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PROMETEO
EL OBRERO ILUSTRAD O
PRENSA OBRERA Y POPULAR EN COLOMBIA
1909-1929
ISBN 958-695-240-1
Ediciones Uniandes
Carrera 1". No 19-27. Edificio AU 6
Bogotá D.C., Colombia
Teléfono: 3394949- 3394999. Ext: 2133. Fáx: Ext. 2158
http://ediciones. uniandes.edu .co
infeduni@uniandes.edu.co
ISBN: 958-695-240- 1
Fotografia portada: Fotografia del Sindicato de Voceadores del Prensa de Bogotá, Cromos, No. 453,
25 de abril de 1925, Bogota.
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en su todo ni en sus partes, ni
registrnda en o trasmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio
sea mecánico, fotoquimico, electrónico, magnético, electro-óptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso
previo por escrito de la editorial.
A Elías Núñez Durán, mi padre, quien durante su vida
ha sido obrero industrial, artesano, pequeño comerciante
y dueño de una tienda de alquiler de libros y revistas,
donde aprendí a leer y donde me enseñó el amor
por la lectura y por la historia.
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INDICE
CAPÍTULO 1
LA PRENSA OBRERA Y POPULAR EN SU CONTEXTO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
l. MODERNIZACIÓN CAPITALISTA EN COLOMBlA ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• 1
A. Población y territorio . . . . .
....... .. . . . ....... .. . . . . . . . . . . . .. . . 2
............... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . ..
3 . Inicios de la industrialización . . . . . . .
.. .. ....... .. . .... .. .. . . . 8
........ ......... . . . . . . . . . . . . . . . .
4. La prensa . ......... . .
................................... . . ... ...... . . . . . . 26
........ ......... . . ..... .... . ..
Luz Ángela Núñez Espinel
CAPÍTULO 2
LA PRENSA Y LAS FORMAS DE SOClABILIDAD POLÍTICA POPULAR . . . . . .. . . . .. . . . . . . .. . . .. . . . 45
l. LA PRENSA OBRERA Y POPULAR COMO MEDIO DE SOCIABILIDAD •••••••••••••••••••••••••• 45
A. Los dirigentes obreros: oficinas de periódicos y sedes obreras . .. . . . .. . . . . . . . 48
B. La gente del común: cantinas y chicherías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . 54
. .
C. E l Poder de la Solidaridad . . . . 69
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . .. .. . . .. . .. . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . .
CAPÍTULO 3
LA PRENSA OBRERO-POPULAR Y EL INTENTO DE RENOVAR
LA POLÍTICA COLOMBIANA . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . .. . . . . . . . . . 83
. .
A. Apoliticismo 88
. . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . .. . .. . .. . . . . .... . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . .
Vil!
Indice
CAPÍTULO 4
IMÁGENES, SÍMBOLOS Y DISCURSOS EN LA PRENSA OBRERA COLOMBIANA .... . . . . .... 1 47
l. MATRJCES CULTURALES PRESENTES EN LA PRENSA ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• 148
2. Héroes Nacionales . . . . . . . . ... . . . . 178. .. .. .. .... .. .. ... ...... . . .. . . . . . .... . . . . . ............. .... ....
'.....
PALABRAS FINALES . . . . . . . . . . .. . . . . . .. . . . . ... .. . .... .. . .. . ... . ... . . . . . . . . . .. . . . . .. . . . .
.. . . .. . . . . .. . . .. . . . . . . 199
FUENTES . . . . . .
. . . .. . ....... . .... . . . . . . . .
. ... . .. . ... .. ... .
... . . . . . ...... .. ....... . ......... .. . . . . . . . . .... . ....... 207
BIBLIOGRAFÍA ... . . .. . . . . . . . . . . . . . ........ . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . .. .. . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . .... 211
ANEXO . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . .. . .. . . . . . . .. . . . . .. . . . .. . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . 22 1
ix
INDICE DE ÜRAFICAS
Gráfica No. 1
Número de periódicos por año ( 1 904-1 929) ..................... ........................................ 37
Gráfica No. 2
Lugar de publicación . . . . . . . . . . . .. ............................ . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .......... 38
INDICE DE CUADROS
Cuadro No. 1
Grupos primarios urbanos a los que pertenecían
los carpinteros Galarza y Carvajal ( 1 913-19 1 4) ...................................................... 57
Cuadro No.2
Análisis de las matrices culturales presentes
en la prensa obrera colombiana 1 50
...... .......................... ...............................................
Cuadro No.3
Símbolos presentes en la prensa obrera ......................................... ..... .................... 169
INDICE DE FIGURAS
Figura No. 1
Caricatura "El Portal del Gobierno" . . 105
. . . . . . . . . . . .. . .. . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ...
Figura No. 2
Caricatura "Dávila Flores y los Jesuitas crucifican a Colombia" . . . 106 . . . . .. . . . . . . .. ... ......
Figura No. 3
Cabezote de El Símbolo . . . .. .. . . . .. . . . . . . . . . 1 55
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . .... . . . . . . . . . ..... . .. . .
Figura No. 4
Ca bezote de El Obrero Colombiano . .. . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . .
. ... . 1 56
. . . .. . . . .. . . .. . . . .. . . . ...............
Figura No. 5
Fotografia de un grupo de artesanos de Bogotá . . 158 .. . . . .. . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . .. . .. . . . . . . . . . . .. . . . . . .
Figura No. 6
Ca bezote del Vanguardia Obrera . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . .. . . . . . . 159
.... . . . . . . . .. .............. ...................
Figura No. 7
Cabezote de El Faro, Bogotá, 1906 ........................................................................ 161
Figura No. 8
"El Ave Negra" 1 63
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . .. . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . .
Figura No. 9
Cabezo te de Claridad, Bogotá, 1928 ...................................................................... 164
Luz Ángela Núñez Espinel
Figura No. 10
Emblema del grupo anarquista Pensamiento y Voluntad 165
. . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Figura No. 11
"La Anarquía ha triunfado" .. .
........... . .. . . .. . .
........................... . ..... . . 166
...... .... .. . ............ .
Figura No. 12
Portada de El Socialista 180
.................... ............. .........................................................
Figura No. 13
Cabezote de El Faro, Bogotá, 1905-1906 ............................................................... 190
XVI
"Fue la imprenta hecha de luz, y la imprenta a todas partes la llevó en sí, siendo luz.
Conquistó la imprenta la libertad, y diose a esparcirla por el mundo. Esparcida quedó y
hoy empezamos a palparla, o, al menos, a sentir que la semilla crece. Como todo en el
mundo, fue al principio privilegio de unos pocos; más tarde de algunas clases; hoy perte
nece a todos; a todos ilumina.
La ciencia, llena de dificultades para llegar a todos, y en manos de unos pocos, halló en
este sabio invento el paladín y difusor de sus conquistas. Y fue la ciencia accesible a todos
los humanos que quisieron mimarla; ricos y pobres, nobles y plebeyos la poseyeron''.
"Lo que más influía en los hombres, creían [los obreros], no eran otros hombres, sino la
verdad, y el movimiento todo giraba en torno de la propagación de la verdad por cual
quiera que la hubiese conocido. Y es que, ¿qué podían hacer sino volver a transmitirla,
después de adquirida la tremenda revelación de que los hombres ya no necesitaban
ser pobres y supersticiosos?
Los obreros conscientes, antes que organizadores, eran pues, educadores, propagandistas
y agitadores''.
trabajo pretende llamar la atención sobre este fenómeno y contribuir al estudio del
tema, desde una perspectiva que integra el análisis de 19s_ __1n
_ .ediq§ ge_ cº�ur:Ü.S:-ª
__
XXII
Introducción
l. Vladimir Lenin, ¿Por dónde empezar? La organización del partido y la li1eralura del par!ido; la
clase obrera y la prensa obrera, Moscú, Editorial Progreso, l 960, y Madeleine Worontzoff, La
concepción de la prensa en Len in, Barcelona, Editorial Fontamara, l 979.
2. Renán Vega, Genle muy rebelde, 3. Mujeres, artesanos y proles/as civicas, Bogotá, Ediciones
Pensamiento Crítico, 2002, p. l 07 y ss.
XXlll
Luz Ángela Núñez Espinel
XXIV
Introducción
Aun cuando Ja búsqueda de fuentes sobre prensa en archivos rindió sus frutos,
el conocimiento del mundo social y cultural articulado alrededor de las publica
ciones, continúa siendo ajeno; algunos problemas siguen oscuros por la dificultad
de acceder a la información. Por ejemplo, el descenso dramático del número de
periódicos obreros después de 1929. Frente a ello, no sabemos si la represión ofi
cial fue tan fuerte como para borrar de un tajo tales proyectos político-culturales,
si hay un problema de subregistro por la imposibilidad de acceder a los títulos o si
hubo alguna directriz por parte del Partido Comunista. En este sentido, habría sido
más enriquecedor el análisis de la confrontación política si se hubieran analizado
periódicos de otras tendencias (liberales, conservadores, republicanos y católicos),
pero, por el volumen de las fuentes y los límites impuestos a esta investigación,
:decidimos no recurrir al análisis comparativo.
La falta de consolidación de los estudios de prensa en nuestro país, permite que
muchas conclusiones de este trabajo no puedan contrastarse con los resultados de
otras investigaciones. Aun así, teniendo en cuenta esta limitación, tratamos de
establecer un diálogo con trabajos similares basados en las experiencias del Cono
Sur americano y España, aunque con la debida reserva por las diferencias de
contexto y de evolución histórica del movimiento obrero.
XXV
Luz Ángela Núñez Espinel
III
5. Manuel Yásquez Montalbán, Historia y comunicación social, Barcelona, Editorial Crítica, 1 997;
Asa Briggs y Peter Burke, De Gutemberg a Internet. Una historia social de los medios de
comunicación. Madrid, Taurus, 2002.
6. Jürgen Habermas, Historia y crítica de la opinión pública. La transformación estructura/ de la
vida pública. Barcelona, Editorial Gustavo Gili S.A., 2002, p. 6. Subrayado nuestro.
xxvi
Introducción
�
En tal sentido, la ideología es concebida como un erritorio en permanente dispu
ta,\ que permite el desarrollo de una ideología propia, donde se mezcla, en grado
diverso, la influencia inherente y derivada mediante procesos de asimilación, pero
7. De acuerdo con esta concepción presente en la obra de Carlos Marx, la ideología, al difundir las ideas
de la clase dominante, proyecta una imagen ficticia del mundo que finalmente favorece sus intereses de
clase. Esta idea fue tomada en forma radical por Louis A lthusser, quien negó de plano cualquier
posibilidad de acción autónoma de los sectores populares. Una reseña de este debate se encuentra en
Iván Molina, "Imagen de los imaginarios. Introducción a la historia de las mentalidades colectivas",
en: Elizabeth Fonseca (compiladora), Historia, teoría y métodos, San José, EDUCA, 1989, p. 197 y ss.
8. George Rudé, El rostro de la multitud. Estudios sobre revolución. ideología yprotesta popu/a1: Edición
e introducción de Harvey J Kaye, Valencia, Fundación Instituto de Historia Social, 2001 , p. 202
9. Edward P. Thompson, Costumbres en común, Barcelona, Editorial Crítica, 1 995, p. 22 y ss; Pedro
Benitez, E. P Thompson y la historia. Un compromiso ético y político, Madrid, Talasa Ediciones,
1 996, p. 13 1 y SS.
XXVII
Luz Ángela Núñez Espinel
Esto nos permite entender lo que ocurre en el ámbito de las prácticas, las cos
tumbres, tradiciones, símbolos y fonnas de sociabilidad. Tradicionalmente se con
sideró que los obreros imitaban a la burguesía por medio de un proceso de emulación
o de difusión. No obstante, diversos estudios históricos nos permiten concluir que,
si bien encontramos una filtración social de arriba hacía abajo, existen culturas
populares y prácticas de clase que no son tributarias de modelos de otros grupos
sociales, sino que responden a nuevas situaciones, como la urbanización, la migra
ción, la proletarización masiva y otras formas que asume la lucha de clases".
Como los sectores populares no existen por fuera de la realidad -al igual que la
elite-, los asumimos como categorías analíticas que nos permiten entender cómo
los sujetos sociales se construyen a partir de un conflicto social que les es previo.
La línea divisoria es fluctuante e inestable y entre sus extremos se desarrollan
procesos de imposición, aceptación, préstamo, negociación, apropiación y
resignificación.Por esta circunstancia, la construcción de sujetos históricos entre
los sectores populares es el resultado de procesos objetivos y subjetivos que, en un
momento dado, confluyen en una cierta identidad donde es posible hablar de un
"nosotros". En todo caso, estas identidades son provisionales pero cognoscibles y
otorgan un matiz específico a una situación o a un período, lo que no excluye la
existencia de otras identidades alternativas, diferentes o contradictorias.
Cuando queremos estudiar los sectores populares dentro de otro campo, igual
mente complejo, como el de la cultura popular, debemos seguir de cerca las re
flexiones de Edward P. Thompson para hacer "concreto y utilizable" el concepto
de cultura popular, ubicándolo no sólo en el campo de los valores, sino en un
medio material con relaciones sociales y de poder específicas, donde se mezclan la
explotación, la resistencia, el patemalismo y la deferencia'� (Para tal propósito,
consideramos pertinente la definición de cultura, desarrollada por Luis Alberto
1 O. Sobre los conceptos de negociación y resistencia, véase el trabajo de Peter Burke, Historia y
teoría social, México, Instituto Mora, 1997, pp. 1 01- 1 05.
11. Este tema ha sido trabajado de manera muy fecunda por Eric Hobsbawm en sus obras El mundo
del trabajo. Estudios históricos sobre la formación y evolución de la clase obrera. Barcelona,
Editorial Critica, 1 987; Trabajadores. Estudios de historia de la clase obrera, Barcelona, Editorial
Crítica, 1 979; y junto con Terence Ranger en La invención de la tradición, Barcelona, Editorial
Crítica, 2002. Véase, además, Maurice Agulhom, Historia vagabunda, México, Instituto Mora,
1 994; y E. P. Thompson, op. cit.
12. E . P. Thompson, op. cit. pp. 1 9-20.
xxviii
Introducción
1 3. Luis A lberto Romero, "Los sujetos populares urbanos como sujetos históricos", en Leandro
Gutiérrez y Luis Alberto Romero, Sectores populares, cultura y política. Buenos Aires en la
entreguerra, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1995, p. 28.
1 4. Guillermo Sunkel, La representación delpueblo en los diarios de masas, s.f. Disponible en: http:/
/www.felafacs.org/dialogos/pdfl 7/sunkel.pdf, p. 3 .
1 5. lbíd.. p. 4
XXIX
Luz Ángela Núñez Espinel
IV
Este trabajo está constituido por cuatro capítulos. El primer capítulo está divi
dido en dos partes distintas, pero íntimamente interrelacionadas, ya que en las
páginas iniciales se considera en forma somera el ontexto económico, social y
cultural en que aparece la prensa obrera, con el fin de mostrar cómo el proceso de
modernización capitalista genera unas condiciones particulares que posibilitan y
dinamizan la vida de estas publicaciones. jEn la segunda parte, se esboza una defi
nición de prensa, obrera elaborada a partir de las concepciones sociales y políticas
presentes en ese contexto histórico, y evidenciadas en la prensa obrera.
XXX
Introducción
xxxi
Capítulo 1
LA PRENSA OBRERA Y POPULAR EN SU CONTEXTO
. Las tres primeras décadas del siglo XX, constituyeron un período de tran
sición, de un país rural, aislado del mundo exterior, a otro vinculado al comer
·_cio mundial a través del café, con un mercado nacional unificado que posibilitó
Luz Ángela Núñez Espinel
A. Población y territorio
Durante la primera década del siglo XX, el mapa político del J?aís sufrió
profundas transformaciones, debidas a la pérdida de Panamá, en 1 903, y a la
política de Rafael Reyes de desequilibrar la balanza entre el poder central y las
regiones en beneficio del primero. Hasta 1 905, los departamentos correspon
dían, en líneas generales, a los viejos estados soberanos del siglo XIX, prota
gonistas tanto en la paz como en la guerra de la política de esa centuria, pero
esta situación cambió radicalmente con las Leyes 1 7 y 45 de 1 90 5 , que dibuja
ron pn nuevo mapa pol ític_o con qu ince departamentos .(formalmente incluida
Panamá), dos intendencias y siete comisarías. Tres años después, con la Ley 1 ª
de 1 908, la división política fue reestructurada en 34 departamentos y un dis
trito capital, y se le dieron amplios poderes al Presidente para modificar o
1�eformar los departamentos recién creados, por lo que, en menos de un año, ya
sólo quedaban �4 departame_!1:!2S. La Reforma constitucional de 1 9 1 O, trazó
una nueva división pol ítica, dejando, finalmente, 1catorce departamentos,
Antioquia, Bolívar, Atlántico, M agdalena, Norte de Santander, Santander del
sur, Boyacá, Cundinamarca, Caldas, Valle, Tolima, H uila, Cauca y Nariño;
cuatro intendencias, Amazonas, Chocó, Meta y San Andrés y Providencia; y
seis comisarías, Arauca, Caquetá, Guajira, Putumayo, Vaupés y Vichada1 •
Pese a que las últimas décadas del siglo XIX se caracterizaron por l a
gran @_Q.Y.ilidad_de 1ª_ po b 1a c i ó_ n ,_e.o nim p_ortantes- mi gr-ac ione_s_interr.eg i o nale s
1. Humberto Vélez, "Rafael Reyes: Quinquenio, régimen político y capitalismo ( 1904- 1909)", en: Nueva
historia de Colombia. Tomo l. Historia política 1886-1946, Bogotá, Editorial Planeta, 1989, p. 198.
2
El obrero ilus trado
)
-especialmente en las regiones de clima templado- y suelos aptos para la
producción agrícola, gran parte del territorio nacional estaba poco poblado.
La mayoría de los asentamientos humanos se encontraba en las regiones
Andina y Caribe, mientras que las del Pacífico, Orinoquia y Amazonia, te
nían menor población y los patrones de asentamiento eran más dispersos2 .
,
2. José Olinto Rueda Plata, "Historia de la población de Colombia ., en: Nueva historia de Colom
bia, t. Y, Economía, café, industria, Bogotá, Editorial Planeta, 1 989, pp. 360-36 1 .
3. lbíd
4. La magnitud de esta epidemia fue ampliamente registrada por la prensa de la época y mereció
que, veinte años después, J. A. Osorio Lizarazo escribiera una crónica sobre el hecho, titulada
"Las escenas de horror y de miseria que Bogotá presenció durante la epidemia de gripa de 1 9 1 8",
en Novelas y Crónicas, Bogotá, I nstituto Colombiano de Cultura, 1 978.
5. J . O. Rueda Plata, op. cit., gráfico 2, p. 365.
3
Luz Ángela Núñez Espinel
4
El obrero ilustrado
La expansión del cultivo del grano comenzó a mediados del siglo XIX, en
etapas asociadas a regiones específicas: santandereana ( 1 840- 1 900), cundi
tolimense ( 1 870- 1 900) y antioqueña ( 1 8 8 5 - 1 905). No obstante, el estableci
miento de una economía cafetera se circunscribe al lapso comprendido entre
1 870 y 1 9 1 O, en cuyo período el grano logró sostenerse en el mercado interna
cional, pese a la crisis de precios de 1 879- 1 883 y 1 897- 1 9 1 0, y a la inestabili
dad política generada por cuatro guerras civiles8 .
Después de 1 9 1 5 , Colombia logró posicionarse como segundo productor
mundial de café, con una participación ascendente en la producción global:
3 . 5 por ciento en 1 9 1 5 , 8 por ciento en 1 92 5 y 1 1 . 3 en 1 93 0 . A pesar de los
traumatismos en el comercio internacional ocasionados por la·Primera Guerra
Mundial, la expansión cafetera continuó, y aunque la producción se mantuvo
concentrada en ocho departamentos a lo largo del período (Caldas, Antioquia,
Tolima, Cundinamarca, Valle, Norte de Santander, Cauca y Huila), la coloni-
8. Marco Palacios, El café en Colombia 1850-1970. Una historia económica, social y política,
Bogotá, El Colegio de México-El Áncora Editores, 1 9 83, p. 237.
5
Luz Ángela Núñez Espinel
9. Jesús Antonio Bejarano, "El despegue cafetero ( 1 900 - 1 928)", en José Antonio Ocampo (compilador)
Hisroria económica de Colombia. Bogotá, Siglo XXI Editores, 1988, p. 1 92; Absalón Machado, El
café, de la aparcería al capiralismo. Bogotá, Ediciones Punta de Lanza, 1 977, pp. 1 1 2 - 1 1 3 y 1 1 6.
1 O. R. Vega, Cenre muy Rebelde. t. l . Enclaves, rransporres y luchas obreras, op. cir., p. 84.
11. J . A. Bejarano, op. cir., p. 1 92.
6
\
El obrero ilustrado
7
Luz Ángela Núñez Espinel
3. Inicios de la industrialización
8
El obrero ilustrado
tarifa para la imp01tación del cuero. Además, en esta década, se inició la con
centración financiera, caracterizada porque una empresa era dueña de varias
fábricas en diferentes regiones del país (como Gaseosas Posada Tobón y la
Fábrica de Chocolates Chaves y Equitativa) y por el surgimiento de las prime
ras sociedades anónimas, principalmente en las empresas fabriles antioqueñas18 .
Las dificultades para el comercio marítimo internacional, derivadas de la
Primera Guerra Mundial, actuaron como barrera de protección para la indus
tria nacional, por lo que su efecto no fue totalmente nocivo para este sector de
la economía19 . En contraposición, la crisis económica de 1 920 afectó negati
vamente a las empresas del país, aunque en realidad su impacto fue de corta
duración, pues a partir de l 922 empezó un período de reactivación industrial
que permitió la modernización productiva de las grandes empresas, como ocu
rrió con la Cervecería Bavaria y el ingenio Manuelita. La urbanización y el
auge de las obras públicas estimularon la industria del cemento, lo que se evi
denció con la fundación de Cementos Diamante, en 1 927, y la construcción de
un cable aéreo que aseguraba el suministro de materias primas a Cementos
Samper; sin embargo, otra cosa ocurría en el ramo del hierro y el acero, puesto
que en 1 927 fue cerrada la Ferrería de Amagá, última sobreviviente de las
creadas en el siglo XIX. En esta década también se acentuó la concentración
financiera en las grandes empresas del sector textil, como Coltejer y Fabricato,
y en otros sectores, como Coltabaco, Compañía Fosforera Colombiana, Posa
da Tobón y la Compañía Nacional de Chocolates20 .
Durante este primer tercio de siglo, el desarrollo industrial se concentró
fundamentalmente, en cuatro ciudades: Bogotá, Medellín, Barranquilla y Cali,
las cuales se convirtieron en polos de desarrollo regional. En cuanto a la con
centración industrial, a finales de la década de 1 920, en Bogotá se localizaba el
36 por ciento de las fábricas; en Medellín, el 2 1 por ciento; en Barranquilla, el
1 6 por ciento, y en Cali, el 8.5 por ciento; pero, en lo relacionado con la contri
bución a la producción industrial del país y desarrollo técnico, los dos prime
ros puestos se invertían, situándose Medellín a la cabeza21 •
9
Luz Ángela NúFiez Espinel
factores a su favor, como energía poco costosa, generada en una caída de agua en
los alrededores de la ciudad, y mano de obra barata y disciplinada. Además,
después de 1 9 1 4, cuando Medellín se conectó por ferrocarril con el río Magdale
na, se presentó una complementariedad en la carga que sacaba café y llevaba
algodón y maquinaria a la ciudad, favoreciendo la industria manufacturera, como
lo corrobora la cifra de .13 fábricas de textiles, creadas entre 1 902 y 1 920_ Tam
bién se destacaron empresas de otro tipo en la región, como varias fundiciones y
fábricas menos tecnificadas de bienes de consumo ligero, que producían fósfo
ros, cigarrillos, chocolates, gaseosas, calzado, vidrio y loza22 .
La industrialización de Bogotá no fue tan dependiente de la economía
cafetera, lo que la hizo menos vulnerable a los vaivenes del precio del grano.
