Está en la página 1de 18

Divina comedia

poema de Dante Alighieri

La Divina comedia (en italiano moderno: Divina Commedia, en toscano: Divina Comedìa), también
conocida simplemente como Comedia, es un poema escrito por Dante Alighieri. Se desconoce la
fecha exacta en que fue redactado aunque las opiniones más reconocidas aseguran que el
Infierno pudo ser compuesto entre 1304 y 1308, el Purgatorio de 1307 a 1314 y, por último, el
Paraíso de 1313 a 1321, fecha del fallecimiento del poeta. Se considera por tanto que la
redacción de la primera parte habría sido alternada con la redacción del Convivium y De vulgari
eloquentia, mientras que De monarchia pertenecería a la época de la segunda o tercera etapa, a
la última de las cuales hay que atribuir sin duda la de dos obras de menor empeño: la Cuestión
de agua y La Tierra y las dos églogas escritas en respuesta a sendos poemas de Giovanni de
Regina.

Domenico di Michelino, Dante y la Divina Comedia, 1465. Florencia, Catedral de Santa María del Fiore
Es la creación más importante de su autor y una de las obras fundamentales de la transición del
pensamiento medieval (teocentrista) al renacentista (antropocentrista). Es considerada la obra
maestra de la literatura italiana y una de las cumbres de la literatura universal.

Características

Dante y Beatriz a orillas del Leteo (1889), de Cristóbal Rojas.

Dante Alighieri llamó sencillamente Commedia a su libro, pues, de acuerdo con el esquema
clásico, no podía ser una tragedia, ya que su final es feliz. Fue el escritor y humanista Giovanni
Boccaccio quien añadió el adjetivo "divina" durante la época en la que se encargó de leerla y
comentarla públicamente por diferentes ciudades italianas, también por ser un poema que
canta a la cristiandad. El libro suele presentarse actualmente con un gran cuerpo de notas que
ayudan a entender quiénes eran los personajes mencionados. Estos comentarios incluyen
interpretaciones de las alegorías cristianas o significados místicos que contendría el texto.
Miguel Asín Palacios, por otra parte, destacó la importancia de la escatología musulmana en la
estructura del Infierno dantesco.[1] ​

La Divina comedia se considera una de las obras maestras de la literatura italiana y universal.
Dante resume en ella todo el amplio conocimiento acumulado durante siglos, desde los
antiguos clásicos hasta el mundo medieval; su fe religiosa y sus convicciones morales y
filosóficas. El estilo de la obra posee un rico lenguaje lleno de símbolos y frecuentes referencias
a personajes históricos y de la antigua mitología. Numerosos artistas de todos los tiempos
crearon ilustraciones sobre ella; destacándose entre ellos las de Sandro Botticelli, Gustave Doré,
Salvador Dalí, William Blake, William Adolphe Bouguereau y Miquel Barceló. Dante Alighieri la
escribió en dialecto toscano, matriz del italiano actual, el cual se usó entre los siglos XI y XII.
Dante finaliza cada una de las cánticas utilizando la palabra estrellas; conectándolas, a pesar de
sus marcadas diferencias.

Aunque la Divina comedia es principalmente un poema religioso, que discute el pecado, la virtud
y la teología, Dante también discute varios elementos de la ciencia de su época,[2] ​como por
ejemplo: las implicaciones de una Tierra esférica y las estrellas visibles en el hemisferio sur o
analiza la importancia del método experimental en la ciencia, en las líneas 94-105 del Canto II
del "Paraíso".

Estructura

Detalle de infierno: Mosaico que representa el Juicio Final por Coppo di Marcovaldo, Museo Baptisterio de San Juan.[3] ​El
poeta Dante Alighieri fue bautizado en este lugar.

Cada una de sus partes (Infierno, Purgatorio y Paraíso), está dividida en cantos, cada uno consta
de treinta y tres cantos, y más el canto introductorio suman 100 cantos en total. Cada canto fue
compuesto por estrofas de tres versos endecasílabos o terza rima, que se dice, él mismo
inventó (tercetos).

El poema se ordena en función del simbolismo del número tres, que evoca la Santísima Trinidad
(el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo), el equilibrio, la estabilidad y el triángulo, las tres
proposiciones que componen el silogismo, lo que se sumaba al cuatro, que representaba los
cuatro elementos: Tierra, aire, fuego y agua, dando como resultado el número siete, como siete
son los pecados capitales. Finalmente, el Infierno está dividido en nueve círculos, el Purgatorio
en siete y el Paraíso queda formado por nueve esferas que giran como los planetas en torno al
sol.

