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Stanislav Grof - La Psicologia Del Futuro
Stanislav Grof - La Psicologia Del Futuro
Stanislav Grot
LA P S IC O L O G ÍA DEL FUTURO
Lecciones de la investigación moderna de la consciencia
/f
La Liebre de Marzo
Título original
Psychology of the Future
Primera edición
M a y o 2002
Primera reimpresión
D iciem bre 2005
Traducción
Sonia Telle
Diseño gráfico
Xavier Vidal
Dibujo de portada
El resurgir del fénix
Stanislav Grof (dibujo realizado tras la ingestión de una dosis ele vad a d e LSD)
M aquetación
Zero pre impresión
Depósito Legal
B-21.675.2002
ISBN
84-87403-51-4
Prefacio ............................................................................................................. 11
Capítulo uno
El potencial sanador y heurístico de los estados no ordinarios de
consciencia .................................................................................................. 21
Capítulo dos
La cartografía de la psique humana: el nivel biográfico, perinatal y
transpersonal .............................................................................................. 45
Capítulo tres
La arquitectura de los trastornos emocionales y psicosomáticos . . . . 111
Capítulo cuatro
Emergencia espiritual: comprensión y tratamiento de la crisis de
transformación............................................................................................ i s) 1
Capitulo cinco
Nuevas perspectivas en psicoterapia y autoconocimiento.................. 2.W
Contenido
C ap itu lo seis
C apitulo siete
C apitulo o ch o
C ap itu lo nueve
C ap ítu lo diez
ín d ice 487
Prefacio
Hace más de cuarenta años, una poderosa experiencia, que tan sólo duró
unas horas, cambió el rumbo de mi vida personal y profesional. Siendo aún un
joven psiquiatra recién licenciado, me presté voluntario para un experimento
con LSD, una substancia con impresionantes propiedades psicoactivas descu
bierta por el químico suizo Albert Hofmann en los laboratorios farmacéuticos
Sandoz en Basilea.
Durante esta sesión, y especialmente durante su fase culminante, tuve una
experiencia de consciencia cósmica, tan abrumadora como indescriptible, que
despertó en mí un interés por los estados no ordinarios de consciencia. Un inte
rés que duraría toda la vida. Desde aquel momento, la gran mayoría de mi tra
bajo clínico y mi investigación científica se han basado en la exploración del po
tencial terapéutico, transformador y evolutivo de estos estados de consciencia.
Las cuatro décadas que he consagrado a la investigación de la consciencia han
resultado ser una extraordinaria aventura hacia nuevos descubrimientos.
A lo largo de estos cuarenta años he dedicado aproximadamente la mitad de
mi tiempo a la terapia con substancias psiquedélicas. Al principio en t.'hecos-
lovaquia, en el Instituto de Investigación Psiquiátrica de Praga, y luego en
Kstados Unidos, más concretamente en el (.entro de Investigación Psiquiátrica
11
de Marvland en Baltimore, donde participé en el último programa americano
de investigación sobre psiquedélicos. En 1975 comencé a trabajar con la respi
ración holotrópica. Se trata una poderosa técnica terapéutica y de exploración
personal que desarrollé junto con mi mujer Christina. Por otro lado, ambos he
mos asistido a gran número de personas durante sus crisis psicoespirituales, o lo
que Christina y yo hemos denominado “emergencias espirituales”.
El denominador común a estas situaciones es que todas ellas conllevan esta
dos no ordinarios de consciencia o al menos una subcategoría que yo denomino
como estado holotrópico. Estos estados son inducidos durante las sesiones de
terapia psiquedélica a través de substancias que alteran la consciencia com o
pueden ser la LSD, la psilocibina, la mescalina, la triptamina o los derivados de
la anfetamina. En la respiración holotrópica, se produce un cambio en la cons
ciencia debido a la combinación de una respiración más rápida, música evocati-
va y movimientos corporales que ayudan a liberar energía. Durante las emer
gencias espirituales, en cambio, los estados holotrópicos ocurren de forma
espontánea, en medio de la vida cotidiana, y sin que a menudo se conozcan sus
causas.
Además, también he participado de forma activa en diversas disciplinas que,
de una manera u otra, están relacionadas con los estados no ordinarios de cons
ciencia. He participado en las ceremonias sagradas de culturas de distintas par
tes del mundo. He estado en contacto con indios norteamericanos, mejicanos, y
con chamanes de América del Sur. He estado en contacto y he intercam biado
pareceres con numerosos antropólogos. También me he acercado a disciplinas
de distinta índole. Entre ellas puedo nombrar el budismo Zen, el Vipassana, el
Vajrayana, el Siddha Yoga, el Tantra, así com o la orden Cristiana de los
Benedictinos.
Otra área de gran interés para mí ha sido la tanatología, disciplina aún bas
tante joven que estudia las experiencias en torno a la muerte, y sus aspectos psi
cológicos y espirituales. A finales de los años 60 y principios de los 70, participé
en un amplio estudio sobre los efectos de la terapia psiquedélica en individuos
terminales de cáncer. También quisiera mencionar el privilegio de haber conoci
do a figuras de gran renombre en el campo de la parapsicología. Esto me ha per
1?
mitido trabajar con pioneros en investigación de la consciencia, y colaborar con
terapeutas que han desarrollado y practicado poderosas modalidades de terapia
vivencial que inducen estados no ordinarios de consciencia.
Mi encuentro inicial con los estados no ordinarios de consciencia supuso un
verdadero y complejo desafío, tanto intelectual como emocionalmente. Durante
mis primeros años de investigación clínica con psiquedélicos, era bombardeado
diariamente con experiencias y observaciones para las cuales mi formación mé
dica y psiquiátrica no me habían preparado. Es más, estaba teniendo experien
cias y viendo cosas que, en el contexto de la visión científica del mundo en el
cual me había formado, no podían suceder o se consideraban imposibles. Sin
embargo, estos hechos imposibles estaban sucediendo continuamente.
Tras sobreponerme a la sorpresa conceptual inicial y a mis dudas sobre mi
propia salud mental, caí en la cuenta de que el problema no estribaba en mi ca
pacidad de observación o en mi juicio crítico, sino en las limitaciones que pre
sentan las teorías en psicología y en psiquiatría, y en la estrechez del paradigma
materialista de la ciencia occidental. Naturalmente, para mí no fue nada fácil
llegar a esta conclusión, ya que había estado luchando previamente con el res
peto y la admiración que un estudiante en medicina o un novel psiquiatra brin
dan a las autoridades científicas, al cuerpo académico y a sus impresionantes tí
tulos y credenciales.
Con el paso de los años, mi sospecha inicial hacia lo inadecuadas que podían
ser las teorías académicas referentes a la consciencia y a la psique humana se fue
transformando progresivamente en una convicción alimentada y corroborada
por miles de observaciones clínicas así como por mi propia experiencia personal.
En este punto de mi vida, no tengo la menor duda de que los datos provenientes
de la investigación realizada en torno a los estados no ordinarios de consciencia
representan un desafío conceptualmente crítico para el paradigma científico que
sigue prevaleciendo en psicología, psiquiatría y en muchas otras disciplinas.
Con este libro, intento señalar de forma sistemática y comprensiva las áreas
que requieren una revisión radical, sugiriendo la dirección y naturaleza de esos
cambios tan necesarios. Eos desafíos conceptuales presentados por la investiga
ción de la consciencia son fundamentales y no pueden resolverse con un simple
i :í
parcheo conceptual o hipótesis a medida. En mi opinión, la naturaleza y el al
cance de la crisis conceptual a la que están haciendo frente la psicología y la psi
quiatría es, en cierta forma, comparable a la situación introducida a principios
del siglo pasado en el campo de la física con los resultados del experimento de
Michelson Morley.
El primer capítulo de este libro presenta una discusión general acerca de los es
tados no ordinarios de consciencia, y el papel que han desempeñado culturalmen
te en los rituales y en la vida espiritual de la humanidad. También introduce los
desafíos que estos estados representan para la visión del mundo monista de la
ciencia occidental. Este capítulo concluye con unas líneas generales sobre las áreas
que necesitan cambios conceptuales de forma más pertinente a la vez que propone
un breve perfil sobre la naturaleza de las alternativas propuestas. Estas alternati
vas se irán explorando extensamente en las siguientes secciones del libro.
El capítulo siguiente se centra en la primera de esas áreas: la naturaleza y el
origen de la consciencia, y las dimensiones de la psique humana. Las observa
ciones de la investigación de la consciencia, disipan el mito actual de la ciencia
materialista según la cual la consciencia es un epifenómeno de la materia, es de
cir, un producto de procesos neurofisiológicos que se producen en el cerebro.
Estas observaciones señalan que la consciencia es un atributo primario de la
existencia capaz de numerosas actividades que el cerebro difícilmente podría
llevar a cabo. De acuerdo con los nuevos descubrimientos, la consciencia huma
na es parte de, y participa en, un amplio campo universal de consciencia cósmi
ca que impregna toda existencia.
La psiquiatría y psicología académicas tradicionales usan un modelo de la
psique que se limita a la biología, a la biografía postnatal y a la visión freudiana
del inconsciente individual. Para poder responder a todos los fenómenos que
ocurren durante los estados holotrópicos, tendría que ampliarse de forma drás
tica nuestro entendimiento de las dimensiones de la psique humana. La nueva
cartografía de la psique esbozada en este libro incluye dos niveles adicionales: el
nivel perinatal (relacionado con el trauma del nacimiento) y el nivel tran sperso
nal (que engloba las memorias ancestrales, raciales, colectivas y filogenéticas,
además de las experiencias kármicas y las dinámicas arquetípicas).
14
A medida que el libro avanza, este entendimiento de la psique se va aplican
do a distintos trastornos emocionales y psicosomáticos que no poseen una base
orgánica (“psicopatología psicogénica”). Para explicar tales condiciones, la psi
quiatría tradicional usa un modelo que se limita exclusivamente a los traumas
biográficos postnatales de la temprana infancia, la niñez, y a aquellos que ocu
rren más tarde en la vida. La nueva comprensión sugiere, en cambio, que las ra
íces de tales trastornos son mucho más profundas e incluyen además elementos
importantes correspondientes al nivel perinatal y transpersonal de la psique.
Una de las consecuencias más importantes de esta nueva comprensión de las
dimensiones de la psique humana desemboca en el entendimiento de que gran
número de los estados que la psiquiatría moderna considera como patológicos
y trata con antidepresivos son en realidad “emergencias espirituales”, es decir,
crisis psicoespirituales que tienen un poder transformador y sanador. Uno de
los capítulos de este libro trata exclusivamente la naturaleza de estas condicio
nes, lo que las desencadena, la forma en que se manifiestan y las nuevas estrate
gias terapéuticas existentes.
El capítulo siguiente explora las implicaciones prácticas de las nuevas observa
ciones relativas a la psique humana. Discute los principios de la psicoterapia que
usa estados holotrópicos y da cuenta del poder sanador de los mecanismos dispo
nibles durante el proceso de exploración personal, cuando la experiencia alcanza
el nivel perinatal y transpersonal. Una sección especial de este capítulo se centra
en la teoría y la práctica de la respiración holotrópica mostrando cómo se mani
fiestan y se utilizan los nuevos principios en esta modalidad de terapia vivencial.
Las observaciones de los estados holotrópicos desafían seriamente los prin
cipios fundamentales del pensamiento materialista, la primacía otorgada a la
materia y la ausencia de dimensión espiritual en el telar que constituye la exis
tencia. Estas observaciones traen consigo la evidencia empírica y vivencial di
recta de que la espiritualidad constituye un atributo crítico y legítimo de la psi
que humana y del plan universal de las cosas. Tema que recibe especial atención
en este libro. Argumenta, también que la espiritualidad y la ciencia no están, ni
pueden estar, en conflicto la una con la otra, aunque ambas representen dos
planteamientos distintos de la existencia.
1 !)
Otro capítulo especial del libro presta atención a la muerte desde un aspecto
psicológico, filosófico y espiritual. Para ello se centra en las experiencias en tor
no a la muerte y en el significado que tiene para la psicología la posibilidad de
que la consciencia sobreviva tras la muerte, el karma y la reencarnación, los an
tiguos libros de los muertos, y la preparación para la muerte. Las observaciones
en las que se basa este capítulo proceden principalmente del extenso estudio re
alizado en pacientes terminales de cáncer con terapia psiquedélica. En este capí
tulo describo y discuto con cierto detalle algunas de estas observaciones.
Los descubrimientos metafísicos más relevantes obtenidos en torno a la in
vestigación de los estados no ordinarios de consciencia están resumidos en el
capítulo sobre el “juego cósmico”. Tratan fundamentalmente de cuestiones re
lacionadas con la naturaleza de la realidad, el principio creativo cósmico y nues
tra relación con él, las dinámicas de la creación, el tabú que nos impide conocer
nuestra verdadera identidad, y el problema del bien y el mal. De este modo, re
sulta fascinante observar como las respuestas a preguntas fundamentales sobre
la existencia humana, que emergen con espontaneidad durante los estados ho-
lotrópicos, son sorprendentemente similares a aquellas que aparecen no sólo en
la “filosofía perenne” descrita por Aldous Huxley, sino también en los descu
brimientos revolucionarios del nuevo paradigma científico.
La última parte del libro se centra en las implicaciones de los nuevos descu
brimientos relativos a la comprensión de la crisis global actual así com o en los
distintos modos en que la investigación de la consciencia y la psicología trans
personal pueden contribuir a mitigarla. Explora también las raíces psicoespiri-
tuales de la agresión y de la insaciable avaricia, dos fuerzas que han dominado
la historia de nuestra humanidad y que, debido al rápido progreso tecnológico,
han pasado a ser auténticas amenazas para la supervivencia de la vida en nues
tro planeta. El trabajo que se lleva a cabo con estados de consciencia holotrópi-
cos, no sólo provee un nuevo entendimiento de estos peligrosos elementos de la
psique humana, sino que también proporciona eficientes modos de confrontar
los y transformarlos.
En la edición castellana he decidido incluir un nuevo capítulo en el que pre
sentó algunas consideraciones basadas en mi trabajo con mi amigo y colega, el
16
filósofo y psicólogo Richard Tamas. Juntos hemos explorado, durante muchos
años, los correlatos astrológicos de las experiencias místicas, las crisis psicoes-
piriuales, los episodios psicóticos, los estados psiquedélicos y las sesiones de
respiración holotrópica. Nuestro estudio sistemático de las correlaciones entre
la naturaleza y el contenido de los estados holotrópicos y los tránsitos planeta
rios me ha convencido de que una combinación de la profunda terapia vivencial
con la psicología arquetípica y la astrología de tránsitos es la estrategia más pro-
metedora para la psiquiatría del nuevo milenio.
Cuarenta años de sistemática e intensa investigación sobre los estados no or
dinarios de consciencia me han llevado a la conclusión de que, quizás, sólo una
radical transformación interior de la humanidad y un mayor nivel de conscien
cia puedan garantizarnos una verdadera esperanza ante el futuro. Espero since
ramente que aquellos que estén a punto de embarcarse en este viaje interior, o
ya lo hayan emprendido, encuentren este libro de alguna utilidad y que la infor
mación en él presentada se convierta en una grata compañera en esta emocio
nante aventura.
Estoy profundamente agradecido a Jane Bunker, editora de State University
de New York Press, puesto que sin ella no hubiera escrito este libro. Fue ella
quien me sugirió que mis lectores apreciarían tener, en un volumen, el resultado
de mi trabajo junto con los mayores descubrimientos que en él emergieron a lo
largo de mi investigación de los estados no ordinarios de consciencia. De esta
manera, y prestando atención a sus sugerencias, he escrito este libro con la in
tención de que proporcione una información fácil de entender relacionada con
las áreas más importantes de mi investigación.
Los lectores que estén especialmente interesados en uno o varios de los te
mas tratados en los distintos capítulos pueden usarlos a modo de introducción
general de mis otros libros que, por su parte, ofrecen un análisis mas profundo
sobre temas concretos. A continuación propongo una lista de referencias e in
formación adicional de los temas tratados individualmente en los distintos capí
tulos.
C ap ítu lo 1. Se puede encontrar más información acerca del potencial heu
rístico y terapéutico de las substancias psicodélicas en mi libro, l.SD Psycbo-
1/
íbcrapy. Un amplio manual dedicado de forma específica a este tema y, también
en el apéndice de The Adventure o f Self-Discovery, que se centra más concreta
mente en el uso de substancias psiquedélicas en el contexto de los rituales y de
la terapia. Por otro lado, el papel desempeñado por los estados no ordinarios de
consciencia en los ritos de paso, en el chamanismo y en los antiguos misterios
relativos a la muerte y el renacimiento es discutido en The Stormy Search fo r
íhc Self, que escribí junto con mi mujer Christina. (Hay trad. Castellana: La
tormentosa búsqueda del ser, La Liebre de Marzo, 1995).
Capítulo 2. La nueva cartografía de la psique humana se explora particu
larmente en detalle en Realms o f tbe Human Unconscious y en The Adventure
o f Self-l)iscovery. Kstos libros describen las dinámicas de los sistemas CO EX,
las matrices perinatales, así como diversas formas de experiencias transpersona
les con numerosos ejemplos ilustrativos. Tbe H olotropic Mind, escrito en cola
boración con I lal Zina Bennett, constituye una introducción elemental al am
plio mapa de la psique. Este libro es adecuado para aquellas personas que se
inician en el campo transpersonal.
Capitulo í, Las implicaciones de mi investigación, en el diagnóstico y trata
miento ile los trastornos emocionales y psicosomáticos en psiquiatría y psicolo
gía, aparecen en mi libro lieyond tbe Brain. Este libro contiene además, un aná
lisis acerca de diversos desarrollos revolucionarios de la ciencia moderna que
son compatible con estos nuevos descubrimientos.
( 'iipitulo 4. Aquellas personas especialmente interesadas en el concepto de
emergencia espiritual, sus implicaciones en la investigación de la consciencia y
en la comprensión y tratamiento de las psicosis, encontrarán más información
en dos libros que escribí con mi mujer, Christina, The Stormy Search fo r tbe S elf
y Spiritual l'.mergency. El primero incluye detallados análisis acerca de posibles
alternativas de aproximación a las psicosis, mientras que el segundo es un com
pendio de artículos de diversos autores que plantean este mismo tema.
( apitulo 5. El potencial terapéutico de los estados no ordinarios de cons
ciencia es el tema de muchos de mis libros. En este sentido, puede ser de interés
la segunda mitad de mi libro The Adventure o f Self-D iscovery que describe la
práctica de la respiración holotrópica, así como los mecanismos terapéuticos
18
Prefacio
que operan en los estados no ordinarios de consciencia. Por esta razón, también
son relevantes los pasajes de B eyond the Brain que discuten los pros y los con
tras de las distintas escuelas de psicoterapia y comparan las distintos métodos
de terapia. LSD Psychotherapy es un manual que trata de forma específica so
bre el uso de los psiquedélicos en terapia mientras que The Stormy Search for
the S elf explora estrategias terapéuticas alternativas para los estados psicóticos.
C apítulo 6. La relación existente entre espiritualidad y religión es tratada
en detalle en El ju ego cósm ico. También puede encontrarse información rele
vante a este tema en The Stormy Search fo r the Self.
C apítulo 7. Los aspectos psicológicos, filosóficos y espirituales de la muerte
son tratados en The Human Encounter with D eath, escrito en colaboración con
Joan Halifax. Es la descripción de un proyecto de investigación de terapia psi-
quedélica realizado con más de doscientos pacientes de cáncer, que condujimos
en el Centro de Investigación Psiquiátrica de Maryland en Baltimore. También
he escrito dos libros con ilustraciones muy representativas. Ambos exploran las
ramificaciones culturales de este trabajo: B o o k s o f the D ead y Beyond D eath,
este último en colaboración con mi mujer Christina.
C apítulo 8. Por otro lado, las cuestiones relativas a mi investigación de los
aspectos espirituales, metafísicos y filosóficos se pueden encontrar en mi libro
The C osm ic Gam e. Explora la comprensión de la naturaleza humana y de'la rea
lidad basándose en experiencias y visiones profundas de los estados holotrópi-
cos de consciencia. En este sentido, señala la sorprendente similitud que tienen
con la visión de Aldous Huxley en su filosofía perenne y con los avances revolu
cionarios de la ciencia moderna y el nuevo paradigma que de ella emerge.
C apítulo 9. Los epílogos de B eyond the Brain y de The Cosmic G am e ofre
cen una mayor información relativa a las implicaciones del trabajo con estados
holotrópicos desde una perspectiva más global. Aunque, también he editado el
libro Hum an Survival and Consciousness Evolution, un compendio de artículos
escrito por notables autores, sobre esta importante cuestión.
Todos estos libros a los que me he referido disponen de una extensa biblio
grafía que, a su vez, remitirá, a aquellos interesados, a otros autores.
I!)
CAPÍTULO UNO
22
do, por un lado, permanecemos plenamente orientados en el tiempo y el espa
cio, es decir, no perdemos completamente nuestra percepción de la realidad dia
ria mientras que, por otro lado, nuestro campo perceptivo se ve desbordado por
el contenido procedente de otras dimensiones de la existencia. Algo que puede
ser muy intenso e incluso abrumador. En tales casos, estamos experimentando
de forma simultánea dos realidades muy distintas. Nos encontramos “a caba
llo” entre dos mundos diferentes.
Los estados holotrópicos se caracterizan por los profundos cambios de percep
ción sensorial. Al cerrar los ojos, nuestro campo visual puede verse invadido por
imágenes procedentes de nuestra historia personal así como del inconsciente colec
tivo. Podemos tener visiones y experiencias que nos comunican aspectos diversos
del reino animal o vegetal, escenas de la naturaleza en general o del cosmos. Estas
experiencias pueden trasladarnos al ámbito de los arquetipos o a regiones mitoló
gicas. Al abrir los ojos, la percepción del entorno que nos rodea suele verse altera
da por claras proyecciones de este material inconsciente. Todo esto también puede
ir acompañado de una amplia variedad de vivencias que incluyen también a los de
más sentidos: sonidos, sensaciones físicas, olores y sabores diversos.
Las emociones asociadas con los estados holotrópicos cubren un amplio es
pectro que se extiende mucho más allá de los límites de nuestra vivencia cotidia
na, tanto por su naturaleza como por su intensidad. Estas emociones abarcan
desde sentimientos de éxtasis, bienaventuranza celestial y “paz que sobrepasa
toda comprensión”, a episodios de terror abismal, cólera asesina, profunda des
esperación, culpabilidad devoradora y otras'formas de sufrimiento emocional
inimaginable. La intensidad de estas formas extremas de estados emocionales
puede equipararse a las descripciones de los reinos paradisíacos e infernales que
aparecen en las escrituras de las grandes religiones mundiales.
Un aspecto particularmente interesante de los estados holotrópicos es el
efecto que tienen en los procesos del pensamiento. P’n ellos, el intelecto no se ve
mermado, sin embargo funciona de una forma muy distinta a como lo hace ha
bitualmente. Aunque a veces no confiemos en nuestro propio juicio en los asun
tos prácticos ordinarios, en estos estados holotrópicos podemos sentirnos des
bordados por la cantidad de información verdadera relativa a nuestra historia
personal, las dinámicas inconscientes, las dificultades emocionales y los proble
mas interpersonales. Del mismo modo, podemos tener revelaciones extraordi
narias respecto a diversos aspectos de la naturaleza y del cosmos. La cualidad
de estas revelaciones trasciende notablemente nuestra formación intelectual y
educativa. Las comprensiones más interesantes a las que se puede tener acceso
en estos estados holotrópicos son aquellas que giran alrededor de cuestiones fi
losóficas, metafísicas y espirituales.
Es posible vivir secuencias de muerte y renacimiento psicoespirituales, así como
un vasto espectro de fenómenos transpersonales, como por ejemplo sentimientos
de unidad con otras personas, la naturaleza, el universo y Dios. También puede que
nos adentremos en lo que parecen ser recuerdos de encarnaciones pasadas y en
cuentros con figuras arquetípicas. Podemos comunicarnos con entidades incorpó
reas o visitar paisajes mitológicos. Las experiencias holotrópicas de esta categoría
son la principal fuente de los sistemas de las cosmologías, mitologías, filosofías* así
como de las religiones, que describen la naturaleza espiritual del cosmos y de la
existencia. Estas constituyen la llave de acceso a la comprensión de la vida ritual y
espiritual de la humanidad. Nos ayudan a comprender desde las ceremonias sagra
das de las tribus aborígenes y el chamanismo hasta las religiones del mundo.
24
En el marco de las ceremonias sagradas, los estados no ordinarios de cons
ciencia han desempeñado la función de mediador en el contacto vivencial direc
to de los nativos con las dimensiones arquetípicas de la realidad, es decir con las
deidades, el mundo mitológico y las fuerzas numinosas de la naturaleza. Estos
estados también han jugado un papel de crucial importancia en el diagnóstico y
la sanación de trastornos diversos. Aunque las culturas aborígenes posean a me
nudo una impresionante sabiduría en torno a los remedios naturales, se centran
principalmente en la sanación metafísica. Ésta conlleva típicamente la induc
ción de estados holotrópicos de consciencia: para el cliente, el curandero o para
ambos al mismo tiempo. Es incluso bastante frecuente que un amplio grupo, o
la totalidad de una tribu, entren un estado de trance conjuntamente. Esto es lo
que sigue sucediendo actualmente entre los bosquimanos !Kung en el desierto
africano de Kalahari.
Los estados holotrópicos han sido utilizados con la intención de desarrollar
la intuición y la percepción extrasensorial, pero también por distintos motivos
prácticos, como buscar a personas desaparecidas, objetos perdidos u obtener
información relativa a personas en localidades remotas. Aparte de estas razo
nes, también suponen una fuente de inspiración, proveen ideas para los rituales,
las pinturas, las esculturas y las canciones. El impacto que estos estados han
ejercido en las sociedades preindustriales y en la espiritualidad de la humanidad
ha sido enorme.
La importancia de los estados holotrópicos para las culturas antiguas y abo
rígenes se refleja en la cantidad de tiempo y energía que dedican al desarrollo de
las “tecnologías de lo sagrado” que no son sino procedimientos capaces de alte
rar la mente e inducir estados holotrópicos con fines espirituales y rituales.
Entre estos métodos podemos citar la combinación de diferentes modos de per
cusión, música, cantos, danzas rítmicas, alteraciones en la respiración, y el cul
tivo de formas de consciencia específicas. Otros métodos importantes que indu
cen estados holotrópicos son el aislamiento social y sensorial prolongados.
Entre ellos cabe citar el retiro en una cueva, en el desierto, en un lugar ártico o
una alta montaña. Otras formas fisiológicas extremas que se utilizan para lo
grar tales fines son el ayuno y la privación del sueño, la deshidratacion e incluso
grandes sangrías, el uso de poderosos laxantes y purgantes, o incluso el infligir
un intenso dolor.
Otra tecnología particularmente eficaz para inducir estados holotrópicos ha
sido el uso de plantas y substancias psiquedélicas en marcos rituales. Las legen
darias pociones divinas conocidas como H aom a en el antiguo Zend Avesta per
sa y como som a en la India eran utilizadas por las tribus indoiraníes hace ya va
rios miles de años y constituyeron probablemente uno de los fundamentos
esenciales de la religión y de la filosofía védicas. A lo largo de la historia, los
pueblos de Oriente, África y la zona del Caribe han ingerido y fumado prepara
ciones de cáñamo que reciben distintos nombres (hachís, m arihuana, k if, ch a
ras, hhang, ganja), ya sea de forma lúdica y por placer, o en el contexto de cere
monias religiosas. Han constituido un importante sacramento para grupos tan
dispares como los brahmanes, determinadas órdenes de sufíes, antiguos escitas
y los rastafaris Jamaicanos.
Kl uso ceremonial de una gran diversidad de substancias psiquedélicas tam
bién es característico de una amplia tradición centroamericana. Numerosas cul
turas indias precolombinas, entre ellas los mayas, los aztecas, y los toltecas, co
nocían y utilizaban la poderosa eficacia de ciertas plantas para modificar su
consciencia. Hntre estas conocidas plantas podemos citar el cactus mejicano co
nocido como peyote (I.ophophora williamsii), el hongo sagrado teo n a n a ca tl
(Psilocybe mexicana), y el ololiuqui, semillas de las campanillas de distintas va
riedades (Ipomoea violácea y Turbina corymbosa). Dichas plantas han sido uti
lizadas como sacramentos hasta el día de hoy por los huicholes, los mazatecos,
los chichimecas, los cora y otras tribus indias mejicanas, además de por la
Iglesia Nativo Americana.
La famosa planta de Sudamérica conocida como ayahuasca o yajé es la de
cocción de una liana de la selva (Banisteriopsis caapi) combinada con aditivos
de otras plantas. La zona amazónica y las islas del Caribe también son cono
cidas por sus variedades de rapés psiquedélicos. Las tribus aborígenes de Áfri
ca ingieren e inhalan unas preparaciones hechas a partir de corteza de iboga
(Tabernanthe iboga). Las usan en pequeñas cantidades a modo de estimulante
y, en mayores dosis, durante los rituales de iniciación de hombres y mujeres.
26
CUADRO i . l . Técnicas antiguas y aborígenes que inducen estados holotrópicos
D anzas y otras m odalidades de m ovim iento (los giros de los derviches, las danzas de los
lamas, la danza trance de los bosquimanos de Kalahari, el hatha yoga, el tai chi, el
qigong etc.)
La sobrecarga sensorial (la combinación de estímulos acústicos y visuales durante los ri
tuales aborígenes, el dolor físico extremo, etc.)
L o s m ed ios fisio ló g ico s (el ayuno, la privación del sueño, el uso de purgas y laxantes,
sangrías (mayas), procedimientos extremadamente dolorosos (la danza del sol, las
subincisiones y las limaduras de dientes de los indios lakotas sioux.)
27
Pintura d e una sesión d e resp iración b o lo tr ó p ic a q u e refleja la e x p e r ie n c ia d e la
tran sform ación d el ch am án en un leó n d e m o n ta ñ a (Tai In g rid H a z a rd )
28
estado de trance de forma controlada y por voluntad propia. Utilizan estos esta
dos para diagnosticar enfermedades, sanar, acceder a la percepción extrasenso
rial, explorar dimensiones alternativas de la realidad así como para otros fines.
A menudo inducen estados holotrópicos en otros miembros de su tribu ofre-
P in tu ra d e u n a s e s ió n d e r e s p ir a c ió n b o l o t r ó p ic a en la q u e el a rtista se id en tifica
c o n u n a jo v e n a d o le s c e n t e d e u n a trib u d e S u d a m é ric a q u e p a rtic ip a en un rito
d e p u b e r t a d . U na p a r t e im p o r ta n t e d e l ritu a l fu e la id e n tific a c ió n v iv en cial con
un ja g u a r (K a tb le e n Silver)
Pintura d e una se sió n d e r e s p ir a c ió n h o lo t r ó p i c a q u e r e p r e s e n ta la id e n t if ic a
ción co n una virgen d e la z o n a m e jic a n a d e l Y u catán u s a d a c o m o s a c r if ic i o en
un ritual c e le b r a n d o a la d io s a d e l m aíz. Un p e r io d o d e a h o g o , p á n ic o y e x c i t a
ción se x u a l fu e se g u id o d e un b e llo a r c o iris q u e a p o r t a b a lu z y p a z (K a t h le e n
Sil ver).
ciendo el apoyo necesario y guiando a aquellas personas que atraviesan los com
plejos territorios del más allá.
El chamanismo es antiquísimo, probablemente tenga entre treinta o cuaren
ta mil años. Se pueden seguir los primeros vestigios de sus raíces en una época
30
tan lejana com o el paleolítico. Las paredes de las famosas cuevas del sur de
Francia y del norte de España, com o por ejem plo las de Lascaux, Font de
Gaume, les Trois Frères, Altamira, y otras, están decoradas con bonitas imáge
nes de animales. Muchas de ellas representan especies que rondaban por los pai
sajes de la Edad de Piedra com o bisontes, caballos salvajes, ciervos, cabras mon-
tesas, m am uts, lobos y renos. Sin em bargo, otras corresponden a criaturas
m íticas, com o por ejemplo “La Bestia Hechicera” de Lascaux, y tienen un signi
ficado claram ente mágico y ritual. Estas cuevas tienen dibujos y grabados de
extrañas figuras que com binan rasgos animales y humanos, y que, indudable
mente, representan a antiguos chamanes.
La imagen más conocida entre estas es la de “El Brujo” de la cueva Les Trois
Frères, una com posición misteriosa que com bina varios símbolos masculinos.
Tiene los cuernos de un ciervo, los ojos de una lechuza, la cola de un caballo
salvaje o de un lobo, una barba humana y las garras de un león. Otro grabado
fam oso de otro cham án, en este mismo grupo de cuevas, es el de “ El Señor de
las Bestias” que preside “ las Buenas Tierras de Caza” repletas de hermosos ani
males. Tam bién, en Lascaux, es muy conocida una escena de caza en una pared.
R epresenta a un bisonte herido y a la figura de un chamán recostado con un
pene erecto. La gruta conocida com o La Gabillou, hospeda un grabado que los
arqueólogos llam an “ El B a ila rín ” y muestra una figura cham ánica en movi
miento dinámico.
En el suelo de arcilla de una de estas cuevas, Tuc D ’Audoubert, los arqueólo
gos encontraron unas huellas dispuestas en círculo alrededor de dos efigies de
bisontes hechas tam bién de arcilla. Esto nos sugiere que los habitantes celebra
ban danzas similares a las que siguen llevándose a cabo en numerosas culturas
aborígenes para inducir estados de trance. El origen del chamanismo puede in
cluso observarse en un culto más antiguo, del neandertal, con el descubrimiento
de un santuario animal que corresponde al periodo interglaciar en unas cuevas
de Suiza y del sur de Alemania.
El cham anism o no sólo es antiguo sino que además es universal. Puede en
contrarse en el norte y el sur de Am érica, en Europa, África, Asia, Australia,
M icronesia y Polinesia. El hecho de que culturas tan dispares a lo largo de la his
31
toria hayan encontrado técnicas chamánicas tan útiles sugiere que los estados
holotrópicos implican lo que los antropólogos denominan “mente primaria”, un
aspecto primordial de la psique humana que trasciende los conceptos de raza,
sexo, cultura y tiempo histórico. Lo cierto es que, hasta el día de hoy, las técnicas
y los procedimientos chamánicos han sobrevivido en culturas que han escapado
a la influencia desgarradora de la civilización industrial occidental.
Otro ejemplo de transformación psicoespiritual que es rechazado cultural
mente, y conlleva estados holotrópicos, está constituido por los rituales que los
antropólogos denominan ritos d e p aso. Este término fue descrito y definido por
el antropólogo Holandés Arnold van Gennep, autor del primer tratado científi
co sobre el tema (van Gennep 1960). Ceremonias de este estilo han existido en
todas las culturas indígenas conocidas y siguen celebrándose en numerosas so
ciedades preindustriales. Su mayor propósito es el de redefinir, transform ar y
consagrar individuos, grupos e incluso culturas enteras.
Los ritos de paso se celebran en épocas de cambios críticos tanto en la vida
de un individuo como de una cultura. Estos, por lo general, coinciden con im
portantes transiciones fisiológicas o sociales, entre ellas pueden citarse momen
tos importantes como por ejemplo el nacimiento, la circuncisión, la pubertad, el
matrimonio, la menopausia y la muerte. Existen rituales sim ilares asociados
con la iniciación y mediante los cuales se alcanza el estatus de guerrero. Los ri
tuales tienen mucho que ver con la aceptación dentro de sociedades secretas,
festividades relacionadas con la renovación, ceremonias de sanación, y el des
plazamiento geográfico de grupos humanos.
Los ritos de paso conllevan procedimientos que alteran poderosam ente la
mente e inducen experiencias que desorganizan psicológicamente, lo cual des
emboca en un nivel de integración más elevado. Según este episodio de muerte y
renacimiento psicoespiritual, uno muere al antiguo rol para volver a nacer en el
nuevo. Por ejemplo, durante los ritos de pubertad la persona iniciada entra en el
proceso siendo un chico o una chica y emerge como persona adulta con todos
los derechos y deberes que su nueva condición implica. En todas estas situacio
nes, el individuo o grupo social deja atrás un modo de ser para adentrarse en
una vida con nuevas circunstancias.
32
La persona que regresa de la iniciación no es la misma que entró al iniciarse
el proceso. El hecho de ser sometida a una profunda transformación psicoespi-
ritual hace que la persona tenga una conexión personal con las dimensiones nu-
minosas de la existencia y una visión mucho más amplia del mundo. Con ello
también adquiere una nueva imagen de sí misma, así como un sistema de valo
res diferente. Estos cambios son el resultado de una crisis inducida deliberada
mente que alcanza la esencia del iniciado o iniciada y que, en determinadas oca
siones, puede llegar a ser terrorífica y caótica. Estos ritos de paso constituyen
otro ejemplo de que los periodos de desintegración y trastorno temporales lle
van a una mayor cordura y bienestar.
Los dos ejemplos de “desintegración positiva” que he descrito hasta ahora,
la experiencia de los ritos de paso y las crisis chamánicas, poseen muchos rasgos
en común, sin embargo se diferencian el uno del otro de un modo importante.
La crisis chamánica invade la psique del futuro chamán de forma inesperada y
sin aviso. Tiene por lo tanto una naturaleza espontánea y autónoma, mientras
que los ritos de paso son el producto de la cultura y siguen un patrón predecible
en el tiempo. Las experiencias de los iniciados son el resultado de “tecnologías
de lo sagrado” específicas que han sido desarrolladas y perfeccionadas a lo lar
go de generaciones.
En las culturas que veneran a los chamanes y celebran ritos de paso, las cri
sis chamánicas se consideran una forma de iniciación muy superior al rito de
paso. Es más, se consideran como la intervención de un poder superior y como
una indicación de elección divina y vocación especial. Desde otra perspectiva,
los ritos de paso representan un paso más allá en la apreciación cultural del va
lor positivo de los estados holotrópicos. Las culturas chamánicas aceptan y tie
nen en gran estima el poder sanador de los estados holotrópicos que suceden de
forma espontánea durante las crisis de iniciación y las experiencias de trance,
inducidas o no por chamanes expertos. Los ritos de paso introducen a gran es
cala los estados holotrópicos en la cultura. Ésta los institucionaliza haciendo
que formen parte de la vida espiritual y ritual.
Los estados holotrópicos de consciencia juegan además un papel crítico en
los m isterios d e m u erte y ren acim ien to. Eran procedimientos secretos y sagra-
dos muy difundidos en el mundo antiguo. Estos m isterios se basaban en h isto
rias de la mitología acerca de deidades que sim bolizaban la m uerte y la tran sfi
guración. En el Sumer antiguo fueron Inanna y Tam m uz, en Egipto Isis y O siris,
en Grecia las divinidades de Atis, Adonis, D ionisio y Perséfone. Su co n tra p a rti
da M esoam ericana fue el Q uetzalcoatl azteca, o la Serpiente Em plum ada, y los
Héroes Gemelos mayas del P o p o l Vuh. Estos m isterios eran esp ecialm ente p o
pulares en el área mediterránea y en el Próxim o O riente tal y com o nos lo ejent-
plifican los templos de iniciación sumerios y egipcios, los m isterios de M itra , los
ritos griegos en honor a Cibeles, las bacanales, y los m isterios de Eleusis.
Un impresionante testimonio del poder y del im pacto de estas experiencias es
el que los misterios que se realizaban en el santuario de Eleusis, cercano a Atenas,
se celebraron con regularidad cada cinco años, y sin interrup ción, al m enos du
rante un periodo de casi dos mil años. Incluso en aquel entonces no d eja ro n de
llamar la atención del mundo antiguo. Las cerem onias en Eleusis se vieron repen
tinamente interrumpidas cuando el emperador cristiano Teodosio prohibió parti
cipar en los misterios, así com o en todos los demás cultos paganos. Poco tiem po
después, en el 375 d. C, la invasión de los godos destruyó el santuario.
En el telestrión, el vestíbulo gigantesco de iniciación en Eleusis, m ás de tres
mil neófitos experim entaban al mismo tiem po poderosas experien cias de tra n s
formación psicoespiritual. La im portancia cultural de esos m isterios en el m u n
do antiguo y la falta de recon o cim ien to de su papel en la h isto ria de la c iv ili
zación europea se hacen evidentes si co n sid eram o s que un g ran n ú m ero de
sus iniciados eran im portantes personalid ad es de la an tig ü ed ad . E sta lista de
neófitos incluía a filósofos tan ilustres com o Platón, A ristóteles y E p icteto, el di
rigente m ilitar A lcibíades, los d ram atu rg os E u ríp id es, S ó fo cle s y el p o eta
Píndaro. O tro fam oso iniciad o, M a rco A u relio, estaba fa scin a d o p o r la esp e
ranza escatológica concedida durante estos ritos. El filósofo y hom bre de estado
rom ano M arco Tulio Cicerón tam bién tom ó parte en estos m isterios y escrib ió
un inform e exaltand o los efectos y el im pacto que e jerciero n en la civ iliz a ció n
antigua (Cicerón 1977).
O tro ejem plo del gran respeto e influencia que las antiguas religiones m isté
ricas ejercieron en el mundo antiguo es el m itraism o. Em pezó a expan dirse a lo
34
largo del Imperio Romano en el siglo I a. C. y alcanzó su momento más álgido
en el siglo III, para sucumbir al cristianismo a finales del siglo IV. Los santuarios
subterráneos de Mitra (m ithraea), podían encontrarse desde las orillas del Mar
Negro hasta las montañas de Escocia y el borde del desierto del Sahara. Los mis
terios de Mitra representaban la religión hermana del cristianismo pero tam
bién su mayor competidora (Ulansey 1989).
Las características de los procedimientos para alterar la mente que eran es
pecíficos a estos ritos secretos siguen siendo, en gran parte, desconocidas.
Aunque es muy probable que la poción sagrada kykeon , que desempeñaba un
papel fundamental en los misterios de Eleusis fuera un brebaje que contenía er-
gotamina, una alcaloide similar al LSD. También es muy posible que ciertas
substancias psiquedélicas fueran comúnmente utilizadas durante las bacanales
y otros tipos de ritos. Por aquel entonces, los antiguos griegos no sabían aún
como destilar alcohol y sin embargo, de acuerdo con los informes, los vinos uti
lizados en los rituales tenían que diluirse de tres a veinte veces y tan sólo tres co
pas bastaban para transportar a algunos iniciados “al borde de la locura”
(Wasson, Hofmann, y Ruck 1978).
Además de estas antiguas tecnologías sagradas aborígenes, gran parte de las
religiones más importantes desarrollaron sofisticados procedim ientos psicoes-
pirituales con el fin de inducir experiencias holotrópicas. Entre ellos se encuen
tran, por ejemplo, distintas técnicas de yoga, meditaciones utilizadas en vipas-
sana, el budismo zen y tibetano, así como ejercicios espirituales de la tradición
taoísta y ciertos rituales tántricos complejos. Entre éstos, también podemos aña
dir algunos procedimientos elaborados y empleados por los sufíes y los místicos
del Islam. Estos, a menudo usaban en sus ceremonias sagradas intensas respira
ciones, cantos devocionales o giros que inducen estados de trance.
De la tradición judeocristiana, podemos mencionar los ejercicios de respira
ción de los esenios y su bautismo, en el cual se medio ahoga a la persona bauti
zada, la oración cristiana de Jesús (hesicasmo), los ejercicios de san Ignacio de
Loyola, y distintas prácticas cabalistas y hasídicas. Tales procedimientos dise
ñados para inducir y alcanzar experiencias espirituales son propios de las ramas
místicas de las grandes religiones y de sus órdenes monásticas.
Los estados holotrópicos en la historia de la psiquiatría
36
personal y para la com unicación que se encuentra tergiversada en las relaciones
humanas (ej: en terapia de parejas y de fam ilias), no es efectiva en la resolución
de bloqueos em ocionales y bioenergéticos, ni en el caso de los m acrotraum as
que constituyen el trasfondo de num erosos trastornos em ocionales y psicoso-
máticos.
A consecuencia de este desarrollo, durante la primera mitad del siglo X X la
psicoterapia se asociaba con hablar. Es decir, con entrevistas cara a cara, asocia
ciones libres con el paciente tum bado en el diván, y en el descondicionam iento
de la conducta. Por otro lado, los estados holotrópicos que habían sido conside
rados hasta entonces com o una eficaz herram ienta de tra b a jo em pezaron a ser
considerados com o patologías más que com o medio de sanación.
Esta situación empezó a cam biar en los años 5 0 con la llegada de la terapia
psiquedélica y las radicales innovaciones que se dieron en psicología. Un grupo
de psicólogos am ericanos dirigidos por Abraham M aslow , que no estaban satis
fechos con el conductism o ni con el análisis freudiano, lanzaron un m ovim iento
revolucionario, la p s ic o lo g ía h u m a n ista . En muy poco tiem po, este m ovim iento
alcanzó gran popularidad, ofreciend o un co n tex to favorable para la llegada de
un am plio espectro de terapias basadas en principios totalm ente innovadores.
M ie n tra s que las p sico tera p ia s tra d icio n a le s u tilizab an esencialm ente m e
dios verbales y el análisis intelectual, estas nuevas terapias llam adas vivenciales,
ce n tra ro n su énfasis en la exp erien cia d irecta y en la exp resión de las e m o cio
nes. M u chas de ellas in corp o raro n adem ás distintas form as de tra b a jo corp oral
co m o parte integrante del p ro ceso terap éu tico . El enfoq u e terap éu tico m ás c o
nocid o es la terapia G estalt de Fritz Perls (Perls 1 9 7 6 ). A pesar de la im p ortan
cia que estas terap ias co n ced en a la vivencia e m o cio n a l, la m ay o ría de ellas si
guen basánd ose, en gran m edida, en la com u n icació n verbal y requieren que los
clientes perm anezcan en un estado ord in ario de con scien cia.
Las in n o v acio n es m ás rad icales en el te rre n o te ra p é u tico han sido aq u ellas
que p od ían c a m b ia r en p ro fu n d id ad la c o n s c ie n c ia de los clie n te s. E n tre ellas
p o d em os n o m b ra r la terap ia p siq u ed élica , alg u n o s e n fo q u es n e o re ich ia n o s, la
terapia p rim al, el ren acim ien to y algunas o tra s. M i m ujer C h ristin a y yo hem os
d esa rro lla d o la resp iració n h o lo tró p ic a , un m étod o que puede indu cir p rofun -
M
dos estados holotrópicos con medios muy sencillos, fundamentalmente median
te la combinación de una respiración consciente, música evocadora y un traba
jo corporal centrado (Grof 1988). Exploraremos la teoría y la práctica de esta
poderosa modalidad de exploración personal y psicoterapia más adelante en el
libro.
Ea investigación psicoquímica moderna ha enriquecido la gama de métodos
que inducen estados holotrópicos de consciencia añadiendo substancias psico-
délicas en su form a química pura, bien sea extraídas de plantas o sintetizadas en
el laboratorio. Entre éstas se encuentran el tetra-hydro-canabinol (THC) que
constituye el principio activo del hachís o la marihuana, la mescalina del peyo
te, la psilocibina y psilocina de los hongos mágicos de Méjico, y varias triptami-
nas derivadas de los psiquedélicos inhalados que se usan en las áreas del Caribe
y de Sudamérica. I.a LSD, o la dietilamida del ácido lisérgico, es una sustancia
scmisintética ya que el ácido lisérgico es un producto natural de la ergotamina y
el grupo dietilamida se incorpora en el laboratorio. Los psiquedélicos sintéticos
más famosos son las anfetaminas MDA, el MDMA (Éxtasis o Adán), el STP, y
el 2-CB.
También existen técnicas de laboratorio muy eficaces para modificar la cons
ciencia. Una de ellas es la del aislamiento sensorial que conlleva una reducción
muy significativa de los estímulos sensoriales (Lilly 1977). En su forma extrema
priva al individuo de sensaciones sensoriales externas sumergiendo a éste en un
tanque insonorizado lleno de agua a temperatura corporal y en la oscuridad.
Otro método de laboratorio bien conocido que modifica la consciencia es el
biofeedhack, en el que se guía a la persona a estados holotrópicos mediante se
ñales electrónicas caracterizadas por la preponderancia de ciertas frecuencias de
las ondas cerebrales (Creen y Creen 1978). También podríamos mencionar aquí
otras técnicas relativas al sueño. Una es la privación del sueño, consistente en
impedir que una persona duerma y tenga sueños, y otra es la del sueño lúcido
(Laberge 1985).
También conviene señalar que, a veces, los estados holotrópicos pueden pro
ducirse espontáneamente. Éstos pueden tener una duración determinada, no
presentar causa aparente, e incluso oponerse a la voluntad de aquellas personas
38
involucradas. Puesto que la psiquiatría moderna no diferencia los estados místi
cos o espirituales de las enfermedades mentales, las personas que tienen estas vi
vencias a menudo son consideradas como psicóticas, son hospitalizadas y so
metidas de forma rutinaria a un tratamiento psicoquímico. Mi mujer Christina
y yo hemos denominado a estos estados crisis psicoespirituales o emergencias
espirituales. Creemos que dichos estados, si son debidamente apoyados y trata
dos, desembocan en una sanación emocional y psicosomática. Cuando esto su
cede, pueden transformar de forma positiva la personalidad y la evolución de la
consciencia (Grof y Grof 1989, 1990). Trataré este importante tema en otro ca
pítulo.
Aunque me haya interesado profundamente por las diferentes categorías de
estados holotrópicos, la mayor parte de mi trabajo de investigación se ha centra
do en el área de la terapia psiquedélica, los estados holotrópicos y las emergencias
espirituales. Este libro se basa particularmente en las observaciones obtenidas en
estas tres áreas donde tengo mayor experiencia personal. Sin embargo, las conclu
siones generales serán extraídas de mi investigación aplicada a todas las situacio
nes que, de un modo u otro, incluyen estados holotrópicos.
40
anteriormente. Paradójicamente, en un contexto histórico más amplio, éstos
constituyen además la forma de sanación más antigua de la humanidad. Las te
rapias que usan los estados holotrópicos suponen un redescubrimiento y una
interpretación moderna de los elementos y principios documentados por los an
tropólogos dedicados al estudio de formas antiguas de sanación espiritual y, de
forma particular, los distintos procedimientos chamánicos aborígenes.
L a naturaleza d e la psiqu e hu m an a
y las dim ensiones d e la con scien cia
En el campo de la psiquiatría y de la psicología, la academia tradicional se
basa en un modelo que se limita a la biología, la biografía postnatal y al incons
ciente individual freudiano. Para responder ante los fenómenos característicos
de los estados holotrópicos, es preciso revisar de manera drástica nuestra com
prensión de las dimensiones de la psique humana. La nueva cartografía de la
mente se expande al añadir dos niveles adicionales además del nivel biográfico
postnatal: el nivel perinatal (relativo al trauma del nacimiento) y el nivel trans
personal (que comprende recuerdos ancestrales, raciales, colectivos y filogenéti-
cos, experiencias kármicas y dinámicas arquetípicas).
42
recuerdan o se han olvidado, represiones, reconstrucciones del pasado, desde
sueños a síntomas neuróticos, vivencia de recuerdos traumáticos, y el análisis
de la transferencia. La investigación holotrópica revela muchos otros mecanis
mos de gran importancia que sanan y transforman la personalidad, y se hacen
accesibles cuando nuestra consciencia alcanza el nivel perinatal y transpersonal.
44
CAPÍTULO DOS
46
parte de confrontar los traumas psicológicos habituales y conocidos en los
manuales de psicología, revivimos e integramos a menudo los traumas que eran
básicamente de naturaleza física. Muchas personas que experimentan la terapia
holotrópica o psiquedélica reviven episodios de sus vidas, tales como operaciones,
accidentes y enfermedades infantiles. También son relevantes los traumas asocia
dos con la asfixia producida por la tosferina, la difteria, o el tragar objetos.
Este material surge de forma bastante espontánea y sin programación algu
na. A medida que estos traumas físicos van emergiendo, nos damos cuenta del
fuerte impacto psicotraumático que éstos ejercieron en la psicogénesis de nues
tros problemas emocionales y psicosomáticos. De este modo, es muy común
descubrir un historial de trauma físico en clientes que sufren de asma, migrañas,
dolores psicosomáticos, fobias, tendencias sadomasoquistas o suicidas y depre
siones. Revivir e integrar recuerdos traumáticos de esta índole puede tener con
siderables consecuencias terapéuticas. Este hecho contrasta claramente con el
enfoque tradicional en psiquiatría y psicología que no reconoce el impacto psi
cotraumático de los traumas físicos.
Otra comprensión profunda relativa al nivel biográfico de la psique, nacida
de mi investigación, fue el descubrimiento de que los recuerdos emocionalmen
te relevantes no se encuentran almacenados en el inconsciente, como si se trata
ra de un mosaico de huellas aisladas, sino que aparecen como constelaciones di
námicas y complejas. He etiquetado este conjunto de recuerdos con el nombre
de sistem as C O E X , siglas para “sistemas de experiencias condensadas”
(Systems of Condensed Experience). Este concepto tiene tal importancia, desde
el punto de vista teórico y práctico, que merece un tratamiento especial.
4/
estratos y representa el denom inador com ún de todos ellos. L os e stra to s indivi
duales contienen por lo tan to variacion es de este tem a b ásico que se rep ite en
distintas épocas de la vida del individuo. El inconsciente de cad a persona puede
contener varias constelaciones C O E X . El núm ero y la n aturaleza de estos siste
mas C O E X varía mucho de una persona a o tra.
Los estratos de un sistema p articu lar p od rían , p or ejem plo, co n te n e r to d o s
los recuerdos de humillación, degradación o vergüenza que han ido d añ an d o la
propia estima de la persona. De form a similar, en o tro sistem a C O E X el d en o
minador común podría ser la ansiedad vivida en situaciones ate rra d o ra s o clau s-
trofóbicas así com o sentimientos asfixiantes evocados p or circu n stan cias en las
que la persona experim entó opresión o confinam iento. O tro s m otivos com u n es
son el rechazo y la privación emocional por el que la habilidad de co n fiar en las
mujeres, los hom bres, o las personas en general, se ve d añ ad a. Las situ acion es
generadoras de profundos sentimientos de culpabilidad, fracaso , acon tecim ien
tos que han desem bocado en la creencia de que el sexo es algo p eligroso y re
pugnante, así com o encuentros de violencia indiscrim inada pueden su m arse a
esta lista de ejemplos característicos. Entre los sistem as C O E X son p a rticu la r
mente importantes aquellos que contienen recuerdos de encu en tros que pusie
ron en peligro la vida del individuo, su salud, o su integridad física.
iod o lo que acabam os de exam in ar podría fácilm ente d ar la im presión de
que los sistemas C O E X siempre contienen recuerdos dolorosos y trau m ático s.
Sin em bargo, es la intensidad de la exp eriencia, y su relevancia e m o cio n al, lo
que determina si ese recuerdo pasa a form ar parte de un C O E X , y no lo d es
agradable que puede ser en sí. A parte de estas constelaciones negativas, existen
además aquellas compuestas por recuerdos muy placenteros o incluso por m o
mentos y situaciones extáticas.