En la ciudad se establecieron fábricas de tejidos, pero ninguna alcanzó los
niveles productivos y tecnológicos de la industria antioqueña. Sus empresas
más destacadas se encontraban en los ramos de alimentos, bebidas y cemento, .._
como las cervecerías Bavaria, Bohemia y Germanía, la Fábrica de Chocolates
Chaves y Equitativa, Cementos Samper y Cementos Diamante. En el proceso
de producción de todas estas industrias se llevaron a cabo importantes adelan-
tos técnicos y administrativos, y se amplió la base de trabajadores asalariados
de la ciudad. También, se establecieron fábricas más pequeñas, donde se pro-
ducía calzado, loza, fósforos, jabones, velas y pastas alimenticias.
En las primeras décadas del siglo XX, Cali y el departamento del Valle del
Cauca experimentaron un crecimiento acelerado. Ello significó un notable au
mento de la población total, de la capacidad industrial instalada y de los trabaja
dores asalariados. Desde finales del siglo XIX, la economía urbana del Valle del
Cauca evidenció un incremento en la circulación de capital derivado de la expor
tación de cacao, café y cuero, y de la expansión de actividades agropecuarias;
pero fue la producción agroindustrial de azúcar lo que impulsó el desarrollo
capitalista de la región a través del establecimiento de los grandes ingenios azu
careros. Esta moderna industria se inició en 1 900, con la inauguración del Inge
nio Manuelita y se consolidó con el establecimiento de los ingenios Providencia
y Río Paila, en la década de 1 920, cuando se dieron condiciones más favorables
gracias a la terminación del ferrocarril Cali-Buenaventura, en 1 9 1 5, y al alza en
los precios internacionales del azúcar, debido a la Primera Guerra Mundial. Como
la mayor pa1ie de la producción azucarera estaba destinada a la exportación, los
grandes ingenios no supusieron una competencia ruinosa a los trapiches, que
destinaban su producción al mercado interno y, tanto unos como otros, necesita-
10
El obrero ilustrado
ban un número más o menos grande de trabajadores durante todo el año, para
que atendiera diferentes actividades agrícolas e industriales. La industria cañera
no implicó una clara división de trabajo entre el campo y la ciudad, como sí lo
hizo el café, pero indirectamente propició el establecimiento de algunas indus
trias de bienes de consumo en Cali, donde también había pequeños talleres in
dustriales, principalmente trilladoras, que procesaban el café de la región23 •
La industrialización de Barranquilla se vio impulsada por el café, ya que,
hasta comienzos de la década de 1 930, la mayor parte de la producción nacional
salía por ese puerto. Allí, se establecieron las principales casas comercializadoras
del grano, agentes de seguros, comisionistas e importadores de mercancías, em
presarios e inversionistas extranjeros. Esto permitió un flujo de capitales en la
ciudad, parte de los cuales fueron inve1tidos en la industria local, como la fábrica
de tejidos Obregón, fundada en 1 909; la empresa de navegación aérea, SCADTA,
creada en 1 9 1 9, y pequeñas fábricas de vidrio, fósforos, velas, jabones, cerveza,
hielo, ladrillo y zapatos. En aquella ciudad, el desarrollo industrial fue efímero y
dependió de su situación como puerto fluvial y marítimo, que vinculaba al país
con el mercado internacional. De ahí que, cuando el puerto y el comercio por el
río Magdalena declinaron, lo mismo ocurrió con la industria barranquillera. En
contraposición, Cali. Medellín y Bogotá establecieron vínculos perdurables con
las economías rurales y los mercados regionales circundantes, lo que posibilitó
un desarrollo industrial más duradero24 .
J
23. Sobre el proceso de industrialización en el Val le del Cauca véase: José María Rojas Guerra,
Sociedad y economía en el Valle del Cauca, t. V., Empresarios y Tecnología en lafor111ació11 del
sec/Or azucarero en Colombia 1 860-1980, Bogotá Universidad del Valle - Banco Popular. 1 983.
24. Adolfo Meisel, "¿Por qué se disipó el dinamismo industrial de Barranquilla?", en: Lecturas de
Economía, No. 23, Universidad de Antioquia, mayo-agosto de 1987, p. 60 y ss.
11
Luz Ángela Núñez Espinel
25. R. Vega, Gente muy rebelde. t. 1, Enclaves, transportes y protestas obreras, op. cit., p. 93. Véase,
además, Mariano A rango, op. cit., pp. 1 05 y 2 1 4.
26. J. A. Bejarano, "El despegue cafetero", op. cit., p. 20 l .
12
El obrero ilustrado
Durante las tres primeras décadas del siglo XX, los artesanos, fuerza
social muy importante durante el siglo XIX, vieron declinar su protagonismo
político en favor de los trabajadores asalariados, pese a que, en términos
cuantitativos, éstos no superaban a los primeros. La fechas extremas de este
liderazgo político y social fueron 1 847, cuando se creó la Sociedad de Arte
sanos de Bogotá, para combatir la política librecambista de Mosquera, y 1 9 1 9,
año de la última gran movilización liderada por los artesanos, que fue vio
lentamente reprimida por el Gobierno de Suárez, con un saldo trágico de
diez muertos y quince heridos27 .
Durante este periodo, de casi ochenta años, la acción de los artesanos estuvo
encaminada a defender o a solicitar medidas proteccionistas en materia económi
ca, pero también reclamaron mejores condiciones de vida para el pueblo, desarro
llaron campañas educativas y, en algunos momentos, editaron una prensa propia.
Sus formas organizativas por excelencia fueron las sociedades de aitesanos y las
sociedades mutuales, que aparecieron por toda la república y constituyeron un
acervo organizativo, político y cultural importante, que luego fue retomado por la
.. primera generación de obreros. En esta perspectiva, algunos trabajos historiográficos
han mostrado que importantes tradiciones de los artesanos radicales fueron lega
das a los primeros grupos sindicales y socialistas del país. Entre esas tradiciones se
27. Análisis sobre las sociedades de artesanos que florecieron durante la segunda mitad del siglo
X I X, se encuentra en: Francisco Gutiérrez Sanín, Curso y discurso del movimiento plebeyo, Bo
gotá, IEPRl-EI Áncora Editores, 1995; David Sowell, The Early Colombian labor Movement:
ar1isa11s and politics in Bogotá, 1832-1919. Philadelphia, Temple University Press, 1 992. Por su
parte, -sobre la masacre de artesanos en l 9 1 9, véase: Documemos relacionados con los sucesos
del 16 de marzo de 1919 en la ciudad de Bogotá. Imprenta Nacional. B0gotá, 1920; Vistafiscal
sobre los sucesos del 16 de mmzo, Imprenta Nacional, Bogotá, 1 9 1 9.
13
Luz Ángela Núñez Espinel
28. Gonzalo Sánchcz, Los bolcheviques del Líbano, Bogotá, Editorial El Mohan, 1 976; Julio Cesar
A celas Arias, Obreros y artesanos de Bucara111a11ga: organización. protagonismo e ideología. 1908-
1935, Trabajo de Grado en Historia, Bucaramanga, Universidad Industrial de Santander, 1 993. Mario
Aguilera y Renán Vega, Ideal democrático y revuelta pop11/c11: Bogotá, CEREC, 1 998, capítulos 4 y
5; Mauricio Archila. Cultura e identidad obrera, Bogotá, Cinep, 1 99 1 , capítulo 2.
29. Sobre la acción social de la Iglesia, véase: Femando Botero Herrera, "Los talleres de la Sociedad
San Vicente ele Paúl de Meclellín: 1 889- 1 9 1 O", en: Boletín Cultural y Bibliográfico, No. 42, Bi
blioteca Luis Á ngel Arango, 1 996 (Editado en 1 997); María Casas Fajardo, El Padre Campoamor
y su obra. El círculo de Obreros, Bogotá, Fundación Social, Bogotá, 1 995; Ana María Jaramillo,
"Industria, proletariado, mujeres y religión. Mujeres obreras, empresarios e industrias en la pri
mera mitad del siglo XX en Antioquia", en: Las mujeres en la historia de Colombia, t. 1 1 , Mujeres
y sociedad, Grupo Editorial Norma, 1 995.
14
El obrero ilustrado
30. Charles Bergquist, Los 1rabajadores en la his1oria lalinoamericana, Bogotá, Siglo XXI Editores,
1 988, pp. 389- 390.
31. Isidro Vanegas, El Socialismo meslizo. Acerca del socialismo 1e111pra110 en Colombia. Bogotá,
Monografia de Grado, Departamento de Sociología, Universidad Nacional, 1 999.
32. Gerardo Molina, Las ideas liberales en Colombia, 1915-1 934, Bogotá, Ediciones Tercer Mundo,
1 974, pp. 1 30-1 36.
15
luz Ángela Núñez Espinel
Tras el fin del Partido Socialista, se hicieron esfuerzos por conformar una
nueva organización nacional de los trabajadores. Así, durante tres años segui
dos ( 1 924- 1 926) se desarrollaron Congresos obreros, donde se confrontaron
las principales tendencia políticas presentes entre el proletariado. De uno de
estos congresos surgió, en 1 925, la Confederación Obrera Nacional (CON) y,
un año después, el Partido Socialista Revolucionario (PSR). Pese a que la crea
ción del PSR fue resultado del triunfo de la línea marxista sobre la línea anar
quista, en la Convención obrera de 1 926, esto no significa que los líderes de la
naciente organización (Ignacio Torres Giralda, Raúl Eduardo Mahecha, María
Cano), tuvieran un amplio conocimiento de la teoría marxista, puesto que en
su discurso y en su práctica política seguía prevaleciendo el sincretismo políti
co e ideológico que habíamos mencionado antes. Esta condición, que después
Cíe 1 930 fue duramente criticada por el naciente Partido Comunista, en su mo
mento se consideró positiva porque el lenguaje sencillo y los ejemplos cotidia
nos que empleaban los dirigentes hacían que los sectores populares entendieran
su mensaje fácilmente y se sintieran identificados con él33 .
Como táctica, el PSR continuó con el trabajo sindical y desarrolló una
política insurrecciona!, creyendo que estaban dadas las condiciones para un
levantamiento popular. Con esta perspectiva, entró en conversaciones con el
sector guerrerista del Partido Liberal y en forma conjunta crearon el Comité
Central Conspirativo Colombiano (C.C.C.C.), el órgano encargado de dirigir
el movimiento. Pese a algunas diferencias internas y a la evidente falta de
coordinación de los insurrectos, el movimiento fue ganando apoyo entre sec
tores políticos y sindicales. A comienzos de 1 928, el Gobierno nacional logró
· develar el plan y, exagerando sus alcances, consiguió granjearse el apoyo ·del
sector civilista del Partido Liberal para aprobar una legislación totalmente re
presiva, conocida como "Ley Heroica" y desatar una persecución sin tregua
COl)t:_ra los dirigentes del PSR y los movimientos reivindicativos de los trabaja
dores, como ocurrió en la huelga de las bananeras, en diciembre de 1 928.
En 1 930, el PSR ya no preocupaba a ninguno de los dos partidos tradicionales,
pues sus líderes estaban presos o en el exilio, y la organización totalmente desarti
culada. Esta situación fue aprovechada por el sector civilista del Partido Liberal,
que capitalizó el descontento social y se presentó a las elecciones de ese año como
una alternativa popular, dando fin a la Hegemonía Conservadora e instaurando la
33. Para un análisis más detallado de la ideología del PSR, véase: Diego Jaramillo Salgado, Las
huellas del socialismo, Toluca, Facultad de Humanidades de la Universidad del Cauca-Facultad
de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Autónoma del Estado de Méxi
co, 1 997, pp. 1 1 0- 1 1 7.
16
El obrero ilustrado
llzmada República Liberal. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que, en la derrota
del conservatismo, influyeron también otros aspectos, como la división de este
pattido para las elecciones; la actitud vacilante del Clero, que apoyó alternativa
mente a cada uno de los candidatos conservadores; el descrédito en que había
quedado el Gobierno por la corrupción imperante y por episodios funestos como la
masacre de las bananeras; la crisis económica mundial, que desde 1 928 hizo bajar
los precios del café en el mercado mundial, y el fin de la "danza de los millones"34 •
34. Sobre este tema, véase: José Fernando Ocampo, Colombia siglo XX Estudio histórico y antología
política, l. 1, 1886-1 934. Bogotá, Ediciones Tercer Mundo, 1 980; Alfonso Patiño, La prosperidad
a debe y la gran crisis, 1 925-1935, Bogotá, Banco de la República, 1 98 1 ; Ignacio Torres Giraldo,
Los inconformes, t. 4, Bogotá, Editorial Latina, 1 978, especialmente el capítulo 2: "De la masacre
de las bananeras a la caída del Régimen Conservador".
17
luz Ángela Núñez Espinel
35. Hubert Poppel, Tradición y modernidad en Colombia. Corrientes poéticas en los aiios veinte,
Medellín-Colombia, Editorial Universidad de Antioquia, 2000, p. 3 1 .
36. Jaime Jaramillo Uribe, "El proceso de la educación, del virreinato a la época contemporánea", en:
Manual de historia de Colombia. t. 111, Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1 989, pp. 278-286.
37. Los departamentos de Atlántico, Caldas, Valle y Meta, tenían una tasa de alfabetización por enci
ma del 40%, mientras que Vaupés, Vichada y Guajira, se encontraban por debajo del 20%. Aline
Helg, La educación en Colombia 1918-1957, Bogotá, Fondo Editorial CEREC, 1 987, p. 36.
38. A. Helg, op. cit. pp. 35-36.
.
18
El obrero ilustrado
39. Renán Silva, "La educación en Colombia: 1 880-1 930", en: Nueva Historia de Colombia. t. IV,
Educación y ciencias, luchas de la 111uje1; vida diaria. Bogotá, Editorial Planeta, 1 989, pp. 76-80.
40. Víctor Manuel Prieto, El Gimnasio Moderno y la formación de la elite liberal bogotana. 1 9 14-
1 948. Bogotá, Universidad Pedagógica Nacional, 2000, p. 1 7.
41. Jbíd., pp. 1 9-20.
42. El programa de las escuelas primarias rurales y urbanas, según el decreto 42 1 de 1 904, puede
consultarse en Aline Helg, op. cit., p. 56.
19
luz Ángela Núñez Espinel
20
El obrero ilustrado
21
Luz Ángela Núñez Espinel
Durante el primer tercio del siglo XX, la preocupación por la educación del
pueblo colombiano se inscribió en un debate mucho más amplio sobre la supuesta , �
"degeneración de la raza en Colombia", que explicaba la pobreza y el atraso del
país. El momento más álgido se presentó en 1 920, a causa del texto Nuestras razas �
decaen. Algunos signos de degeneración colectiva en Colombia y en los países
similares: el deber actual de la ciencia, presentado al l I I Congreso Médico, por el
siquiatra conservador, Miguel Jiménez López. También presentaron sus puntos de
vista sobre el tema Luis López de Mesa, Jorge Bejarano, Calixto Torres Umaña,
Simón Araujo y Lucas Caballero. Aunque la influencia de la biología evolutiva en
esta polémica es incuestionable, en el fondo, más allá de los fundamentos biológi-
cos o culturales de la nacionalidad, lo que se discutía era el tipo de medidas que se
debían adoptar para encausar al país por la senda del progreso y la civilización,
vistas como máximas expresiones de la modernización46 .
Los abanderados del proceso de modernización capitalista y seguidores de
concepciones médicas y biologicistas decimonónicas, confluyeron, a principios
del siglo XX, sosteniendo que el origen de la pobreza y el atraso del país estaban
en la "degeneración de la raza colombiana", causada por el mestizaje y el consu
mo de bebidas alcohólicas por parte del pueblo. Con una mirada de clase muy
marcada,
/
la "degeneración de la raza" se asoció con los pobres, a los cuales se
;acusó de ser los directos responsables del atraso del país: No era solamente el
/ color de la piel o los rasgos físicos los que evidenciaban retroceso, sino también
/ sus hábitos, formas de vestir y alimentación a los que se relacionaba con sucie
/ dad, hacinamiento, prostitución, pereza y criminalidad. Se pensaba, entonces,
que cambiando estos hábitos culturales, el país daría un paso importante hacia la
civilización representada por Inglaterra, Francia o Estados Unidos.
La trascendencia de este debate fue tal que llegó a considerársele problema
de Estado, ya que, después de la Guerra de los Mil Días y la separación de Pana
má, las promesas de la Hegemonía Conservadora radicaban en alcanzar la uni
dad, la paz y el progreso en Colombia, cuyos anhelos parecían entorpecidos por
la supuesta degeneración de la raza. Por esto, el Estado amplió su radio de ac
ción tradicional, implementado políticas y campañas p,ara invertir esta tendencia
degenerativa del pueblo colombiano, a través de medidas de higiene pública,
46. Osear lván Calvo lsaza y Marta Saade Granados, La ciudad en cuarenrena. Chicha, parología
social y profilaxis. Bogotá, Ministerio de Cultura, 2002, p. 53.
22
El obrero ilustrado
47. Véase el análisis que Osear lván Calvo y Marta Saade hacen de la Cartilla Antialcohólica. de
Martín Restrepo Mejía, publicada por el Ministerio de Instrucción Pública, en 1 9 1 3 , para uso en
las escuelas del país. op. cit., pp. 78-87.
23
Luz Ángela NúFiez Espinel
Durante las tres primeras décadas del siglo pasado, existían pocos espa
cios de vida cultural en el país, reducidos sólo a las principales ciudades y
prácticamente inexistentes en los pueblos y áreas rurales. Muchas razones ex
plican este hecho, entre las cuales cabe mencionar a las más evidentes: pobre
za; altas tasas de analfabetismo; falta de apoyo estatal; las universidades eran
muy pocas, se hallaban dispersas en facultades y no tenían impacto en la vida
cultural; existían pocos teatros y las entradas eran costosas; en el país no hubo
una corriente migratoria importante; no existía una tradición de escuelas de
arte consolidadas y el Clero miraba con desconfianza cualquier actividad que
no estuviera directamente bajo su control. La situación eral tal que, para la
mayoría del los pueblos y ciudades, el acontecimiento cultural más importante
estaba representado por los exámenes de fin de año de los estudiantes de ba
chillerato. Dada la precariedad material de la sociedad y la escasa consolida
ción de grupos académicos y artísticos, la vida cultural en las ciudades se
desarrollaba principalmente en los periódicos, los cafés y las tertulias48 . Estos
lugares se convertían en espacios de sociabilidad privilegiados, donde se de
batían y difundían ternas literarios, intelectuales y políticos.
48. Carlos Uribe Celis afim1a que, "la vida social nocturna de Bogotá en los años veinte se desarrollaba en las
redacciones de los periódicos'', en: Los Olios veinte en Colombia, Bogotá, Edito1ial Aurora, 1985, p. 52.
24
El obrero ilustrado
1J
49. Rafael Gutiérrez Girardot, "La literatura colombiana en el siglo XX", en: Manual de Hisroria de
Colombia, t. l l l . Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1 999, p. 455.
50. Algunos representantes de la Generación del Centenario fueron : Eduardo Santos, Enrique Olaya
Herrera, Laureano Gómez, Luis Cano, Armando Solano, Luis Eduardo Nieto Caballero, Tomás
Rueda Vargas, Luis López de Mesa, Eduardo Castillo, Luis Carlos López, José Eustasio Rivera,
Aurelio Martinez Mutis y Porfirio Barba Jacob; 1-1. Poppel, op. cir, pp. 1 -3 8 ; I-lilda Soledad
Pachón, Los inrelecruales colombianos en los aiios vei111e: el caso de José Eusrasio Rivera. Bogo
tá, Colcultura, 1 993, pp. 40-4 1 .
25
luz Ángela NúP1ez Espinel
4. La prensa
51. R. Gutiérrez Girardot, op. cit . pp. 488-490; Á lvaro Medina, "López, De Greiff, Vinyes, Vidales y el
.
Vanguardismo en Colombia", en: Revista Punto Rojo, Bogotá, No. 4, junio-julio de 1 975, pp. 7- 1 9;
Femando Ayala Poveda, Manual de literatura colombiana, Bogotá, Educar Editores, 1 984, p. 148.
52. Enrique Santos Calderón, "El periodismo en Colombia", en: Nueva Historia de Colombia, t. VI,
Literatura y pensamiento, artes y recreación. Bogotá, Editorial Planeta, 1 989, pp. 1 1 8- 1 2 1 .
53. Christopher Abel, Política. Iglesia v partidos en Colombia: 1886-1953, Bogotá, FAES-Universi
dad Nacional de Colombia, 1 987, pp. 50-5 1 .
26
.
El obrero ilustrado
54. E. Santos Calderón, op. cit., p. 1 1 6; Antonio Cacua Prada, Historia del periodismo colombia
no, Bogotá, Imprenta del Fondo Rotatorio de la Policía Nacional, 1 968, p. 1 98; C. Uribe
Celis, op. cit., p. S l .
55. Sobre la consolidación de la prensa comercial o "gran prensa" en Colombia, véase: Charles David
Collins, La prensa y el poder político en Colombia, tres ensayos. Universidad del Valle, Cali,
1 98 1 , y Marco Tulio Rodríguez, La Gran Prensa en Colombia, Bogotá, M inerva, 1 963.
27
luz Ángela Núñez Espinel
56. E. Santos Calderón, op. cit., p. 1 1 6; C. Abel, op. cit. , pp. 50- 5 1 .
57. Se debe mencionar también a El Espectado1; fundado en 1 887, en Medellín, y que entre 1 9 1 5 y
1 923 publicó dos ediciones: una en Bogotá y la otra en Medellín; después de esta fecha, siguió
publicándose sólo en Bogotá y l legó a convertirse en el segundo diario más importante del país.
58. C. Uribe Celis, op. cit.. p. 52.
28
El obrero ilustrado
t
I l . RENSA OBRERA > POPUL AiY EN COLOMBIA EN LAS PRIMERAS
D ÉCADAS DEL SIGLO X X
Una prensa política diferente a la editada por los partidos Liberal y Con---.
servador, ya tenía antecedentes en el país desde la segunda mitad del siglo
XIX, con publicaciones artesanales, como La Civilización ( 1 850), El Artesano
( 1 856), El Obrero ( 1 864), La A lianza ( 1 866- 1 868), El Pueblo ( 1 867), El Arte
sano ( 1 893) y El Obrero ( 1 899). Aunque durante los primeros años del siglo
XX, industriales y obreros continuaron editando prensa, solamente hasta des
pués de 1 909 proliferó la publicación de hojas periódicas de este tipo en dife
rentes lugares del país. Esto se debi Ó a factores como el fin de la dictadura de
Rafael Reyes, el desarrollo de la infraestructura vial, el surgimiento de la "cues
tión social", la modernización capitalista, y la creación de organizaciones obreras
y partidos políticos de tendencias radicales, socialistas y anarquistas. Impren
tas, cafés, cantinas, agencias de prensa, voceadores y simpatizantes, distribuían
publicaciones con títulos disonantes para el Clero y el Partido Conservador,
los sectores hegemónicos, tanto en la política como en la cultura de la época.
El _Martillo, El Comunista, La Ola Roja, Ravachol, Vanguardia Obrera, El
Moscovita, El Socialista, El Soviet o El Proletariado, fueron sólo algunos títu
los, que junto a otros más comunes, como El Pueblo, El Trabajo, el Obrero y El
Artesano, se constituyeron en una prueba más de que la estructura social colom
biana estaba cambiando y un sector social en ascenso (trabajadores asalariados)
pugnaba por un lugar dentro de la nación. Considerando la diversidad de publi
caciones editadas en Colombia en las tres primeras décadas del siglo XX, se
hace necesario precisar el alcance de la definición de prensa obrera.
59. Sobre historia de la comunicación social, véase: M. Vásquez Montalban, op. cit.; A. Briggs y P.
Burke, op. cit; Georges Jacques Weil, El periódico: orígenes evolución y función de la prensa
periódica, México, UTHEA, 1 962. \
29
luz Ángela Núñez Espinel
_
cu�! no �ido acce9er_�o��tratos sqs:_iales...má s altos. Esta fruSfülcíoñ impulsó
la identificación de los artesanos con el pueblo, porque ambos compa11ían la
opresión de las elites, pero también, dependiendo de lo que conviniera, aqué...
llos trataron de hacer valer sus diferencias61 •
60. Sobre las características de la clase obrera colombiana en una perspectiva comparativa con otros
países de América Latina, véase, C. Bergquist, op. cit., especialmente el capítulo V, pp. 327-437.
61. D. Sowell, op. cit. pp. 1 0-- 1 1 .
.
30
El obrero ilustrado
62. Véase, por ejemplo: la Razón del Obrero, No. 1, Bogotá, 12 de marzo de 1 9 1 0; "El artesano
como importante factor en el estado", en: El Proteccionista, No. 1 O, Bogotá, 24 de diciembre de
1 9 1 0.