Toda la obra está llena de símbolos que remiten al conocimiento y al pensamiento medievales;
religión, astronomía, filosofía, matemáticas, óptica, etcétera, que se encarnan en personajes,
lugares y acciones.

El poema cuenta con un personaje principal: Dante, que personifica a la humanidad, y representa
la tentación del pecado. Luego cuenta con dos personajes secundarios: Beatriz, que personifica
la Fe y lleva a Dante a cada una de las esferas del paraíso, hasta el Empíreo, espacio inmóvil,
donde contempla la Rosa mística formada por Dios y sus elegidos; y Virgilio, que hace otro tanto
con la razón.

El Paraíso representa el saber y la ciencia divina. El Infierno representa al ser humano frente a
sus pecados y sus funestas consecuencias. El Purgatorio, la lenta purificación de sus culpas
hasta la liberación. En esta obra el autor narra con extraordinario realismo un maravilloso viaje
durante el que se encuentra con las almas de grandes y terribles personajes de la historia; es un
canto a la humanidad que sólo en la fe en Dios encuentra su felicidad.

La estrofa por su parte está compuesta por tres versos, y cada una de las cánticas cuenta con
treinta y tres cantos, más el canto introductorio, de manera que la obra completa se compone de
cien cantos. Se usa un tipo de rima original, la "terza rima"

Nel mezzo del cammin di nostra vita


mi ritrovai per una selva oscura,
ché la diritta via era smarrita.
Ahí quanto a dir qual era è cosa dura
esta selva selvaggia e aspra e forte
che nel pensier rinova la paura!

Dante también utiliza el número diez tanto como cabalístico que como número pitagórico, que
se aprecia en los cien cantos de la comedia, compuestos por los treinta y tres de cada reino,
más el de introducción. También es notable la importancia decimal en los diez niveles del
infierno, que son nueve círculos más el anteinfierno, donde se encuentran los ignavi, es decir, los
indiferentes.

La estructura matemática de la Divina comedia, por otra parte, es mucho más compleja de lo
que aquí se esboza[cita requerida]. El poema puede leerse según los cuatro significados que se
atribuyen a los textos sagrados: literal, moral, alegórico y anagógico. En este poema, Dante hace
gala además de un gran poder de síntesis que es característico de los grandes poetas.

La estructura también afecta a los registros lingüísticos: en el infierno se utiliza un lenguaje


vulgar, el texto del "Purgatorio" está lleno de citas bíblicas y el del "Paraíso", de himnos y cantos
litúrgicos.

Antes de emprender el viaje hacia los tres mundos, Dante despierta en una selva oscura sin
saber por qué llegó ahí. Cuando se habla de selva oscura se hace referencia a algo malo, a lo
contrario a Dios, ya que esa selva era oscura, era mala. En esa selva se describe un paisaje
inicial en el cual se ve el sol, las estrellas, la playa y la colina. El sol en representación de la
divinidad, de Dios, la colina es el camino que debe subir para llegar a Dios, y Dante no puede
llegar a esa luz porque en el camino se encuentra con tres fieras que son obstáculos para él,
cada fiera representando un pecado. Ahí se encuentra con Virgilio y después de una
conversación con este, comienza su viaje.

Infierno

Infierno, Canto I (por Gustave Doré).

La primera parte describe cómo Dante se halla perdido en un bosque oscuro en su mediana
edad y entra en una cueva al pie del monte Sion, cerca de Jerusalén. Tres animales alegóricos le
salen al paso: una pantera, una loba y un león. Estos animales representan los pecados que
pueden atacar a Dante. La pantera representa la lujuria y la ciudad de Florencia que lo ha
exiliado. La loba es, según los comentaristas, el pecado de la codicia, y más allá de esto el
poder temporal del Papa en Roma. El león representa la soberbia, y el poder de Francia, que
pretendía dominar Italia. Después se narra el descenso del autor al Infierno, acompañado por el
poeta latino Virgilio, autor de la Eneida, a quien Dante admiraba, y que en la Edad Media tenía
una curiosa fama de mago. Acompañado por su maestro y guía, desciende al Infierno, que tiene
forma de cono con la punta hacia abajo y que como indica Agnelli, en la obra se indican diez
giros a la izquierda, infiriendo que cada uno es de 36°, formando así una circunferencia
completa al final.[4] ​

En el infierno los poetas se encontrarán los que están siendo sometidos a castigo, según la
gravedad de los pecados cometidos en vida. En las puertas se advierte: "Lasciate ogni speranza,
voi ch'entrate / Quien entre aquí, abandone toda esperanza".

