la esperanza.

Entre pajas y pastores,


reyes y humildes señores,
Dios se metió en nuestra historia,
nos devolvió la memoria.

16
VIRGEN FRAGIL
Mujer de arcilla y canto,
con olor a tomillo y hierba buena,
plena de vida y risa,
de luz y gracia.

Mujer frágil, pequeña,


barro y “Misterio”,
pueblo y plegaria.
El cielo hecho mujer,
la tierra hecha alabanza.
Frágil en Nazaret, junto al pozo,
camino a Belen y en una noche
de estrellas, grillos y pastores.

Frágil en el templo,
cuando una espada atravesaba el alma.

Frágil y en éxodo,
perseguida y errante.
Toda fragilidad al ver partir a Jesús,
desconcertada por el adiós y el tiempo.

17
Frágil, al amasar el pan para la cena
y al ver orar al Hijo,
entre sudor y sangre.
Frágil junto a la cruz,
abrazando recuerdos y dolores,
con la mirada fija en el Padre,
y el corazón latiendo al pie del Encarnado.

Frágil camino a casa, sola y en silencio,


frágil y como siempre llena de Espíritu,
toda llena de gracia.
Frágil como tantas Marías,
Rosas, Martas y Juanas,
como tantas mujeres del pueblo,
frágiles y a prueba de torturas,
hambres, soledades y balas.

Frágil y resistente,
frágil y esperanzada,
frágil y en pie de lucha,
frágil y apasionada.

Frágil,
como tantas mujeres del pueblo,
18 frágiles y enamoradas.
NUESTRA SEÑORA DE LA AMISTAD
Te imagino sonriente y amistosa,
capaz de palabras profundas y sinceras;
fiel y en silencio ante la herida del amigo.

En torno a la mesa
y al misterio,
partiendo el pan
y haciendo
que la vida alcance para todos.

Con tu sonrisa tímida y oportuna,


mirando fijamente, a los ojos y al alma,
intuitiva y prudente,
fuerte como un picacho,
florecida y bella como un Carmelo.

Viviendo y desviviéndote,
abriendo la casa y las entrañas.

En camino y a prisa,
pronta a servir y a darse.
19
Toda llena de gracia,
de plenitud y amigos.

Toda llena de Dios,


toda llena de Hijos.

Toda fecundidad,
derrochando bondad,
y ofreciendo sin costo,
abrazos, besos, palabras y cariños.

Virgen de la amistad,
gracias por mis amigos,
los de cerca y de lejos,
los de siempre,
y los que seguramente,
pondrás en mi camino.

Gracias por sus palabras,


por sus gestos sencillos,
porque los siento dentro,
y siempre están conmigo.

20
Gracias,
ellos conocen
mi dolor sin yo siquiera decirlo,
intuyen mi gozo
y comparen conmigo,
la pasión por el Reino,
por Jesús, por los niños,
por los pobres y pueblo,
por los perros, las pastas,
las montañas, los libros.

Gracias
por su presencia hermana.

Virgen de la Amistad.
|
gracias por su cariño.

21
TE CONTEMPLO
Hoy te contemplo,
Virgen y en silencio,
sin más anuncio que una promesa,
sin más certeza que un saludo,
sin más seguridades,
que el palpitar
de un nuevo corazón,
en el vientre y en el alma.

Hoy te contemplo,
en tu casa de pueblo,
visitada por Dios,
fecunda por la Gracia.
Sola, en medio de la multitud,
habitada por la Palabra,
abrigada por el misterio.

22
VIRGEN CON OLOR A EVANGELIO
Olías a Evangelio,
a cielo nuevo,
a buena noticia,
a lirio del campo.

Tu presencia,
hacia presentir
la gracia y el Espíritu,
la mujer morena,
recién salida de la acequia,
los perfumes que trae el viento,
después de haber besado el mar.

Olías a ternura y a roble,


a promesa y alianza,
a tierra húmeda
colmada de Dios.

23
NUESTRA SEÑORA
DE LA COMPAÑÍA
Nuestra Señora de la Compañía,
Tú sabes lo que somos y podemos,
conoces esta mezcla
de barro y gracia que nos habita.