El concepto de dinámicas C O E X fue fruto de la psicoterapia con clientes que
padecían formas graves de psicopatología. C asos en los que el trab ajo con los
aspectos traumáticos de sus vidas desempeñaba un papel muy im portante. Esto
explica por qué las constelaciones en torno a experiencias dolorosas recibieron
mayor atención. El espectro de sistemas C O E X negativos tam bién ofrece una
mayor riqueza y variedad que en el caso de los que son positivos. Da la sensa-
4 8
ción de que las miserias de nuestras vidas pueden presentarse bajo infinidad de
formas, mientras que la felicidad depende más bien de la satisfacción de ciertas
condiciones básicas. No obstante, en una discusión general sobre este tema es
preciso poner de relieve que las dinámicas de los sistemas CO EX no se limitan a
las constelaciones de recuerdos traumáticos.
Al comienzo de mi investigación psiquedélica, y al descubrir la existencia de
estos sistemas C O E X , los describí como principios que gobiernan las dinámicas
del nivel biográfico en el inconsciente. Por aquel entonces mi comprensión de la
psicología se basaba en la estrecha concepción del modelo biográfico de la psique
que me recibí de mis profesores, y particularmente de mi analista freudiano. Por
otra parte, al iniciar mi trabajo de terapia psiquedélica comprobé que el material
biográfico solía dominar la experiencia de las sesiones. Posteriormente, y a medi
da que fui adquiriendo un mayor conocimiento de los estados holotrópicos, com
prendí con claridad que el origen de los sistemas C O EX podía alcanzar niveles
mucho más profundos que el puramente biográfico.
De acuerdo con mi com prensión actual, cada una de las constelaciones
C O E X parece estar superpuesta y arraigada a un aspecto determinado del trau
ma del nacim iento. La experiencia del nacimiento biológico es tan compleja y
rica en em ociones y sensaciones físicas que contiene de forma típica los temas
elementales de todos los sistemas C O E X concebibles. Sin embargo, un sistema
C O E X típico va más allá, puesto que sus raíces más profundas están compues
tas de una gran variedad de material transpersonal, como pueden serlo las ex
periencias de vidas pasadas, arquetipos jungianos, identificaciones conscientes
con animales y diversas formas de vida.
Actualmente considero los sistemas C O E X como principios generales orga
nizadores de la psique humana. El concepto de sistemas C O E X se asemeja en
cierta medida a la idea de “complejos psicológicos” de C. G. Jung (Jung 1960b)
y a la noción de “sistemas de dinámicas transfenoménicas” (tsysts) de Hanskarl
Leuner (Leuner 1962), aunque los sistemas C O EX tienen numerosas caracterís
ticas que los diferencian de estos dos conceptos. Los C O E X juegan un papel
muy importante en nuestra vida psicológica. Pueden influir en la manera en que
nos percibimos a nosotros mismos, pero también en como percibimos a las de-
más personas, al mundo, y al modo en que sentim os y respond em os. C o n s
tituyen las fuerzas dinámicas que se esconden detrás de nuestros síntom as em o
cionales y psicosomáticos, las dificultades en nuestras relaciones con los demás
y nuestros comportamientos irracionales.
/)o> e x p e r ie n c ia s b io g r á fic a s d e s e s io n e s d e r e s p ir a c ió n b o l o t r ó p i c a . A . Un
re cu erd o in fan til d e una e x p e r ie n c ia a t e r r a d o r a y d o lo r o s a en la c o n s u lta d e l
d en tista. B. R ec u er d o d e c a stig o s e s tr ic to s in fr in g id o s p o r u n a m a d r e a e d a d
tem p ran a.
50
verse determinados por el sistema C O E X dominante en una sesión dada y, de
forma más específica, por la capa de dicho C O E X que está emergiendo momen
táneamente en la consciencia.
Todas las características de los sistemas C O E X pueden demostrarse mejor
con la ayuda de un ejemplo práctico. He elegido para ello a Pedro, un profesor
de treinta y siete años que fue hospitalizado en diferentes ocasiones y tratado
sin éxito en nuestro departam ento de Praga, antes de que empezara a tratarse
con terapia psiquedélica.
52
con la cruz gamada, emblemas con el águila gigante, visiones de los campos de
concentración y muchas otras escenas relativas a este momento.
Después llegaron los estratos relativos a la infancia de Pedro. Entre éstos,
hay que mencionar de forma particular las regresiones a los castigos infligi
dos por sus padres. Su padre, alcohólico, solía ser violento con él. Le pegaba
de forma sádica con un cinturón de cuero. El método de castigo preferido
por su madre era encerrarle en el sótano sin comida ni agua durante largo
tiempo. Pedro también recordó que a lo largo de su infancia, su madre siem
pre se vistió de negro. No la recuerda de otra manera. En ese momento,
Pedro se dio cuenta de que una de las raíces de su obsesión parecía deberse
al anhelo de sufrir los elementos de castigo que sus padres le infligían.
Aunque esto no constituye la totalidad de la historia. Según continuába
mos con las sesiones, el proceso de Pedro fue profundizando hasta llegar al
trauma de su propio nacimiento. Revivió la brutalidad biológica que esto
conlleva. El nacimiento contenía todos los elementos que él esperaba experi
mentar al ser tratado sádicamente: un espacio oscuro y cerrado, confina
miento y restricción de los movimientos del cuerpo, una exposición extrema
al dolor físico y emocional. Revivir el trauma del nacimiento resolvió final
mente la complejidad de sus síntomas en tal medida, que pudo empezar a
llevar una vida normal.
Cuando Pedro estaba trabajando en los estratos más superficiales del siste
ma COEX antes descrito, me veía transformado en sus parejas sádicas pasa
das o en las figuras que simbolizaban de alguna forma agresividad. Asi, me
vio como un carnicero, un asesino, un verdugo medieval, un inquisidor y un
cowboy con lazo. Vio mi pluma com o si fuera una antigua espada oriental y
pensó que yo le atacaría con ella. Cuando vio un abre cartas con m ango en
forma de cuerno de ciervo, me percibió inm ediatam ente co m o un violento
guarda forestal. En otras ocasiones pidió ser torturado porque quería “ sufrir
para el d o cto r" aguantando la orina. D urante este period o, la h ab itación
donde sucedía el tratamiento y la vista de la ventana se transform aron iluso
riamente en los distintos lugares donde sucedieron las aventuras de Pedro
junto con sus parejas sádicas.
Cuando el estrato relativo a la Segunda Guerra Mundial pasó a ser el cen
tro principal de su experiencia, Pedro vio com o me transform aba en H itler y
en otros dirigentes nazis. Así pasé a ser el com andante de un cam po de co n
centración, un oficial de la Gestapo. En vez de oír los ruidos ordinarios fue
ra de la sala de tratamiento, oía el sonido de las botas de los soldados desfi
lando, la música de los desfiles nazis de la puerta de B randenburg, y los
himnos de la Alemania nazi. La sala de tratam iento se transform aba sucesi
vamente en una sala del Reichstag con emblemas de águilas y cruces gam a-
das, en un campo de concentración, en una cárcel con pesadas barras de m e
tal en la ventana, e incluso en el corredor de la muerte. Cuando empezaron a
emerger las experiencias centrales relativas a su infancia, Pedro pasó a ver
me como la figura paterna o materna castigadora. En este momento m ostra
ba la tendencia de manifestar hacia mí varios patrones de com portam iento
anacrónicos y característicos de su relación con sus padres. Una vez más, la
sala de tratamiento se convertía en las diferentes habitaciones que con sti
tuían escenarios de su infancia, especialmente el sótano oscuro en el que ha
bía sido encerrado repetidas veces por su madre.
54
tos del entorno físico externo, el entorno interpersonal, o la situación terapéuti
ca presentan una similitud con las escenas traumáticas originales o contienen
componentes idénticos. Esta parece ser una de las claves que permiten compren
der la extraordinaria importancia de la preparación y disposición del entorno
de la experiencia holotrópica. La activación de un sistema COEX por un factor
externo introducido accidentalmente en la situación terapéutica puede ilustrar
se con un fragmento de una de las sesiones de LSD de Pedro.
Una de las vivencias más importantes que Pedro descubrió en su terapia con
LSD fue el recuerdo de ser encerrado por su madre en un sótano oscuro y sin
comida, mientras que los demás miembros de su familia estaban comiendo.
El estímulo externo que ocasionó que Pedro reviviera este episodio de su in
fancia fue la llegada totalmente inesperada de un perro furioso que entró la
drando en la sala de tratamiento. El análisis de este suceso mostró una rela
ción de lo más interesante entre un estímulo externo y la activación del
recuerdo de una vivencia. Pedro recordó que en el sótano donde su madre
solía castigarle, también había una ventana que daba al patio de un vecino.
Este vecino tenía un pastor alemán encadenado a su perrera que no cesaba
de ladrar cada vez que Pedro se encontraba encerrado en el sótano.
56
tionables y arbitrarias. Dichas interpretaciones siempre reflejaran las tendencias
personales del terapeuta, así como las opiniones específicas de su escuela.
Los estados holotrópicos ahorran al terapeuta este problema de decisión y
eliminan una gran parte de la subjetividad e idiosincrasia profesional de los en
foques verbales. Una vez que el cliente entra un estado holotrópico, el material
que va a ser procesado viene dado casi automáticamente. En tanto que el cliente
mantiene la experiencia interiorizada, lo que mejor podemos hacer como tera
peutas es aceptar y apoyar lo que está sucediendo, independientemente de si
concuerda o no con nuestros conceptos teóricos o nuestras expectativas.
58
labra se usa comúnmente en medicina para describir los distintos procesos bio
lógicos que ocurren poco tiempo antes, durante, e inmediatamente después del
nacimiento. Así, los tocólogos hablan por ejemplo de hemorragias, infecciones
o de daños cerebrales perinatales. Aunque, puesto que la medicina tradicional
niega que el bebé pueda experimentar conscientemente el nacimiento y defiende
que esta vivencia no es registrada en la memoria, uno nunca oye hablar de ex
periencias perinatales. El uso del término périnatal en conexión con la conscien
cia es el reflejo de mis descubrimientos y es completamente nuevo (Grof 1975).
La fuerte representación del nacimiento y la muerte en nuestra psique in
consciente, así como la cercana asociación entre ambos es muy susceptible de
sorprender a los psicólogos y psiquiatras más convencionales puesto que desa
fía sus creencias más profundas. De acuerdo con la concepción médica tradicio
nal, sólo un nacimiento extremadamente complicado, que causara daños cere
brales irreversibles, podría tener consecuencias psicopatológicas, e incluso
entonces, éstas sería principalmente de naturaleza neurológica como por ejem
plo un retraso mental o una hiperactividad. La psiquiatría académica acostum
bra a negar la posibilidad de que el nacimiento biológico, independientemente
de que se produzca o no cierto daño cerebral, tenga también un fuerte impacto
psicotraumático en el niño. La corteza cerebral del recién nacido no ha alcanza
do una total modulación. Sus neuronas no se encuentran completamente re-
cubiertas por la sustancia protectora llamada mielina. Esta suele ser la explica
ción que ofrecen al hecho de que la experiencia del nacimiento sea irrelevante y
no quede grabada en la memoria.
La creencia de los psiquiatras más convencionales, según la cual el niño no es
consciente durante esta prueba tan dolorosa y estresante, y de que el nacimiento
no deja marca alguna en su cerebro, contradice seriamente no sólo las observa
ciones clínicas, sino también el sentido común lógico más elemental. Es, obvia
mente, muy difícil de reconciliar con el hecho de que las teorías más aceptadas en
psicología y en psiquiatría conceden gran importancia a la temprana relación que
se establece entre el bebé y la madre, y especialmente a los vínculos durante el pe
riodo de lactancia. En este sentido, la imagen de un recién nacido como organis
mo que no es consciente, y no responde, también se encuentra en claro conflicto
con 1 :1 creciente literatura que describe lo sensible que es el feto d u ran te el p eriod o
prenatal (Verny and Kelly 198 I, Tom atis 1991, W hitw cll 19 9 9 ).
N egar el posible recuerdo del n acim ien to b asán d ose en que la c o rte z a c e r e
bral del recién nacido no está del tod o form ad a es b astan te a b su rd o si co n sid e
ram os que la cap acid ad de la m em oria existe en m u ch as fo rm as de vida in ferio
res que no poseen ningún tipo de co rteza cereb ra l. A d em ás, es bien sa b id o que
incluso existen ciertas fo rm as p rim itivas de m em o ria p ro to p lá s m ic a h a sta en
organism os unicelulares. Una co n trad icció n lógica tan ap la sta n te en un c o n te x
to tan riguroso co m o el del pensam iento científico es p o r una p arte so rp re n d e n
te m ientras que por o tra m uestra claram en te la rep resión e m o cio n a l a la que se
encuentra sujeto el recuerdo del nacim ien to.
La cantidad de estrés físico y em ocion al vividos d u ran te el n a cim ie n to s o b re
pasa con creces el trau m a p ostn atal infantil tra ta d o en p sico d in á m ica , a e x c e p
ción quizás de los casos de abusos físicos e x tre m o s. M u ch a s m o d a lid a d e s de te
rap ia vivencial o frecen p ru eb as co n v in ce n te s de que el n a c im ie n to b io ló g ic o
constituye el trau m a m ás p rofu n d o de n u estra existe n cia y tiene u na im p o rta n
cia psicoespiritual p rim ord ial. El n acim ien to p e rm a n e ce g ra b a d o en d e ta lle en
nuestra m em oria llegando incluso h asta el nivel celu lar p o r lo que ejerce un e fe c
to decisivo en nuestro d esarrollo p sico lóg ico.
R evivir los diversos asp ecto s del n a cim ien to b io ló g ico p u ed e ser u n a e x p e
riencia muy real y co n vin cen te. En ciertas o casio n e s p o d e m o s v iv irlo de n u e v o
con una precisión fo to g rá fic a . E sto puede o cu rrirle a p e rso n a s q ue n o p o se e n
ningún co n o cim ien to intelectu al a ce rca de su n a cim ie n to , en la m e d id a en q ue
carecen de la in fo rm ació n o b sté trica m ás elem en ta l. T o d o s e sto s d e ta lle s p u e
den co n firm arse si existen buenas a cta s o testig o s p resen ciales del n a c im ie n to .
Por ejem plo, p odem os averigu ar m ediante una exp erien cia d ire cta que n a cim o s
mal co lo cad o s, o con fórcep s, o con el co rd ó n um bilical e n re d a d o a lre d e d o r del
cuello. P odem os sentir la an sied ad , la furia b io ló g ica , el d o lo r físico , el a h o g a -
m iento que vivim os duran te el n acim ien to e incluso re c o n o ce r que tip o de a n e s
tesia utilizaron duran te éste.
E sto a m en u d o va a c o m p a ñ a d o de d istin ta s p o s tu ra s y m o v im ie n to s del
cu e rp o , los b razo s y las p iern as, ro ta c io n e s , flexio n es y g iro s de la c a b e z a q ue
60
recrean con exactitud los mecanism os de un parto determinado. Al revivir el
nacim iento pueden aparecer inesperadamente moretones, hinchazones u otros
cam bios vasculares en la piel o en el lugar donde se colocaron los fórceps, si este
fuera el caso, o donde el cordón umbilical oprimió la garganta. Estas observa
ciones sugieren que la información del trauma del nacimiento se remonta tan le
jos com o al nivel celular.
O tro facto r im portante es que la íntima conexión entre el nacimiento y la
muerte adquiere un sentido innegable en nuestra psique inconsciente. Esto re
fleja que el nacim iento es potencial o realmente una amenaza para la vida. La
brutalidad del parto acaba con la existencia intrauterina del feto. El o ella
“muere” com o organismo acuático para nacer en una forma de vida fisiológica
y anatóm icam ente diferente que respira aire. El paso por el canal de nacimiento
es, por sí mismo, una vivencia compleja y una posible amenaza para la vida.
Las distintas com plicaciones del parto, como por ejemplo una gran diferen
cia entre el tam año del bebé y la apertura de la pelvis, la posición transversal del
feto, el parto agripino, o la placenta previa, pueden potenciar los desafíos emo
cionales y físicos asociados con este proceso. El bebé y la madre pueden de he
cho perder sus vidas durante el parto, y los bebés pueden nacer morados por la
asfixia, incluso muertos o con la urgente necesidad de ser reanimados.
Revivir e integrar conscientem ente el trauma del nacimiento desempeña un
papel muy im portante en el proceso de autoexploración y la psicoterapia viven-
cial. Las experiencias que se originan en el nivel perinatal del subconsciente apa
recen en cuatro patrones vivenciales distintivos: cada uno de ellos se caracteriza
a su vez por em ociones particulares, sensaciones físicas y visiones simbólicas.
Estos patrones se encuentran estrecham ente relacionados con las experiencias
que el feto tiene antes del nacim iento y durante las tres consecutivas fases del
parto biológico. En cada una de estas fases, el bebé experimenta un conjunto de
em ociones y sensaciones físicas específicas y típicas. Estas vivencias dejan hue
llas inconscientes muy profundas que luego tienen una influencia muy grande
en la futura vida del individuo. Me refiero aquí a las cuatro constelaciones dina-
micas del inconsciente profundo que yo denomino M atrices Verinatales Basteas
o M PBs.
F.l espectro vivencial del ámbito perinatal inconsciente no se limita exclusi
vamente a elementos derivados de los procesos biológicos del nacimiento. En el
sentido junginno, el nivel perinatal también representa una puerta a los arqueti
pos del inconsciente colectivo. Kn este nivel podemos identificarnos con expe
riencias de personas de otros tiempos y culturas, diversos animales o figuras mi
tológicas, al mismo tiempo que nos identificamos con el bebé y el sufrimiento
de este al pasar por el canal del nacimiento. Ks como si al conectar con la expe
riencia del feto que lucha por nacer, uno alcanzase una conexión íntima, casi
mística, con la consciencia de otros seres vivos que se hallan en una situación
difícil parecida.
Las conexiones entre las experiencias de las distintas fases del nacimiento bioló
gico y las imágenes simbólicas asociadas con éstas son específicas y consistentes,
aunque la razón por la que se presenten juntas no sea comprensible desde un punto
de vista convencional y lógico. Esto, no significa por ello que estas asociaciones
aparezcan de forma arbitraria y al azar. Poseen su orden profundo y propio que
podría denominarse “lógica vivencial”. Lo que significa que la conexión entre las
experiencias características de cada fase del nacimiento y los temas simbólicos con
comitantes, no se basa en una similitud externa formal, sino en que comparten los
mismos sentimientos emocionales y las mismas sensaciones físicas.
Las matrices perinatales son ricas y complejas, y poseen dimensiones bioló
gicas y psicológicas, pero también arquetípicas y espirituales. La confrontación
vivencial con el nacimiento y la muerte parece desembocar de forma automáti
ca en una apertura espiritual y en un descubrimiento de las dimensiones místi
cas de la psique y de la existencia. No existe diferencia si estos encuentros se
producen de forma simbólica, como en una sesión psiquedélica o en el transcur
so de una crisis psicoespiritual espontánea (“emergencias espirituales” ) o si ocu
rre en las situaciones naturales de la vida, por ejemplo, al dar a luz, o en una ex
periencia cercana a la muerte (Ring 1982). El simbolismo específico de estas
experiencias proviene del inconsciente colectivo y no de la memoria individual.
Por otra parte, puede proceder de cualquier contexto geográfico e histórico, así
como de cualquier tradición espiritual del mundo, es decir, con total indepen
dencia de nuestro pasado y el contexto cultural o religioso.
62
Las matrices individuales presentan unas conexiones fijas con determinadas
categorías de experiencias postnatales organizadas en los sistemas C O E X .
También existen asociaciones con los arquetipos de la Gran Diosa Madre, el in
fierno y el paraíso, pero también con el colectivo racial, recuerdos kármicos y
con experiencias filogenéticas. También debería mencionar los importantes la
zos que existen entre las matrices perinatales básicas, desde el punto de vista
teórico y práctico. Esto incluye aspectos específicos de las actividades fisiológi
cas de las zonas erógenas, según Freud, y categorías relativas a los trastornos
emocionales y psicosomáticos. Todas estas interrelaciones aparecen descritas en
el paradigma sinóptico del esquema 2.1.
Reforzadas por experiencias emocionalmente importantes de la primera in
fancia y de la niñez, y más tarde organizadas en los sistemas C O E X , las matri
ces perinatales pueden conform ar la percepción que tenemos del mundo, influir
profundamente en nuestro comportamiento diario y contribuir a desarrollar di
versos trastornos emocionales y psicosomáticos. A una escala colectiva, pode-
BPM III
Síndrom es p sicop atológ ico s relacio n a d o s carga sexual (carnavales, parques de atraccio
Psicosis esquizofrénicas (elementos sadomasoquis- nes y clubes nocturnos, fiestas salvajes, orgías
tas y escatológicos, automutilación, comporta sexuales, etc.); observación infantil de activida
miento sexual anormal); depresión agitada, des des sexuales adultas; experiencias de seducción
viaciones sexuales (sadomasoquismo, beber y violaciones; en la mujeres, dar a luz
orina y comer heces); neurosis obsesiva-compul- F en o m en o lo g ía en sesio n es d e LS D
siva; asma psicogénica, tics y tartamudeo; histe
Intensificación del sufrim iento hasta llegar a di
ria de conversión y ansiedad; frigidez e impoten
cia; neurastenia; neurosis traumática; neurosis mensiones cósmicas; frontera entre el dolor y el
orgánica; migrañas; enuresis y encopresis placer; éxtasis de tipo “volcánico”; colores bri
llantes; explosiones y fuegos artificiales; orgías
A ctividades co rresp o n d ien tes en las z o n a s eró -
sadom asoquistas; asesinatos y sacrificios
genas freudianas
cruentos, participación activa en feroces bata
M asticar y tragar com ida; agresividad oral y llas; atmósfera de aventuras salvajes y explora
destrucción de un objeto; proceso de defecar ciones peligrosas; intensas sensaciones sexuales
y orinar; agresividad anal y uretral; orgasmo orgiásticas y escenas de harenes y carnavales;
sexual; agresividad fálica; parto, erotismo es- experiencias de muerte y renacim iento, actos
tatoacústico (piruetas, gim nasia, saltos de religiosos con sacrificios sangrientos (aztecas,
trampolín, paracaidismo)
el sufrimiento y muerte de C risto en la cruz,
R ecu erdos aso cia d o s a la vida p ostn a ta l Dionisos, etc.); manifestaciones físicas fuertes
Combates, luchas y actividades peligrosas (ataques (presiones y dolores, sofocación, tensión mus
activos en batallas y revoluciones, experiencias cular y descarga mediante tem blores y agita
en el servicio militar, arriesgados vuelos de avio ción, nauseas y vómitos, fiebres y escalofríos,
neta, cruceros por océanos tormentosos, con sudores, molestias cardiacas, problem as de
ducción temeraria, boxeo); recuerdos con gran control de esfínteres, zumbido de oídos)
64
BPMIV
Síndromes psicopatológicos relacionados ra, fin de una tormenta en el océano, salida del
Psicosis esquizofrénicas (experiencias de muerte sol, arco iris, etc.)
y renacimiento, ilusiones mesiánicas, elemen Fenomenología en sesiones de LSD
tos de destrucción y recreación del mundo,
Gran descompresión; expansión del espacio;
salvación y redención, identificación con
tipo de éxtasis “iluminativo”, visión de sa
Cristo); sintomatología maniática; exhibicio
nismo las gigantescas; luz radiante y colores be
llos (azul celestial, oro, arco iris, plumas de
Actividades correspondientes en las zonas eró- pavo real); sensaciones de renacimiento y
genas freudianas redención; disfrutar y apreciar formas de
Saciar la sed y el hambre; placer de succionar; vida sencillas; incremento sensorial; sen
sensaciones libidinales tras la defecación, ori timientos fraternales; tendencias huma
nar, orgasmo sexual o dar a luz nitarias y caritativas; ocasional actividad
Recuerdos asociados a la vida postnatal maniática y sentimientos de grandeza, tran
Escape fortuito de situaciones de peligro (final de sición hacia elementos del BPM 1; las sensa
una guerra o revolución, sobrevivir a un acci ciones placenteras pueden verse interrum
dente o una operación); superar graves obstá pidas por crisis umbilical: fuertes dolores en
culos mediante esfuerzos activos; episodios de el ombligo, falta de aire, miedo a la muerte y
tensión y fuertes luchas que finalizan con gran a la castración, cambios en el cuerpo, sin pre
éxito; escenas naturales (inicio de la primave siones externas
BPM III
Pases del parto
mos encontrar ecos de las matrices perinatalcs en las religiones, el arte, la m ito
logía, las filosofías y en varias formas de psicología y psicopatologías sociales y
políticas. Antes de explorar las implicaciones de las dinámicas perinatales, des
cribiré la fenomenología de cada una de las matrices individualmente.
66
Pintura que representa una experiencia de “mal útero ” en una sesión psiquedé-
lica. La tox icid ad d el útero m aterno se muestra com o una ordalía dolorosa y
aterradora en un laboratorio d iabólico lleno de dem onios insidiosos. Dicha ex
periencia se ve acom pañada p or la identificación con un pez en aguas contami
nadas y con un embrióm de p o llo en un estado de desarrollo avanzado cuando
el interior del huevo se ve contam inado p or productos m etabólicos secundarios
(R obin M aynard-Dobbs).
Pintura qu e representa un “m al útero ” en una sesión psiqu edélica. La hostili
d ad del útero se experim enta en form a de ataques de anim ales fieros.
68
Pinturas de una sesión
ca de dosis altas gobernada por
una MPB I que describe recuer
dos de una existencia intrauterina
sin trastornos: A. El universo
niótico. Identificación vivencial
con la existencia dichosa del feto
en un buen útero acompañada de
sensaciones de unidad cósmica.
La galaxia en forma de pecho re
fleja el hecho de que dicha expe
riencia está también conectada
con un recuerdo de unión simbió
tica dichosa con la madre durante
la crianza (“Vía Láctea").
B. El útero oceánico. Identifica
ción vivencial con el feto asociada
con una sensación de convertirse
en el océano y distintas formas de
vida acuática (peces, ballenas,
delfines, medusas, algas etc.)
6 9
cías Jo esta índole pueden asociarse con visiones de figuras dem oníacas terrorí
ficas, procedentes de los ám bitos arquctíp icos del inconsciente co le ctiv o .
Aquellos de nosotros que revivimos episodios de la existencia prenatal de una
naturaleza más violenta, com o un ab orto espontáneo o un intento de a b o rto ,
experimentamos formas de amenaza universal o visiones ap o calíp ticas del fin
del mundo. Ksto refleja una vez más las íntimas interconexiones entre los aco n
tecimientos de nuestra historia biológica y los arquetipos junguianos.
El relato expuesto a continuación procede de una sesión psiqued élica, con
una dosis alta, y ejem plifica cóm o una experien cia de M P B I puede a veces
abrirnos al nivel transpersonal.
Lo único que experim entaba era una inm ensa sen sación de m alestar, algo
parecido a cuando se tiene la gripe. N o podía creer que una alta dosis de
LSD, que en mis sesiones anteriores había producido drásticos cam bios psi
cológicos, pudiera tener un efecto tan m ínim o. D ecid í cerrar los o jo s y o b
servar lo que estaba ocurriendo en detalle. A partir de ahí, la experiencia pa
reció intensificarse. Lo que con los ojos abiertos parecía ser la experiencia de
una enfermedad viral de un adulto estaba ahora conv irtiénd ose en un feto
sufriendo extraños ataques tóxicos durante su existencia intrauterina.
Veía mi tamaño bastante reducido mientras que mi cabeza era consid era
blemente más grande que el resto de mi cuerpo y de mis extrem id ad es. M e
encontraba en suspensión en un medio líquido. Sentí cóm o un cuerpo quím i
co dañino me era transm itido a través del área um bilical. Sin saber qué re
ceptores estaba utilizando, podía percibir cóm o estas influencias me prod u
cían una sensación de náusea y eran hostiles para mi o rg a n ism o . A la vez
que esto sucedía, era consciente que dichos ataques tó xico s tenían una rela
ción directa con la condición y actividad del organism o m atern o . A veces,
podía discernir influencias que tenían que ver con la ingestión de a lcoh ol, ta
baco y alimentos inadecuados. Por otra parte, una clase distinta de m alestar
parecía deberse a cam bios quím icos que acom pañaban las em ociones de mi
madre: ansiedad, nerviosismo, rabia, y sentim ientos de confusión respecto al
embarazo.
70
Después, las sensaciones de náusea e indigestión se disiparon y empecé a
sentir una creciente sensación de éxtasis. Mi campo visual fue expandiéndo
se y haciéndose más claro. Fue como si espesas y sucias capas de telas de ara
ña se hubiesen disuelto mágicamente para ser substituidas por la proyección
de una película a cargo de un técnico cósmico invisible. La escena se fue
abriendo ante mí. Sentí una increíble cantidad de luz y energía cubriendo
todo mi ser y mandando delicadas vibraciones por todo él.
Por una parte, seguía siendo un feto, experimentando la perfección abso
luta, la felicidad de un vientre materno positivo. Era un recién nacido en fu
sión con el pecho generoso que nutre incondicionalmente. Mientras que por
otra, me estaba convirtiendo en el universo. Estaba presenciando y siendo a
la vez el espectáculo del macrocosmos con sus incontables pulsaciones y vi
brantes galaxias. Estas radiantes e increíbles visiones cósmicas se entremez
claban con experiencias de un microcosmos igualmente milagroso. En éste
se producía la danza de los átomos y de las moléculas de los orígenes de la
vida, así como el mundo bioquímico de las células. Por primera vez experi
mentaba el universo tal y como es verdaderamente: un misterio inefable, una
representación divina de Consciencia Absoluta.
Durante algún tiempo, estuve oscilando entre un estado de angustia, era
un feto enfermizo, y un estado de beatitud y serena existencia intrauterina.
En determinados momentos, las influencias perniciosas tomaban la forma
de demonios o criaturas malévolas procedentes del mundo de los escritos es
pirituales o de los cuentos de hadas. Durante los episodios placenteros de mi
existencia fetal experimenté los sentimientos de identidad básica y unidad
con el universo, el Tao, lo que se encuentra más allá de lo interior, el “Tat
tvam asi” (tú eres Eso) de los Upanishads. Perdí mi sentido de individuali
dad. Mi ego se disolvió y me convertí en la totalidad de la existencia.
Algunas veces esta experiencia era intangible y sin contenido, otras iba
acompañada de numerosas y bellas visiones: imágenes arquetípicas del para
íso, del cuerno de la abundancia definitivo, la edad de oro u la naturaleza
virginal. Me transformé en un delfín jugueteando en el océano, en pez na
dando en aguas cristalinas, en mariposa revoloteando entre prados monta-
ñosos, v cu mi;! gaviota planeando sobro ol mar. Era el océano, los animales,
las plantas, las nubes. A voces ora todas estas cosas a la vez.
Ksa misma tardo, y por la noche, no sucedió nada de particular. Pasé la
mayor parte del tiempo sintiéndome uno con la naturaleza y el universo, ba
ñado en una luz dorada que fue perdiendo, poco a poco, su intensidad.
72
Tres dibujos de una persona sentenciada a , esperando la ejecución en
el corredor de la muerte. Nos muestran la conexión entre una situación de
sesperada ‘sin salida ’ y el simbolismo la
de la MfíP II. En el primero de ellos está atrapado un reloj
secunda tras unas rejas y en una tela de , y en el tercero es atacado por
una araña despiadada.
pacientes de los manicomios. Nuestro sufrimiento puede tomar la forma del do
lor experimentado por los animales atrapados en trampas o alcanzar dimensio
nes arquctípicas.
Puede que experimentemos la intolerable tortura de los pecadores en el in
fierno, la agonía de Cristo en la cruz, o la de Sísifo intentando hacer rodar mon
taña arriba su roca en el abismo más profundo del Hades. Otras imágenes que
han aparecido durante las sesiones dominadas por esta matriz incluyen los sím
bolos arquetípicos griegos del sufrimiento interminable, Tántalo y Prometeo, y
otras figuras que representan la condenación eterna.
Cuando estamos bajo la influencia de esta matriz somos completamente in
capaces de ver algo positivo en nuestra vida y en la existencia humana en gene
ral. Nuestra conexión con la dimensión divina parece haberse perdido o altera
do en gran medida. Bajo el prisma de esta matriz, la vida se asemeja a un mero
teatro del absurdo, a una farsa representada por personajes de cartón y robots
sin alma. Cuando uno se encuentra en este estado mental la filosofía existencia-
lista parece ser la única que tiene sentido. Por eso es interesante considerar
como el trabajo de Jean Paul Sartre fue influenciado por una sesión de mescali-
na que no acabo de integrar y en la que predominó esta segunda matriz perina
tal (Riedlinger 1982). Por otra parte, la preocupación de Samuel Beckett por el
nacimiento, la muerte y su búsqueda de la Madre también revelan fuertes in
fluencias perinatales.
En este sentido, no puede ser sino natural que una persona que esté atrave
sando este aspecto de la psique sienta resistencias. Adentrarse aún más en estas
experiencias, se asemeja a abrazar la condenación eterna. Aunque la forma más
rápida de terminar con estos estados insoportables es rendirse por com pleto a
ellos y aceptarlos. Esta desgarradora experiencia de oscuridad y desesperación
abismal es conocida en diversos textos espirituales como la “Noche Oscura del
Alma”. Constituye una fase importante de apertura espiritual que puede ser in
mensamente liberadora y tener efectos purgativos.
Las características más comunes de la segunda matriz perinatal básica (MPB
11) aparecen bien descritas en el ejemplo expuesto a continuación.
El ambiente parecía amenazador, con algún peligro escondido. D aba la
74
Pintura de una sesión de respiración holotrópica en la que la artista experimen
ta compasión por el sufrimiento de la humanidad y por sí misma. Representa a
la Muerte sosteniendo una form a humana. El texto que la acom paña dice:
“Fusión de los límites del cuerpo físico y de la mente que libera el espíritu y le
permite regresar de nuevo al esplendor de la luz divina ” (Kathleen Silver).
76
guntaba qué mundo encontraría al otro lado del espejo. El universo ente
ro estaba cerrándose sobre mí, y yo no podía hacer nada para detener este
sumidero apocalíptico.
Según me hundía cada vez más adentro de este laberinto de mi propio in
consciente, sentí com o la ansiedad fue convirtiéndose en pánico. Todo se
volvió oscuro, opresivo y terrorífico. Era como si el peso del mundo entero
estuviera aplicando sobre mí una increíble presión hidráulica que amenaza
ba con hacer estallar mi cráneo y convertir a mi cuerpo en una diminuta bola
co m p acta. Una rápida y escurridiza cascada de recuerdos de mi pasado se
precipitaron por mi mente para mostrarme la futilidad y el sinsentido de mi
vida y la existencia en general. Nacemos desnudos, asustados y en agonía, y
seguiremos viviendo en el mundo de la misma manera. ¡Los existencialistas
tenían razón! N ada es perm anente. La vida no es otra cosa que esperar a
G odot ¡Vanidad de vanidades, todo es vanidad!
78
canzar la dimensión arquetípica y narrar batallas de proporciones gigantescas
tal como la batalla cósmica entre las fuerzas del bien y el mal, ángeles y demo
nios, dioses y titanes.
Los aspectos agresivos y sadomasoquistas de esta matriz reflejan la furia
biológica del organismo dado que su supervivencia está amenazada por la asfi
xia, pero también por los ataques internos y destructivos de las contracciones
uterinas. Al enfrentarnos con estos aspectos de la tercera matriz (MPB 111), po
demos experimentar crueldades de asombrosas proporciones que pueden mani
festarse en violentas escenas de crimen o suicidios, mutilaciones hacia los demás
y automutilaciones, masacres de distinta índole, guerras y revoluciones san
grientas. Estas escenas a menudo toman la forma de torturas, ejecuciones, ri
tuales en sacrificios varios, combates sangrientos entre hombres, y prácticas sa
domasoquistas.
La lógica vivencial del aspecto sexual del proceso de muerte-renacimiento
no es inmediatamente obvia. Parece como si el organismo humano pasara por
un mecanismo fisiológico que va acumulando y transformando el sufrimiento
inhumano, y particularmente la asfixia, en una especie de excitación sexual que,
a veces, incluso alcanza el éxtasis. Esto viene ilustrado en las escenas de los már
tires y flagelados descritas en la literatura religiosa. Otros ejemplos son aquellos
que emergen del material procedente de los campos de concentración, de prisio
neros de guerra y de los archivos de Amnistía Internacional. Bien es sabido que
los hombres que mórían por asfixia en la horca a menudo tenían erecciones e
incluso eyaculaban.
Las experiencias sexuales que se dan en el contexto de esta tercera matriz se
caracterizan por su intenso deseo, su mecanicidad, y por su naturaleza porno
gráfica y perversa. Muestran escenas de barrios bajos donde ocurren prácticas
eróticas extravagantes y sadomasoquistas. También son muy comunes los epi
sodios que reflejan incesto, abuso sexual y violación. De una forma menos fre
cuente, las imágenes pueden mostrar escenas extremadamente sangrientas y
repulsivas de crimen sexual, desmembramiento, canibalismo y nccroíilia pro
ductos de un impulso erótico.
El hecho de que en este nivel de la psique la excitación sexual este ligada a
elementos altamente problem áticos — amenaza vital, peligro ex trem o , ansie*
dad, agresión, impulsos autodestructivos, dolor físico y diversas form as de m a
terial biológico— forma una liase natural para el desarrollo de las disfunciones,
desviaciones y perversiones sexuales más importantes, Hsto conlleva im portan
tes implicaciones teóricas y prácticas que trataremos más adelante en este libro.
Hl a sp ecto d em o n ia co de la tercera matriz (M PB III) puede dar lugar a pro
blemas específicos, tanto para la persona que los vive com o para el terapeuta y
el facilitador, dado que la extraña y misteriosa naturaleza de sus m anifestacio
nes hace que las personas a menudo no quieran enfrentarse a ellas. Los ejem
plos más comunes en este contexto son escenas arquetípicas de misas de brujas
(la noche de Walpurgis), orgías satánicas, rituales de misas negras y tentaciones
demoniacas. Hl denominador común que une esta fase del nacim iento con los
rituales de magia negra es la mezcla y peculiar vivencia de la muerte, el dolor,
energías sexuales perversas, miedo, agresión, escatología y los impulsos espiri
tuales distorsionados que comparten. Según los testimonios de gran número de
clientes expuestos a diversas formas de terapias regresivas, esta observación po
dría tener cierta conexión con la creciente epidemia de experiencias de cultos
satánicos.
El aspecto escatológico del proceso de muerte y renacimiento posee su pro
pia base biológica ya que, en la fase final del nacimiento, el feto se encuentra en
contacto con varias formas de material biológico — sangre, secreciones vagina
les, orina, e incluso heces. Aunque, la naturaleza de las experiencias de esta ma
triz puede exceder considerablemente la vivencia del recién nacido durante el
parto. Has experiencias relativas a este aspecto de la tercera matriz pueden pre
sentar escenas en las que uno se arrastra por desechos o aguas residuales, se re
vuelca en montones de excrementos, bebe orina o sangre, o participa en repulsi
vas imágenes de putrefacción. Se trata, en resumidas cuentas, de un encuentro
íntimo y desconcertante con los peores aspectos biológicos de la existencia.
1.a experiencia de la tercera matriz es menos violenta y abrumadora cuando
se acerca a su fin. Prevalece un ambiente de extrema pasión y una energía de
embriagante intensidad. Las imágenes relatan conquistas fantásticas de nuevos
territorios, cazas de animales salvajes, deportes de lo más peligroso, aventuras
80
en parques de atracciones. Tales experiencias están claramente relacionadas con
actividades que conllevan una “subida de adrenalina” como por ejemplo carre
ras de coches, puenting, o acrobacias y malabarismos peligrosos.
En esta fase, también podemos encontrarnos con figuras arquetípicas de dei
dades, semidioses y héroes legendarios que simbolizan la muerte y el renacimien
to. Podemos tener visiones del tormento y la humillación de Cristo, del vía crucis,
o incluso llegar a identificarnos con su sufrimiento. Independientemente de que
conozcamos o no intelectualmente las diversas mitologías existentes, podemos ex
perimentar temas como el de la resurrección del dios egipcio Osiris, la muerte y el
renacimiento de las deidades griegas Dionisos, Atis y Adonis. La experiencia pue
de relatar la abducción de Perséfone por Plutón, el descenso de la diosa sumeria
Inanna, o las pruebas de los Héroes Gemelos mayas del Popol Vuh.
Momentos antes de la experiencia de renacimiento espiritual, es común en
contrarse con el elemento del fuego. El tema del fuego puede vivirse tanto en su
forma ordinaria, como en la forma arquetípica del purgatorio (pyrocatbarsis) .
Así, podemos tener la sensación de que nuestro cuerpo está en llamas, tener vi
siones de ciudades o bosques incendiados, e identificarnos con víctimas de la in
molación. En la versión arquetípica, el fuego parece destruir drásticamente todo
aquello que hay de corrupto en nosotros y prepararnos después para un renaci
miento espiritual. Un símbolo clásico de la transición de la tercera matriz (MPB
III) a la cuarta (MPB IV) es el ave Fénix que muere en el fuego y se eleva resuci
tando entre las cenizas.
Esta experiencia de fuego catártica constituye un aspecto enigmático de la
tercera matriz, puesto que su conexión con el nacimiento biológico no es direc
ta u obvia, si la comparamos con los demás elementos simbólicos. La contra
partida biológica de esta experiencia puede ser una explosiva liberación de anti
guas energías atrapadas, procedentes de la última fase del parto, o un estimulo
excesivo del feto mediante el “encendido” indiscriminado de las neuronas peri
féricas. Es muy interesante observar como este encuentro con el fuego también
suele vivirlo de forma paralela la madre que, con frecuencia, suele sentir que su
vagina está en llamas en esta fase del parro.
Existen importantes características que distinguen la tercera matriz de la va
Una pintura que representa el renacim iento p sicoespiritu al en una sesión h o lo -
trópica que se experim enta en form a de nacim iento a partir d el fu eg o en el cen
tro de la tierra y em ergiendo a través de un volcán (Tai Ingrid H azard).
82
desesperadas sino que se pueden dar tres roles diferentes. Además de ser meros
observadores de lo que está sucediendo, podemos identificarnos con el agresor
y con la víctima. Esto puede llegar a ser tan convincente que, a veces, resulta di
fícil distinguir y separar los roles que estamos viviendo. Por otra parte, la situa
ción sin salida implica un sufrimiento absoluto, mientras que la lucha entre la
muerte y el renacimiento representa un línea muy fina entre la agonía, el éxta
sis, y la fusión de ambos. En este sentido, parece bastante apropiado considerar
este tipo de experiencias como de éxtasis volcánico o Dionistacas, en contraste
con las de éxtasis oceánico o Apolíneas propias de la unión cósmica caracterís
ticas de la primera matriz perinatal (MPB I).
El testimonio expuesto a continuación corresponde a una sesión psiquedéli-
ca con dosis alta. Ilustra gran parte de los temas típicos asociados con la tercera
matriz previamente descrita.
84
ñas salvajes y embriagadoras de aquelarres. En este extraño y sensual ritual,
los impulsos normalmente prohibidos y reprimidos parecen alcanzar la su
perficie, se experimentan y se expresan. Era consciente de ser participe de al
guna misteriosa ceremonia de sacrificio que celebraba a un Oscuro Dios.
Más adelante, este tinte demoníaco fue desapareciendo gradualmente,
aunque yo seguí impregnado de erotismo y participando en infinitas orgías
fantásticas y fantasías sexuales, en las que yo representaba todos los papeles.
Durante todas estas vivencias, seguía siendo de forma simultánea el niño lu
chando y la madre dando a luz. Se hizo muy claro que sexo y nacimiento es
tán íntimamente conectados, y que las fuerzas satánicas tenían mucho que
ver con la propulsión del feto por el canal del nacimiento. Me peleé y com
batí en papeles muy diversos y en contra de muchos enemigos. A veces me
preguntaba si mis penas terminarían.
Luego, se sumó a mi experiencia un nuevo elemento. Todo mi cuerpo se
cubrió de una suciedad biológica viscosa y resbaladiza. No podría decir si se
trataba del líquido amniótico, de orina, mucosidad, sangre, o secreciones
vaginales. También parecía tener todo esto en la boca y en los pulmones. Me
estrangulaba, tosía y hacía todo tipo de muecas tratando de escupirlo y sa
carlo de dentro de mí y de mi piel. Aunque, a la vez, estaba recibiendo el
mensaje de que no era necesario que luchase. El proceso poseía su propio
ritmo, y yo sólo tenía que rendirme a él. Me acordé de numerosas situacio
nes en mi vida en las que sentí esta misma necesidad de luchar a la vez que
sabía lo inútil del combate. Era un poco como si hubiera sido programado
desde mi nacimiento para ver la vida de forma mucho más compleja y peli
grosa de lo que es en realidad. Tuve la sensación de que esta experiencia po
dría abrirme los ojos y ayudarme a tener una vida mucho más sencilla y es
peranzados que antes.
86
t in tu r a d e un a s esió n d e r e s p ira ció n h o lo tr ó p ic a , en la q u e se ex p erim en tó la
m u erte d e l eg o en fo r m a d e a ta q u e d e una m an ad a d e lo b o s qu e devoran al vie
jo y o. S ecu en cias sim ilares con an im ales qu e a d o p ta n el p a p el iniciático son fr e
cu en tes en las crisis tran sform ativ as d e fu tu ros cham an es. L os anim ales iniciáti-
c o s s o n e s p e c ífic o s d e c a d a cu ltu ra; p o r e je m p lo en el ca so d e las tribus de
S ib eria y d e lo s in d io s a m e r ic a n o s d e l n o r o e s te se trata d el o s o , para los esqu i
m a les d e l l o b o o d e l o s o p o la r , p a r a los n ativos d el cen tro y d el sur de A m erica
d e l jaguar, y p a r a los a b o ríg en es au stralian os una serpien te gigante.
Experiencia de trascendencia de la muerte en una sesión de ayahuasca. Visión
de una calavera y una caja torácica que explota en la luz del Espíritu y rom pe la
esclavitud de la mente y de la form a humana. Dicha experiencia aporta una sen
sación de gran libertad y alegría (Kathleen Silver).
tan sólo a un pequeño paso de una tremenda liberación, seguimos sintiendo una
intensa sensación de ansiedad y de que alguna catástrofe de enormes proporcio
nes nos está amenazando.
En realidad, lo que está muriendo en este proceso es el falso ego que hemos
confundido con nuestro verdadero yo hasta este momento de nuestra vida. Al
tiempo que vamos perdiendo todos los puntos de referencia que conocem os, no
B8
tenemos idea de lo que está al otro lado, o de si tan siquiera existe algo. Este te
mor tiende a crear una gran resistencia a continuar y completar la experiencia.
Como resultado de ello, muchas personas pueden permanecer estancadas psico
lógicamente en este lugar problemático si no reciben la ayuda adecuada.
Cuando superamos este temor metafísico, característico de este importante
umbral, y decidimos dejar fluir las cosas, experimentamos entonces una aniqui
lación total en todos los niveles imaginables: destrucción física, desastre emo
cional, derrota intelectual y filosófica, fracaso moral absoluto, e incluso una
condena espiritual. Durante esta experiencia, todos los puntos de referencia, es
decir, todo aquello de gran importancia en nuestra vida, parece ser destruido de
forma despiadada. Aunque inmediatamente después de esta experiencia de ani-
Aunque lo peor todavía faltaba por llegar, de repente parecía haber perdido
todas mis conexiones con la realidad. Daba la sensación de que me hubieran
sacado una enorme alfombra imaginaria por debajo de mis pies.
Absolutamente todo estaba colapsado, y sentí como todo mi mundo se hacía
añicos. Tenía la impresión de que mi existencia era un balón metafísico y
monstruoso que estaba siendo perforado. Una burbuja gigantesca de auto-
engaño y sin sentido acababa de estallar y exponer abiertamente la mentira
90
de mi vida. Todo aquello en lo que yo había creído, todo aquello que había
hecho o logrado, todo aquello que parecía dar sentido a mi vida, apareció de
repente como falso y sin la menor posibilidad de remendar la intolerable re
alidad de mi existencia. Fue como si cada uno de estos añicos fuera una plu
ma, una semilla de mostaza que hubiera sido soplada con fuerza, y transpor
tada hasta el terrorífico abismo de la última verdad: el caos más absurdo del
vacío existencial.
Embargado por un horror indescriptible, vi elevarse ante mí la figura
amenazadora de un dios gigantesco. Reconocí, de forma totalmente instinti
va, que se trataba del dios hindú Shiva en su aspecto destructivo. Sentí el tre
mendo impacto de su pie aplastándome, haciéndome pedazos y tratándome
como si fuera un trozo de excremento arrastrado a lo que parecía ser el fon
do del cosmos. Al momento siguiente me encontré frente a la figura mons
truosa de la oscura diosa hindú Kali. Mi rostro era empujado por una fuerza
irresistible hacia su enorme vagina, llena de lo que parecía ser sangre mens
trual o material biológico repulsivo posterior al parto.
Sentí que tan sólo pedían de mí una total entrega a las fuerzas de la exis
tencia, así como al principio femenino representado en este caso por la dio
sa. No tenía más opción que besar y lamer su vulva con sumisión y humil
dad. En aquel momento, experimenté el final de la supremacía masculina
hasta un extremo hasta hora desconocido para mi. Conecté con el recuerdo
de mi nacimiento biológico. Mi cabeza emergiendo del canal de nacimiento
y mi boca en contacto con la vagina sangrienta de mi madre.
Me inundaba una luz divina de claridad sobrenatural e indescriptible be
lleza. La luz dorada de sus rayos explotaban para transformarse después en
fantásticas plumas de pavo real. De esa luz también emergió la figura de la
Gran Diosa Madre representando el amor y la protección eterna. Extendió
sus brazos hacia mí y me rodeó con su esencia. Me fundí en ese campo de
energía increíble, sanado, nutrido y sintiéndome limpio. Estaba fluyendo
por todo mi ser lo que parecía ser un néctar divino, ambrosía, el arquetipo
de la esencia de la miel y la leche.
Luego, la figura de la diosa fue desapareciendo a la vez que iba siendo
absorbida por una luz aun más brillante. Kra una luz abstracta, y sin embar
go, con características personales definidas, una inteligencia infinita y ra
diante. Comprendí con lucidez que estaba experimentando una fusión con el
yo universal, o Brahmán, tal y como lo había leído en los libros de filosofía
india. Esta experiencia se fue desvaneciendo tras unos diez minutos de reloj,
aunque transcendió todo concepto temporal y pareció durar una eternidad.
K1 fluir de esa energía sanadora y la visión de la luz dorada con los dibujos
de plumas de pavos reales siguieron toda la noche. La sensación de bienestar
resultante me acompañó durante varios días. El recuerdo de esta experiencia
ha estado muy vivo en mí durante años, y ha supuesto un cambio profundo
en mi filosofía de la vida.
92
Pintura qu e nos muestra una visión encontrada durante una sesión psiquedéli-
ca. Representa un arquetipo fem enino positivo , la Gran Madre Diosa. Sus bra
zos y piernas están rodeados de serpientes y energía vibrante , y bendice al mun
d o con belleza , gracia y verdad (Kathleen Silver).
les y por las características físicas del entorno en sí. Lo que hace que no poda
mos ver un objeto que se encuentre detrás de otro que es opaco, ni barcos que
están más allá del horizonte, o la otra cara de la luna. Si estamos en Praga no
podemos oír las conversaciones de nuestros amigos en San Francisco. Tampoco
podemos sentir lo suave que es la lana al menos que nuestra piel esté en contac
to directo con ella.
Por otra parte, en estados ordinarios de consciencia sólo podemos experi
mentar con nuestros sentidos aquellos acontecimientos que están ocurriendo en
el momento presente. Podemos acordarnos del pasado y anticipar sucesos del
futuro o tener fantasías sobre el. Kn estados de consciencia transpersonales nin
guna de estas limitaciones es absoluta, puesto que pueden trascenderse. No hay
limites al alance de nuestros sentidos y podemos experim entar con todas las
cualidades sensoriales los episodios que se produjeron en el pasado y que, even
tualmente, sucederán en un tiempo futuro.
HI espectro de las experiencias transpersonales es increíblem ente rico e
incluye fenómenos característicos de niveles de consciencia diferentes. El dia
grama 2.2 representa el intento de clasificar las diversas clases de experien
cias que, en mi opinión, pertenecen a este ám bito tran sp erson al. P er
sonalmente he tenido casi todas estas experiencias descritas en este cu ad ro
sinóptico durante mis propias sesiones psiquedélicas y de respiración holo-
trópica, pero también las he ido observando a lo largo de mi trabajo con los
demás. En lo referente al con texto de este libro, no daré definiciones, des
cripciones o ilustraciones de casos clínicos de todos estos tipos de experien
cias. Por ello, a aquellas personas interesadas, les remito a mis publicaciones
previas (Grof 1975, 1985, 1988).
Según muestra el diagrama, las experiencias transpersonales pueden dividir
se en tres amplias categorías. La primera de estas incluye la trascendencia de las
barreras del tiempo y del espacio. Una experiencia que se extiende más allá de
las limitaciones espaciales del “ego encapsulado en la piel” lleva a experiencias
de unirse con otra persona en un estado llamado “ unidad dual” que permite la
identificación con otra persona, con la consciencia de un grupo entero de perso
nas, como por ejemplo todas las madres del mundo, toda la población de la
India o todos los prisioneros de los campos de concentración. N uestra co n s
ciencia puede incluso expandirse hasta tal extremo que puede abarcar la totali
dad de la humanidad. Tales experiencias han sido descritas repetidas veces en la
literatura espiritual de las diversas culturas del mundo.
De modo similar, también podemos trascen der los límites de lo que es
puramente una experiencia humana e identificarnos con la con scien cia de
94
C U A DR O 2 . 2. Experiencias transpersonales
Psicokinesis intencional
Ceremonias mágicas
Sanación y maldición
Siddhis yoguícos
Psicokinesis en laboratorio
96
moría celular, tampoco es inusual experimentar una total identificación con el
esperma y el óvulo en el instante de la concepción.
El proceso de volver sobre la creación de manera vivencial no se detiene
aquí. En estados holotrópicos podemos vivir episodios correspondientes a la
vida de nuestros antepasados humanos y animales. También hay episodios pro
cedentes del inconsciente colectivo y racial de acuerdo con la descripción de C.
G. Jung. Es frecuente el asociar como propias y personales las vivencias que
ocurren en otras culturas o en otros periodos históricos. Las personas hablan de
la sensación de déjà vu o déjà vecú. Hablan de revivir acontecimientos de vidas
pasadas, de encarnaciones pasadas.
Las experiencias en estados holotrópicos nos pueden llevar también a mun
dos microscópicos, a estructuras y procesos que no son normalmente accesibles
a nuestros sentidos. Este es el lugar de las secuencias similares a la película fan
tástica de Isaac Asimov El viaje fantástico que muestra el mundo de nuestros
órganos internos, nuestros tejidos y células. En este sentido podemos llegar a
identificarnos plenamente con ellos. Son particularmente fascinantes las expe
riencias de ADN asociadas con el conocimiento profundo de los mayores miste
rios de la vida, la reproducción o la herencia genética. A veces, este tipo de ex
periencias transpersonales pueden llevarnos al mundo inorgánico de las
moléculas, los átomos y las partículas subatómicas.