El primer círculo corresponde al limbo, donde se encuentran las almas inocentes de los que
obraron bien, pero desconocieron el mensaje de Jesucristo porque nacieron antes que él. Esas
almas no sufren, pero no pueden participar del Paraíso. Allí se encuentra a un grupo de cinco
grandes poetas, entre los cuales es aceptado como el sexto.

Dante encuentra en el Infierno a muchos personajes antiguos, pero también de su época


(muchos de ellos enemigos de Dante o que colaboraron en su destierro), y cada uno de ellos
narra su historia brevemente a cambio de que Dante prometa mantener vivo su recuerdo en el
mundo; cada castigo se ajusta a la naturaleza de su falta (contrapasso) y se repite eternamente.
Jorge Luis Borges[5] ​cita como los mejores pasajes la historia de Paolo y Francesca, amantes
adúlteros que se conocieron al leer en el libro de Lanzarote los amores de la reina Ginebra y esta
persona, que fue motivo de inspiración y homenaje por poetas románticos y contemporáneos,
así como la historia del conde Ugolino da Pisa, que se comió a sus propios hijos, y del último
viaje de Ulises. Son también impresionantes el tránsito por el bosque de los suicidas, la travesía
del desierto donde llueve el fuego, donde Dante se encuentra a su maestro Brunetto Latini, y la
llanura de hielo de los traidores, estos últimos, considerados los peores pecadores entre todos.
En el último círculo "judesco", el Canto trigésimo cuarto, Dante se encuentra en la cuarta zona
del noveno círculo, en el hielo del Cocito, donde son castigados los traidores de los
benefactores, durante la noche del 9 de abril de 1300 (Sábado Santo), o, según otros
comentadores, del 26 de marzo de 1300. Los traidores están sumergidos en hielo y al llorar las
lágrimas les cortan los ojos. Se describe a Lucifer como un demonio de tres cabezas dentro de
cuya boca principal se hallaba Judas, al cual mordía con sus filosos colmillos como un juguete,
mientras este gritaba de dolor; en las otras mordía a los asesinos de Julio César, Marco Junio
Bruto y Casio.
Agarrados al pelaje de Lucifer van descendiendo, pero de repente se encuentran subiendo,
porque han pasado el centro de la Tierra y se encaminan a las antípodas. Allí vuelven a ver las
estrellas.

Purgatorio

En esta segunda parte, Dante y Virgilio atraviesan el Purgatorio, una montaña de cumbre plana y
laderas escalonadas y redondas, simétricamente al Infierno. En cada repisa o escalón se redime
un pecado, pero los que allí habitan están contentos porque poseen esperanza y saben que su
pena es finita y acabará. Dante se va purificando de sus pecados en cada nivel porque un ángel
en cada uno le va borrando una letra de una escritura que le han puesto encima. Allí encuentra a
famosos poetas, entre ellos a Publio Papinio Estacio, autor de la Tebaida.

El primer canto del Purgatorio ilustrado por Gustave Doré.

Esta parte comienza propiamente con la salida del Infierno a través de la natural burella. Dante y
Virgilio llegan así al hemisferio sur terrestre (que se creía por completo bajo las aguas), donde
en medio de ellas se halla la montaña del Purgatorio, creada con la tierra utilizada para crear el
abismo del Infierno, cuando Lucifer fue expulsado del Paraíso tras rebelarse contra Dios. Tras
salir del túnel llegan a una playa, donde encuentran a Catón el Joven, que se desempeña como
guardián del Purgatorio. Teniendo que emprender el ascenso de la empinada montaña, que
resulta imposible escalar, es tan empinada que Dante tiene que preguntar a algunas almas cuál
es el pasaje más cercano; pertenecen al grupo de los negligentes, los muertos en estado de
excomunión, que viven en el Ante-purgatorio. Un personaje notable de este lugar es Manfredo de
Sicilia. Junto a los que por pereza tardaron en arrepentirse, los muertos violentamente y a los
principios negligentes, de hecho, esperan el tiempo de purificación necesario para poder
acceder al Purgatorio propiamente dicho. En la entrada del valle donde se encuentran los
principios negligentes, Dante, siguiendo las indicaciones de Virgilio, pide indicaciones a un alma
que resulta ser el guardián del valle, un compatriota de Virgilio, Sordello, que será su guía hasta
la puerta del Purgatorio.