Llevas cuatro siglos


caminando con nosotras,
a ritmo de utopía y Evangelio.

Tú nos inspiras y animas,


derrochas ternura,
cuando nuestras alforjas están vacías.

Renuevas el milagro
cuando nos falta el vino,
la osadía y el riesgo,
para hacer, lo que Él nos dice.

Compartes con nosotras tu aceite


y por eso,
la lámpara se mantiene encendida;
el fuego arde y no se extingue,
al pasar del tiempo y las tormentas
y la pasión se aviva
al contacto con toda miseria humana.
24
Nuestra Señora de la Compañía,
conserva en nosotras la alegría,
el gozo del anuncio y de la entrega.
Animamos a hacer visible lo invisible,
a “ensanchar el espacio de la tienda”,
a guardar todo en el corazón,
a permanecer de pie,
junto a la cruz y los crucificados;
a obsesionarnos por la vida,
a buscar signos de Resurrección.

Acompaña
nuestros ires y venires,
para que en cada parcela del Reino,
anunciemos tu Palabra y tu Rostro,
tu misericordia y tu amor.

Que con alma de mujeres,


contagiemos al mundo,
del deseo de seguir a Jesús,
en tu Compañía.

25
TODO EN EL CORAZÓN
Guardabas todo en el corazón,
esa noche de dudas y Espíritu,
el abrazo reconciliado de José,
el polvo del camino a casa de la prima,
las palabras del Ángel
y las buenas vecinas.

Guardabas todo en el corazón,


el estruendo de las botas romanas,
el eco de repetidos desprecios,
el frío de una noche de estrellas,
sin abrigo,
el llanto de un Niño desnudó de cielo
y hambriento de tierra.

Guardabas todo en el corazón,


las notas del canto celestial,
el olor a leche fresca que brotaba
del traje de los pastores,
el beso agradecido de José
en las mejillas del Niño.

Guardabas todo en el corazón,


la sonrisa de Dios en tu regazo,
junto a tu seno.
Su predilección desde pequeño
26 por las pajas y los pobres.
Guardabas todo en el corazón,
el rechinar de las espadas del tirano
y el llanto de las madres
con sus hijos en brazos.

El andar sigiloso,
deshaciendo el camino rumbo a casa.

Guardabas todo en el corazón,


las palabras tajantes de un anciano
y una pobre mujer.

La facilidad con que el Niño


aprendió a pronunciar
Padre, Reino, Mamá.

Guardabas todo en el corazón,


porque allí no hay polillas,
porque ese es el lugar donde conviven,
el milagro y el “Misterio”,
la Palabra y el sonoro silencio de Dios.

27
VIRGENCITA INCA
Virgen morena
de ojos grandes,
con un Niño en la espalda
y callos en los pies.

Virgen peregrina
de la costa, la sierra y la selva;
desde Tacna hasta Puno,
desde Piura hasta Ica.

Señora de la Ciudad Blanca,


y del verde Machu Picchu.

Virgen vestida de sol y de fiesta,


que abrazada al Cristo Morado,
habitas junto a Rosa de Lima
y al amado San Martín.

Gracias,
por danzar junto a tu pueblo,
al ritmo de huaynos,
y al son de la quena;
por acompañar sus marchas,
por resistir
y rasguñar las piedras,
en nuestros cerros de polvo,
huacos y misterios.
28
Gracias,
por tu sonrisa tímida
en el mercado,
cuando me llamas “casera”.

Por el lonche
en tu casa,
por el té caliente
y el abrazo a tiempo.

Gracias,
por alzar la voz
y echar el hombro,
en las noches de parto
y en los días de puerto,
cuando abunda el pescado
y la esperanza.

Gracias,
Virgencita peruana,
por este pueblo
con memoria y con futuro,
por darme vida,
en las entrañas de esta tierra milenaria.