63. "Orientación Obrera", en : la libertad, Bogotá, No. 53, 1 4 de junio de 1 9 1 3 . "El Parlamento'", en:
Pensamiento y Voluntad, Bogotá, No. 2, 1 926.
64. Puede encontrarse infonnación adicional sobre la acción de los artesanos ante las reformas libera
les, el golpe de Melo y los motines de Bogotá en Gustavo Vargas Martínez, Me/o, los artesanos y
el socialismo, Editorial Oveja Negra, 1 972; Margarita Pacheco, la fiesta liberal en Cali, Cali,
Centro Editorial Universidad del Valle, 1 992. Mario Aguilera, Insurgencia urbana en Bogará,
Bogotá, Colcultura, 1 997; F. Gutiérrez Sanín, op. cit.
31
Luz Á ngela Núñez Espinel
to, los obreros eran considerados como una fuerza indispensable para el pro
greso del país y, además, se esperaba que ellos defendieran los derechos del
pueblo en general. Los escritores de los periódicos no dudaban de la veracidad
de esta premisa, pero consideraban que había obstáculos importantes (princi
palmente, ignorancia, sumisión al Clero y a los caudillos de los partidos tradi
cionales, e indiferencia ante los problemas del país) que impedían al obrerismo
ocupar el lugar de preeminencia que le coITespondía en la nación y, por ello,
era necesario utilizar a la prensa como un instrumento de educación y de orga
nización política de los trabajadores en forma independiente de las clases do
minantes65 . En este sentido, es elocuente el artículo con que, después de un
período de suspensión, reanudó labores La Unión Obrera:
Hoy como ayer (este periódico) viene a trabajar por la reorganización del ideal
obrerista en su más amplio y genuino significado. Viene a luchar por la eman
cipación moral e intelectual de las clases trabajadoras y por la organización
autónoma de estas y a traer su humilde contingente a la humana labor de des
pertar el alma de los obreros colombianos. Porque mientras no se disipe el
soporoso sueño que oscurece la mente de la gran masa obrera del país y no se
l iberte el espíritu popular de los prejuicios que lo encadenan serán inútiles
todos los esfuerzos que se hagan para la reforma social.
Es cierto que el pueblo está fatigado de servir a los partidos políticos; pero
como no conoce otras doctrinas, ni concibe otras formas de organización so
cial, sigue uncido del carro de los bandos tradicionales, halagado por prome
sas falaces y frases aduladoras; de ahí proviene que no haya tenido suficiente
éxito el noble propósito de algunos obreros de las ciudades para organizar la
colectividad obrera . . .
Si aspiramos a la formación de un partido vigoroso capaz de realizar los anhe
los obreristas, es necesario que iniciemos una campaña de franca y abierta
propaganda de la nueva doctrina. Si deseamos el triunfo del obrerismo tene
mos que hacer luz, mucha luz en la mente de los obreros, hasta formar en ellos
una conciencia independiente y libre.66
65. El ténnino educación hacía referencia a la alfabetización y al aprendizaje de oficios, mientras que el
de ilustración se relacionaba con la adquisición de los conocimientos políticos y científicos que el
progreso había traído a la humanidad. Utilizamos educación para dar cuenta de estos dos procesos.
66. "En la brecha", La Unión Obrera, No. 34, Bogotá, 1 5 de abril de 1 9 1 6.
32
El obrero ilustrado
_ _
-�---
��-�-no�(á .€o _l _It°ic� A.sí, "obrerÓ" no ei-a un -concepto.. q�e remiti��� sola-
mente a una realidad económica, sino que tenía una connotación política y
social fuerte, ya que servía para denominar diversos grupos que realizaban
trabajos productivos, así éste no se diera dentro de relaciones salariales o
fabri les. De este modo, con el término obrero se designaba, en forma amplia
y ambigua, a asalariados, artesanos, campesinos, trabajadores independien
tes e, incluso, pequeños industriales y dueños de tall eres68 .
Además de la identificación de estos grupos respecto a un trabajo produc
tivo, también se sentían unidos por sus condiciones de vida. En general, las
primeras generaciones obreras no gozaron de un mejor nivel de vida que les
permitiera diferenciarse, en términos económicos, del resto del pueblo, por lo ·¡
que estos dos términos también tendían a identificarse; "Los obreros y los tJJ
dustriafes ( . . . ) ¡ Somos todos! ¡ Somos la generalidad de los colombianos; más
claro: somos el pueblo ! ", decía una circular publicada en El Artesano69 . Bien
fuera en áreas rurales o urbanas, todos estos sectores consideraban, y así lo
expresaban en sus periódicos, que su existencia estaba marcada por la pobre
za, explotación, hacinamiento, falta de higiene, y el abandono por parte del
Estado. Este sentimiento de compartir la misma suerte los llevaba a considerar
sus intereses como comunes y a desarrollar formas de solidaridad entre ellos.
Durante el último tercio del siglo XIX, se agudizó la diferenciación social
dentro del artesanado, dando lugar al ascenso económico de algunos dueños
de talleres, lo que les permitió modificar la división del trabajo y contratar a un
mayor número de empleados. A estos dueños de grandes talleres se les empezó
a l lamar "industriales", pero, por estar relacionados con una empresa producti
va y probablemente por su origen artesanal, también se les denominaba obre-
67. Para esta tradición, el obrero es una persona desposeída de medios de producción, por lo que
vende su fuerza de trabajo en el mercado laboral a cambio de un salario en dinero. Karl Marx, El
Capital, t. 1, vol. 1 , México, Siglo XXI Editores, 1 998, pp. 203-205.
68. Para ver cómo se utilizaban estos conceptos, véase: El Proreccionista, Bogotá, No. 1 , 29 de octu
bre de 1 9 1 O; El Arresano. Pereira, No. 1 , 9 de octubre de 1 9 1 O; El Símbolo, Cartagena, No. 1 4, 1 O
de noviembre de 1 9 1 0; Ravachol, Bogotá, No. 7, 1 3 de agosto de 1 9 1 0 ; El Arresano de Ocaña,
Ocaña, No. 2, 1 de noviembre de 1 904; La CorreJpondencia, Tolú, No. 6, abril 20 de 1 9 1 2; El
rn
Obrero Mode o , Bucaramanga , No. 4 abril 4 de 1 9 1 3; El Socialista, Bogotá, No. 529, 9 de
septiembre de 1 928; Claridad. Bogotá, No. 46, 1 O de mayo de 1 928.
69. El Artesano. No 5, Pereira, 7 de enero de 1 9 1 1 ; Mauricio Archila señala estas mismas caracterís
ticas en su trabajo "Ni amos ni siervos. Memoria obrera de Bogotá y Medellín ( 1 9 1 0- 1 945)'', en:
Controversia, Bogotá, No 1 56- 1 57, 1 989, pp. 98-100.
33
luz Ángela Núñez Espinel
70. Este proceso se encuentra descrito en: D. Sowell, op. cil., p. 11 y ss.
34
El obrero ilustrado
sentantes del obrerismo, por su acción como fundador del Partido Obrero y su
membresía en el Directorio Central de Industriales y Obreros71 •
71. "Lino Casas" y "Lino Casas, su mucne y sus funerales". en: El Proteccionista. Bogotá. No 1 9-20,
14 y 2 1 de marzo de 1 9 1 1 ; "Lino Casas", en: El Ariete. Bogotá, 1 9 de marzo de 1 9 1 1 .
72. D. Sowell, op. cit., pp. 8-1 O .
..> 73. M . Archila, ''La otra opinión: La prensa obrera en Colombia, 1 920-1 934", up. cit. . p. 2 1 2.
35
luz Ángela Núñez Espinel
74. Ignacio Torres Giraldo, María Cano. apostolado revolucionario, Bogotá, Carlos Valencia Edito
res. 1 980; Luis Tejada, Goras de tinta, Bogotá, Colcultura, 1 977.
36
El obrero ilustrado
G ráfica No. 1
Número de periódicos por año, 1 904- 1 929
35
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1904 1905 1906 1007 1908 1909 1910 1911 1912 1913 191.: 1915 1916 1917 1918 1919 1920 ,921 1922 1923 1924 1925 1926 1927 1928 1929
Años
Desde el punto de vista formal, estos impresos por lo regular, eran perió
dicos de cuatro páginas y tamaño de un octavo, editados en pequeñas impren
tas y tipografías mecánicas, muchas veces de construcción semiartesanal,
aunque algunos se enorgullecían de ser publicados en una imprenta eléctrica o
a vapor. E l tamaño y la calidad variaban frecuentemente a causa de la escasez
o la carestía del papel, lo que obligaba incluso a utilizar papel "de envolver" o
75. Podríamos empezar, incluso, con la Unión de I ndustriales y Obreros de 1 904, pero, teniendo en
cuenta la delimitación de este trabajo, no lo consideraremos. Es probable que el número de perió
dicos sea mayor en los arios 1 926- 1 927, pero por la fonna como accedimos a la infonnación de
estas fechas, a través del l istado de Ignacio Torres Giraldo, decomisado en 1 928, es posible que
los datos hayan quedado subregistrados. Ver: José María Rojas Guerra, La estrategia insurrecciona/
socialista y la esn·ategia de contención del conservatismo doctrinario -La década de los mios
veinte-, Cali, 1 989, copia a máquina, pp. 298-299.
37
Luz Ángela Núñez Espinel
Gráfica No. 2
Lugar de publicación
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Lugar
'Corresponde a 24 ciudades, donde solamente se publicó un periódico: Beltrán, Buga, Caldas, So
corro, Facatativa, Fusagasugá, Jericó, Manzanares, Montenegro (Caldas), Neiva, Ocaña, Palmira,
Pamplona, Plato, Pradera, Puerto Tejada, Puerto Wilches, Quibdó, Salamina, Segovia, Sogamoso,
Tolú, Tulúa y Túquerres
38
El obrero ilustrado
39
luz Ángela Núñez Espinel
'El Proteccionista' es uno de los mejores órganos para el anuncio; pues tiene
gran circulación en la capital y en los Departamentos, es leído en todas las
fábricas, talleres, etc. Envíe usted su anuncio a la administración. 76
La edición de EL LUCHADOR es de 1 . 500 ejemplares, con los 2.000 lectores
de gorra se completan 3 . 5 00 lectores que tienen que ver su anuncio. De mane
ra que Ud. si es buen negociante o, mejor dicho, si entiende de negocios, debe
anunciar en este bisemanario, pues muy pronto verá el éxito eficaz de sus
artículos. ¡Anuncie en EL LUCHADO R ! . 77
40
El obrero ilustrado
79. "Los que no deben ser periodistas " . en: El Artesano, No. 1 6, Cúcuta, 1 O de octubre de 1 9 1 1 ,
cursiva en el original.
80. Lzc y Unión, Bogotá, Nos. 1 -3, 1 9 1 3 ; El Proteccionista, Bogotá, 1 9 1 1 , varios números; El Parti
do Obrero, Bogotá, 1 9 1 6- 1 9 1 8, varios números; Pensamiento y Voluntad, Bogotá, 1 926 (sin fe
cha); Vanguardia Obrera, Barrancabermeja, No. 38, 2 de octubre de 1 926; Germinal,
Barrancabenneja, No. 30, 3 de octubre de 1 926; El Socialista, Bogotá, 1 928, varios números;
Claridad, Bogotá. 1 928, varios números
81. Estas eran frases cortas, pero contundentes en apoyo a una campaña o de exhortación a los obre
ros. Por ejemplo: "OBREROS: Guerra al alcohol una de las muchas causas de nuestra miseria",
en: Germinal, Barrancabem1eja, No. 30, 3 de octubre de 1 926; o "OJO al boicoteo de la prensa
runtana", en: El Obrero Moderno, Bucaramanga, No. 1 2, 7 de junio de 1 9 1 3.
41
luz Ángela Núñez Espinel
82. Véase. El Ariete, Bogotá. No. 1 9, 9 de julio de 1 9 1 1 ; El Obrero Moderno. Bucaramanga, No. 1 ,
1 8 de enero de 1 9 1 3 ; El Obrero Moderno, Girardot, 1 9 1 9.
83. Este documento se encuentra trascrito en: José María Rojas Guerra, La estrategia insurrecciona/
socialista . . . . op. cit., pp. 298-299.
84. Hemos calculado estos porcentajes sobre un total de 1 55 periódicos obreros y populares, publica
dos entre 1 909 y 1 929. Los resultados completos son los siguientes: 0-1 año, 66%; 1 -2 años,
1 4%: 2-5 al'ios. 7%: 5 - 1 O años. 5%; 1 O- 20 al'i os, 1 %; = 20 años. 1 %. El 6% restante corresponde
a 1 O tirulos, de los cuales no se tiene información exacta.
42
.-
El obrero ilustrado
43
Capítulo 2
LA PRENSA Y LAS FORMAS DE SOCIABILIDAD
POLÍTICA POPULAR
Los dos objetivos fundamentales que, a los ojos de los directores y redac
tores, justificaba la existencia de la prensa obrera, eran la educación (ilustra
ción) y la organización política del pueblo. Pero el periódico no sólo funcionaba
como medio de comunicación, en el sentido más clásico de llevar el mensaje a
un receptor, sino que en torno a él se tejía una serie de relaciones sociales y
políticas, que ayudaba a reforzar los objetivos de la publicación y que, ade-
luz Ángela Núi1e::: Espinel
46
El obrero ilustrado
3. M.Agulhom , "Clase obrera y sociabilidad antes de l 848", en: op. ci1. , p. 55.
4. Esta tipología, nos ha servido como guía de análisis para nuestro estudio, pero no la utilizaremos
en la presentación de resultados, pues en el contexto histórico analizado las divisiones no son
absolutamente radicales. Una sin tesis sobre el estado de los estudios históricos sobre sociabilidad
se encuentra en: Jean-Louis Guedeiia, "Un ensayo empírico que se convierte en un proyecto
razonado: 'atas sobre la historiografia de la sociabilidad", en: Alberto Val in (director), La socia
bilidad en la hisloria comemporánea, Vigo, Duen de Bux, 200 1 .
47
luz Ángela Núñez Espinel
5. M. Agulhom, op. cit. pp. 78-79; véase, también, Osear Frean 1-!emández, "La creación d e una
.
identidad colectiva: sociabilidad y vida cotidiana de la clase obrera gallega", en: A lberto Yalín,
op. ci1., p. 1 35 y ss.
6. Por ejemplo, la Asociación Gremios Unidos de Cúcuta tenía local propio, donde, además, funcio
naba su periódico, El Artesano. y se llevaban a cabo conferencias y reuniones políticas. El Artesa
no, Cúcuta, 1 9 1 l .
7. María Tila Uribe, Los aiios escondidos. Sueños y rebeldías en la década del veinte, Bogotá,
CESTRA- CEREC, 1 994.
48
El obrero ilustrado
8. Cfr. Testimonio de Carlos Cuellar, quien conoció de cerca la redacción de los periódicos Nueva
Era y Revolución, en Bogotá. María Tila Uribe, op. cit., 1 93 .
9. lbíd., pp. 1 06-1 08.
1 O. Los correos rojos eran niños y jóvenes que l levaban y traían razones a los socialistas, colaboraban
haciendo mandados y pequeñas tareas y, además, vendían los periódicos y hojas sueltas publica
das por diferentes grupos políticos.
49
Luz Ángela Núñez Espinel
1 1. Testimonio de Miguel Á ngel, concedido a Maria Tila Uribc, en 1 992, op. ci1. , p. 1 07 .
1 2. lbíd. . p. 1 07.
13. .. Lista de seudónimos con los cuales se deben adoptar para la correspondencia revolucionaria",
documento incautado a Ignacio Torres Giralda, en 1 928, en: J. M. Rojas Guerra, la estrategia
i11s11rreccional socia/isla . . . . op. cil., p. 294.
14. M. T. Uribe, op. cit., pp. 55-56; Archivo General de la Nación, Fondo Ministerio de Gobierno, Sección
Primera, tomos. 8 1 3- 8 1 6, 837- 841, 85 - 854, 865-- 866. En adelante, citado como AGN, FMG, S 1 .
50
El obrero ilustrado
trabajó en la redacción del periódico La Libertad y se destacó también como activista del PSR; Enriqueta
Jiménez fue una destacada dirigente de la capital, asistió como delegada de un grupo femenino al
Congreso Obrero de 1 924, y posteriormente estuvo entre los fündadores del PSR; se casó con el
dirigente socialista Fidedigno Cuellar, de quien se separó, y luego fue compañera de Tomás Uribe
Márquez. Elvira Medina fue dirigente de las Capacheras, en Bogotá y, posteriom1ente, fue a Girardot
a desarrollar trabajo político. Leonilde Riaiio fue Flor del Trabajo del Tequendama, en 1 926.
51
Luz Ángela Núñez Espinel
1 7. Medófilo Medina. Hisroria del ?arrido Comunisra de Colombia, t. !, Bogotá, CEIS, 1 980, p. 88.
18. ''La despedida d e Zavitzky", en: El Diario Nacional. Bogotá, 2 8 de julio de 1 925; M . T. Uribe, op.
cit . pp. 1 1 5- 1 1 6, 205-206; M . Medina, op. cil p. 88; l . Torres Giraldo, los Inconformes. t. 3,
. ..
52
El obrero ilustrado
1 9. José A. Osorio Lizarazo, "La vida misteriosa y sencilla de Julia Ruiz" y "Biófilo Panclasta, el
anarquista colombiano, amigo y compaiiero de Lenin, que conoció lo horrores de la estepa de
Siberia", en: op. cit. ; M. T. Uribe, op. cit., pp. 67- 69. Sobre la vida de estos dos personajes,
véase: Orlando Villanueva Martínez et. al, Biófllo Panelas/a, el eterno prisionero, Bogotá, Edi
ciones Proyecto Cultural "Alas de Xué", 1 992. Algunos de los escritos de Julia Ruiz que logra
mos hallar, se encuentran en El Socialista, Bogotá, No. 356, 1 8 de noviembre de 1 928 y Claridad.
No. 52, Bogotá, 4 de mayo de 1928.
53
luz Ángela Núñez Espinel
una mesa y de vez en cuando hacían tertulias con tiple, añoradas hasta mu
chos años después. El "Mono" Dávila recordaba la inevitable pregunta de
Elvirita al entrar: ¿Cómo estamos hoy de presos? Y añadía que al verla se
sentía atravesado como corazón de Cupido. Ella a su vez contaba que a esas
tertulias se llegaba sin afán y el humor permanecía al acecho. Disfrutaban de
una buena conversación, repasaban o jugaban con las palabras ejercitando
acertij os mentales: acrósticos, charadas y otros retruécanos de tradición
santafereña. Luego venía lo inevitable: terminaban precisando ideas y dán
dole vueltas a los problemas del país. 20
También, eran casi rituales las llamadas peregiinaciones políticas que transi
taban por las calles más céntricas de la ciudad. Algunas se dirigían al cementerio, a
visitar la tumba de algún héroe popular o a Jos obreros asesinados el 1 6 de marzo
de 1 9 19; en estos casos, se partía de la Casa del Pueblo o de la calle doce, se
tomaba la carrera 8ª y luego la calle 26, y había consignas, discursos, ofrendas
florales y a veces música. Otras peregrinaciones tenían como destino los principa
les hoteles de la ciudad, con el objetivo de saludar a los dirigentes político ilustres
que visitaban la capital; en esos casos, lo usual era nombrar a un orador del público
y se esperaba que el homenajeado respondiera con un discurso21 .
54
El obrero ilustrado
1 55
luz Ángela Núñez Espinel
56
El obrero ilustrado
Cuadro No. 1
Grupos primarios urbanos a los que pertenecían
los carpinteros Galarza y Carvajal ( 1 9 1 3- 1 9 1 4)
Fuente: Alejandro Rodríguez Forero, Vista Fiscal, op. cit. , pp. 29-30, 1 39-1 42, 1 44-1 46. Tomado de:
Alberto Mayor Mora, Cabezas duras y dedos inteligentes. Estilo de vida y cultura técnica de los
artesanos colombianos del siglo XIX, Bogotá, Colcultura, 1 997, p. 3 1 4.
57
Luz Ángela Núñez Espinel
Arriman (el baj o pueblo) los elementos de su trabajo antes de la puesta del sol,
para dirigirse directamente a los establecimientos de chichería, convertidos en
escuelas de corrupción, en donde dan rienda suelta al vicio, y el desenfreno
llega al extremo de transformar a esos hombres en verdaderos arlequines, que
no alcanzan a darse cuenta del detestable y ridículo papel que desempeñan.29
58
El obrero ilustrado
Esta organización celebró su sesión quincenal y entre los puntos que trató está
una carta dirigida por el director de este periódico a ese Sindicato manifes
tándoles la extrañeza que tiene por el ningún interés que le daba a la venta de
"El Socialista" el cual merecía como todos los periódicos la venta el día de su
salida porque el hecho de no tener rotativas ni linotipos y no ser la circulación
lo mismo de numerosa no era motivo de que los mismos camaradas se encar
garan de hacerle la conspiración del silencio.32
Para explicar esa situación, Romero señala que la prensa obrera no tenía el
mismo tiraje, ni la misma calidad de impresión de los periódicos más impar-
30. La historia del tango en, Buenos A ires, nos presenta múltiples ejemplos de bailes de hombres,
precisamente en una ciudad puerto, donde la tasa de inmigración masculina era mucho mayor que
la femenina. Véase: Luis Ordaz, Roberto Cossa y Carlos Gorostiza, Inmigración, escena nacio
nal y figuraciones de la tanguería, Buenos A ires, Editorial América Latina, 1 997.
31. M. Archila, Cultura e identidad obrera, op. cit., p. 1 68.
32. "Sindicato de voceadores de prensa", en: E l Socialista, No. 525, 1 5 de julio de 1 928.
59
Luz Ángela Núñez Espinel
tantes de la época; pero, además, debemos añadir una periodicidad muy irre
gular, por lo que obviamente eran menos competitivos económicamente para
los voceadores de prensa. Por esto, quienes decidían hacer la distribución del
periódico, no se guiaban por la perspectiva de la ganancia económica, pues,
para muchos, constituía una labor importante y de mística especial por difun
dir las ideas de la causa y ganar adeptos. Una carta enviada desde Sabana de
Torres, por Pedro Consuegra a Alejandro Góngora, en La Gómez (Santander),
nos aproxima a las motivaciones de algunas personas para distribuir prensa y,
además, evidencia el gran poder que se le atribuía a la palabra escrita. Por ello,
es pertinente citarla en detalle:
No pasa por mí no más que una ráfaga de dicha pero que en verdad encierra un
cúmulo de felicidades, pues, me imagino que ya el día de las nuevas reivindica
ciones no está muy lejano; siento bullir en mi corazón henchido de ideología las
múltiples sensaciones que emana de un espíritu ( ilegible) revolucionario como
el mío, respecto a la buena idea que a bien tuvo de mandarme los números de
Germinal, le agradezco en infinito y más cuando se trata de propagar la redento
ra lectura que enseña, instruye y en una palabra da el Alerta! para que nos prepa
remos para el mañana de cuyo (ilegible) depende la libertad de millones de
oprimidos; lamento tan solo que Ud. me enviara no más 10 números los que no
me demoré 5 minutos en venderlos. Recuerde que en el rótulo me dice que me
manda 20 números cuando no más fueron l O. -Ojalá próximamente me mande
los 20 que así se ayudaría un poco más a nuestros compañeros.33
33. Carta d e Pedro Consuegra a Alejandro Góngora, Sabana d e Torres, 28 d e noviembre d e 1 927,
AGN, FMG, S 1 , t. 982, f. 251 (r-v).
60
El obrero ilustrado
34. La invitación a pagar la cuota de la imprenta del pueblo aparece en varios números de El Lucha
dor; por ejemplo, el No. 76, del 1 3 de agosto de 1 9 1 9. Sobre Carlos Ravé, véase, en este mismo
periódico, "Candidatos del partido socialista a consejeros municipales 1 9 1 9- 1 92 1 ", No. 87, 23 de
septiembre de 1 9 1 9, y "Matrimonio civil", No. 89, 30 de septiembre de 1 9 1 9.
61
luz Ángela Núñe:: Espinel
35. Eric Hobsbawm, en colaboración con Joan Scott, "Zapateros políticos", en; Eric Hobsbawm, El
mundo del trabajo. Estudios históricos sobre la formación y evolución de la clase obrera, Barce
lona, Editorial Crítica, 1 987, pp. 1 44-1 84.