Tras llegar al final del Antepurgatorio, tras un valle florecido, los dos cruzan la puerta del
Purgatorio, que custodia un ángel con una espada de fuego, que parece tener vida propia. Está
precedido por tres jardines, el primero de mármol blanco, el segundo de una piedra oscura y el
tercero y último de pórfido rojo. El ángel, sentado en el solio de diamante y apoyando los pies en
el escalón rojo, marca siete "p" en la frente de Dante y abre la puerta con dos llaves, una de plata
y otra de oro, que San Pedro le dio, y los dos poetas se adentran en el segundo reino.

Dante y la montaña del Purgatorio.

El Purgatorio se divide en siete cornisas, donde las almas expían sus pecados para purificarse
antes de entrar al Paraíso. Al contrario del Infierno, donde los pecados se agravan a medida que
se avanza en los círculos, en el Purgatorio la base de la montaña, es decir la cornisa I, alberga a
quienes padecen las culpas más graves, mientras que en la cumbre, cerca del Edén, se
encuentran los pecadores menos culpables. Las almas no son castigadas para siempre, ni por
una sola culpa, como en el primer reino, pero expían una pena equivalente a los pecados durante
la vida.

Dante en el infierno

En la primera cornisa, Dante y Virgilio encuentran a los orgullosos, en la segunda a los


envidiosos, en la tercera a los iracundos, en la cuarta a los perezosos, en la quinta a los avaros y
a los pródigos. En esta encuentran el alma de Cecilio Estacio tras un terremoto (que se produce
cada vez que se libera un alma) y un canto Gloria in excelsis Deo. En vida este personaje fue en
exceso pródigo. Tras años de expiación siente el deseo de guiarlos hasta la cumbre, a través de
la sexta cornisa, donde expían sus culpas los golosos, que lucen delgadísimos, y la séptima,
donde se encuentran los lujuriosos, envueltos en llamas. Dante recuerda que Estacio se
convirtió gracias a Virgilio y a sus obras, en particular la Eneida y las Bucólicas, que le mostraron
la importancia de la fe cristiana y el error de su vicio. En ese sentido, Virgilio lo iluminó
permaneciendo él en la oscuridad. Virgilio fue un profeta sin saberlo, pues llevó a Estacio a la fe
pero él, pudiendo tan solo entreverla, no pudo salvarse, y deberá habitar hasta la eternidad en el
Limbo. Es en esta repisa de los lujuriosos donde se encuentra el Alighieri a sus amigos poetas
de lo que él mismo bautiza como dolce stil novo ("Purgatorio", canto XXIV, v. 57). En la séptima
cornisa, los tres tienen que atravesar un muro de fuego, tras la cual hay una escalera, por la que
se entra al Paraíso terrestre. Dante se muestra asustado y es confortado por Virgilio. Allí, donde
vivieron Adán y Eva prima del pecado, Virgilio y Dante tienen que despedirse, porque el poeta
latino no es digno de conducirlo en el Paraíso. Pero Beatriz sí.
Aquí Dante se encuentra con Santa Matilde, la personificación de la felicidad perfecta,
precedente al pecado original, que le muestra los dos ríos, Lete, que hace olvidar los pecados, y
Eunoe, que devuelve la memoria del bien realizado, y se ofrece a reunirlo con Beatriz, que pronto
llegará. Beatriz le llama severamente la atención a Dante y después le propone verla sin el velo.
El poeta, por su parte, busca a su maestro Virgilio, que ya no se encuentra con él. Tras beber las
aguas del Lete y del Eunoe, que hacen olvidar las cosas malas y recordar las buenas, el poeta
sigue a Beatriz hacia el tercer y último reino, el del Paraíso.

Paraíso

Paraíso III, 16. Dante y Beatriz en el cielo de la Luna. Grabado de la serie de Gustave Doré.

