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Profesora: López María Sol

Alumna: Gamarra Irene; César Gómez; Mónica Carolina Baez.

Trabajo Final: Problemática Socioculturales Contemporáneas

Analisis de la película “Luna de Avellaneda”

“Luna de Avellaneda” es un emblemático club barrial de Buenos Aires que vivió un período
de esplendor en el pasado y que en la actualidad de la película se encuentra sumergido en una
crisis que pone en tela de juicio la continuidad de su existencia.

La película narra precisamente la realidad argentina tras la crisis financiera del año 2001; la
economía no puede ser separada de la cultura, no puede ser comprendida desvinculada de las
costumbres, la moral y los hábitos de la sociedad en que transcurre. Es así que el manejo
político y social de la ética y la confianza que la Argentina como pais arrastró durante años
(un aparato estatal gigantesco, corrupción, inestabilidad política, etc.), desembocó
inevitablemente en el caos.

La primera escena inicia en un tiempo feliz, en el que las familias de un barrio se encuentran
alegremente festejando en el club un baile de carnaval. La escena claramente muestra un
modo de vida en el que la vida se constituía y giraba en torno a una familia, con padres que
trabajaban, familias que protegían a los suyos, un barrio que ampliaba el espacio de la casa.
La casa, las calles amigas del barrio y los miembros del club, se complementaban y
constituían un curso de vida más o menos confiable donde todos se conocían y podían
interactuar.

La familia es el instrumento primario por medio del cual el ser humano es socializado en su
cultura y recibe las habilidades que le permiten vivir en una sociedad más amplia. Esta
película refleja un momento en que la confianza en el núcleo familiar se está desvaneciendo y
a su vez el Estado no puede compensar las carencias en capital social ni rectificar el déficit de
capital humano.
El club de barrio es una institución muy particular, es un espacio transicional entre la familia
y una sociedad más amplia. En su mayoría fueron fundados hace no menos de 50 años y
continúan siendo dirigidos por sus viejos fundadores, frecuentemente inmigrantes italianos o
españoles que trasladaron de su cultura primaria estas pequeñas comunidades. Los clubes
eran grandes agentes de socialización y proveedores de cultura y ámbitos de desarrollo para
los diferentes miembros de todas las edades.

Al compás de la milonga “Siga el baile, siga al baile” se desvanece la imagen festiva y


aparece Román de adulto limpiando esa misma cancha, ahora vacía, solitaria, venida a
menos. El club definitivamente no es lo que era en 1959. El presente es un gimnasio con
goteras, un buffet sin pretensiones, cada vez menos socios y una enorme deuda con el
municipio. Al parecer la única salida rentable es venderlo a costa de que se convierta en un
casino, nada más alejado de los ideales y de los fines de sus fundadores originales.

La sociedad que dio origen al club, en ese entonces era salarial, fueron las bases de lo que
luego se conocería como “la cuestión social”, que intentó recoger las inquietudes de
políticos, intelectuales y religiosos, frente a los nuevos y múltiples problemas generados tras
la revolución industrial, entre ellos, la pobreza y mala calidad de vida en la que era sumida
cada vez mas la clase trabajadora.

La trama contenedora de "lo social" fue el efecto de múltiples estrategias que se trazaron ya
desde el siglo XIX, pero que se consolidaron después de la segunda guerra en la constitución
de un pacto social entre empresas, estado y sindicatos. Tal pacto alumbró "la sociedad
salarial" a fin de contener la "cuestión social".

La cuestión social estalla desde el tiempo de la revolución industrial en conflictos constantes:


ellos son los síntomas de un problema que no puede ser eliminado totalmente.

En esa sociedad salarial, la familia, jugó un papel central. La familia se afianzó como matriz
del futuro adulto normal, que recorría con cierta seguridad los momentos de la vida.

Entonces la trama de la película continúa muchos años después, en la escena que sigue al
fundido a negro los espacios no son el lugar de constitución de lazos amorosos, no
constituyen un tiempo previsible; se presenta ya un conflicto en el que la falta de trabajo y la
violencia entre amigos y familiares se incrementa y es hasta “normal”. Un tiempo en el que la
vieja familia ha estallado en pedazos.

Estamos atravesando una profunda mutación histórica desde la década del ’70, momento en
que a nivel internacional cambia la forma de acumulación de capitales a partir de la tercera
revolución industrial.

Cuando la tercer revolución industrial a partir de la década de 1970 posibilitó reemplazar


trabajo vivo por maquinarias como nunca antes en la historia, el diagrama de poder comenzó
a cambiar. Las nuevas tecnologías permitían al capitalismo sortear sus tres obstáculos más
fuertes: falta de energía, materias primas y físicas, así como psicosociales de la fuerza de
trabajo. Proclamar el fin de "lo social" implicó la estructuración de una estrategia en la que la
pérdida de los lazos laborales, traería aparejada, la ruptura de vínculos barriales, amistosos,
sindicales, familiares.