36. Alberto Mayor Mora, Cabezas duras y dedos inteligentes. Estilo de vida y cultura técnica de los
artesanos colombianos del siglo XIX, Bogotá, Colcultura, 1 997, p. 2 1 9.
37. lbíd. , pp. 2 1 9, 242 y 243.
62
El obrero ilustrado
Este otro anuncio del establecimiento Las Brisas del Santander, localiza
do en Barrancabermeja, trasmite una idea similar: "El oasis del esp011 (sic).
Bailes, j uegos, orquestas, salones especiales, distracciones amenas y todo aque
llo que el obrero reclama después de su fatiga"39 .
Como lo ha puesto de presente Maurice Agulhom, la creación de espacios
de sociabilidad hace pa11e también de la lucha de clases, puesto que la condi
ción social y económica de los obreros los lleva a asociarse contra los más
fuertes, bajo la premisa de que "la unión hace la fuerza", pero aquella no está
encaminada solamente hacia la revuelta, sino también hacia la vida cotidiana.
Incluso, la formación de círculos y asociaciones hace parte de una lucha por
extender el derecho de asociación y diversión de que sí goza la burguesía. Por
consiguiente, la diversión y la educación política no debían considerarse opues
tas, sino que las dos hacían parte de las reivindicaciones de los sectores popu
lares, que aspiraban a tener los mismos derechos de las clases dominantes,
incluyendo los derechos a la reunión, el ocio y el disfrute de la vida40 .
E n esta ámbito, las fábricas, talleres artesanales, chicherías y cantinas,
aumentaban el impacto y la difusión de la prensa obrera, así sus tirajes fueran
pequeños. Ante la escasez de libros de teoría política, las principales lecturas
de este tipo se hacían en los periódicos, que tenían el atractivo adicional de
tomar pai1e en la política local y de algunos aspectos de la vida cotidiana, por
lo que eran más cercanos a los lectores o escuchas. Para muchas personas, la
prensa era el medio a través del cuál obtenían las noticias y las ideas políticas
que definirían su manera de pensar, como lo confiesa orgulloso José M . Leal,
38. Aviso publicitario de la cantina E l Tennis, en: El Luchado1; Medellín, varios números, 1 9 1 9.
39. Aviso p u b l i c itario de l a c a n t i n a Las B r i sas de Santander, e n : Vanguardia obrera,
Barrancabermeja, 1 926.
40. M. Agulhom, op. cit., pp. 54, 56 y 78.
63
Luz Ángela Núñez Espinel
en una carta dirigida a El Sociali�ta: "el primero que tuvo conocimiento del
socialismo en esta tierra fui yo con el número 2 de "El Luchador" de Medellín,
me empefié en una tenaz propaganda en esa época y al cabo de cuatro o cinco
años dio su fruto dando por resultado un consejo socialista"41 •
Estas prácticas de difusión ayudaron a democratizar el acceso a la prensa
y a crear espacios de debate y de intercambio de opiniones, incluso para quie
nes no sabían leer, ya que, al parecer, Ja lectura en voz alta fue una práctica
común en algunas casas, talleres y establecimientos comerciales. En los Juga
res de trabajo, la lectura colectiva tenía, además, la finalidad de permitir a
todos los trabajadores enterarse del contenido de la prensa mientras realizaban
su labor, combinando trabajo y educación en un mismo tiempo y lugar. Esto
explica por qué el derecho a leer prensa en los sitios de trabajo llegó a ser una
reivindicación de los obreros, como se consignó en las peticiones obreras de la
Tropical Oil Company, durante la huelga de 1 92742 .
41. José María Leal, "Yo soy socialista", en: El Socialista, 1 9 de mayo de 1 928.
42. M. T. Uribe, op. cit., pp. 1 O 1 y 1 04.
64
El obrero ilustrado
43. "De Bolívar"; en: El Socialista, Bogotá, No. 529, 9 de septiembre de 1 928.
65
Luz Ángela Núñez Espinel
poner en discusión temas del mundo del trabajo (salario, sindicato, huelga o
legislación social), o asuntos de actualidad nacional, vistos desde la perspecti
va de los sectores populares (la separación de Panamá, el imperialismo, el
petróleo o la educación). Otra contribución de la realización de conferencias
fue la "construcción" de un público obrero, receptivo a estas actividades; tarea
nada fácil, pues no todos los trabajadores -muchos de ellos recién l legados a
las ciudades-, tenían la disciplina de escuchar atentamente durante dos o más
horas a un orador, sin hablar, comer o beber.
Juan Suriano afüma que, en Buenos Aires, "Ja lectura pública y especialmente
la conferencia serían consideradas junto con la prensa, herramientas centrales para
la educación y conversión de los trabajadores'', pero que entre ellas la que resultó
más adecuada para la difusión de ideas entre las grandes masas urbanas fue la
conferencia, porque con ésta "el público se ampliaba y se abandonaba por comple
to el acto privado, aunque no se perdía la relación directa y sin mediación con el
público"44 . En el caso colombiano, no encontramos menciones explícitas sobre
una supuesta superioridad de las conferencias sobre la prensa, ni tenemos registro
de las "lecturas públicas" que se mencionan para la ciudad argentina, pero la fe
incuestionable que se profesaba por la palabra escrita en el medio nacional, nos
lleva a pensar que, posiblemente, la prensa tenía una valoración más alta. Además,
hemos visto cómo la invitación a conferencias y la posterior trascripción de las
mismas, hacía parte de la campaña de difusión cultural en que estaban empeñados
los periódicos, porque no era suficiente que la luz de la ciencia y la razón irradiara
solamente a quienes asistían al evento, sino que debía difundirse en forma más
amplia y perpetuarse a través de la palabra escrita.
Aunque existía pleno consenso sobre la importancia de las conferencias
para la educación del pueblo, muchas veces la elección de los temas respondía
a ideales de ilustración, que no tenían en cuenta las expectativas del público y
ni siquiera la existencia de conferencistas idóneos para ciertas materias. Por
ejemplo, una reunión patrocinada por la Asociación de Obreros de Buga, in
cluía los siguientes puntos:
44. Juan Suriano. Anarquis1as. c11/111ra y polílica liberlaria en Buenos Aires 1890-1910, Buenos Ai
res, Ediciones Manantial, 200 1 , pp. 1 1 8- 1 1 9 .
45. El Obrero, Buga, No. 1, 1 1 de noviembre de 1 9 1 1
.
66
El obrero ilustrado
Los señores conferencistas que sueltan sus palabras a las multitudes analfabetas,
tratan sus cuestiones por todo lo alto. Paiten del falso principio de que los pa
cientes amigos que los escuchan son personas que saben tanto como ellos: Por
eso, en lugar de enseñar al que no sabe, sólo consiguen atontarlo, confundirlo,
descrestarlo . Cuentan esos admirables cristianos con que los gobiernos
regeneradores han servido siquiera para elevar el nivel intelectual del pueblo o al
menos trabajar por su cultura. No hay tal. Mientras el romántico charlador re
cuerda desde su tribuna los esplendores de Grecia, el gran poder de Inglaterra o
las riquezas naturales de Colombia, el oyente va por otra senda. Buena voluntad
no le falta. Deseo de aprender tampoco. Más tropieza con el inconveniente
potísimo de que su instrucción es insuficiente para comprender al orador.47
67
Luz Ángela Núñez Espinel
que escuchaban y luego los confrontaban o los agregaban a lo que oían o leían
en otros lugares, y de este modo iban armando sus ideas políticas. Aunque los
testimonios de personas comunes y corrientes sobre estas actividades son es
casos, podemos citar a Alejandro Pavajeau quien, en un texto enviado a El
Socialista, cita de memoria un fragmento escuchado a un conferencista, para
presentar sus ideas políticas. Independientemente de la fidelidad del texto, esto
nos muestra cómo las conferencias eran fuentes válidas y reconocidas por las
personas comunes y corrientes para formarse políticamente48 •
48. Alejandro Pavajeau, "¿Por qué soy socialista revolucionario?", en: El Socialista, Bogota, No.
5 1 5, ! º de mayo de 1928.
49. Alfredo Gómez, Anarquismo y anarcosindicalismo en América Latina, Barcelona, Ruedo Ibérico,
1 980, p. 6 1 .
50. Hacemos referencia a las invitaciones insertas como artículos o notas sueltas dentro del periódíco y
no a los anuncios publicitarios sobre espectáculos. En todo caso, estos últimos eran casi inexistentes.
51. Cfr. "Virginia Fabregas", en: La Libertad, Bogotá, No. 38. 22 de octubre de 1 9 1 2; "Paco Fuen
tes" en: Sanción Liberal. Bogotá, No. 86, 4 de septiembre de 1 928.
,
68
El obrero ilustrado
C. El poder de la solidaridad
52. "'Circo" , en: El Artesa110. Cúcuta, No. 1 , 16 de marzo de 1 9 1 1 ; '"Correspondamos", en: El Marti
llo, Pereira, 1 o. 1 O, diciembre de 1 9 1 6; R. Ruiz, "La corrida del domingo 23", en: El L11chado1;
No. 1 06, 28 de noviembre de 1 9 1 9.
53. "Corridas de toros" y "Las corridas de toros", en: La Vanguardia. Bogotá, Nos. 3 y 5, 1 8 y 23 de
febrero de 1 9 1 2.
69
luz Ángela Núñez Espinel
54. "Accidentes de trabajo y reclamaciones de los obreros", en: Claridad, Bogotá, No. 53, 1 1 de
mayo de 1 928.
70
El obrero ilustrado
Las organizaciones obreras, y por ende los periódicos, operaban bajo la ló
gica de que la unión y la solidaridad llevaban a la cooperación y a la fraternidad,
fuentes básicas del progreso social. Esto implicaba retomar un postulado, que
negaba implícitamente las ideas del darwinismo social y rescataba, en últimas,
los principios de libertad, igualad y fraternidad, propios del liberalismo radical.
El uso del tiempo libre, por parte de los trabajadores, fue un tema de contro
versia y tensión, en la medida que diferentes sectores sociales pretendían im
ponerles un estil o de vida particular, que cambiara radicalmente algunas
costumbres populares. Lo usual era que los obreros gastaran buena parte del
escaso tiempo libre que tenían en tiendas, cantinas o chicherías, donde se en
contraban y compartían con sus amigos y conocidos, mientras que las mujeres
lo dedicaban a la realización de labores domésticas en el hogar. En los lugares
71
luz Ángela Núñez Espinel
57. M. Archila. Cultura e identidad obrera, op. cit., p. 1 68-1 70; Julio César Acelas Arias, Obreros y
artesanos de B11carama11ga: organización protagonismo e ideología, Bucaramanga, Tesis de gra
do, Universidad Industrial ele Santander, 1 993, pp. 1 3 8-142.
72
El obrero ilustrado
Las casas del pueblo, los cafés obreros, las bibliotecas populares, las escuelas
para obreros y las Cooperativas de Consumo, eran otros espacios donde se
promocionaba Ja razón y la instrucción frente al fanatismo religioso. La prensa
realizaba una labor pedagógica, explicando la finalidad de cada una de estas insti
tuciones e invitando a los lectores para que se vincularan a ellas de diferentes
maneras. En las casas del pueblo y en algunas sedes obreras, era común que los
domingos se organizaran programas culturales, con música, poesía, conferencias y
eventualmente teatro o títeres. Estos actos proporcionaban un espacio de reunión y
fraternidad para los trabajadores y sus familias, contribuían a la educación del
pueblo y constituían una especie de alternativa a Ja misa dominical. Extrañamente,
estas reuniones no eran muy publicitadas en la prensa o sólo se hacía referencia a
los aspectos políticos (las conferencias), pero no a este tipo de eventos.
73
Luz Ángela Núñez Espinel
60. Véase en el capítulo cuarto de este trabajo, el parágrafo "Panteón Popular: héroes y mártires del
proletariado".
61. "Biblioteca socialista", en: Ravachol, Bogotá, No. 1 3 , 1 8 de septiembre de 1 9 1 0. Aunque no
existe certeza sobre la ubicación de esta biblioteca, su organización se llevó a cabo en la Agencia
Central de Periodismo, sede de Ravachol.
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El obrero ilustrado
75
luz Ángela Núñez füpinel
64. Ravachol, Bogotá, No. 1 , 25 de junio de 1 9 1 O. La Unión Obrera y El Obrero Moderno, Bucaramanga,
1 9 1 2, varios números, J. C. Acelas Arias, Obreros y ar/esanos de Bucaramanga, op. cit., pp. 245-
246. El libro de Carlos Marx, que Anunciaba la librería Internacional de Bucaramanga, en 1 9 1 2, era
El Capital; sin embargo, ese libro, en la versión resumida de Gabriel Deville, era importado y
distribuido en Colombia desde finales del siglo XJX. El ejemplar más antiguo que hemos localizado
füe traído por la firma ele imponaciones de Felipe N. Curriols, en agosto ele 1 887, y reposa en la
actualidad en la sala de libros raros y manuscritos de la Biblioteca Luis Á ngel Arango.
65. El Luchador. Medellín, varios números, 1 9 1 9.
66. Julio F lo re s no era el poeta ele quien se reproducían más piezas literarias, pero sí uno de los más
queridos. A manera de ilustración. podemos citar los poemas "Temblad", en: El Luchador,
Medellín, No. 97, 29 de octubre de 1 9 1 9; ''Profanación". en : El Monillo, Pereira, No. 6, 1 7 de
noviembre de 1 9 1 6 .
76
El obrero ilustrado
dos tuvieron la oportunidad de publicar sus trabajos sobre una gama de temá
ticas que mantuvo una extraordinaria homogeneidad en los periódicos: el amor,
el desengaño, la muerte, el obrero (o el attesano ), el trabajo y la imprenta.
Las escuelas obreras constituían una empresa mucho más dificil de llevar a
cabo que las bibliotecas, por los costos y la necesidad de personal idóneo. Tenien
do en cuenta estas dificultades, durante la década de 1 9 1 O, se trató de buscar la
cooperación de las autoridades locales; se le pedía a los industriales que contribu
yeran económicamente o se incluían en los pliegos de peticiones de los huelguis
tas. Para i lustrar este caso, podemos citar la campaña promovida por La
Vanguardia, en 1 91 2, para reunir dinero y construir escuelas en Bogotá y las prin
cipales capitales de departamento; o la solicitud que la Unión Obrera de Colombia
hizo a las fábricas de la ciudad, en 1 9 14, para construir una escuela. Gracias a esto,
se obtuvo que Bavaria y la Empresa de Energía secundaran tales propósitos67 .
El momento más propicio para la realización de ese ideal educativo se dio
entre 1 9 1 9 y 1 922, cuando el éxito electoral del Partido Socialista permitió
que esta colectividad hiciera presencia en los órganos representativos de tipo
municipal y depattamental. Girardot fue el caso más ilustrativo, puesto que en
esa población la l ista del Directorio Obrero y Socialista logró mayoría electo
ral en 1 920 y controló por unos años el Consejo Municipal, permitiendo que
algunas de las propuestas del obrerismo colombiano se llevaran a cabo y con
taran con parte del presupuesto oficial. En este contexto, además de algunas
escuelas obreras sostenidas por los obreros y artesanos de la local idad, se fun
daron instituciones, como el Colegio Camilo Torres, el I nstituto Obrero y la
Biblioteca Popular; con los cuales se buscaba afianzar la educación laica y dar
especial apoyo a Ja instrncción de los trabajadores, en franca oposición a la
pedagogía católica que imperaba en ese momento, como lo planteó claramente
un cronista, al referirse a la fundación del colegio Camilo TotTes:
67. Francisco Espinel, "Algo sobre organización obrera", en: La Vanguardia, Bogotá, No. 5, 23 de
febrero de 1 9 1 2; Juan Manuel Martínez Fonscca, Los trabajadores de Bavaria, Bogotá, 1880-
1930, Tesis de grado, Maestría en Historia, Bogotá, Universidad Nacional, 2004, p. 97.
68. Máximo Rojo, "Colegio Camilo Torres'', en: La Idea. Girardot, 23 de febrero de 1 9 1 9.
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69. Manuel González H., "Informe presentado por el director de la escuela nocturna a la Sociedad de
Artesanos y obreros de Tolú, al Señor Presidente de la corporación correspondiente al mes de
febrero de 1 9 1 2", en: La Correspondencia, Santiago de Tolú, No. 4, 1 6 de marzo de 1 9 1 2.
70. El porcentaje de analfabetos en la sociedad porteña, en 1 9 1 4, era de 1 8%; en 1 937, era de 7%,
mientras que en el caso colombiano, en 1 9 1 8, era del 65.7% para los hombres y 69.2% para las
mujeres. Los datos correspondientes a Argentina fueron tomados de Leandro Gutiérrez y Luis
Alberto Romero, op. ci1., p. 72, y los de Colombia, de Aline Helg, op., cil., p. 36.
78
El obrero ilustrado
dicción, puesto que alfabetización y cultura impresa representan dos cosas di
ferentes, y desde la conquista española se había iniciado el proceso de difusión
de una cultura escrita a través de la religión y la burocracia71 •
Las organizaciones políticas populares querían aprovechar la cultura escrita
existente en el país y ampliarla al máximo, para que no siguiera siendo monopo
lio de unos cuantos privilegiados. Por esta razón, esas organizaciones intentaron
que el periódico, el folleto y la hoja suelta que editaban, se convirtieran en ele
mentos cotidianos de la vida popular, que circularan fácilmente de mano en mano
y pudieran consultarse en las bibliotecas obreras o en las sedes de los sindicatos
y las imprentas. La prensa debía ser un elemento central de la identidad y la
cotidianidad de las personas, que debían "andar con la sonrisa en los labios y el
periódico en el bolsillo", como rezaba la consigng.. de El Martillo12 •
La escasez de materiales impresos y el alto valor que le atribuían los diri
gentes políticos como medio para cambiar la mentalidad de las personas y
alcanzar la tan anhelada redención social, conducían a que en algunos lugares
estos elementos fueran solicitados con avidez, como lo hiciera la Federación
de Obreros y Campesinos del Sinú, al encarecerle a El Socialista, "nos envíen
algunas obras de propaganda como manifiestos, folletines, etc., pues el ele
mento campesino se encuentra completamente esclavizado en esta región por
la Burguesía y necesitamos cuanto antes despertar las masas de tal yugo"73 .
Se consideraba que la imprenta era "un cíclope en cuyos hombros descan
sa el edificio de la civilización", porque propagaba las ciencias, las artes, las
letras y la cultura universal, bienes que hasta ahora habían sido reservados a
ciertos privilegiados, mientras la mayoría vivía en la ignorancia, la opresión y
el fanatismo74 . En consecuencia, uno de los objetivos primordiales era demo
cratizar la cultura, extendiendo en la forma más amplia posible todos los avan
ces del pensamiento universal, tanto en lo político como en lo científico, tal y
como lo expresa el siguiente fragmento de La Vanguardia:
71. Jack Goody, e lan Watt, "Las consecuencias de la cultura escrita", en: Jack Goody (compilador),
Culrura escrita en sociedades rradicionales, Barcelona, Gedisa, 1 996, pp. 39-82.
72. El Marrillo, Pereira, No. 2, 2 1 de octubre de 1 9 1 6.
73. "Proletarios de todos los países uníos. Federación de obreros y campesinos del Sinú", en: El
Socia/isla, Bogotá, No. 527, 1 2 de agosto de 1 928.
74. "Lo que es la imprenta", en: El Piloto, Bogotá, No. 1 , 25 de febrero de 1 9 1 9.
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80
El obrero ilustrado
Como hemos visto, en las tres primeras décadas del siglo XX, la palabra
escrita tenía una importancia central en la propuesta política, cultural y educati
va de las organizaciones obreras. Esta trascendencia no se derivaba únicamente
de la posibilidad de lectura individual de las personas (en lo que ciertamente los
obreros y artesanos estaban en desventaj a frente a otros sectores sociales), sino
en que los textos impresos cumplían un papel aglutinador y justificador de mu
chas actividades p o l íticas y c ulturales, que s o lamente tenían que ver
tangencialmente con los impresos, como l o hemos expuesto en este capítulo.
78. Miguel Strogoff (seudónimo de Raúl Eduardo Mahecha), "La imprenta del pueblo", en: El lu
chador,Medellín, No. 1 03, 1 8 de noviembre de 1 9 1 9.
81
Capítulo 3
LA PRENSA OBRERO-POPULAR Y EL INTENTO DE
RENOVAR LA POLÍTICA COLOMBIANA
1 . Malcom, Deas, "El papel de la Iglesia, el ejército y la policía en las elecciones colombianas entre
1 850 y 1 930", en: Boletín cultural y bibliográfico, Bogotá, vol. XXXIX, No. 60, 2002; Eduardo
Posada Carbó, "Los límites del poder: elecciones bajo la hegemonía conservadora", en: Boletín
Cultural y Bibliográfico, Bogotá, vol. XXXIX, No. 60, 2002, pp. 39-4 1 .
2. Jorge Orlando Melo, "De Carlos E. Restrepo a Marco Fidel Suárez. Republicanismo y gobiernos
conservadores", en: Nueva Historia de Colombia, t. !, op. cit., p. 2 1 8 y ss.
84
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3. Germán Colmenares, "Ospina y Abadía: l a política en el decenio de los veinte". en: Nueva His10-
ria de Colombia, op. cil., t. l .
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6. Rocío Londoño y Alberto Saldarriaga, La ciudad de Dios de Bogotá. Barrio Villa Javie1; Bogotá,
Fundación Social, 1 994, pp. 1 5 - 1 6; Christopher Abe!, op. cit., pp. 36 y ss
7. CIT., Malcom, Deas, Del poder y la gramática y otros ensayos sobre historia, política y literatura
colombianas. Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1 993.
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para reclutar y llevar como rebaños a los campos de batalla. El Partido Obrero
significa un gran paso en el movimiento de nuestras luchas políticas, puesto
que hace entrar como factor independiente, la gran masa social que en otros
tiempos se computaba como un agregado inseparable de los caudillos. 1 0
Sin embargo, sólo dos meses después, a propósito de las elecciones parla
mentarias, esta colectividad entró en alianza con republicanos y liberales.
Mediante una publicación, trató de justificar este cambio de posición:
1 0. Luis Forero Rubio, "El Partido Obrero", en: El Proteccionista, Bogotá, No. 1 9, 14 de marzo de 1 9 1 1 .
11. J. R., Lanao Loaiza, "Toque de generala", en: El Proteccionista, Bogotá, No. 29, 4 de junio de 1 9 1 1 .
1 2. M. T., A morocho, "Hora solemne", en: El proteccionista, Bogotá, No. 33, 1 6 de julio de 1 9 1 1 . Sobre
este primer intento de confonnar un partido obrero, véase: D. Sowell, op. cit., p. 2 1 y ss.
13. "Cuestiones sociales'', en: El Obrero Moderno, Bucaramanga, No. 6 , 1 9 d e abril de 1 9 1 3.
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Por eso ahora (el pueblo) quiere organizarse independientemente de todo par
tido tradicional, para ir a la conquista de las refonnas económicas y constitu
cionales que lo rediman. Todos los que vayan a militar en el partido socialista
deben desvincularse de los antiguos partidos porque no puede haber socialis
tas conservadores o liberales, sino socialistas a secas.2 1
De aquí, que desde ese mismo año, decidieron participar con sus propios
candidatos en las elecciones municipales y así lo hicieron en los años siguien
tes, obteniendo resultados importantes, especialmente en 1 92 1 , cuando logra
ron la mayoría de votos en Girardot, Ambalema, Cisneros, Segovia, Viotá, La
Mesa y La Palma, y ocuparon el segundo lugar, después de los conservadores,
en Medellín, Manizales y Honda22 •
1 9. David Sowell señala que, como consecuencia de esta decisión del Partido Obrero, las elecciones
de 1 9 1 7 tuvieron el menor número de votantes de todas las elecciones departamentales de la
década. Op. cit., p. 1 48.
20. la Libertad, Bogotá, No. 1 30, 5 de octubre de 1 9 1 6. Pese a estas declaraciones, el periódic9
siguió siendo socialista y se convirtió en órgano del Sindicato Central Obrero, una organización
con bastante influencia en el centro del país, que posteriormente se vinculó al Partido Socialista.
21. Tito Zapata, "Sobre Obrerismo", en: El luchado1; Medellín, No. 7 1 , 23 de julio de 1 9 1 9. Véase,
además, Nos. 72, 76 y 77.
22. Véase, El luchadm; Medellín, Nos. 72, 73, 80, 82, 86-89, 1 9 1 9; M . Archila, Cultura e identidad
obrera, op. cit., p. 220; l . Torres Giralda, Los inconformes, t. 3, op. cit., pp. 707-709.