Libre de todo pecado, Dante puede ascender al Paraíso, lo que hace junto a Beatriz en
condiciones que desafían las leyes físicas, encadenando milagros, lo cual es más bien natural
dado el lugar en el cual se desarrolla el poema. Dentro del recorrido será de hecho de gran
importancia que el nombre de Beatriz signifique "dadora de felicidad" y "beatificadora", pues en
esta sección de la Comedia ella releva a Virgilio en la función de guía. En efecto, a través de este
personaje, el autor expresa en los treinta y tres cantos de la sección varios razonamientos
teológicos y filosóficos de gran sutileza.

Sin embargo, el poeta expresa desde un principio la gran dificultad que significa transmitir el
recorrido emocional y físico de trashumanar, es decir ir más allá de las condiciones de la vida
terrenal. Sin embargo, confía en el apoyo del Espíritu Santo (el buen Apolo) y en el hecho de que
pese a sus falencias, su esfuerzo descriptivo será emulado y continuado por otros (canto I, 34).
En la introducción del canto II, el autor reitera que para entender las alegorías de la obra es
indispensable tener de antemano muy amplios conocimientos en las materias que se van a
tratar (II, 1-15).

El Paraíso está compuesto por nueve círculos concéntricos correspondientes a los nueve
órdenes angélicos de la Jerarquía celestial / Περὶ τῆς οὐρανίου ἱεραρχίας, obra compuesta por
el Pseudo Dionisio Areopagita (ángeles, arcángeles, principados, potestades, virtudes,
dominaciones, tronos, querubines y serafines), en cuyo centro se encuentra la Tierra. En cada
uno de estos cielos, en donde se encuentra cada uno de los planetas, se encuentran los beatos,
más cercanos a Dios en función de su grado de beatitud. Pero las almas del Paraíso no están
mejor unas que otras y ninguna desea encontrarse en mejores condiciones que las que le
corresponden, pues la caridad no permite desear más que lo que se tiene (II, 70-87). De hecho, a
cada alma al nacer Dios le dio cierta cantidad de gracia según criterios insondables, en función
de los cuales gozan aquellas de los diferentes grados de beatitud. Antes de llegar al primer cielo
el poeta y Beatriz atraviesan la Esfera de fuego.

Canto XIV, 85-87. El cielo de Marte.

En el primer cielo, que es el de la Luna, se encuentran quienes no cumplieron con sus promesas
(Angeli), como la madre de Federico II, Constanza I de Sicilia. En el segundo, el de Mercurio,
residen quienes hicieron el bien para obtener gloria y fama, pero no dirigiéndose al bien divino
(Arcangeli). En el tercero, de Venus, se encuentran las almas de los "espíritus amantes"
(Principati). En el cuarto, del Sol, los "espíritus sabios" (Potestà). En el quinto, de Marte, los
"espíritus militantes" de los combatientes por la fe (Virtù). En el sexto, de Júpiter, los "espíritus
gobernantes justos" (Dominazioni).
En el séptimo cielo, de Saturno, de los "espíritus contemplativos" (Troni), Beatriz deja de sonreír,
como lo había hecho hasta entonces. Desde ese punto en adelante su sonrisa desaparece, pues
por la cercanía de Dios su luminosidad resultaría imposible de contemplar. En este último cielo
residen los "espíritus contemplativos". Desde allí Beatriz eleva a Dante hasta el cielo de las
estrellas fijas, donde no están más repartidos los beatos, sino las "almas triunfantes", que
cantan en honor a Cristo y María, a quien Dante alcanza a ver. Desde ese cielo, además, el poeta
observa el mundo debajo de sí, los siete planetas, sus movimientos y la Tierra, muy pequeña e
insignificante en comparación con la grandeza de Dios (Cherubini). Antes de continuar Dante
debe sostener una especie de "examen" de las tres virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad,
por parte de tres profesores particulares: San Pedro, Santiago y San Juan. Por lo tanto, después
de un último vistazo al planeta, Dante y Beatriz ascendieron al cielo, el Primo Mobile o Cristallino,
el cielo más externo, origen del movimiento y del tiempo universal (Serafini).

Canto XXXI. Llegada del protagonista al Empíreo. Por Gustave Doré.