El contenido de las experiencias transpersonales descritas hasta ahora con
siste en fenómenos diversos existentes en el marco espacial y temporal. Conlleva
elementos de nuestra realidad cotidiana: otras personas, animales, plantas, ma
teriales y acontecimientos del pasado. No hay nada de particularmente extraño
o inusual en lo que se refiere a estos fenómenos en sí puesto que pertenecen a la
realidad que nosotros conocemos. Aceptamos su existencia e incluso la damos
por hecho. Lo que sí nos sorprende respecto a estas dos categorías de experien
cias transpersonales no es su contenido, sino el hecho de que podamos ser testi
gos o identificarnos plenamente con algo que normalmente no esta al alcance
de nuestros sentidos.
Sabemos que en el mundo existen ballenas embarazadas, pero no somos ca
paces de tener Ja experiencia verdadera de ser una de ellas. El hecho de que en
interior I e interior II (página siguiente)> dos pinturas qu e reflejan experien cias
del interior del cuerpo en una sesión psiquedélica. La capacidad para experim en
tar el propio esqueleto y los órganos internos en los estados h olotróp icos de con s
ciencia arrojan una luz interesante sobre el ‘arte de rayos X' de los cham anes es
quim ales de Siberia y de los aborígenes australianos (Robin M aynard-D obbs).
98
su día se produjera la Revolución Francesa es totalmente válido para nosotros,
pero no somos capaces de tener la experiencia de estar allí tumbados y heridos
en las barricadas de las calles de París. Sabemos que ocurren muchas cosas en el
mundo y en lugares donde nosotros no estamos presentes aunque, por lo gene
ral, se considera que es imposible experimentar algo que está sucediendo en lu
99
gares remotos (sin la mediación de un satélite o una televisión). También puede
sorprendernos el hecho de identificarnos con la consciencia de los animales, las
plantas o la naturaleza inorgánica.
l a segunda categoría de fenómenos transpersonales es aún más extraña. En
estados holotrópicos, nuestra consciencia puede extenderse a ámbitos y dimen
siones que la cultura industrial occidental no considera como “reales”. Aquí es
donde cuadran gran número de visiones o identificaciones con seres arquetípi-
cos, deidades y demonios de diferentes culturas, visiones de paisajes fantásticos
y mitológicos. Kn este contexto, podemos alcanzar una comprensión intuitiva
de símbolos universales tales como la cruz, el ankb , la cruz gamada, el pentácu
lo, la estrella de seis puntas, el signo del yin y el yang. También podemos tener
encuentros y comuniones con entidades decarnadas o suprahumanas, guías es
pirituales, seres extraterrestres o habitantes de mundos paralelos al nuestro.
De forma más extrema nuestra consciencia puede trascender todas los lími
tes e identificarse con la Consciencia Cósmica o la Mente Universal conocida
bajo nombres tan distintos como: Brahma, el Buda, el Cristo Cósmico, Keter,
Alá y el Tao, entre muchos otros. La más importante de todas las experiencias
suele ser la identificación con el vacío Supracósmico o Metacósmico, el misterio
de vacuidad primordial consciente de sí misma y cuna definitiva de toda exis
tencia. No tiene contenido concreto y sin embargo contiene todo en su forma
potencial y germinal.
La tercera categoría de experiencias transpersonales comprende el fenóme
no que yo llamo psicoide. Uso el término acuñado por el fundador del vitalismo
Hans Driesch y luego adoptado por C. G. Jung. Este grupo incluye situaciones
en las que experiencias intrapsíquicas son asociadas con los acontecimientos
correspondientes del mundo exterior, o lo que convendría quizás llamar la reali
dad consensuada, y que están relacionados con ella de forma significativa. Las
experiencias psicoides incluyen sincronicidades, sanación espiritual, ceremonias
mágicas que abarcan la psicokínesis y otros fenómenos que se refieren a la men
te sobre la materia y que se conocen por ejemplo en la literatura yóguica como
Siddhis (Grof 1988).
Las experiencias transpersonales poseen características muy particulares que
100
rompen con todas las creencias metafísicas básicas según el punto de vista ma
terialista y el paradigma cartesiano y newtoniano. Los investigadores que han
estudiado o han experimentado personalmente estos fenómenos tan fascinan
tes, se han dado cuenta de la ingenuidad de la ciencia conservadora en su inten
to por desmentir este tipo de experiencias que considera como juegos de la fan
tasía humana, o como alucinaciones que son producto de mentes enfermizas.
Cualquier estudio fidedigno relativo al ámbito transpersonal ha de confirmar
que el material que aquí se presenta constituye un desafío crítico no sólo para la
psiquiatría sino también para la psicología, y aún más, para toda la filosofía de
la ciencia occidental.
Bien es cierto que las experiencias transpersonales ocurren durante el proceso
de una profunda exploración personal, y no es posible interpretarlas simplemente
como un fenómeno intrapsíquico en su sentido más convencional. Es más, apare
cen en la misma línea vivencial que las experiencias biográficas y perinatales, y
por lo tanto provienen de la psique individual. Por otro lado, parecen conectar di
rectamente con las fuentes de información que se encuentran claramente más allá
de lo que el individuo puede alcanzar sin la mediación de los sentidos.
En alguna parte del nivel perinatal de la psique, parece encenderse un inte
rruptor: lo que hasta ahora habían sido intentos de probar lo intrapsíquico se
convierte aquí en una experiencia extrasensorial de los diversos aspectos del
universo en toda su amplitud. Determinadas personas que experimentan esta
peculiar transición de lo interior hacia lo exterior, lo comparan a veces con el
arte gráfico del pintor holandés Maurits Escher, otros hablan de una experien
cia “multidimensional”.
Estas observaciones indican que podemos obtener información acerca del
universo de dos formas diferentes. La primera, convencional, se basa en la per
cepción sensorial, en el análisis y la síntesis de los datos por medio de nuestro
cerebro, es decir intelectualmente. La alternativa radical, que se hace posible en
estados holotrópicos, es el aprendizaje basado en la identificación vivencial di
recta con los diferentes aspectos del mundo. En el contexto del viejo paradigma
del pensamiento, mencionar sistemas esotéricos antiguos según los cuales el mi-
crom undo es reflejo del macromundo, o la parte puede ademas contener el
to jo , ora considerado como totalmente fuera de lugar y sin sentido puesto que
violaba los principios elementales de la lógica aristotélica. Esto cam bió radical
mente tras el descubrimiento del láser y la holografía óptica, que abrieron nue
vas formas de entender la relación existente entre la parte y el todo. Por primera
vez, el pensamiento holográfico o holonómico ha provisto un marco conceptual
que permite una aproximación científica hacia este mecanismo extraordinario
(Rohm 1980, Pribram 1981,Laszlo 1993).
Los testimonios de las personas que han experimentado episodios de la con
cepción o la existencia embrionaria, o han tenido la consciencia de elem entos
del tejido celular y de los órganos, muestran un conocimiento médico, anatóm i
co, fisiológico y bioquímico detallado de los procesos y diversos aspectos que
describen. Similarmente, los recuerdos colectivos, ancestrales y raciales, y las
experiencias de encarnaciones pasadas proveen muy a menudo detalles específi
cos acerca de la arquitectura, la indumentaria, las armas, las formas de arte, las
estructuras sociales, religiosas y los rituales correspondientes a las culturas y los
periodos históricos, llegando incluso a relatar acontecimientos históricos.
Las personas que tienen experiencias filogenéticas o se identifican con una
forma de vida existente, no sólo las encuentran sorprendentemente auténticas y
convincentes sino que, durante ese proceso, obtienen además unos conocim ien
tos muy profundos referentes a la psicología animal, costumbres específicas, o a
ciclos reproductivos poco habituales. Así, en algunos casos se han experim enta
do ciclos que iban acompañados por un movimiento muscular arcaico inexis
tente en el ser humano, o incluso comportamientos com plejos y puestas en esce
na de danzas de cortejo específicas a una especie determinada.
El desafío filosófico asociado con las observaciones descritas, por form ida
bles que éstas sean, se ve increm entado por el hecho de que las exp eriencias
transpersonales que reflejan con precisión el mundo material del espacio-tiem
po a menudo aparecen en la misma línea e íntimamente entrelazadas con aque
llas que contienen elementos que el mundo industrial occidental no considera
como reales. A estas pertenecen, por ejemplo, aquellas experiencias que inclu
yen deidades y demonios de distintas culturas, reinos mitológicos, com o son los
conceptos de cielos y paraísos, o secuencias legendarias o de cuentos de hadas.
102
Por ejemplo, podemos tener la experiencia de Shiva en el cielo, de Tlaloc,
dios azteca de la lluvia, del mundo de los muertos según los sumerios, o de algu
nos de los infiernos budistas. También es posible comunicarse con Jesús, tener
encuentros desconcertantes con la diosa hindú Kali, o identificarse con la danza
de Shiva. Incluso tales episodios pueden procurar información precisa y verda
dera acerca de la simbología religiosa que antes era totalmente desconocida
para la persona. Las observaciones de esta índole confirman la idea de C.G.
Jung según la cual, e independientemente del inconsciente individual freudiano,
podemos acceder al inconsciente colectivo que contiene la herencia cultural de
toda la humanidad (Jung 1959).
Mi clasificación de las experiencias transpersonales no se basa en ningún
tipo de jerarquía, sino únicamente en los fenómenos. En este sentido no especí
fica los niveles de consciencia en los que ocurren. Con lo cual, resulta bastante
interesante comparar este esquema con la descripción de Ken Wilber sobre los
distintos niveles de la evolución espiritual que, según él, siguen a la total inte
gración del cuerpo y de la mente (según su propia terminología corresponde a
lo que él denomina los niveles postcentaúricos de la evolución de la consciencia)
(Wilber 1980). No es difícil extraer paralelismos entre su esquema de desarrollo
y mi cartografía de las experiencias transpersonales.
Al construir su mapa del desarrollo psicoespiritual, Wilber usa princi
palmente material de antiguas escrituras espirituales, y de forma especial del
hinduismo vedanta y del budismo theravada. Los datos que yo utilizo están ex
traídos de mis observaciones clínicas llevadas a cabo con poblaciones contem
poráneas de Europa, América del Sur y del Norte, Australia y, en menor medi
da, con una pequeña porción de grupos japoneses e indios de la parte más
oriental. Sin embargo, mi trabajo ofrece la evidencia empírica de la existencia
de la mayoría de las experiencias que él describe en su esquema. Del mismo
modo, muestra como las descripciones de las fuentes espirituales antiguas si
guen teniendo bastante relevancia para la humanidad actual. Aunque podremos
observar que los sistemas no son totalmente idénticos y la incorporación de mi
material supondría ciertos ajustes y modificaciones.
El esquema del reino espiritual postcentáúrico de Wilber incluye el nivel su-
ril interior y superior, el nivel causal inferior y superior, y lo Definitivo o
Absoluto. Según él, el nivel J e consciencia sutil inferior o psíqu ico-astral está
caracterizado por un grado de diferenciación de la consciencia mental y corpo
ral que va más allá de lo que se logra en el nivel del centauro. Con lo que la
consciencia es capaz de trascender las capacidades habituales del cuerpo y de la
mente, operando de un modo que parece imposible o fantástico a la mente ordi
naria
Según las propias palabras de Wilber, “el nivel astral incluye principalmente,
experiencias fuera del cuerpo, el conocimiento de información oculta, las auras,
magia verdadera, “viajes astrales”, etc.” La descripción de Wilber del nivel psí
quico incluye distintos fenómenos “psi”: ESP (percepción extrasensorial), pre
monición, clarividencia, psicokinesia, y demás fenómenos. Se refiere además a
la conexión existente con los Yoga Sufras de Patanjali, que incluyen en el nivel
psíquico todos los poderes paranormales, y los fenómenos de mente sobre la
materia, también llamados siddhis.
En el ámbito de lo sutil superior, la consciencia se diferencia completamente
ella misma de la mente ordinaria para pasar a ser lo que podría denominarse
como el “suprayo” o la “supramente”. Wilber sitúa en esta región las grandes
intuiciones e inspiraciones religiosas, las visiones de luz divina, iluminaciones
audibles, presencias superiores: guías espirituales, seres angelicales, ishtadevas,
Dhyani-budas, y arquetipos de dioses, a quienes considera como formas arque-
típicas superiores de nuestra propio ser.
Lo mismo que el nivel sutil, el nivel causal puede subdividirse en inferior y
superior. Wilber sugiere que el reino causal inferior se manifiesta en un estado
de consciencia conocido como savikalpa sam adhi, corresponde con la experien
cia del dios último, la tierra, la esencia y fuente de todos los arquetipos y mani
festaciones menores de dioses que se dan en el nivel sutil inferior y superior. El
reino causal superior comprende así “una total trascendencia y liberación en
una consciencia sin forma y un resplandor ilimitado.” En este contexto, Wilber
habla del nirvikalpa samadhi del hinduismo, del nirodh del budismo Hinayana,
y del octavo de los diez dibujos de la doma del buey en el budismo Zen.
En el último nivel de Wilber, el nivel de lo A bsolu to, la consciencia se des-
104
pierta en su Condición Original y en su esencia (tathagata), que es de forma si
multánea, todo aquello que es burdo, sutil, o causal. La distinción entre el testi
go y lo visto desaparece, por lo que el Proceso del Mundo emerge en su totali
dad, de instante en instante, como el propio Ser de cada uno, fuera del que, y
antes del cual, nada existe.
Tal y como mencioné anteriormente, mis propias experiencias y observacio
nes aportan una evidencia que apoya los estados vivenciales incluidos en el es
quema ontológico y cosmológico de Wilber. Los temas con los que he trabajado
a lo largo de los años son el testimonio de experiencias directas de la mayoría
de los fenómenos que él incluye en su mapa de la psique. En este sentido, debo
añadir que mis propias sesiones no ofrecen ninguna excepción, ya que me he
encontrado con la mayoría de estas experiencias y las he descrito en muchos de
mis escritos. Considero esta convergencia de gran importancia, puesto que el
material fruto de mi trabajo permite observaciones directas en sujetos reales.
En una clasificación jerárquica basada en mis propios datos, en el nivel sutil
inferior o psíquico-astral incluiría experiencias que contienen elementos del
mundo material, pero que sin embargo proporcionan información acerca de
ellos de una manera radicalmente distinta a nuestra percepción cotidiana. Aquí
se incluyen sobre todo experiencias que son estudiadas tradicionalmente por
parapsicólogos y, en algunos casos, también por tanatólogos. Entre estas expe
riencias estarían los viajes astrales, las experiencias fuera del cuerpo, los fenó
menos ESP, las premoniciones y la clarividencia.
También añadiría a esta lista, experiencias y fenómenos en estrecha cone
xión con el mundo material, pero que muestran aspectos o dimensiones de la
realidad que no son accesibles en estados ordinarios de consciencia, como aque
llas que conllevan una aprensión vivencial directa de la energía sutil del cuerpo
y de sus conductos (nadis o meridianos) y sus campos (auras). Los conceptos de
encrucijadas y puentes entre la realidad visible e invisible que se encuentran en
la literatura tántrica tienen gran relevancia en este contexto (Mookerjee y
Khanna 1977).
En el nivel sutil inferior también incluiría algunas experiencias transperso
nales importantes ya incluidas en mi cartografía, pero no mencionadas por
1U!)
Wilber. Me refiero en este punto a la identificación vivcncial con aspectos diver
sos del tiempo y del espacio, con otras personas, animales, plantas y materiales
inorgánicos, con procesos, así como con experiencias ancestrales, raciales, co
lectivas, filogcnéticas y kármicas. Experiencias que, sorprendentemente, no re
ciben atención alguna en la obra de Wilber. En mis publicaciones anteriores ya
be mencionado como este tipo de experiencias facilitan el acceso a una informa
ción nueva y precisa acerca de los fenómenos que se producen y que reciben la
mediación de los canales extrasensoriales. Éstas proporcionan un papel impor
tante en el proceso de apertura espiritual (Grof 1975, 1980, 1985, 1988, 1998).
Siguiendo a Patanjali, me gustaría además incluir en mi clasificación los siddhis
yóguicos, así como todo el grupo de fenómenos que yo llamo “psicoides.”
Las experiencias transpersonales de mi cartografía que podrían correspon
der al nivel sutil superior incluyen las visiones de luz divina, encuentros con ar
quetipos de dioses beatíficos y coléricos, la comunicación con guías espirituales
y entidades supranaturales, contactos con animales de poder cham ánicos,
aprensión directa de símbolos universales, y episodios de inspiración creativa y
religiosa (la epifanía de Prometeo). La visión de seres arquetípicos, o una identi
ficación vivencial con éstos, puede presentarse en su forma universal (e j.: la
Gran Diosa Madre) o en la forma de su manifestación cultural especifica (ej: la
Virgen M aría, Isis, Cybele, Parvati, etc.)
A lo largo de los años he tenido el privilegio de observar las sesiones de per
sonas cuyas experiencias holotrópicas o psiquedélicas mostraban muchas de las
características del esquema que presenta Wilber. Entre éstas podría citar las que
corresponden al nivel causal inferior y superior, además de las que posiblemente
pertenezcan al reino de lo absoluto. Del mismo modo, he tenido personalmente
experiencias que se pueden incluir en dichas categorías. En mi clasificación, des
cribo estos episodios bajo el título de experiencias del Demiurgo, de consciencia
cósmica, consciencia de los absoluto, o del vacío supracósmico o metacósmico.
A la luz de tales observaciones, no me cabe la menor duda de que los fenó
menos que Wilber incluye en su esquema holoárquico, son reales desde el punto
de vista vivencial y ontológico. De igual modo, tampoco son productos de la es
peculación metafísica o de los procesos patológicos del cerebro. Soy muy cons-
106
cíente de que las experiencias que se tienen en estos niveles no implican necesa
riamente un movimiento permanente hacia niveles superiores de evolución de la
consciencia. Aunque el problema que plantean los factores que determinan
cuándo las experiencias transitorias de los estados superiores de consciencia
conducen a cambios duraderos de las estructuras evolutivas de la consciencia si
gue siendo de gran importancia. Ken y yo hemos abordado este asunto en dis
tintas ocasiones a lo largo de nuestras pasadas discusiones, y espero que siga
mos profundizando en ello en el futuro.
Por todo esto, conviene tener en cuenta lo importante y bien fundamentado
que está el concepto general de la Gran Cadena del Ser, según el cual, la reali
dad incluye una jerarquía (o holoarquía) de dimensiones, de ordinario ocultas a
nuestra percepción. Por eso, y como ha sucedido en tantas ocasiones, sería erró
neo considerar esta comprensión de la existencia como una superstición primi
tiva, o un delirio psicótico. Cualquier persona que quisiera demostrarlo se vería
forzada a ofrecer explicaciones convincentes de por qué las experiencias que
apoyan sistemáticamente este elaborado punto de vista de la realidad han ocu
rrido con tanta frecuencia en el pasado de culturas, razas, y periodos históricos
tan dispares.
Tal y com o he tratado de mostrar en diversas ocasiones, cualquiera que, en
este sentido, intente defender la postura monística y materialista de la ciencia
occidental se verá forzado a responder ante el hecho de que estas experiencias
siguen sucediendo y produciéndose en personas de nuestra época que pueden
considerarse mentalmente sanas, es decir, en personas altamente inteligentes y
sofisticadas (G rof 1988). Éstas, no sólo suceden bajo la influencia de psiquedé-
licos, sino tam bién ante circunstancias tan diversas como puedan ser las sesio
nes de psicoterapia vivencial, en las prácticas meditativas de aquellas personas
que llegan una práctica espiritual sistem ática, en experiencias cercanas a la
muerte, y durante el transcurso de episodios espontáneos de crisis espirituales.
Resumir brevemente las conclusiones sacadas de mis observaciones diarias a
lo largo de los cuarenta años que he dedicado a la investigación de estados ho-
Jotrópicos, y lograr que dichas conclusiones sean creíbles no es una tarea fácil.
Sin em bargo, yo mismo he tenido muchas experiencias personales asi como la
10/
oportunidad de observer y escuchar con gran atención los relatos de numerosas
personas en estos estarlos, lardé años en sobreponerme a la sorpresa que me
cansí) este gran impacto cognitivo. Por razones de espacio, no me ha sido posi
ble presentar aquí casos detallados de historias que ayudarían mucho a ilustrar
la naturaleza de las experiencias transpcrsonales y los profundos conocim ientos
que proporcionan. Aunque dudo mucho que esto sea suficiente para contrarres
tar los programas de la ciencia occidental tan profundam ente arraigados en
nuestra cultura. Los desafíos conceptuales que hay en juego son tan form ida
bles que nada que provenga de una profunda experiencia personal bastará para
lograr tal cometido.
La existencia y la naturaleza de las experiencias transpersonales viola algu
nos de los supuestos más básicos de la ciencia convencional. Éstos implican no
ciones aparentemente tan absurdas como la relatividad y la naturaleza arb itra
ria de todas los límites físicos, las conexiones del universo que no son locales, la
com unicación a través de medios y canales desconocidos, la m em oria con
ausencia de substrato material, la carencia de linealidad del tiem po, o la con s
ciencia asociada con todos los organism os vivientes o incluso inorgánicos.
Numerosas experiencias transpersonales implican a sucesos pertenecientes al
microcosmos y al macrocosmos, a ámbitos que no son alcanzables por los senti
dos humanos ordinarios, a momentos históricos que preceden el origen del sis
tema solar, la formación del planeta tierra, la aparición de organism os vivien
tes, el desarrollo del sistema nervioso, o la aparición del homo sapiens.
La investigación de los estados holotrópicos revela una paradoja, muy inte
resante, relativa a la naturaleza de los seres humanos: muestra claram ente que,
de un modo misterioso e inexplicable, cada uno de nosotros contiene la infor
mación acerca de todo el universo y toda existencia. A su vez, en potencia, po
demos acceder vivencialmente a todas sus partes siendo, en cierto sentido, la to
talidad de su red cósmica y también la parte más infinitesimal de ésta. Es decir,
una parte separada y una entidad biológica insignificante. La nueva cartografía
refleja este hecho y presenta a la psique humana individual de un m odo esen
cialmente proporcional a la totalidad del cosmos y a toda existencia. Por absur
do que esto parezca, tanto a un científico form ado trad icionalm ente com o a
108
nuestros propios sentidos, estos conceptos son relativamente compatibles con
los nuevos y revolucionarios descubrimientos llevados a cabo en diversas disci
plinas científicas también conocidas como el nuevo paradigma.
Creo firmemente que esta cartografía ampliada es de importancia crítica,
siempre que nos acerquemos seriamente a fenómenos como el chamanismo, los
ritos de paso, el misticismo, la religión, la mitología, la parapsicología, las expe
riencias cercanas a la muerte y los estados psiquedélicos. Este nuevo modelo de
la psique humana no es simplemente de interés científico. Tal y como iremos
viendo en los siguientes capítulos, supone unas consecuencias revolucionarias
para la comprensión de los trastornos emocionales y psicosomáticos, incluyen
do las numerosas condiciones que se diagnostican actualmente como psicóticas,
y ofrece nuevas posibilidades terapéuticas revolucionarias.
UK)
CAPÍTULO TRES
11?
ticos eficaces para tratar un grupo relativamente pequeño de anomalías mentales
de origen orgánico. También ha demostrado su habilidad para controlar sistemá
ticamente muchos de los trastornos cuya etiología orgánica no ha podido ser com
probada. Los logros iniciales, al desentrañar las causas biológicas de los trastor
nos mentales fueron sorprendentes, pero limitados a una diminuta fracción de los
problemas a los que tiene que hacer frente la psiquiatría. El enfoque médico de la
psiquiatría no ha podido encontrar una etiología orgánica específica para los pro
blemas, decepcionando así a los pacientes que padecen neurosis, trastornos psico-
somáticos y maniaco depresivos, y psicosis funcionales.
La orientación psicológica en psiquiatría fue inspirada por la investigación
del pionero Sigmund Freud y sus seguidores. Algunos de ellos, como por ejem
plo Cari Gustav Jung, O tto Rank, Wilhelm Reich, y Alfred Adler, dejaron la
asociación psicoanalítica o fueron expulsados de ella y crearon sus propias es
cuelas. Otros permanecieron dentro de ella, pero desarrollaron sus propias va
riaciones teóricas y prácticas de psicoanálisis. Este esfuerzo colectivo dio lugar,
a lo largo del siglo X X , a numerosas escuelas de la llamada “psicología profun
d a.” Todas ellas difieren en cuanto a su comprensión de lo que es la psique, la
naturaleza de los trastornos emocionales, así como en su enfoque terapéutico.
La mayoría de estos individuos han ejercido una influencia mínima en la ma
nera de pensar de la psiquiatría y las referencias que se hacen a su trabajo apa
recen en los libros de texto como mera referencia histórica o incluso como nota
al pie de página. Sólo el trabajo más temprano de Freud y de sus seguidores, así
como los desarrollos modernos del psicoanálisis conocidos como “la psicología
del ego” ejercieron un impacto significativo en el campo de la psiquiatría.
Freud y sus colegas formularon una clasificación dinámica de los trastornos
emocionales y psicosomáticos que explica y ordena estas condiciones según la
fijación de una fase específica del desarrollo libidinoso y la evolución del ego.
Una de las mayores contribuciones de Freud fue descubrir que los intereses libi
dinosos del bebé cambian de forma gradual de la zona oral (momento del ama
mantamiento) a la zona anal y uretral (cuando el niño aprende a ir al baño) para
terminar en la zona fálica (centrada en el pene o el clítoris en la época del com
plejo de F^dipo o Electra). Un trauma o una excesiva indulgencia durante estos
periodos críticos pueden causar una fijación específica en una de estas zonas.
I.o cual, predispone al individuo a una regresión psicológica a esta zona cuan
do, en el futuro, se encuentra en situaciones muy complejas.
Kl concepto de psicopatología basado en la teoría de la libido de Freud fue re
sumido por el psicoanalista alemán Karl Abraham (1927). Kn su famoso esque
ma, Abraham define las formas más importantes de psicopatología de acuerdo
con las fijaciones de la libido. Según él, la fijación de la fase oral pasiva (antes de
que salgan los dientes) predispone a las personas a la esquizofrenia, mientras que
la fijación oral-sádica (después de la aparición de los dientes) puede llevar a tras
tornos maniaco depresivos y a conductas suicidas. La fijación oral juega un papel
critico en el desarrollo del alcoholismo y de la adicción a las drogas.
L.a fijación primaria de la neurosis obsesiva-compulsiva se encuentra en la
fase anal. La fijación anal también desempeña un papel importante en la génesis
de las llamadas neurosis pregenitales, tales como la tartamudez, los tics y el
asma. La fijación uretral está asociada con la vergüenza, el miedo a equivocarse
y la tendencia a compensar todo esto con una ambición y un perfeccionismo ex
cesivos. La ansiedad histérica (fobias diversas) y la histeria de conversión (pará
lisis, anestesia, ceguera, pérdida de la voz, y ataques histéricos) son el resultado
de la fijación en la fase fálica.
Hl esquema de Karl Abraham tiene en consideración no sólo los puntos de
fijación libidinosa, sino también las distintas fases de la evolución del ego, des
de el autoerotismo y el narcisismo primario hasta el establecimiento de un obje
to amoroso. F.stc aspecto de la psicopatología fue elaborado en detalle durante
el posterior desarrollo del psicoanálisis. La moderna psicología del ego inspira
da en el trabajo sin precedentes de Anna Freud y Heinz Hartmann, repasó y re-
definió los conceptos clásicos psicoanalíticos añadiendo nuevas e importantes
dimensiones (Blank y Blank 1974, 1979).
Combinando la observación directa de bebés y niños con el profundo conoci
miento de la teoría psicoanalítica, René Spitz y Margaret Mahler establecieron lo
que serían las bases para un conocimiento más profundo del desarrollo del ego y
de la identidad personal. Su trabajo prestó especial atención a la importancia de
la evolución de las relaciones objétales y a las dificultades asociadas con ellas en el
114
desarrollo de la psicopatología. La descripción y definición de las tres fases de la
evolución del ego — la autista, la simbiótica y las fase de separación e individua
ción— presentan importantes consecuencias teóricas y clínicas.
M argaret Mahler, Otto Kernberg, Heinz Kohut, y otros ampliaron el esque
ma de Karl Abraham agregando algunos trastornos que, según ellos, tenían su
origen en las tempranas complicaciones que pueden darse en las relaciones ob
jétales: psicosis autistas y simbióticas infantiles, la personalidad narcisista, o los
trastornos de personalidad límites. Este nuevo entendimiento de las dinámicas
del ego y sus vicisitudes dieron paso a técnicas de psicoterapia que lograron lle
gar a pacientes de estas categorías en los que los métodos clásicos de psicoanáli
sis no obtenían resultados.
No cabe duda de que estos psicólogos mejoraron, redefinieron y ampliaron
la comprensión psicoanalítica de la psicopatología. Sin embargo, comparten,
junto con el psicoanálisis clásico, el punto de vista limitado que concibe la psi
que desde el inconsciente individual y la perspectiva biográfica postnatal. Las
observaciones de los estudios de los estados holotrópicos muestran que los tras
tornos psicosomáticos y emocionales, incluidos numerosos estados actualmente
diagnosticados como psicóticos, no pueden comprenderse si se tienen en cuenta
únicamente los problemas del desarrollo postnatal, como pueden ser aquellos
relacionados con la evolución de la libido o las relaciones objétales.
Según los nuevos descubrimientos, los trastornos emocionales y psicosomáti
cos presentan una estructura de distintos niveles, o multidimensional, con impor
tantes raíces adicionales en el nivel perinatal y transpersonal. Estos elementos su
ponen una visión radicalmente nueva y más completa de lo que es la
psicopatología y de las nuevas perspectivas terapéuticas. Reconocer el nivel peri
natal y transpersonal del origen de los trastornos emocionales no implica que es
temos negando lo significativos que son los factores biográficos descritos por el
psicoanálisis de la psicología del ego. Es más, los acontecimientos de la niñez y de
la infancia siguen desempeñando un papel crucial en el desarrollo de la persona.
Sin em bargo, en lugar de ser las causas principales de estos trastornos, los
recuerdos de los acontecimientos traumáticos de la biografía postnatal funcio
nan com o importantes condicionantes para la emergencia de elementos de nive-
II! )
los mas profundos de la psique. Por otra parte, lo que da a los síntomas neuróti
cos, psicoticos v psicosomáticos su contenido y extraordinario poder dinámico
son las constelaciones C.'OHX. listas (X )E X no se limitan a las capas biográfi
cas, sino que se adentran en el territorio transpersonal y perinatal. Las influen
cias patogénicas, según Freud y la psicología del ego, modifican el contenido de
los temas más profundos del inconsciente.
La relación entre los síntomas y los sistemas COEX, que incluyen elementos
del nivel biográfico, perinatal y transpersonal puede ilustrarse con un ejemplo
típico. HI caso de Norbert, un psicólogo de cincuenta y un años, y sacerdote,
que participó en uno de nuestros talleres de cinco días en el Instituto de Esalen.
116
dió la vida. Cuando tenía siete años, él y un amiguito suyo cavaron un túnel
mientras estaban en la playa. Cuando lo terminaron, Norbert se metió a ga
tas para explorarlo, pero el túnel se derrumbó con los saltos de los niños, en
terrando vivo a Norbert que estuvo a punto de morir asfixiado.
Cuando la experiencia de su sesión de respiración se hizo más honda, re
vivió un episodio violento y terrorífico de su nacimiento biológico. El parto
fue complejo, porque sus hombro se quedó atrapado durante largo tiempo
detrás del hueso de la pelvis de su madre. Este episodio y el anterior tienen
en común la sensación de asfixia y el dolor en el hombro.
En la última parte de la sesión, la experiencia cambió de forma dramáti
ca. Norbert empezó viendo uniformes militares y caballos. Se dio cuenta de
que estaba en una batalla. Incluso fue capaz de identificarla como la batalla
de Cromwell, en Inglaterra. De repente, sintió un dolor agudo y vió como
una lanza le había perforado un hombro. Se cayó del caballo y sintió como
los demás caballos le pisoteaban el cuerpo y el pecho.
La conciencia de Norbert se separó de su cuerpo moribundo, se elevó por
encima del campo de batalla observando la escena desde esa perspectiva.
Tras la muerte del soldado, a quien reconoció como él mismo en una previa
encarnación, su consciencia regresó al momento presente y reconectó con su
cuerpo que por primera vez no sentía el más mínimo dolor después de años
de agonía. El alivio del dolor tras estas experiencias se hizo permanente. Han
pasado ya más de veinte años desde esta memorable sesión y los síntomas
todavía no se han repetido.
118
de encontrarse en una mazmorra medieval, o en una sala de tortura de la inquisi
ción, o en un campo de concentración puede unirse a la sensación sin salida carac
terística de la segunda matriz MPB II, y así sucesivamente. Los patrones kármicos
pueden enmascarar y formar sucesos traumáticos en la biografía postnatal.
Tras esta introducción general, mostraré ahora cómo la comprensión psico
lógica de los tipos de psicopatologías más importantes pueden verse desde otro
prisma, si tenemos en cuenta las observaciones en torno a los estados holotrópi-
cos de consciencia.
El siguiente análisis se centrará fundamentalmente en el papel de los factores
psicológicos en la formación de síntomas. Esto no incluye los trastornos que
poseen una base de naturaleza claramente orgánica y pertenecen al ámbito de la
medicina.
Ansiedad y fobias
120
La nosofobia, o miedo patológico a tener o contraer una enfermedad, está
estrechamente relacionada con la tanatofobia y la hipocondría caracterizada
por la convicción errónea de padecer una enfermedad grave. Los pacientes que
sufren este trastorno suelen presentar una variedad de extrañas sensaciones físi
cas que no pueden explicar e interpretan como patologías somáticas. Entre los
síntomas más habituales podemos citar dolores, molestias y calambres en dis
tintas partes del cuerpo, náuseas, sensaciones energéticas inhabituales, entre
otros fenómenos extraños. También pueden presentar signos de disfunción en
distintos órganos, dificultades respiratorias, dispepsia, náuseas y vómitos, estre
ñimiento y diarrea, temblores musculares, malestar general, debilitamiento y
cansancio.
Por lo general, los exámenes médicos no logran detectar ningún trastorno
orgánico que explique estas quejas subjetivas. La razón para ello es que las sen
saciones y las molestias no guardan relación con ningún proceso fisiológico,
sino con recuerdos de traumas físicos pasados. Los pacientes con este tipo de
problemas a menudo exigen muchas pruebas de laboratorio y exámenes clíni
cos y pueden convertirse en pacientes muy difíciles para los médicos y los hospi
tales. Muchos de ellos terminan bajo la supervisión de psiquiatras con los que
no reciben la aceptación y la compasión que se merecen. Las quejas físicas que
no pueden justificarse según los criterios médicos a menudo son interpretadas
como fruto de la imaginación de los pacientes. Aunque eso no es correcto, por
que las quejas de estos pacientes son reales. Los problemas no reflejan ninguna
condición médica, pero se deben a recuerdos de situaciones fisiológicas muy
complejas del pasado. Su origen puede proceder de enfermedades, operaciones,
lesiones pasadas y, especialmente, del trauma del nacimiento.
Podemos distinguir tres variedades de nosofobia: la cancerofobia o miedo
patológico a desarrollar un cáncer, la basilofobia o miedo a los microorganis
mos y a las infecciones, y la misofobia o miedo a la suciedad y la contamina
ción. Todos estos problemas tienen profundas raíces perinatales aunque su for
mas concretas vienen determinadas por factores biográficos. En el caso de la
cancerofobia, el elemento importante consiste en el parecido entre el cáncer y el
embarazo. Los manuales psicoanalíticos a menudo mencionan que el crecimien-
to de tumores malignos responde a una identificación inconsciente con el de
sarrollo embrionario. Esta similitud supera este paralelismo simplista y obvio
que puede ser corroborado con datos anatómicos, fisiológicos y bioquímicos.
Las células cancerígenas se parecen, en muchos de sus aspectos, a las células in
diferenciadas de las fases tempranas del desarrollo embrionario.
En el caso de la bacilofobia y la misofobia, el miedo patológico se centra
principalmente en torno al material biológico, los olores corporales y la falta de
higiene. Los determinantes biográficos de estos trastornos suelen conllevar re
cuerdos relacionados con el aprendizaje para ir al baño, aunque sus raíces son
aún más profundas y se remontan al aspecto escatológico del proceso perinatal.
Para comprender estas fobias es preciso tener en cuenta la conexión existente
entre la muerte, la agresión, la excitación sexual y las distintas formas de mate
rial biológico pertenecientes a la tercera matriz (MPB III).
Los pacientes que padecen estos trastornos no sólo temen ser contaminados
ellos mismos biológicamente, sino que tienen miedo de contagiar a los demás.
Su temor hacia los componentes biológicos está en estrecha relación con una
agresividad orientada, interna y externamente, lo cual guarda relación con las
fases finales del nacimiento.
En un nivel más superficial, el miedo a la infección y al crecimiento bacterio
lógico también guarda una relación inconsciente con el esperma y la concep
ción, y por lo tanto, una vez más, también con el embarazo y el parto. Los siste
mas COEX que están más relacionados con estos trastornos presentan
importantes recuerdos de la fase sadico-anal del desarrollo libidinal y proble
mas en torno al aprendizaje para ir al baño y la higiene. Además, es frecuente el
material biográfico que contiene recuerdos que consideran el sexo y el embara
zo como algo sucio y peligroso. Lo mismo que en el caso de los trastornos emo
cionales, estas fobias presentan con frecuencia componentes transpersonales.
Profundos enredos y una identificación con los contaminantes biológicos
son, en muchas ocasiones, las bases de la baja autoestima que conlleva una au-
todegradación y un sentido de repulsión hacia uno mismo, de ahí la expresión
coloquial “una autoestima de mierda”. Esto suele asociarse con comportamien
tos que tratan de mejorar el exterior de uno, como en el caso de las neurosis
122
compulsivas. Por ejemplo rituales que, en un nivel más profundo, suponen un
esfuerzo para evitar o neutralizar la contaminación biológica. El ritual más ob
vio consiste en lavarse las manos u otras partes del cuerpo de forma compulsi
va. Este comportamiento es a veces tan excesivo que puede llegar lesionar e in
cluso producir sangre en la piel.
Una mujer con recuerdos perinatales puede padecer una fobia al embarazo y
al parto. Cuando recuerdan la agonía del parto, ciertas mujeres tienen dificulta
des en aceptar su feminidad y su fecundidad, porque la maternidad implica para
ellas dolor y sufrimiento. La idea de quedarse embarazadas y tener que enfren
tarse a la prueba del parto puede, bajo tales circunstancias, asociarse a un terror
paralizador.
La fobia a la maternidad, una condición emocional tormentosa que por lo
general comienza poco después del nacimiento del bebé, no es puramente una
fobia sino que conlleva elementos compulsivos. Es una combinación de impul
sos violentos hacia el bebé y el miedo a herirle. Esto va además asociado a una
protección excesiva y una preocupación irracional de que algo malo le va a su
ceder al bebé. Independientemente de los elementos biográficos subyacentes, el
origen más remoto puede seguirse, en el análisis final, al regresar al momento
del nacimiento del bebé. Esto refleja que los aspectos pasivos y activos del parto
se encuentran en íntima relación con el inconsciente.
Los estados de unión simbiótica entre la madre y el niño representan estados
de unidad vivencial. Las mujeres que reviven su propio nacimiento suelen tener
la experiencia simultanea o alterna de estar dando a luz. De un modo similar, la
experiencia y el recuerdo de ser un feto en el vientre materno suele ir unido a la
experiencia de embarazo o de amamantamiento. Los profundos orígenes de esta
fobia tienen una relación directa con la primera fase del parto (MPB II) cuando
la madre y el niño están en una fase de antagonismo biológico, ya que ambos
están infligiendo dolor e intercambiando enormes cantidades de energía des
tructiva.
En esta situación la experiencia tiende a activar en la madre el recuerdo de
su propio nacimiento, la descarga del potencial asociado con ello y la dirección
de ésta hacia el niño. El hecho de que el parto facilite el acceso vivencial a las di
mímicas perinatales supone una importante oportunidad terapéutica, Este es un
buen momento para que las mujeres que hayan dado a luz recientem ente pue
dan realizar un trabajo psicológico profundo y poco usual.
l a parte negativa, la activación del inconsciente perinatal de la madre puede
además desembocar en depresiones posparto, neurosis, o incluso psicosis que la
psicopatología posparto suele atribuir a cam bios horm onales. Esto no tiene m u
cho sentido, si consideramos que la respuesta de las mujeres abarca desde el é x
tasis hasta la psicosis y los cam bios horm onales tienden a darse de la misma m a
nera. Mi experiencia me permite observar que los recuerdos perinatales juegan
un papel decisivo en las fobias al em barazo y a la m aternid ad , así co m o en la
psicopatología posparto. El trabajo vivencia! dirigido al traum a del nacim iento
y al periodo postnatal parece ser un posible m étodo para estos trastornos.
L a fo b ia a viajar en tren o en m e tro se basa, entre otras cosas, en d eterm ina
das sem ejanzas con la experiencia del nacim iento y el hecho de v ia ja r en estos
medios de transporte. Los denominadores com unes más relevantes, en estas dos
situaciones, son la sensación de estar atrap ad o y la e x p e rien cia de fu erzas y
energías en movimiento, así com o la falta de control sobre ellas. O tro s elem en
tos adicionales pueden ser el pasar por túneles y por d eb ajo de la tierra y tener
que enfrentarnos a la oscuridad. En los viejos tiem pos de las m áq u in as de v a
por, los elementos del fuego, la presión y el pitido de las sirenas p ro p orcion ab an
una sensación de emergencia que de alguna m anera podían exp licar estos fa c to
res. Debido a su intensidad, y también porque actúan com o conectores entre las
distintas capas postnatales de los sistem as C O E X su b y acen tes, es p reciso que
los recuerdos perinatales estén muy cerca de la consciencia para que estas situ a
ciones despierten la fobia.
Una fobia que está estrecham ente relacionad a con esta últim a es la f o b i a a
v ia ja r en a v ió n . Se parece a la an terior porque la sen sación de esta r a tra p a d o
también supone una gran m olestia. Una vez m ás, son decisivos el m iedo a esta
poderosa energía junto con la falta de poder sobre ella. La falta de co n tro l pare
ce ser un elemento muy im portante de las fobias que tienen una relación directa
con el movimiento. Podemos ilustrar esto con la fobia a viajar en coch e, puesto
que es un medio en el que podemos desempeñar fácilm ente el papel del cond u c-
124
tor y del pasajero. Esta fobia se manifiesta generalmente cuando conducimos
pasivamente y no cuando estamos en el asiento del conductor en donde si tene
mos la libertad de cambiar o detener la moción.
También es interesante mencionar que por lo general existe una conexión
entre los mareos que se dan al viajar por mar, tierra o aire, y las dinámicas peri-
natales. Estos suelen desaparecer cuando la persona ha completado el proceso
de muerte y renacimiento. Para ello es preciso rendirse al ritmo de los aconteci
mientos, en vez de querer controlarlos. Las dificultades tienden a presentarse
cuando la persona necesita estar al control de los distintos procesos de una si
tuación que ya sigue su curso natural. La necesidad excesiva de controlar es ca
racterística de los individuos que fueron sometidos a una fuerte influencia de la
tercera matriz MPB III y a sus CO EX correspondientes, mientras que la capaci
dad para entregarse al curso natural de los acontecimientos muestra una fuerte
conexión con los aspectos positivos de la primera y la cuarta matriz (MPB III y
MPB IV).
La a c r o fo b ia , o miedo a las alturas no es una fobia en sentido estricto. Suele
ir acompañada del impulso a saltar o tirar a alguien desde un lugar elevado,
como pueda ser un acantilado, una ventana, una torre o un puente. La sensación
de caída y el temor simultáneo a la destrucción constituye una manifestación tí
pica de las últimas fases de la tercera matriz perinatal MPB III. El origen de esta
asociación no es muy clara, aunque es posible que conlleve un componente filo-
genético. Determinados animales paren de pie y mujeres de ciertas culturas dan a
luz colgándose de los árboles o en cuclillas. Otra posibilidad es que este vínculo
refleje nuestro primer encuentro con el fenómeno de la gravedad, incluida la po
sibilidad de que nos dejen caer y que quizás recordamos estos hechos.
De todas formas, es muy común que la gente que en estados holotrópicos
está bajo la influencia de esta matriz tenga experiencias en las que se precipitan
o realizan saltos acrobáticos, en los que caen desde muy alto. También es típico
un interés compulsivo hacia deportes o actividades que conllevan caídas (puen-
ting, salto en paracaídas, vuelo acrobático) o reflejen la necesidad de exteriori
zar sentimientos que implican verse inmerso en situaciones peligrosas, pero que
permiten cierto grado de control (saltar de un puente atado de una cuerda, pa-
1?!>
c > o
126
VJ!
126
racaidismo o salto en el agua). Los sistemas CO EX responsables de la manifes
tación de esta fase particular del trauma del nacimiento incluyen recuerdos de
la niñez en los que nos tiraban por los aires al jugar con nosotros, así como ac
cidentes de caídas
Debido a la naturaleza enigmática de la relación entre la fobia a las alturas,
la experiencia de caída, y las fases finales del nacimiento, ilustraré excepcional
mente esta particular fobia con un ejemplo específico. En él conoceremos a
Ralph, un muchacho alemán emigrante en Canadá, que atendió un taller nues
tro de respiración holotrópica en Columbia. Otros casos referentes a diversos
tipos de fobias aparecen en otras de mis publicaciones.
131
ckl.i por la propia caula. Una capa más profunda de este mismo (,()KX fue
que Ralph revivió las ultimas fases de su nacimiento con todas las emocio
nes v sensaciones tísicas que esto conlleva. Id proceso prosiguió con lo que él
considero una experiencia de vida pasada.
Se convirtió en un adolescente rodeado de amigos en una cultura indíge
na y en plena celebración de un rito de paso. Uno tras otro, tenían que tre
par a la cima de una torre hecha con pértigas de madera y unidas con lianas
vegetales y flexibles. Una vez arriba, ataban a sus tobillos el extremo de una
larga liana, mientras que el otro extremo iba amarrado a la cima de la torre.
K1 rito consistía en saltar desde la torre con la liana más larga, sin matarse.
Ksto marcaba el estatus y era motivo de gran orgullo.
Cuando experimentó las sensaciones asociadas con el salto del rito de
paso, pudo averiguar que eran muy parecidas a las que sintió cuando saltó
en la piscina del campo olímpico y durante las últimas fases de su nacimien
to. Estas tres situaciones eran claramente una parte integral del mismo
COEX.
La zoofobia, el temor a los animales, puede darse tanto hacia animales gran
des y feroces como hacia criaturas diminutas e inofensivas. N o guarda relación
alguna con el peligro en sí que el animal pueda representar para el ser humano.
En el análisis clásico, el animal temido era considerado como la representación
simbólica del padre castratador o la mala madre, y siempre implicaba una con
notación sexual. El trabajo con los estados holotrópicos muestra que esta inter
pretación de las zoofobias es inadecuada y que estos trastornos tienen impor
tantes raíces perinatales.
Cuando la fobia se da en relación a un gran animal, el elemento más impor
tante parece ser el temor a ser engullido y asimilado (lobo) o al embarazo y al
amamantamiento (vaca). Hemos mencionado previamente que el simbolismo
arquetípico del inicio de la segunda matriz MPB II coincide con la experiencia
de ser tragado y asimilado. Este miedo perinatal puede ser proyectado hacia
grandes animales, especialmente depredadores.
Por otra parte, determinados animales presentan de por sí una asociación
132
simbólica con el nacimiento. Así, las imágenes de tarántulas gigantes aparecen
con frecuencia en las fases iniciales de la segunda matriz MPB II y representan
la parte femenina que devora. Quizás se deba a que las arañas capturan a los in
sectos voladores en sus redes, los inmovilizan, los envuelven y los matan. No es
muy difícil observar una similitud entre esta secuencia de acontecimientos y las
experiencias de los bebés durante el parto biológico. Esta conexión parece fun
damental en el desarrollo de la aracnofobia.
O tra m anifestación de zoofobia, con un importante componente perinatal,
es la fobia a las serpientes. Las imágenes de serpientes que, en un nivel más su
perficial, tienen una connotación fálica, constituyen símbolos que representan
la agonía del nacimiento y lo femenino que devora y destruye. Las víboras vene
nosas tienden a representar la am enaza inminente de la muerte, mientras que
las boas sim bolizan el estrangulam iento y la constricción durante el parto. El
hecho de que las boas engullan a sus presas y parezcan estar em barazadas re
fuerza aún más esta connotación perinatal.
Pero este sim bolism o serpentino se extiende al nivel transpersonal, donde
puede tener significados culturales muy distintos (la serpiente del jardín del
Edén, la kundalini, la serpiente M uchalinda p rotectora de Buda, Vishnu
A nanta, la serpiente emplumada Q uetzalcóatl, la serpiente arco iris de los abo
rígenes australianos, y muchas otras.)
Las fobias a los insectos pequeños pueden remontarse a las dinámicas de las
m atrices perinatales. Las abejas parecen estar relacionadas con la reproducción
y el em b arazo debido a la transferencia del polen y la fertilización de las plan
tas, y a su capacidad de provocar hinchazón con sus picaduras. Las moscas, por
su aso ciació n con los excrem en to s y por ser fuente de infección, se asocian a
m enudo con el aspecto escatológico del nacimiento. Ya he mencionado previa
m ente que esto guarda una estrecha relación con las fobias a la suciedad, los
m icroorganism os y el lavado de manos compulsivo.
La coronofobia , o miedo p atológico a las torm entas, responde a una dina-
mica psicológica de transición entre la tercera y la cuarta matriz perinatal MPB
III y M PB IV. El relám pago representa una conexión energética entre el cielo y
la tierra, y la electricidad es una expresión física de la energía divina. Por ello,
La suposición de trend de que las imágenes de serpientes siempre simb
pene constituyen una simplificación extrema. Las serpientes tienen también una
gran conexión con el proceso perinatal, tal com o indican estas do
una sesión terapéutica con J.SD. La primera muestra contracciones uterinas que
se experimentan com o un ataque de una serpiente del tipo b oa constrictor. Las
134
serpientes pitón engullen su presa sin desmembrarla, lo que hace que parezcan
estar preñadas. También enroscan sus cuerpos alrededor de sus víctimas y las
aplastan. F.n la otra imagen vemos el interior del útero experimentado como la
fosa de una peligrosa serpiente. Las víboras simbolizan la inminencia de la
muerte y, debido a que mudan su piel, también del renacimiento.
135
una tormenta divinen simboliza d contacto con la luz divina que ocurre en el
momento álgido dd proceso de muerte y renacimiento. Durante mi trab ajo en
Praga, pude observar como algunos pacientes revivieron conscientem ente du
rante sus sesiones psiquedclicas los electrochoques que se les administró previa
mente en su vida. Estas experiencias aparecían en el momento en que su proce
so de transformación psicoespiritual alcanzaba la muerte del ego. La persona
mas famosa que padeció coronofobia fue Ludwig van Beethoven que logró en
frentarse a su fobia cuando integró magistralmente la representación musical de
una tormenta en su Sinfonía Pastoral.
La p ir o fo b ia , el miedo patológico al fuego, también tiene profundas raíces
psicológicas en el paso de la tercera matriz hacia la cuarta, M PB III y M PB IV.
Al presentar la fenomenología de las matrices perinatales, vimos com o las per
sonas que se acercan a la muerte del ego suelen tener visiones de fuego. Es fre
cuente que experimenten que su cuerpo se está quemando y que están pasando
por unas llamas purificadoras. Los temas del fuego y el purgatorio constituyen
un factor importante de la fase final de la tran sform ación psicoesp iritu al.
Cuando este aspecto de la dinámica inconsciente llega al umbral de la conscien
cia, entonces el vínculo entre la experiencia del fuego y la cercana m uerte del
ego da paso a la pirofobia.
No obstante, el resultado puede ser totalm ente contrario cuando las perso
nas son capaces de intuir el desenlace final positivo de este proceso, es decir, el
renacimiento espiritual. En estos casos presienten que si son capaces de sentir la
fuerza destructora del fuego va a sucederles algo fantástico. Esta sensación pue
de, en ocasiones, ser tan fuerte que determinadas personas sienten la urgencia
de encender un fuego. El resultado final suele ser bastante decepcionante y el
convencimiento de que el fuego es una fuerza liberadora convierte a menudo a
estas personas en pirómanas.
La h id r o fo b ia , o miedo patológico al agua, posee al igual que las demás fo-
bias un fuerte componente perinatal. Esto refleja que el agua desempeña un pa
pel importante en el nacim iento de los niños. Si el em barazo y el parto p ro si
guen normalmente, la conexión con el agua será muy positiva. En este caso, el
agua representa el sentido placentero de la existencia am niótica o del periodo
136
postnatal; cuando el baño indica que el peligro ya pasó. Por otra parte, el agua
puede suponer una carga negativa en el caso de crisis prenatales, inhalación del
fluido amniótico durante el parto o de accidentes acaecidos durante algún baño
de bebé. Los sistemas CO EX latentes en la hidrofobia tienen por lo general ele
mentos biográficos (experiencias traumáticas con el agua durante la infancia) y
transpersonales (naufragios, inundaciones o ahogos en encarnaciones pasadas).
La histeria de conversión
Esta neurosis era mucho más común en tiempos de Freud que hoy en día y
desempeñó un papel muy importante en la historia y el desarrollo del psicoaná
lisis. Numerosos de pacientes de Freud y de sus seguidores pertenecían a esta
categoría. La histeria de conversión presenta una sintomatología muy variada y
está relacionada, de acuerdo con el esquema psicoanalítico y psicogénico, con el
grupo de las fobias, o la ansiedad histérica.
Esto significa que la mayor fijación de este trastorno corresponde a la fase
fálica del desarrollo libidinoso y que el trauma subyacente ocurrió cuando el
niño, o la niña, estaba bajo la fuerte influencia del complejo de Edipo o Electra.
De entre los distintos mecanismos de defensa implicados en la psicogénesis de la
histeria de conversión, el más característico es el de conversión que da el nom
bre a esta forma de histeria. Este término se refiere a la transformación simbóli
ca de los conflictos inconscientes y los impulsos instintivos en síntomas físicos.
Ejemplos de dolencia histérica en las funciones motoras serían parálisis de
b ra z o s y p iern a s, p érd id a d e la p a la b ra (a fo n ía ) y v ó m ito s. La conversión cen
trada en los órganos sensoriales puede provocar una ceguera tem poral, sordera,
o an estesia psicog én ica. La histeria de conversión puede producir también una
combinación de síntomas que simulan un embarazo de forma convincente. Este
fa ls o e m b a ra z o o p seu d ok y esis conlleva aminorrea y un claro aumento del vo
lumen de la cavidad abdominal, originado en parte por la retención de gases en
el intestino. Estigmas religiosos, simulando las heridas de Cristo, también se
han interpretado como histerias de conversión.