92
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sus esperanzas en una revolución. Tras hacer una reflexión sobre lo que había
ocurrido en el pasado, El Socialista afirmaba que,
Las organizaciones y los partidos pierden las masas por llevarlas a las urnas
electorales, pues el verdadero militante sabe muy bien que no es al amparo de
23. G. Colmenares, op. cil., pp. 2 5 1 -252; E. Posada Carbó, op. ci1., pp. 50-5 1 . La influencia de estos
antiguos líderes republicanos derivaba tanto de su actividad política como periodística en El Tiempo,
El Espec1ador y El Diario Nacional.
24. l. Torres Giraldo, Los inconformes. t. 3, op. cil., p. 709. La inactividad del liberalismo que men
ciona Torres Giraldo, hace referencia a que este partido no presentó candidato presidencial para
las elecciones de 1 9 1 8 y esto repercutió en la actividad local.
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25. Ruthislore, "No queremos reforma electoral", e n : El socialista, Bogotá, No. 53 1 , 6 d e octu
bre de 1 928.
26. "La segunda jarana de los amarillos", en: El Socialista, Bogotá, No. 532, 1 4 de octubre de 1 928.
Sobre la campaña de prensa contra las alianzas del PSR, véase, además "La Jarana de Amarillos",
en: El Socialista, Bogotá, Nos 525, 526, 53 1 , 533, 535, 536 y 538, 1 928; Claridad, Bogotá, Nos.
46, 53 y 57, 1 928.
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27. Daniel Pécaut, Orden y violencia: Colombia 1 930-1954, Bogotá, Siglo XXJ Editores-CEREC,
1 987, p. 98. Esta conclusión es compartida por la historiografía del movimiento obrero, véase, M.
Archila, Cultura e identidad obrera, op. cit., p. 244 y ss; M. Medina, op. cit., pp. 1 28-129. R.
Vega, Gente muy rebelde, t. 4. Socialismo, cultura y protesta popular, Bogotá, Ediciones Pensa
miento Crítico, 2002, p. 323 y ss; y Miguel Urrutia, Historia del sindicalismo en Colombia,
Medellín, Editorial La Carreta-Universidad de los Andes, 1 976, pp. 1 32- 1 3 3 .
28. l. Torres Giraldo, los inconformes, t. 3, op. cit., p. 7 1 2; G. Molina, op. cit., pp. 1 30-1 36.
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C. Anti conservadurismo
29. Juan Francisco Moncaleano, "Contrastes'', en: El Ravachol, Bogotá, No. 1, 25 de junio de 1 9 1 O;
"Direccionistas y disidentes", en: La Libertad. Bogotá, No. 1 30, 5 de octubre de 1 9 1 6 ; Fear,
"Organización obrera", en: El luchado1; Medellín, No. 69, 1 6 de julio de 1 9 19; "Las tinieblas en
el poder'', en: El Socialista. Bogotá, No. 523, 30 de junio de 1 928; "Sobre la misión de la prensa",
en: La correspondencia, Bogotá, No. 3, 22 de febrero de 1 9 1 2.
30. Véase, por ejemplo, una serie de artículos de El Ariete denunciando diferentes abusos de los
conservadores: "Horcas caudinas en Galán"; "Señor Gobernador" y "Cubilete", Nos. 1 8, 1 9 y 48,
1910 y 1911.
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Son runtanos los que con fines políticos andan en la actualidad escala�1do los
templos para profanar las imágenes de los santos y hacer aparecer a los !Iberal� s
con tal baldón atenidos al principio clerical de que ningún liberal puede ser cato
lico y por lo tanto están obligados forzosamente a ser sacrílegos. Los que en
todas las épocas de la república han engañado a los liberales, validos de su cre
dulidad para especular su fuerza moral y su buena fe política a favor de sus
ambiciones; y por último, los mismos que en todos los tiempos han atropellado
los derechos de los ciudadanos, cuando no los asesinan y los asaltan villanamente
en cuadrillas de malhechores, como sucede actualmente en Piedecuesta, en el
Tolima y en casi todos los pueblos del país en donde los curas no cesan de
predicar el exterminio liberal. Esto es lo que quiere decir runtaNo.31
Podemos afirmar que existió una c lara fractura entre lo local y lo nacional
en cuanto a la forma como la prensa obrera participaba en la discusión política.
Así, mientras logró grandes fortalezas a nivel regional, en el ámbito nacional
carecía de info1mación rápida y completa, y ello se tradujo en una posición muy
clara frente a la política y los actores locales, en tanto que la política nacional se
enfrentaba a partir de generalizaciones utilizadas para todas las ocasiones. En el
territorio efectivo que cubría el periódico, los principios ideológicos no se que
daban en retórica, sino que se concretaban en denuncias o campañas sobre los
servicios públicos, el estado de las vías, la higiene de la plaza de mercado, la
actuación del cura párroco, el alcalde, la policía, etc. Todos estos aspectos eran
concretos y estaban directamente relacionados con la vida cotidiana de sus lecto
res, pero el análisis del impacto de la política nacional a nivel local era marginal.
Como se ha mencionado en la primera parte de este capítulo, el esquema
de enfrentamiento l iberal-conservador, se hizo más complejo por la presencia
de tendencias dentro de los partidos y por el predominio de caudillos locales y
regionales. Por lo tanto, el conocimiento del medio político era un factor muy
impo1tante para poder deslindar posiciones y presentar puntos de vista sobre la
vida política local, tanto o más que el bagaje político e ideológico sobre pro
teccionismo, libertades individuales o separación de la Iglesia y el Estado.
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A. Prensa artesanal-obrerista
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32. Carlos Zubillaga y Jorge Balbis, Historia del movimiento sindical urugua_vo. Vol. I I : Prensa obre
ra y obrerista (1878-1905), Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 1 986, p. 1 6.
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Esta misma idea también influyó durante la Primera Guerra Mundial, cuan
do se defendieron postulados pacifistas. Aunque el antibelicismo fue promovi
do por algunos movimientos soc ialistas y anarquistas a nivel mundial,
consideramos que las organizaciones obreras del país no se inspiraron en estas
fuentes, sino principalmente en una lectura de la historia nacional39 . La adop
ción de preceptos pacifistas evitó una radicalización mayor en otros aspectos,
como el religioso, donde se adoptó una actitud de respeto hacia el catolicismo
por su arraigo en el pueblo colombia No. Por ello, no atacaban directamente
los dogmas de la Iglesia (en general se ignoró el tema), y se adoptó un lenguaje
deferente para referirse a los sacerdotes y jerarcas de la institución. Esto no
implicaba una defensa del pensamiento clerical, sino el intento de desplazar el
37. Cfr. El Proreccionisra, Bogotá. Este periódico descuida sus artículos de fondo para dar cabida a
las orientaciones electorales y a la publicación de telegramas de adhesión y de conformación de
comités eleccionarios. En 1 9 1 1 , cuando alcanza representación en la Asamblea Departamental,
dedica buena parte de su periódico a transcribir sesiones e intervenciones de sus representantes.
38. "Esta hoja"', en: El Obrero Moderno, Bucaramanga, No. 1 8. 1 6 de agosto de 1 9 1 3.
39. Véase, por ejemplo . Adelio Romero, "Lo de siempre", en: La Liberrad, Bogotá, No. 1 36, 20 de
diciembre de 1 9 1 6.
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40. El Obrero Moderno anuncia cotidianamente el lugar y el horario de los oficios protestantes, e
incluso llegó a transcribir una de sus sesiones, lo que le valió fuertes críticas. C fr. El Obrero
Moderno, Bucaramanga, No. 9, 1 0 de mayo de 1 9 1 3 . Sobre la masonería, véase, en este mismo
periódico, "La masonería en lnglaterra", No. 1 8, 1 6 de agosto de 1 9 1 3 , y "Palabras iniciales", en:
Trabajo y Liberrad. Bucaramanga, No. 1 , 1 º de enero de 1 9 1 O.
41. Rafael Gutiérrez, "Americanismo'', en: La Libertad, Bogotá, o. 42, 1 6 de enero de 1 9 1 3 ; Rafael
González Castro, '"Actitud del pueblo'', en: La Razón del Obrero, Bogotá. No. 9, 28 de septiembre
de 1 9 1 O; Felipe Barón, "Los yanquis en México", en: El Ariete, Bogotá, 19 de marzo de 1 9 1 1 ;
"Tres de Noviembre"', en: El Baluarte, Girardot, No. 8, 7 de noviembre de 1 9 1 8 ; Han de Islandia,
"El tratado de abril", en: El L11chad01; Medellín, No. 79, 26 de agosto de 1 9 1 9 .
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B. Prensa radical
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todos los aspectos de la vida social y cultural del país. Para estos periódicos, la
actuación de la Iglesia católica era el problema más grave que tenía la nación; se
le consideraba culpable de las guenas civiles, de mantener al pueblo en la pobre
za y la ignorancia, y de someter al país a una verdadera "dictadura clerical"42 •
Esta campaña se hacía a través de artículos, reproducción de textos ex
tranjeros, denuncias concretas contra algún sacerdote y mediante caricaturas.
La utilización de estas últimas fue un elemento innovador y característico de la
prensa radical, puesto que, en general, los periódicos obreros no se distinguie
ron por el uso de ilustraciones. Las técnicas de grabado, xilografía y fotogra
bado, eran costosas y algunas veces demasiado complejas para las limitadas
posibilidades de los periódicos, aunque algunas hojas radicales trataron de sa
lirle al paso a estas dificultades a través de los grabados en madera. Éstos eran
mucho más baratos, ya que sólo exigían un trozo de madera adecuado y una
navaja o punzón; todo lo demás, coITía por cuenta de la habilidad del autor,
quien, generalmente, no era un dibujante profesional, sino un aficionado43 .
Figura No. 1
42. "Dictadura Clerical", en: El Simbo/o, Cartagena, No. 2, 14 de marzo de 1 9 1 O: Luis Capella, "El clero
es responsable de las guerras civiles", en: El Símbolo, Cartagena. No. 8. 2 de septiembre de 1 9 1 O; Luis
Perea. "Consejos sanos a los trabajadores", en: El Marlilfo. Pereira, No. 3, 29 de octubre de 1 9 1 6.
43. Sobre la llegada y di fusión en Colombia de las técnicas de grabado, xilografía y fotograbado,
véase, Pablo E. Numpaque, His1oria de la imprenla en Tunja, Tunja, Grafiboy, 2003, pp. 1 0-1 08.
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Figura No. 2
44. Ignacio Torres Giraldo, Anecdotario, Cali, Universidad del Valle, 2004, pp. 29-30.
1 06
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Nuestra labor está muy lejos de ser anticristiana, pero sí es anticatólica, ya que
ese cristianismo de que hablamos murió con sus apóstoles y quedando esa
rama que lleva su careta aunque está muy distanciada (sic), como lo puede ver
quien tenga la serenidad de poner en tela de juicio estas opuestas palabras:
Cristianismo y Catolicismo y sólo así comprenderá cuanto dista de los actua
les ministros a los de los tiempos apostólicos. ( . . . )
Nuestra labor es poner dique a quienes fanatizan al pueblo en creencias o cau
sas, sea cual sea su fin; toda vez que no hay por qué lanzar el individuo al error
de dónde solo saldrá cuando la razón le conquiste.45
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Leer atentamente las profecías del Antiguo Testamento y del Evangelio, y echar
al mismo tiempo una mirada sobre las condiciones actuales, sin verse inclina
do a condenar estas en nombre del ideal evangélico. En todo cristiano que
comprende las enseñanzas de su maestrn y las toma en serio, hay un fondo de
socialismo; y todo socialista, cualquiera que pueda ser su odio contra Ja reli
gión, lleva en si un cristianismo inconsciente.47
1 08
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Soy rebelde y n o reconozco sobre m í más autoridad que las leyes inmutables
de la naturaleza que nos rigen. Odio al jesuita que cual formidable vampiro
embozado, parapetado sobre la trágica cruz, aten-ador y maligno vuela en dis
tintas direcciones, guiado por el color de la sangre de su víctima, el pueblo.
Amo a los sacerdotes que ofician en el altar mil veces santo del trabajo, y odio
a esa caterva de felinos coronados, que llevan con sus especulaciones el silen
cio trágico de la miseria a los alegres hogares de los crédulos obreros.
Amo el acero que arma el brazo del rebelde. Desprecio el oro que prostituye
las conciencias. Soy social is ta y sin miedo y sin tregua lucharé por la reden
ción del proletariado colombiaNo. Si por decir la verdad, mañana he de llegar
al sacrifico, no importa! ( . . . )
1 09
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51. "Grito social", en: Ravachol. Bogotá, No. 14, 22 de septiembre de 1 9 1 0 . Mayúsculas en el original.
52. El Símbolo, Cartagena. 1° de diciembre de 1 9 1 O.
53. Véase "El socialismo", en: Ravachol. Bogotá, No. 2, 2 de julio de 1 9 1 O.
1 10
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54. H. Caster escribió varios artículos sobre este mismo tema, en los números 1 1 3-1 1 6, de la Liber
tad, marzo de 1 9 1 6.
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55. M. Archila, Cultura e Identidad Obrera, op. cit. , pp. 2 1 8-2 1 9 ; Medófilo Medina, op. cit., p. 52.
Este autor considera el año ele 1 9 1 7 como fecha de fundación del Sindicato Central Obrero.
56. M. Medina, op. cit., p. 52.
57. "Plataforma Socialista", en: El Luchadm: Medellín, No. 65, julio 1 de 1 9 1 9.
1 12
El obrero ilustrado
58. lbíd.
l 13
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1 14
El obrero ilustrado
61. José Antonio Osorio Lizarazo publicó una crónica sobre este periódico en 1 939, pero hay ambigüe
dad frente a si aún se continuaba publicando en ese momento o si había desaparecido un par de años
antes. Puede consultarse en: José Antonio Osorio Lizarazo, "Pablo Emilio Mancera, el hombre que
durante 40 años publicó un periódico del que era el único lector", en: op. cir., pp. 326-336.
1 15
Luz Ángela Núñez Espinel
Fue esa una operación muy simple, en la que el liberalismo puso las masas y el
socialismo la doctrina. Aquel era fuerte, sobre todo en las ciudades, pero no
tant<? como para prescindir de los gmpos que deseaban militar bajo otras ense
ñas; y los socialistas, aunque armados de un evangelio cautivador, eran numéri
camente débiles y sabían por tanto que no podían llegar directamente al poder.62
62. G. Molina, op. cit., p. 1 30. La expresión, "socialización de liberalismo'', la hemos tomado de este autor.
1 16
El obrero ilustrado
fensa del petróleo frente a los intereses del imperialismo, la Convención de !bagué
se declaró partidaria de la inversión de capital extranjero en el país63 .
De otro lado, aunque no es fácil precisar cuándo llegó con fuerza la in
fluencia marxista al país, ésta se hizo más evidente desde 1 9 1 8, año en que
algunos pequeños grupos empezaron a estudiar y a reivindicar estas ideas. Sin
embargo, fue sólo hasta finales de 1 922, con el eclipse del Partido Socialista,
que se empezó a diferenciar el "socialismo", del "socialismo de izquierda" o
"socialismo revolucionario". La existencia de estas posiciones se puso de ma
ní fiesto ante la opinión pública nacional, en mayo de 1 924, durante el Primer
Congreso Obrero y la � onferencia Socialista, que sesionaron en fom1a simul
tánea en Bogotá. Allí no solamente rivalizaron socialistas del pa11ido de 1 9 1 9
y socialistas revolucionarios, sino que también hicieron presencia algunos lí
deres anarquistas y otros que se autodenominaron comunistas64 .
Con todo, aun cuando en el Segundo Congreso Obrero de 1 925 se presen
taron las mismas fuerzas políticas que en el del año anterior y el evento fue
organizado por la Unión Sindical, de tendencia anarcosindicalista, se logró
mantener la unidad y dar un paso adelante en la organización de los trabajado
res con la creación de la Confederación Obrera Nacional (CON), que, además,
se afilió a la Internacional Sindical Roja. Esta situación de concordia cambió
radicalmente, en el Tercer Congreso Obrero de 1 926, cuando, tras una fue11e dis
cusión entre socialistas y anarquistas en tomo a la conveniencia de crear un partido
político, los primeros lograron imponerse e impulsaron la fundación del PSR65 .
Estos hechos fueron significativos para la prensa obrera, no sólo por el
indudable impulso que le dieron la CON y el PSR, sino también porque marca
ron los temas y delimitaron los espacios de acción y de confrontación de los
mismos periódicos. Al respecto, pueden considerarse tres ejemplos: primero,
la afiliación a la Internacional Sindical Roja, significó la posibilidad de recibir
y publicar boletines y noticias de la Rusia soviética y del movimiento obrero
internacional; segundo, algunos de los delegados obreros a los congresos se
convirtieron en corresponsales de los pequeños periódicos para cubrir el evento
y entrevistar dirigentes populares de otras regiones del país y, tercero, la escisión
63. !bid. . p. 129 y ss; M. Medina, op. cir. p. 72; l. Torres Giralda, Los inconformes, t. 3. op. cir.. pp.
.
709-7 1 3 .
64. M. Medina, op. cir., pp. 79-84. Este último autor y Diego Jaramillo, consideran que los años 1 923-
1 926, constituyen un periodo de transición hacia la consolidación de un socialismo marxista.
!bid. . p. 84; D. Jaramillo, op. cir., p. 65.
65. Para esta época, el grupo comunista ya se había disuelto, tras la muerte de Luis Tejada y la
expulsión del país del ruso Silvestre Savitski en agosto de 1 925.
1 17
Luz Ángela Núñez Espinel
66. Este periódico era de tendencia liberal, y apoyó la candidatura de Benjamín Herrera a la Presiden
cia. Algunos ejemplares se conservan en la Biblioteca Nacional. Véase, además: l. Torres Giraldo,
Los Inconformes, t. 3, op. cit., pp. 7 1 3-7 1 5; M. Medina, op. cit., pp. 74-77.
1 18
El obrero ilustrado
67. Alfredo Gómez, Anarquismo y anacosindicalismo en América Latina. Colombia. Brasil, Argenti
na, México, Barcelona, Rueda Ibérico, 1 980.
68. M. Archila, "La Humanidad, el periódico obrero de los años veinte", op. cil.
69. M. Medina, op. ci1. ; l . Torres Giraldo, Los inconformes. t. 3, op. cil.; M. T. Uribe, op. cir.
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luz Ángela NúFiez Espinel
70. La expresión "'discurso ideológico pluralista" fue acuñada por el historiador Mauricio Archila
para describir el periódico La Humanidad. Nosotros la hemos hecho extensiva al conjunto de
periódicos de socialistas de la década de 1 920. Cfr. "La humanidad, el periódico obrero de los
años veinte", op. cit. p. 23.
.
71. "'Policía medita'', en: Vanguardia Obrera. Barrancabenneja, No. 38, 2 de octubre de 1 926.
1 20
El obrero ilustrado
72. De 28 artículos que encontramos sobre este tema, véase, especialmente: "Los Obreros de Colom
bia piden la desocupación de Haití", en: Claridad. Bogotá, No. 63, 4 de diciembre de 1 928;
"Donde está el Camarada Azzario'', en: El Socialis1a, Bogotá, No. 524, 8 de julio de 1 928; "Soli
daridad estudiantil", en: Claridad, Bogotá, No. 47, 23 de marzo de 1 928; "Cuarenta colombianos
acompañan a Sandino", en: El Socia/isla, Bogotá, No. 526, 29 de julio de 1 928; A. Vi llegas . "EL
espíritu de la Tropical Oil Company", en: Vanguardia Obrera, Barrancabermeja, No. 38, 2 de
octubre de 1 926.
73. !.Torres Giraldo, A11ecdo1ario, op. cil., pp. 1 06 -- 1 07; y los /11conformes, l. 3, op. cil., p. 797.
121
luz Ángela Núñez Espinel
74. l . Torres G iraldo, Anecdo1ario, op. cil., pp. 1 08-109; y los Inconformes, t. 3, op. cit., p. 798;
AGN, FMG, S I , t. 964, f.5. 350-35 1 .
75. l. Torres Giraldo, Anecdo!ario, op. cil., pp. 1 08-109; M. Archila, "La Humanidad, el periódico
obrero de los mios veinte", op. ci!., p. 1 9 ; "La Jarana de Amarillos". en: El Socialista, No. 53 1 , 6
de octubre de 1 928.
76. lnfonne del Gobernador de Caldas al ministro de Gobierno . Manizales, 24 de marzo de 1 928, en:
AGN. FMG, S 1, t. 964, f. 350.
1 22
El obrero ilustrado
nes. Por ejemplo, La Justicia, de Medellín, dirigido por María Cano, fue fun
dado en 1 927, siguiendo la misma línea de La Humanidad, incluso se creó una
Cooperativa Obrera Tipográfica, imitando el modelo de Ja Cooperativa Tipo
gráfica de Cali, mencionada anteriormente. Dicha Cooperativa se constituyó
mediante escritura pública el 1 2 de septiembre de 1 927, y sesionaba regular
mente en la casa de María Cano, en Medellín. En una de sus actas aparece la
legalización de la compra de una imprenta para la edición del periódico. Lo
particular de esta transacción radica en que el vendedor (a quien le pagaron
parcialmente con acciones de la cooperativa), era Escolástico Á lvarez, un acti
vo militante popular, que había sido miembro de la Sociedad de Luchadores y
administrador de El Luchador. Por lo tanto, no es descabellado pensar que se
trataba de la misma imprenta donde se editó este periódico, entre 1 9 1 9 y 1 92477 •
En abril de 1 928, Ignacio Torres Giraldo fue detenido en Armenia, y se l e
decomisó gran cantidad d e infonnación (está fu e una d e las causas d e l a sus
pensión de La Humanidad); entre esos papeles se encontraba un listado de los
"periódicos obreros revolucionarios de Colombia", que incluía nueve títulos:
La Humanidad (Cali), Vox Populi (Bucark"manga), Por la Unión (Cienaga), El
Faro (Neiva), La Justicia (Medellín), Bohemia Libre (Buenaventura), El Mi
crobio (Riosucio), Vanguardia Obrera (Pue1to Benío), y EL Pueblo (Girardot)78 •
Este listado está incompleto, pues no incluye reconocidos periódicos como EL
Moscovita y El Avance (Líbano), Revolución y Nueva Era (Bogotá)79 . Por su
ubicación geográfica en sitios estratégicos de la economía nacional, esta red
de periódicos fue muy importante para la difusión de la ideología del PSR,
pero también para la organización política de los trabajadores:
77. El acta se encuentra trascrita en: J. M. Rojas Guerra, La estrategia insurrecciona/ socialista, op. cit.,
pp. 263-264. Véase, también, !.Torres Giraldo, Los Inconformes, t. 3, op. cit., p. 797.
78. "Direcciones de los periódicos obreros revolucionarios de Colombia'', en: J. M . Rojas Guerra, La
estrategia insurrecciona/ socialista . . . . op. cit., p. 298.
79. Cfr, Claridad, Bogotá, No. 55, 8 dejunio de 1 928; AGN, FMG, S 1 , t. 9 8 3 , fs. 97-1 00; M . T. U ribe,
op. cit., p. 1 39.
80. J. M. Rojas Guerra, La eslrategia insurrecciona/ socialislCI ... , op. cit., p. 39.
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1 24
El obrero ilustrado
E. Prensa anarquista
83. La Voz Popu/m; Bogotá, No. 80, 9 de noviembre de 1 924, citado en: A. Gómez, op. cir., p. 33.
1 25
luz Ángela Núñez Espinel
Gregorio Caviedes afinnó que "la prensa revolucionaria no debía aceptar anun
cios y subvenciones de los explotadores", pero, en el número siguiente, presentó
excusas a sus compañeros por haberse visto obligado a insertar anuncios84 .
En 1 924, se confonnó el Grupo Libertario de Santa Marta, que desarrolló
su acción política en esa ciudad y con los trabajadores de la zona bananera,
intentando contrarrestar la influencia del sindicalismo liberal y patronal. Para
ello, este grupo utilizó su periódico Organización, conferencias, mítines, boleti
nes y giras de propaganda. Así mismo, organizó una Comisión de Propaganda que
llevaba el mensaje libertario a diversas poblaciones, tratando de crear o reorgani
zar sindicatos de acuerdo con sus principios. En forma autónoma realizó dos gran
des giras de propaganda por la zona bananera; una, en diciembre de 1 924, y otra,
en marzo de 1 926, y posteriormente colaboró en la organización y ejecución de la
gira de María Cano e Ignacio Torres Giraldo, a comienzos de 1 928.