En este lugar, tras levantar la mirada, Dante ve un punto muy luminoso, rodeado por nueve
círculos de fuego, girando alrededor de ella; el punto, explica Beatriz, es Dios, y a su alrededor se
mueven los nueve coros angelicales, divididos por cantidad de virtud. Superado el último cielo,
los dos ascienden al Empíreo, donde se encuentra la "rosa de los beatos", una estructura en
forma de anfiteatro, en el cual, sobre la grada más alta está la Virgen María. Aquí, en la inmensa
multitud de los beatos, están los más grandes de los santos y las figuras más importantes de la
Biblia, como San Agustín, San Benito de Nursia, San Francisco, y también Eva, Raquel, Sara y
Rebeca. Cada alma es un pétalo de esa rosa.

Desde aquí Dante observa finalmente la luz de Dios, gracias a la intervención de María a la cual
San Bernardo (guía de Dante de la última parte del viaje) había pedido ayuda para que Dante
pudiese ver a Dios y sostener la visión de lo divino, penetrándola con la mirada hasta que se une
con Él, viendo así la perfecta unión de toda la realidad, la explicación de toda la grandeza. En el
punto más central de esa gran luz Dante ve tres círculos, las tres personas de la Trinidad, el
segundo del cual tiene imagen humana, signo de la naturaleza humana y divina al mismo
tiempo, de Cristo. Cuando trata de penetrar aún más el misterio su intelecto flaquea, pero en un
excessus mentis[6] ​su alma es tomada por la iluminación, la armonía que da la visión de Dios, en
el canto XXXIII (145), del amor que mueve el sol y las otras estrellas (L'amor che move el sole e
l'altre stelle). Por la grandiosa luz del último cielo, Dante queda ofuscado, concluyendo así la
Divina Comedia.

Véase también: Anexo:Personajes del Paraíso

Traducciones

Como clásico de la literatura universal la Divina Comedia ha tenido traducciones en varias


épocas en 25 lenguas. Cabe destacar:

La primera traducción al castellano fue la medieval de Enrique de Villena. La primera impresa


la hizo Pedro Fernández de Villegas y fue parcial: solo el Infierno (Burgos: Fadrique de Basilea,
1515). Después hubo que esperar hasta el siglo XIX, cuando se vertió ocho veces completa y
directamente del italiano al español (Manuel Aranda San Juan, Pedro Puigbó, Cayetano Rosell,
José María Carulla, J. Sánchez Morales, Juan de la Pezuela, J. A. R. y Enrique de Montalbán).
En tercetos encadenados lo hizo Juan de la Pezuela, Conde de Cheste, y Ángel Crespo en el
XX; por lo menos diecinueve nuevas se hicieron al español en los siglos XX y XXI a fecha de
2018. Entre las nuevas traducciones de nota publicadas desde finales de los años 70, está la
de Ángel Crespo en tercetos encadenados (Seix Barral, 1977), galardonada con el premio
nacional de traducción, la de Luis Martínez de Merlo para Editorial Cátedra (1988, revisada en
2013), en endecasílabos blancos de ritmo yámbico, marcadamente fiel al original, y la de
Abilio Echeverría para Alianza Editorial (1995), en tercetos encadenados. Son beneméritas
también la de Bartolomé Mitre, en tercetos, pero incompleta y decimonónica, y la de Nicolás
González Ruiz. En prosa la más actual es la del romanista Ángel Chiclana, publicada en 1993,
en realidad, una revisión de la de Enrique Rodríguez Vilanova y Francesc Sales Coderch,
publicada por Bruguera en su colección Joyas Literarias en 1968 y, posteriormente por
Espasa-Calpe en varias reediciones. En 2018 vio a la luz una nueva traducción de José María
Micó para Editorial Acantilado, en una versión que el editor presenta como "legible, cercana y
fiel".[7] [8]
​ ​En 2021 se publicó una edición bilingüe vertida en endecasílabos blancos a cargo
de Juan Barja y Patxi Lanceros para Abada Editores, que incluye 300 páginas de notas y
comentarios, bibliografías, índices de nombres, el ensayo iconográfico de Juan Calatrava
"cosas notables" y la reproducción por primera vez de las ilustraciones de Sandro Botticelli
para la Commedia.[9] [10]
​ ​En 2021 vio la luz la magistral traducción de Jorge Gimeno,
publicada por el prestigioso sello Penguin Clásicos; se trata de una versión en endecasílabos
blancos de gran altura poética, más fiel al original que la de Micó, y que devuelve a Dante su
frescura original; las notas y comentarios de Gimeno, situadas al final de cada uno de los tres
volúmenes, son iluminadoras y facilitan la lectura, lo mismo que los prólogos y la introducción
general. En catalán se dispone de varias versiones, la primera la de 1429, en verso, por Andreu
Febrer, y las modernas de Josep Maria de Sagarra y Joan Francesc Mira.