Kl/
Freud sugirió 1)110, 011 las historias do convorsión, los pensamientos sexuales
reprimidos v los impulsos so manifiestan a través de cambios en las funciones fí
sicas y el órgano afectado so “scxuali/.a” porque se convierte en un sustituto
simbólico do los genitales. Por ejemplo, la hinchazón de varios órganos puede
simbolizar la erección, o sensaciones anormales en estos órganos puede imitar
sensaciones genitales. Kn determinados casos, la em ergencia del recuerdo de
una situación traumática en la memoria puede sustituirse por sensaciones físi
cas que la persona vivió en aquel momento.
1.a manifestación histérica más compleja y distintiva es una forma específica
de ataque psicosomático, conocido con el nombre de a ta q u e m a y o r d e histeria.
Es una condición en la que se dan sucesivamente llantos y risas, m ovimientos
teatrales eróticos, curvatura de la espalda (a re d e cercle). Según Freud, los ata
ques histéricos son expresiones, pantomimas de recuerdos y sucesos de la infan
cia olvidados así como de fantasías originadas en torno a estos sucesos.
Representan temas sexuales disfrazados y relacionados con los com plejos de
Edipo y Electra o variantes de éstos. Freud señaló que el com portam iento du
rante los ataques de histeria muestra claramente su naturaleza sexual. Comparó
la pérdida de conocimiento que se produce en el momento álgido del ataque con
la pérdida momentánea de conocimiento durante el orgasmo.
Las observaciones de los estados holotrópicos de consciencia muestran que
la histeria de conversión presenta raíces perinatales y transpersonales, además
de los determinantes biográficos. Por lo general, el material latente en la con
versión, y de forma particular los ataques histéricos, consiste en poderosos blo
queos bioenergéticos relacionados con las dinámicas de la tercera matriz peri-
natal básica MPB III. El comportamiento de aquellos que experimentan la fase
final de esta matriz perinatal, especialmente el giro de la cabeza y la extrema
curvatura del cuerpo hacia atrás, a menudo se asemejan a los ataques histéricos.
I.a naturaleza y el momento del material biográfico contenido en la psicogé
nesis de la histeria de conversión coinciden con la teoría de Freud. El trabajo vi-
vencial revela de forma típica traumas sexuales del periodo correspondiente a la
niñez, es decir, cuando el paciente alcanzó la fase fálica del desarrollo y estaba
bajo la influencia del complejo de Edipo o Electra. Los movimientos del ataque
138
histérico pueden representar, además de los elementos perinatales ya menciona
dos, alusiones simbólicas a aspectos específicos del trauma infantil subyacente.
El contenido sexual de los recuerdos traumáticos asociados a la histeria de
conversión explica porque forman parte de un sistema COEX que incluye tam
bién la faceta sexual de la tercera matriz MPB III. Si no tenemos en cuenta que
el recuerdo del nacimiento tiene un fuerte componente sexual, es muy fácil que
pasemos por alto la contribución perinatal en la génesis de la histeria de conver
sión y atribuir este trastorno exclusivamente a las influencias postnatales. En
este sentido, resulta muy interesante cómo el propio Freud observó y admitió
que los principales temas de los ataques histéricos a menudo no tenían tanto
que ver con la seducción sexual o el coito como con el embarazo y el parto.
La implicación de la tercera matriz MPB III en la génesis de la histeria de
conversión explica muchos de los aspectos comunes a este trastorno. Éstos han
sido citados en numerosas ocasiones, aunque la literatura psicoanalítica nunca
ha dado una explicación adecuada. Uno de los determinantes principales es que
el análisis de los síntomas histéricos no sólo revela su conexión con los impulsos
libidinosos y el orgasmo, sino también con la “erección” generalizada de todo
el cuerpo (orgasmo del nacimiento) e, implícitamente, del parto y del embarazo.
Esto también es cierto respecto a los extraños vínculos que existen entre la his
teria de conversión y la sexualidad, la agresión y la muerte.
La base de la dinámica psicológica de la histeria de conversión es bastante
parecida a la depresión agitada. Esto se hace evidente cuando contemplamos la
expresión plena de este trastorno. En general la depresión agitada constituye un
trastorno más grave que la histeria de conversión. Manifiesta de una forma más
pura el contenido y las dinámicas de la tercera matriz MPB III. La observación
de la expresión de la cara y el comportamiento del paciente con depresión agita
da no deja duda alguna de que estamos ante una situación grave. El alto índice
de suicidios, e incluso de suicidios con homicidio corroboran esta idea.
Una ataque histérico mayor muestra un parecido superficial con la depre
sión agitada. Sin embargo, la situación general es bastante menos grave y carece
de esa profunda desesperación. Muestra un estilo con características teatrales
bien definidas y tonos sexuales inconfundibles. En general, un ataque histérico
tiene muchas características propias tic la tercera m atriz M PB III: una excesiva
tensión, agitación psicom otnra, mezcla tic depresión y agresión, gritos fuertes,
com plicaciones en la respiración y el im presionante arqueo del cuerpo. Sin em
bargo, el modelo vivencial aparece aquí de una forma más tenue que en el caso
de la depresión agitada y se ve sustancialm ente m odificado y coloread o por los
acontecimientos traum áticos posteriores.
La conexión dinámica entre la histeria de conversión, la depresión agitada y
la MPB III se hace obvia en el transcurso del profundo tra b a jo en terapia viven
cial. Al principio, los estados holotrópicos tienden a recrear y am pliar los sín to
mas histéricos y el paciente descubre su origen en traum as sexuales de su in fan
cia. Por lo general, las siguientes sesiones se parecen más a la depresión agitada
y muestran, en gran cantidad de casos, los elem entos propios de la tercera m a
triz M PB III. Revivir el nacim iento y la posterior con exió n con la cu arta m atriz
M PB IV traen consigo un efecto calm ante, o incluso la d esaparición de los sín
tomas. Los orígenes más profundos de las histerias de conversión pueden a lca n
zar el nivel transpersonal y tom ar la form a de recuerdos k árm icos y m otivos ar-
quetípicos.
La parálisis histérica en los brazos y las piernas, la im posibilidad de m a n te
nerse en pie (ab asia), la pérdida de la palabra (a fo n ía ) y otros síntom as de c o n
versión tam bién tienen fuertes com ponentes perinatales. E stas co n d icio n es no
son causadas por la falta de impulsos m otores, sino por el co n flicto d inám ico de
los impulsos m otores antagónicos que se anulan m utuam ente. El origen de esta
situación está en lo d oloroso y estresante de la exp erien cia del n a cim ien to . El
organism o del bebé responde con una generación ca ó tica excesiva de im pulsos
de neuronas para las cuales no hay una descarga adecuada.
O tto R ank, sugirió una interpretación sim ilar de los síntom as de la histeria
de conversión en su libro pionero, E l tr a u m a d e l n a c im ie n to (1 9 2 9 ) . M ie n tra s
Freud consideraba las conversiones com o expresiones del c o n flicto p sicoló g ico
en forma de lenguaje corporal, R ank creyó que su base real era psicológica y re
presentaban un reflejo de la situación original que existió en el m om ento del n a
cim iento. El problem a para Freud consistía en saber cóm o un p roblem a fu nd a
mentalmente psicológico podía traducirse en un síntom a físico. R an k tuvo que
140
enfrentarse al problema opuesto — explicar cómo un fenómeno puramente so
mático podía adquirir, mediante una elaboración secundaria, un contenido psi
cológico y un sentido simbólico.
Algunas manifestaciones graves de histeria muy próximas a la psicosis,
como son el estu p or p sicog én ico, el ensueño diurno in con trolad o, y confundir
la fantasía con la realidad (pseudología fan tástica), parecen estar dinámicamen
te relacionadas con la primera matriz MPB I. Reflejan una profunda necesidad
de alcanzar de nuevo la condición de felicidad emocional característica de la
existencia intrauterina, sin complicaciones, y de unión simbiótica con la madre.
El componente de satisfacción emocional y física de estos estados pueden fácil
mente ser detectados como sustituto del buen útero o pecho. El contenido de las
ensoñaciones diurnas y de las fantasías se refiere a temas y elementos relaciona
dos con la niñez, la adolescencia y la vida adulta del individuo.
141
I.i imagen Ji' Dios con l.i masturbación o la defecación, o sienten la irresistible
tentación de reírse a carcajadas, decir obscenidades cuando se encuentran en la
iglesia o en contextos como un funeral, listo alterna después con la tendencia
desesperada a arrepentirse, expiar, y castigarse para enmendar sus transgresio
nes y sus pecados.
Tal y como pudimos ver anteriormente cuando tratamos la fenomenología
de las matrices perinatales, esta asociación de impulsos agresivos y sexuales,
combinada con los elementos numinosos divinos, es también propia de la terce
ra y cuarta matriz MPB III y IV. De forma similar, suele darse un fuerte conflicto
entre la lucha contra esa fuerza abrumadora y el deseo de rendirse a ella, tal y
como suele ocurrir en las últimas fases del proceso de muerte y renacimiento.
Kn estados holotrópicos, esta fuerza implacable puede vivirse de forma arquetí-
pica.
Podemos interpretarlo como un castigo estricto y cruel de dios comparable a
Yahvé en el Antiguo Testamento, o incluso como una deidad precolombina que
exige un sacrificio sangriento. La relación biológica de este dios castigador es el
confinamiento, el sufrimiento y la amenaza que experimentamos durante el na
cimiento. Esta prueba biológica impide cualquier expresión exterior de las ener
gías sexuales instintivas así como su naturaleza agresiva.
La fuerza restrictiva del canal del nacimiento representa la base biológica de
la parte del superego que Freud denominó “salvaje”. Es un elemento primitivo
y bárbaro de la psique que puede conducir al individuo a la automutilación o al
suicidio sangriento. Ereud vio la naturaleza de esta parte del superego como ins
tintiva y derivada del ello. Más adelante en nuestra vida, esta influencia restric
tiva y coercitiva toma formas mucho más sutiles de prohibiciones a través de la
autoridad paterna, las instituciones penales y los mandamientos religiosos. Sin
embargo, otro aspecto del superego, el “ego ideal” de Freud, refleja nuestra ten
dencia a identificarnos y a emular a las personas a quienes admiramos.
Una importante fuente perinatal de la neurosis obsesiva compulsiva es el en
cuentro desagradable y amenazador con distintas formas de material biológico
característico de las últimas fases del parto. Los sistemas C O EX asociados psi-
cogenéticamente con este trastorno conllevan experiencias traumáticas relacio-
142
nadas con la zona anal y el material biológico. Esto incluye el aprendizaje para
ir al baño, enemas dolorosos, violación anal, y enfermedades gastrointestinales.
O tra categoría importante relacionada con el material biográfico incluye re
cuerdos diversos que representan una amenaza en la organización genital. Es
por lo tanto bastante común que elementos transpersonales con temas similares
jueguen un papel importante en la génesis de esta compleja condición.
144
Todos estos síntomas son consistentes si entendemos este tipo de depresión
como manifestación de la segunda matriz perinatal MPB II. Los descubrimientos
bioquímicos corroboran este hecho. Las personas que sufren de depresión inhi
bida muestran de forma típica elevados grados de estrés según lo indica el au
mento de catecolaminas y hormonas esteroides en la orina y la sangre. Esta si
tuación bioquímica adquiere sentido si consideramos que la segunda matriz
corresponde a una situación interior altamente estresante y sin posibilidad de sa
lida o manifestación externa (“estar sentado por fuera y corriendo por dentro”).
La teoría del psicoanálisis vincula la depresión a problemas de carencia emo
cional al principio de la fase oral. Aunque esta conexión es obviamente correc
ta, no es responsable de aspectos importantes de la depresión como la sensación
de estar estancado, la sensación de desesperación y no tener salida, el bloqueo
bioenergético, así como las manifestaciones físicas, incluidos los datos bioquí
micos. El modelo actual presenta la explicación freudiana como esencialmente
correcta pero parcial. Mientras que los sistemas COEX asociados con la depre
sión inhibida incluyen elementos biográficos, que el psicoanálisis tiene en consi
deración, un enfoque más extenso y más completo debe incluir además las diná
micas de la segunda matriz MPB II.
La deprivación temprana y la frustración oral tienen mucho que ver con la
MPB II, y la incorporación de estas situaciones en el mismo sistema COEX re
fleja su profunda lógica vivencial. La segunda matriz supone la interrupción de
la conexión simbiótica entre el feto y el organismo materno, producida por las
contracciones uterinas y la consiguiente compresión de las arterias. La pérdida
de este contacto biológico y emocional esencial con la madre corta el suministro
de oxígeno, alimento y calor al feto. Otra de las consecuencias de las contrac
ciones uterinas es la acumulación temporal de productos tóxicos en el cuerpo
del feto y su exposición a una situación potencialmente peligrosa c incómoda.
Esto explica que los componentes típicos de los sistemas COEX, dinámica
mente relacionados con la depresión inhibida (y la MPB 11), impliquen la sepa
ración y ausencia de la madre durante la niñez y la infancia, así como los consi
guientes sentimientos de soledad, frío, hambre y miedo. En cierto sentido
representan la “nota más alta” de la carencia más aguda y perturbadora causa-
14!»
Pintura d e una sesión de respiración h o lo tró p ic a en la que el artista con ecta con
la fu en te d e su s o le d a d y d ep resió n y con el d o lo r e m o c io n a l d e la hu m an idad.
La escen a represen ta el red esp erta r d el fu eg o d e la creatividad, la v italidad y la
v id a , con la M uerte a b rien d o el u m b ral d e la liberación d el d o lo r y d e la sa n a -
ción. La serpien te en ro sca d a en los pies d e la m uerte representa la kundalini, la
energía fem en in a positiva (K atbleen Silver).
da por las contracciones uterinas del parto. Las capas más superficiales de los
sistemas C O E X más relevantes reflejan situaciones familiares que son opresivas
y penosas para el niño, que no tiene posibilidad de rebelarse o escapar.
Asimismo, son comunes los recuerdos en los que se desempeña el papel de oveja
146
negra, o situaciones en las que los jefes abusan de uno o se vive opresión políti
ca y social. Todas ellas refuerzan y perpetúan el papel de víctima en un contexto
sin salida característico de la segunda matriz M PBII.
Una categoría importante de sistemas CO EX dentro de las dinámicas de la
depresión incluye recuerdos de acontecimientos en los que el individuo desem
peñó el papel de víctima y su supervivencia e integridad física fueron amenaza
das. Esta reciente observación procede de la investigación de estados holotrópi-
cos y permite enfocar la depresión desde una nueva perspectiva. Los
psicoanalistas, así como los psiquiatras académicos con una orientación psico-
dinámica, centran su atención en la importancia que tienen los factores psicoló
gicos en el origen patológico de la depresión, sin tener en consideración los trau
mas psicológicos resultantes de los daños o heridas físicas.
Los efectos traumáticos de enfermedades graves, lesiones, operaciones o ac
cidentes han sido pasados por alto y menospreciados por los psiquiatras más
convencionales, lo cual no deja de ser sorprendente dada la habitual importan
cia concedida a los factores biológicos. Para los teóricos y los médicos que ven
la depresión como resultado de una fijación durante el periodo oral del desarro
llo libidinal, descubrir que los traumas físicos juegan un papel fundamental en
el desarrollo de este trastorno representa un serio desafío conceptual. No obs
tante, sí parece algo lógico en el contexto de este modelo que atribuye una im
portancia patogénica a los sistemas C O EX , los cuales incluyen la combinación
del trauma emocional y físico del nacimiento.
En contraste con la depresión inhibida, la fenomenología de la depresión agi
tada se asocia con las dinámicas de la tercera matriz, MPB III. Sus elementos bási
cos pueden verse en las sesiones vivenciales gobernadas por esta matriz y durante
los intervalos posteriores a éstas. Las energías contenidas durante el nacimiento
no están del todo bloqueadas, como ocurre en el caso de la depresión inhibida re
lacionada con la segunda matriz MPB II. Aquí las energías previamente atascadas
encuentran una salida y una descarga a través de tendencias destructivas y auto-
destructivas. Es importante señalar que la depresión agitada refleja una tensión
entre la energía bloqueada y la descarga. Una descarga completa de estas energías
supondría el final de esta condición y una consiguiente sanación.
14/
Rasgos característicos Je este tipo J e Jepresión son una presión alta, ansie
dad, alteración psicomotora, e insomnio, l as personas que sufren de depresión
agitada son muy activas. Tienden a tirarse al suelo, patalear y golpearse la cab e
za contra las paredes. Su dolor emocional a menudo encuentra salida en inten
sos llantos y gritos o arañándose la cara, tirándose del pelo o rasgándose la
ropa. Los síntomas físicos asociados con esta condición son tensiones muscula
res, temblores, dolorosas contracciones musculares y espasmos intestinales y
uterinos. También son frecuentes las jaquecas, las nauseas y ciertos problemas
respiratorios.
Los sistemas C O E X que prevalecen en esta matriz conllevan agresión, vio
lencia, distintas manifestaciones crueles, abuso sexual, violaciones, intervencio
nes médicas dolorosas y enfermedades relacionadas con la asfixia y problemas
respiratorios. A diferencia de los sistemas C O E X de la segunda matriz, las per
sonas no son víctimas pasivas sino que tratan de luchar, de defenderse, bien des
haciéndose de los obstáculos, bien huyendo. Los recuerdos de encuentros vio
lentos con parientes o hermanos, peleas con amigos, escenas de abusos sexuales
o violación, o episodios que transcurren en los campos de batalla militares sue
len ser típicos.
Según la propia opinión de numerosos analistas, la interpretación psicoana-
lítica de la manía es aún menos satisfactoria y convincente que la de la d epre
sión (Fenichel 1 9 4 5 ) . Sin embargo, la mayoría de los au tores p arece estar de
acuerdo en que la manía representa el modo de no enfrentarse a la depresión la
tente por lo que conlleva de por sí: la negación de una realidad interior d o lo ro
sa a expensas de un escape hacia el mundo exterior. En este sentido representa
una victoria del ego y del ello sobre el superego, un descenso drástico de las in
hibiciones, un aumento de la autoestima, y una abundancia de los impulsos sen
suales y agresivos.
A pesar de todo esto, la manía no suele dar la impresión de total libertad.
Las teorías psicológicas de los trastornos maniaco-depresivos subrayan la inten
sa ambivalencia de estos pacientes, así co m o los sentimientos de a m o r y odio
que interfieren con su habilidad a la hora de relacionarse co n los d em ás. Su
hambre por los objetos suele interpretarse com o una fuerte manifestación de fi-
148
jación oral, y la periodicidad de la m anía y de la depresión se consid eran una in
dicación de su relación con el ciclo de saciedad y ham bre.
M u ch o s de los rasgos de los ep isod ios m an iaco s son fáciles de com p ren d er
cu and o se ven en relación co n la d inám icas de las m atrices p erin atales. La m a
nía está genética y psicológicam ente vinculada a la tran sició n de la M P B III y la
M P B IV. Ind ica que la persona está parcialm en te en co n ta c to con la cu arta m a
triz p e rin a ta l b á sic a , au n qu e sigue e sta n d o b a jo la in flu e n cia de la te rc e ra .
D ebido a que la persona m aniaca regresa hasta el n acim ien to b io ló g ico , los im
pulsos son, por n atu raleza, progresivos y no regresivos. M á s que una represen
tació n de la fase o ra l, los im pulsos apu ntan al estad o que la persona está an h e
lando alcan zar pero que aún no ha lograd o co n scien tem en te. La re la ja ció n y la
s a tisfa c c ió n o ra l co n stitu y e n ra sg o s que sigu en el n a c im ie n to b io ló g ic o .
T ran q u ilid ad , d orm ir y co m er son los tres deseos b á sico s de la m an ía. E sto c o
rresponde a su vez con las necesidades natu rales que un org anism o experim enta
en las fases finales del n acim iento .
D urante determ inad as sesiones de p sicoterap ia vivencial, uno puede, en o c a
sio n es, o b se rv a r de fo rm a e sp o rá d ic a e p iso d io s m a n ia c o s in s t a tu n a s c e n d i
co m o fen óm en o resu ltan te de un n acim ien to in co m p le to . E sto s suelen suceder
cu and o las personas involucradas en el p ro ceso de tra n sfo rm a ció n han a lca n z a
do la fase final de la exp erien cia de m uerte y ren acim ien to y han podid o ex p e ri
m entar las sensaciones corresp o n d ien tes a la lib eración después de la agonía del
n a cim ie n to . A u nq u e suelen ser in c a p a c e s de e n fre n ta rs e al m a te ria l que aún
q ueda p o r reso lv er y que m an tien e una re la c ió n d ire cta co n la te rc e ra m a triz .
C o m o resu ltad o de e llo , los sen tim ie n to s p o sitiv o s que em ergen en esta s itu a
ció n suelen acen tu arse de fo rm a c a ric a tu re s c a . La n atu ra lez a y la fuerza de las
em ociones y el co m p o rta m ien to m an iaco m uestra claram en te que no se trata de
exp resiones de alegría y libertad sino de reaccio n es al m iedo y a la agresión.
Las personas cuyas sesiones de L SD term in an en un estad o de re n a cim ien to
in co m p le to m u estran c a ra c te rís tic a s de m a n ía . Su ritm o es h ip e ra c tiv o , tra ta n
de relacion arse con to d o el m undo y h ab lan sin cesar de sus log ros, su bienestar,
sus s e n tim ie n to s y del a c o n te c im ie n to m a ra v illo s o que les a c a b a de suced er.
T ienden a alab ar las m aravillas del tra ta m ie n to con LSD y visualizan planes me-
149
M.uucos v extravagantes en los que todas las personas puedan tener su misma
experiencia, l a ausencia de límites del superego desemboca en tendencias pro
miscuas, seducción y un habla obscena. Kl ansia de estímulo y contacto social
va asociado con un gran entusiasmo, amor propio, autoestima y cierta indul
gencia en distintas áreas de la vida.
l a necesidad de diversión y la búsqueda de acción características de los pa
cientes maniacos sirven a un doble propósito. Por una parte, proveen una salida
a los impulsos y las tensiones que son parte del material activo de la tercera ma
triz MPB III, mientras que por otra, el involucrarse en situaciones exteriores
turbulentas que se ajustan a la intensidad y la naturaleza del torbellino interior
contribuye a aminorar la insoportable “disonancia emocional y cognitiva” que
amenaza a las personas maniacas —el saber que sus experiencias interiores no
corresponden con las circunstancias exteriores. Esta discrepancia entre lo inte
rior y lo exterior implica, naturalmente, un elemento de locura.
Otto Fenichel (1945) señaló que numerosos aspectos importantes de la ma
nía presentan cierto vínculo con la psicología de los carnavales al ofrecer la
oportunidad de dar rienda suelta a los impulsos prohibidos en otro contexto.
Esto confirma a su vez la profunda conexión de la manía con el cambio dinámi
co que se produce entre la tercera y la cuarta matriz MPB III y MPB IV. En la
fase final del proceso de muerte y renacimiento, numerosas personas experi
mentan de forma espontánea visiones de escenas carnavalescas con mucho co
lorido. Lo mismo que en los carnavales paganos de Mardi Gras, estas experien
cias pueden incluir imágenes de calaveras, esqueletos y otros símbolos asociados
con la muerte o típicos de celebraciones exuberantes. En estados holotrópicos,
esto sucede durante la culminación de la tercera matriz MPB III, cuando senti
mos que podemos vencer, confrontar y sobrevivir a la muerte.
Cuando los individuos en este estado logran entender que pueden mirar ha
cia dentro, enfrentarse a la dificultad de las emociones aún sin resolver y com
pletar el proceso de nacimiento, entonces los elementos maniacos desaparecen
de su comportamiento. La experiencia de la cuarta matriz MPB IV en su forma
pura se caracteriza por una radiante alegría, una creciente fuerza vital, una ma
yor relajación, tranquilidad y serenidad. En este estado la gente suele sentir paz
150
interior y una total satisfacción. Su alegría y euforia dejan de ser grotescas cari
caturas y su comportamiento deja de tener esa exagerada cualidad característi
ca de dichos estados.
Los sistemas C O E X relacionados psicogeneticamente con la manía incluyen
recuerdos de situaciones en las que la autenticidad de la satisfacción fue vivida
bajo circunstancias de inseguridad e incertidumbre. Similarmente, las expectati
vas o las exigencias de una comportamiento extremadamente entusiasta, en si
tuaciones que no lo justifican, parecen responder al patrón maniaco. Además,
en el historial de los pacientes maniacos a menudo encontramos influencias con
trarias a la autoestima, actitudes alternas de idealización seguidas de críticas ex
cesivas y despreciativas hacia la figura de los padres, inflación psicológica y una
acumulación de expectativas poco realistas respecto de los demás. También he
podido observar en varios de mis pacientes europeos que la experiencia de total
restricción seguida de una completa libertad que caracteriza la costumbre de
poner pañales a los bebés guarda una relación psicogenetica con la manía.
Todas estas observaciones procedentes del trabajo vivencial parecen sugerir
que el nacim iento biológico, con su paso súbito de la agonía a la sensación de
alivio, representa una base natural que explicaría el patrón alternativo del tras
torno maniaco depresivo. Esto, no excluye en ningún momento la participación
de factores bioquímicos en el marco clínico. Por ejemplo, es totalmente posible
que se den sistemas C O E X positivos y negativos con sus elementos bioquímicos
propios, y que estos sean activados por ciertos cambios bioquímicos del propio
organism o. No obstante, aunque la investigación pueda demostrar que la de
presión y la manía tienen consistentes elementos bioquímicos, éstos, no podrían
explicar la complejidad de la naturaleza y las características psicológicas especí
ficas de tales trastornos emocionales.
Resultaría difícil imaginar una situación con una mayor carga química que
una sesión clínica de LSD. Sin em bargo, nuestro conocim iento exacto de la
composición química y su dosis no bastan para explicar el contenido psicológi
co de la experiencia. Dependiendo de las circunstancias, el sujeto puede tener
una experiencia extática, depresiva, maniaca o paranoica. De forma similar, la
m anifestación natural de estados depresivos o maniacos no puede explicarse
1b1
simplemente con una ecuación química. Seguimos preguntándonos si los facto
res biológicos causan este trastorno o si sólo son elementos sintom áticos. Por
ejemplo, es fácil imaginar que los cambios químicos y fisiológicos de los trastor
nos maniaco depresivos son en realidad una repetición de las condiciones del
organismo del niño que está naciendo.
l a nueva forma de entender la depresión, que incluye las dinám icas de las
matrices perinatales básicas, ofrece comprensiones profundas y fascinantes res
pecto a la psicología del su icid io, un fenómeno que en el pasado representaba un
serio desafío teórico para las interpretaciones con una orientación psicoanalítica.
Cualquier teoría que trata de explicar la fenomenología en torno al suicidio se ve
confrontada a dos preguntas. La primera es por qué un determinado individuo
desea suicidarse, acto que, obviamente, viola el instinto de conservación, esa po
derosa fuerza que lleva a la evolución de la vida en la naturaleza. La segunda pre
gunta, igualmente misteriosa concierne la elección de cóm o llevar a cabo el suici
dio, con qué medios. Parece existir una estrecha relación entre el estado anímico
de la persona deprimida y el tipo de suicidio que planea o considera.
El impulso suicida no constituye simplemente un impulso que termina con la
vida de uno sino que incluye también el modo cóm o se lleva a cabo. Puede pare
cer natural que una persona que tome una sobredosis de tranquilizantes o bar-
bitúricos no saltaría desde un precipicio o se tiraría bajo un tren. Sin em bargo,
la elección también funciona en sentido contrario: una persona que elige un sui
cidio sangriento no usaría barbitúricos, aunque estos estuvieran fácilm ente a su
alcance. El material procedente de la investigación psiquedélica y otras form as
de trabajo vivencial con estados holotrópicos han esclarecido los profundos m o
tivos que llevan al suicidio y la intrigante pregunta respecto al m étodo elegido.
Los pensamientos y las tendencias suicidas pueden observarse o c a sio n a l
mente en cualquiera de las fases del trabajo con estados holotrópicos. De cu al
quier manera, éstos pueden manifestarse con particular frecuencia y urgencia
cuando las personas están haciendo frente al material inconsciente negativo re
lativo a las matrices perinatales. Las observaciones de las sesiones psiquedélicas
y holotrópicas, así com o de los episodios de em ergencias espirituales, revelan
que las tendencias suicidas caen dentro de dos categorías distintas, que guardan
152
relació n con el proceso perinatal. H em os visto que la experiencia de la depre
sión inhibida tiene una relación dinám ica con la segunda matriz M PB II y que la
d ep resión a g ita d a , en c a m b io , deriva de la tercera M PB III. V arias form as de
fa n ta sía s, tend encias y accion es suicidas pueden com prenderse com o intentos
in co n scien tes cu yo fin es escap ar a estos estados psicológicam ente insoporta
bles. Para ello se pueden usar dos cam inos diferentes. Cada uno de ellos refleja
un aspecto específico de la tem prana historia biológica del individuo.
La prim era form a de suicidio es e l su ic id io n o v io len to . Se basa en el recuer
do inconsciente de la experiencia intrauterina previa a la situación sin salida ca
ra cte rística de la segunda m atriz M P B II. Los individuos que sufren de depre
sió n in h ib id a tra ta n de escap ar a la in so p o rtab le experien cia de la segunda
m atriz p e rin atal b ásica eligiend o un estad o que les hace regresar al estado de
unidad indiferenciada típica de la primera matriz M PB I. El nivel de inconscien
cia in v o lu crad o en este proceso no suele ser accesible, a no ser que la persona
tenga la op ortu nid ad de llevar a ca b o una profunda exploración vivencial per
so n al. Al no d isponer de la com prensión necesaria, la persona tiende a buscar
situ a cio n e s y m ed ios que guard an p arecid o con los elem entos de la situación
previa al nacim iento.
La intención inconsciente básica que yace bajo estas tendencias y com porta
m ien tos suicidas responde a un intento de reducir y term inar con la intensidad
del estím u lo tan d o lo ro so a sociad o con la segunda m atriz M PB II. El objetivo
final es alcan zar el estado indiferenciado de “consciencia oceán ica” típico de la
existen cia em brio n aria. Form as más leves de estas ideas suicidas se manifiestan
en el deseo de no existir, ab an d o n arse a un sueño muy profundo, olvidarse de
to d o y no tener que despertarse nunca más. Planes e intentos concretos de suici
dio en el co n te x to de esta categoría conllevan el uso de altas dosis de barbitúri-
co s, ahogarse, y la inhalación de gas o m onóxid o de carbono.
En invierno, el im pulso inconsciente de regresar al vientre m aterno puede to
m ar la form a de cam in ar por la natu raleza, tum barse en el suelo y cubrirse con
una cap a de nieve. La fan tasía que se escond e detrás de tal situación es que la
in có m o d a sen sación del hielo p ro n to d esaparecerá para transform arse en una
sen sació n de b ien estar y calor, co m o cu an d o estam os en el vientre m aterno.
Suicidarse cortándose las venas en una bañera llena de agua tem plad a tam bién
pertenece a esta categoría. Esta form a de suicidio estaba de m oda en la antigua
roma. Así murieron hom bres ilustres com o Petronio y Séneca. Esta form a de sui
cidio puede parecer, a primera vista, distinta de las dem ás de esta categ o ría, dado
que conlleva sangre. Sin em bargo, el foco de atención se pone en la d isolución de
los límites y en fluir con el medio acuático más que en la violación del cuerpo.
La segunda categoría de suicidio es e l s u ic id io v io l e n t o . Sigue in co n scien te
mente el patrón ya vivido durante el n acim iento b io ló g ico . E stá en estrech a re
lación con la form a de depresión agitada y la tercera m atriz M P B III. P ara una
persona que se encuentra b a jo la influencia de esta m atriz, el regreso al e sta d o
oceánico del vientre m aterno no es una op ció n ya que ten d ría que p a sa r a n te
riorm ente por el infierno que supone la segunda m atriz. P sico ló g ica m en te, esto
sería aún peor que la tercera M P B III, puesto que supond ría sen sacion es de a b
soluta desesperación.
Sin em bargo, la salida psicológica posible estrib a en el recu erd o de que una
vez esta situ ación term in ó con una d escarg a e x p lo siv a y una lib e r a c ió n que
coincide con el m om ento del nacim iento b iológico. Para entender esta fo rm a de
suicidio es im portante tener en cuenta que durante el n acim ien to b io ló g ic o , n a
cim os an ató m icam en te pero no llegam os a in teg ra r e m o c io n a lm e n te y fís ic a
mente este acontecim iento tan abrum ador. El individuo que co n sid era un su ici
dio violento está inconscientem ente record and o su n a cim ien to b io ló g ic o c o m o
form ula para lid iar con “ un segundo n a c im ie n to ” , es d ecir la e m e rg e n c ia de
em ociones y sensaciones físicas que no fueron asim iladas a p artir de un p ro ceso
consciente.
Lo mismo que en el caso del suicidio no violento, las personas que siguen este
proceso no suelen tener acceso al nivel perinatal inconsciente. Les falta p or c o n
siguiente saber que podrían com pletar este proceso in tern am en te, revivien d o el
recuerdo de su nacim iento y conectando vivencialm ente con la situ ación p o stn a
tal. Al desconocer esta op ción , exteriorizan el p ro ceso y tien d en a in v o lu cra rse
en situaciones del m undo exterior que presentan los m ism os elem en tos y tien en
com ponentes vivenciales sim ilares. La estrategia básica del su icid io v io le n to si
gue el m odelo vivido durante el nacim iento — una in ten sificació n de la ten sió n y
154
el sufrimiento emocional hasta llegar al punto crítico de tener que alcanzar una
resolución explosiva en medio de distintas formas de material biológico.
Esta descripción se aplica igualmente al nacimiento biológico y al suicidio
violento. Ambos conllevan un final abrupto de excesivas emociones y tensiones
físicas, una descarga instantánea de energías altamente autodestructivas, daño
del tejido corporal y la presencia de material biológico, como heces, sangre y
entrañas. La superposición de fotografías de bebés recién nacidos y de víctimas
de suicidios violentos muestran claramente el profundo paralelismo entre estas
dos situaciones. Es fácil que el inconsciente confunda una situación con otra. La
conexión entre el trauma del nacimiento y la forma de suicidio elegida ha sido
confirmada por las investigaciones clínicas realizadas al respecto (Jacobson et
a l 1987).
Las fantasías y los actos suicidas que pertenecen a esta categoría incluyen ti
rarse bajo las ruedas de un tren, en las turbinas de una planta eléctrica, o acci
dentes de coche. Otros ejemplos representativos serían cortarse la garganta, sal
tarse los sesos, apuñalarse o saltar por la ventana, una torre o un precipicio.
Ahorcarse parece pertenecer a la fase de la tercera matriz MPB III, caracterizada
por el estrangulamiento, la asfixia y una fuerte excitación sexual. La categoría
del suicidio violento también incluye muertes típicas dependiendo de la cultura,
por ejemplo hacerse el harakiri, los kamikaze o las matanzas indiscriminadas.
Estas últimas se consideran a veces formas de suicidio exóticas, ya que tan
sólo se dan en culturas orientales. En las pasadas décadas han aumentado en
Estados Unidos y en otros países occidentales los casos de matanzas en serie en
las que el agresor también termina con su vida. Un aspecto perturbador de tales
episodios ha sido su creciente incidencia entre adolescentes e incluso niños en
los colegios. El com portam iento tipo kamikaze se ha observado en repetidas
ocasiones como forma de sabotaje en los países árabes de oriente medio.
El trabajo con estados holotrópicos también ha proporcionado fascinantes
clarificaciones respecto a la forma de suicidio elegida. Antes no se comprendía.
Un suicidio no violento refleja una tendencia general a querer reducir la intensi
dad del dolor emocional así como el estímulo físico. Los medios elegidos para
este tipo de suicidio parecen estar determinados por los elementos biográficos y
Ib!)
transpersona les. IJn suicidio violento presenta m ecanism os de una naturaleza
totalmente diferente, lina vez más, he observado en repetidas ocasiones a p er
sonas que contemplaban una determinada clase de suicidio y que ya estaban sin
embargo viviendo a diario las sensaciones físicas y las emociones que con lleva
ría tal suicidio si lo llevaran a cabo. Kl trabajo vivencial acostum bra a intensifi
car estas emociones y sensaciones, llevándolas a un plano m u ch o más c e r c a n o
con el fin de ponerlas de relieve.
Aún así, las personas cuyas fantasías y tendencias au to d estru ctivas se c e n
tran principalmente en trenes y turbinas h id ro eléctric as, ya sufren y sienten
con intensidad opresión y desgarro. Las personas co n tend en cia a c o r t a r s e o
apuñalarse a menudo se quejan del dolor insoportable que padecen ju s tam en
te en aquellas partes del cuerpo que pretenden herir, o sienten el d o lo r ahí d u
rante las sesiones de psicoterapia vivencial. Lo mismo sucede co n la tendencia
a ah orcarse que co rresp on d e a las sensaciones de a h o g o que ya se d ie r o n , y
que son fácilmente reconocibles p or ser elem entos de la te rc e r a m a triz M P B
III. Si la intensificación de los síntomas o curriera en un c o n t e x t o te ra p é u tico ,
y con la asistencia ad ecu ad a, entonces las sen sacion es tan m o le s ta s p o d r í a n
quizás desaparecer obteniéndose así resultados t e ra p é u tico s. L as te n d e n c ia s
autodestructivas mencionadas pueden con sid erarse esfuerzos de sa n a c ió n in
conscientes y mal dirigidos.
El mecanismo del suicidio violento requiere un recuerdo relativamente claro
de la repentina transición de la lucha que se da en el ca n a l del n a c im ie n to al
mundo exterior con la explosiva liberación que eso conlleva. Si esta tran sición
fue oscurecida por una gran cantidad de anestesia, la persona queda p r o g r a m a
da, a nivel celular, para escap ar de las situaciones in c ó m o d a s o de estrés m e
diante drogas. Esto crearía una predisposición al alcoholismo y al abuso de d r o
gas en personas dominadas por la tercera matriz. Bajo circunstancias e x tre m a s,
esto podría llevar a una situación suicida en la que intervienen las drogas. El es
tudio de casos individuales de co m p o rtam ien to suicida debe ser c o m p l e m e n ta
do con una observación detallada de có m o sucedió el nacimiento biográfico, ya
que los acontecimientos postnatales pueden determinar y co lo re a r de form a sig
nificativa el patrón del suicidio.
156
Cuando los individuos suicidas experimentan sesiones de terapia holotrópi-
ca o psiquedélica, y completan en ellas el proceso de muerte y renacimiento, pa
san a ver el suicidio com o un grave error, debido a una falta de comprensión.
Lo más normal es que las personas no sepan que uno puede experimentar con
seguridad la liberación de la insoportable tensión física y emocional a través de
una muerte y un renacimiento simbólicos, o volviendo a comunicarse con el es
tado de la existencia prenatal. Como resultado él o ella pueden verse conduci
dos por la intensidad de la incomodidad y el sufrimiento, y buscar una situación
en el mundo material que tenga elementos muy similares. El desenlace último es
a menudo trágico e irreversible.
La discusión del suicidio no sería completa si no mencionáramos la rela
ción existente entre el com portam iento autodestructivo y la trascendencia.
Tal y com o vimos anteriorm ente, las experiencias de la primera y la cuarta
matriz M PB I y M PB IV, no representan únicamente regresiones a estados bio
lógicos sim bióticos, sino que presentan además dimensiones espirituales muy
claras. En el caso de la primera matriz se viven experiencias de éxtasis oceáni
co y unión cósm ica. La cuarta matriz en cam bio, tiene que ver con el renaci
m iento espiritual y la Epifanía divina. Desde esta perspectiva, las tendencias
suicidas de am bos tipos aparecen com o un anhelo distorsionado de trascen
dencia. Representan una confusión entre el suicidio y el egocidio. El mejor re
medio para las tendencias autodestructivas y la urgencia suicida, por lo tanto,
es una experiencia de muerte y renacimiento del ego, y la consiguiente sensa
ción de unidad cósmica.
No sólo los impulsos agresivos y autodestructivos quedan consumidos en
este proceso de muerte y renacimiento psicoespiritual, sino que la persona co
necta vivencialmente con el contexto transpersonal en el que el suicidio ya deja
de ser una solución. Esta futilidad del suicidio va asociada con la comprensión
de que las transform aciones de la consciencia y los ciclos de muerte y renaci
miento proseguirán tras nuestro fallecimiento biológico. De un modo mas espe
cífico, esto ocurre cuando reconocemos la imposibilidad de escapar a nuestros
patrones kármicos.
Alcoholism o y drogadicción
158
cipal m ecanism o que opera en estos pacientes es el mismo que en los casos de
suicidios no violentos. Refleja la necesidad inconsciente de deshacer el proceso
del nacimiento y regresar al vientre materno, es decir, al estado que existía antes
del inicio del parto. Por lo general, el alcohol y las drogas tienden a inhibir di
versas em ociones y sensaciones dolorosas. Producen un estado de consciencia
difusa y cierta indiferencia respecto a los problemas y preocupaciones presentes
o pasadas de uno. Esto también guarda cierta relación con la consciencia fetal y
la experiencia de unidad cósmica.
Aunque, tal parecido no significa que sean idénticos por lo que existen dife
rencias fundamentales entre las intoxicaciones alcohólicas y narcóticas y los es
tados de trascendencia. El alcohol y las drogas aletargan los sentidos, ofuscan la
consciencia, interfieren con las funciones intelectuales y producen amnesia emo
cional. Los estados trascendentales se caracterizan, por el contrario, por un re
alce de la percepción sensorial, una serenidad, claridad de pensamiento, una
abundancia de com presiones filosóficas y espirituales, así com o una riqueza
em ocional desacostumbrada. A pesar de las características que puedan tener en
com ún, la in toxicación con el alcohol y las drogas duras no son más que una
patética caricatu ra de los estados m ísticos. Bien es cierto, que esos parecidos
bastan para seducir a los adictos y llevarles hacia un abuso autodestructivo.
La tendencia a querer escapar de las dolorosas emociones asociadas con la
segunda matriz y los C O E X , así com o el intento de recrear la situación del úte
ro m aterno parecen constituir el principal mecanismo del alcoholism o y de la
drogadicción. Sin embargo, también he trabajado con alcohólicos y drogadictos
cuyos síntom as indicaban que estaban bajo la influencia de la tercera matriz
M P B III y seguían buscando una solución farm acológica a sus problemas.
Aunque estos ejemplos respondían a un mecanismo alternativo y requerían una
explicación un tanto diferente. Todas estas personas tenían en común el hecho
de haber nacido bajo fuertes dosis de anestesia y, muchos de ellos, tuvieron ex
periencias significativas que vinculaban este hecho con su adicción.
Esta explicación tiene mucho sentido. El nacimiento es el primer gran reto al
que nos enfrentam os, además de ser una de las situaciones más dolorosas y es
tresantes. Una posible excepción a esta regla podrían constituirlo las situacio-
1b9
nos Jo crisis muy graves Juríintc la vichi embrionaria. La extraordinaria influen
cia Jo los acontecimientos que suceden al principio de la vida y su posterior in
fluencia en el comportamiento Je las personas ha sido documentada repetidas
veces mediante experimentos llevados a cabo por científicos dedicados al estu
dio del comportamiento instintivo animal, la llamada “im pronta” (Lorenz
1965, Ti liberten 1965).
I.a naturaleza de nuestro nacimiento, y la manera en que fue asistido, ejer
cen un poderoso impacto en nuestras futuras vidas. Si nuestro nacimiento fue
de una duración media y salimos al mundo tras grandes esfuerzos, pero con éxi
to, entonces el nacimiento nos deja una sensación de optimismo y confianza en
nosotros mismos con respecto a los desafíos venideros. Por el contrario, si el
parto fue agotador y debilitador, creará en nosotros cierta impresión pesimista
y fatalista. Nos marca con la impresión de que el mundo es complicado y con la
sensación de que somos poco eficientes y estamos desesperados.
Si el dolor y las molestias asociadas con nuestro nacimiento son mitigados
por la anestesia, esto dejará una impronta muy grande en nuestra psique. La
impronta será que la manera de vencer las dificultades de la vida se basará en
una actitud escapista a través de las drogas. Es muy posible que el actual abuso
de drogas no sea una mera coincidencia, si observamos que implica a personas
que nacieron justamente cuando los obstetras empezaron a administrar aneste
sia de forma rutinaria a las madres durante los partos. A partir de la fundación
de la Asociación de la Psicología Prenatal y Perinatal, una disciplina que aplica
los descubrimientos de las terapias vivenciales y la investigación fetal a las prác
ticas de nacimiento, los obstetras se están dando cuenta de que el nacimiento no
sólo es algo mecánico del cuerpo.
160
lid a d in fan til. Uno de los pilares básicos de la teoría psicoanalítica reside en que
la sexualidad no comienza durante la pubertad sino durante la temprana infan
cia. A medida que la libido se desarrolla durante las distintas fases del desarro
llo — oral, anal, uretral y fálica— la frustración o la excesiva indulgencia en al
guna de estas fases puede llevar a las llamadas fijaciones. La sexualidad adulta
se centra más en lo genital, mientras que los componentes previos tienen un pa
pel más secundario; generalm ente son parte de los juegos preliminares. Un es
trés psicológico determ inado puede, más adelante en la vida, remitirnos a esas
tem pran as fases del d esarrollo libidinal en las que nacieron las fijaciones. En
función de lo fuertes que sean los mecanismos de defensa que se oponen a estos
impulsos, se pueden originar perversiones o psiconeurosis (Freud 1953).
Es im portante m encionar cóm o el psicoanálisis interpreta los problemas se
xuales de acuerdo con lo que denomina el c o m p le jo d e castración . Freud pensa
ba que am bos sexos valoran excesivamente al pene, lo cual constituía una de las
cuestiones más im portantes para la psicología. Según él, los niños temen terri
blem ente perder este órgano tan apreciado mientras que las niñas creen que tu
vieron un pene pero lo perdieron. Esto las hace más susceptibles al masoquismo
y al sentim iento de culpabilidad. La critica reaccionó rápidamente oponiéndose
a este punto de vista que distorsiona y m alinterpreta la sexualidad femenina,
puesto que presenta a las mujeres com o hombres catastrados.
O tro concepto im portante en la com prensión que Freud tiene de la sexuali
dad es el de la v ag in a d e n ta d a . Según este concepto, los niños ven los genitales
fem eninos com o una órgano peligroso provisto de dientes que puede m atar e
incluso castrar. Por otro lado, tanto los com plejos de Edipo y Electra, así como
el co m p le jo de ca stra ció n , y la fantasía de unos enorm es genitales femeninos,
juegan un papel crucial en la interpretación psicoanalítica de las desviaciones
sexuales y de las neurosis psíquicas.
Según Freud existen dos razones que explicarían por qué la vista de los geni
tales fem eninos puede provocar gran ansiedad en los chicos. En un primer lu
gar, el descubrim iento de que determ inados seres humanos no tienen pene lleva
a pensar a aquellos que sí lo tienen, que podrían convertirse en uno de los otros.
Lo cual explicaría el tem or de ser castrado. En segundo lugar, la percepción de
Itíl
los genitales femeninos co m o instrumento de ca s tra ció n , c a p a / de m order, se
dehe a una asociación con las ansiedades correspondientes a la antigua fase oral
(Fenichel 1945). Pero ninguna de estas dos razones resulta convincente y menos
aún atractiva.
Las observaciones de los estados holotrópicos amplían rad icalm en te la in
terpretación freudiana de la sexualidad al añ ad ir el nivel perinatal al in c o n s
ciente individual. Estas observaciones sugieren que no ex p e rim e n ta m o s nues
tras primeras sensaciones sexuales con el p ech o m a t e r n o , sino desde el
momento en que estamos en el canal del parto. Tal y c o m o lo he expuesto an te
riormente, la asfixia y la agonía características de la tercera matriz perinatal b á
sica MPB III parece generar una excitación sexual de una intensidad e x t r e m a .
Esto significa que nuestro primer encuentro con las sensaciones sexuales ocu rre
ya desde circunstancias bien precarias.
El nacimiento es una situación en la que nuestra vida se ve am en azad a y sen
timos asfixia y otras formas de incom odidad e x tre m a , ta n to física c o m o e m o
cionalmente. Es un m om ento en el que infligimos d olo r a o tro o rg a n ism o a la
vez que éste nos lo inflige a n o so tro s. A d em ás, tam b ién e sta m o s en c o n t a c t o
con varias formas de material biológico: sangre, secreciones vaginales, fluido
amniótico, e incluso a veces con heces y orina. La respuesta típica a este p roceso
es una mezcla de ansiedad vital y de rabia. E stas a so cia c io n e s p ro b l e m á t ic a s
forman una base natural para el entendimiento de las disfunciones sexuales b á
sicas, las desviaciones, y las perversiones.
Reconocer esta profunda influencia de las dinámicas perinatales en la s e x u a
lidad también aclara algunos de los problemas teórico s a s o c ia d o s c o n el c o n
cepto freudiano del complejo de castración. Algunas de las características a s o
ciadas a este com plejo no tienen sentido si seguim os refirién d o n o s al pene.
Según Freud, la intensidad del miedo a la ca s tra c ió n es tal que se eq u ip a ra al
miedo a la muerte. A su vez, vio la castración c o m o un equivalente psicológico
a la pérdida de una relación significativa, que incluso podría verse activad a p or
tal pérdida. Entre las asociaciones libres que em ergen a m e n u d o r e s p e c to al
complejo de castración se encuentran las situaciones que conllevan asfixia y la
falta de aire o respiración. También quiero re c a lc a r que, de a c u e r d o c o n este
162
co n cep to , el co m p lejo de ca stra ció n se encuentra tanto en hom bres com o en
m ujeres.
N inguna de las conexiones previamente mencionadas puede asegurar que el
com plejo de castración refleje únicamente una preocupación por la pérdida del
pene. Las observaciones de los estados holotrópicos muestran que las experien
cias que Freud consideraba com o el origen del com plejo de castración, represen
tan en realidad la capa superficial de un sistema C O E X que se encuentra super
puesto a la m em oria trau m ática del corte del cordón um bilical. Todas las
inconsistencias anteriores desaparecen si consideramos que muchas de las carac
terísticas del com plejo de castración de Freud se refieren, en realidad, a la separa
ción de la madre cuando se corta el cordón umbilical y no a la pérdida del pene.
A diferencia de las graciosas amenazas verbales que los adultos hacen cuan
do se refieren a co rtar el pene de los niños, las fantasías espontáneas de castra
ció n , o incluso las intervenciones quirúrgicas del pene, com o pueden ser la cir
cuncisión o la fim osis, el corte del cordón umbilical se asocia con una situación
potencialm ente am enazadora para la vida. La separación de esta conexión vital
con el organism o m aterno es com parable a la pérdida de una relación im por
tan te. La a so ciació n del corte del cordón um bilical con la asfixia tam bién ad
quiere sentido, dado que el cordón supone la fuente de oxígeno para el feto, y es
adem ás una experiencia que es com partida por ambos sexos.
De form a similar, la imagen de la “vagina dentada” que Freud vio com o una
fantasía infantil prim itiva, aparece ahora bajo una nueva luz, si aceptamos que
el recién nacido es un ser consciente o, al m enos, que el trauma del nacimiento
queda grabado en su m em oria. En lugar de creer que es fruto de una estúpida y
absurda creació n de la m ente inm adura del niño, la imagen de la vagina como
órgano peligroso refleja con certeza los peligros asociados con los genitales fe
m eninos durante la situación bien definida que supone el parto. Lejos de consti
tuir una fantasía sin ninguna base real, representa la generalización de una ex
periencia en un con tex to de amenaza para la vida.
La vinculación entre la sexualidad y el potencial de la amenaza durante el na
cim iento crea una disposición general hacia irregularidades sexuales de distintas
clases. Así, se desarrollan determ inados trastornos cuando estos elementos peri-
163
natales van acompañados de traumas postnatalcs durante la infancia y la niñez.
Como os el caso con los trastornos emocionales y psicosomáticos en general, las
experiencias traumáticas que los psicoanalistas ven como las causas principales
de estos problemas, refuerzan en realidad ciertos aspectos del trauma del naci
miento, facilitando así su emergencia en la consciencia. Lo mismo que otros tras
tornos, los problemas sexuales también suelen tener profundas raíces en el ámbi
to transpersonal que los une a su vez a elementos kármicos, arquetípicos y
filogenéticos. Tras esta introducción general, repasaré ahora brevemente los pro
fundos descubrimientos que los estados holotrópicos han aportado acerca de
distintas formas de comportamiento y experiencias sexuales humanas.
Los distintos grupos y subgrupos de la h o m o sex u a lid a d tienen sus caracte
rísticas y determinantes particulares. En los estadios más tempranos del des
arrollo, el embrión humano es anatómicamente y fisiológicamente bisexual. La
experimentación erótica durante el periodo de la adolescencia es muy común,
tanto para chicos como para chicas que más adelante, en su vida adulta, man
tienen relaciones heterosexuales. En los contextos en los que la heterosexuali-
dad no es posible, como es el caso en las cárceles, el servicio militar, o prolonga
dos periodos en el mar, no es inusual que las personas heterosexuales tengan
experiencias homosexuales. Algunas tribus indígenas de América reconocen y
sienten gran respeto no por dos o cuatro, sino por seis sexos (Tafoya 1994).
La preferencia sexual y el comportamiento puede ser influenciado por una
predisposición genética y por hormonas, además de por factores culturales, so
ciales y psicológicos. La investigación de los estados holotrópicos permite ahon
dar en las dinámicas del inconsciente ofreciéndonos conocimientos psicológicos
profundos a los que no podríamos acceder de otra manera. Este trabajo desvela
la existencia de aspectos del comportamiento sexual de los niveles perinatal y
transpersonal. Esto aporta cierta claridad sobre nuestra comprensión de lo que
son las preferencias sexuales, de acuerdo con los datos que hemos ido acumu
lando en diversas disciplinas. El análisis siguiente debería concebirse desde esta
perspectiva interdisciplinaria.
Mi experiencia clínica con la homosexualidad fue en un principio bastante
parcial dado que se limitaba a un gran número de personas en busca de trata-
164
miento al considerar que su homosexualidad constituía un conflicto. Mis pa
cientes homosexuales presentaban por lo general problemas de depresión, ten
dencias suicidas, o manifestaciones psicosomáticas. Estas consideraciones son
importantes a la hora de sacar conclusiones generales de mis observaciones.
Además, también he tenido la oportunidad de dirigir sesiones holotrópicas y
psiquedélicas con cierto número de homosexuales y lesbianas, tanto en sesiones
individuales com o en nuestra formación de respiración holotrópica. En estos
casos, su primera motivación no era la de acudir a terapia sino la de recibir una
form ación profesional o de crecimiento personal. Para muchos de ellos, la ho
mosexualidad era claramente una preferencia y disfrutaban su forma de vivir.
Es más, el problema estribaba en la falta de tolerancia social y no en el conflicto
o lucha psicológica interior.