Los periódicos anarquistas compartían un núcleo temático común: difu
sión del proyecto anarcosindicalista, exaltación de los obreros, apoliticismo,
internacionalismo, anticlericalismo y ateísmo, antimi litarismo, preocupación
por la situación de la mujer y difusión de aitículos de anarquistas reconocidos,
como Reclús, Kropotkin, Anselmo Lorenzo, entre otros85 . Al hacer un análisis
comparativo con los periódicos obreros de otras tendencias, queda claro que exis
ten muchos elementos compartidos, pero también algunos matices diferentes y
puntos de ruptura que pe1miten definirlos como un tipo de prensa específico.
Paradójicamente, la principal diferencia no es la presencia de la ideología
anarquista, que si bien está más claramente definida en estos periódicos, no es
exclusiva de ellos, sino que es posible encontrarla junto con otras ideologías
en la prensa radical, socialista y socialista-revolucionaria. E l elemento de la
prensa anarquista, que no encontramos en ningún otro tipo de publicaciones,
es el ateismo. Como vimos anteriormente, no era atea siquiera la prensa
anticlerical de la segunda década del siglo; por el contrario, aquélla y todas las
demás tendencias, estaban imbuidas en un pensamiento religioso muy fuerte.
Los periódicos anarquistas defendían la idea de que los dioses eran "hi
jos de la fantasía" de los hombres y que ninguna religión lograba salir bien
librada de un análisis hecho por la ciencia. Además, trataban de mostrar cómo
84. A. Gómez, op. cit., p. 6 1 ; Gregorio Caviedes, "Orientaciones", en: Vía Libre, Barranquilla, Nos.
1 y 2, 4 y 1 0 de octubre de 1 925.
85. A. Gómez, op. cit., pp. 33-39, 58, 62-68. Véase, especialmente, "Rebeldía Triunfante" y "Decla
ración de Principios", en: La Voz Populm; Bogotá, No. 80, 9 de noviembre de 1 924, citados en
lbíd., pp. 34 y 36; Pensamiento y Voluntad. Bogotá, No. 2, 1 926 (sin fecha).
1 26
El obrero ilustrado
la rel i gión, que en principio no tenía nada que ver con la organización obre
ra, conllevaba consecuencias negativas para los intereses de los trabajado
res, haciendo fuertes críticas al Clero, en términos muy similares a los
utilizados por radicales y socialistas:
( ... ) Sí, camarada policía: Reflecciona (sic) fríamente estas amargas verdades
y veréis como sacáis en consecuencia de que tú también eres hermano de no
soh·os, de que tú (sic) también te explotan los BURGUESES, que tu salario
como el nuestro, tampoco te alcanza jamás para nutriros . . . Que quizás noso
tros los Obreros vivimos una vida más amplia que la tuya, pero que no por eso
86. "Para qué sirven las religiones", en: Pensamiento y Libertad, Bogotá No. 2, 1 926 (sin fecha).
1 27
luz Ángela NúP1ez Espinel
Está situación creó alarma entre las autoridades y falsas expectativas entre
los militantes políticos que, por ejemplo, nunca pensaron que las tropas presen
tes en la región bananera de Santa Ma11a fueran a disparar contra la población88 .
En el análisis de la situación de la mujer, compartieron con los socialistas
la fe en los beneficios que traería la educación y, en un nivel más abstracto, la
revolución social, con lo cual se resolverían de una vez y para siempre todo tipo
de injusticia y desigualdad. La diferencia radicaba en el mayor número de a11ícu
los escritos por mujeres sobre el tema, en los que, si bien compartían el esquema
explicativo esbozado anteriormente, había un sutil desplazamiento del proble
ma, que cuestionaba también la concepción patriarcal de los mismos obreros89 .
Las relaciones entre la prensa anarquista y la prensa social ista-revolucio
naria no son fáciles de caracterizar. Teóricamente, debían existir diferencias
ideológicas importantes, pero la falta de claridad política, especialmente entre
los socialistas, implicaba que no se vieran estas ideologías como divergentes y
que muchos líderes socialistas retomaran principios y formas de acción del
anarcosindicalismo. Por su parte, los anarquistas fueron más firmes en su crí
tica al socialismo de corte soviético, aunque, en algunas ocasiones, la debili
dad política los convenció de la necesidad de trabajar mancomunadamente.
El periódico Organización, del Grupo Libe11ario de Santa Marta, adoptó
una línea de acción unitaria con otras corrientes socialistas, lo que en la prácti
ca se tradujo en la organización de la gira de María Cano e Ignacio Torres
Giralda por la zona bananera, a comienzos de 1 928, y un contacto permanente
entre el grupo de Santa Marta y el PSR. Sin embargo, como se viene señalan
do, esta no fue la conducta general de los anarquistas frente a los socialistas. En
1 925, en las páginas de Via Libre, se hicieron fuertes críticas a la idea de fundar
87. "'Meditación", Hoja volante escrita a máquina, en: AGN, FMG, S 1, t. 2 1 2, fs. 1 94-- 1 96.
88. Anderson Pacheco, "Del antimilitarismo. A la juventud". en: Vía Libre, Barranquilla, No. 1 , 4 de
octubre de 1 925, citado en: A. Gómez, op. cit., p. 64.
89. Véanse, por ejemplo, los apartes de un artículo escrito por Ana María García, en: Vía Libre,
Barranquilla, No. 1 , 4 de octubre de 1 925, que se trascriben en: A. Gómez, op. cit., pp. 66-67.
128
El obrero ilustrado
La revolución rusa es sin duda una de las más grandes j ornadas en Ja historia
de las convulsiones sociales llevadas a cabo por un pueblo insurrecto contra la
tiranía zarista que lo lapidaba y escarnecía durante siglos. Este hecho ciclópeo
eclipsa todos los demás hechos revolucionarias habidos con anterioridad a él.
Lo reconocemos. Pero lamentamos su fracaso, fracaso que ciframos en el no
afianzamiento del motivo céntrico de esa revolución: La Libertad.91
Durante 1 928, se presentó una confrontación muy fuerte con PSR, pues a
través de l a prensa se le criticaron sus acercamientos con el liberalismo y se
denunciaron actuaciones incolTectas de algunos dirigentes de ese partido. Des
pués de la masacre de las bananeras se cuestionó, además, la dirección dada
por los dirigentes del partido a ese conflicto. En este debate se mezclan dos
contiendas claramente diferenciadas: una teórica, sobre el carácter y los alcan
ces de la Revolución Rusa, y otra, sobre quién debía tener la dirección del
movimiento obrero colombiano, donde entraban en disputa el PSR, los
anarquistas y los socialistas independientes.
90. "Política Obrera", en: Vía Libre, Barranquilla, No. 2, 1 O de octubre de 1 925.
91. "Del paraíso soviético", en: Pensamiento y Voluntad, Bogotá, No. 2, 1 926 (sin fecha).
1 29
luz Ángela Núñez Espinel
92. "Ley 6 1 de 1 888 (25 de mayo)", en: Diario Oficial, Bogotá, No. 7 .399, 29 de mayo de 1 888.
93. "Ley 51 de 1 989 ( 1 5 de diciembre)", en: Diario Oficial. Bogotá, No. 1 0.860, 14 de enero de 1 899.
130
El obrero ilustrado
94. "Decreto No. 84 de 1 903 (26 de enero) '', en: Diario Oficial, Bogotá, No. 1 1 .794, 3 1 de enero de 1 903.
95. "Decreto Legislativo No. 4 de 1 905 (9 de enero)", en: Diario Oficial. Bogotá, No. 1 2.256, 12 de
enero de 1 905. Este decreto fue luego ratificado mediante la Ley 8 de 1 905 (5 de abril).
131
lu:: Ángela Núñez Espinel
rario para burlar la censura-, la esfera de acción política del periódico durante
sus dos primeros años de publicación fue muy restringida, porque se castigaban,
Sin forma de juicio, hasta las expresiones más triviales de los escritores públi
cos, cuando estos se apartaban de la senda de la adulación a las autoridades y
de la aprobación incondicional de los actos de ellas. Estábamos, pues a merced
de Ja voluntad de los mandatarios, aunque el Decreto sobre Prensa permitiese
la discusión amplia de los actos de gobierno.97
96. "Decreto Legislativo No. 47 de 1 907 ( 1 2 de septiembre)", Articulas 1 5- 1 7, en: Diario Oficial,
Bogotá, No. 1 2 . 750, 20 de septiembre de 1 906.
97. "Adelante", en: La Libertad, Bogotá, No. 1 2, 3 de julio de 1 909.
98. "Ley No. 1 de 1 909 (2 1 de agosto)", en: Diario Oficial, Bogotá, No. 1 3 . 772, 26 de agosto de 1 909.
132
El obrero ilustrado
Nos, Fray RAVACHOL, propagador del santo ideal del socialismo y fustigador
de los frailes, etc., etc., haciendo uso de nuestro santísimo derecho, excomul
gamos solemnemente y ante todos los hombres sensatos y lectores del
RAVACHOL, al Papa, a los clérigos, a los frailes, a las monjas, alcanzando
nuestra formidable excomunión hasta los apaga-mechos y a todos los que difa
men contra Nos y a nuestro santísimo periódico RAVACHOL. Igualmente que
dan excomulgados todo el que les dé la mano, pase cerca de ellos, o se dejen
descrestar con limosnas para el culto y otras gallerías; alcanzando nuestra for
midable excomunión hasta la quinta generación.
133
luz Ángela Núñez Espinel
Este tipo de respuestas exaltó aún más los ánimos del Clero capitalino,
que convocó a sus fieles a una marcha contra los citados periódicos y para
pedir, de paso, a las autoridades la aprobación de una legislación de prensa
mucho más severa, como la que en esos momentos se estaba discutiendo en las
cámaras legislativas. Aunque la manifestación pública se llevó a cabo el 25 de
septiembre, desde los primero días del mes circulaba el rumor de que algunas
personas estaban organizando un mitin para apedrear la oficina de Ravachol.
Ante ello, parece que algunos artesanos se ofrecieron para defender la sede del
periódico, si algo llegaba a ocurrir103 . Como resultado inmediato, Juan Fran
cisco Moncaleano y Alejandro Torres Amaya fueron encarcelados y ni Ravachol
ni Chantecler pudieron seguir publicándose después de sancionada la nueva
reglamentación sobre prensa. La prisión de Torres Amaya mostró, de manera
especial, lo absurdo de los acontecimientos, puesto que para ese entonces e l
personaje y a n o tenía nada que ver con el periódico.
Las presiones sobre los legisladores rindieron frutos. Así, el 3 de noviem
bre de 1 9 1 O se sancionó la Ley 73, que refo1mó la Ley 5 1 de 1 898. Aunque
mantuvo la esencia de ese acto legislativo, aumentó nuevamente las penas y
las multas para los infractores, protegió mucho más Ja figura eclesiástica, pro
hibió explícitamente denigrar o ridiculizar a través de escritos, grabados, pin
turas o caricaturas a los clérigos, las entidades o los símbolos de la religión
católica, proscribió Ja fijación pública de hojas anónimas y aumentó a un año
el término de la prescripción de delitos de injuria y calumnia.
Esta Ley representaba un duro golpe para los periódicos de la oposición,
tanto moderados como radicales, pues no esperaban que tal proyecto fuera
aprobado, e incluso creían que el presidente Carlos E. Restrepo de ningún
modo lo permitiría. Con esto, se empezaron a desvanecer las esperanzas que
muchas organizaciones políticas habían depositado en el Gobierno Republica
no, y en la creencia de que el país había entrado en un período de democracia,
con el consiguiente respeto de las garantías y los derechos individuales para
1 34
El obrero ilustrado
1 04. Las objeciones a la ley pueden consultarse en: Diario Ojlcial, Bogotá, No. 1 4 . 1 36. 7 de
noviembre de 1 9 1 O.
1 05 . Ver: "Sobre l a misión d e l a prensa'', en: L a Correspondencia, Tolú, No. 3, 2 2 de febrero de 1 9 1 2;
"Lo que es la imprenta'·, en: El Pilo10. Bogotá, No. 1 , 25 de febrero de 1 9 1 9; Kiko el Socialista,
"Salve, Búhos'', en: El Luchado1; Medellín, No. 77, 1 7 de agosto de 1 9 1 9.
l 06. "Excomunión", en: El Martillo, Pereira, No. 6, 1 7 de noviembre de 1 9 1 6; y "La Conferencia".
en: El Obrero Moderno, Bucaramanga, No. 4, 4 de abril de 1 9 1 3 .
135
Luz Ángela Núñez Espinel
A partir de 1 926, con la fundación del PSR, las giras de agitación de María
Cano e Ignacio Torres Giralda, y el aumento de periódicos obreros y socialis
tas en diferentes regiones del país, se presentó una nueva ola de represión que
alcanzó su punto más álgido con la aprobación de la Ley 69 de 1 928, más
conocida como Ley Heroica. Hubo instigación del Clero y los periódicos con
servadores y católicos, que orquestaron una campaña sistemática para denun
ciar lo que ellos consideraban subversión del orden público, avance del
comunismo y atentados de la prensa contra las instin1ciones sociales. Empero,
la forma más eficaz e inmediata para acallar algunos periódicos radicó en la
persecución policial y judicial a través de allanamientos, el decomiso de las
ediciones y el encarcelamiento de sus directores 1 1 º .
Para ilustrar un caso, El Socialista sufrió varios decomisos de sus edicio
nes entre 1 927 y 1 928, y en algunas ocasiones se prohibió pegar los carteles
1 07. El proceso contra los jóvenes "ravacholes" es narrado por el autor de la caricatura, Ignacio Torres
Giraldo, en su obra, Anecclorario, op. cit. , pp. 32-33.
1 08. "La prensa amenazada", en : La Libertad, Bogotá, No. 1 30, 5 de ocrubre de 1 9 1 6.
1 09. "Regresión", en: El A riere. Bogotá, No. 107, 23 de oct11bre de 1 9 1 3; Han de Islandia, "Atenta
rán . . . ?", en: El L11chado1; Medcllín, No. 75, 6 de agosto de 1 9 1 9 .
1 1 O. "Mensaje Presidencial a l Congreso Nacional en las sesiones ordinarias de 1 928", e n : Diario Ofi
cial. Bogotá, No. 20885, 4 de septiembre de 1 928, p. 554.
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1 1 1. Sobre la denuncia contra el Director General de la Policía, véase, "Solicitud", en: El Socia/isla,
Bogotá, No. 5 1 5, 1 º de mayo de 1 928; otros actos de censura contra este periódico, en, "Activida
des Obreras", en: El Socia/is1a, Bogotá, No. 5 1 7, 1 9 de mayo de 1 928; "Agua, agua, señor admi
nistrador", en: El Socia/isla, Bogotá, No. 5 1 8, 25 de mayo de 1 928; "De Zipaquirá", en: El
Socia/isla, Bogotá, No. 529, 9 de septiembre de 1 928.
1 1 2. En el Archivo General de la Nación se conservan algunos de los informes enviados por los gober
nadores al M inistro de Gobierno, con los resultados de sus acciones: AGN, FMG, S 1 , t. 983, fs.
97-99 (Tolima); t. 964, fs. 348-35 l (Caldas); t. 973, fs. 1 -3 (Magdalena); t. 982, fs. 294-302
(Boyacá). Un informe sobre el proceso seguido a Tomás Uribe Márquez, director del periódico
bumangués Vox Populi, se encuentra en el t. 983, fs. 1 95-206.
1 37
Lu::: Ángela Núiiez Espinel
1 38
El obrero ilustrado
Que vengan los proyectos heroicos, que amordacen la prensa, que sigan a tiros
las ideas para que entonces se vea cómo se hacen armas de combate con el
metal de las imprentas y cómo corren las ideas provocando por todas partes
incendios; pues sin la guillotina hubiera fracasado la revolución francesa, sin
las prisiones de Siberia no hubieran caído de su trono los zares y sin los ban
quillos de Barrocolorado Reyes estuviera a estas horas �n el poder. 117
1 39
luz Ángela Núñez Espinel
Nosotros sabemos de una manera clara y precisa que el gobierno ha obrado corno
lo está haciendo contra el pueblo, únicamente para acabar con la prensa obrera,
pues para todos los escritores y periodistas al servicio del pueblo, nos es material
mente imposible pagar el impuesto de prensa que nos impone la nueva ley, es algo
que toca todos los extremos de la conculcación de la libertad de palabra121 •
1 1 9. "Ley 69 de 1 928 (oc111bre JO), en: Diario Oficial, Bogotá, No. 20.934, 2 de noviembre de 1 928.
1 20. Esta suma era bastante elevada si tenemos en cuenta que el salario industrial diario en el país, en
1 929, era de $ 1 .25 y el agrícola de $ 1 . 1 6. "Promedio de los salarios industriales y agrícolas en la
República, según los datos que posee la Oficina General del Trabajo'', en: Boletín de la Oicina f
1 40
El obrero ilustrado
ideas de Len.in y Marx." 1 22 . En realidad, no era del todo una idea descabellada, ya
que el cambio de enfoque, de la política a lo literario, había sido la táctica emplea
da por La Libertad durante la dictadura de Rafael Reyes y algo muy similar, aun
que con mayor éxito, hizo la revista anarquista La Razón, en España 1 23 •
Si nos atenemos al dramático descenso en el número de periódicos edita
dos en 1 929, con respecto a 1 928, podríamos concluir que esta ley definitiva
mente influyó en el cierre de muchos periódicos. Aun teniendo en cuenta las
difíciles condiciones del PSR, después de la masacre de las bananeras y la
insurrección fallida de 1 929, la Ley 69 de 1 928 otorgaba el marco legal para
allanar casas e imprentas y encarcelar a líderes políticos y periodistas, pero tam
bién posibilitaba mantener en prisión, incluso, a personas aun sin pruebas para
imputarle delito alguno, es decir, a sospechosos. En esos casos se les imponía
multas o se les pedía que cancelaran la caución en dinero que exigía la Ley 69, y
ante la imposibilidad de cumplir con estos requerimientos, se les conmutaba la
sanción pecuniaria por cárcel a razón de un día por cada tres pesos 1 24 .
Esto fue lo que les ocurrió a Alfonso Restrepo y Marco Aurelio Ariza, en
Vélez Santander. Según el alcalde de la población, Víctor Combariza, las auto
ridades municipales, alarmadas por el levantamiento bolchevique que se había
presentado en otros l ugares del departamento de Santander el 27 de julio de
1 929, decidieron hacer "rondas" en las casas de algunos habitantes del pueblo,
"para tomarles los elementos de propaganda y bélicos que se hallaran en su
poder". Este procedimiento se llevó a cabo en las casas y talleres de nueve
hombres, a quienes las autoridades consideraban cabecillas. Según el informe,
"se les tomaron obras de propaganda, hojas sueltas, machetes, puñales y
revolvers (sic)". A quienes no se les encontró nada, se les conminó a presentar
se todos los días en el despacho de la alcaldía, pero a Aurelio Restrepo (Presi
dente de la Federación Socialista) y a Marco Aurelio Ariza (autor de algunas
de las hojas de propaganda), se les exigió el pago de la caución de quinientos
pesos: Ante la negativa de pagar la multa, estos dos personajes fueron reduci
dos a prisión y allí se encontraban cuando el alcalde le escribió al M inistro de
Guerra el 1 5 de agosto de 1 929 1 25 .
1 22. "Cambio de nombre por la ley heroica", en: El socialista, Bogotá, No. 533, 2 1 de octubre de 1 928.
123. Francisco Javier Nava1TO Navarro, "El paraíso de la razón". L a revista estudios (1928-1937) y el
mundo cultural anarquista, Valencia, Edicions Alfons El Magnanim, 1 997.
1 24. "Ley 69 de 1 928 (octubre 30)", Artículo 5°, en: Diario oficial, Bogotá, No. 20.934, 2 de
noviembre de 1 92 8 .
1 25. AGN, FMG, S I , t. 979, f. 1 08.
141
Lu:: Ángela NúF1ez Espinel
Durante la segunda y tercera décadas del siglo XX, la prensa obrera fue un
medio util izado por los sectores organizados de los trabajadores para lograr
afirmación y reconocimiento político en un contexto caracterizado por la ex
clusión permanente de los sectores populares del debate público, en beneficio
1 26. !bíd , C 1 09
1 42
El obrero ilustrado
1 43
Luz Ángela Núñez Espinel
1 27. Tomás Moulian e Isabel Torres, "Concepción de la política e ideal moral en la prensa obrera", en:
Documento de Trabajo. Programa FLACSO-Santiago de Chile, No. 336, mayo de 1 987, p. 1 5.
1 44
El obrero ilustrado
1 28. E. P., Thompson, Costumbres en común, op. cit., p. 22 y ss; Pedro Benítez, E. P Thompson y la
historia. Un compromiso ético y político, Madrid, Talasa Ediciones, 1996, p. 1 3 1 y ss.
1 29. Para el desarrollo de su propuesta de análisis, George Rudé se basó en Antonio Gramsci, quien
había acuñado los conceptos de ideología orgánica y no orgánica. Sobre la recepción de la teoría
de Gramsci en Rudé, véase el primer capítulo de su libro, Revuelta popular y conciencia de clase,
Barcelona, Editorial Crítica, l 99 1 , pp. 1 5-3 1 .
1 30. G. Rudé, El rostro de la multitud, op. cit., p. 202; G. Rudé, Revuelta populary conciencia de clase,
op. cit., p. 34 y ss.
1 45
Luz Ángela Núñez Espinel
Esto nos l leva a otro punto, importante para el análisis, que consiste en
considerar que los elementos inherentes y derivados de la ideología popular no
están claramente delimitados ni son fácilmente discernibles, puesto que, como
mencionábamos anteriormente, existen coincidencias entre los dos. Por tal
circunstancia, la síntesis que se produce a paitir de la experiencia vivida puede
conve1tir un elemento derivado, en el curso de una o varias generaciones, en
algo sustancial a la cultura popular131 Este es el caso del cristianismo y algunos
•
131. G . Rudé, Revuelta pop11/ar i · conciencia de clase. op. ci1. p. 35; E. P. Thompson, op. cit. , p. 22 y ss.
.
1 46
Capítulo 4
IMÁGENES , SÍMBOLOS Y DISCURSOS EN LA
PRENSA OBRERA COLOMBIANA
1. Guillermo Sw1kel, Razón y pasión en la prensa populw; Santiago de Chi le, lnstituto Latinoame
ricano de estudios transnacionales, 1 985, p. 46. Cursiva en el original.
2 G. Rudé, El rosrro de la multitud. Estudios sobre revolución, ideología y revuelta populm; op. cit.
Para este concepto, véase capítulo 3 de este trabajo.
148
El obrero ilustrado
3. !bíd., p. 49.
4. lbíd., pp. 49 -5 1 .
5. G. Sunkel, la representación del pueblo en los diarios de masas, op. cit. , p . 3.
6. G. Sunkel, Razón y pasión . . . . op. cit., pp. 46 -47.
1 49
Luz Ángela Núñez Espinel
antiguo como lo nuevo, compiten por un lugar propio, de manera que el resulta
do siempre implica algún grado de mezcla entre los dos elementos.
Esto puede verse en los periódicos, sobre todo en la forma como ellos constru
yen una representación singular de lo popular, articulando elementos propios de la
matriz racional-iluminista y de la matriz simbólico-dramática; promoviendo una
identidad más política (centrada en la clase obrera y los conflictos que le son pro
pios), o más cultural (incluyendo diversidad de actores con sus múltiples conflic
tos en la vida cotidiana) dependiendo del tópico en que se haga énfasis7 •
Para determinar cuál es e l tipo de matriz que prevalece, Sunkel propone
el análisis de seis categorías: lenguaje, estética, actores, conflictos, espacios
y temáticas. De tal modo, realizamos este ejercicio para el conjunto de l a
prensa obrera colombiana del período estudiado y l o s resultados l o s presen
tamos en el cuadro No. 2, donde puede verse la matriz cultural que prevalece
para cada uno de los temas.
Cuadro No. 2
Análisis de las matrices culturales presentes
en la prensa obrera colombiana
MATRIZ RACIONAL - ILUMINISTA MATRIZ SIMBOLICO - DRAMATICA
LENGUAJE Concreto,
Dicotómico,
Religioso
Rico en imágenes y metáforas.