Antoine de Rivarol (1753-1801) y Lamennais (1782-1854) hicieron sus respectivas


traducciones al francés.[11] [12]
​ ​

Henry Wadsworth Longfellow (1807-1882) fue el primer estadounidense en traducirla al


inglés, en endecasílabos blancos, completando su obra en 1867.[13] ​

Giovanni Peterlongo (1856–1941) la ha traducido al esperanto.[14] ​

Mons. Pádraig de Brún (1889-1960) logró una versión en gaélico irlandés, publicada
póstumamente.[15] ​

La primera traducción al latín fue la de Giovanni Bertoldi da Serravalle, obispo de Fermo y de


Fano, durante el Concilio de Constanza. La traducción se culminó en 1417 y su primera
impresión recién en 1891.[16] ​

Mihály Babits (1883-1941) hizo la primera traducción al húngaro entre 1913 y 1923.

El estadista argentino Bartolomé Mitre (1821-1906) hizo una traducción al castellano.[17] ​

El italianista español Ángel Chiclana (1935-1998) realizó una retraducción en prosa al


castellano, basada en una previa de la editorial Bruguera (1968).[18] ​

Julio Úbeda Maldonado: traducción de la obra al castellano en verso, por primera vez en la
historia, utilizando tercetos de rima asonante. Primera edición realizada en diciembre de 1983
y la segunda en ese mismo mes de 1996.

Influencia en otras obras literarias y musicales

El poemario Siete caminos para Beatriz de Ernesto Pérez Zúñiga (Fundación José Manuel Lara-
Vandalia) está basado en la figura de Beatriz de la Divina Comedia de Dante.[19] ​
El poemario El
Dante en Toledo, de Juan Antonio Villacanas, igualmente estructurado en Cantos, toma la Divina
comedia y a Dante como punto de partida del recorrido lírico, histórico y social del poeta
toledano por su ciudad natal.[20] ​

Por otra parte, la música se ha visto igualmente influenciada por el célebre poema. Por citar
algunos ejemplos, Sinfonía de la Divina Comedia de Dante (S. 109) o simplemente Sinfonía Dante,
de Franz Liszt; Francesca da Rimini (Opus 32), de Peter Ilytch Tchaikovsky; El tríptico, de Giacomo
Puccini; La Divina Comedia Sinfonía n.º 1, de Robert W. Smith; Divina comedia, de Roberto García
de Mesa, entre otros.

Véase también

Mito de Er

Libro tibetano de los muertos

Libro egipcio de los muertos

Referencias

1. Asín Palacios, Miguel, La escatología musulmana en la Divina Comedia. Seguida de Historia y


crítica de una polémica, Madrid, Ediciones Hiperión, 1984 (1ª ed. RAE, 1919), ISBN 84-7517-
131-1.

2. Michael Caesar, Dante: The Critical Heritage, Routledge, 1995, pags. 288, 383, 412, 631.

3. «The Museeums of Florence: Mosaico que representa el Juicio Final» (http://www.museumsin


florence.com/musei/Baptistery_of_florence.html) . Baptistery (en inglés). Consultado el 18
de septiembre de 2011. «Detail of the ceiling - Mosaic XIIth century, Image 2 of 14 ».

4. Agnelli, Giovanni (1891). Topo-cronografia del viaggio dantesco (https://www.worldcat.org/titl


e/topo-cronografia-del-viaggio-dantesco/oclc/14239139) (en italiano). Milán: U. Hoepli.
Consultado el 26 de mayo de 2022.

5. Jorge Luis Borges, Nueve ensayos dantescos, 1982.

6. "...éxtasis que viene a la mente y se llega a una auto-mejora" (T. Di Salvo, Paradiso, Zanichelli,
1988, p. 622)

7. Geli, Carles (9 de noviembre de 2018). Una ‘Comedia’ más fiel: en verso, sin rima y sin ‘divina’
(https://elpais.com/cultura/2018/11/08/actualidad/1541705081_775313.html) . El País.
Consultado el 9 de noviembre de 2018.
8. Abella, Anna (8 de noviembre de 2018). El Infierno universal de Dante resurge en una renovada
traducción (https://www.elperiodico.com/es/ocio-y-cultura/20181108/dante-nueva-traduccio
n-comedia-jose-maria-mico-7135852) . El Periódico. Consultado el 9 de noviembre de 2018.