La mayoría de los pacientes homosexuales con los que he trabajado eran ca
paces de mantener buenas relaciones sociales con mujeres, aunque no fueran
capaces de relacionarse con ellas sexualmente. Por lo general, regresaban a sus
actividades homosexuales tras consecutivas experiencias frustrantes con muje
res. Durante el tratamiento, era posible remontarse hasta los conceptos freudia-
nos del miedo a la castración y a la vagina dentada. Pero, tal y como he mencio
nado, tales conceptos tuvieron que ser totalm ente reinterpretados con
significados del nivel perinatal y transpersonal.
Algunos de estos pacientes averiguaron que su predisposición hacia el papel
pasivo hom osexual estaba inconscientemente ligado a la identificación con la
madre dando a luz. Esto implica una combinación específica de sensaciones per
tenecientes a la tercera matriz perinatal MPB III: la sensación de tener un objeto
biológico en el interior del cuerpo constituye una mezcla de placer y dolor, y
una com binación de excitación sexual con presión anal. Se dieron cuenta de que
esta era realmente la experiencia anhelada en el acto homosexual. El hecho de
que la penetración anal tiende a presentar un fuerte componente sadomasoquis-
ta sugiere la conexión entre esta forma de homosexualidad masculina y las di
námicas de la MPB III.
En un nivel más superficial, parecían existir factores biológicos que podrían
haber contribuido a la elección sexual de mis pacientes. Por ejemplo parecía
Jarse- con hasta uto frecuencia una falta de la presencia paterna y el consiguiente
anlu-lo por el afecto de una figura masculina. Kn el caso de hombres adultos,
esta fuerte necesidad de intimidad, amor y afecto con una figura masculina tan
solo puede obtenerse a través de las relaciones homosexuales. Otro factor co
mún era la fijación materna en relación con los problemas de los límites perso
nales y el incesto.
Tal y como he mencionado previamente, los hombres homosexuales que han
participado en nuestros programas de formación en respiración holotrópica y
LSI) para profesionales, no presentaban ningún conflicto interior respecto a su
orientación sexual. En sus sesiones, se remontaron a fuentes transpersonales
para localizar su orientación sexual. Para algunos de ellos, se trataba de una
particular figura arquetípica, como una forma cultural específica de puer aeter-
nus. Otros, en cambio se remontaron a una experiencia correspondiente a una
vida pasada en la que eran una persona del sexo opuesto o vivían en una cultu
ra que aceptaba o incluso alababa la homosexualidad, por ejemplo la antigua
Orecia. Unos pocos, simplemente comprendieron y aceptaron su orientación
como un experimento de consciencia cósmica, una variación en el diseño uni
versal, reflejo de la curiosidad del principio creativo.
Mis comentarios respecto al lesbianistno presentan las mismas reservas que
los de la homosexualidad masculina debido a que los casos de mi estudio eran
limitados. Uno de los factores relevantes en mis pacientes lesbianas era la insa
tisfecha necesidad de un contacto intimo con el cuerpo femenino reflejado por
un periodo de carencia emocional durante la infancia. Si las necesidades anaclí-
ticas no son satisfechas durante la infancia tienden a persistir a lo largo de toda
la vida. l,a única forma de solucionar este anhelo, insatisfecho en la edad adul
ta, está en un contexto no sexual de terapia regresiva. Por otro lado, la alterna
tiva —dar una expresión a este anhelo en la vida cotidiana— desemboca natu
ralmente en una situación sexual lesbiana.
Otro componente importante de la orientación lesbiana parece estribar en la
tendencia a regresar psicológicamente al recuerdo de la salida en el que se da un
contacto muy cercano con los genitales femeninos. Esto, sería por lo tanto com
parable a la dinámica psicológica del hombre heterosexual con preferencia por
166
las prácticas sexuales orales y genitales. Un elemento perinatal adicional rela
cionado con el recuerdo del nacimiento es el temor a ser dominada y violada, lo
cual tendría más probabilidades de ocurrir si la pareja es un hombre. Una expe
riencia paterna negativa durante la infancia también puede hacer que la mujer
evite el contacto con los hombres.
Por lo general, la homosexualidad femenina parece estar menos relacionada
con matrices perinatales negativas o con asuntos de vida y muerte como puede
ser en el caso de los hombres. Las tendencias lesbianas reflejan un componente
perinatal positivo de atracción hacia el organismo materno (MPB 1 y IV), mien
tras que la homosexualidad masculina está asociada con la memoria de la vagi
na dentada y la consiguiente amenaza para la vida. Por otra parte, el contacto
erótico entre m ujeres tam bién parece más natural, porque el contacto intimo
con el cuerpo fem enino es algo que am bos sexos experimentan desde la más
temprana edad. La mayor tolerancia social hacia el lesbianismo muestra cierta
consistencia a este respecto. Lo mismo que en muchos casos de homosexuales,
ciertas lesbianas muestran una preferencia inequívoca hacia las personas de su
mismo sexo y no presentan ningún conflicto psicológico por ello. Los factores
determinantes parecen ser en este caso de naturaleza más bien biológica o trans
personal.
L a d isfu n ción eréctil (im p o ten c ia )> la incapacidad de mantener una erección,
y para la mujer, la in c a p a cid a d d e alca n z a r el o rg a sm o (frigidez) presentan diná
micas psicológicas similares. El enfoque más convencional a estos problemas ve
la impotencia com o una expresión de debilidad sexual, una falta de poder o va
lor. La incapacidad orgásmica o frigidez, como su viejo nombre indica, se refie
re por lo general a la frialdad sexual y a la falta de respuesta erótica. Aunque,
de acuerdo con mi experiencia, la realidad demuestra lo contrario: en ambas
condiciones, el problema se debe a un exceso de energía sexual perinatal.
Los individuos que sufren de estos trastornos se encuentran bajo fuertes in
fluencias del aspecto sexual de la M PB III. Esto hace que sea imposible experi
m entar la excitación sexual sin que se vean activados simultáneamente lo de
más elem entos de esta m atriz. La intensidad de la energía, los impulsos
agresivos, la ansiedad vital y el miedo a la pérdida de control asociados con la
1tí/
MPB III inhibe también el acto sexual. Kn ambos casos, los problem as sexuales
están conectados con sistemas C O E X que, además de este com ponente perina-
tal, tienen capas biográficas y raíces transpersonales com o recuerdos individua
les y kármicos de abuso sexual, violación, asociaciones entre sexo, dolor o peli
gro, entre otros temas.
El apoyo empírico de la participación de las dinámicas perinatales en los c a
sos de “impotencia” y “frigidez” viene de la psicoterapia vivencial. Cuando cre
amos una situación no sexual en la que los elem entos de la tercera m atriz pue
den brotar en la consciencia y permitir una descarga de la energía asociada con
ellos, entonces la im potencia puede verse substituida tem poralm ente por una
condición llamada satiriá sis que consistente en un excesivo ap etito e im pulso
sexual. Esto se debe a la conexión entre el pene y la energía sexual generada por
el trauma del nacim iento. La energía durante el acto sexual corresp ond e a la
energía perinatal y no a la libido habitual.
Debido a la excesiva cantidad de energía disponible en el nivel perinatal, ta
les situaciones pueden generar insaciable apetito y actividad sexual. Los h om
bres que antes no eran capaces de m antener una erección pueden entonces lle
var a cabo varios coitos en una misma noche. Esta liberación no es plenam ente
satisfactoria y tan pronto com o alcanzan el orgasm o y eyaculan, la energía se
xual empieza a acumularse de nuevo. Por lo general suele ser necesario un tra
bajo vivencial no sexual. Esto permite llevar la energía a un nivel en el que la
persona se siente cómoda para desenvolverse sexualm ente.
De forma similar, las mujeres que anteriorm ente no eran capaces de relajarse
y acceder al orgasmo pueden lograrlo cuando descargan la excesiva energía aso
ciada con la tercera matriz perinatal M PB III. Cuando esto sucede, los prim eros
orgasmos tienden a ser abrumadores e ir acom pañados de intensos gritos invo
luntarios y violentas sacudidas durante unos minutos. Puede que pierdan breve
mente el control y arañen a su pareja. Bajo estas circunstancias es frecuente que
las mujeres experim enten orgasm os m últiples. Esta lib eración inicial tam bién
puede aum entar en tal grado el apetito sexual que éste incluso parece in sa cia
ble. Se aprecia una transform ación desde un estado de “ frigidez” a una co n d i
ción conocida com o n in fo m a n ía . Una vez más, com o en el caso de los hom bres
168
impotentes, es necesario un trabajo interior adicional, no sexual, para poder lle
var la energía a un nivel que permita a las personas expresarse cómodamente en
situaciones sexuales.
La comprensión de las dimensiones perinatales ofrece una nueva luz sobre el
s a d o m a s o q u is m o , una condición que representó un auténtico desafío para las
especulaciones teóricas de Freud. Luchó con ello hasta el final de sus días, sin
encontrar una solución que fuera realmente satisfactoria. La búsqueda activa
de dolor a cargo de estos individuos sadomasoquistas contradice uno de los pi
lares del m odelo freudiano, “el principio de placer” . Según este concepto, la
fuerza motivadora más profunda de la psique iría en busca del placer y evitaría
la incom odidad. Freud también estaba desconcertado por la extraña fusión de
dos instintos básicos, la sexualidad y la agresividad, características esenciales de
sadomasoquismo.
Fue la existen cia del sadom asoquism o y otras condiciones que iban “ más
allá del principio del placer” lo que forzó a Freud a abandonar sus tempranas
teorías y a crear un sistema completamente nuevo de psicoanálisis que incluía el
con trov ertid o T anatos, o instinto de muerte (Freud 1 9 5 5 , 19 6 4 ). Aunque él
nunca estableció ninguna vinculación entre la muerte y el nacimiento, estas es
peculaciones reflejaban claram ente su intuitiva comprensión de los límites del
sadom asoquism o respecto a la vida y la muerte. Estas también daban a enten
der la creencia de Freud según la cual una teoría, para ser viable, tenía que in
corporar el tema de la muerte. Esta visión se adelantó mucho a sus seguidores,
quienes, en determinadas ocasiones, formularon teorías biográficas sobre el sa
dom asoquism o, bastante triviales. La teoría de Kucera (1 9 5 9 ) asoció el sado
masoquismo a la experiencia que tienen los bebés cuando les salen los primeros
dientes y cuando muerden activamente y les resulta doloroso. Las teorías de este
tipo son poco convincentes a la hora de explicar la profundidad de los impulsos
sadomasoquistas.
El sadom asoquism o y el síndrome de esclavitud pueden comprenderse con
naturalidad desde las conexiones existentes en el contexto de la MPB 111 y los
com ponentes de excitación sexual, confinam iento físico, dolor y asfixia. Esto
explica la fusión de la sexualidad y de la agresividad, además de los vínculos en-
m
rre sexualidad y el dolor infligido o experim entado que caracteriza estas dos
condiciones. Los individuos que necesitan com binar su sexualidad con elem en
tos de restricción, dominio y sumisión, proporcionando o recibiendo dolor, es-
trangulamientos o asfixia, simplemente repiten una com binación de sen sacio
nes y emociones que fueron experim entadas durante el nacim iento. El fo co de
atención de tales actividades es perinatal, no sexual. Las experiencias sadom a-
soquistas, y las visiones, son frecuentes durante las sesiones dom inadas por la
tercera matriz perinatal básica M PB III.
La necesidad de recrear una situación sad om asoquista y e x te rio riz a r este
com plejo vivencial inconsciente, no sólo es un com p ortam ien to sin to m á tico ,
también constituye una intento truncado de la psique de expurgar e integrar la
impronta taumática original. La razón por la que este esfuerzo no es fructífero,
al no resultar sanador, se debe a que no se adentra lo suficiente en el inconscien
te y carece de introspección así com o de un profundo conocim iento sobre la n a
turaleza del proceso. El com plejo vivencial se m anifiesta sin ser reconocido y sin
consciencia de sus fuentes inconscientes.
Lo mismo sucede con la c o p r o filia , c o p r o fa g ia y la u r o la n g ia que son a b e
rraciones sexuales caracterizad as por una fuerte necesidad de inclu ir heces y
orina en las situaciones sexuales. Los individuos buscan en este caso un co n ta c
to íntimo con el material biológico que habitualm ente se consid era repulsivo.
Dichas personas se excitan con ello y tienden a incorporarlo en su vida sexual.
En casos extrem os, quieren que se les orine o defeque encim a, teniendo a veces
que comerse los excrem entos o beberse la orina para llegar a una sa tisfa cció n
sexual.
La com binación de excitación sexual y elementos escatológicos es una expe
riencia bastante frecuente en la última fase del proceso de muerte y renacim ien
to. Esto parece reflejar el hecho de que al no usarse los enem as durante los par
tos gran número de bebés experim entan un co n tacto íntim o con la sangre, las
mucosidades, el fluido am niótico, las heces y la orina. La base natu ral de esta
extraña y extrem a desviación se debe al co n ta cto oral con la heces y la orin a
cuando, tras largas horas de agonía y amenaza vital, la cabeza del bebé se libera
del canal donde se encontraba atrapado. El co n tacto íntim o con este m aterial
170
biológico se convierte entonces en el símbolo de una liberación orgásmica, ade
más de constituir un requisito necesario para que esta se produzca.
De acuerdo con la literatura psicoanalítica, originalmente al bebé, debido a
su naturaleza fundamentalmente animal, le atraen varias formas de material
biológico. Su aversión sólo aparece después, como resultado de la influencia pa
terna y la represión social. Las observaciones de la investigación psiquedélica
sugieren que esto no sucede necesariamente de esta manera. La actitud hacia el
material biológico depende mucho de cómo se produjo este encuentro en el mo
mento del parto. Así, dependiendo de las circunstancias específicas, la actitud
puede ser o muy positiva o muy negativa.
En algunos partos, el niño se encuentra únicamente con secreciones vagina
les, orina y heces como parte del entorno físico y de la liberación emocional. En
otros, el bebé inhala estos elementos, lo cual obstruye las vías respiratorias cau
sando una terrorífica asfixia. En estas situaciones extremas se salva la vida del
recién nacido insertándole tubos de drenaje que le limpian la tráquea y los bron
quios. Estas dos experiencias suponen dos modos radicalmente distintos de con
tactar con el material biológico del nacimiento. Uno es positivo, mientras que el
otro es terrorífico y traumático. Por otra parte, las situaciones en que se fuerza
la respiración de antemano, porque la inhalación del material biológico repre
senta un peligro para el bebé, pueden generar un miedo extremo y constituir así
la base de un futuro trastorno obsesivo-compulsivo, tal y como hemos visto.
Una fuente de información muy rica y fascinante acerca de las desviaciones se
xuales es el libro de Janus, Bess y Saltus titulado Un perfil sexual de hom bres con
p o d e r (A sex u al p ro file o f m en in p o w e r , 1977). El estudio de estos autores se
basa en más de setecientas horas de entrevistas realizadas a las prostitutas de alta
clase de la Costa Este de los Estados Unidos. A diferencia de otros investigadores,
les interesaban más las preferencias y costumbres de los clientes que la personali
dad de estas mujeres. Entre los clientes figuraban importantes figuras de la escena
política, así como relevantes hombres de negocios, abogados y jueces.
Las entrevistas revelaron que una minoría de los clientes buscaba simple
mente una interacción que se limitara al coito. La mayoría de ellos mostraban
especial interés en las perversiones eróticas. Eran frecuentes las peticiones sado-
1/1
masoqmstas Je flagelación con látigo y otras formas de tortura. Algunos de es
tos clientes estaban dispuestos a pagar altísimos precios por la representación
de complejas escenas sadomasoquistas. Uno de los clientes, pidió una represen
tación real de una escena en la que un piloto americano era abatido y capturado
por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Las prostitutas tuvieron que
disfrazarse como rudas mujeres de la Gestapo y llevar botas altas y cascos mili
tares. Su misión era la de someter al cliente a distintas clases de torturas.
Entre las prácticas más solicitadas y más caras estaban ”la lluvia dorada” y
la “lluvia marrón” consistentes respectivamente en ser orinado o defecado enci
ma en un contexto sexual. Según los testimonios de estas mujeres, es frecuente
que estos hombres extremadamente ambiciosos e influyentes regresen a estados
infantiles después de haber alcanzado el orgasmo con estas experiencias sado
masoquistas y escatológicas. Quieren ser abrazados, tratados como bebés y chu
par sus pezones. Este comportamiento se opone totalmente a la imagen que es
tos hombres tratan de proyectar en su vida cotidiana.
Las interpretaciones de estos descubrimientos son estrictamente biográficas y
freudianas por su naturaleza. Los autores vinculan las torturas a los castigos pa
ternos, la lluvia de excrementos a los problemas relacionados con el aprendizaje
para ir al baño, y la necesidad de chupar el pecho a necesidades frustradas duran
te el amamantamiento, así como a una fijación con la madre. Sin embargo una
inspección más detallada revela que los clientes representaban, sin saberlo, temas
típicos perinatales y no acontecimientos postnatales de la niñez. La combinación
de confinamiento físico, el dolor y la tortura, la excitación sexual, el componente
escatológico y la regresión posterior al comportamiento oral son indicaciones in
confundibles de la activación de la tercera y cuarta matriz (MPB III y IV).
A continuación mencionaré otro ejemplo de la conexión entre prácticas se
xuales similares y el proceso perinatal. Un amigo mío, un terapeuta australiano
trataba a una prostituta de una gran ciudad, por lo que estaba muy bien infor
mado respecto a la situación sexual de los bajos fondos. Me informó de cual era
la petición más frecuente de los clientes a las prostitutas. A menudo el cliente
pedía ser encerrado en una habitación con tres adolescentes, todas ellas disfra
zadas de monjas. Él las perseguía y las ataca sexualmente mientras que ellas fin
172
gían resistirse, estar asustadas, y trataban de escaparse. Todo esto ocurría a la
vez que sonaba música sacra como la misa de Santa Cecilia de Gounod, o el
Réquiem de Mozart. Esta combinación de sexo, agresividad y elementos espiri
tuales es típica de la transición entre la MPB III y IV.
Las conclusiones de Janus, Bess y Saltus merecen especial atención, ya que
hicieron un llamamiento al público americano a que no contara con que sus po
líticos fueran ejemplos de comportamiento sexual. A la luz de su investigación,
habría sido muy poco realista anticipar tal realidad. De acuerdo con sus averi
guaciones un impulso sexual excesivo y una inclinación sexual desviada está ín
timamente relacionada con el alto grado de ambición hoy en día necesario para
convertirse en una persona influyente en la sociedad. Por eso los escándalos de
los círculos políticos y sociales no deberían sorprendernos — como el asunto
Profumo que estremeció al Parlamento británico, las escapadas de Ted Kennedy,
que tiraron por la borda su oportunidad de ser presidente, y las extravagancias
sexuales de Bill Clinton, que causaron el colapso del gobierno de los Estados
Unidos durante varios meses.
Las raíces perinatales del comportamiento humano ofrecen una solución in
esperada a la antigua idea de Freud y Adler, acerca de los impulsos sexuales
como elemento de poder dominante en la psique humana. Según Freud, la fuer
za principal que dirige nuestros pensamientos, emociones y nuestro comporta
miento es la búsqueda de satisfacción sexual. También queremos poder, porque
nos hace más deseables y eso incrementa nuestras oportunidades sexuales.
Según Adler, el elemento motivador y determinante en la psique responde a un
sentimiento de inferioridad y a un fuerte impulso que lo compensa. Él denomi
nó esta lucha por el poder “la protesta masculina.” Lo que más deseamos es po
der, y usamos el sexo para obtenerlo y mejorar nuestra posición en el mundo.
Janus, Bess y Saltus sugieren que un fuerte impulso sexual y una intensa am
bición no son incompatibles, es más forman las dos caras de una misma mone
da. Esta sugerencia se encuentra en perfecto acuerdo con el modelo perinatal;
en el contexto de la MPB III, las dos fuerzas se hallan entremezcladas. Tal y
com o hemos visto, el estrangulamiento y el dolor experimentados durante el
paso por el canal del nacimiento generan un impulso sexual de una intensidad
extrem a que busca liberación. Por otra parte, la c o n fro n ta ció n con las fuerzas
elementales J e las contracciones uterinas y la resistencia del canal de n acim ien
to hace que el feto se sienta inútil y desesperado. A dem ás, la gran incom odid ad
y la amenaza vital del nacim iento activan el instinto de supervivencia así co m o
esfuerzos desesperados por d esafiar tal situ ació n y salir de e lla . L os a c o n te c i
m ientos de la vida postnatal constituyen entonces sistem as C O E X que pueden
reforzar uno u otro elem ento de esta diada com plem entaria.
Algunas formas extrem as de patología sexual y crim inal, com o puedan ser las
violaciones, los asesinatos sádicos, y la necrofilia, m uestran claram ente sus raíces
perinatales. Las personas que experim entan los elem entos sexuales de la M P B III,
com entan a menudo que esta fase del nacim iento posee num erosas características
en común con las violaciones. Esta com p aración tiene m ucho sentido si co n sid e
ramos algunos de los rasgos vivenciales de una violación. Para la víctim a significa
un grave peligro, una ansiedad vital, d olor extrem o , una d om in ación física , una
lucha por liberarse del agresor, estrangulam iento, y una excita ció n sexual ajen a e
impuesta. La experiencia del violador, por el c o n tra rio , im plica la co n tra p a rtid a
activa de todos estos elem entos; poner en peligro, am enazar, herir, d om inar, es
trangular, y dejarse llevar por la ex cita ció n sexu al. La exp erien cia de la v íctim a
tiene muchos elementos en com ún con lo que viven los bebés en el can al del n a ci
miento, m ientras que el violador exterioriza las fuerzas interiores de las c o n tra c
ciones uterinas, a la vez que se venga de la m adre, la víctim a.
Si los recuerdos de la M P B III están lo su ficientem ente ce rca de la c o n s c ie n
cia, pueden crear una presión psicológica muy fuerte sob re el individ uo que re
presenta a diario sus elem entos. Por ejem plo, el hecho de p a rticip a r en a ctiv id a
des sexu ales v io len ta s, o in clu so co m p ro m e te rse in c o n s c ie n te m e n te en
co n tex to s sexuales peligros. Es cierto que este m ecan ism o n o se a p lica a to d a s
las víctim as de los crím enes sexuales, pero en d eterm inad os ca so s sí d esem peña
un papel im portante. Este com p ortam ien to claram en te d estru ctivo resp ond e sin
em bargo a un im pulso inconsciente de san ació n . En un c o n te x to de te ra p ia vi-
vencial, la propia psique de la persona g eneraría ex p e rien cia s sim ila re s, a c o m
pañadas de intuiciones sobre las claves de las fuentes in co n scien tes y fa c ilita ría
por tanto una sanación y una tran sform ación p sicológ ica y esp iritu al.
174
Debido al parecido existente entre la experiencia de una violación y el naci
m iento, las víctimas sufren un trauma psicológico que no solamente refleja el
doloroso impacto de la reciente situación, sino que además se produce una caí
da de las defensas protectoras del recuerdo del nacimiento biológico. Es muy
probable que los problem as em ocionales que las violaciones acarrean a largo
plazo se deban a una emergencia de las emociones y manifestaciones psicoso-
máticas perinatales de la consciencia. En estos casos, la solución terapéutica re
querirá trabajar sobre el trauma del nacimiento.
La influencia de la tercera matriz perinatal es aún más obvia en el caso de los
asesinatos sádicos, que en cierta medida guardan gran relación con las violacio
nes. Estos actos contienen, además de la com binada descarga de los impulsos
sexuales y agresivos, elementos como la muerte, mutilaciones, desmembramien
tos, así com o indulgencia escatológica intestinal y sangrienta. Esto tiene una re
lación directa con el hecho de revivir las últimas fases del nacimiento.
Las dinámicas del crimen sádico se acercan mucho al suicidio sangriento. La
única diferencia estriba en que, en el primer caso la persona tiene el papel de
agresor m ientras que en el suicidio también se convierte en la víctima. Ambos
papeles representan aspectos distintos de la misma personalidad: el agresor re
fleja las fuerzas de la opresión y destrucción interiorizadas del nacimiento,
mientras que la víctima reflejaría el recuerdo de las emociones y las sensaciones
experimentadas por el bebé durante el nacimiento.
Una com binación sim ilar de elementos, si bien con distintas proporciones,
constituye el trasfondo de los casos clínicos de necrofilia. La necrofilia puede
darse en formas y grados muy diversos. Puede manifestarse de forma casi insig
nificante hasta alcanzar proporciones criminales. Sus variantes más superficia
les pueden m ostrarse a través de una excitación sexual producida por la visión
de cadáveres o una atracción por los cementerios, las tumbas o los objetos rela
cionados con ellos. Formas mucho más serias de necrofilia incluyen una apeten
cia extrem a por tocar, oler y probar los cadáveres y complacerse con la putre
facción . FJ grado posterior sería una manipulación de los cuerpos en la
funeraria o el cementerio, acompañada de una excitación sexual que culminaría
con una penetración de los cadáveres.
1/b
Pintura de una sesión de respiración holotrópica en la que la artista tuvo la ex p e
riencia de un enano atrapado en su estómago. Tenía la sensación de que dicha fi
gura estaba implicada en la psicodinámica de su nausea y de su bulimia. L a larga
lengua verde del hom brecillo parecía tener una importancia especial; se trataba de
una representación gráfica adecuadísima de enferm edad y repulsión.
176
relacionadas con una regresión filogenética al reino animal y con una identifica
ción con la consciencia de las especies carnívoras carroñeras.
Manifestaciones psicosomáticas
de los trastornos emocionales
\n
jfénica, soriasis, y varias clases de eczem as, y también en determinados casos
ciertos tipos do artritis. I.a mayoría de los médicos y psiquiatras aceptan la na
turaleza psicogénica de estos trastornos, sin ofrecer una explicación de los me
canismos psicogénieos que les acompañan. Gran parte del trabajo clínico, la es
peculación teórica, y la investigación realizados hasta hoy se han basado en las
ideas del psicoanalista Franz Alexander, considerado como el fundador de la
medicina psicosomática. En 1935, Alexander propuso un modelo teórico que
explica el mecanismo de los trastornos psicosomáticos. La clave de su contribu
ción consistió en reconocer que los síntomas psicosomáticos son el fruto de los
concomitantes fisiológicos de los traumas y de los conflictos psicológicos. Según
él, la excitación emocional que se produce durante los ataques de ansiedad,
pena o rabia, desencadena reacciones fisiológicas intensas que conducen al des
arrollo de síntomas y enfermedades psicosomáticas (Alexander 1950).
Alexander hizo una distinción entre las reacciones de conversión y los tras
tornos psicosomáticos. En las primeras, los síntomas tienen un significado sim
bólico y sirven como defensa contra la ansiedad. Esto supone una importante
característica de las neurosis. En los trastornos psicosomáticos, podemos en
cambio remontarnos hasta la fuente del estado emocional latente del trauma
psicológico, los conflictos neuróticos, y las relaciones patológicas interpersona
les; los síntomas, por sí mismos, no tienen una función práctica. Es más, repre
sentan un fallo de los mecanismos de defensa psicológicos que protegen a la per
sona de una excesiva excitación emocional. Alexander señaló que esta
somatización de las emociones se produce en aquellas personas que presentan
una predisposición para ello, y no en las que están sanas. Aún así, ni él ni sus se
guidores han sido capaces de definir la naturaleza de esta condición.
Más de seis décadas después, la situación en el campo de la medicina psico
somática sigue dejando mucho que desear. Se caracteriza principalmente por
una falta de acuerdo acerca de los mecanismos que constituyen la psicogénesis
de los síntomas somáticos y por la inexistencia de un marco conceptual del todo
satisfactorio (Kaplan y Kaplan 1967). La ausencia de respuestas claras hace que
numerosos autores se unan a la idea de la multicausalidad. Según este punto de
vista, los factores psicológicos juegan un papel decisivo en los trastornos psico-
178
som áticos, aunque también debemos tener en cuenta muchos otros factores
com o son la constitución, la herencia, la patología, la nutrición, el entorno, y
los determinantes sociales y culturales. Esto, claro está, no puede definirse ade
cuadamente, lo cual deja la cuestión de la etiología de los trastornos psicosomá-
ticos sin definir.
Tal y como pudimos observar previamente, la terapia psiquedélica y el tra
bajo de respiración holotrópica han confirmado, con claras evidencias, que los
traumas psicológicos postnatales no bastan para explicar el desarrollo de los
trastornos emocionales. Esto tiene aún más peso respecto a los síntomas y los
trastornos psicosomáticos. El conflicto psicológico, la pérdida de una relación
em ocionalm ente significativa, una dependencia excesiva, el niño que ve a sus
padres haciendo el amor, y otros factores similares, que los psicoanalistas consi
deran com o factores causales, no pueden explicar la naturaleza y la intensidad
de las complicaciones fisiológicas de los trastornos psicosomáticos.
A la luz del trabajo vivencial, cualquiera de las teorías de orientación psicoa-
nalítica que trate de explicar las enfermedades psicosomáticas basándose exclu
sivamente en los traumas psicológicos postnatales es superficial y poco convin
cente.
Del mismo modo, parece muy poco probable que estos trastornos puedan
tratarse meramente mediante terapia verbal. La investigación holotrópica ha
dado lugar a importantes descubrimientos en torno a la teoría y a la terapia de
los trastornos psicosomáticos. Uno de los descubrimientos más significativos es
la enorme cantidad de energía emocional y física que se esconde bajo los sínto
mas psicosomáticos.
A pesar de las justificadas dudas ante la idea de que tan sólo los traumas psi
cológicos biográficos pueden causar profundos problemas funcionales, o inclu
so serios daños anatómicos en los órganos, ello constituye una posibilidad razo
nable si consideramos las energías elementales y destructivas que se manifiestan
en los estados holotrópicos. En un sentido general, esta observación confirmo
los conceptos del genial y polémico pionero del psicoanálisis Wilhelm Reich. A
raíz de sus observaciones de las sesiones terapéuticas, Reich concluyo que el
principal factor subyacente en los trastornos emocionales y psicosomáticos era
1/9
la mezcla y aglomeración de importantes cantidades de energía vital en los m ús
culos y las visceras, que forman lo que él denom inó la coraza del carácter (Reich
194s>, | % l).
Pero aquí terminan las similitudes entre la psicología rcichiana y las o b se r
vaciones de la investigación liolotrópica. Según Reich, esta energía atrapada es,
por naturaleza, sexual y la razón de este bloqueo es fundam entalm ente el c o n
flicto entre las necesidades biológicas y la influencia represiva de la socied ad,
que impide lograr una com pleta liberación orgásm ica y una vida sexual sa tis
factoria. 1.a energía sexual que permanece com o residuo, y no es expresada, se
aglomera para encontrar formas de expresión desviadas que se m anifiestan m e
diante perversiones y síntomas neuróticos o psicosom áticos. El tra b a jo con es
tados holotrópicos ofrece una explicación radicalmente distinta. M uestra que la
energía agarrotada en nuestro organism o no se encuentra realm ente acum ula
da, tampoco es una parte de nuestra libido que ha quedado sin expresar, sino
una carga emocional y física confinada en sistemas C O E X .
Parte de esta energía pertenece a las capas biográficas de estos sistemas que
contienen recuerdos de los traumas psicológicos y físicos de nuestra infancia.
Una considerable proporción de esta carga energética es perinatal en su origen y
refleja el hecho de que el recuerdo del nacimiento no ha sido procesado de fo r
ma adecuada y sigue existiendo en el inconsciente como una gestalt em ocional y
físicamente incompleta. Durante el parto, se generan cantidades extraord in a
rias de energía, debido al estimulo excesivo de las neuronas. Esta energía no en
cuentra salida a causa del confinamiento que existe en el canal del nacim iento.
La razón por la que Reich malinterpretó esta energía, al considerarla libido
atrapada, se debe probablemente a la fuerte excitación sexual asociada con la
tercera matriz (MPB 111).
En determinados casos, los traumas prenatales pueden contribuir de forma
muy significativa a la carga negativa de estos sistemas C O E X y participan en la
génesis de síntomas psicosomáticos. El historial prenatal de ciertas personas
puede ser muy complejo cuando se incluyen los factores emocionales y el estrés
físico agudo de la madre embarazada. Entre ellos estarían por ejemplo los ries
gos o intentos de aborto, un útero tóxico, o una incompatibilidad sanguínea. La
180
fuente de energía más profunda de los trastornos psicosomáticos procede del
ámbito transpersonal, particularmente de los elementos kármicos y arquetípi-
cos (ver la historia de Norbert págs. 116-117).
Otro punto de especial interés e importancia es la observación, en el trabajo
vivencial profundo, de que las fuerzas motrices primarias que subyacen a las
manifestaciones psicosomáticas no se deben a traumas psicológicos. Los facto
res que juegan un papel decisivo en su génesis son en realidad traumas físicos
que no han sido asimilados o integrados. Entre ellos se encontrarían recuerdos
de enfermedades infantiles molestas, intervenciones quirúrgicas, heridas y acci
dentes graves. En un nivel más profundo, los síntomas están relacionados con el
trauma del nacimiento, pero también con traumas físicos asociados con recuer
dos de vidas pasadas. Así, el material de fondo a ciertos dolores psicosomáticos
puede incluir recuerdos de accidentes, operaciones, enfermedades de la infancia
o de épocas más tardías de la vida, el dolor vivido durante el nacimiento, y el
sufrimiento físico relacionado con heridas o muertes en encarnaciones pasadas.
Este punto de vista presenta un claro contraste en relación a la mayoría de
las escuelas psicodinámicas que tienden a atribuir la génesis de los síntomas psi
cosomáticos a conflictos y traumas psicológicos. De acuerdo con estas escuelas,
los síntomas se originan de tal modo que el material psicológico se expresa a
través de un lenguaje corporal simbólico o somatización. Por ejemplo, el apego
y el abandono emocional son considerados factores psicológicos que se esconde
tras el estreñimiento y la diarrea. Un agudo dolor muscular en el cuello es una
expresión simbólica de que los clientes “llevan demasiada responsabilidad so
bre sus hom bros.”
De un modo similar, los trastornos estomacales se desarrollan en personas
que no son capaces de “tragar” o “digerir” algo. La parálisis histérica refleja
una defensa contra un acto sexual infantil censurado. Los problemas respirato
rios pueden ser causados por la madre que “ahoga” a su h ijo,” el asma es un
“llanto por la madre” y una sensación de opresión en el pecho es el producto de
“una inmensa pena.“ Así mismo, la tartamudez sería el resultado de una agre
sión verbal reprimida y la necesidad apremiante de exteriorizar obscenidades, y
los problemas en la piel servirían de protección contra las tentaciones sexuales.
181
lln sistema psicológico que, a diferencia de la mayoría, reconoce la enverga
dura del impacto de los traumas físicos en la psique, es la Cienciología de Ron
Hubbard (I lubbard 1950). los cicnciólogos descubrieron la importancia psico
lógica de los abusos físicos mediante lo que denominan audicion es, un proceso
de exploración y terapia que utiliza galvanómetros que miden la resistencia de
la piel e indican la carga emocional del material que se discute durante las sesio
nes. I.a respuesta obtenida se convierte entonces en la directriz del auditor, per
mitiéndole así dirigir la exploración de la entrevista. Lo que constituye una he
rramienta valisosísima que permite detectar el material que es emocionalmente
relevante. Dicha guía, viene dada automáticamente en estados holotrópicos,
por lo que anteriormente hemos denominado “el radar interior”.
Kl sistema teórico de la Cienciología reconoce los traumas físicos de la vida
postnatal a la vez que concede importancia a los traumas somáticos del nacimien
to y de vidas anteriores. Hubbard se refirió a las huellas de los traumatismos físi
cos con el término engramas que consideraba fuentes primarias de los problemas
emocionales. En su terminología, los traumas psicológicos se conocen como s e
cundarios. Estos traumas secundarios, adquieren su poder emocional de su aso
ciación con los engramas. En cierta medida, los aspectos más sólidos y prácticos
del marco conceptual que ofrece Hubbard muestran una gran afinidad con el ma
terial que discutimos en este libro (Gormsen y Lumbye 1979). Desgraciadamente,
el abuso de la Cienciología en su busca constante de poder y dinero, junto con las
atrevidas especulaciones de Hubbard respecto a las influencias extraterrestres,
han restado crédito a sus interesantes contribuciones teóricas.
El trabajo con estados holotrópicos provee grandes oportunidades para pe
netrar y comprender las dinámicas de los trastornos psicosomáticos. De hecho,
es bastante común ver ataques pasajeros de asma, jaquecas, eczemas e incluso
incipientes erupciones de soriasis en la piel, que emergen y se manifiestan en las
sesiones psiquedélicas o durante la terapia holotrópica. Generalmente, se acom
pañan de comprensiones profundas relativas a las raíces de estos trastornos.
Según los informes de los terapeutas que trabajan con técnicas vivenciales, en su
aspecto positivo, se suele presentar una mejoría notable y duradera en varios
trastornos psicosomáticos. Los informes suelen mencionar de forma particular
182
el trauma del nacimiento y las experiencias transpersonales entre los mecanis
mos terapéuticos más eficaces.
Por simples razones de espacio, este libro no me permite describir con ma
yor detalle los nuevos descubrimientos relativos a las dinámicas de los trastor
nos psicosomáticos ni presentar casos ilustrativos. Por lo que remito a aquellas
personas interesadas en estas cuestiones a mis publicaciones anteriores (Grof
1980, 1985).
Los pioneros de la psicología del ego, Margaret Mahler, Otto Kernberg, Heinz
Kohut, entre otros, aportaron nuevos diagnósticos a la clasificación psicoanálitica
clásica. Según ellos, las nuevas categorías diagnósticas se originan en los trastornos
correspondientes a la fase de la relación objetal. A través del proceso de separación
como individuo, durante el estadio autista y simbiótico de la fase narcisista, mo
mento en que se llega a una relación continua con los objetos, se produce un des
arrollo psicológico saludable. Una grave interferencia durante este proceso, así
como una carencia de las necesidades básicas durante estas fases más tempranas,
puede originar trastornos muy graves. Dependiendo del grado y del momento en
que estas adversidades se produzcan, pueden originar psicosis infantiles autistas y
sim bióticas, personalidades narcisistas, o trastornos extremos de personalidad.
Los textos de la psicología del ego suelen ofrecer un análisis particularmente
detallado y refinado de las dificultades propias de estos trastornos en lo referente a
la relación objetal. Sin embargo, estos psicoanalistas, al igual que los más clásicos,
no reconocen que los acontecimientos biográficos postnatales no sean los únicos
responsables de la sintomatología de los trastornos emocionales. Las observacio
nes de los estados holotrópicos de consciencia sugieren que los traumas que se pro
ducen durante la primera niñez ejercen un profundo impacto en la vida psicológica
del individuo, no sólo porque ocurren cuando el organismo aún no ha llegado a la
madurez, Jo cual afecta la formación y las bases de su personalidad, sino también
IU3
porque interfieren con el proceso de recuperación del propio trauma del nacimien
to. I stos traumas dejan abierto el acceso al nivel perinatal
Los términos que la psicología del ego usa para describir las dinámicas pos
tnatales de estos trastornos omiten las dimensiones prenatal y perinatal. La gra
tificación simbiótica a la que estos psicólogos atribuyen gran im portancia, no
sólo se refiere a la calidad del amamantamiento y la satisfacción anaclítica du
rante la niñez, sino también a la calidad del estado previo al nacimiento. Lo mis
mo ocurre con los efectos negativos producidos por una carencia sim biótica. A
modo de ilustración presentaré ahora la descripción que hace M argaret M ahler
de la fase simbiótica: “durante la fase simbiótica el bebé se com porta y funciona
como si él y su madre formaran un sistema om nipotente (unidad dual) dentro
de un límite común, es decir, com o si fuesen una m em brana sim b ió tic a .”
(Mahler 1961). De un modo similar, la regresión al autism o y a un estado au
sente de objeto posee las características propias de un regreso al vientre m ater
no y no solamente a un estado postnatal.
Otros aspectos importantes de los trastornos causados por los problemas que
se producen durante el desarrollo de la relación objetal apuntan claramente a las
dinámicas perinatales. Esta separación del mundo com o bueno o m alo, caracte
rística también de los pacientes con personalidades límites, no refleja únicamente
la idea de la inconsistencia materna (madre “buena” o ’’m ala” ) defendida por la
psicología del ego, sino que, en un sentido mucho más profundo, su origen consti
tuye la ambigüedad del papel que la madre juega en la vida del niño, incluso cuan
do las circunstancias son de lo más óptimas. Desde una perspectiva prenatal y
postnatal, representa el principio según el cual se da y mantiene la vida, a la vez
que se convierte en un elemento amenazador durante el parto.
184
explorado importantes variables relacionadas con factores genéticos, determi
nantes sociales, cambios hormonales y bioquímicos, determinantes biológicos,
psicológicos y sociales, influencias medioambientales, entre otros muchos fac
tores. Aunque ninguno de ellos ha mostrado ser una prueba suficientemente
consistente para explicar a la etiología de las psicosis funcionales.
Sin embargo, aunque la investigación biológica y bioquímica pudieran de
tectar procesos que mostraran una correlación consistente con la manifestación
de los estados psicóticos, esto de por sí, no ayudaría a comprender la naturaleza
y el contenido de las experiencias psicóticas. Ya he mencionado este problema
en un capítulo anterior, al comentar la investigación de las sustancias psiquedé-
licas en el laboratorio. En el caso de estados inducidos por psiquedélicos quími
camente puros, conocemos con exactitud la dosis y el desencadenante bioquí
mico. Pero, aún así desconocemos por completo la naturaleza y el contenido de
las experiencias, así como su variabilidad individual e interpersonal. En reali
dad sólo explica la emergencia del profundo material inconsciente a la cons
ciencia.
Una misma dosis suministrada a distintas personas, bajo las mismas circuns
tancias, puede inducir un amplio espectro de experiencias que van desde una
autoexploración analítica y retrospectiva, pasando por estados paranoicos y
maniacos, hasta llegar a estados de revelación mística. Esto muestra que las pro
babilidades de encontrar una solución biológica al complejo problema de las
psicosis son bastante remotas. Teniendo en cuenta estos hechos, resulta difícil
aceptar las especulaciones de esta índole como serias propuestas científicas. El
potencial para crear estas experiencias es claramente una propiedad inherente a
la psique humana. La fenomenología de las psicosis funcionales combina de dis
tintas formas fenómenos del nivel perinatal y transpersonal, con elementos bio
gráficos postnatales esporádicos.
Las experiencias características de la primera matriz perinatal MPB I están
representadas en la sintomatología de los estados psicóticos, tanto en sus aspec
tos positivos como negativos. Numerosos pacientes experimentan episodios de
unión simbiótica con la Gran Diosa Madre. Tienen la sensación de ser alimen
tados por su vientre o por su seno. Esto, a menudo se vive como una union con
la madre naturaleza, con la totalidad del universo y con Dios. Si estas experien
cias reciben el apoyo necesario, pueden proveer otras que corrigen esta carencia
de satisfacción simbiótica en la vida más temprana del paciente.
A la inversa, parece haber una profunda conexión entre los problemas de la
vida embrionaria y los estados psicóticos que presentan distorsiones paranoicas
de la realidad. Puesto que numerosos problemas prenatales se deben a los cam
bios químicos que se producen en el organismo de la madre, que los trasmite a
su vez al bebé, estos episodios paranoicos a menudo giran en torno a factores
tóxicos o a algún tipo de influencia dañina e invisible. Muchos pacientes psicó
ticos creen que su comida ha sido envenenada, que les están filtrando algún tipo
de gas venenoso en casa, o que un enemigo diabólico les está exponiendo a ra
diaciones peligrosas. Estas influencias hostiles coinciden con visiones de entida
des demoníacas y figuras arquetípicas malignas.
Otra fuente de estados paranoicos coincide también con el principio de la
segunda matriz perinatal. Esto no es sorprendente, si tenemos en cuenta que el
principio del parto constituye un trastorno irreversible de la existencia prenatal.
Dado lo desagradables y abrumadoras que estas situaciones pueden ser para el
feto, no resulta muy difícil imaginar que la emergencia en la consciencia de re
cuerdos del parto o de serios problemas intrauterinos pueda desencadenar sen
timientos de extrema ansiedad. Por razones obvias, la fuente de tal peligro no
puede identificarse y sigue siendo desconocida. La persona trata entonces de
proyectar estos sentimientos a situaciones amenazadoras del mundo exterior:
organizaciones secretas, nazis, comunistas, masónicas, el ku klux klan, u otro
grupo peligroso, incluso, a veces, extraterrestres. El contenido específico de es
tas experiencias suele asustar y pueden provenir de las áreas correspondientes
del inconsciente colectivo.
La segunda matriz perinatal básica MPB II, cuando está totalmente activa
da, presenta en su sintomatología psicótica los temas de profunda desespera
ción y melancolía, la sensación de una condena eterna, ejemplos de torturas in
humanas y pruebas diabólicas. Muchos de los pacientes psicóticos
experimentan una sensación de sufrimiento interminable en el infierno y tortu
ras que parecen proceder de algún plan especialmente concebido. Los estudios
186
psicoanalíticos muestran que la máquina que ejerce influencias, que describen
muchos pacientes psicóticos, y que es causante de una agonía insoportable re
presenta en realidad el cuerpo de la “mala madre”. Aún así, dichos estudios fa
llan a la hora de reconocer que ese cuerpo de la madre, que tortura y es peligro
so, corresponde al de la madre que está dando a luz y no a la madre que luego
alimenta y nutre (Tausk 1933). Otros temas psicóticos relacionados con la se
gunda matriz perinatal MPB II son las experiencias en las que aparecen figuras
absurdas y extrañas, de mundos sin sentido, autómatas y un ambiente de circo
grotesco.
Por su parte, la MPB III añade al cuadro clínico de los estados psicóticos
otras tantas facetas, también propias de esta compleja matriz. El aspecto titáni
co se manifiesta bajo la forma de tensiones insoportables, poderosas corrientes
y descargas energéticas. Las imágenes y los temas correspondientes están rela
cionados con escenas violentas de guerras, revoluciones, y masacres sangrien
tas. Estas escenas alcanzan a veces proporciones arquetípicas y relatan motivos
de dimensiones cósmicas, como por ejemplo batallas entre las fuerzas del bien y
el mal, ángeles luchando con demonios, titanes que desafían a los dioses, o su-
perhéroes que luchan con monstruos mitológicos.
Los elementos agresivos y sadomasoquistas de la MPB III hacen que las vi
siones de los pacientes psicóticos giren en torno a crueldades de todo tipo, vio
lencia ocasional, automutilaciones, crímenes sangrientos y suicidios. Muestran
visiones y fantasías sexuales aberrantes, así como experiencias de ataques se
xuales. También son características de esta tercera matriz las visiones de dolo-
rosas intervenciones en la zona de los genitales, y el particular interés por las
heces y demás sustancias biológicas; del mismo modo que la magia atribuida a
las funciones excretorias nos permiten percibir la intervención de la faceta esca-
tológica de la MPB III. Lo mismo ocurre con la coprofilia y la coprofagia, la re
tención de orina y heces o, inversamente, la falta de control sobre el esfínter.
Experiencias de elementos satánicos, como puedan ser rituales de misas negras,
combinan, de una manera particular, los elementos de muerte, sexo, agresión v
escatología con esta tercera matriz. Estos elementos son comunes a las expe
riencias de los pacientes psicóticos.
187
I a transición de la tercera matriz (MPB III) a la cuarta (MPB IV) contri
buye al espectro de experiencias psicóticas de muerte y renacimiento pisico-
espiritual, visiones de destrucción y recreación del mundo, así como a las es
cenas del juicio final. Puede ir acompañada de una identificación con Cristo
o figuras arquetípicas que representan a la muerte y a la resurrección. Esto
hace que las personas conecten con sentimientos mesiánicos y padezcan una
inflación del ego. A si mismo, las personas suelen experimentar fantasías y
pueden experimentar también la maternidad y la paternidad del niño divino.
Otras experiencias características serían la Epifanía divina, visiones de la
Gran Diosa Madre o una identificación con ella, encuentros con seres angéli-
cales o deidades luminosas. Los sentimientos de salvación o redención tam
bién pertenecen a estas manifestaciones características de la cuarta matriz
perinatal básica, MPB IV.
En un principio, cuando sugerí que una gran parte de la sintomatología
podía ser concebida en términos de dinámicas perinatales (Grof 1975), no
pude encontrar ningún estudio médico que apoyara o incluso considerara
esta hipótesis. Es sorprendente observar en qué medida los científicos han
omitido la posible relación entre las psicosis y el trauma del nacimiento. Hoy
en día, casi un cuarto de siglo después, existen claras evidencias médicas de
que el trauma del nacimiento juega un papel importante en la génesis de las
psicosis.
De hecho, las infecciones virales durante el embarazo materno y las com
plicaciones obstétricas durante el nacimiento, incluidos los partos muy lar
gos y la falta de oxígeno, son unos de los pocos factores que pueden contri
buir a la esquizofrenia (Warner 1995, Wright et al. 1997, Verdoux y Murray
1998, Kane 1999, Dalman et al. 1999). Debido a la gran influencia ejercida
por la psiquiatría de orientación biológica, las interpretaciones de estos da
tos tienden a considerar que el nacimiento pudo haber causado daños cere
brales indetectables por los métodos de diagnóstico actuales. Los teóricos y
médicos convencionales niegan que el nacimiento pueda constituir semejante
trauma psicológico.
Aunque las experiencias perinatales, descritas anteriormente, a menudo re-
1 88
presentan una combinación de recuerdos biológicos del parto e imágenes ar-
quetípicas con temas correspondientes, la fenomenología de los estados psicóti-
cos también puede contener varias experiencias transpersonales en su forma
pura, sin la mezcla de los elementos biológicos perinatales. La más común de
esas experiencias la constituyen los recuerdos de vidas pasadas, contactos con
inteligencias extraterrestres, y encuentros con deidades y demonios. También es
posible que las personas diagnosticadas como psicóticas tengan experiencias
profundamente espirituales. Pueden por ejemplo identificarse con Dios, el
Absoluto, o con el vacío cósmico.
Muchas de las experiencias descritas coinciden con las relatadas por místi
cos, santos, profetas y maestros espirituales de todas las épocas. Según lo que
hemos visto anteriormente, es absurdo atribuir todas estas experiencias a algún
proceso patológico del cerebro o a alguna otra parte del cuerpo, sin embargo,
esto es habitual en psiquiatría. Lo que plantea la pregunta de la relación entre la
psicosis y la experiencia mística. He utilizado hasta el momento los términos
psicosis y psicótico de acuerdo con la terminología psiquiátrica, aunque las ob
servaciones y las experiencias de los estados holotrópicos sugieren la inminente
necesidad de volver a definir el concepto de psicosis.
Cuando observamos estas experiencias en el contexto de una cartografía de
la psique que no se limita exclusivamente al nivel biográfico postnatal, es decir,
una que incluya el ámbito perinatal y transpersonal, resulta muy claro que la di
ferencia entre el misticismo y los trastornos mentales tiene menos relación con
la naturaleza y el contenido de las experiencias que con la actitud que se tiene al
respecto, el “estilo de la experiencia” del individuo, el modo de interpretarla, y
la habilidad para integrar estas experiencias. Joseph Campbell a menudo usaba
en sus charlas una cita que expresa esta relación: “el psicótico se ahoga en las
mismas aguas en que el místico nada con deleite.” Compartiría de buen gusto
esta cita tan apropiada, si no fuese porque mis propias observaciones se basan
sobre todo en que las experiencias del místico suelen ser difíciles y no precisa
mente un deleite. Aún así, el místico es capaz de ver estos retos en un contexto
más amplio; el del camino espiritual con un objetivo mucho más profundo y de
seable.
189
Kste enfoque de las psicosis tiene unas implicaciones muy profundas, no sólo
para la teoría y la práctica terapéutica, sino también para el desenlace de estos
estados, l as observaciones resultantes de la terapia vivencial confirman con cre
ces las ideas alternativas y revolucionarias con las que los pioneros C. G. Jung
(196()c), Roberto Assagioli (1977), y Abraham Maslow (1964) entendían las
psicosis. Trataremos de forma mucho más extensa este tema en el capítulo si
guiente.
190
CAPÍTULO CUATRO
191
dor. Es un juego de pal abras que subiere el concepto de crisis a la ve/ que alu
de a la oport uni dad de "em erger"* de elevar la consciencia a un m ayor nivel de
f u n c i on a mi e n t o ps i c o l óg i c o y espiritual. Para ello, y d en tro de este c o n te x to ,
nos referimos a menudo al ideogram a chino de crisis que ilustra la idea básica
de emergencia espiritual. Éste se com pone de dos im ágenes, una representa el
peligro, y la otra la oportunidad.
Hntre los beneficios que pueden resultar de estas crisis psicoespirituales, p o
demos citar una mayor salud psicosom ática, una m ayor alegría de vivir, una es
trategia de vida más satisfactoria y una visión del m undo más am plia que c o m
prende tam bién la dim ensión esp iritu al de la e x iste n c ia . P or lo g e n era l, la
finalización e integración positiva de tales episodios conlleva a su vez una signi
ficativa reducción de la agresividad y una m ayor co n scie n cia ra c ia l, p o lític a ,
más tolerancia religiosa, con scien cia e co ló g ica , y p rofu n d os c a m b io s en la je
rarquía de los valores y de las prioridades. En este sentido, no resulta exag erad o
afirm ar que una integración óptim a de las crisis psicoespirituales puede tra s la
dar el individuo a un mayor nivel de evolución de la consciencia.
Por otra parte, durante los últim os años ha au m en tad o el in terés p o r las
cuestiones espirituales. Esto ha originado una extensa exp erim en tación con las
llamadas ’’tecnologías de lo sag rad o” de origen antigu o, ab orig en y m o d ern o .
Este interés se ha m anifestado incluso en las técnicas que alteran la con scien cia
y facilitan la apertura espiritual. Entre ellas se encu entran , por e je m p lo , d iver
sos m étodos ch am án icos, p rácticas de m ed itación o rie n ta les, su b sta n cia s psi-
quedélicas, poderosas psicoterapias vivenciales, así co m o m étod os d e sa rro lla
dos en laboratorios por la psiquiatría vivencial. Según las encuestas llevad as a
cabo entre el público, el núm ero de am ericanos que ha tenid o una e xp erien cia
espiritual ha aum entado considerablem ente durante la segunda m itad de este si
glo. Esto también parece haberse visto acom pañad o por un aum en to de las c ri
sis psicoespirituales.
Cada vez más personas parecen darse cu enta de que una verd ad era e sp iri
tualidad, basada en experiencias personales profundas, constitu ye una parte de
vital im portancia en la dimensión de la vida. En vista de la g alop ante crisis g lo
bal derivada de la orien tación m aterialista de la civ ilizació n te c n o ló g ic a o c c i-
192
dental, no queda duda de que estamos pagando un alto precio por haber rene
gado de, y rechazado, la espiritualidad. Con ello, hemos apartado de nuestras
vidas una fuerza que nos nutre, nos fortalece, y da sentido a nuestra existencia.