Busca conmover más que convencer
ESTETICA Melodramática.
Riqueza de colores y sentimientos.
Burla y sarcasmo
ACTORES Obreros Mujeres
POPULARES Campesinos Inquilinos,
Indígenas
Artesanos
Pobres
CONFLICTOS Patrón/ Obrero Frente a la Iglesia, las autoridades locales,
Patrón/ campesino la policía
ESPACIOS Público Vida cotidiana (pública)
Político (excluye la vida privada)
TEMATICAS Política (ideologías y organización obrera)
Ciencia,
Progreso
Civilización
Alcohol
Educación
Elaborado con base en Guillermo Sunkel, Razón y pasión en la prensa popular, Santiago de
Chile, Instituto Latinoamericano de estudios transnacionales, 1 985, p. 53
1 50
El obrero ilustrado
151
luz Ángela Núñez Espinel
te. Sin embargo, la mayoría tenía una visión idealizada del pueblo, asociado a
adjetivos corno bueno, laborioso, honrado, pobre, explotado, pacífico e inge
nuo9 . En lo que sí había unanimidad era en mostrar que el pueblo podía cumplir
un papel protagónico en la marcha hacia el progreso; es decir, que su situación
podía y debía ser potencialmente cambiada a través de la educación y la instruc
ción. La misión de la prensa consistía en guiar esa transformación.
La relación entre "pueblo" y "obrero" era dificil de caracterizar y pasaba
por un doble proceso, simultáneo, de identificación y diferenciación. La iden
tificación se producía porque compartían una situación común: eran pobres,
explotados por los partidos y los ricos, y todos eran ciudadanos; por eso, fácil
mente se utilizan como sinónimos "pueblo" y "obrero". En este punto, es inte
resante señalar que no solamente era una fi liación de clase, en términos
económicos, sino que también involucraba elementos políticos, tales como la
noción de ciudadanía, heredada de la Revolución Francesa, y la convicción de
que aquellos sectores habían sido util izados por los partidos políticos y los
ricos en detrimento de sus intereses1 0 • Como señalamos en el capítulo prime
ro, la diferenciación se sustentaba en argumentos de tipo económico y político.
En cuanto a lo económico, existía la convicción de que algunos integrantes
del pueblo contribuían más que otros al progreso del país, concretamente aque
llos que estaban ligados a la producción material, bien fuese agrícola, artesanal o
industrial. Así, la formula: trabajo + producción = progreso/civilización, favore
cía a los obreros, quienes eran considerados como lo mejor, no sólo del pueblo,
sino de la sociedad en su conjunto o, expresado en términos más emotivos:
No te he dicho quién eres y aunque quiero decírtelo no puedo; eres tan gran
de . . . no soy digno de pronunciar tu nombre, pero sí te digo que eres el factor
del progreso universal. De las entrañas de la tierra extraes el oro y del fondo
del mar la hermosa perla, y cual soberbio tinte te remontas en los aires mane-
9. Las citas siguientes muestran estas dos imágenes opuestas sobre el pueblo: "un pueblo que a
merced de la ignorancia en que se le cultivara durante tantos años, descendió de su nivel para ser
un rebaño, una montonera analfabeta, explotable al antojo del primer aventurero, del primer tiranuelo
afortunado". Ver, "Nuestra labor", en: La Vanguardia, Bogotá, No. 1 , 4 de febrero de 1 9 1 2 . "Nuestro
pueblo es esencialmente honrado, pacífico y trabajador, en su generalidad, y si hay malos, es
porque en todas partes los hay; pero ese tipo de criminales natos e incorregibles, si se registran en
nuestro ambiente es la excepción", Arístides Zapata, "Semanalmente", en: El L11chado1; Medellín,
No. 69. 1 6 de julio de 1 9 1 9.
l O. Encontramos un total de 3 7 artículos que identi fican "pueblo" y "obrero", por uno o varios de
estos elementos. Véase, particularmente: Rafael Reyes Daza, '·El Partido Católico y el Partido
Obrero", en: El Proteccio11ista. Bogotá, No. 25, 8 de mayo de 1 9 1 1 ; Joaquín R., "Una queja", en:
El Luchado1; Medellín, No. 78. 21 de agosto de 1 9 1 9; "El Obrero", en: El Industrial, Bogotá, No.
2, 4 de julio de 1 908.
1 52
El obrero ilustrado
ll. Juan Francisco Moncaleano, "Socialismo. La redención del obrero", en: Ravachol, Bogotá, No.
1 3, l 8 de septiembre de 19 l O.
1 2. M. Agulhom, "Política, imágenes y símbolos en la Francia posrevolucionaria", op. cit., p. 259.
153
Luz Ángela NúP1ez Espinel
13. Roger Chartier. El 1111111do como representación. Barcelona. Editorial Gedisa. 1 995 . p . 57.
14. lbíd., p. 58.
15. Para constatar l a forma como e l contenido del periódico guia l a lectura del cabezote. véase: "La
boremos", en: El Obrero Colo111biano, No. l . 6 de junio de 1 9 1 4; "Por el arte", en: El Obrero
Colombiano, No. l . 6 de junio de 1 9 1 4 .
1 54
El obrero ilustrado
ros para acabar con todo lo que queda de la "Regeneración " y a sembrar las
ideas del socialismo para que llegue un nuevo amanecer de libertad, igual
dad, fraternidad y justicia16 .
Figura No. 3
16. Util izamos e l término "Regeneración", entre comillas, porque n o era utilizado e n los periódicos
obreros de la época.
155
Luz Ángela Núñez Espinel
Figura No. 4
1 56
El obrero ilustrado
17. E. Hobsbawm, "El hombre y la mujer, imágenes a la izquierda", en: El mundo del trabajo, op. cit., p. 1 25.
1 8. En este período, la influencia inglesa pone en furor las chaquetas y levitas, que empiezan a ser
vistas como sinónimo de elegancia y distinción, y fueron utilizadas hasta por líderes indígenas,
como Quintín Lame, pero en la cotidianidad, y sobre todo en los sectores más pobres, la ruana
seguía reinando como vestido, cobija y estera.
1 9. A. Rodríguez Forero, Vista fiscal, op. cit., pp. 7 -8.
157
Luz Ángela Núi1ez Espinel
Figura 5
Fotografía de un grupo de artesanos de Bogotá.
Fuente: Marco Tulio Anzola Samper, Asesinato del General Uribe Uribe, ¿ Quiénes son? Bogotá,
Tipografía Gómez, 1 9 1 7 , p. 90.
20. E. Hobsbawm, "El hombre y la mujer imágenes a la izquierda", op. cil., pp. 1 26-1 29.
1 58
El obrero ilustrado
Figura 6
RlCAR.00· E. LOPEZ O.
POR T�L.E:GRi\f01 VM:OUARO!A �- . I
<
21. La más famosas de estas imágenes se encuentra en el cuadro de Delacroix, "La libertad Guiando
al pueblo", 1 830.
1 59
Luz Ángela Núñez füpinel
22. Ovidio Montes, "El Proletario'', en: El Luchado1; Medellín, No. 72, 26 de julio de 1 9 1 9 .
1 60
El obrero ilustrado
23. Para una historia de la ciudad de Barrancabermeja y de los trabajadores petroleros, véase: J.
Aprile-Gniset, op. cit., y J. Yunis y C. N. Hemández, op. cit.
24. Vanguardia Obrera, No. 38, 2 de octubre de 1 926.
161
luz Ángela Núiiez Espinel
25. Véase: "'La Integridad nacional", en: El Faro, Bogotá, Nos. 2 y 3, 15 y 22 de diciembre de 1 905.
Un estudio más general sobre el imaginario que desarrolla la prensa en torno a la pérdida de
Panamá. en: Luz Á ngela Núi'íez, "El rapto de Panamá en la caricatura política colombiana, 1 903
-1 930". en: Heraclio Bonilla y Gustavo Montai'íez (editores), Colombia y Panamá. La metanwr
.fosis de la nación en el siglo XX. Bogotá, Universidad Nacional, 2004.
1 62
El obrero ilustrado
Figura No. 8
E T� F A R O
�UlS}.;l\Tr&@i IJjn 811 ®l'\"0 plcci lltWl\ fl\O&lli OMfo Oditottttt• dtJ ll\ AUt1't'A. k* boru>t<•
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on •1tlor 6 Cqlto111 hTA ecn. ·ofor.
26. Texto que acompaña la imagen de "El Ave Negra", en: El Faro, Bogotá, No. 3, 23 de noviembre de 1905.
27. El Símbolo, Cartagena, No. 3, 20 de abril de 1 9 1 O.
163
luz Ángela Núñez Espinel
significado negativo y era asimilado a la figura del "ave negra'', una imagen
propia de la matriz simbólico -dramática, a la que se le oponían dos símbolos:
la luz y el gorro frigio (razón y libertad).
Por la fue1ie censura de prensa imperante y el reducido espacio de acción
que tenía la oposición, una representación de este tipo no hubiera sido posible en
la primera década del siglo. Sin embargo, después de la caída de Rafael Reyes la
libertad de expresión se amplió un poco y, en parte, por eso podemos encontrar
otras visiones sobre los resultados de los gobiernos conservadores. No obstante,
pese a las diferencias entre la prensa artesanal�brerista y radical, el referente y
el radio de acción seguía siendo el país (la patria). En consecuencia, se hacía un
llamado a los obreros y al pueblo en general, para que contribuyeran a liquidar la
herencia legada por esa noche de catástrofes (La Regeneración y la dictadura de
Reyes) y a sembrar las ideas del socialismo en el país, como antesala de un
nuevo amanecer de libertad, igualdad, fraternidad y justicia.
Por su parte, en los periódicos socialista -revolucionarios y anarquistas, e l
contexto donde s e ubica y e n e l cual debe actuar el obrero, e s universal: e l
proletariado internacional y la revolución mundial. Por esto, el escudo nacio
nal desapareció de la iconografía y se retomaron símbolos mundialmente di
fundidos, como el hombre del torso desnudo que analizamos anteriormente; la
hoz y el martillo, la cinta, con el llamado al internacionalismo proletario ("Pro
letarios de todos los países uníos"), y el emblema femenino de la revolución o
el globo terráqueo (Figuras No. 9 y No. 1 O).
Figura No. 9
!lirtctQI. f, V>JJ....-CIA
1 64
El obrero ilustrado
Figura No. 1 0
G R U P O
P E N S A M I ENTO y VOLUNTAD
Bogotá, Febtero 1 9 de 1�27,
A los compañeros de
EL SAGI TA:UO
Villa Ce cilia
Te.:"!laUl i l)a!<
Méxi c o .
Muy queridos ccm9añe�o s :
Salud y AllA.t�U.IA;
Emblema del grupo anarquista Pensamiento y Voluntad, editor del periódico del
mismo nombre
En este caso, la imagen muestra una fuerte asimilación del universo sim
bólico del anarquismo internacional, puesto que reproduce su emblema más
característico: una mujer desnuda que sostiene en la mano una tea encendida.
La reproducción de símbolos internacionales también era una estrategia para
tratar de superar el aislamiento de los grupos anarquistas colombianos y crear
identificación entre sus lectores y un proyecto político que trascendiera las
fronteras, de manera que simplemente con ver una imagen se pudiera desper
tar sentimientos de solidaridad y pertenencia. Por ello, la elaboración de estas
imágenes era parte impo1tante de la difusión de ideologías en diferentes países
del mundo, y de ahí que, dentro de las posibilidades técnicas posibles, hicieran
los mayores esfuerzos por difundirlas (Figura No. 1 1 ) .
Estaba c laro que el proyecto político de la prensa socialista-revoluciona
ria y anarquista ya no estaba vinculado al engrandecimiento de la patria, sino
que se consideraba como parte de un movimiento internacional que tenía como
misión derrotar al capitalismo y l levar el ideario del socialismo (o del anarl
1 65
Luz Ángela Núñez Espinel
quismo) a todos los pueblos del mundo. En este contexto, los rayos del sol
pueden interpretarse como una alegoría de las nuevas ideologías que l levaban
rayos de luz (libertad) a toda la humanidad, o por lo menos así lo daban a
entender ciertos artículos de El Luchador, donde se afirmaba que "EL SO
CIALISMO es el sol de l ibertad que ahuyenta las tinieblas y hace saltar las
pupilas de los vampiros humanos", o que el socialismo "es el nuevo sol de l a
libertad bien entendida"2 8 (Figura No. 9).
Figura No. 1 1
28. Juan Lanas, "Salus Populi" y Gilberto, "Los partidos políticos de Antioquia", en: El Luchador,
Medellín, No. 99 y 1 04, 5 y 2 1 de noviembre de 1 9 1 9. Véase, también, el cuadro No. 3, "Símbolos
presentes en la prensa obrera", incluido en este capítulo.
1 66
El obrero ilustrado
29. R. Vega, Ge111e muy rebelde, t. 4. Cu/111ra, socialismo y pro1es1a populw; op. cil., p. 1 50 y ss.
30. Se representa a través del símbolo de los tres ochos "8 8 8". Véase Figura No. 6.
31. M . Agulhom, "Política, imágenes y símbolos en la Francia posrevolucionaria " op. ci1., p. 247.
,
32. !bid. , p. 249; E. Hobsbawm, "El hombre y la mujer imágenes a la izquierda", en: El 1111111do del
1rabajo, op. cil.
1 67
Luz Ángela Núñez Espinel
en conceptos, pero rica en imágenes, pues lo que nos muestra es una estrategia de
comunicación que permitía transmitir una idea sin explicarla conceptualmente.
En el cuadro No. 3 , hemos sintetizado los principales símbolos que se
encuentran en la prensa obrera. Con ello, buscamos establecer una relación
directa entre el símbolo (visual o escrito), el significado y el tipo de prensa
donde se utilizaba, evidenciando la polisemia de algunos de ellos y la forma
cómo pennanecen o desaparecen en el tiempo.
La prensa obrera fue sólo uno entre los muchos mecanismos utilizados para la
invención de un panteón de héroes y mártires populares. Otros, como estatuas,
placas, obeliscos, nomenclatura urbana e imágenes ubicadas en lugares cen-ados,
no serán analizados en este trabajo y seguirán a la espera de alguien interesado en
estudiar el aporte popular al imaginario cívico, pues, hasta ahora, no conocemos
ning(m trabajo que se ocupe de este tema para el período estudiado35 . En los perió-
33. Sobre el significado de la invención de tradiciones, véase: Eric Hobsbawm y Terence Ranger (edito
res), La invención de la tradición, Barcelona, Crítica, 2002, particularmente la introducción.
34. Gotffried Korff, "History of simbols as social history", en: Jnternational Review o/Social Histo1y,
No. 38, 1 993, p. 1 1 O.
35. En 1 9 1 9, El Tiempo se muestra sorprendido porque en un barrio obrero en construcción, se le
habían puesto a las calles nombres como "Carrera Trotzky" y la "Calle N icolás Lenin". "En el
barrio obrero Trotzky y Lenin", en: El Tiempo, Bogotá, 5 de julio de 1 9 1 9.
168
El obrero ilustrado
Cuadro No. 3
Símbolos presentes en la prensa obrera
1 69
Luz Á ngela Núñez Espinel
170
El obrero ilustrado
Todavía se siente la tierra humedecida con la sangre de los héroes ignotos, hijos
del pueblo que rindieron su vida bajo el estandarte tricolor, en el holocausto de
nuestra libertad
Es por eso que queremos ser libres en la acepción de la palabra.
¡ Libres por convicción y herencia!
¡ Libres porque en Colombia no debe haber otras leyes que las que
garanticen la soberanía del pueblo!
¡ Libres porque no debemos obedecer a la autoridad, sino la que
emane de la voluntad del pueblo soberano!
Libres porque los padres de la patria nos legaron una república
democrática donde todos somos iguales ante la ley, en derechos
y en condiciones.
36. Entre otros artículos, véase: Arístídes Zapata, ·'Bolívar", en: El L11chado1: Medellín, No. 70, 1 9 de
julio de 1 9 1 9 ; "Programa para el 20 de julio de 1 9 1 1 , en: El Pro1eccionis1a, Bogotá, No. 33, 16 de
julio de 1 9 1 1 ; "Dos fechas", en: Ravachol, No. 4, 1 7 de julio de 1 9 1 O; Ignacio Correal, '·Unámo
nos", en: La Razón del obrero. Bogotá, No. 1 , 1 2 de marzo de 1 9 1 0.
171
Luz Ángela Núñez Espinel
J. Héroes Internacionales
37. Discurso de Manuel Antonio Reyes, miembro de la Unión Obrera, pronunciado durante la celebra
ción de la fiesta del trabajo, el 1 º de mayo de 1 9 14, en: El Domingo, Bogotá, 7 de mayo de 1 9 1 4.
38. J. Suriano, op. cit., p. 3 1 1 .
1 72
El obrero ilustrado
Para poder entender estas palabras en sus justas dimensiones, vale la pena
recordar quién fue Ravachol y por qué logró tanta notoriedad en su época.
Nació en Saint Chamond, Francia, el 1 4 de octubre de 1 859, y su verdadero
nombre era Francois -Claude Koeningstein, pero luego repudió el apellido
paterno y adoptó el de su madre: "Ravachol". Su infancia estuvo marcada por
las privaciones y el abandono, puesto que, cuando todavía estaba muy peque
ño, su padre dejó el hogar y, por las penurias económicas que vivía la familia,
fue llevado a un asilo, donde estuvo hasta la edad de seis o siete años. Luego,
volvió a vivir con su madre, pero tuvo que empezar a trabajar y entró como
aprendiz de tintorería. Su vida política empezó alrededor del año de 1 877,
cuando comenzó a asistir a reuniones políticas; antes de convertirse en forma
decidida al anarquismo, hizo parte de un grupo colectivista y de un círculo de
estudios sociales. Mientras tanto, su situación económica empeoraba cada vez
más, pues no lograba encontrar un empleo duradero y pasaba frecuentes perío
dos en la desocupación. Para tratar de sobreponerse a la miseria que acosaba a
toda su familia y con la convicción de que robar a los ricos era legítimo, empe
zó a realizar actividades ilegales, sin abandonar su ideología anarquista. Co
menzó robando gallinas, luego fue contrabandista, falsificador de monedas,
profanador de tumbas y asaltante. A mediados de 1 89 1 tuvo que salir huyendo
de Lyon, porque se le imputaban varias muertes. Así, se refugió en París, en
casa de un camarada anarquista, pero, una vez allí, reanudó sus actividades,
llevando a cabo dos atentados con dinamita contra un juez y un fiscal, para
39. Mario Aguilera Peña, Insurgencia urbana en Bogotá, Colcultura, 1 997, p. 272.
1 73
luz Ángela Núñez Espinel
40. Los datos sobre la vida de Ravachol los tomamos de Jean Maltron, Ravachol et les anarchistes,
Gallimard, París, 1 992 (primera edición de 1 964); y Philippe Oriol, Ravachol un saint nous est
né, París, L · equipement de la pensée 1992.
41. Citado en: P Oriol, op. cit., p. 1 26. Traducción nuestra.
42. Juan Francisco Moncaleano, "El Socialismo", en: Ravachol, Bogotá, No. 2, 2 de julio de 1 9 1 O.
1 74
El obrero ilustrado
Ravacholes son todos los de ese montón de desarrapados que viven sin pan.
Ravachol es el obrero que cae del andamio de un palacio de don Pepe Sie1Ta.
Ravachol es el enfenno arrojado del hospital por la caridad de Posada Gaviria.
Ravachol es el recién nacido para quien no está abierta la ventanilla de la cuna
pública. Quizá en Francia pase inadvertido este aniversario. Tal vez la sociedad
que lo juzgó haya olvidado a Ravachol. Pero Ravachol vive y vivirá en tanto hay
un penado injustamente vertido o un poder injustamente constituido.43
43. "Aniversario de Ravachol", en: El Domingo, Bogotá, 14 de julio de 1 9 1 2 . Este semanario puede
incluirse en el grupo de periódicos radicales, durante un breve periodo de tiempo, entre 1 9 1 2 -
1 9 1 3, pero luego retoma la senda del liberalismo moderado y oficialista, con el que había iniciado
labores en 1 906.
44. l. Torres Giraldo, anecdo Fario, pp. 30 -33.
1 75
luz Ángela Núñez Espinel
Lenin fue un águila caudal, un gran apóstol y un fonnidable luchador que tuvo
el valor de encargarse del Gobierno de Rusia en pleno caos ( . . . ) Tengo para mi
que la gran figura de Lenin, con el tiempo adquirirá proporciones gigantescas,
por su valor, por su ciencia, por su energía y quizás por su sacrificio.45
1 76
EL obrero ilustrado
Con razón se ha dicho que las mujeres no tienen alma. La razón es que
son orgullosas hasta lo incalificable, l o que denuncia una pequeñez inte
lectual que da grima.
Bien sabemos que donde hay orgullo se da, como en terreno propio para su
cultivo, esa ortiga malévola llamada insensatez. Y donde hay insensatez, pare
ce no haber alma, que es el asiento de la inteligencia.( . . . )
Pero en el cerebro de las mujeres no cabe la filosofía. Esta es habitadora del
cráneo masculino, porque allí entra sin tener que encorvarse, como en un tem
plo propicio a sus ofrendas.62
Los astrónomos serán los sacerdotes, el templo de Dios será el universo y esa
pléyade de mundos que flotan en las inconmensurables regiones siderales se
rán los pregoneros de la grandeza infinita del verdadero Dios, a quien adorará
la humanidad futura, y entonces la mujer, esa sagrada diosa, en vez de doblar
la rodilla ante el clérigo profano, elevará su alma a las dulces contemplaciones
verdaderamente magníficas y sublimes, redimida por la instrucción, el amor y
el trabajo, ( . . . ) así de la arcilla que es la crisálida del ángel, saldrá la mujer \
ilustrada que en vuelo majestuoso se remontará a lo sublime en busca de la
verdadera gloria, consciente de su eterna grandeza y comprendiendo como
mujer cuál es el puesto que le corresponde en justicia y llegando al pináculo
62. "Las damas , horror", en: El Obrero Moder110, Bucaramanga, . 1o. 2. 25 de enero de 1 9 1 3.
63. "Para la mujer". en: Trabajo y Liberrad, Bucaramanga, No. 1, 1° de enero de 1 9 1 O; ''La mujer
futura", en: la Vanguardia. Bogotá, No. 4, 20 de febrero de 1 9 1 2.
64. "Guiones'", en: Trabajo y Libertad, Bucaramanga, No. 1 , 1 º de enero de 1 9 1 O.
1 85
Luz Ángela Núñez Espinel
Este doble discurso sobre la mujer, como madre y diosa inspiradora, esta
ba presente en toda la prensa obrera, incluso en las publicaciones anarquistas.
Sin embargo, desde finales de la década de 1 9 1 O es posible encontrar otro tipo de
análisis enfocado hacia la situación social de la mujer y su papel como obrera.
De esta manera, muchos periódicos publicaban artículos que se contradecían
entre sí o que expresan una posición opuesta a los principios políticos e ideológi
cos que guiaban la publicación. Para ilustrar lo anterior con un caso concreto,
consideremos a El Luchado1� periódico de Medellín. En 5 1 números revisados,
encontramos trece artículos expresamente dedicados a analizar el tema de la
mujer, además de varias alusiones al tema, presentes en otros textos. En la mayo
ría de el los se nota la preocupación por la situación de las obreras, pero prevale
c ía la concepción de la fábrica como un foco de perversión y una imagen idílica
de la mujer, todo lo cual l levaba a la conclusión de que era imprescindible prote
ger a las trabajadoras que, por obligación, debían concurrir a estos sitios. Bajo
esta lógica, la existencia de las obreras era vista como una anormalidad, una
desviación que evidenciaba la injusticia social resultante de obligar a la mitad de
la humanidad a asumir labores para las que no estaba destinada:
65. "La religión del porvenir'', en: Ravachol. Bogotá. No. 1 1 . 1 1 de septiembre de 1 9 1 O.
66. Plym, "Las armas del caciquismo", en: El Luchador. Medellín, No. 6 1 , 1 7 de junio de 1 9 1 9;
en esta misma línea. véase: Mario, "Meditaciones·'. en: El Luchador, Meclel l ín, No. 8 1 , 2 ele
septiembre de 1 9 1 9.
1 86
El obrero ilustrado
75. La campaña de apoyo al matrimonio civil, analizada en el capítulo 2 , se puede interpretar como un
esfuerzo de laicizar la sociedad, pero no marca una ruptura con la familia tradicional.