Porque el eco del río hablador,


me renueva y sostiene.
29
HERMANA DE LO INESPERADO
Sorpresa!, susurra
y nos cambia el rumbo,
nos lleva a otras tierras;
se nos hace el encontradizo.
Nos visita
entre la fragilidad y el dolor.
Besa nuestras llagas
y florecen girasoles
en el desierto
de nuestras impotencias.
Sorpresa! insiste,
la vida nos habita, nos desborda
y embriaga.
La paz se vuelve
nuestro traje cotidiano
y estamos de fiesta,
listos para ser pan partido
y repartido.
Sorpresa! y ya no hay duda,
Dios está a nuestro lado,
lo sentimos cerca, dentro.
Nuestra historia
tiene protagonista,
es posible el milagro en la miseria.
Toda sorpresa es caricia divina
y TÚ, en condición de hermana
nos acompañas por el territorio Virgen,
de lo inédito e inesperado.
30
HABITADA POR EL DIOS
DE LAS SORPRESAS
El Dios de las sorpresas
irrumpió en tu vida sigilosamente,
hecho Palabra y Carne,
Humanidad, Buena Noticia,
gozo recién estrenado,
senda para tus pasos
y para tu pueblo.

Sorpresa! dijo Dios


y resonó su Palabra
en todos los rincones de la tierra
y Tú fuiste feliz
y desde entonces,
todas las generaciones,
saborean la esperanza
y comparten solidariamente
su ración de fe.

Sorpresa! sigue diciendo


y las flores despiertan,
se visten de colores y perfumes;
los pájaros cantan y encantan,
la luna acompaña nuestras noches,
y nuestros sueños;
y todos tenemos un “picacho”
empinado, fuerte y verde,
desde el cual
echamos a volar la vida.
31
MARÍA MADRE
Fuiste Madre en Belén
entre pajas y pastores,
pero lo fuiste también en Nazaret
en tu pequeña cocina
y junto al pozo.

Fuiste Madre en Caná,


en una fiesta,
al aumentar el vino
y la esperanza.

Fuiste Madre
entre vecinas y rumores,
en la reja del templo,
a las afueras del pueblo,
presenciando milagros,
esperando razones.

Fuiste Madre
cuando nadie lo presentía,
a la hora señalada
y en lo sencillo de cada día.

32
Fuiste Madre
a tiempo y a destiempo,
entre profetas y plañideras,
al pasar del anuncio y la denuncia,
más allá de lo pronosticable.

Fuiste Madre
de todos y por siempre;
acogiste en tu vientre
lo que somos,
lo más profundo de nuestra miseria,
la plenitud de Dios en nuestro barro.

Eres Madre
y por eso a ti acudimos,
seguros de que en Ti encontraremos,
el maternal abrazo que buscamos.

33
VIRGEN DEL PUEBLO
Virgen del Pueblo,
Señora de esta extensa geografía,
que tienes el corazón tricolor
y añoranzas de ruanas y arrierias;
que has hecho tu morada entre montañas
y danzas al son de bambucos y joropos.
Todos en mi tierra te buscan y te invocan;
te llaman Carmela, Chinca,
Auxiliadora, Socorro, Consejera.
Te contemplan toda de Dios
y toda del pueblo.
Tu presencia se presiente
en nuestras costas,
en nuestros valles y selvas;
peregrinas por nuestras ciudades
y a tu paso nuestro campo reverdece.
Gracias por quedarte en nuestras casas
y por aferrarte a nuestro pecho
vestida de escapulario.
Tú inspiras
nuestras noches y nuestros días.
Habitas desde siempre
en la parcela de nuestra humanidad
y nosotros añoramos
una morada en tu campo Virgen.
Virgen del Pueblo,
gracias por renovar en nosotros la alegría,
por sostener nuestra esperanza
34 y acogernos en tus entrañas.
EN MEDIO DE LA NOCHE
En una noche larga
de dudas y murmullos
tú acogiste la vida.

En una noche fría


aprisa y sin amigos
tú serviste a la vida.

En una noche oscura,


sin techo y sin abrigo,
tú nos diste la vida.

A mi tierra ha llegado
sin avisar la noche,
se ha posado en mis huesos,
en mis flores marchitas.

Con su sombra ha habitado


toda mi geografía,
ha besado mis llagas,
mis silencios, mis versos.