Este hecho presenta dos consecuencias básicas. Por una parte, el peaje que
pagamos en relación a la pérdida de la espiritualidad se traduce individualmen
te en un empobrecimiento, una alienación y un descontento por la forma de
vida, así como por un aumento de los trastornos emocionales y psicosomáticos.
Por otra parte, la ausencia de valores espirituales lleva colectivamente a formas
de vida que ponen en peligro la supervivencia de la vida en nuestro planeta.
Entre ellas, el saqueo de recursos no renovables, la contaminación del medio
ambiente, la alteración del equilibrio ecológico, y el uso de la violencia como
principal medio para resolver problemas.
Por ello, es preciso que tratemos de encontrar modos que nos traigan de nue
vo a nuestra vida individual y colectiva la espiritualidad. Esto incluiría no sólo
el reconocimiento teórico de la espiritualidad como un aspecto vital de la exis
tencia, sino también el apoyo de actividades sociales que mediarían el acceso a
las dimensiones espirituales de la realidad. Una gran parte de este esfuerzo con
llevaría el desarrollo de un sistema de apoyo adecuado para las personas en cri
sis de apertura espiritual, que permitiría, además, utilizar el potencial positivo
de las emergencias espirituales.
En 19 8 0 , Christina fundó una red de emergencia espiritual llamada SEN
(Spiritual Emergence Network). Es una organización que conecta individuos
que sufren crisis psicoespirituales con profesionales competentes y deseosos de
proveer una asistencia basada en la nueva comprensión de estos estados. Hoy
en día existen en el mundo varias filiales del SEN.
194
una carencia prolongada de sueño, o intoxicaciones. Los traumas psicológicos
pueden además movilizar el inconsciente, particularmente cuando incluyen ele
mentos que son reminiscencias de traumas anteriores, que forman parte de sis
temas CO EX significativos. El fuerte potencial del parto como desencadenante
de las crisis psicoespirituales parece reflejar el hecho de que el nacimiento da lu
gar a un debilitamiento biológico junto con una reactivación específica de los
recuerdos perinatales.
Los fracasos y desengaños en la vida personal y profesional de un individuo
pueden contrarrestar las motivaciones externas y las ambiciones de la persona.
Esto hace que sea más difícil usar las actividades externas como un escape de
los problemas emocionales, lo cual lleva a una huida psicológica de las cuestio
nes que implican una atención interior. Como resultado de ello, el contenido in
consciente puede emerger a la consciencia e interferir en la vida diaria del indi
viduo, o incluso llegar a dominarla.
195
Desafortunadamente, es prácticamente imposible establecer tal diferenciación
debido al modelo que se usa en medicina somática. A diferencia de las enferm e
dades tratadas por la medicina som ática, los estados psicóticos que no son cla
ramente orgánicos por naturaleza, las “ psicosis funcionales” , no tienen defini
ción medica. De ahí que sea altamente cuestionable el que reciban el apelativo
de enfermedades.
l as psicosis funcionales no son enfermedades en el mismo sentido que por
ejemplo la diabetes, la fiebre tifoidea, o la anemia. No ofrecen ninguna prueba
clínica específica o de laboratorio que apoye el diagnóstico o justifique la creen
cia de que posean un origen biológico. El diagnóstico de dichos estados se basa
tan sólo en la observación de experiencias y com portam ientos inusuales para
los que la psiquiatría contemporánea carece de explicación convincente. El atri
buto poco significativo de “endógeno,” que suele em plearse para estas co n d i
ciones, equivale a admitir la ignorancia relativa a estas cuestiones. N o existe a c
tualmente razón alguna para referirnos a estas cond iciones con el nom bre de
“enfermedades m entales,” o asum ir que las experien cias que las acom p añan
sean producto de un proceso patológico del cerebro que aún ha de ser d escu
bierto por investigaciones futuras.
Si nos detenemos a pensar un poco, nos damos cuenta de que es muy poco
probable que un proceso patológico que ataña al cerebro pueda generar el in
creíble espectro de experiencias actualm ente d iagnosticadas com o p sicóticas.
;C ó m o puede ser que procesos anorm ales en el cerebro generen exp erien cias
como puedan ser las secuencias específicas de muerte y renacim iento psicoespi-
ritual, identificaciones convincentes con C risto en la cruz o la figura danzante
de Shiva, o más aún, un episodio que relate la muerte en las barricadas parisi
nas durante la Revolución Francesa, o com plejas escenas de abducción por alie
nígenas?
Incluso cuando experiencias similares a éstas se m anifiestan b ajo circunstan
cias en las que los cambios biológicos sí pueden ser definidos de form a precisa,
como sería el caso en la administración de dosis específicas de L SD -25 puro, la
naturaleza y el origen de su contenido sigue siendo un profundo m isterio. El es
pectro de posibles reacciones que ofrece la LSD es muy am plio e incluye episo
196
dios místicos, sentimientos de unidad cósmica o con Dios, recuerdos de vidas
pasadas, visiones apocalípticas o respuestas exclusivamente psicosomáticas, en
tre muchas otras. De una forma similar, una misma dosis administrada a distin
tas personas, o a un mismo individuo en distintas ocasiones, puede inducir ex
periencias muy variadas.
Es obvio que los cambios químicos que se producen en el organismo catali
zan la experiencia aunque no son capaces, por sí mismos, de crear estas visiones
así como las profundas comprensiones filosóficas o espirituales. Sino que éstos
facilitan el acceso a una nueva y verdadera información acerca de los diversos
aspectos del universo. La administración de LSD, o de substancias similares,
puede explicar la emergencia del profundo material inconsciente en la conscien
cia, pero no puede explicar ni su naturaleza ni su contenido. La comprensión de
la fenomenología de los estados psiquedélicos requiere un enfoque mucho más
sofisticado que la simple referencia a procesos biológicos o bioquímicos del
cuerpo. Un enfoque razonable debería incluir a la psicología transpersonal, la
m itología, la filosofía, así como a las religiones comparadas. Esto también se
aplica directamente a las crisis psicoespirituales.
Las experiencias que se manifiestan durante las crisis de emergencias espiri
tuales no son, de ningún modo, productos artificiales de procesos fisiopatológi-
cos aberrantes que suceden en el cerebro, sino que pertenecen a la psique.
Naturalmente, para poder verlo de tal manera, es preciso trascender la estrecha
visión que la psiquiatría más convencional tiene de la psique, y usar un amplio
y extendido m arco conceptual. Un ejemplo de ello lo constituyen los diversos
mapas presentados en los capítulos anteriores. Entre ellos cabe nombrar el es
pectro psicológico de Ken W ilber (W ilber 19 7 7 ), la psicosíntesis de Roberto
Assagioli (Assagioli 1 9 7 6 ), y el concepto de la psique como an im a m u n ái de
C .G Jung, o el alma del mundo, que incluye al inconsciente colectivo arquetípi-
co y colectivo (Jung 1958). Una comprensión tan amplia de la psique también
es característica de las grandes filosofías orientales y de las tradiciones místicas
del mundo.
Puesto que las psicosis funcionales no están definidas médicamente sino psi
cológicam ente, es imposible proveer un riguroso diagnóstico diferencial entre
197
las emergencias espirituales y las psicosis de la forma en que acostum bra a h a
cerse en la practica medica respecto a las distintas form as de encefalitis, tu m o
res cerebrales, o demencias. Al considerar este hecho, es imposible llegar a c o n
clusiones que nos lleven a un d iagnóstico. ¿C óm o podem os acerca rn o s a este
problema y que podemos ofrecer en lugar de un d iagnóstico diferencial a m b i
guo entre las emergencias espirituales y las enfermedades mentales?
lina alternativa viable sería definir el criterio que perm itiría determ inar que
clase individuo que esté pasando por un estado de consciencia h o lo tró p ica in
tensa sería un buen candidato para una estrategia terapéutica que pudiera ap o
yar el proceso. A la inversa, podríam os tratar de determ inar b a jo qué circu n s
tancias no sería apropiad o utilizar un enfoq u e a ltern a tiv o y cu á n d o sería
preferible la práctica rutinaria de supresión de síntom as m ediante la ad m in is
tración de fármacos.
Un requisito necesario para tal evaluación consiste en un buen exam en m é
dico que elimine las condiciones que son de naturaleza orgánica y requieran tra
tamiento biológico. Una vez que este requisito se haya cum plido, la siguiente di
rectriz a seguir es la fenom enología de los estados no ordinarios de consciencia
en cuestión. Las emergencias espirituales im plican la co m bin ació n de las ex p e
riencias biográficas, perinatales y tran sp ersonales d escritas previam ente en la
discusión de la carto g rafía de la psique con sid erad a con m ay o r am p litu d .
Experiencias de esta índole pueden inducirse en un grupo de personas “ n o rm a
les” seleccionadas al azar, no mediante la adm inistración de substancias psique-
délicas, sino con medios sencillos com o la m editación, la percusión ch am án ica,
una respiración acelerada, música evocativa, tra b a jo corp oral y una gran varie
dad de técnicas que en ningún m om ento suponen la ingestión de drogas.
Aquellos de nosotros que trab ajam os con la respiración h o lo tró p ica p o d e
mos observar diariam ente este tipo de experiencias en nuestros talleres y sem i
narios. Por eso tenemos la oportunidad de apreciar el potencial tran sfo rm ad o r
y sanador de estos estados. Ante este hecho, resulta difícil atribu ir exp erien cias
similares a alguna patología exótica y desconocida cuando éstas suceden de fo r
ma espontánea en la vida diaria. Es por lo tanto fundam ental acercarn o s a estas
experiencias de la misma m anera en que nos ap ro xim am o s a ellas d u ran te las
19H
sesiones holotrópicas. Es decir, animando a las personas a que se entreguen al
proceso y apoyando la emergencia y la expresión plena del material inconscien
te que se pone a nuestro alcance.
O tro pronóstico significativo es la actitud de la persona respecto al proceso
y a su estilo vivencial. Es realmente alentador cuando las personas que tienen
experiencias holotrópicas reconocen que se trata de un proceso interior y están
interesadas y abiertas al trabajo vivencial. Por otra parte, las estrategias trans
personales no son particularmente apropiadas para aquellas personas que care
cen de esta comprensión elemental y usan de forma predominante los mecanis
mos de proyección, o sufren manía persecutoria. La capacidad para crear una
buena relación de trabajo con un alto grado de confianza es otro requisito pre
vio absolutam ente esencial en todo trab ajo psicoterapéutico con personas en
crisis.
Del m ism o m odo, es prim ordial prestar atención a la manera en que los
clientes hablan de sus experiencias. El estilo de la comunicación a menudo ayu
da a distinguir a los clientes prometedores de aquellos que no parecen apropia
dos o son cuestionables. Así, será un buen indicador el que la persona describa
sus experien cias de form a coherente y concisa, por extraordinario y extraño
que sea su contenido. En este sentido, sería algo semejante a escuchar el relato
de una persona que acaba de tener una sesión psiquedélica y describa inteligen
temente a otra, que no esté informada al respecto, experiencias que pueden pa
recer extrañas y extravagantes.
199
quiarricos no li.ui sillo fructíferos, .1 excepción ele aquellos cuya naturaleza es
claramente orgánica.
Existe un desacuerdo general, tanto entre los psiquiatras individuales como
entre las sociedades psiquiátricas de diversos países, cuando se trata de definir
estos trastornos. Aunque el DSM ha sido revisado y actualizado en distintas
ocasiones, los médicos afirman tener dificultades para que los síntomas de sus
clientes coincidan con los de las categorías diagnósticas oficiales. Las emergen
cias espirituales no constituyen ninguna excepción. Es más, encasillar una per
sona que se encuentra en una crisis psicoespiritual en un casillero que lleva una
etiqueta es bastante problemático debido a que la fenomenología de estas crisis
es muy diversa e inhabitual, y puede darse en todos los niveles de la psique.
Los síntomas de las crisis psicoespirituales representan una manifestación y
exteriorización de las profundas dinámicas de la psique humana. La psique hu
mana individual es un sistema multidimensional de varios niveles, sin divisiones
ni límites internos. Durante las crisis, los elementos procedentes de la biografía
postnatal y del inconsciente individual freudiano se producen al mismo tiempo
que las dinámicas del nivel perinatal y transpersonal. De ahí que no podamos
esperar encontrarnos con una demarcación clara y definida de cuáles podrían
ser los distintos tipos de emergencias espirituales.
Sin embargo, nuestro trabajo con personas en crisis, los intercam bios con
colegas que realizan un trabajo similar, y el estudio de las publicaciones han lo
grado convencernos de que es posible y beneficioso esbozar lo que pueden ser
las formas de crisis psicoespirituales más importantes. Es decir, aquellas que tie
nen las características sobresalientes suficientes como para diferenciarse de las
demás. Naturalmente, sus límites distan de ser claros y veremos com o en la
práctica muchos de éstos se superponen.
De acuerdo con nuestras observaciones, presentaré en primer lugar una lista
de las crisis psicoespirituales más importante, para luego com entarlas breve
mente.
1. Crisis chamánicas
2. Despertar de la kundalini
200
3. Episodios de consciencia unitiva (“experiencias cum bre” )
4 . R enovación psicológica mediante un retorno al centro
5. C risis de apertura psíquica
6. Experiencias de vidas pasadas
7. C om u nicación con guías espirituales y “canalización”
8. Experiencias cercanas a la muerte (N D E= N ear Death Experiences)
9. E ncuentros con O V N Is y experiencias de abducción por alienígenas
10. E stados de posesión
11. D rogad icción y alcoholism o
cas, por ejemplo con “espíritus de animales” o “animales de poder.” Estos via
jes visionarios, una vez que se han superado positivamente, pueden ser profun
damente sanadores. En estas crisis, los jóvenes chamanes a menudo se liberan
de enfermedades psicosomáticas, emocionales, e incluso físicas. Esa constituye
la razón de que se les suela llamar “sanadores heridos.”
Durante esta experiencia el iniciado suele acceder a un conocim iento pro
fundo de las causas energéticas y metafísicas de las enfermedades. Lo que le per
mite luego curarse a sí mismo y a los demás. Una vez superada la crisis de ini-
202
203
204
ciación, la persona se convierte en chamán y regresa como un miembro de la
comunidad que funciona normalmente y es muy respetado por los demás. En
estos casos, el hombre, o la mujer, asume y desempeña el papel de sacerdote o
sacerdotisa, visionario-a o curandero-a.
Las personas de América, Europa, Asia y Australia que asisten a nuestra for
mación o a talleres de respiración holotrópica tienen, a veces, durante sus sesio
nes, experiencias muy similares a estas crisis. Este tipo de experiencias incluyen
elementos de tortura emocional y física, muerte y renacimiento, pero también
episodios de conexión con animales, plantas, así como con las fuerzas de la na
turaleza. Las personas que tienen estas crisis muestran también la tendencia a
205
R e p r e s e n ta c ió n artística d e las cu a tro m atrices p erin a ta les q u e su g iere q u e los
c u a tr o p a tr o n e s su b y a ce n tes con stitu y en m a n ifesta cio n es d e una secu en cia ar-
q u e t íp ic a q u e n o s o lo g o b ie r n a el n a cim ien to h u m a n o , sin o ta m b ién v a ried ad
d e o tr o s p ro c e so s.
206
20H
L as E x p erien cias d e la ku n d alin i están en tre las manifestaciones comunes de los
es ta d o s h o lo t r ó p ic o s d e co n scien cia. En la p rim era im ag en : experiencia del sis
tem a d e c h a k ras y otra s p a rtes d el cu erp o en e rg ético en una sesión de respira
ción h o lo tr ó p ic a .
La siguiente es una pintura que representa la apertura del chakra del corazón en
una sesión psiquedélica.
211
recrear, de forma espontánea, rituales conducidos por chamanes de distintas
culturas. Incluso se lia dado el caso de profesionales de la salud que han tenido
estas vivencias y han utilizado posteriormente la sabiduría adquirida en su tra
bajo, creando así modernas versiones de chamanismo.
l a actitud de las culturas aborígenes hacia las crisis chamánicas se ha atri
buido muchas veces al hecho de que éstas no poseen un conocimiento psiquiá
trico elemental. Según esta creencia, esta carencia llevaría los nativos a interpre
tar como fuerza sobrenatural toda experiencia o comportamiento inexplicable.
Sin embargo, esto no es cierto, ya que las culturas que reconocen y respetan a
los chamanes saben distinguir sin problemas a aquellas personas que están en
fermas o locas.
Para ser reconocido como chamán, el individuo debe haber completado el ca
mino de la transformación y haber integrado los complejos desafíos que presen
tan los estados de consciencia holotrópica. Esto significa que dicho hombre o mu
jer debe funcionar tan bien como los demás miembros de la tribu. Por otra parte,
la manera en que estas culturas entienden y tratan las crisis chamánicas constituye
un modelo muy valioso de cómo tratar las crisis psicoespirituales en general.
Despertar de la Kundalini
La manifestación de esta forma de crisis psicoespiritual se asemeja a las des
cripciones del despertar de la K u n dalin i, o “Poder de la Serpiente” , que se en
cuentran en la antigua literatura india. Según los yoguis, la kundalini es la ener
gía cósmica generadora. Femenina por naturaleza, es responsable de toda la
creación del cosmos. En su forma latente reside en la base de la columna verte
bral, en el cuerpo sutil o energético. Es el campo que difunde, impregna y rodea
todo el cuerpo físico. Esta energía latente puede verse activada por determ ina
dos ejercicios, la meditación, la intervención de un hábil m aestro espiritual
(gurú), o también por razones desconocidas.
La kundalini, o sh akti, una vez activada, se eleva a través de los n ad is, cana
les o conductos en el cuerpo sutil. Al ascender, libera viejas improntas traum áti
cas y abre los centros de energía psíquica llamados cb a k ra s. Este proceso, alta
mente valorado y reconocido como beneficioso en la tradición yóguica, ofrece
?12
ciertos peligros y requiere la dirección de un gurú experto, con una kundalini ya
despierta y estabilizada. Los signos más drásticos de despertar de la kundalini
son las manifestaciones físicas y psicológicas de las llamadas kriyas.
Las kriyas son intensas sensaciones de energía y calor que van subiendo por
la columna vertebral. Estas pueden asociarse también con violentos temblores,
espasmos y contorsiones. También pueden producirse fuertes oleadas de emo
ciones inexplicables, como ansiedad, rabia, tristeza o alegría y éxtasis. Estas
pueden aparecer de forma súbita, dominando la psique. Todos estos síntomas
pueden presentarse acompañados de visiones de luz brillante, seres arquetípicos
y una variedad de sonidos interiores. Muchas personas que sufren este proceso
también experimentan recuerdos de vidas pasadas. Otra característica es un
comportamiento incontrolado e involuntario: hablar en otros idiomas, cantar
canciones desconocidas o invocaciones sagradas (mantras), o reproducir una
variedad de sonidos y movimientos animales.
C. G. Jung y sus colaboradores dedicaron una serie de seminarios especiales a
estos fenómenos (Jung 1996). La perspectiva de Jung respecto a la kundalini mos
tró ser probablemente el error más grande de toda su carrera. Concluyó que el
despertar de la kundalini era un fenómeno exclusivo del mundo oriental, con lo
cual, predijo que necesitaríamos esperar al menos mil años para que esta energía
empezara a ponerse en marcha en occidente como resultado de la psicología pro
funda. Durante las últimas décadas, se han observado inconfundibles signos de
despertar de la kundalini en miles de occidentales. La observación de este fenóme
no se debe en gran parte al trabajo de Lee Sannella, psiquiatra y oftalmólogo cali-
forniano que estudió cerca de mil casos y resumió sus descubrimientos en un libro
titulado T he K undalini E x p erien ce: Psicosis o r Transcendence (La Experiencia
Kundalini: Psicosis o Trascendencia) (Sannella 1987).
Tal y como nos lo indica esta lista, una experiencia cumbre nos produce la
sensación de haber superado la habitual fragmentación entre la mente y el cuer
po. £ o n ello, sentimos que hemos alcanzado un estado de unidad y plenitud.
Trascendemos la normal distinción entre sujeto y objeto y experimentamos una
unión extática con la humanidad, la naturaleza, el cosmos y Dios. Esto va aso
ciado con una intensa sensación de felicidad, beatitud, serenidad y paz interior.
Hn una experiencia mística de este tipo, abandonamos la realidad ordinaria del
espacio tridimensional y el tiempo lineal, para entrar en un reino metafísico que
trasciende todas estas categorías. En este estado, lo infinito y lo eterno se con
vierten en realidades vivenciales. I.a cualidad numinosa de este estado no tiene
relación alguna con las creencias religiosas pasadas, sino que refleja una percep
ción directa de la naturaleza divina de la realidad.
214
Las descripciones de las experiencias cumbre están, por lo general, llenas de
parad ojas. Las experiencias muchas veces pueden describirse com o “vacías de
contenid o,” pero, sin embargo, también lo contienen todo. No tienen un conteni
do determ inado, pero lo contienen todo en su forma potencial. Podemos tener la
sensación de ser simultáneamente todo y nada. Al perder nuestra identidad perso
nal y la lim itación del ego, sentimos que nos hemos expandido de tal forma que
abarcam os el universo. De forma muy similar, podemos percibir las formas como
vacías, o lo vacío com o cargado de formas. Incluso podemos alcanzar un estado
en el que percibimos que el mundo existe a la vez que no existe.
La experiencia cum bre transm ite lo que parece ser la sabiduría última, el co
n o cim ien to relacio n ad o con niveles cósm icos que los Upanishads describen
co m o “co n o cer E sto ; el co n o cim ien to que proporciona el conocim iento de
to d o .” Lo que aprendem os durante esta experiencia es inefable, no puede des
crib irse con p alabras. La naturaleza y estructura de nuestro lenguaje parecen
ser inadecuadas para esto. Sin em bargo, la experiencia puede cam biar profun
dam ente nuestro sistema de valores y nuestra estrategia existencial.
D eb id o a la n atu raleza benéfica y al potencial positivo de la experiencia
cum bre, ésta pertenece a la categoría de emergencia espiritual menos problemá
tica. E stas exp erien cias, debido a su naturaleza, son transitorias y limitadas, y
no existe razón alguna para que tengan consecuencias adversas. Aunque, debi
do a la ignorancia de nuestra cultura y a la interpretación errónea de las cues
tiones espirituales por parte del cuerpo psiquiátrico, gran número de personas
en estos estados acaban siendo hospitalizadas, se les receta tranquilizantes y son
etiquetadas con una patología.
216
bre em ergencias espirituales La tormentosa búsqueda del ser (The Stormy
Search for the Self, G rof and G rof 1 9 9 0 . Trad. Castellana: La tormentosa bús
queda del ser, La Liebre de M arzo, 19 9 5 .) donde se dan ejemplos de experien
cias dolorosas o que constituyen un reto, así como de descubrimiento de nues
tra propia divinidad.
En esta fase del proceso, estas gloriosas experiencias son interpretadas como
una apoteosis personal, un ritual de celebración por el que uno eleva su expe
riencia de sí mismo a un estatus humano superior o más allá de lo humano. Uno
se transform a por ejemplo en un gran dirigente, en el salvador del mundo, o in
cluso en el Señor del Universo. Esto se asocia a menudo con un profundo senti
do de renacim iento espiritual que substituye la anterior preocupación por la
m uerte. Cuando se com pleta e integra la experiencia, uno suele imaginarse un
futuro ideal, un mundo gobernado por el amor y la justicia, y donde todos los
males han sido superados. Una vez que la intensidad del proceso disminuye, el
individuo se da cuenta de que todo este drama fue un proceso de transform a
ción psicológica limitado a su mundo interior y que no necesariamente implica
ba la realidad externa.
Según Jo h n Perry, el proceso de renovación mueve al individuo hacia lo que
Ju ng llam ó “ la individuación” que es una m anifestación y expresión absoluta
del potencial más profundo de uno mismo. Un aspecto de la investigación de
Perry merece especial atención, puesto que ofrece la evidencia más convincente
en contra de la com prensión biológica simplista de las psicosis. Perry fue capaz
de m o strar que las experiencias que acom pañaban el proceso de renovación
concuerdan con los temas principales de los dramas reales representados el pri
mer día del año en muchas culturas antiguas.
En estas culturas, estos dramas tenían la función de celebrar el advenimiento
del año nuevo. Éstos solían interpretarse durante lo que Perry ha llamado “ la
era arcaica del m ito encarnad o.” Periodo histórico en que las culturas conside
raban a sus dirigentes dioses encarnados. Este fue, por ejemplo, el caso de los
faraones egipcios, los incas peruanos, los reyes hebreos y los emperadores chi
nos y japoneses (Perry 1 9 6 6 ). El potencial positivo de este proceso de renova
ción y su profunda conexión con el sim bolism o arquetípico, así com o con de
terminados periodos de la historia de la humanidad, constituye un argum ento
convincente en contra de la teoría que considera estas experien cias com o un
producto caótico y patológico de cerebros enfermizos.
221
encarnados, como entidades suprahumanas, o deidades muy sabias que existen
c'n un plano de consciencia más elevado. A veces adquieren la forma de una per
sona; otras se manifiestan como una intensa fuente de luz, o simplemente dejan
que se sienta su presencia. Sus mensajes se reciben por transferencia directa de
pensamiento o por medios extrasensoriales. En algunos casos, la comunicación
también puede tomar la forma de mensajes verbales.
Un fenómeno particularmente interesante de esta categoría es el de la can ali
zación , que ha recibido durante los últimos años especial atención, tanto por
parte del público como de los medios de comunicación. Una persona que cana
liza transmite a otras los mensajes recibidos de una fuente externa a su cons
ciencia. Ocurre cuando se habla durante un estado de trance, mediante la escri
tura automática, o grabando los pensamientos recibidos telepáticamente. La
canalización ha jugado un papel importantísimo a lo largo de la historia de la
humanidad. Entre las enseñanzas canalizadas se encuentran numerosas escritu
ras que han tenido una enorme influencia cultural. Por ejemplos los antiguos
Vedas indios, el Corán, y el libro de los Mormones. Un ejemplo moderno nota
ble de un texto canalizado es el Curso de los M ilagros, grabado por la psicóloga
Helen Schucman (Anónimo 1975).
Las experiencias de canalización pueden desencadenar una crisis psicológica
y espiritual grave. Una posibilidad es la de que el individuo implicado interprete
la experiencia como una señal de un inicio de locura. Esto resulta bastante fre
cuente, sobre todo cuando la canalización incluye voces interiores, que es un
conocido síntoma de las esquizofrenias paranoides. La cualidad del material ca
nalizado varia en la importancia de la información. Pueden ser asuntos de me
nor o mayor importancia. En ciertas ocasiones, la canalización puede proveer
consistentemente información verdadera acerca de personas totalmente desco
nocidas. Una vez más, este hecho puede llegar a ser una prueba muy convincen
te de la existencia de las realidades supranaturales y llevar a una gran confusión
filosófica a aquellas personas ateas o científicas que tengan una visión materia
lista del mundo.
Los guías espirituales son por lo general considerados como seres espiritua
les con un alto nivel de evolución de consciencia, dotados de una inteligencia
222
superior y una integridad moral extraordinaria. Esto puede llevar consigo un
problema de inflación del ego por parte de la persona que canaliza, quien puede
pensar que tiene a su cargo una misión especial y que esta facultad resulta ser la
prueba de su superioridad.
223
sonal, las personas lo perciben como una entrevista con Dios y suelen recibir
lecciones relativas a la existencia y a las leyes universales, Esto les brinda la
oportunidad de evaluar su pasado mediante estos nuevos parámetros. Luego,
deciden regresar a su realidad ordinaria y vivir sus vidas de una manera con
gruente con los principios que lian aprendido. I ras la publicación de su libro,
muchos investigadores lian confirmado repetidas veces los descubrimientos de
Moodv.
I.a mayoría de los que sobreviven emergen de la experiencia cercana a la
muerte habiendo cambiado profundamente. Adquieren una visión universal y
espiritual de la realidad, un nuevo sistema de valores, y una estrategia de vida
radicalmente distinta. Sienten un profundo aprecio por estar vivos, así como
una gran afinidad por todos los seres y un gran interés por el futuro de la huma
nidad y del planeta. Sin embargo, aunque este encuentro con la muerte sea posi
tivo, no significa que la transformación sea fácil.
Las experiencias cercanas a la muerte llevan a menudo a emergencias espiri
tuales. Una poderosa NDE puede transformar de forma radical la visión que es
tas personas tienen del mundo. Puede llevarlas, de forma brusca y sin previo
aviso, a realidades totalmente diferentes. Un accidente de coche a una hora pun
ta o un ataque al corazón en medio de una sesión de footing pueden propulsar a
alguien, en cuestión de segundos, a una aventura visionaria y fantástica que des
garrará su realidad cotidiana. Por eso es muy probable que la persona necesite
de una terapia o de un apoyo especial para integrar estas extraordinarias expe
riencias en su vida cotidiana.
m
rien d as de abducción de ovnis com o una interpretación errónea del trauma del
nacim iento, utilizando para ello mi propio material clínico (Lawson 1984).
Las descripciones de ovnis se refieren por lo general a luces poco comunes y
de una cualidad sobrenatural. Estas luces se parecen a aquellas descritas en es
tad os visionarios. C .G . Ju n g , quien dedicó un estudio concreto al problema de
los ’’platillos v o lan tes” , sugirió que este fenóm eno podía ser fruto de las visio
nes arq u etíp icas que se originan en el inconsciente colectivo de la humanidad,
más que de alucinaciones psicóticas o visitas extraterrestres de civilizaciones le
jan as (Jung 1 9 6 4 ). Las leyendas sobre discos voladores han existido a lo largo
de toda la h isto ria. Ju n g m antuvo su tesis analizando con sumo cuidado estas
leyendas y estud iando los testim onios referentes a apariciones que, en ocasio
nes, han llegado a causar crisis y ataques de pánico en masa.
Tam bién se ha señalado que en estos encuentros los seres extraterrestres pre
sentan im portantes paralelism os con las m itologías y las diversas religiones del
m undo, es decir, con sistem as que tienen sus raíces en el inconsciente colectivo.
Las naves alienígenas y los vuelos cósm icos descritos por aquellas personas su
puestam ente abducidas o invitadas a un paseo por los cielos, también presentan
sim ilitu d es con la lite ra tu ra esp iritu al. Por ejem p lo, el ca rro del dios Védico
In d ra, o la m áquina en llam as de Ezequiel descrita en la B iblia. Los fabulosos
p aisajes y ciudades visitadas durante estos viajes se parecen a las experiencias
visionarias del p araíso, los reinos celestiales y la ciudades de luz.
Los abdu cid os cuentan que los alienígenas les han llevado a un laboratorio
esp ecial para som eterles a exám enes y experim entos dolorosos, usando extra
ños instrum entos. Esto puede incluir la exploración de las cavidades del cuerpo,
poniendo especial énfasis en los órganos sexuales. También son comunes las re
ferencias a exp erim entos genéticos con el ob jetivo de producir una descenden
cia híbrida. Estas intervenciones son muy dolorosas y llegan a veces al límite de
la to rtu ra. Lo que conduce a este tipo de experiencias a una situación cercana a
las crisis in iciáticas de los cham anes y a las pruebas de los neófitos en los ritos
de paso aborígenes.
Existe adem ás una razón adicional de por que estas experiencias pueden des
encadenar una crisis psicoespiritual. En este sentido, estas experiencias plantean
problemas similares a las cuestiones relativas a los guías espirituales y a la canali
zación . Por lo general, se considera al alienígena como un visitante que proviene
de culturas tecnológica, moral y cspiritualmcnte más avanzadas que la nuestra.
Kste contacto ofrece un fuerte trasfondo místico y va asociado con comprensio
nes de relevancia cósmica. Es fácil que las personas que vivan episodios d^esta
naturaleza los interpreten como un indicador de lo especiales que son.
Pueden pensar que han sido capaces de atraer la atención de seres superiores
porque ellas también son excepcionales y adecuadas para tal propósito. En tér
minos ¡ungíanos, una situación en la que un individuo reclama el brillo del mun
do arquetípico en su propia persona se denomina “inflación del ego.” De ahí
que este tipo de “encuentros de tercera fase” lleven con frecuencia a crisis trans
personales graves.
Las personas que han tenido estas extrañas experiencias con ovnis y abduccio
nes necesitan ayuda profesional de quienes conozcan la psicología arquetípica y
las características del fenómeno alienígena. El estudio de investigadores tan com
petentes como el psiquiatra John Mack, de Harvard, muestra, con evidencias, que
las experiencias de abducción representan un desafío conceptual importante para
la psiquiatría tradicional y la ciencia materialista en general. Sería ingenuo y poco
defendible el hecho de considerar estas experiencias como manifestaciones de
mentes enfermizas o simplemente ignorarlas (Mack 1 9 9 4 ,1 9 9 9 ).
A lo largo de los años he trabajado con un gran número de individuos que
vivieron episodios de abducción extraterrestre durante sus crisis de emergencia
espiritual o en sus sesiones psiquedélicas o de respiración holotrópica. Estos
episodios eran, casi sin excepción, tremendamente fuertes y vivencialmente con
vincentes. En determinados casos, presentaban además características psicoides
definidas. A consecuencia de mis observaciones, he llegado al convencimiento
de que estas experiencias representan un fenómeno sui generis, por lo que mere
cen ser estudiadas muy seriamente. La postura de los psiquiatras más conven
cionales, que lo consideran el producto de un proceso psicológico desconocido
del cerebro, es obviamente simplista e inadmisible.
La posibilidad de que nos estén visitando alienígenas tampoco es probable.
Una civilización extraterrestre capaz de mandar naves espaciales a nuestro pla-
226
neta debería poseer medios tecnológicos que ni siquiera podemos imaginar.
Disponemos de suficiente información acerca de los planetas del sistema solar
para saber que tales expediciones son poco probables. La distancia al cuerpo
celeste más cercano, fuera de nuestro sistema solar, asciende a tantos años luz
que atravesar tales distancias supondría viajar a velocidades cercanas a la velo
cidad de la luz o incluso viajes interdimensionales a través del hiperespacio. Una
civilización capaz de tal logro dispondría entonces de una tecnología que no
nos permitiría diferenciar si se trata de alucinaciones o de la realidad. Mientras
no obtengamos una información más fidedigna, parece más convincente consi
derar las experiencias relativas a los ovnis como manifestaciones de elementos
arquetípicos del inconsciente colectivo.
E stados d e p osesión
Las personas que sufren este tipo de crisis transpersonal sienten con precisión
como su psique y su cuerpo son invadidos y controlados por una entidad o ener
gía maligna con características personales. Lo perciben como algo ajeno a su per
sonalidad, como algo hostil y perturbador. Puede manifestarse como una enti
dad descarnada y confusa, un ser demoniaco, o bien, como la consciencia de una
persona malvada que les invade para llevar a cabo magia negra o maleficios.
Los estados de posesión son de diversos tipos y poseen distintos grados. En
ocasiones, la verdadera naturaleza del trastorno permanece escondida. El pro
blema puede manifestarse a modo de psicopatología grave. Por ejemplo, en for
ma de comportamiento antisocial o incluso criminal, una depresión suicida, un
comportamiento autodestructivo o agresividad asesina, impulsos sexuales per
versos, o mediante un abuso del alcohol y de las drogas. Es muy frecuente que
la “posesión” no aparezca como una condición subyacente a estos problemas,
hasta que la persona no inicie un tratamiento de psicoterapia vivencial.
En el contexto de una sesión vivencial, es muy posible que la cara de la per
sona se transforme en una especie de “máscara diabólica” y que los ojos asu
man una expresión salvaje. Las manos y el cuerpo pueden desarrollar extrañas
contorsiones, la voz. puede alterarse y tomar cualidades desconocidas, (..'liando
se permite que esta condición se desarrolle, puede parecerse a una escena de un
D ibu/o de una figura demoniaca encontrada en una sesión de respiració
trópica.Se relacionaba con e l poder de la mente de separarnos de nuestra ver
dadera naturaleza.
228
da conversión espiritual. En este sentido, podemos encontrar una descripción
de uno los episodios más espectaculares que he observado a lo largo de mi ca
rrera profesional en una publicación previa (el caso de Flora) (Grof 1980).
En otros casos, la persona poseída es consciente de la presencia de la “enti
dad diabólica” y se esfuerza debatiéndose y tratando de controlar su influencia.
En los casos de posesión más graves, esta energía problemática puede manifes
tarse de repente en plena vida cotidiana. Esta situación se parece a la descrita
anteriormente en el caso de las sesiones vivenciales aunque, en esta ocasión, ca
rece del apoyo que provee un contexto terapéutico. Bajo tales circunstancias, la
persona siente un miedo atroz, así como una sensación de soledad desesperada.
Los fam iliares, amigos, e incluso los terapeutas, tienden a alejarse de estas per
sonas a causa de una mezcla de miedo metafísico y rechazo moral. Consideran
que la persona es malvada y rechazan seguir en contacto con ella.
Esta condición pertenece claram ente a la categoría de “emergencia espiri
tu al” a pesar de sus energías negativas y de asociarse con comportamientos re
probables. El arquetipo dem oniaco es por su naturaleza transpersonal, puesto
que representa la imagen refleja negativa de lo divino. Aparece frecuentemente
com o un “ fenóm eno de um bral” com parable a los guardianes terroríficos que
hay en las puertas de los templos orientales. Esconde, así, el acceso a una pro
funda experiencia espiritual, que suele suceder al estado de posesión, una vez
que éste ha concluido. Esta energía puede disiparse con la ayuda de alguien que
no tema su misteriosa naturaleza y sea capaz de apoyar su manifestación cons
ciente. Cuando esto se produce, se puede conseguir una notable sanación.
m
piritual y en el luvho de que no se haya establecido ningún con tacto con esta di
mensión mística.
Existen amplias evidencias de que tras el ansia del alcohol o las drogas yace
un anhelo de trascendencia y plenitud. Numerosas personas en proceso de recu
peración hablan de su desesperada búsqueda de ese elem ento o dim ensión que
taita en sus vidas. D escriben su insatisfecha y frustrada busca de su b sta n cia s,
com ida, relaciones, posesiones, o de poder, que no deja de ser un m ero reflejo
del incesante esfuerzo por saciar ese ansia (G rof 1 9 9 3 ).
Previamente, ya tratam os con cierta superficialidad la sim ilitud existente en
tre los estados místicos y la intoxicación que se produce con el alcohol y las d ro
gas duras. Ambas condiciones com parten la disolución de los lím ites del indivi
duo, la desaparición de em ociones in q u ietan tes, y la tra sce n d en c ia de los
problem as m undanos. Bien es cierto que la in to x ica ció n a través del a lco h o l o
las drogas carece de im portantes características propias de los estados m ísticos,
com o pueden ser la serenidad, la num inosidad, y la riqueza de las intuiciones fi
losóficas; sin em bargo, la superposición vivencial que se da es su ficien te para
seducir a alcohólicos y drogadictos, y llevarlos al abuso.
William Jam es era consciente de esta con exió n y escrib ió a este resp ecto, en
su libro L a s V ariedades d e la e x p e r ie n c ia r e lig io s a , que: “el dom inio del alcohol
sobre el ser hum ano se debe indudablem ente a su poder p ara estim u lar las fa
cultades místicas de la naturaleza hum ana, así com o a lo frías y críticas que son
las horas sobrias. La sobriedad em pequeñece, discrim ina y niega; la em briaguez
expande, une y afirm a .” (Jam es 1 9 6 1 ). Del m ism o m odo, vio las con secu encias
de este hecho en terapia, lo cual describió de form a muy sucinta con su fam osa
frase: “el m ejor tratam iento para la dipsom anía (un térm ino a rca ico para a lc o
holismo) es la religiom anía” .
La claridad de C. G. Ju n g a este respecto fue decisiva en el d esa rro llo de la
red mundial de los program as de los D oce Pasos. Por lo general, no se sabe que
Ju n g desem peñó un papel muy im p ortan te en la h isto ria de A lc o h ó lic o s
A nónim os (AA). Esta faceta de Ju n g sigue siendo b a sta n te d e sc o n o c id a , p ero
puede verse en una carta que Bill W ilson, el co-fundad or de AA, escrib ió a Ju n g
en 1961 (W ilson y Jung 1 9 6 3 ).
230
Jung tenía un paciente, Roland H, que fue a verle tras haber agotado los dis
tintos medios para terminar con su alcoholismo. Este hombre mejoró temporal
mente durante el año que estuvo en tratamiento con Jung, pero luego tuvo una
recaída. Jung le dijo que era un caso sin esperanza. Le sugirió, como último re
curso, que se uniera a una comunidad religiosa con la esperanza de tener una
profunda experiencia espiritual. Roland H. se unió al Grupo de Oxford, un mo
vimiento evangélico centrado en el autoexam en, la confesión y el servicio a la
com unidad. Allí fue donde vivió una conversión religiosa que logró liberarlo
del alcoholism o. Regresó entonces a la ciudad de Nueva York donde siguió sien
do muy activo en el Grupo de O xford. Fue capaz de ayudar al amigo de Wilson,
Edwin T, quien, a su vez, ayudó a Bill Wilson en su crisis personal. Bill Wilson
tuvo, en su poderosa experiencia espiritual, la visión de una especie de cadena
mundial de la amistad entre alcohólicos que se ayudaban mutuamente.
Años después, W ilson escribió una carta a Jung comentándole la importan
cia que había desempeñado en la historia de AA. En su respuesta, Jung se refirió
al caso de su paciente Roland H: “su ansia por el alcohol era equivalente, en un
nivel elemental, a la sed que nuestro ser siente por alcanzar la plenitud. Esto se
expresaba en el lenguaje medieval con el concepto de la unión con D ios.” Jung
señaló que en latín el término spiritus designaba ambos conceptos — espíritu y
alcohol. Por eso formuló acertadamente la frase “spiritus contra spiritum,” de
acuerdo con su creencia de que sólo una profunda experiencia espiritual podía
salvar a las personas de los estragos del alcohol. Las intuiciones profundas de
Jam es y de Jung han sido desde entonces corroboradas en numerosas ocasiones
por la investigación clínica (Grof 1980).
23?
cientes externos presentan un problema particular. No existen apenas centros
que ofrezcan una supervisión continuada, que no incluyan la administración
rutinaria de psicofármacos. Los pocos centros experimentales de este tipo que
existieron en California, entre ellos Diabasis de John Perry en San Francisco,
Chrysalis en San Diego, o el rancho Pocket de Findeisen en Geyserville, no du
raron mucho. Sin embargo, la creación de este tipo de centros alternativos es un
requisito esencial para una terapia eficaz de las emergencias espirituales en un
futuro.
En determinados lugares, las personas se dedicaban a suplir estas deficien
cias creando equipos de asistencia previamente formados y, turnándose en la
casa de los clientes. Algunas formas muy fuertes de emergencia espiritual re
quieren medidas extraordinarias, independientemente de si se producen en un
centro especial o en una casa particular. Cuando estos episodios se amplían,
pueden durar días y semanas y conllevan una intensa actividad física, muchas
emociones, una pérdida del apetito e insomnio. Esto acarrea un peligro de des-
hidratación, una deficiencia de minerales y de vitaminas, así como agotamien
to. Un aporte insuficiente de alimentos puede conducir a una hipoglucemia,
bien conocida por debilitar las defensas psicológicas y traer material incons
ciente a la consciencia. Lo que puede llevar a un círculo vicioso que perpetúa la
condición aguda. El té, la miel, los plátanos, o cualquier tipo de alimento que
contenga glucosa puede ser de gran ayuda para asentar el proceso.
Una persona en plena crisis psicoespiritual está tan metida en su propia ex
periencia que suele olvidarse de comer, beber o atender su propia higiene. Por
eso, les corresponde a los cuidadores ocuparse de las necesidades básicas del
cliente. Puesto que el cuidado de las personas con emergencias espirituales agu
das exige tanto de sus cuidadores, es importante que éstos adapten turnos de
una duración razonable y protejan su propia salud física y mental. Para garanti
zar la integración del cuidado es fundamental que, bajo tales circunstancias, se
lleven a cabo anotaciones de la ingestión de comida, líquidos y vitaminas.
La carencia de sueño o el ayuno tienden a debilitar las defensas y facilitan la
emergencia del material inconsciente a la consciencia. Lsto también lleva a un
círculo vicioso que debe interrumpirse. Puede, por lo tanto, ser preciso ciar al
diente un tranquilizante suave para que pueda dormir. En este contexto, la me
dicación será considera una mera medida paliativa y no un tratam iento tera
péutico, tal y como se concibe el uso de los fármacos en psiquiatría tradicional.
La administración de dosis bajas de tranquilizantes o hipnóticos interrumpe ese
círculo vicioso y permite al cliente el descanso y la energía necesarias para con
tinuar al día siguiente con el proceso activo.
Por lo general, en las fases finales de las emergencias espirituales, cuando la
intensidad del proceso se apacigua, la persona no necesita una supervisión con
tinuada. Puede volver gradualmente a sus quehaceres cotidianos y recobrar su
responsabilidad respecto a los cuidados básicos. La duración total de la estan
cia en un entorno protegido depende del grado de estabilización y de cóm o se
integra el proceso. Si es necesario, podemos planear alguna sesión vivencial a la
vez que recomendamos técnicas auxiliares y complementarias com o las descri
tas previamente. Sesiones regulares de discusión sobre las experiencias y las
comprensiones obtenidas de esos episodios pueden ser de mucha utilidad en el
proceso de integración.
El tratamiento del alcoholismo y la drogadicción suele presentar problemas
específicos. Por ello requiere ser discutido de forma distinta a las demás formas
de emergencia espiritual. El elemento de la adicción fisiológica y la naturaleza
progresiva del trastorno requieren unas medidas particulares. Antes de aden
trarnos en los problemas fisiológicos subyacentes a la adicción, es imperativo
romper el ciclo químico que perpetúa el uso de las substancias. El individuo de
berá pasar por un periodo de abstinencia y desintoxicación en un centro espe
cializado.
Una vez cubierto este periodo, podemos pasar a la raíz psicoespiritual del
problema. Tal y como hemos visto, el alcoholismo y la drogadicción nos mues
tran una búsqueda de trascendencia mal dirigida. Por eso, el programa terapéu
tico debe incluir, como parte integral, un fuerte énfasis en la dimensión espiri
tual del problema. Históricam ente, los programas con mayor éxito para
com batir las adicciones han sido Alcohólicos Anónimos (AA) y N arcóticos
Anónimos (NA), o las asociaciones que ofrecen un enfoque amplio basado en la
filosofía de los Doce Pasos tal y como la esbozó Bill Wilson.
234
Al seguir el program a paso a paso, el ad icto o a lco h ó lico reco n o ce y adm ite
que ha perdido el con trol de su vida. Se le anim a entonces a rendirse y d ejar que
un poder superior, definido por el m ism o, se haga carg o . Una revisión d olorosa
de su historia personal genera una lista de sus errores. E sta lista provee la base
de enm iendas dirigidas hacia la gente que ha herid o co n su a d icció n . A qu ellas
personas que están so b ria s y en recu p era ció n deben llevar ese m en saje a o tro s
ad ictos y ayudarles a que superen ese h áb ito .
El program a de los D oce P asos p ro p o rcio n a al a lc o h ó lic o , y al d ro g a d icto ,
un apoyo in calcu lab le. G uía a las personas desde el p rin cip io del tra ta m ie n to y
d urante los años de sobried ad y recu p era ció n . P uesto que el tem a de este lib ro
es el p o ten cial san ad o r de los e sta d o s h o lo tró p ic o s , e x p lo ra re m o s cu á n d o d i
chos estados pueden ser de ayuda en el tra ta m ien to de las ad iccion es. Esta cu es
tión se encuentra en estrecha relación con el décim o prim er paso que acentú a la
necesid ad de “ m e jo ra r m ed ian te la o r a c ió n y la m e d ita c ió n n u estro c o n ta c to
co n scien te co n D io s, según nu estra co m p re n sió n de D io s .” D ad o que los e s ta
dos h o lo tró p ic o s fa cilita n las e x p e rie n c ia s m ístic a s, ésto s pueden in clu irse en
esta categ oría.
A lo largo de los añ os, he usado am p liam en te los estad o s h o lo tró p ico s en el
tratam ien to de a lco h ó lico s y d rog ad ictos, y con personas en p ro ceso de recup e
ración que d eseaban m ejo ra r la calid ad de su sob ried ad . P articipé en un equ ipo
del C en tro de Investigación P siq u iátrica de M ary lan d en B a ltim o re que llevaba
a ca b o am plios estudios de terapia psiquedélica dirigida a los a lco h ó lico s y per
sonas ad ictas a las drogas duras (G ro f 1 9 8 0 ).
En el co n te x to de nuestra fo rm a ció n , he tenido la op ortu n id ad de presenciar
los e fe cto s de varias sesiones de resp ira ció n h o lo tró p ic a en p erso n as que e s ta
ban en proceso de recu p eración . En prim er lugar, exp o n d ré las ob serv acio n es y
ex p e rien cias e x tra íd a s de este tr a b a jo y co m e n ta ré después los p ro b lem a s que
conlleva en el c o n te x to m ás am plio del m ovim iento de los D oce Pasos
Por experien cia se que es muy poco p ro b ab le que la resp iració n h o lo tro p ica
o la terap ia psiqu ed élica ayuden a a lc o h ó lic o s o d ro g a d ic to s cu a n d o esto s s i
guen ingiriendo su b stan cias. Ni siquiera las exp erien cia s p ro tu n d as y sigm tica-
tivas parecen rom per el c ic lo q u ím ico . El tra b a jo tera p éu tico con estad o s holo-
tr ó p ic o s do herí;! sor im ro d u c id o ú n ica m e n te cu m u lo los a d ic to s han lo g ra d o
d csm to x ic iirso , han su p era d o los sín to m a s de a b stin e n cia y están so b rio s. Só lo
en to n ce s pod ran b en eficia rse de las exp erien cias h o lo tró p ica s y llevar a c a b o un
tr a b a jo p ro fu n d o co n los p ro b lem as p sicoló g ico s su byacen tes a su a d icción . Los
estad o s h o lo tro p ico s pueden ser de gran utilidad en este pu nto. Pueden ay u d ar
les a c o n fr o n ta r re cu e rd o s tra u m á tic o s , p ro cesa r c o m p le ja s e m o cio n e s a s o c ia
das con ello s, y o b te n er unas co m p re n sio n es p rofu n d as sob re la raí/, psicológica
de su ab u so .
Las e x p e rie n cia s h o lo tró p ic a s pu ed en, ad em á s, m ed iar el p ro ceso de m uerte
y re n a c im ie n to p s ico e sp iritu a l, ta m b ién c o n o c id o co n la e x p resió n “ to c a r fo n
d o ," q ue es un m o m e n to de c a m b io c r ític o en la vida de a lc o h ó lic o s y a d icto s.
La e x p e r ie n c ia de la m u erte del eg o o c u r r e , en este c a s o , en una s itu a c ió n
p ro te g id a d o n d e no se d an el p e lig ro fís ic o , in te rp e rs o n a l, o las c o n se c u e n c ia s
so cia le s q ue se pueden p ro d u cir si e sto su ced iera e sp o n tá n e a m e n te en el e n to r
n o n a tu ra l del c lie n te . F in a lm e n te , los e sta d o s h o lo tr o p ic o s pu ed en m ed ia r el
a cce so v iven cia! a p ro fu n d a s e x p e rien cia s esp iritu a les, revelar el o b je to real que
el a d icto a n h e la , y e v ita r que la p erson a ad icta o a lc o h ó lic a busqu e un su b stitu
to en las d ro g as o el a lc o h o l.
L os p ro g ra m a s de te ra p ia p siqu ed élica p ara a lc o h ó lic o s y d ro g a d icto s, lleva
d os a c a b o en el C e n tr o de In v e stig a c ió n P siq u iá tric a de M a ry la n d , o b tu v ie ro n
m uy b u en o s re su lta d o s, a p esar de que el p ro to c o lo lim ita ra el n ú m ero de sesio
nes a un m á x im o de tres. El seg u im ien to , d espués de seis m eses, m o stró que m ás
de un cin cu e n ta p o r cie n to de los a lc o h ó lic o s c ró n ic o s y un te rc io de los d ro g a
d icto s que h ab ían p a rtic ip a d o en esto s p ro g ra m a s segu ían so b rio s y fu eron c o n
sid e rad o s "p rá c tic a m e n te re c u p e ra d o s” p or un eq u ip o de e v a lu a ció n (P ah n k e e t
a l. 1 9 7 0 , Savage y M c C a b e 1 9 7 1 , G r o f 1 9 8 0 ). En n u estro s ta lleres y en nu estra
fo r m a c ió n , ca s i to d a s las p e rs o n a s re c u p e ra d a s de su a d ic c ió n c o n s id e ra n a la
re sp ira ció n h o lo tró p ic a c o m o un m ed io p ara m e jo ra r la ca lid a d de su sob ried ad
y fa c ilita r su cre c im ie n to p sico e sp iritu a l.
A p e sar de la e v id e n cia de sus b e n e fic io s , el uso de los e sta d o s h o lo tro p ic o s
p a ra p e rs o n a s en p ro c e s o de re c u p e ra c ió n ha sid o m uy c r itic a d o p o r a lg u n o s
m ie m b ro s c o n se rv a d o re s del m o v im ien to de los D o ce P asos. E stas p erson as a fir-
236
man que los alcohólicos y los drogadictos que buscan algún tipo de "subida”
están de hecho teniendo una “ recaída” . Esta interpretación no sólo la aplican
cuando los estados holotrópicos implican el uso de substancias psiquedélicas,
sino que la amplían a cualquier forma de terapia vivencial e incluso a la medita
ción, que constituye uno de los enfoques explicitamente mencionado en la des
cripción del décimo primer paso.
Es muy probable que esta actitud extremista tenga su origen en la historia de
Alcohólicos Anónimos (AA). Bill W ilson, co-fundador de AA, participó, des
pués de veinte años de sobriedad, en un programa psiquedélico y tuvo varias se
siones de LSD. Consideró estas experiencias muy útiles y se esforzó por intro
ducirlas, con supervisión, en el programa de Alcohólicos Anónimos. Esto causó
una gran revuelo en el programa y fue rechazado.
La relación entre los estados holotrópicos y la adicción se encuentra con
frontada con dos perspectivas. La primera, considera que cualquier esfuerzo
por salir de un estado ordinario de consciencia es, para una persona adicta, in
aceptable y supone una recaída. La segunda, en cambio, se basa en que la bús
queda de una estado espiritual es una tendencia natural y legítima de la natura
leza humana, y en que el anhelo de trascendencia constituye la fuerza
conductora más poderosa de la psique (Weil 1972). La adicción es, por lo tanto,
una forma distorsionada, y mal dirigida, de este esfuerzo, y su remedio más efi
caz consiste en facilitar el acceso a una verdadera experiencia de lo divino.
El futuro decidirá cuál de estas tendencias será adoptada por los profesiona
les y la comunidad en recuperación. Personalmente, pienso que la solución más
prometedora sería una fusión entre el Programa de los Doce Pasos, el método
más eficaz para tratar el alcoholismo y la drogadicción, junto con la psicología
transpersonal que puede proveer una base teórica sólida a la terapia de corte es
piritual. Un uso responsable de la terapia holotrópica sería una parte lógica e
integral de un tratamiento tan amplio.