76. "Por la raza". en: El Luchador, Medellín, No. 1 09. 9 de diciembre de 1 9 1 9. En este mismo periódi
co, véase: "Los tenorios", No. 8 1 . 2 de septiembre de 1 9 1 9; "La prostitución", No. 95 , 22 de octubre
de 1 9 1 9; F. Orrego Restrepo,"Antioquia se suicida", No. 1 O l . 1 1 de noviembre de 1 9 1 9; Sara Lince,
"Tristes cosas", No. 1 03, 1 8 de noviembre de 1 9 1 9; "Mocoa", No. 1 1 2, 1 9 de diciembre de 1 9 1 9.
1 89
Luz Ángela Núñez Espinel
B. Educación
Figura No. 1 3
77. Maximiliano Avilés, "La educación hace un llamamiento a los hombres de nuestra raza", en:
Trabajo y Libertad, Bucaramanga, No. 4, 1 2 de febrero de 1 9 1 O.
1 90
El obrero ilustrado
Los razonamientos que hemos expuesto hasta aquí, contienen una com
pleja mezcla de elementos ilurninistas y simbólico-dramáticos que parecieran
confirmar la hipótesis de una prensa rica en imágenes, pero pobre en concep
tos. Así, el ideario de ilustración, civilización y progreso (propio de la matriz
iluminista) se sustentaba con figuras dicotómicas, propias de la lógica simbó
lica, como "día-noche", "luz-tinieblas", "Estado protector-pueblo abandona
do" y "ricos perversos-pobres ingenuos", pero el remedio cuie se proponía,
nuevamente, se puede incluir dentro del campo iluminista: educar al pueblo
tanto en los científico como en lo político.
La educación científica se promovía a través de la publicación de artícu
los y conferencias sobre adelantos agrícolas, técnicos, médicos y científicos.
Temas como nuevas formas de cultivo, tratamiento científico de enfermeda
des, descubrimientos astronómicos e inventos de nuevas máquinas, desfila
ron por los periódicos obreros, teniendo como fin tácito que agricultores y
productores del país aprendieran o desarrol laran formas modernas, eficien
tes e higiénicas de producción.
La ilustración política buscaba dar a conocer ideas que eran relativamente
nuevas en el medio colombiano o, que pese a ser antiguas, no se habían reali
zado efectivamente. En consecuencia, muchos obreros, intelectuales y diri
gentes políticos expl icaron pacientemente, a través de sus artículos, qué era y
cómo funcionaba el proteccionismo económico; cuál era la importancia del aho
rro, de las asociaciones mutuarias y gremiales; por qué los obreros eran impor
tantes para el país; en qué se diferenciaba una democracia de una monarquía;
cuál era el significado de nociones como soberanía popular, ciudadanía, libertad,
igualdad, justicia; por qué las revoluciones Francesa, Rusa y Mexicana eran re
ferentes fundamentales para el pueblo; e hicieron diversos razonamientos so
bre las principales ideologías políticas (liberalismo, socialismo, anarquismo,
comunismo). Pese a las adaptaciones de estos ternas políticos a formas popula
res de interpretar el mundo, no puede despreciarse la contribución que estas
publicaciones hicieron en la construcción de una cultura política democrática.
Los textos explícitos sobre educación no eran frecuentes ni los periódicos
habían logrado consolidar una página o columna sobre el tema, pero es posibl e
encontrar reflexiones y apuntes dispersos e n artículos d e diversa índole, pues
to que cualquier tipo de denuncia, programa político, o artículo sobre la situa
ción del país, podía conducir fácilmente a la reflexión sobre la necesidad de la
instrucción. Por esta razón, se trataba la mayoría de las veces de un discurso
general y reiterativo, que no profundizaba en sus postulados ni hacía referen
cia a temáticas pedagógicas o métodos concretos de enseñanza.
191
Luz Ángela Núi1ez Espinel
78. Para Espaiia, véase el trabajo de F. J. Navarro Navarro, op. cit., paiticularmente, las páginas 1 50
-1 54; Para Argentina, véase, J. Suriano, op. cit., pp. 2 1 7 -245.
79. Víctor Hugo, "Después de haber visitado un presidio", en: El L11chad01; Medellín, No. 1 03, 1 8 de
noviembre de 1 9 1 9; Rafael Barret, "Grandes ideas", en: El Luchac/01; Medellín, No. 97, 29 de
octubre de 1 9 1 9 .
1 92
El obrero ilustrado
general, las propuestas guardaban gran similitud entre sí, pero hubo pocas oportuni
dades reales de ponerlas en práctica, quizás con la notable excepción de Girardot, a
principios de la década de 1 920, donde (como vimos en el capítulo segundo) el
Partido Socialista obtuvo mayoría absoluta en el consejo municipal y pudo concretar
la fundación del Colegio Camilo Torres, el Instituto Obrero y la Biblioteca Popular,
obras que debían sostenerse con un impuesto a la chicha y a las bebidas alcohólicas.
C. Ciencia y progreso
80. "Lo que nos proponemos", en: Ravachol, Bogotá, No. 1 3, 1 8 de septiembre de 1 9 1 O. Véase, tam
bién: Carlos Melguizo, "Lo que es el socialismo en Colombia", en: El Luchador, Medellín, No.
1 06, 28 de noviembre de 1 9 1 9; y F. A. Durán, "La infancia y su educación", en: la Idea, Girardot,
25 de enero de 1 920.
81. "Circular No. 5", en: El Proteccionista, Bogotá, No. 36, 1 4 de septiembre de 1 9 1 1 .
1 93
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1 94
El obrero ilustrado
D. Alcohol
85. El debate sobre el alcohol en la prensa obrera en este periodo. no fue exclusivo ele Colombia, pues
la prensa obrera Chilena también discutió ampliamente este tema y lo planteó en términos muy
simi lares. Este tema es desarrollado por T. Moulian e l. Torres. op. cir. pp. 65 -78.
.
86. "Me conocéis'', en: El Proreccionisra, Bogotá, No. 1 3, enero 14 1 9 1 1 ; "El artesano'', en: La Liber
rad, Bogotá, No. 1 9, 6 ele enero de 1 9 1 O.
87. "Contra el alcoholismo", en: El Obrero Moderno, Bucaramanga, No. 1, 18 ele enero ele 1 9 1 3 .
195
Luz Ángela Núñez Espinel
hubiera realmente justicia y que se aplicaran las mismas medidas para los
expendios de licores caros, porque, hasta ese momento, los gobierno conser
vadores se habían dado a la tarea de "atacar los derechos de la gente menuda'',
privilegiando las castas dominantes88 . Reclamos de este tipo se hicieron a tra
vés de artículos de prensa, de memoriales y de acciones de hecho, como los
motines ocurridos en Bogotá durante el mes de julio de 1 922. La causa inme
diata de estos últimos, fue el incumplimiento del acuerdo 27 de 1 922, por parte
del Estanco de la Gobernación de Cundinamarca y de algunos billares fre
cuentados por el elite, que prohibía abrir los expendios de bebidas alcohólicas
después de las ocho de la noche y en días feriados89 .
El discurso antialcohólico también hacía parte de la lucha política para
liberar al pueblo del yugo que el Gobierno y las clases dominantes mantenían
sobre él, gracias al alcohol. Era común la idea de que las clases dominantes se
valían de las bebidas alcohólicas para embrutecer y explotar más al pueblo,
utilizando este vicio como estrategias de control social. Por esto, hacia la se
gunda mitad de la década de 1 920 -aunque el objetivo seguía siendo redimir al
pueblo del alcohol-, ya no se manifestaba credibilidad en las campañas ni en
las leyes gubernamentales, puesto que "los gobiernos burgueses viven del al
cohol, de la prostitución, del juego, y de todos los sistemas inventados por la
burguesía para esclavizar e idiotizar a los trabajadores, de manera que sea o no
ley la libertad de fabricar alcohol, el pueblo seguirá lo mismo de borracho y de
ignorante dentro del Gobierno burgués"9º .
Un argumento adicional vinculaba la campaña antialcohólica de la prensa
y la disputa contra el Gobierno, sosteniendo que éste obtenía parte de sus in
gresos a partir de las rentas de licores; de ahí que se pensara que si los obreros
dejaban de consumirlos, debilitaban la base del poder del régimen. Por ello, en
los artículos se cuestionaba agriamente a quienes continuaban con ese hábito,
a través de frases como, "el obrero que bebe aguardiente es un esclavo tributa
rio del pueblo que lo explota y lo degenera"; "He ahí la cadena que soporta el
pueblo y (este) no se atreve a romperla porque se cae su gobierno. El pueblo no
88. "Falsa interpretación de la j usticia", en: El Obrero Moderno. Bucaramanga, No. 5, 1 2 de abril 1 2
1 9 1 3. María Ciara Llano y Marcela Campuzano, muestran que los obreros organizados política
mente no sólo apoyaban las medidas del gobierno, sino que exigían que se dictarán más normas
para acabar, de manera definitiva, con el problema: la chicha, 1111a bebidafer111en1ada a 1ravés de
la historia. op. cit., pp. 1 3 6 - 1 37.
89. Renán Vega. Gen/e 11111.r Rebelde, t. 3. Mujeres, anesanos y protestas cívicas, op. cit. pp. 1 69 -1 79.
.
90. ''Los húmedos y los secos". en: El Socialista. Bogotá, No. 530, 1 6 de septiembre de 1 928.
1 96
El obrero ilustrado
quiere que cese la opresión'', y "OBREROS: Guerra al alcohol una de las mu
chas causas de nuestra miseria"91 •
El Socialista adelantó una campaña de denuncia durante el segundo se
mestre de 1 928 en contra de los chicheros, por ser responsables de la miseria
de Jos obreros, de explotarlos, embrutecerlos y especular con el precio de la
bebida. La propuesta contra estos personajes era bastante radical, puesto que
llamaba a tomar medidas de hecho contra ellos, como colgarlos "de los postes
de la luz y de las ramas de los árboles", lincharlos o boicotearlos92 • La belige
rancia de estas proposiciones se explicaba por el malestar social que desde
hacía varios años se venía incubando contra los dueños de algunas chicherías,
quienes, tras la excusa de nuevos impuestos a la bebida, aumentaban el precio
en forma desmedida. Esta fue la causa inmediata de los ataques populares a las
chicherías de Chiquinquirá, en 1 9 1 6, y a las de la capital, en 1 923 y 1 92993 .
E l discurso sobre la temperancia no estuvo exento de contradicciones,
puesto que, en los mismos periódicos donde se condenaba el consumo de
alcohol, se promocionaba cerveza, y en menor medida el vino. Marcas de
cerveza como Bavaria, Don Quijote, Camelia Blanca y Rosa B lanca, exhi
bían sus anuncios en periódicos obreros de la capital e incluso Lino Casas,
dueño de la fábrica de cerveza Camelia B lanca, se cuenta entre los fundado
res del Partido Obrero, estando, además, muy cercano a El Proteccionista.
Esta relativa preferencia por la cerveza, evidencia cómo algunos sectores
obreros estaban comprometidos con un ideal de progreso abstracto, que acep
taba como cierto una especie de determinismo etílico, difundido en la época
por médicos higienistas, periodistas y dirigentes políticos. "Este determinismo
suponía la discriminación de bebidas alcohólicas entre mejores y peores,
unas benéficas y otras perjudiciales, las unas asociadas al progreso y las otras
con el atraso"94 • En este sentido, Ja cerveza era una bebida moderna, prepa
rada científicamente y bajo estrictas normas de higiene, cualidades que no se
le atribuían a otros licores, especialmente a los de fabricación casera, como
la chicha o el guarapo, sinónimos de atraso y suciedad.
91. La Humanidad. Cali, 1 3 de junio de 1 925 y 1 6 de octubre de 1 926. Citado en M . Archila, "La
Humanidad, el periódico obrero de los años veinte'', op. cit., p. 24. La última frase aparecía como
epígrafe de los periódicos Germinal y Vanguardia Obrera, de Barrancabermeja.
92. "A degüello tocan", en: El Socia/isla, Bogotá, No. 538, 29 de noviembre de 1 928.
93. R. Vega, Gen/e muy Rebelde, t. 3. M1!jeres, artesanos y protestas cívicas, op. cit., pp. 1 69 - 1 79.
94. !bid., p. 1 60.
1 97
Luz Ángela Núñez Espinel
1 98
PALABRAS FINALES
Es necesario recalcar que la prensa obrera de comienzos del siglo XX fue here
dera directa de la prensa artesanal radical, desarrollada durante el siglo anterior,
pero se vio favorecida y transformada por un nuevo contexto económico, que le
permitió un dinamismo y una cobertura mucho más amplia que su antecesora.
Esto se evidencia en que la mayoría de periódicos se localiza en regiones con
importante tradición artesanal, y en aquellas fuertemente dinamizadas por los pro
cesos de modern ización.
Durante el período que cubre este estudio, las conferencias y la prensa fueron los
ejes centrales de la propaganda política, no sólo para los trabajadores y las organiza
ciones de izquierda, sino también para los partidos políticos liberal y conservador.
En consecuencia, el naciente movimiento obrero no estaba inventando nuevos me
dios de comunicación, sino apropiándose de una tradición pol ítica existente en el
país y compartida por la cultura occidental . Sin embargo, los trabajadores aportaron
al debate público al poner en discusión los temas del mundo del trabaj o y asuntos de
actualidad nacional, vistos desde la perspectiva de los sectores populares.
200
EL OBRERO ILUSTRADO
Aunque la mayoría de los periódicos obreros eran dirigidos por pequeños in
dustriales, abogados, intelectuales o artesanos, y sólo en menor medida por obre
ros, quienes escribían en la prensa obrera se sentían identificados con este apelativo
o con su causa, y buscaban d i fundir su ideario político, denunciar la situación de
explotación de los trabajadores y llegar a ese sector de la población.
En esta misma línea, los periódicos obreros intentaron alcanzar y mantener una
posición política autónoma respecto al liberalismo. Sin embargo, su éxito fue muy
relativo, tanto por la existencia de un núcleo ideológico común, como por la distri
bución de fuerzas durante la Hegemonía Conservadora. En la medida en que el
Estado estaba fuertemente controlado por el Partido Conservador y respaldado por
la Iglesia católica, el liberalismo y las nacientes organizaciones obreras y socialis
tas, quedaron situados en el m ismo bando, como opositores y v íctimas del
conservatismo y el Clero.
Puede afirmarse que la prensa fue una estrategia de las organizaciones políticas
y sociales de los trabajadores, para lograr un lugar propio y respetado en la políti
ca, en un medio excluyente, y en el cual, tanto el Clero como los partidos, rechaza
ban la organización política del pueblo, argumentando que era una idea alejada de
las condiciones del país y que los sectores populares ya estaban representados en
los partidos. En esta "República de gramáticos", buena parte del debate político se
adelantaba en la prensa, cuyos artículos y columnas de opinión servían de tribuna
201
Luz ÁNGELA NúÑEZ Esr11 EL
para la confrontación ideológica de todas las tendencias; por eso, tener una publi
cación o poder acceder a e lla, se constituía en un requisito indispensable para
tratar de vincularse al debate público con los otros actores políticos.
El campo de acción de los periódicos fue local y regional, sin que alcanzaran un
cubrimiento nacional ni una representación de conjunto de la situación del país.
Sobre este punto, habría que preguntarse hasta dónde la multiplicidad de publica
ciones dispersas a lo l argo y ancho del país impidió la consolidación de un núcleo
de prensa más pequeño aunque más fuerte. Sin embargo, también debe tenerse en
cuenta que el privilegio de lo regional le reportó algunas ventajas, en la medida
que, a ese nivel, la dominación conservadora tenía brechas más grandes que en el
centro del poder y posibil itaba una relación más cercana con los lectores.
202
EL OBRERO ILUSTRADO
Esta prensa reflejaba una fase de transición del movimiento obrero, de la cual se
pasa del predominio de los artesanos al de los obreros asalariados. Estos dos grupos
sociales exigían una ape1tura del s istema político que pem1itiera su participación y
atendiera sus demandas, y compartían la creencia en la necesidad de una educación
para el pueblo y de la unión obrera; pero, mientras que para los primeros las leyes
proteccionistas eran una prioridad, para los segundos eran más importantes la cues
tión de los salarios, la legislación obrera y la transformación del sistema social.
La prensa fue el ej e aiiiculador del campo político y cultural del mundo obrero,
a través de la cual se manifestaban las expresiones más estructuradas del pensa
miento, para educar políticamente y orientar la acción obrera. Este no fue un ej er
cicio meramente teórico, sino, en gran medida práctico, fruto de la necesidad de
dar directrices concretas a los trabaj adores, de responder a las acciones de los otros
203
Luz ÁNGELA NÚÑEZ ESPINEL
Sin embargo, la propaganda obrera no buscaba crear una cultura exclusiva para
el pueblo, sino difundir la cultura que tenía al alcance, la cual debía convertirse en
patrimonio de todos los hombres, para dejar se ser el privilegio restringido de
pocos individuos. En este sentido, no podemos hablar de un proyecto obrero ten
diente a consolidar una contracultura popular, excluyente y en oposición a una
cultura de elite, ya que estos sectores creían que había unos bienes universales
(razón, educación, ciencia, literatura, imprenta, democracia y libertad), que hasta
ese momento, en forma i njusta, habían estado monopolizados, de donde se des
prendía la necesidad de democratizarlos y hacerlos extensivos a toda la población.
204
EL OBRERO ILUSTRADO
205
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219
Anexo
Prensa Obrera y Popular 1 904 - 1 929
El G rito del Pueblo Por la Integridad Nacional �edro Pablo Triviño y Bogotá 1 909 Artesanal-obrerista
Alvarez (D), Alejandro
Torres Amaya (D), Adilio
Romero (Agente General)
El Industrial Semanario misceláneo - Ernesto Munévar Molina Bogotá 1 908 Artesanal-obrerista
Órgano de la clase obrera (D)
El Obrero Juan N. Paniagua, Alberto Bogotá 1 914, 1 9 1 7 Artesanal-obrerista r
e
Colombiano Navarro B. (D) N
El Proteccionista Organo del Directorio Alberto Navarro B., Juan Bogotá 1 9 1 0-1 1 Artesanal-obrerista p.,
z
Central Eleccionario de N. Paniagua (D) o
[Tl
Industriales y obreros r
>
N El Renacimiento Trisemanario Político Julio Zapata (D), A. Bogotá 1 91 0 Artesanal-obrerista
N z
N Danquille (A)
�;
[Tl
El Tizón Francisco A. Soto L. Bogotá 1915 Artesanal-obrerista
N
El Yunque Organo de la Clase Valentín Perilla B.(D) y Bogotá 1 905-06 Artesanal-obrerista tn
(/)
Obrera Juan Francisco Nates (D) ""'
2'.
Los Hechos Julio Añez, Juan Ignacio Bogotá 1 894-96, Artesanal-obrerista [Tl
r
Gálvez 1 904
Paz y Trabajo Juan l. Gálvez y José Bogotá 1 904 Artesanal-obrerista
Leocadio Camacho
Unión Industrial Unión Industrial Bogotá 1 909 Artesanal-obrerista
El Obrero Periódico Popular Alfredo Sánchez R. (D y A) Bucaramanga 1 91 1 Artesanal-obrerista
El Obrero Moderno Organo de los I ntereses Arquímedes Buitrago (D) Bucaramanga 1 9 1 3- 1 4 Artesanal-obrerista
de la clase obrera del
departamento
La Mutualidad Rafael Villamizar Bucaramanga 1910 Artesanal-obrerista
La Unión Obrera periódico eleccionario del Juan de Dios León Bucaramanga 191 1-12 Artesanal-obrerista
Comités de Obreros de
Bucaramanga
Libertad y Trabajo Periodico quincenal de Taller G ráfico de L. Núñez Bucaramanga 1912 Artesanal-obrerista
informacion cientifica, e Hijos (D y A)
agrícola, comercial,
industrial, educacionista,
literaria y demas asuntos
que tiendan al verdadero
progreso del pais,
especialmente de
Santander.
N
N
socialista (No. 1 1 4) ,
Organo del directorio
Pabón, Leopoldo Angulo,
Jesús Gonzalez, Samuel A
revolucionario
�
rn
Vl ><
ejecutivo nacional Ramos, José M Peña o
socialista (No. 208),
Periódico socialista
(No. 2 1 2) Desaparece
subtitulo (No. 222)
La Voz del Pueblo Hernando Peña R. Magangué 1 91 6 Artesanal-obrerista?
Por el Pueblo Víctor A. Gómez Santa Marta 1914 Artesanal-obrerista?
El Artesano Ignacio Puerta C - Jaime Manizales 1 904 Artesanal-obrersita
Arana
Hercules Cali 1916 Radical
Venus Barranquilla 1910 Radical
El Ariete Periódico Radical E. Arias Correa (D) No. 1 9 Bogotá 1 9 1 0- 1 9 1 5 Radical
Diario Radical Socialista - 1 70 E . Rodríguez Triana
No. 1 9 (Redactor Político) No. 1 9
El Socialista Proletarios de todos los Juan C. Dávila, Juan de D. · Bogotá 1 9 1 9- 1 930 Socialista, socialista . -
países unios Romero (D) revolucionario
Ideal Obrero Barranquilla 1919 Socialista?
El Sindicalista Tomás Uribe Márquez Bogotá 1 925 Socialista-
revolucionaria
El Faro Buenaventura 1919 Socialista?
La Unión Obrera Cúcuta 1 925 Socialista?
El Artesano G i rardot 1918 Socialista?
El Amigo del Pueblo Roberto Quintero Montenegro 1 9 1 8- 1 920 Socialista?
(Caldas)
El Artesano Rafael Fajardo Q. Popayán 1919 Socialista?
El Pueblo Santa Marta 1 924 Socialista?
El Obrero I ntelectual Tu maco 1 928 Socialista?
La Chispa Tomás Uribe Marquez Bogotá 1 926 Socialista-
revolucionaria
El Obrero Cienaga 1 928 Socialista-
revolucionaria
Cortafrío Liban o 1 928 Socialista-
revolucionaria
El Colorado Liba no 1 928 Socialista-
revolucionaria
EI Tabano Líbano 1 928 Socialista-
revolucionaria
El Microbio Riosucio 1 928 Socialista-
revolucionaria
Germinal Ricardo E. López O. Barrancabermeja 1 925-1927 Socialista-
(Director P ropietario) revolucionaria
Vanguardia Obrera Raúl Eduardo Mahecha Barrancabermeja 1 923-1927 Socialista-
Caycedo (D y R.E.), revolucionaria
:»
N Ricardo E. López O. (A) z
N
\O
rn
El Proletariado Barranquilla 1 925 Socialista- ><
o
revolucionaria
El Soviet Jorge del Bosque Beltrán 1 926 Socialista-
revolucionaria
Claridad Proletarios de todos los Erasmo Valencia (D) Bogotá 1 928-1934 Socialista-
países uníos revolucionaria
Nueva Era Tomás Uribe Márquez Bogotá 1 927-1928 Socialista-
revolucionaria
Sanción Liberal Periódico de Combate, Luis José Correa (D) Bogotá 1 928 - Socialista-
Órgano de los Espíritus 1 931 revolucionaria
Libres
El Radical Boyacá 1 928 Socialista-
revolucionaria
Vox Populi Pablo Emilio Cote, Jorge Bucaramanga 1 925 - Socialista-
Uribe Márquez 1 928 revolucionaria
Bohemia Libre Buenaventura 1 928 Socialista-
revolucionaria
La Humanidad Ignacio Torres Giralda Cali 1 925-27 Socialista-
revolucionaria
Nuestra Palabra Cali 1 925? Socialista-
1 928? revolucionaria
Por La Unión Cienaga 1 927-1 928? Socialista-
revolucionaria
El Factor Fusagasugá 1 928 Socialista-
revolucionaria
El Cronista lbagué 1 928 Socialista-
revolucionaria
Nuevo Ambiente lbagué 1 927-28 Socialista-
revolucionaria
El Moscovita Liba no 1 928 Socialista- r
revolucionaria e
N
El Avance Líbano 1 928 Socialista- ;¡:.,
revolucionaria z
o
rn
La Justicia María Cano Medellín 1 928 Socialista- r
:>
N revolucionaria
<..;.>
o El Faro César Guerrero Neiva 1 928 Socialista- z
c
revolucionaria Z•
rn
Correo Rojo Popayán 1 92? Socialista- N
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revolucionaria (/)
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Semilla Germinal Elías Vivas Puerto Wilches 1 929 Socialista- z
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revolucionaria r
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C O R C A S
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