A partir de mediados de los ’70 el desempleo y la precarización laboral se tornarían


estructurales, los desocupados no serían ya más un ejército industrial de reserva, sino una
capa creciente de la población mundial, expulsada del sistema. De un sistema que demanda
como una de sus características la flexibilidad de productos (de ese modo renueva la demanda
constantemente), de procesos y de sujetos.

En América Latina, surgen una ola de dictaduras militares que se impusieron en nombre de la
seguridad nacional, pero que tenían como finalidad reformular las relaciones entre Estado y
Sociedad civil, a fin de reconfigurar la totalidad de las relaciones en función de las exigencias
de las megaempresas que surgían en consonancia con las posibilidades dadas por el cambio
en el paradigma productivo.

La existencia de poblaciones marginales desactivaría los ánimos y permitiría dirigir de modo


más adecuado a los países pobres, poseedores, por otra parte de materias primas y recursos
estratégicos.

Las dictaduras eran un obstáculo a la flexible circulación de bienes, sujetos e información.

Las democracias se constituyeron sobre aquella capa de terror que comenzó a asociar la
política con la muerte y que generó de modo inconsciente una cierta hostilidad hacia la
política, en tanto ésta reenviaba, de modo más o menos consciente al horror de la muerte.
Esa cierta desazón respecto de la política, como forma de participación ciudadana en los
asuntos públicos, se agudiza tras el desencanto que muchas de las medidas gubernamentales
producían en la población. El proceso se precipita en la hiperinflación, la cual reactiva a nivel
inconsciente el horror a la política.

Al comienzo de los ’90 se establecen medidas que prometen el ingreso al paraíso del primer
mundo.

La figura y su entorno constituían un conjunto de "hombres clave" ligados al establishment


internacional que venían a redefinir la política y a destituir lo social complementando el
proceso iniciado en 1976.

El proceso que se iniciaba en los ’90 ha sido caracterizado como "neodecisionismo" y venía a
reconfigurar la política y a la historia sobre la base de la construcción del consenso por
apatía. El "neodecisionismo" está basado en un reforzamiento de poderes presidenciales, a
partir de la transición de regímenes autoritarios a democráticos y del centralismo estatal al
mercado libre.

La constitución de facultades discrecionales por parte del Ejecutivo es sostenida por líderes
con tradición popular.

La nueva estrategia de reducción de "lo social" se centró en el poder simbólico del líder
portador de una "promesa de salvación" y en una elite "eficiente" quienes reemplazaron, sin
que esto fuese visible, a los valores contractualistas y parlamentaristas, a la activa
participación ciudadana y a la diferenciación entre esferas pública y privada.

El neodecisionismo fue una estrategia política para los países que podían presentar renuencias
a las transformaciones estructurales lideradas por EEUU. Argentina, Perú y Rusia fueron tres
de los países en los que el mismo fue experimentado.

El proceso de los ’90 sostenido políticamente en el neodecisionismo, confluyó con una ola
mediática en la que paulatinamente la labor de la escuela y la comunicación familiar fueron
reemplazadas por los medios masivos. En ellos figuras famosas exponían el lujo y las
bellezas del poder, al tiempo que todo lo noble era descalificado. Entonces lo divertido, lo
fácil, lo vano se constituyeron en los modelos a seguir. El proceso se complementó con el
impulso al consumo de objetos, de tiempo e incluso de sujetos. Todo se transformó en
mercancía, incluso los lazos amorosos. El otro dejó de ser un fin para constituirse en medio
para obtener fines. Los ciudadanos delegaban en otros "que saben" la responsabilidad en la
participación política, consensuaban sin saberlo el neodecisionismo.

Aquí la familia persiste imaginariamente como lugar de refugio.

Las privatizaciones y el avance tecnológico dejaban al Estado nación sin recursos estratégicos
al tiempo que la desocupación laboral y precarización expulsaban del mercado de trabajo a la
mitad de la población activa de Argentina.

El consumo, es un infinito que jamás se colma, pero que genera la ilusión de estar completo.
La ilusión del consumo permitió, a muchos eludir un sentimiento que más tarde, cuando todo
acabó, estalló con toda su fuerza. Tras el vértigo de los cambios, se oculta la caducidad de
todo, al tiempo que el peligro inminente de perderlo todo, enfrenta a los sujetos a un vacío.