En 1 9 8 0 , mi mujer Christina y yo org anizamos dos encuentros de l a
A so c iac ió n Transperso nal In ternacional (TIA International Transpersonal
A ssociation) en Eugene, O regon, y en Atlanta, Ceorgia. En estos, se demostró
la viabilidad y la utilidad del Programa tie los Doce Pasos si se combinaba con
ni
la psicología transpersonal. La justificación empírica y teórica de esta fusión ha
sido discutida en varias publicaciones ((íro f 1987, (ir o f 1 9 9 3 , Sparks 1 9 9 3 ).
238
CAPÍTULO CINCO
240
son inevitablem ente más o menos arbitrarias, al estar influidas por su form a
ción y su filosofía personal. El principal lema de la terapia holotrópica es que
los síntom as de los trastornos em ocionales y psicosomáticos son un intento del
organism o de liberarse de antiguos traumas, sanarse a sí mismo y simplificar su
funcionam iento. No son sólo una molestia que nos com plica la vida, sino una
gran oportunidad. La terapia eficaz consiste entonces en la activación temporal,
la intensificación y consiguiente resolución de los síntomas. El facilitador sim
plemente apoya el proceso que se ha puesto espontáneamente en marcha.
Este es el principio que la terapia holotrópica com parte con la h o m e o p a tía .
Un terapeuta hom eópata tiene que identificar y aplicar el remedio que en indivi
duos sanos, durante el llam ado t e s t a d o , produciría los síntom as que el cliente
m anifiesta (V ithoulkas, 1 9 8 0 ). Los estados holotrópicos de consciencia tienden
a fu ncionar com o un remedio hom eopático universal que activa cualquier sín
tom a existente y exterioriza los síntom as que están latentes.
He descrito anteriorm ente la “ función radar” que opera en estados holotró
picos y trae au tom áticam ente a la superficie los contenidos inconscientes que
tienen una fuerte carga em ocional y que están más disponibles para ser procesa
dos. Este es un m ecanism o extrem adam ente útil e importante que evita al tera
peuta la im posible tarea de determ inar cuáles son los aspectos verdaderamente
relevantes del m aterial que presenta el paciente.
Llegados a este punto, resulta apropiado decir algunas palabras acerca de la
actitud que existen en la psiquiatría, en general, a la hora de afrontar los sínto
mas. Bajo la influencia del modelo médico que domina el pensamiento psiquiátri
co, los psiquiatras tienden a ver la intensidad de los síntomas como un indicador
de la gravedad de los trastornos emocionales y psicosomáticos. La intensificación
de los síntom as se considera, por tanto, com o un “empeoram iento” de la condi
ción clínica y la disminución de los síntomas com o una “mejoría”.
E sto es así en el tra b a jo clín ico co tid ia n o , a pesar de ser algo que esta en
co n flicto con la experien cia de la psiquiatría dinám ica. En el curso de la psi
coterap ia sistem ática, la intensificación de los síntom as sugiere que esta emer
giendo im portante m aterial inconsciente y a menudo anuncia un progreso sig
n ificativ o en la terapia. También se sabe que los estados em ocionales agudos
y dramáticos, ricos en síntomas, normalmente tienen un mejor pronóstico clí
nico que las condiciones que se desarrollan de forma lenta c insidiosa con sín
tomas menos visibles. Confundir la gravedad de la condición del paciente con
la intensidad de los síntomas que presenta, junto con otros factores, como la
cantidad de trabajo que acumulan la mayoría de los psiquiatras, los intereses
económicos, y la conveniencia de utilizar fármacos, son los responsables de
que buena parte de la terapia psiquiátrica se base, casi exclusivamente, en la
supresión de los síntomas.
Aunque esta práctica refleja la influencia del modelo médico en psiquiatría,
en la medicina somática un interés centrado en la supresión de los síntomas se
consideraría de hecho una práctica médica muy deficiente. En el tratamiento de
enfermedades físicas, la terapia sintomática se aplica sólo si simultáneamente
investigamos también las causas. Por ejemplo, poner hielo y darle una aspirina
a un paciente con fiebre alta, sin establecer el origen de la fiebre, obviamente no
sería aceptable en la práctica médica. La única excepción a esta regla es la tera
pia de enfermedades incurables, que se limita al tratamiento sintomático por
que no se conoce otro posible.
En una de sus conferencias de los años 70, Fritjof Capra utilizó una parábo
la interesante para ilustrar la falacia de concentrarse en los síntomas en lugar de
en el problema que existe tras ellos. Imaginémonos que estamos conduciendo
un coche y una luz roja aparece de pronto en uno de los indicadores. Es la luz
que nos avisa de que nos estamos quedando sin aceite. No conocemos el funcio
namiento del coche, pero sabemos que una luz roja en los indicadores significa
que algo no marcha bien. Llevamos nuestro coche a un taller y le explicamos el
problema al mecánico. El mecánico echa un vistazo y dice: “¿Una luz roja? ¡esto
no es nada!”. Agarra el cable y lo arranca. La luz roja desaparece y nos manda
de vuelta a la carretera.
No tendríamos una opinión muy positiva de un mecánico que nos diera una
“solución” de este tipo. Esperaríamos que solucionara el problema y dejara el
sistema de señalización intacto, no que eliminara el mecanismo que nos avisa de
si realmente hay problemas. Igualmente, la meta de la verdadera terapia de los
trastornos emocionales es llegar a una situación en que los síntomas no se mani-
242
fiesten, no porque el sistema de señalización esté fuera de servicio, sino porque
no hay razón para que lo hagan.
Esta es la solución a que aspira la estrategia de terapia holotrópica. Cuando
facilitam os y apoyamos la completa exteriorización del material que se esconde
tras los síntom as, el proceso se lleva a cabo por sí solo y el organismo consigue
lo que está intentand o: liberarse de las huellas traum áticas y de las energías
em ocionales y físicas reprimidas en ellas. Como vimos en el capítulo de la emer
gencia espiritual, esta com prensión del proceso terapéutico no se aplica única
mente a las neurosis y a los trastornos psicosom áticos, sino también a muchas
condiciones que los psiquiatras convencionales diagnosticarían como psicóticas
y considerarían com o manifestaciones de una enfermedad mental grave.
La incapacidad de reconocer el potencial curativo de estados tan graves re
fleja el pobre m arco conceptual de la psiquiatría occidental, que se limita a la
b iog rafía p o stn atal y al inconsciente individual. Las experiencias que no en
cuentran explicación dentro de este marco limitado se atribuyen a procesos pa
to ló g ico s de origen desconocido. La cartografía más amplia de la psique, que
incluye los ám bitos perinatales y transpersonales, proporciona una explicación
natural de la intensidad y el contenido de estos estados agudos.
O tra im portante suposición de la terapia holotrópica es que el individuo me
dio de nuestra cultura opera en un nivel que está muy por debajo de su verdade
ro potencial y de sus posibilidades. Este em pobrecim iento se debe al hecho de
que suele identificarse sólo con una pequeña porción de su ser, el cuerpo físico y
el ego. La falsa identificación conduce a una forma de vida que no es auténtica,
ni saludable, ni reporta verdaderas satisfacciones, y contribuye al desarrollo de
trastornos em ocionales y psicosom áticos de origen psicológico. La aparición de
síntom as d oloro so s sin una base orgánica puede indicar que la persona opera
siguiendo falsas premisas por lo que llega un momento en que la antigua mane
ra de estar en el mundo no funciona y se vuelve insostenible.
Cuando está claro que la orientación hacia el mundo exterior ha fracasado,
el individuo se retira psicológicam ente hacia su interior y los contenidos del in
consciente, cargados de fuertes em ociones, empiezan a emerger en la conscien
cia. La invasión de un material tan molesto suele interferir en la capacidad de la
persona para Inneionar normalmente. Una crisis así puede darse en un terreno
concreto —como en el matrimonio y la vida sexual, la actividad profesional, o
la búsqueda de ambiciones personales— o abarcar todos los aspectos de la vida
del individuo.
1.a extensión y profundidad de esta crisis depende del momento en que la
persona sufrió importantes traumas en la infancia; ellos son los que determinan
si el proceso alcanza proporciones neuróticas o psicóticas. El trauma en etapas
más tardías de la vida postnatal crea la disposición a una crisis neurótica que
afectará sólo a ciertas partes del funcionamiento interpersonal y social. Los pro
cesos que alcanzan proporciones psicóticas afectan a todas las áreas de la vida;
suelen indicar serios problemas en las primeras etapas de la infancia.
La situación resultante representa una crisis o incluso una emergencia, pero
también una gran oportunidad. El principal objetivo de la terapia holotrópica
es apoyar a la actividad inconsciente o incluso movilizar y traer de lleno a la
memoria los recuerdos de traumas reprimidos y olvidados. En este proceso, la
energía ligada a los síntomas emocionales y psicosomáticos se libera y se des
carga, y los síntomas se convierten en un torrente de experiencias. El contenido
de estas experiencias puede extraerse de cualquier nivel de la psique: biográfico,
perinatal o transpersonal.
En la terapia holotrópica, la tarea del facilitador, o terapeuta, consiste en
apoyar el proceso vivencial con total confianza en su naturaleza curativa, sin in
tentar cambiarlo ni dirigirlo en ningún sentido. El proceso está guiado por la
propia inteligencia sanadora del paciente. El término terapeuta se utiliza aquí
en el sentido del griego therapeutes, que significa la persona que asiste en el pro
ceso de sanación, no un agente activo cuyo cometido es “arreglar al paciente”.
Es importante para el terapeuta apoyar el desarrollo vivencial, incluso aunque
no lo entienda racionalmente.
Algunas experiencias realmente sanadoras y transformadoras pueden no te
ner ningún contenido; consisten en la liberación de secuencias de emociones in
tensas acumuladas, o de tensiones físicas con la consiguiente relajación poste
rior. Con frecuencia las percepciones y contenidos concretos emergen más tarde
en el proceso, incluso en las sesiones siguientes. En algunos casos la resolución
244
ocurre en el nivel biográfico, en otros, en conexión con material perinatal o con
varios temas transpersonales. La verdadera curación y la transformación dura
dera de la personalidad a menudo llegan a través de experiencias que, en con
junto, escapan al entendimiento racional.
La técnica más eficaz para inducir estados holotrópicos, con propósitos te
rapéuticos, es, sin duda, el uso de sustancias o plantas psiquedélicas. En este
momento, existen unos pocos proyectos de investigación con estas sustancias y
la terapia psiquedélica normalmente no se encuentra disponible en ningún lugar
del mundo. Por lo tanto, me centraré en un enfoque que puede inducir a estados
holotrópicos por medios no farmacológicos y que por lo tanto no plantea pro
blemas políticos, administrativos y legales.
246
de la respiración, o p ra n a y a m a , pueden encontrarse métodos muy avanzados y
sofisticados de este tipo. Técnicas concretas que consisten en respirar intensa
mente o retener la respiración también forman parte de varios ejercicios de kun-
dalini yoga, siddha yoga, el vajrayana tibetano, la práctica sufí, el budismo bir
mano y la meditación taoísta, entre muchos otros.
En el budismo Soto Zen (shikan taza) y en ciertas prácticas taoístas y cristia
nas existen técnicas más sutiles, que prestan mayor atención a una consciencia
especifica de la respiración en lugar de a los cambios en el ritmo respiratorio.
Indirectam ente, la profundidad y el ritmo de la respiración son fundamentales
en representaciones artísticas rituales, com o el Ketjak o Canto del mono bali-
nés, la música vocal Inuit de los esquimales, y el canto de kirtans, bhajans o los
cantos sufíes.
En la ciencia m aterialista, la respiración ha perdido su significado sagrado
así com o su relación con la psique y el espíritu. La medicina occidental la redu
jo a una función fisiológica importante; las manifestaciones físicas y psicológi
cas que la acom pañan se han considerado patologías. La respuesta psicosomáti-
ca a la respiración acelerada, el llamado sín d ro m e d e h ip erv en tila ció n , se
considera una condición patológica en lugar de lo que realmente es: un proceso
de un enorme potencial curativo. Cuando la hiperventilación se da espontánea
mente, se suprime automáticamente suministrando tranquilizantes, inyecciones
de calcio intravenosas o se pone una bolsa de papel sobre el rostro del paciente
para aum entar la concentración de dióxido de carbono y com batir la alcalosis
que provoca la respiración acelerada.
En las últimas décadas, los terapeutas occidentales redescubrieron el poten
cial cu rativo de la respiración y desarrollaron técnicas para aprovecharlo.
N osotros mismos hemos trabajado con diferentes enfoques relacionados con la
respiración en nuestros seminarios de un mes de duración en el Instituto Esalen
de Big Sur, California. Incluimos tanto ejercicios de respiración de las antiguas
trad iciones espirituales, bajo la supervisión de maestros hindúes y riberanos,
com o técnicas desarrolladas por terapeutas occidentales. Cada uno de estos en
foques da im portancia a unos puntos determinados y utiliza la respiración de
diferentes maneras. En nuestro intento de encontrar un método eficaz a la hora
dr utilizar su potencial curativo, procuramos simplificar el proceso todo lo po
sible.
Llegamos a la conclusión de que basta con respirar de manera más rápida y
profunda de lo normal, con total concentración en el proceso interior. Kn vez de
utilizar una técnica concreta de respiración, incluso en este caso seguimos la es
trategia general del trab ajo holotrópico, confiando en la sabiduría intrínseca
del cuerpo y siguiendo las pautas internas. Kn la respiración holotróp ica, ani
mamos a la persona a empezar la sesión con una respiración rápida y más pro
funda, uniendo la inhalación y la exhalación en un ciclo respiratorio. Una vez
comenzado el proceso, ella encuentra su propio ritmo y su propia form a de ha
cerlo.
Hemos podido confirm ar repetidam ente la observación de W ilhelm R eich
de que las resistencias psicológicas y las defensas se relacionan con deficiencias
respiratorias (Reich, 1961). La respiración es una función autónom a, pero tam
bién puede cambiarse a voluntad. La intensificación deliberada del ritm o respi
ratorio debilita normalmente las defensas psicológicas y conduce a la liberación
y exteriorización del m aterial inconsciente (y supraconsciente). A m enos que
hayamos presenciado o vivido este proceso personalm ente, es difícil creer en su
base teórica y en el poder y eficacia de esta técnica.
248
Neher, 1961 y 1962). Los archivos de muchos antropólogos culturales contie
nen innumerables ejemplos de métodos eficaces que inducen al trance que com
binan la música, el canto y la danza.
En muchas culturas, se han utilizado específicamente, en sofisticadas cere
monias, ciertas técnicas de sonido con fines terapéuticos. Los rituales de sana-
ción navajos, que llevan a cabo cantores entrenados, son de una complejidad
sorprendente, comparable a las partituras de las óperas de Wagner. La danza de
trance de los bosquimanos ¡Kung del desierto africano de Kalahari tiene un
enorme potencial curativo, y se ha estudiado en muchos documentos antropo
lógicos y películas (Lee y DeVore, 1976; Katz, 1976). El potencial sanador de
los rituales religiosos sincretistas del Caribe y Sudamérica, como la santería cu
bana o la umbanda brasileña ha sido reconocido por numerosos profesionales
de esos países que han tenido una educación occidental tradicional. Casos sor
prendentes de sanaciones emocionales y psicosomáticas tienen lugar en los en
cuentros de grupos cristianos que utilizan la música, los cantos y el baile, como
los Snalce Handlers, o el Pueblo del Espíritu Santo, y los miembros de la Iglesia
de Pentecostés.
Algunas grandes tradiciones espirituales han desarrollado técnicas de sonido
que no conducen a un gran trance general, sino que producen un efecto específi
co sobre la consciencia. Entre ellas, la más importante es el canto polifónico ti-
beta no, los cantos sagrados de varias órdenes sufícs, los bhajans y kirtans hin
dúes y, especialmente, el antiguo arte de nada yoga o el camino de unión
mediante el sonido. Las enseñanzas hindúes postulan una conexión particular
entre los sonidos de determinadas frecuencias y cada uno de los chakras. Con
su uso sistemático, es posible influir en el estado de consciencia de forma prede
cible y deseable. Estos son sólo algunos ejemplos de la amplia utilización de la
música con fines rituales, curativos y espirituales.
Nosotros utilizamos sistemáticamente la música en el programa de terapia psi-
quedélica del i jeturo Psiquiátrico de Investigación de Maryland, en Baltimore, v
aprendimos mucho acerca de sus extraordinarias posibilidades en psicoterapia.
Una música cuidadosamente seleccionada resulta de gran valor en estado* bolo
irOpteos de consciencia, donde ejerce varias (unciones importante*. Moviliza emo
dones ligadas con recuerdos reprimidos, las trac a la superficie y facilita su expre
sión. Ayuda a abrir la puerta al inconsciente, intensifica y profundiza el proceso
terapéutico y proporciona un contexto significativo a la experiencia. El flujo con
tinuo de música crea una ola que va llevando al sujeto y le ayuda a pasar a través
de experiencias difíciles y pausas, a sobrepasar las defensas psicológicas, rendirse
V dejarse ir. En las sesiones de respiración holotrópica, que suelen hacerse en gru
po, la música tiene además otra función: atenúa los ruidos que hacen los partici
pantes y les vincula en una gestalt dinámica y estética.
Al utilizar la música com o catalizador para el autoconocim iento y el trab ajo
vivencial, es necesario aprender una nueva manera de escucharla y relacionarse
con ella que es desconocida en nuestra cultura. En O ccidente, solem os utilizarla
como un fondo acústico de poca relevancia em ocional. Ejem plos típicos serían
la música popular de las fiestas o la música am biental (m u z a c k ) de las tiendas y
oficinas. O tro enfoque, característico de audiencias más sofisticadas, es la fo r
ma disciplinada e intelectualizada de escuchar música en teatros y au d itorios.
La manera dinámica y elemental de escuchar m úsica, característica de los c o n
ciertos de rock, se acerca más a la utilización de la música en la terapia h o lo tró
pica. Pero en esta modalidad, la atención de los participantes suele estar cen tra
da en el exterior; esta experiencia carece de un elem ento esencial en la terapia
holotrópica o en el autoconocim iento: una actitud de introspección centrad a y
sostenida.
En la terapia holotrópica es esencial rendirse com pletam ente al flu jo de la
música, dejarla resonar en todo nuestro cuerpo y responder a ella de form a es
pontánea y elemental. Hacer esto incluye m anifestaciones que serían im pensa
bles en un auditorio, donde incluso llorar o toser puede darnos vergüenza. Aquí
debemos dar total expresión a lo que la música nos sugiera, ya sea gritar, llorar,
balbucear com o bebés o hacer ruidos de anim ales, cantos cham ánicos o hablar
en otros idiomas. Tam bién es im portante no co n tro la r ningún im pulso físico ,
com o hacer muecas desagradables, sensuales m ovim ientos de pelvis, tem blores
violentos o contorsiones en todo el cuerpo. N atu ralm en te, hay excep cio n es a
esta regla; no se permite un com portam iento destructivo hacia uno m ism o, h a
cia otros o el entorno.
250
También animamos a los participantes a abandonar toda actividad intelec
tual, com o intentar adivinar el compositor de la música o la cultura de dónde
ésta procede. O tras formas de evitar el impacto físico de la música es utilizar
nuestros conocimientos acerca de ella — juzgar la interpretación de la orquesta,
averiguar qué instrumentos están tocando y criticar la calidad técnica de la gra
bación o del equipo de la sala. Si podemos superar dichos inconvenientes, la
música puede ser una herramienta excelente para provocar y mantener estados
holotrópicos de consciencia. Por este motivo, la música debe ser de alta calidad
técnica y tener un volumen suficiente para conducir la experiencia. La combina
ción de rftúsica con una respiración más rápida tiene la capacidad de alterar el
estado de la mente.
Respecto a la elección de la música, sólo describiré los principios generales y
haré algunas sugerencias basadas en nuestra experiencia. Después de un tiem
po, cada terapeuta o equipo terapéutico elabora una lista con sus piezas preferi
das para las diferentes etapas de las sesiones. La regla básica es responder con
sensibilidad al momento, intensidad y contenido de la experiencia de los parti
cipantes, en vez de intentar programarlo todo. Esto es coherente con la filosofía
general de la terapia holotrópica, especialmente el profundo respeto por la sabi
duría del sanador interior, por el inconsciente colectivo y la autonomía y espon
taneidad del proceso curativo.
En general, es importante utilizar música que sea intensa, evocadora y que
conduzca a una experiencia positiva. Intentamos evitar los sonidos desafinados,
chirriantes y que provocan ansiedad. Debe darse preferencia a música de alta
calidad artística, no muy conocida y con pocos contenidos concretos.
Deberíamos evitar las canciones y otras piezas vocales en lenguajes conocidos
por los participantes que expresen un mensaje concreto o sugieran un tema en
particular. Cuando se empleen composiciones vocales, deberían ser en lenguas
extranjeras, de manera que la voz humana se perciba como un instrumento mu
sical más. Por la misma razón, es preferible evitar las piezas que evoquen aso
ciaciones intelectuales concretas y puedan programar el contenido de la sesión,
como Wagner, las marchas nupciales de Mendelssohn o Carmen de Bizet.
Normalmente la sesión empieza con música que es activa, dinámica, fluida.
cmocionalmcnte reconfortante y tonificante. A medida que avanza la sesión, la
música va creciendo en intensidad y pasa a piezas enérgicas que inducen al tran
ce, preferiblemente procedentes de tradiciones rituales y espirituales de diferen
tes culturas nativas. Aunque muchas de estas interpretaciones puedan ser estéti
camente agradables, el principal propósito de los grupos humanos que las
crearon no era el de entretener, sino el de provocar experiencias holotrópicas.
Cerca de hora y media después del comienzo de la sesión de respiración,
cuando la experiencia normalmente llega a su punto álgido, introducimos lo
que llamamos “música de ruptura”. Para ello utilizamos selecciones que van
desde música sagrada (misas, oratorios, réquiems y otras vigorosas piezas or
questales) a extractos de bandas sonoras de películas. En la segunda mitad de la
sesión, la intensidad de la música va decreciendo gradualmente, con piezas que
invitan a la emoción y al amor (música del corazón). Al terminar la sesión, la
música tiene una cualidad suave, fluida, atemporal y meditativa.
La mayoría de los facilitadores coleccionan grabaciones musicales y suelen
crear sus propias secuencias favoritas para las cinco fases consecutivas de la se
sión: (1) música de apertura, (2) música que induce al trance, (3) música de rup
tura, (4) música del corazón, y (5) música de meditación. Algunos utilizan du
rante toda la sesión programas musicales grabados con antelación; esto permite
a los facilitadores estar más disponibles para el grupo, pero hace imposible
adaptar con flexibilidad la música según la energía del grupo. El cuadro 5.1
muestra una lista de las piezas que se usan con mayor frecuencia en el trabajo
de respiración holotrópica y que son más populares entre los terapeutas. Se basa
en los resultados de un sondeo que efectuó entre otros terapeutas el psicólogo
Steve Dinanm, un facilitador diplomado en respiración holotrópica.
252
CUADRO 5. 1. Temas musicales preferidos en el trabajo de respiración holotrópica.
(Continúa)
ALBUM ARTISTA
Dance the Devil Outback
Feet in the Soil James Asher
La Misión Ennio Morricone (Banda sonora)
Power of one Hans Zimmer (Banda sonora)
Last of the Mohicans Trevor Jones (Banda sonora)
Egypt Mickey Hart
Pasaje in Time Dead can Dance
Antarctica Vangelis (Banda sonora)
Deep Forest Deep Forest
Jiva Mukti Nada shakti y Bruce Becvar
Legends of the Fall James Horner (Banda sonora)
Mustt-Mustt Nusrat Fateh Ali Khan
Planet Drum Mickey Hart
Shaman’s Breath Profesor Trance
Themes Vangelis
Trancedance Tulku
X Klaus Schultze
All One Tribe Scott Fitzgerald
Baraka Michael Stearns (Banda sonora)
Bones Gabrielle Roth
Braveheart James Horner (Banda sonora)
Direct Vangelis
Dynamic/Kundalini Osho
Earth Tribe Rhythms Brent Lewis
Music to disappear In Raphael
Schindler’s List John Williams (Banda sonora)
Tana Mana Ravi Shankar
Thunderdrums Scott Fitzgerald
All Hearts beating Barbara Borden
Closer to Far Hawai Douglas Spotted Eagle
Distant Drums Approach Michael Uyttebroek
Drums of Pasión Babatunde olatunji
Gula Gula Mari Boine Persen
Heaven and Earth Kitaro (Banda sonora)
Journey of the Drums Prem Das, Muruga y Shakti
Kali’s Dream Alex Jones
Lama’s Chant Lama Gyurme y Rykiel
Mishima Philip Cilass (Banda sonora)
Powaqqatsi Philip Cilass (Banda sonora)
253
cuadro 5.1. Temas musicales preferidos en el trabajo de respiración holotrópica.
(Continúa) ____________ _____ _______________________
ALBUM ARTISTA
Rcndez-vous Jean Michel Jarre
Skeleton Woman Flesh and Bone
Songs of Sanctuary Adiemus
Transfer Station Blue Michael Shrieve
Voices Vangelis
Waves Gabrielle Roth
Anima O IO
At the Edge Mickey Hart
Divine Songs Alice Coltrane
Drummers of Burundi The drummers of Burundi
Drums of Passion: the Beat Babatunde Olatunji
Exotic Dance Anugamo y Sebastian
Force Majeure Tangerine Dream
From Spain to Spain Vox
Gnamwa Music of Marrakesh Night Spirit Masters
House of India D. J Cheb I Sabbah
Little Buda Ryuichi Sakamoto (Banda sonora)
Mask Vangelis
Meeting Pool Baka Beyond
Miracle Mile Tangerine Dream
Out of Africa Dan Wallin et al (Banda sonora)
Oxygene Jean Michel Jarre
Pangea Dan Lacksman
Piano Michael Nyman (Banda sonora)
Planets Gustav Holst
Private music of... Tangerine Dream
Rai Rebels varios
Rhythm Hunter Brent Lewis
Sacred Site Michael Stearns
Serpent’s Egg
Dead can Dance
Stella ma ra
Sonya Drakulich y Je ff Stott
Tibetan tantric Choir
The Gyuto Monks
Tongues
Gabrielle Roth
Totem
Gabrielle Roth
Whirlin
Omar Faruk Tekbilek
Winds of Warning
Adam Plack y Johnny White Ant
254
El uso del trabajo corporal
255
Las manifestaciones físicas que se desarrollan en diferentes partes del cuerpo
durante la sesión no son simples reacciones fisiológicas a la hiperventilación.
Tienen una compleja estructura psicosomática y normalmente poseen un signi
ficado psicológico determinado para la persona. A veces, representan una ver
sión ampliada de tensiones y dolores que ya padece en su vida cotidiana, ya sea
un problema crónico o síntomas que aparecen en momentos de tensión física o
emocional, fatiga, falta de sueño, comienzo de una enfermedad o bajo los efec
tos del alcohol o de la marihuana. Otras veces, pueden reconocerse como viejos
síntomas que se reactivan y que el individuo sufre desde la infancia, la pubertad
o cualquier otro período de su vida.
Las tensiones que acumulamos en nuestro cuerpo pueden liberarse de dos
maneras diferentes. La primera supone catarsis y abreacción: descarga de ener
gías bloqueadas mediante temblores, torsiones, dramáticos movimientos corpo
rales, toses, arcadas y vómitos. También incluye la liberación de energías blo
queadas mediante el llanto, gritos y otros tipos de expresiones vocales. Estos
mecanismos son bien conocidos por la psiquiatría tradicional desde que
Sigmund Freud y Joseph Breuer publicaron sus Estudios acerca de la histeria
(Freud y Breuer, 1936). Algunas técnicas abreactivas se han utilizado en la psi
quiatría tradicional en el tratamiento de neurosis emocionales y también repre
sentan parte integrante de las nuevas psicoterapias vivenciales, como el trabajo
neo-reichiano, la terapia gestalt y la terapia primal.
E\ segundo mecanismo para la liberación de tensiones físicas y emocionales
juega un papel importante en la respiración holotrópica, el renacimiento, y
otros enfoque de terapia que utilizan técnicas de respiración. Representa un
nuevo desarrollo en la psiquiatría y la psicoterapia y parece ser en muchos casos
más eficaz e interesante. Aquí las tensiones profundas salen a la superficie en
forma de contracciones musculares transitorias de diferente duración. Al man
tener estas tensiones musculares durante mucho tiempo, el organismo consume
enormes cantidades de energía, anteriormente reprimida, y simplifica su funcio
namiento al disponer nuevamente de ellas. La relajación profunda que suele se
guir a la intensificación temporal de viejas tensiones, o a la aparición de otras
latentes, es la causa de la naturaleza curativa de este proceso.
256
Estos dos mecanismos también se dan en la fisiología deportiva, donde es
bien sabido que es posible trabajar y entrenar los músculos de dos maneras, con
ejercicios isotónicos o isométricos. Como su nombre indica, durante los ejerci
cios isotónicos la tensión del músculo es la misma, mientras cambia su longitud.
Durante los ejercicios isométricos, la tensión de los músculos varía, pero su lon
gitud es la misma todo el tiempo. Un buen ejemplo de actividad isotónica es el
boxeo, mientras que el levantamiento de pesas sería isométrico. Ambos meca
nismos resultan tremendamente eficaces para liberar y resolver la tensión mus
cular. A pesar de sus diferencias superficiales, tienen por tanto mucho en co
mún, por lo que en la respiración holotrópica se complementan perfectamente.
En muchos casos, las emociones difíciles y las manifestaciones físicas que
emergen del inconsciente durante las sesiones holotrópicas se resuelven automáti
camente y los respiradores terminan en un estado meditativo de relajación pro
funda. En ese caso, no son necesarias intervenciones externas, y continúan en ese
estado hasta que vuelven al estado de consciencia habitual. Tras una breve revi
sión con los facilitadores, pasan a la sala artística para dibujar un mandala.
Si la respiración por sí misma no lleva a una resolución, y aún quedan ten
siones o emociones residuales, los facilitadores ofrecen al participante una for
ma específica de trabajo corporal que les ayude a cerrar mejor la sesión. La es
trategia general de este trabajo es pedir al respirador que centre su atención en
la zona donde está el problema y haga lo necesario para intensificar las sensa
ciones físicas que ya tiene. El facilitador le ayuda a intensificar las sensaciones,
incluso con una apropiada y mayor intervención externa.
Mientras que la atención de la persona que respira se concentra en la zona
energéticamente cargada, se le anima a encontrar una respuesta espontánea a la
situación. La respuesta no debe reflejar una elección consciente, sino ir dictada
totalmente por el proceso inconsciente. A menudo toma una forma de expre
sión totalmente inesperada y sorprendente (el sonido de un animal, hablar en
otras lenguas o en un lenguaje desconocido, cantos chamánicos de una determi
nada cultura, galimatías o balbuceos de bebé). Igual de frecuentes son las reac
ciones físicas totalmente inesperadas, como temblores violentos, sacudidas, to
ses, vómitos, y movimientos típicamente animales. Ks esencial que el facilitador
7b I
simplemente apoye este proceso, en lugar de aplicar alguna técnica de alguna
escuela particular de terapia. El trabajo continúa hasta que el facilitador y el pa
ciente llegan al acuerdo de que la sesión se ha cerrado adecuadamente.
258
se haya acordado previamente, este apoyo físico puede variar desde simplemen
te tomarle de la mano o tocarle la frente a un contacto físico completo.
La utilización del contacto de apoyo es una manera muy eficaz de curar trau
mas em ocionales tempranos. Sin embargo, requiere que sigamos unas estrictas
reglas éticas. Debem os explicar al paciente, antes de la sesión, las razones de
esta técnica y conseguir su aprobación para utilizarla. Para muchas personas
con un pasado de abusos sexuales, el contacto físico es una cuestión muy delica
da y cargada de otros significados. A menudo aquellos que más lo necesitan son
los que más se oponen a él. A veces puede llevar mucho tiempo hasta que la per
sona desarrolla suficiente confianza en el facilitador y el grupo para poder acep
tar esta técnica y beneficiarse de ella.
El contacto físico de apoyo debe utilizarse exclusivamente para satisfacer las
necesidades de los participantes y no las del facilitador. Al decir esto no me re
fiero solamente a las necesidades sexuales o la necesidad de intimidad que, por
supuesto, son las más evidentes. Igualmente problemática puede ser una fuerte
urgencia de ser necesitado, amado o apreciado, necesidades maternales insatis
fechas y otras formas menos extremas de deseos emocionales. Recuerdo un in
cidente en uno de nuestros talleres en el Instituto Esalen en Big Sur, California,
que puede servirnos com o ejemplo.
En el com ienzo de nuestro seminario de cinco días de duración, uno de los
participantes, una mujer que ya tenía la menopausia, com partió con el grupo
cuánto le hubiera gustado haber tenido hijos y cuánto sufría por no haber sido
madre. En mitad de la sesión holotrópica, en la que tenía que atender a un hom
bre joven, de repente tomó la parte superior del cuerpo del joven en su regazo y
empezó a mecerle y a consolarle. Su intervención no podía haber sido más in
op ortu na; com o descubrim os más tarde a la hora de com partir, él estaba en
aquel momento en mitad de una experiencia de otra vida en la que era un pode
roso guerrero vikingo durante una expedición militar.
N orm alm ente, es muy fácil para el facilitador poder saber cuándo alguien
ha regresado a las primeras etapas de la infancia. En una regresión verdadera
mente profunda, todas las arrugas de la cara tienden a desaparecer y la persona
puede llegar a parecerse y comportarse como un niño. Puede adoptar posturas y
?59
gestos in fan tile s, tener h ip ersalib ació n y m am ar. O tra s veces, es obviam ente
apropiado ofrecer co n tacto físico, por ejem plo, en el m om ento en que la perso
na acaba de revivir su nacim iento biológico y parece perdido y m elancólico. Las
necesidades m aternales de la m ujer del taller de Ksalen eran tan fuertes que to
m aron el m ando; fue incapaz de valorar objetivam ente la situación y actuar de
form a adecuada.
Antes de cerrar esta sección del tra b a jo corp oral, me gustaría form ular una
pregunta que suele aparecer en los talleres h olotróp icos y en las charlas de tra
b ajo vivencial: “ Si revivir recuerdos traum áticos es generalm ente algo d oloroso,
¿C ó m o puede ser terap éu tico y no un doble tra u m a ? ” . C reo que la m ejo r res
puesta puede encontrarse en el artícu lo “ Experiencias no experim entad as” , del
psiquiatra irlandés Ivor Brow ne y su equipo (M cG ee e t al. 1 9 8 4 ). Éstos sugerí
an que no estam os habland o de una repetición o representación exacta de la si
tu ació n trau m ática orig in al, sino de la prim era experien cia plena de una reac
ción em ocion al y física apropiad a ante ella. E sto significa que, en el m om ento
en que ocurren, los acontecim ientos trau m áticos son registrados por el organis
m o, pero no se han experim entad o, procesado e integrado conscientem ente.
A dem ás, la persona que se enfrenta con recuerdos trau m áticos previam ente
reprim idos ya no es el niño desvalido y dependiente que era en la situación ori
ginal, sino un adulto que ha crecid o. El estado holotróp ico inducido en form as
vivenciales de p sicoterap ia perm ite así al individuo estar presente y op erar si
m ultáneam ente en dos coord enad as esp acio-tem porales diferentes. En una ver
dadera regresión es posible experim entar todas las em ociones y sensaciones físi
cas de la situ ació n tra u m á tica orig in al desde la perspectiva del n iñ o , pero al
m ism o tiem po podem os analizar y evaluar los recuerdos desde una perspectiva
adulta y madura en la situación terapéutica.
260
dividuos se quedan muy quietos, casi inm óviles. Pueden tener experiencias muy
profu n d as, pero dar la im presión al observador externo de que no está pasando
nada o de que están durm iendo. O tro s se agitan o m uestran una rica actividad
m o to ra . Presentan fuertes sacudidas y com p lejas torsiones, ruedan por el suelo
y se e n ro lla n , asum en posiciones fetales, se com p ortan com o bebés que luchan
p o r n a ce r y se p arecen a recién n acid o s o actú an com o ellos. Tam bién son c o
m unes los m ovim ientos de gatear, nadar, cavar o escalar.
En o ca sio n e s, los gestos y m ovim ientos pueden ser extrem adam ente sofisti
c a d o s , c o m p le jo s , m uy c o n c re to s y d iferen ciad o s. Pueden asem ejarse a m ovi
m ien tos anim ales que im itan una serpiente, un p ájaro o un predador felino e ir
aco m p a ñ a d o s co n los sonid os corresp ond ientes. A veces adoptan, esp ontánea
m ente, d iferentes posturas de yoga y gestos (a sa n a s y m u d ra s) con los que racio
n alm e n te n o están fam ilia riz a d o s. O tra s , m ovim ientos y/o sonidos m ecánicos
p a re ce n re p re se n ta cio n e s ritu a les o te a tra les de d iferentes cu ltu ras (p rácticas
ch a m á n ica s, d anzas de Ja v a , el C a n to del m ono balinés, el kabuki japonés o el
h a b la r en lenguas típ ico de los encuentros de Pentecostés).
L as cu alid ad es e m o cio n a les observad as en las sesiones h olotróp icas cubren
un am p lio esp ectro . P or un lado, podem os en co n trar sensaciones de extraord i
n a rio b ienestar, p ro fu n d a paz, tran q u ilid ad , serenidad, bendición, unidad c ó s
m ica o é x ta s is m ístico . En el o tro e x trem o del esp ectro , están los episodios de
te rro r in d escrip tib le, culpa d ev astad ora, agresión hom icida y una sensación de
e tern a co n d e n a . La in ten sid ad de estas e x tra o rd in a ria s em ociones puede tra s
cen d er cu alq u ier estad o exp erim en tad o o im aginado en la consciencia ordinaria
— m o m en to s de ra b ia, ansied ad , tristeza, desesperación, sensaciones de fracaso,
in fe rio rid a d , v ergü enza, cu lp a o d isgu sto. E stos suelen estar relacionad os con
recu erd os b io g ráfico s; su origen está en las experiencias traum áticas de la infan
c ia , la niñez y o tro s p eríod os p o sterio res de la vida. Su co n trap artid a positiva
son los sen tim ie n to s de felicid a d , plenitud em o cio n a l, aleg ría, satisfacció n se
xual y en tu siasm o.
C o m o m e n cio n é a n te rio rm e n te , en algunos ca so s, la respiración acelerada
n o p ro v o ca ninguna tensión física ni em ociones difíciles, sino que lleva d irecta
m ente a una rela ja ció n que va en au m en to, sensación de expansión y bienestar,
m
y visiones de luz. l a persona puede sentirse invadida por sensaciones de amor y
experimentar una conexión espiritual con otras personas, con la naturaleza,
todo el cosmos y con Dios. Dichos estados emocionales de corte positivo se dan
más frecuentemente al final de la sesión holotrópica, una vez que los momentos
problemáticos y turbulentos de la experiencia han remitido.
Resulta sorprendente el número de personas de nuestra cultura que debido a
sus creencias protestantes o a otros motivos tienen dificultades para aceptar las
experiencias de éxtasis, a menos que antes hayan sufrido o trabajado duro, e in
cluso entonces no es fácil. A menudo responden a ellas con culpabilidad o con
la sensación de que no las merecen. También es corriente reaccionar a las expe
riencias positivas con desconfianza y sospechas de que pueden esconder y en
mascarar otro material especialmente doloroso y desagradable, sobre todo en el
caso de los profesionales de la salud mental. En esas circunstancias es muy im
portante asegurar al paciente que las experiencias positivas son extrem adam en
te sanadoras y animarles a aceptarlas sin reserva com o un regalo inesperado.
El resultado típico de una sesión de respiración holotrópica es una profunda
liberación emocional y relajación física. Después de una sesión com pleta, y bien
integrada, muchos cuentan que se sienten más relajados que nunca. La respira
ción acelerada continuada representa así un método extraordinariam ente po
tente y eficaz para reducir el estrés y conduce a la sanación em ocional y psico-
somática. O tro resultado frecuente de este tra b a jo es la con exió n con la
dimensión luminosa de nuestra propia psique y de la existencia en general. N os
referimos al mismo tipo de comprensión que puede encontrarse en la literatura
espiritual de muchas épocas y culturas.
El potencial curativo de la respiración se pone de relieve particularm ente en
el yoga kundalini; utiliza la respiración acelerada durante la práctica meditativa
(b a s t n k a ) o se produce espontáneam ente com o parte de las m anifestaciones
emocionales y físicas conocidas com o K riy as. Esto coincide con mi punto de
vista; episodios espontáneos similares en pacientes p siqu iátricos, con o cid os
como sín d rom e d e h ip erv en tila c ió n , en realidad son intentos de autocu ración
del organismo. Deberían estimularse y apoyarse en vez de reprimirse por siste
ma, que es lo que suele hacer la medicina.
262
Las sesiones de respiración holotrópica tienen diferente duración según los in
dividuos e, incluso cuando se trata del m ismo es diferente de una sesión a otra. Es
esencial para conseguir la m ejor integración posible que el facilitador y los cuida
dores perm anezcan con el paciente m ientras dure el proceso y tenga.experiencias
inusuales. En la etapa final de la sesión, un buen tra b a jo corporal puede facilitar
enorm em ente la resolución em ocional y física. El contacto íntimo con la naturale
za tam b ién puede ser tran qu ilizad or y ayudar a afianzar e integrar la sesión. En
este sen tid o , resulta p articu larm en te ben eficio so el co n ta cto con el agua, com o
darse un b año caliente o nadar en una piscina, un lago o en el mar.
264
a m p lifica c ió n (destacar paralelismos entre una experiencia particular y motivos
mitológicos similares de diferentes culturas), o consultar un buen diccionario de
símbolos.
En los días posteriores a una sesión intensa, que ha supuesto una gran rup
tura o apertura em ocional, una amplia variedad de enfoques com plem entarios
pueden facilitar la integración. Entre ellos están las conversaciones acerca de la
sesión con un facilitador experim entado, escribir el contenido de la experiencia
o dibujar más mándalas. Un buen trabajo corporal con un terapeuta que permi
ta la expresión em ocional, correr, nadar y otras formas de ejercicio físico o dan
za expresiva pueden ser de gran utilidad si la experiencia holotrópica ha libera
do un exceso de energía física previam ente reprim ida. Una sesión de terapia
G estalt o el juego de arena jungiano de D ora K alff puede ser tam bién de gran
ayuda a la hora de definir las percepciones de la experiencia holotrópica y en
tender su contenido.
266
bloqu eos energéticos excesivam ente cargad os en las partes del cuerpo afecta
das, acom p añad os de una vaso d ilatació n . La ob servació n m ás reveladora en
esta categ o ría fue la rem isión esp ectacu lar de síntom as avanzados de artritis
T akayasu , una enferm edad de origen d esconocid o, caracterizad a por la oclu
sión progresiva de las arterias de la parte superior del cuerpo. Es una condición
que suele considerarse progresiva, incurable y potencialm ente letal.
En algunos casos, el potencial terap éu tico de la respiración h olotróp ica se
confirm ó a través de estudios clínicos efectuados por terapeutas que se form a
ron con nosotros y utilizaron este m étodo de form a independiente en su tra b a
jo . Tam bién hemos tenido en m uchas ocasiones la oportunidad de recibir feed
b ack de m anera inform al de p ersonas, años después de que sus síntom as
em ocionales, psicosom áticos y físicos m ejorasen o desapareciesen tras las sesio
nes h olotróp icas en nuestros talleres o nuestra form ación. Esto nos ha dem os
trado que las m ejoras alcanzadas en las sesiones holotrópicas a menudo son du
rad eras. Se puede prever que la e fic a cia de este interesante m étodo de
autoconocim iento y terapia se vea confirm ado en el futuro mediante una inves
tigación clínica bien definida.
m
os mas alcalina para compensar este cambio. El cerebro es una de las partes del
cuerpo que tiende a responder a la respiración acelerada mediante vasoconstric
ción. (ionio el nivel de intercambio gaseoso no depende únicamente del ritmo
respiratorio, sino también de su profundidad, la situación es bastante compleja
y no es fácil valorar la situación general en un caso individual sin exámenes es
pecíficos de laboratorio.
Sin embargo, si consideramos todos los mecanismos fisiológicos anteriores,
la situación de una persona durante la respiración holotrópica se parece mucho
a cuando se encuentra en alta montaña, donde hay menos oxígeno y el nivel de
CX), disminuye por la respiración acelerada compensatoria. La corteza cere
bral, al ser la parte más joven del cerebro, desde el punto de vista evolutivo, ge
neralmente es más sensible a diferentes influencias (como el alcohol y la anoxia)
que las partes más antiguas del cerebro. Esta situación provocaría por tanto in
hibición de las funciones corticales e intensificaría la actividad de las partes ar
caicas del cerebro, haciendo que los procesos inconscientes estuvieran más dis
ponibles.
Es interesante señalar que muchos individuos, y culturas enteras, que vivie
ron en altitudes extremas fueron famosos por su avanzada espiritualidad.
Podemos pensar en este contexto en los yoguis del Himalaya, los budistas tibe-
tanos y los incas peruanos. Resulta tentador poder atribuirlo al hecho de que,
en una atmósfera con menor contenido de oxígeno, tenían un fácil acceso a ex
periencias transpersonales. Sin embargo, una permanencia prolongada en luga
res elevados lleva a adaptaciones fisiológicas, por ejemplo, producción excesiva
de glóbulos rojos en la sangre. Por lo tanto, la situación concreta de la respira
ción holotrópica no puede compararse directamente con una estancia prolonga
da en alta montaña.
En cualquier caso, hay un largo camino entre la descripción de los cambios
fisiológicos del cerebro hasta la serie extremadamente rica de fenómenos que
provoca la respiración holotrópica, como la identificación vivencial con anima
les, visiones arquetípicas o recuerdos de vidas pasadas. La situación es parecida
al problema de los efectos psicológicos de la LSD. El hecho de que estos dos mé
todos puedan provocar experiencias transpersonales en las que se accede a nue-
268
va información precisa acerca del universo mediante canales extrasensoriales,
muestta que estos contenidos no se encuentran almacenados en el cerebro.
Aldous Huxley, después de haber experimentado estados psiquedélicos, lle
gó a la conclusión de que nuestro cerebro no puede de ninguna manera ser el
origen de todas estas experiencias. Sugirió que funciona más corrio una válvula
reductora que nos protege de una entrada cósmica infinitamente mayor.
Conceptos como “memoria sin sustrato material” (von Foerster, 1965), los
“campos morfogenéticos” de Sheldrake (Sheldrake, 1981), y el “campo psíqui
c o ” de Laszlo (Laszlo, 1993) suponen un apoyo importante para la idea de
Huxley y la convierten en algo cada vez más plausible.
269
n.is distorsiones y afectaría profundamente la calidad y eficacia del proceso te
rapéutico, va sea vivcncial o verbal. Como lie mencionado, en estas dos formas
básicas de psicoterapia sena de utilidad observar sus indicaciones y su poten
cial, y también sus limitaciones.
Cierros aspectos importantes de los trastornos em ocionales y psicosom áti-
cos, particularmente los asociados con bloqueos de energía física y em ocional,
requieren un enfoque vivencial y todo intento de encararlos desde la terapia ver
bal son una pérdida de tiempo. Generalmente tampoco es posible llegar a las ra
íces perinatales y transpersonales de problemas emocionales con terapias que se
limitan a la expresión verbal. Sin embargo, la terapia com unicativa es un com
plemento importante de las sesiones profundam ente vivenciales. Y lo mismo
ocurre con las experiencias que surgen espontáneamente en episodios de emer
gencia espiritual
La psicoterapia verbal puede ser extrem adamente im portante, en sí misma,
para resolver problemas de comunicación y dinámicas interpersonales de pareja
o familiares. Conducida de uno a uno, puede proporcionar una experiencia co
rrectiva y ayudar a desarrollar confianza en las relaciones humanas para perso
nas que han vivido el rechazo o el abuso a temprana edad. También puede rom
per y sanar círculos viciosos en interacciones personales, basadas en la
generalización, la anticipación del rechazo o el desencanto y el autocumplimien-
to de las profecías.
El trabajo sistem ático con los estados holotrópicos es com patible y puede
combinarse con un amplio espectro de otras terapias de descubrim iento, com o
la gestalt, varios tipos de trabajo corporal, la pintura y la danza expresivas, el
psicodrama de Jacob M oreno, el juego de arena de D ora K alff, la desensibiliza
ción y reprocesam iento del m ovim iento ocular de Francine Shapiro (E M D R ,
eye m ov em en t desen sitization a n d rep ro cessin g ), y muchos otros. En com bina
ción con el ejercicio físico, la meditación y la meditación en m ovim iento, com o
nadar, correr, el hatha yoga, vipassana, tai-chi o qi-gong, puede ser una co m
binación terapéutica muy eficaz que con el tiem po puede llevarnos no sólo a
la sanación emocional y psicosom ática, sino tam bién a cam bios positivos per
manentes de nuestra personalidad.
270
CAPÍTULO SEIS
Espiritualidad y religión
El área en la que la investigación de los estados holotrópicos ha generado
perspectivas nuevas y más radicales ha sido sin duda la espiritualidad y su rela
ción con la religión. La comprensión de la naturaleza humana y del cosmos des
arrollada por la ciencia materialista occidental difiere claramente de la concep
ción del mundo que puede encontrarse en las sociedades antiguas y
preindustriales. A lo largo de los siglos, los científicos han explorado los diver
sos aspectos del mundo material y han acumulado una impresionante cantidad
de información que no estaba disponible en el pasado. Han completado, susti
tuido y corregido, en gran medida, los conceptos anteriores acerca de la natura
leza y del universo.
Sin embargo, la diferencia más asombrosa entre las dos visiones del mundo
no se halla en la cantidad o la exactitud de los datos referentes a la realidad ma
terial; este es el resultado natural del progreso científico. Sino que el desacuerdo
más profundo se refiere más bien a la dimensión sagrada o espiritual de la exis
tencia. Esto constituye un tema de gran relevancia y con implicaciones directas
para la existencia humana. La manera en que resolvamos esta cuestión tendrá
una influencia directa en nuestra escala de valores, en nuestra forma de vivir y
en nuestro comportamiento diario respecto a las demás personas y a la natura-
|i'/.i. 1 as respuestas que estos J o s grupos hum anos nos ofrecen son to talm en te
divergen tes.
Todas las culturas preindustriales estaban de acu erd o en que el m undo m a
terial en el que vivimos y nos desarrollam os a diario no constituye la única rea
lidad existente. Su visión del mundo incluía la existencia de dim ensiones ocu ltas
de la realidad en las que conviven distintas clases de divinidades, espíritus y a n i
males de poder. Las culturas preindustriales poseían una vida ritual y espiritual
muv rica que giraba en torno a la posibilidad de lograr un co n ta cto vivencia! d i
recto con estos reinos de la realidad habitualm ente ocu ltos, y recibir de ellos in
formación relevante, ayuda o incluso su intervención en el cu rso de los a c o n te
cimientos materiales.
Kn estas sociedades, las actividades cotidianas no se basaban únicam ente en
la información recibida a través de los sentidos, sino tam bién en la inform ación
obtenida de esas dimensiones invisibles. Por su parte, los antropólogos a m enu
do quedaban desconcertados por lo que ellos denom inan la “ doble ló g ic a ” de
las culturas aborígenes. Los nativos m ostraban claram ente habilidades e x tra o r
dinarias y eran capaces de crear ingeniosos utensilios para la supervivencia y el
m antenim iento de su com unidad. Sin em barg o, co m b in a b a n sus activid ad es
prácticas como la pesca, la caza y el cultivo de alim entos con rituales que invo
caban a las diversas realidades y entidades que para los antropólogos eran im a
ginarias c inexistentes.
Para los antropólogos con una visión m aterialista y sin experiencia en esta
dos holotrópicos, este com portam iento era irracional e incom prensible. Al co n
trario de sus colegas más conservadores, cuya m etodología se lim itaba a la o b
servación externa de las culturas que estudiaban, aquellos más aventu reros y
abiertos de mente (“ los antropólogos visionarios” ) se dieron cuenta de que para
poder comprender estas culturas era esencial participar en los rituales que co n
llevaban estados holotrópicos.
Investigadores com o M ichael Harner, Richard Katz, Barbara M ey erhoff, o
Carlos Castañeda, no tuvieron ningún problema en entender la doble lógica de
los nativos. Sus experiencias les mostraron que la fabricación de herramientas y la
práctica de sus habilidades estaban directamente relacionadas con la realidad m a
272
terial que todos percibimos en estados ordinarios de consciencia. La actividad ri
tual iba en cambio dirigida a las realidades ocultas cuya existencia se revela en es
tados holotrópicos. La visión del mundo de la antropología académica (“el acer
camiento ético” ) se limita a las observaciones exteriores de la realidad material,
mientras que la perspectiva de los nativos (“el acercamiento émico” ) incluye in
formación a partir de la experiencia holotrópica de las realidades interiores. Kstas
dos perspectivas no se excluyen mutuamente sino que se complementan.
Las descripciones de las dimensiones sagradas de la realidad y el énfasis
puesto en la vida espiritual presentan un agudo conflicto con el sistema de cre
encias que domina el mundo industrial. De acuerdo con la ciencia académica
más tradicional, sólo existiría la materia. La vida, la consciencia y la inteligen
cia serían epifenómenos insignificantes y más o menos accidentales de este des
arrollo. Según ella, aparecieron tras millones de años de evolución de la materia
inerte en un lugar diminuto de un universo inmenso. Es obvio que en un univer
so con tales características no queda espacio para la espiritualidad.
De acuerdo con la neurociencia occidental, la consciencia es un producto de
los procesos fisiológicos del cerebro, y por lo tanto altamente dependiente del
cuerpo. Muy pocas personas, incluida la mayoría de los científicos, tienen en
cuenta la total carencia de pruebas que corroboren que la consciencia sea real
mente un producto del cerebro. En este sentido, tampoco disponemos de una no
ción que nos explique cómo puede producirse la consciencia. A pesar de ello, esta
creencia metafísica sigue prevaleciendo y dirigiendo la ciencia materialista occi
dental a la vez que ejerce una considerable influencia en toda nuestra sociedad.
El desprecio y la interpretación patológica del materialismo monista respec
to a la espiritualidad resultan totalmente insostenibles tras las observaciones re
alizadas en torno al estudio de los estados holotrópicos. En éstos, las dimensio
nes espirituales de la realidad pueden vivirse directamente de un modo tan
convincente y real com o nuestra realidad cotidiana. De este mismo modo, tam
bién resulta posible describir, paso a paso, los procedimientos que facilitan el
acceso a estas experiencias. Un estudio detallado de las experiencias transperso
nales muestra que son ontológicamente reales y nos informan acerca de impor
tantes aspectos ocultos de la existencia.
Dibujos (págs. 274 y 275) que ilustran experiencias de una sesión con h on g os
psiquedélicos. Dichas experiencias muestran , y se hurlan d e , una espiritualidad
m órbida y recta; espiritualidad falsa que es intolerante con otros credos y hostil
con el cuerpo hum ano y la naturaleza. Ilustran y celebran una esp iritu alid ad
orientada hacia la naturaleza y qu e to d o lo ab arca. El p o d e r y la v italid ad d e
este enfoque de la vida está sim bolizado p o r el león que em erge de un cord ero y
un danzarín nativoamericano.