9. La divina comedia, presentación (https://flipbookpdf.net/web/site/16802b3e8b0fb634a06faa


45fda1e0c2d242afda202105.pdf.html) . Abada. Consultado el 15 de junio de 2021.

10. Rodríguez Rivero, Manuel (5 de junio de 2021). Desde mi (relativo) purgatorio (https://elpais.c
om/babelia/2021-06-05/desde-mi-relativo-purgatorio.html) . Babelia, El País. Consultado el
15 de junio de 2021.

11. Dante Alighieri (traducción de Lamennais). Wikisource, ed. La Divine Comédie (https://fr.wikis
ource.org/wiki/La_Divine_Com%C3%A9die_(traduction_Lamennais)) . Consultado el 27 de
octubre de 2008.

12. Dante Alighieri (traducción de Antoine de Rivarol). Wikisource, ed. La Divine Comédie (https://f
r.wikisource.org/wiki/La_Divine_Com%C3%A9die) . Consultado el 27 de octubre de 2008.

13. Dante Alighieri (traducción de Henry Wadsworth Longfellow). Wikisource, ed. The Divine
Comedy (https://en.wikisource.org/wiki/The_Divine_Comedy) . Consultado el 27 de octubre
de 2008.

14. Dante Alighieri, La Divina Commedia-La dia komedio. Testo esperanto a fronte (traducción di
Giovanni Peterlongo), SIEI, 1980.

15. Dainté Ailígiéiri (trad. de Pádraig de Brún) (1997). An Clóchomhar, ed. An Choiméide Dhiaga
(en irlandés). Dublín. pp. 380 p.

16. Fratris Johannis de Serravalle translatio et comentum totius libri Dantis Aldigherii cum textu
italico fratris Bartholomæi a Colle eiusdem ordinis nunc primum edita, a cura di Marcellino da
Civezza M.O. e Teofilo Domenichelli M.O., Prato, Giachetti, 1891, 3 volumi.

17. La Divina comedia traducida por Mitre (http://www.traduccionliteraria.org/biblib/D/D102.ht


m)

18. «Traducir la Divina comedia» (https://web.archive.org/web/20130614223339/http://www.elpa


is.com.uy/cultural/traducir-divina-comedia.html) . El País Cultural. 14 de junio de 2013.
Archivado desde el original (http://www.elpais.com.uy/cultural/traducir-divina-comedia.htm
l) el 14 de junio de 2013.

19. Juan Cobos Wilkins: «Anillos de Saturno», Mercurio, n.º 165, noviembre de 2014, pág. 28.

20. Josè Rosell Villasevil: «Tú estas aquí, Maestro». ABC. Toledo. 23/9/2008.
Enlaces externos

Wikiquote alberga frases célebres de o sobre Divina comedia.

Wikisource contiene una copia de la Divina comedia.


Texto italiano de la Divina comedia en Wikisource.

Texto completo de La Divina comedia en italiano (https://it.wikisource.org/wiki/Autore:Dante_


Alighieri)

Obras de Dante Alighieri en español (https://web.archive.org/web/20070203074248/http://w


ww.servisur.com/cultural/dante/index.htm)

Estructura de la Divina comedia y simbología (https://web.archive.org/web/20080716102902/


http://www.architecthum.edu.mx/Architecthumtemp/numerodos/ponencia25.htm)

Iacopo Vettori: Lectura completa de la Divina Comedia en italiano (http://www.iacopovettori.it/


recitazione/commedia/es/Default.aspx) (mp3) (licencia Creative Commons)

Audiolibro (http://www.classicistranieri.com/dante-alighieri-la-divina-commedia-lettura-di-veni
ero-jenna.html) — lectura de Veniero Jenna.

Datos: Q40185

Multimedia: The Divine Comedy (https://commons.wikimedia.org/wiki/Category:The_Divi


ne_Comedy) / Q40185 (https://commons.wikimedia.org/wiki/Special:MediaSearch?type=i
mage&search=%22Q40185%22)
Citas célebres: Divina comedia
Textos: La Divina Comedia

Obtenido de
«https://es.wikipedia.org/w/index.php?
title=Divina_comedia&oldid=146782318»

Última edición hace 7 días por PedroAcero76

También podría gustarte