Hoy en día los habitantes sufren contradicciones trágicas que pueden sintetizarse en el hecho
de que para ser se les exige por un lado el consumo y renovación incesante y el por otro
deben asumir de modo creciente la presencia de la carencia.

La condición trágica argentina deniega la realidad como proceso social objetivo, con ello se
produce la proyección en los otros de la propia angustia, proyección que se transforma en la
culpabilización moral del otro, o en el racismo más despiadado .Esto genera conflictos
familiares, grupales e intrapersonales. Conflictos agravados por la fragmentación social que
ha construido códigos comunicacionales diversos.

Al mismo tiempo, los procesos y la participación política de los ciudadanos a través de las
instituciones de la república es desvalorizada y cosificada en la figura del "político" que
aparece como responsable individual de la tragedia. Entonces se le reclama a "los políticos"
(como si ellos constituyesen una "clase") la mano dura, la baja en la edad de imputabilidad.

Aquellos otros, son en general el prójimo, un joven o un pobre expulsados del mercado de
trabajo de modo involuntario.

Otro de los problemas que se ven en la película es justamente como la familia ya no solo no
es el centro de la participación social, sino que además en si los miembros no tienen una
comunicación valida.
Tanto los padres como los hijos ya no hablan ni comunican a nivel personal. Dejando a
descubierto que la sociedad de consumo que ha sido la base del capitalismo, ha generado que
los miembros del núcleo familiar ya sean más individualistas. Donde cada uno lucha por
pertenecer al mundo de consumo sin pensar demasiado en el otro.

Las dificultades que atraviesan los padres que tratan de educar o criar a sus hijos en esta
sociedad de consumo desmesurado y de lucha por una inclusión en el campo laboral o
determinado estatus social, son enormes.

La familia que antes era el centro desde donde partía ya no solo la base de educación, sino
también la cultura, las costumbres y demases; ahora esta reemplazada por la televisión, los
medios de comunicación masivos y la moda.

La globalización, las nuevas tecnologías y las vacilaciones económicas son algunos de los
fenómenos que han modificado la cotidianeidad de las personas; las actividades recreativas,
por ejemplo, se han ido desplazando, en muchos casos, de la esfera pública a la privada, de lo
grupal a lo individual, y eso repercute directamente en la vida del club.

El choque entre las distintas generaciones es una constante a lo largo de la película. Un


ejemplo de esto es cuando en cierto momento del filme los socios intentan juntar dinero para
saldar la deuda y reproducen, aprovechando la excusa del cumpleaños número 70 del club, la
kermesse que hicieron hace 40 años. Pero la realidad se manifiesta, ya no es lo mismo, ahora
lo que suena de fondo es la cumbia, Don Aquiles y Don Emilio no tienen cabida para su
discurso, y los resultados en recaudación son pobres.

El capital humano es un  concepto que surge de la premisa de que el capital hoy en día está
cada vez menos representado por la tierra, las fábricas y las máquinas, y cada vez más por el
conocimiento y las habilidades de las personas . Sin embargo, también resulta muy
importante para el buen desempeño la capacidad de los individuos de asociarse entre sí.

El capital social tiene importantes consecuencias en lo que se refiere al tipo de economía


industrial que esa sociedad sea capaz de crear. Si existe una confianza mutua entre las
personas que tienen que trabajar juntas en una empresa, haciéndolo de acuerdo con una serie
de normas distintivas comunes, el costo operativo de ese negocio será menor.
Sin embargo, aún siendo los valores éticos compartidos y la confianza lo que mantiene de pie
a los socios en la lucha por la permanencia del club, podemos vislumbrar cómo ante la crisis,
en muchos casos, esos ideales comienzan a tambalear. La necesidad económica y la
frustración reavivan el egoísmo innato de los seres humanos, en el afán de perseguir sus
intereses personales y maximizar sus utilidades.

A lo largo de la historia pareciera que los personajes se empeñan en darle crédito a la crisis
económica por todos los problemas que están atravesando. Sin embargo, a partir de lo
estudiado y lo que la película nos ha hecho reflexionar, nos animaríamos a decir que el
problema real radica en la cultura. Son los cambios en la familia, la perdida de las tradiciones
y la reestructuración de los vínculos los factores que en mayor medida llevaron al club a esta
situación y no la falta de trabajo.

Estamos en un momento en que el capital social y valores como la amistad, la solidaridad, la


honestidad o la confianza se ven sumamente cuestionados y, por momentos, rezagados. Pero,
paralelamente, en algunos ámbitos, éstos se están revalorando más que nunca y adquiriendo
dimensiones impensadas.

Bibliografía: Problemas Socioculturales Contemporáneos por Ignacio Amatrian.

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