No pronunció palabra,
se atrincheró en mis miedos.
35
Ha llegado la noche
valiente y con espada.

Ha deshojado todo lo verde que tenía


y me cortó las alas,
me rasgó el plan de vuelo.

Congeló con descaro


mi presente y mis sueños.

Ha llegado la noche,
cobijando afanosa
lo que soy, lo que puedo.

Ha llegado la noche,
y olvidé en un recodo
mi perfil de “Quijote”,
mi trébol de cuatro hojas
se escapó con el día,
y ya no me visitan
los caballos de mar.

Ha llegado la noche.

y solo tu, María,


puedes darme la gracia
de saber esperar.

36
AMEN Y AMÉN
Sólo por amor
es posible decir amén.

Sólo por amor


es posible decir amén.

Que quede claro,


sólo por amor es posible decir:
amén amor.

37
EN TU REGAZO
Devuélvenos la esperanza,
la pasión por lo ordinario,
el deseo de tocar la cítara
y bailar hasta el amanecer.

Recrea en nosotros la vida,


restauramos las alas.

Danos un mosaico de sueños y razones.

Contágianos de ternura
y que nuestras entrañas
sean de misericordia.

Que mantengamos
la mirada fija en Jesús;
que nos desvele el Reino
y nos desvivamos por el Evangelio.

Danos un corazón nuevo,


capaz de creer
que nada hay imposible para Dios.

38
DICHOSA TÚ QUE HAS CREÍDO
Dichosa tú que has creído
que al paso de la noche
llega el día,
radiante y valeroso,
pleno de luz, color y belleza.

Dichosa tú que has creído


que la fiesta es para todos,
que el vino se añeja con la Palabra,
que una mirada hace el milagro.

Dichosa tú que has creído


que una estrella es el camino,
que de las grietas surge la vida,
que “tan humano sólo Dios”.

Dichosa tú que has creído


que al tercer día es primavera,
que la vida se asoma coqueta
y nos desborda en cualquier
recodo del camino.

Dichosa tú que has creído


en la fuerza del Espíritu,
en el valor de lo pequeño,
en el poder de lo comunitario.

39
PLENA DE DIOS
Benditas las entrañas
que acogen la Palabra
y a tantos pueblos silenciados.

La mujer casta
que no se aferra a nada
y puede amarlo “Todo”, todos, todas.

Benditos... Benditas.

Las manos
que acarician con ternura
y no poseen, ni presionan.

Los labios
que besan sin miedo,
en todo tiempo y sin exclusividades.

Los pies
andariegos de muchos senderos,
que sin sandalia
van abriendo caminos.

40
El regazo,
que abriga y abraza,
donde abunda,
la vida y el amor.

Los ojos
que contemplan y enamoran,
que transparentan
tu Rostro y tu misterio.

Bendita,
la que te dio a luz
y nos sigue iluminando.

41
TODO
Lo dejaste todo
por una promesa;
te hizo frágil el amor,
te hizo fuerte la espera prolongada.

Enséñanos a hacer su Voluntad,


en los días de invierno,
cuando tenemos congelada la esperanza;
en las mañanas de primavera,
cuando nos deslumbra la fragancia.

de nuestro jardín.

Que en todo tiempo.

nos despierte y anime el eco de su Voz,


nos seduzca su Mirada,
nos ponga en marcha su Palabra,
nos inspire su Voluntad.

42
HÁGASE
Nos enseñaste Madre
a escuchar en la noche
los ecos de su Voz,
el resonar de su Palabra.

Nos animaste a mirarlo


siempre y en todas partes;
y a dejarnos penetrar por su Mirada.

Te vimos,
sin más argumento
que la confianza,
dócil y en marcha,
dispuesta al riesgo,
libre para acoger y empezar.

Hiciste su Voluntad,
sin importar las dudas,
desarmando miedos,
superando rumores y prejuicios,
críticas y vacilaciones.

Hiciste su voluntad,
sin aferrarte a tus viejos amores,
desafiando el tiempo y la costumbre,
las leyes y las suposiciones.
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