77*
n o m in a (sig u ie n d o a R u d o lp h O tto ) n u m in o sid a d . El té rm in o de n u m in osid ad
es r e la tiv a m e n te n e u tr o y p o r lo t a n t o p re fe rib le a o tr o s su s ta n tiv o s sim ilares
c o m o re lig io s o , m ís tic o , m á g ic o , sa n to o s a g ra d o , que son en g a ñ o so s y a m en u
d o h a n s id o u tiliz a d o s en c o n t e x t o s d e lic a d o s o p ro b le m á tic o s . El se n tid o de
m iminnsiJad se basa n i la percepción directa del hecho con el que nos en co n
tramos v pertenece a una realidad de orden superior, un reino sagrado rad ical
mente distinto del mundo material.
Para prevenir las confusiones o las malas interpretaciones que en el pasado
comprometieron gran número de debates, es fundamental que hagamos una cla
ra distinción entre los conceptos de religión y espiritualidad. La espiritualidad
se basa en experiencias directas de dimensiones y aspectos no ordinarios de la
realidad. No precisa de un lugar especial o una persona oficialm ente designada
que medie el contacto con lo divino. Los místicos no necesitan iglesias ni tem
plos. Kl contexto en el que experim entan las dim ensiones sagradas de la reali
dad, incluida su propia divinidad, lo form an su cuerpo y la naturaleza. Así, en
lugar de sacerdotes oficiantes, necesitan del apoyo de un grupo de iguales o la
guía de un maestro que esté más avanzado que ellos en su viaje interior.
Las experiencias espirituales directas aparecen de dos form as d istintas. La
primera de ellas, la experiencia de lo “in m a n en te d iv in o ,” que conlleva una per
cepción que transform a sutil y profundam ente la realidad diaria. Una persona
que tiene este tipo de experiencia espiritual ve a las personas, los anim ales y los
objetos del entorno com o m anifestaciones radiantes de un cam po unificado de
energía cósmica creativa y se da cuenta que los límites existentes entre ellos no
son reales sino ilusorios. Esto es, según Spinoza, una experiencia directa de la
naturaleza de dios, de deu s siv e n atu ra. Usando la analogía de la televisión, esta
experiencia podría com pararse a un m onitor en blanco y negro cuya imagen p a
saría de repente a otra con colores vivos y definidos. En am bos casos, una gran
parte de la antigua percepción del mundo sigue prevaleciendo, aunque se ve ra
dicalmente redefinida por la incorporación de una nueva dim ensión.
La segunda forma de experiencia espiritual, la de lo “tr a s c e n d e n te d iv in o , ”
incluye en cam bio manifestaciones de seres del mundo arquetípico así com o di
mensiones de la realidad que son habitualm ente transfenom énicas. Es decir, no
perceptibles en nuestro estado ordinario de con scien cia. En este tip o de ex p e
riencias espirituales, para utilizar los térm inos de D avid B ohm , parecen “ des
plegarse” o “exp onerse” ante nosotros elem entos to talm en te nuevos y prove
nientes de otro nivel de la realidad. Si regresam os a la analogía de la televisión,
276
esto equivaldría a descubrir la existencia de otros canales a parte del que esta
mos viendo.
Para numerosas personas, el primer encuentro con lo sagrado ocurre en el
contexto de procesos de muerte y renacimiento, cuando las experiencias de las
distintas fases del nacimiento se ven acompañadas de visiones y escenas del rei
no arquetípico del inconsciente colectivo. Sin embargo, la conexión plena con el
reino espiritual se produce cuando el proceso se desplaza al nivel transpersonal
de la psique. Cuando esto sucede, aparecen diversas experiencias espirituales en
su forma pura, independientemente de los elementos fetales. En determinados
casos, los procesos holotrópicos sobrepasan el nivel biográfico y perinatal pro
porcionando un acceso directo al ámbito transpersonal.
La espiritualidad conlleva una relación especial entre el individuo y el co s
mos que, en su esencia, es personal e intim a. Por com paración, la religión es
una actividad de grupo institucionalizada que se desarrolla en un lugar concre
to — un templo o una iglesia— e implica un sistema de funcionarios designados
que pueden haber tenido o no experiencias personales de realidades espiritua
les. Una vez que la religión se organiza, con frecuencia pierde por com pleto la
conexión con su fuente espiritual y se convierte en una institución secular que
explota las necesidades humanas espirituales sin satisfacerlas. Por el contrario,
las religiones organizadas tienden a crear un sistema jerárquico centrado en la
consecución de poder y control, en la política, el dinero, las posesiones y demás
intereses profanos. Ante estas circunstancias, la jerarquía religiosa tiende a des
alentar y a suprimir activamente las experiencias espirituales de sus miembros
ya que éstas potencian la independencia y no pueden ser controladas eficazmen
te. Cuando esto ocurre, la verdadera vida espiritual se desarrolla únicamente en
las ramas místicas, las órdenes monásticas y las sectas extáticas de las religiones
implicadas.
El hermano David Steindl-Rast, monje benedictino y filósofo cristiano, utili
za una hermosa m etáfora para ilustrar esta situación. Para realzar su belleza,
dinamismo y vitalidad com para la experiencia mística original con el magma
incandescente de un volcán en erupción. Después de haber tenido la experiencia
sentimos que tenemos que ponerla en un marco conceptual y formular una d o c-
711
trina. I I estado místico representa un recuerdo precioso cpie puede llevarnos a
cre.tr un ritual que mantendrá vivo el recuerdo de un momento tan particular,
l a experiencia nos conecta con el orden cósmico y esto ejerce un impacto direc
to sobre nuestro sistema ético, es decir, nuestros valores morales y nuestro com
portamiento.
A lo largo de su existencia, y debido a razones muy diversas, la religión or
ganizada ha rendido a perder su conexión con la fuente espiritual original. Así,
cuando se desconectan de su matriz vivencial, las doctrinas se convierten en
dogmas, los rituales en ritualismos vacíos, y las éticas cósmicas en m oralism o.
Kn el símil del hermano David, lo que perdura del antiguo sistema vital espiri
tual se parece ahora mucho más a la lava endurecida del volcán que al magma
electrizante de la experiencia mística que la creó.
I.as personas que tienen experiencias de lo divino inmanente o trascendental
se abren a la espiritualidad que se encuentra en las ramas místicas de las gran
des religiones del mundo o en sus ordenes monásticas, y no necesariamente en
sus organizaciones principales. Si estas experiencias toman una forma cristiana,
la persona sentirá empatia por Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz, el
Maestro Kckhart, o Santa Hildegarde von Bingen. Tales experiencias no les ha
rán sentirse especialmente cercanos a la jerarquía del Vaticano o a los edictos de
los papas. Tampoco expresarán comprensión por la postura de la iglesia católi
ca respecto a los anticonceptivos o la ausencia de mujeres en el clero.
Una experiencia espiritual, de acuerdo con el islamismo, acercaría a la per
sona a las enseñanzas de distintas ordenes sufíes, instigando el interés en su
práctica. Pero no generaría simpatía por la motivación política de ciertos gru
pos musulmanes o pasión por la jihad, la Guerra Santa contra los infieles. De
modo similar, una forma judía de esta experiencia conectaría a la persona con
la tradición mística judía según la expresa la Cábala o en el movimiento hasídi-
co; y no con el fundamentalismo del judaismo o del sionismo. Una experiencia
mística profunda tiende a disolver las fronteras entre las religiones, mientras
que el dogmatismo de las religiones organizadas tiende a enfatizar las diferen
cias y a generar antagonismo y hostilidad.
La verdadera espiritualidad es universal, lo abarca todo y se basa en la expe-
278
riencia m ística personal, más que en el dogma o las escrituras sagradas. Las
principales religiones pueden unir a la gente de su entorno, sin embargo a gran
escala tienden a dividir, porque colocan a su grupo frente a otros, o tratan de
convertirlos o erradicarlos. Los adjetivos “ paganos,” “goyim,” e “ infieles” y
los conflictos entre cristianos y musulmanes, indios y sikhs, tan sólo constitu
yen ejemplos representativos. En el complejo mundo de hoy, las religiones, tal y
com o aparecen, son más parte del problema que de la solución. Irónicamente,
incluso las distintas ramas de una misma religión pueden convertirse en una ra
zón suficiente de serio conflicto e incluso genocidio. Un ejemplo de ello lo tene
mos en la historia de la iglesia cristiana y la continua violencia existente en
Irlanda.
No hay duda alguna de que los dogmas de las religiones organizadas se ha
llan generalmente en conflicto fundamental con la ciencia, tanto si esta ciencia
utiliza el modelo cartesiano materialista como si está anclada en el paradigma
emergente. Sin embargo la situación es muy diferente en lo que concierne al au
téntico misticismo basado en las experiencias espirituales. Las grandes tradicio
nes místicas han reunido un vasto conocimiento acerca de la consciencia huma
na y las dim ensiones espirituales. Lo han hecho de una forma muy similar al
método utilizado por los científicos cuando investigan el mundo material. Esto
conlleva una metodología que induce las experiencias transpersonales, una re
colección sistemática de los datos obtenidos y una interpretación intersubjetiva.
Las experiencias espirituales, al igual que cualquier otro aspecto de la reali
dad, pueden ser estudiadas científicamente. No hay nada de acientífico en el es
tudio riguroso e im parcial de estos fenóm enos transpersonales o en los retos
que suponen para la com prensión materialista del mundo. La cuestión funda
mental a este respecto es la naturaleza y el estatus ontológico de las experiencias
místicas: ¿revelan verdades profundas de algunos aspectos básicos de la existen
cia, tal y com o lo defiende la filosofía perenne, o son productos de la supersti
ción, la fantasía o la enfermedad mental, según lo interpreta la ciencia materia
lista?
El principal obstáculo para el estudio de las experiencias espirituales estriba
en que la psicología y la psiquiatría tradicionales se hallan dominadas por una
filosofía materialista y carecen de una genuina com prensión acerca de lo reli
gioso o de lo espiritual. La psiquiatría occidental no hace distinción alguna en
tre una experiencia mística y una experiencia psicótica, sino que ve a a m b as
como manifestaciones de enfermedades mentales. Debido a su rechazo de la re
ligión, no diferencia entre las creencias folklóricas primitivas, las interpretacio
nes literales fundamentalistas de las sagradas escrituras, las sofisticadas tradi
ciones místicas o las filosofías espirituales orientales basadas en la exploració n
de la psique tras siglos de introspección sistemática.
Un ejemplo extremo de esta carencia de discriminación es el rechazo del tan-
tra por parte de la ciencia occidental, un sistema que ofrece una extraordinaria
visión espiritual de la existencia, en el contexto de una visión científica del mun
do muy completa. Los eruditos tántricos desarrollaron una com prensión pro
funda del universo que ha sido convalidada de numerosas formas por la ciencia
moderna. Incluía complicados modelos, como el sistema heliocéntrico, la atrac
ción interplanetaria, la forma esférica de la tierra y los planetas, y la entropía.
Todos estos datos ya eran conocidos siglos antes de que se dieran los mismos
descubrimientos en occidente.
Entre otros logros del tantra podemos destacar las matemáticas avanzadas y la
invención del sistema decimal, incluyendo el cero. El tantra también poseía una
teoría psicología profunda y un método vivencial basado en mapas del cuerpo su
til o cuerpo energético, que incluye centros psíquicos (c h a c r a s ) y conductos
(nadis). También desarrolló un arte espiritual altamente refinado, tanto abstracto
como figurativo, y un complejo sistema ritual (Mookerjee y Khanna 1977).
La aparente incompatibilidad entre la ciencia y la espiritualidad es bastante
notable. A lo largo de la historia, ambas desempeñaron un papel crítico y vital
en la vida humana, hasta que su influencia empezó a ser menospreciada por la
ciencia y la revolución industrial. Cada una a su manera, la ciencia y la religión,
representan aspectos de extrem a im portancia en la vida hum ana. La ciencia
constituye la herramienta más poderosa para obtener inform ación acerca del
mundo en el que vivimos, mientras que la espiritualidad es una fuente indispen
sable que da sentido a nuestras vidas. La religión ha supuesto una de las fuerzas
motrices que más ha influido en la historia de la humanidad y en la cultura.
280
Resultaría difícil imaginar todo esto si los rituales y la vida espiritual estu
vieran basados en alucinaciones psicóticas, ilusiones y en supersticiones o fan
tasías sin fundamento. La influencia de la religión en el curso de la humanidad
refleja claramente un aspecto profundo y auténtico de la naturaleza humana,
independientemente de las dificultades y distorsiones que haya podido encon
trar a lo largo de la historia de la humanidad. Pero, contemplemos ahora este
dilema bajo el prisma de la investigación de la consciencia. Todas las grandes
religiones del mundo se han inspirado en las intensas experiencias holotrópicas
de los visionarios que iniciaron y sostuvieron credos religiosos; en las Epifanías
divinas de los profetas, de los místicos y de los santos. Estas experiencias revela
doras de las dimensiones sagradas de la realidad sirvieron de inspiración y fuen
te vital para todos los movimientos religiosos.
Gautama Buda tuvo, meditando bajo el árbol Bo, una impresionante expe
riencia visionaria de Kama Mara, el señor de la ilusión del mundo, que intenta
ba distraerle de su búsqueda espiritual. Trató de desviar su interés espiritual ha
cia la sexualidad, con sus tres seductoras hijas. Como esto no funcionó, trajo a
su amenazador ejército para despertar en él el miedo a la muerte, intimidarle e
impedirle que alcanzara la iluminación. Buda superó con éxito todos los obstá
culos y alcanzó la iluminación y el despertar espiritual. En otras ocasiones, tam
bién tuvo la visión de la larga cadena de sus encarnaciones anteriores y experi
mentó una profunda liberación de sus vínculos kármicos.
El texto islámico M iraj N a m eh , hace una descripción del “viaje milagroso
de M ahom a,” un poderoso estado visionario en el que el arcángel Gabriel le es
coltó a través de los siete cielos musulmanes, el paraíso y el infierno (Gehenna).
Durante este viaje visionario, Mahoma experimentó una entrevista con Allah
en el séptimo cielo. Allah se com unicó directamente con él en un estado que
Mahoma describe como de “éxtasis próximo a la aniquilación.” Esta experien
cia, junto con los diversos estados místicos que Mahoma experimentó a lo largo
de más de veinticinco años, fue la inspiración esencial de los suras del Corán y
de la fe musulmana.
En la tradición judeocristiana, el Antiguo Testamento ofrece un relato espec
tacular de la experiencia que Moisés tuvo de Yahvé en forma de zarza ardiente,
también cuenta, entre otras experiencias visionarias, cómo Abraham entró en
contacto con el ángel. Kl Nuevo Testamento describe las tentaciones de Jesús
por el diablo durante su estadía en el desierto. Igualmente, la visión cegadora de
Cristo a cargo de Saulo en el camino a Damasco, la revelación apocalíptica de
san Juan en su cueva de la isla de Patmos, la visión del carro envuelto en llamas
de Ezequiel, y otros muchos episodios son claramente experiencias transperso
nales en estados no ordinarios de consciencia. La Biblia describe muchos ejem
plos de comunicación directa con Dios y con los ángeles. Las descripciones de
las tentaciones de san Antonio y las experiencias visionarias de otros santos y
padres del desierto constituyen aspectos muy bien documentados de la historia
del cristianismo.
Actualmente, los psiquiatras occidentales interpretan dichas experiencias vi
sionarias como manifestaciones de graves enfermedades mentales, sin embargo,
carecen de la explicación médica adecuada y de los datos de laboratorio que
apoyen esta posición. Gran parte de la literatura psiquiátrica contienen artícu
los y libros que expresan cuál sería el diagnóstico clínico más apropiado para
las grandes figuras de la historia espiritual. A san Juan de la Cruz se le ha llama
do el “degenerado hereditario”, santa Teresa de Jesús ha sido despreciada como
psicótica histérica y las experiencias místicas de Mahoma fueron atribuidas a la
epilepsia.
Muchos otros personajes religiosos y espirituales, com o Buda, Jesús,
Ramakrishna y Sri Ramana Maharshi han sido considerados com o personas
que padecían psicosis debido a sus experiencias visionarias y a sus “delirios” .
Del mismo modo, algunos antropólogos de formación tradicional han sugerido
que los chamanes podrían ser diagnosticados como esquizofrénicos, psicóticos,
epilépticos o histéricos. El conocido psicoanalista Franz Alexander, conocido
como uno de los fundadores de la medicina psicosomática, escribió un ensayo
en el que incluso la meditación budista era descrita en términos psicopatológi-
cos y calificada como “catatonía artificial” (Alexander 1931).
En la civilización industrial, las personas que tienen experiencias directas de
las realidades espirituales son consideradas como mentalmente enfermas. Los
psiquiatras tradicionales no hacen ninguna distinción entre una experiencia
282
mística y las experiencias psicóticas. Ven a ambas categorías como manifesta
ciones de psicosis. El juicio más benévolo acerca del misticismo, que proviene
de los círculos académicos oficiales, ha sido un documento titulado M isticismo:
¿búsqueda espiritual o trastorn o p síq u ic o ? del Comité sobre Psiquiatría y
Religión del Grupo para el Progreso de la Psiquiatría. Según este documento,
publicado en 1976, el misticismo podría ser un fenómeno que se encuentra en
tre la normalidad y la psicosis.
La religión y la espiritualidad han supuesto fuerzas de extrema importancia
en la historia de la humanidad y de la civilización. Si las experiencias visionarias
de los fundadores de las principales religiones no hubieran sido sino productos
de una patología cerebral, sería difícil explicar el profundo impacto que han
ejercido sobre millones de personas a lo largo de los siglos, así como la gloriosa
arquitectura, pinturas, esculturas y la literatura que han inspirado. No existe
una sola cultura antigua o preindustrial en la que los ritos y la vida espiritual no
hayan desempeñado un papel esencial. El enfoque actual de la psicología y de la
psiquiatría occidentales no sólo considera como patología lo espiritual sino
también la vida cultural de todos los grupos humanos a lo largo de siglos, ex
cepto la vida cultural de la elite culta de la civilización industrial occidental que
comparte la misma visión materialista del mundo.
La posición oficial de la psiquiatría respecto a las experiencias espirituales
también crea una considerable escisión en nuestra sociedad actual. En Estados
Unidos, la religión es oficialmente tolerada, legalmente protegida e incluso pro
movida con buena conciencia por determinados círculos. En cada habitación de
hotel, uno puede encontrar una Biblia. En sus discursos, los políticos, pagan su
tributo a Dios, y la oración colectiva es una parte institucionalizada de la cere
monia de toma de posesión del presidente. Sin embargo, a la luz de la ciencia
materialista, las personas que se toman en serio las creencias religiosas, del tipo
que sean, son consideradas personas incultas que padecen un espejismo colecti
vo o son emocionalmente inmaduras.
Y si una persona de nuestra cultura tiene una experiencia espiritual parecida
a las que han inspirado las grandes religiones del mundo, cualquier sacerdote o
pastor protestante ordinario la mandará probablemente a un psiquiatra. Han
283
sido frecuentes los casos de personas que han acabado hospitalizadas o someti
das a tranquilizantes o incluso a tratamiento de electrochoque a de causa de sus
intensas experiencias espirituales. A muchas de ellas se les diagnosticó incluso
alguna psicopatologia que las estigmatizaría el resto de sus vidas.
En el clima actual, la simple sugerencia de que las experiencias espirituales
deben ser estudiadas sistemáticamente y examinadas de una forma crítica pare
ce absurda para los científicos de formación convencional. M ostrar un interés
serio en este campo puede ser considerado fruto de un sentido común bastante
pobre; lo cual pondría en cuestión la reputación del investigador profesional.
En la actualidad no existe ninguna “prueba” científica de que la dimensión es
piritual no exista. La refutación de su existencia es fundamentalmente un pos
tulado metafísico de la ciencia occidental, basado en una aplicación incorrecta
de un paradigma caduco. De hecho, el estudio de los estados holotrópicos y, en
particular, de las experiencias transpersonales proporciona datos más que sufi
cientes para postular que la existencia de dicha dimensión tiene sentido (G rof
1985, 1988).
Al considerar como patológicos los estados holotrópicos de consciencia, la
ciencia occidental ha extendido dicha interpretación a toda la historia espiritual
de la humanidad. A lo largo de los siglos ha ido asumiendo una actitud despre
ciativa y arrogante respeto a lo espiritual, los rituales y la cultura de las socieda
des preindustriales. Por extensión, estas actitudes también se han dirigido a las
personas de nuestra sociedad que siguen algún tipo de práctica espiritual. Según
este punto de vista, de entre todos los grupos humanos de la historia, sólo la éli
te de intelectuales que comparten la visión monista materialista de la ciencia oc
cidental tendría una comprensión razonable de la existencia. Todos aquellos
que no comparten esta perspectiva son considerados como primitivos e igno
rantes.
El estudio sistemático de los estados holotrópicos que han llevado a cabo a
lo largo de las últimas décadas médicos que utilizan psicoterapias vivenciales o
psiquedélicas, tanatólogos, antropólogos, analistas jungianos, investigadores de
la disciplina del biofeedback, estudiosos de meditación, entre muchos otros,
han mostrado que la psicología y la psiquiatría occidentales han cometido un
284
grave error al om itir las experiencias m ísticas y al considerarlas com o m anifes
taciones patológicas del cerebro cuya etiología es desconocida. Los nuevos des
cu brim ientos han inspirad o el d esarro llo de la p sicolo g ía tra n sp erso n a l, una
nueva disciplina que ha vuelto a retom ar la investigación científica de la espiri
tualidad de acuerdo con su propia con cep ción , en lugar de seguir con el p ara
digma m aterialista.
La psicología transpersonal estudia seriam ente y respeta la totalidad del es
pectro de experiencias hum anas, incluyendo los estados h olotróp icos y todos
los niveles de la psique: el biográfico, el perinatal y el transpersonal. C om o re
sultado de ello, es m ucho más sensible culturalm ente y ofrece un modo de en
tender la psique que es universal y aplicable a cualquier grupo humano y perio
do histórico. Tam bién honra las dim ensiones espirituales de la existen cia y
reconoce la profunda necesidad humana de tener experiencias trascendentales.
En este con texto, la búsqueda espiritual se convierte en una actividad humana
totalm ente comprensible y legítima.
La concepción del universo, de los seres hum anos y de la consciencia des
arrollada por la ciencia occidental difiere en gran medida de la que se encuentra
en las sociedades antiguas preindustriales. Generalm ente existe una actitud de
superioridad por parte de la ciencia m aterialista respecto a la superstición y al
pensamiento primitivo y mágico de las culturas indígenas. En este con texto, el
ateísmo se entiende com o una visión ilustrada y sofisticada de la realidad, que
aprenderán las culturas indígenas cuando se hayan beneficiado de la educación
occidental. Un m inucioso análisis de estas situaciones revela que la razón de
esta diferencia no reside en la superioridad de la ciencia moderna, sino en la ig
norancia e ingenuidad de las sociedades industriales respecto a los estados holo
trópicos de consciencia.
Las culturas preindustriales guardaron en gran estima dichos estados y dedi
caron mucho tiempo y energía a tratar de desarrollar modos eficaces y seguros
de inducirlos. Poseían un amplio conocim iento de estos estados y los utilizaban
com o principal vehículo en sus rituales y su vida espiritual. La concepción del
mundo de estas culturas reflejaba nos sólo las experiencias y observaciones he
chas en los estados de consciencia ordinarios sino también durante los estados
285
v isio n arios. l a in v estig ación m oderna de la c o n s c ie n c ia y la p sic o lo g ía tr a n s
personal han m ostrad o que m uchas de estas exp erien cias con stitu y en a u tén tica s
revelaciones de las d im ensiones o cu lta s de la realid ad que no pueden c o n s id e
rarse com o distorsiones patológicas.
Kn los estados visionarios, las exp erien cias con o tra s realid ades y las nuevas
perspectivas de nuestra realidad diaria son tan con v in cen tes que las personas no
tienen otra altern ativ a que in c o rp o ra rla s a su visión del m u n d o. La d ista n c ia
existente entre las cu ltu ras indígenas y las socied ad es te c n o ló g ic a s se debe p or
un lado a la exposición vivencia! y sistem ática de las prim eras a los estad o s ho-
lotró p ico s de co n scie n cia , y por o tro , en el c a so de las ú ltim a s, a su c a re n c ia .
Todavía no he co n o cid o a ningún eu ro p eo o esta d o u n id en se q ue haya te n id o
una profunda exp erien cia tran sp erso n al y siga de a cu erd o co n la visión m a te
rialista del m undo de la ciencia o ccid en ta l. E ste d esa rro llo es to ta lm e n te in d e
pendiente del coeficien te in telectu al, el nivel de ed u cació n a lc a n z a d o , o de los
credenciales profesionales de los individuos im plicados.
CAPÍTULO SIETE
288
ción o durante un ataque al corazón), puede conducir a una apertura espiritual
significativa.
La investigación de los estados holotrópicos ha aportado clarificaciones fas
cinantes a diversos problem as relacionados con la muerte, como la fenomeno
logía de las experiencias cercanas a la muerte, el miedo a la muerte y su papel en
la vida humana, la supervivencia de la consciencia después de la muerte y la re
encarnación. Estas revelaciones son de gran importancia, no sólo para discipli
nas científicas com o la psiquiatría, la psicología o la tanatolología, sino para to
dos nosotros com o individuos. Sería difícil encontrar un tema tan universal, y
tan significativo en el ámbito personal para todos nosotros, como es la muerte.
A lo largo de nuestra vida, todos perdemos a conocidos, amigos y familiares
y, en algún momento tenemos que enfrentarnos a nuestro propio fallecimiento
físico. Ante este hecho resulta sorprendente que, hasta finales de los años 60, la
civilización industrial occidental no mostrara prácticamente ningún interés por
el tema de la muerte. Y no sólo el público en general, sino tampoco los científi
cos ni los profesionales de disciplinas que deberían interesarse por esta materia,
com o son la medicina, la psiquiatría, la psicología, la antropología, la filosofía
y la teología. La única explicación posible es que, por algún motivo, las socieda
des tecnológicam ente desarrolladas han fomentado la negación psicológica de
la muerte.
Este desinterés resulta incluso más sorprendente si comparamos la situación
de nuestra sociedad con la de las culturas antiguas y las preindustriales, y vemos
que su actitud era totalmente distinta. La muerte jugaba un papel importante y
central en sus cosmologías, sus filosofías, en su vida espiritual y sus rituales, sus
mitologías y sus vidas cotidianas. La importancia práctica de esta diferencia se
hace evidente si com paramos la situación de una persona que se enfrenta a la
muerte en estos dos entornos históricos y culturales.
Una persona educada en una de nuestras sociedades industrializadas occi
dentales normalmente tiene una visión del mundo materialista y pragmática, o
se encuentra influida profundamente por dicha concepción. De acuerdo con la
neurociencia occidental, la consciencia es un fenómeno de la materia, un pro
ducto de los procesos fisiológicos del cerebro y por tanto, depende en gran me-
m
dida del cuerpo. Según esta perspectiva, no cabe duda de que la m uerte del cu er
po tísico, especialmente la muerte cerebral, es el final absoluto de cualquier a c
tividad de la consciencia. C uando aceptam os la premisa de la suprem acía de la
materia, esta conclusión resulta lógica, obvia e incuestionable. C reer que pueda
existir alguna forma de consciencia después de la m uerte, un viaje postum o del
alm a, o creer en la reen carnación , parece entonces algo infantil y rid ícu lo. Se
descarta por considerarse una ilusión de aquellos que son incapaces de acep tar
el imperativo biológico y obvio de la muerte.
El efecto devastador de la ciencia m aterialista no es el único fa cto r que ha
debilitado la influencia de la religión en nuestra cultura. C om o vimos an terio r
mente, la religión occidental también perdió hace tiem po su fa cto r vivencia! y
con él, la conexión con sus orígenes espirituales más profundos. C om o resulta
do se ha convertido en algo vacío, sin sentido y sin significado alguno en nues
tras vidas. Y de esa manera no tiene ninguna posibilidad frente a la ciencia m a
terialista, respaldada por sus triunfos tecnológicos. La religión deja así de ser
una fuerza vital a lo largo de nuestra vida y en el m om en to de la m uerte. Sus
alusiones al más allá y a la vida después de la vida, com o el cielo y el infierno, se
han relegado al ámbito de las leyendas y de los manuales de psiquiatría.
Esta actitud disminuyó considerablemente, hacia los años 7 0 , a causa del in
terés científico por las experiencias de los pacientes term inales y de los indivi
duos que vivían situaciones cercanas a la muerte. Los escasos informes relativos
a este tema recibían muy poca atención, aunque aparecieran libros para el gran
público, com o The Vestihle (El Vestíbulo) de Jesús E. Weisse (Weisse, 1 9 7 2 ), y
Glimpses o f the Beyond (Vislumbres del M as Allá) de Jean-Baptiste D elacour
(Delacour,l 974). Lo mismo ocurría con investigaciones científicas com o la efec
tuada por Karlis Osis, en la que se estudiaban las observaciones efectuadas por
cuidadores y enfermeras que atendían a moribundos (Osis et al, 1 9 6 1 ). Desde la
publicación del best-seller internacional Life after life (Vida después de la Vida)
de Raimond Moody en 19 7 5 , Ken Ring, Michael Sabom y otros pioneros de la
tanatología han podido reunir infinidad de evidencias acerca de las sorprenden
tes características de las experiencias cercanas a la muerte, desde percepciones
extrasensoriales muy precisas, mientras el individuo se en con trab a fuera del
290
cuerpo, hasta los profundos cambios que se producían a continuación en su per
sonalidad (Sabom 1982, Greyson y Flynn 1984, Ring y Valarino 1998).
El contenido de estos estudios se ha difundido extensamente en debates tele
visivos que enfrentan a tanatólogos con personas que han experimentado
dichos estados, en libros que se han convertido en best-sellers, e incluso en mu
chas películas de Hollywood. Sin embargo, estas observaciones, tan controver
tidas com o sorprendentes, que podrían revolucionar nuestra idea de la natura
leza de la consciencia y su relación con el cerebro, todavía son consideradas por
la mayoría de los profesionales como alucinaciones sin importancia, originadas
por las crisis biológicas del organismo.
También es sabido que las experiencias cercanas a la muerte tienen un pro
fundo impacto sobre el bienestar físico y psicológico del superviviente, así como
sobre su visión de la vida y su comportamiento. Aún así, estos hechos no se co
mentan habitualmente con los pacientes, y la información referente a ellos no se
considera una parte importante de la historia del paciente ni se incluye en el his
torial médico. Entre las facilidades que proporciona la medicina, no se ofrece
un apoyo psicológico específico que pueda ayudar a asimilar estas difíciles ex
periencias.
Las personas que pasan por el proceso de la muerte en las sociedades occi
dentales también carecen a menudo de un apoyo humano eficaz que les ayude a
hacer más llevadera su transición. Intentamos protegernos del malestar emocio
nal que conlleva la muerte. La sociedad industrial tiende a confinar a los enfer
mos en hospitales y centros de atención. Se pone más énfasis en la prolongación
artificial de la vida, a menudo por encima de los límites razonables, que en el
entorno humano y la calidad de los últimos momentos. El sistema familiar se ha
desintegrado y los niños viven frecuentemente lejos de los padres y abuelos. En
situaciones de urgencia m édica, el contacto es en muchas ocasiones formal y
mínimo.
Salvo raras excepciones, los profesionales de la salud mental que han des
arrollado formas específicas de apoyo psicológico y acompañamiento para una
inmensa variedad de crisis emocionales, han prestado poca atención a los mori
bundos. Aquellos que tienen que enfrentarse a la más profunda de todas las cri
?9 1
sis imaginables, que afecta al mismo tiempo a los aspectos b iológ ico, e m o cio
nal, interpersonal, social, filosófico y espiritual del individuo, son los únicos
que no pueden recibir una ayuda real. IJna iniciativa prometedora en este senti
do es la creciente red de hospicios, inspirados por el trab ajo innovador de Cicely
Saunders (Saunders, 1967 ), que proporcionan al moribundo un cálido entorno
humano.
Todo esto tiene lugar en un contexto de negación colectiva de la transitorie-
dad y de la m ortalidad que caracteriza la civilización industrial o ccid en ta l.
Buena parte de nuestro encuentro con la muerte se ve “ m aq u illad o” por equ i
pos de profesionales que mitigan su im pacto inm ediato. En su form a extrem a,
incluye a peluqueros, sastres, expertos en m aquillaje y ciru jan os plásticos que
realizan numerosos arreglos estéticos al cadáver antes de m ostrarlo a fam iliares
y amigos.
Los medios de com unicación crean más distancia ante la muerte al reducirla
a vacías estadísticas, inform ando de form a pragm ática sobre los miles de vícti
mas que mueren en guerras, revoluciones y catástrofes naturales. Las películas y
los programas televisivos trivializan más aún la m uerte al utilizar la violencia,
anestesiando al público actual frente a su im portancia em ocional, a base de e x
ponernos a incontables escenas de muertes y asesinatos d entro del ám b ito del
espectáculo.
En general, las condiciones de vida de los países tecnológicam ente d esarro
llados no ofrecen mucho apoyo ideológico o psicológico a quien se enfrenta a la
muerte. Esto contrasta enorm emente con la situación del m oribundo en las so
ciedades antiguas y en las preindustriales. Sus cosm ologías, filosofías, m itologí
as, así com o su vida espiritual y ritual, transm iten claram ente el m ensaje de que
la muerte no es el fin ab so lu to e irrevocable de tod o y le g a ra n tiz a b a n que la
existencia continúa de alguna forma después de la muerte física.
Las mitologías escatológicas coinciden en que el alma del difunto pasa por una
compleja serie de aventuras. El viaje postumo del alma se describe a veces com o
un viaje a través de paisajes fantásticos que tienen cierta similitud con los de la tie
rra, otras veces com o encuentros con diferentes seres arquetípicos, o com o el des
plazamiento a través de una secuencia de estados holotrópicos de consciencia. En
292
a lg u n a s c u ltu ra s , el alm a llega a un p lan o tem p o ral en el m ás allá, sim ilar al
P u rg ato rio cristian o o al lokas del budism o tibetano; en o tras, se trata de un lugar
etern o (cielo, infierno, paraíso o el reino del sol). M uchas culturas han desarrolla
d o un sistem a de creen cias a ce rca de la m etem psicosis, o reen carn ación , que in
cluye el reto rn o de la consciencia a o tra vida física en la tierra.
T o d as las so cied ad es p rein d u striales p arecen co in cid ir en que la m uerte no
es u n a d e rro ta , ni el final d efinitivo, sino una tran sición im p ortan te. Las exp e
rien cias a so cia d a s co n la m u erte se co n sid erab an co m o visitas a im portantes di
m e n sio n e s de la re a lid a d que v alía la p ena e x p e rim e n ta r, estu d iar y d escribir
cu id a d o s a m e n te . El m o rib u n d o estab a fam iliarizad o co n las ca rto g ra fía s esca-
to ló g ic a s de su c u ltu r a , ya fu eran m ap as ch a m á n ico s de paisajes fu n erarios o
so fistic a d a s d e scrip cio n es de los sistem as esp iritu ales o rien tales, co m o las que
se e n cu en tran en E l libro Tibetano de los M uertos (Bardo Thódol).
E ste im p o rta n te te x to del b u d ism o tib e ta n o resulta un co n tra p u n to intere
sa n te al én fasis e x clu siv a m e n te p ra g m á tic o de una vida p ro d u ctiv a y la n ega
ció n de la m u erte que c a ra c te riz a n la civilización o ccid en tal. D escribe este m o
m e n to c o m o u n a o p o rtu n id a d ú n ica de lib eració n esp iritu al de los ciclo s de
m u e rte y re n a cim ie n to , un p eriod o que d eterm in a la n atu raleza de nuestra p ró
x im a e n c a rn a c ió n . En este c o n te x to , es posible co n sid e ra r los estad os interm e
dios e n tre vid as (b ard o s) c o m o m ás im p ortan tes que la propia existencia e n ca r
n a d a . P o r lo ta n to , resu lta esencial p rep ararn o s m ediante una p ráctica espiritual
siste m ática m ien tras estem o s vivos.
O tr o a sp e c to c a ra c te rís tic o de las cu ltu ras an tiguas y preindustriales, que da
c o lo r a la e xp erien cia de la m u erte, es su acep tació n co m o parte integrante de la
e x iste n cia . A lo larg o de sus v id as, las gentes de estas cu ltu ras solían p asar tiem
p o c e r c a de los m o rib u n d o s, se e n carg ab an de sus restos, observaban cre m a cio
nes y vivían co n las cen izas de sus d ifun tos. P ara un o ccid en tal, visitar un lugar
c o m o B en arés, d on d e d ich a actitu d se exp resa en form a e x tre m a , puede ser una
e x p e rie n cia m u y ch o ca n te .
En las cu ltu ra s p rein d u striales, n o rm alm en te la gente m oría rod eada de una
e x te n s a fa m ilia , cla n o trib u . D e esta m a n e ra p o d ían recib ir un sig n ificativo
a p o y o e m o cio n a l p o r p a rte de sus p arien tes c e rca n o s y am igos. Tam bién debe
293
mos mencionar l<i ayuda psicoespiritual cpic proporcionaban los poderosos ri
tuales en el momento de la muerte. Estos procedimientos tenían el propósito de
asistir al individuo y servirle de unía orientativa en el viaje después de la muerte,
eomo se describe en el liurdo 'l'bodol.
Un tactor extremadamente importante cpie repercute en la actitud Hacia la
muerte y el Hecho de morir en las culturas preindustriales ha sido la existencia
de diversas técnicas de entrenamiento espiritual para morir que incluían estados
Holorrópicos de consciencia. Estos incluyen:
• Métodos chamánicos
• Ritos de paso
• Misterios de muerte y renacimiento
• Diversas prácticas espirituales
• Libros de los muertos
En nuestros análisis anteriores acerca del chamanismo, hemos visto que los
chamanes noveles se introducen, en sus crisis iniciáticas, en los territorios viven-
ciales del más allá. Estas se producen espontáneamente o son provocadas por
diferentes métodos a lo largo de su aprendizaje con chamanes más expertos.
Una vez que han completado la iniciación y han asimilado la transformación
psicoespiritual que supone, pueden alcanzar estados holotrópicos a voluntad y
guiar a otros miembros de la tribu en sus viajes visionarios.
La literatura chamánica coincide en que el terreno vivencial que se visita du
rante estos viajes interiores es idéntico al territorio que se atraviesa en el viaje
postumo del alma. Las experiencias de los chamanes y de sus pacientes pueden
considerarse por lo tanto como un entrenamiento vivencial para la muerte.
Como mostraré más adelante, en un amplio proyecto de terapia psiquedélica
con pacientes terminales de cáncer, hemos podido reunir evidencias que apoyan
esta tesis.
Los antropólogos que han efectuado un trabajo de campo entre culturas na
tivas han descrito detalladamente muchos ritos de paso, poderosas ceremonias
que estas culturas realizaban repetidamente en momentos de importantes cam-
294
bios en la vida. El antropólogo holandés Arnold van Gennep, que inventó el tér
mino de ritos de paso o transición, dem ostró que casi siempre están presentes
en las culturas preindustriales (van Gennep, 1 9 6 0 ). El simbolismo externo de
los ritos de transición gira habitualmente en torno a la triada nacimiento-sexo-
muerte. Las experiencias internas de los iniciados representan diferentes combi
naciones de elementos perinatales y transpersonales; su denominador común es
una profunda confrontación con la muerte y la trascendencia posterior. Por lo
tanto, aquellos que viven en culturas que se someten a ritos de transición tienen
durante su vida numerosas experiencias de muerte y renacimiento psicoespiri-
tual antes de enfrentarse a su fallecimiento biológico.
Las experiencias de muerte y renacimiento psicoespiritual, parecidas a las de
los chamanes y a las de los participantes en ritos de paso, juegan también un pa
pel im portante en los antiguos misterios de muerte y renacimiento. Como vi
mos anteriormente, existían en muchos lugares del mundo y se basaban en his
torias m itológicas de deidades que simbolizaban la muerte y el renacimiento,
com o Inanna y Tammuz, Isis y Osiris, Plutón y Perséfone, Dionisos, Atis y
Adonis, o el azteca Quetzalcoalt y los Héroes Gemelos Mayas. Dichas religio
nes mistéricas se extendieron ampliamente y jugaron un papel importante en el
mundo antiguo.
La popularidad de las religiones mistéricas es evidente en el hecho de que el
número de iniciados que participaban cada cinco años en los misterios de
Eleusis se ha estimado en más de tres mil. El himno homérico a Démeter; poe
ma épico anónimo, escrito aproximadamente en el siglo VII a. C., elogiaba así
los misterios: “Aquel de los hombres que camine sobre esta Tierra y haya visto
estos M isterios estará bendecido, pero aquel que no haya sido iniciado y no
haya participado en el ritual, no recibirá el mismo provecho que los otros, una
vez haya muerto y more en el reino donde el sol se oculta”.
El poeta griego Píndaro escribió acerca de la iniciación de Eleusis:
“Bienaventurado aquel que habiendo visto estos ritos, emprende el camino que
va al submundo. Él conocerá el final de la vida, así como su nuevo comienzo,
garantizado por los dioses”. Igualmente, el testimonio del gran dramaturgo y
poeta trágico griego Sófocles confirma el profundo impacto que la sobrecoge
os
dora experiencia J e los misterios elcusinos tenía sobre los iniciados:
“ 1riplemente dichosos son aquellos mortales que, tras haber participado en los
ritos, parten hacia el I hules; únicamente a ellos se les garantiza que tendrán una
verdadera vida en él. Para el resto, todo lo que allí se encuentra es
maligno”)Wasson, Hofmann y Ruck, 1978).
Mientras que el mito homérico y las afirmaciones de Píndaro y Sófocles
mencionaban la importancia de los misterios en el contexto del encuentro con
la muerte, el famoso filósofo romano, hombre de estado y jurista M a r co Tulio
Cicerón acentuó también en D e L eg ib u s el impacto que esta experiencia tuvo
en su vida y en las vidas de muchos otros: “ No hay nada más elevado que estos
misterios. Han mejorado nuestro carácter y suavizado nuestras costumbres; nos
han ayudado a pasar de ser salvajes a convertirnos en verdaderos seres hu m a
nos. No sólo nos han mostrado la manera de vivir dichosamente, sino que tam
bién nos han enseñado a morir con esperanza” (Cicerón, 19 77 ).
Otra importante religión mistérica de la antigüedad era el culto mitraico, la
religión hermana del cristianismo y su más directo rival en el ámbito religioso.
En su momento álgido, durante el siglo III d. C., su influencia se extendía desde
el área mediterránea hasta el M ar Báltico. Los arqueólogos han descubierto y
estudiado alrededor de dos mil m it b r a e a , santuarios b ajo tierra donde tenían
lugar los cultos mitraicos. Se han encontrado desde las costas del M a r N egro
hasta los límites del desierto de Sahara (Ulansey 1 9 89 ).
De especial interés para los investigadores interesados en lo transpersonal
son las prácticas de diversas tra d icio n es m ísticas y de los g ra n d e s filo s o fía s e s p i
rituales o rien ta les: diversas tipos de yoga, budismo, taoísmo, sufismo, misticis
mo cristiano, la Cábala y muchos otros. Estos sistemas desarrollaron fo rm as
eficaces de meditación, meditaciones en movimiento, oracion es, ejercicios de
respiración y otras técnicas que inducían a estados holotrópicos de consciencia
con componentes profundamente espirituales. C o m o las experien cias de los
chamanes, de los iniciados en ritos de transición y los neófitos de los antiguos
misterios, estos procedimientos ofrecían la posibilidad de c o n fro n ta rn o s con
nuestra impermanencia y mortalidad, trascendiendo así el miedo a la muerte y
transformando de forma radical la estancia en esta vida.
296
La descripción de los recursos que tenía a su disposición el moribundo en las
culturas preindustriales no sería completa si no mencionáramos los libros de los
m u e rto s, como el B a rd o T h ó d o l tibetano, el Pert m e hru egipcio, el C od ex
B org ia azteca, o el Ars M orien di europeo. Cuando los eruditos occidentales tu
vieron conocimiento de los antiguos libros de los muertos, los consideraron
como descripciones ficticias del viaje postumo del alma y como invenciones ilu
sorias de personas que eran incapaces de aceptar la triste realidad de la muerte.
Se les clasificó en la misma categoría que a los cuentos de hadas; como creacio
nes imaginarias de la mente humana con cierta belleza artística, pero sin base
alguna en la realidad y sin importancia práctica.
Un estudio más profundo de estos textos revela que se utilizaban como guías
en el contexto de los misterios sagrados y en las prácticas espirituales, y que des
criben muy acertadamente las experiencias de los iniciados y practicantes.
Desde esta nueva perspectiva, presentar los libros de los muertos como manua
les para el moribundo parece ser simplemente una treta ingeniosa de los sacer
dotes para disfrazar su función real y ocultar a los no iniciados el significado
esotérico más profundo y su mensaje. El problema seguía siendo cómo descu
brir la naturaleza exacta de los procedimientos utilizados por los antiguos siste
mas espirituales para provocar estos estados.
La investigación actual referente a los estados holotrópicos ha aportado re
velaciones insospechadas a esta difícil cuestión. El estudio sistemático de las ex
periencias que ocurrían en las sesiones psiquedélicas, en psicoterapias profun
das sin uso de drogas y las que se daban espontáneamente durante crisis
psicoespirituales, demostró que en todas estas situaciones los individuos encon
traban un amplio espectro de experiencias inusuales. Entre ellas había secuen
cias de agonía y muerte, de pasar por los infiernos, enfrentarse al juicio divino,
renacer, alcanzar los planos celestiales, así como la confrontación con recuerdos
de anteriores encarnaciones. Dichos estados eran sorprendentemente parecidos
a los descritos en los textos escatológicos de las culturas antiguas y preindus
triales.
A Timothy Leary, Richard Alpert y Ralph Metzner les impresionó tanto el
paralelismo entre las experiencias con LSD y los estados descritos en el B ardo
297
T h ó d o l que llamaron a su primer libro acerca de este tema T h e P s y q u e d e lic
L x p erien ce: A m an u al h a se d on th e T ib etan H onk o f th c D e a d (L a e x p e r ie n c ia
p siq u ed élica: un m an u al b a s a d o en el L ib r o T ib e ta n o d e lo s M u ertos) y utiliza
ron textos del mismo para orientarse en cuestiones relacionadas con la inges
tión de la LSD (Leary, Alpert y Metzner, 1964). La tanatología (la reciente disci
plina científica que estudia la muerte y a los moribundos), aportó otra pieza que
faltaba en el puzzle. Los estudios tanatoló gicos de los estados cercanos a la
muerte mostraron que las experiencias asociadas con situaciones que ponían en
peligro la vida tenían una enorme semejanza con las descripciones de los anti
guos libros de los muertos, y con las que describían los sujetos durante las sesio
nes psiquedélicas y las de la moderna psicoterapia vivencia!. El más notable de
estos descubrimientos fue la observación reiterada de que la consciencia podía
captar el entorno cercano y otros entornos lejanos, aún cuando estaba fuera del
cuerpo.
Estas observaciones confirmaron una afirmación del Bardo Thódol tibetano
que anteriormente parecía fantasiosa y absurda. Según dicho texto, al morir de
jamos atrás las limitaciones del cuerpo físico y habitamos un c u e r p o b a r d o . Bajo
esta nueva forma, podemos viajar libremente a cualquier lugar de la Tierra y, al
mismo tiempo, seguir percibiendo nuestro entorno. La actual investigación de
la consciencia nos demuestra que los antiguos textos escatológicos son en reali
dad mapas de territorios internos de la psique cuando ésta se encuentra en esta
dos holotrópicos profundos, incluidos los relacionados con la muerte biológica.
Es posible pasar toda la vida sin experimentar estos planos, o incluso sin ser
siquiera conscientes de su existencia, hasta que nos vemos catapultados a ellos
en el momento de la muerte biológica. Sin embargo, algunas personas pueden
explorar este territorio vivencial mientras aún viven. Entre las herramientas que
permiten esto están las sustancias psiquedélicas, poderosas psicoterapias viven-
ciales, la práctica espiritual continuada y la participación en rituales cham áni-
cos. En muchos casos, se dan experiencias similares de form a espontánea du
rante las crisis psicoespirituales (emergencias espirituales), sin que haya un
desencadenante conocido.
Todas estas situaciones ofrecen una profunda exp loración vivencial de los
298
territorio» interno» de la psique en un momento en que dos encontramos fuertes
y sanos; de esta manera, el encuentro con la muerte no Uegs como una sorpresa
inesperada cuando se produce el fallecimiento biológico. El clérigo alemán
agustiniano Abraham de Santa Clara expresó de forma sucinta la importancia
de la práctica vivencial de la muerte; "El hombre que muere antes de morir, no
muere al llegarle la muerte”.
Este "morir antes de morir” tiene dos importantes consecuencias: nos libera
del miedo a la muerte y cambia nuestra actitud respecto a ella. Esto facilita con
siderablemente nuestra experiencia cuando deiamos realmente nuestro cuerpo
en el momento final. Al mismo tiempo, eliminar el miedo a la muerte también
transforma nuestra manera de estar en el mundo. No existe por tanto una gran
diferencia entre la preparación para la muerte y su desenlace, y la practica espi
ritual que lleva a la iluminación. Por este motivo, los antiguos libros de los
muertos pueden utilizarse en ambas situaciones.
Teniendo en cuenta todos estos factores, muchos aspectos de la vida en las
culturas preindustriales facilitaban considerablemente la situación psicológica
del moribundo en comparación con nuestra civilización tecnológica occidental.
La pregunta que inmediatamente nos asalta es si esta diferencia se debía a la fal
ta de información fidedigna acerca de la realidad o a ilusiones autoengañosas.
Si ese fuera el caso, una parte considerable de nuestra dificultad para enfrentar
la muerte sería sólo el precio que tenemos que pagar por nuestro conocimiento
más profundo del esquema universal de las cosas. Puede que entonces prefira
mos cargar con las incómodas consecuencias de saber la verdad. Sin embargo,
si examinamos las evidencias, nos demostrarán que ese no es el caso.
Como indiqué en el capítulo anterior el único factor responsable de las sor
prendentes diferencias entre la visión del mundo de las culturas industriales oc
cidentales y todos los otros grupos humanos a lo largo de la historia, no es la
supremacía de la ciencia materialista sobre la superstición primitiva, sino nues
tro profundo desconocimiento de los estados holotrópicos. El único motivo
para que la visión materialista y monista de la ciencia occidental siga vigente es
a causa de la represión o de una mala interpretación sistemática de todas las
evidencias que los estudios acerca de la consciencia han aportado a través de la
299
historia, la antropología, la religión comparativa o diversas áreas de la investi
gación contemporánea; campos como la parapsicología, la tanatología, la tera
pia psiqucdclica, el hiofeedhack, la privación sensorial, las psicoterapias vi ven
cíales o el trabajo con individuos durante crisis psicoespirituales.
El uso sistemático de diferentes estados holotrópicos, que caracteriza la vida
ritual y espiritual de las culturas antiguas y aborígenes, abre una puerta viven-
cial a un rico espectro de experiencias transpersonales. Esto nos lleva inevita
blemente a una verdadera comprensión de la realidad y de la relación entre
consciencia y materia, que es completamente diferente de las creencias de las so
ciedades industriales.
Esta diferencia de punto de vista respecto a la existencia de la consciencia
después de la muerte refleja las diferentes actitudes hacia los estados holotrópi
cos y la posibilidad de experimentarlos personalmente. Revisemos brevemente
las observaciones de diferentes campos de investigación que desafían a las afir
maciones materialistas de que la muerte biológica representa el final de la exis
tencia y de toda actividad de la consciencia. En cualquier exploración de estas
características es importante mantener una mentalidad abierta y centrarse, en
lo posible, en los hechos observables disponibles. Un com prom iso a priori in
amovible con el paradigma existente que caracteriza la visión de la mayoría de
los científicos en esta área es una actitud bien conocida por las religiones funda-
mentalistas.
Por el contrario la ciencia, en el verdadero sentido de la palabra, está abierta
a una investigación sin prejuicios de cu alquier fenóm eno existente y de c u a l
quier aspecto de la realidad. Teniendo esto en cuenta, podemos dividir las evi
dencias existentes en dos categorías:
300
Experiencias y observaciones qne desafian
la comprensión tradicional de la naturaleza
de la consciencia y su relación con la materia
301
importante' al cuestionarnos la supervivencia, ya que es esta parte de la persona
lidad humana la que probablemente sobreviviría a la muerte.
De acuerdo con la ciencia materialista, cualquier recuerdo requiere un subs
trato material, com o las neuronas del cerebro o las moléculas de A D N de los
genes. Sin embargo, es imposible imaginar un medio de transm isión material
para la información proporcionada por las diversas experiencias transpersona
les descritas. Claramente, esta información no ha sido adquirida a lo largo de
nuestra vida a través de medios convencionales, es decir, mediante nuestros ó r
ganos sensoriales, el análisis y la síntesis. Parece existir independientemente de
la materia, posiblemente en el campo de la consciencia misma, o en algún otro
tipo de campo que en el presente los instrumentos científicos no pueden todavía
detectar.
Las observaciones del estudio de experiencias transpersonales se apoyan en
evidencias que vienen de otras ramas de la investigación. Desafiando las suposi
ciones metafísicas básicas del pensamiento n ew to nian o y c a rte sian o , algunos
científicos exploran con seriedad posibilidades com o “ la memoria sin substrato
m aterial” (von boerster, 1 9 6 5 ), los “cam pos m o rfo g e n é tico s ” que no pueden
detectarse con ninguno de los instrumentos de medición de la ciencia moderna
(Sheldrake, 198 1), y el “ psico-cam p o” subcuántico que contiene una m em oria
holográfica completa de todos los acontecimientos que constitu yen la historia
del universo (Lazslo, 1 993). De especial interés es el artícu lo de Sheld rak e
“ ¿Pueden nuestros recuerdos sobrevivir a la muerte del c e re b ro ?” , que indica de
forma específica que no existen evidencias concluyentes de que la m em oria se
localice en el cerebro (Sheldrake, 1990).
La ciencia académica tradicional describe a los seres humanos com o animales
altamente desarrollados y máquinas biológicas de pensamiento. Si te nem os en
cuenta únicamente las experiencias y observaciones del estado hilo tróp ico de
consciencia que impera en nuestra vida cotidiana, parecemos ser objetos newto-
nianos, compuestos de átomos, moléculas, células, tejidos y órganos. Sin e m b ar
go, las experiencias transpersonales en los estados holotrópicos indican claramen
te que cada uno de nosotros también puede m anifestar las propiedades de un
campo de consciencia que trasciende el espacio, el tiempo, y la causalidad lineal.
302
Esta fórmula absolutamente nuera» nos recuerda vagamente la paradoja de
la onda-partícula de la física moderna» describiendo así a los humanos como se
res paradójicos que poseen dos aspectos complementarios. Dependiendo de las
circunstancias, pueden mostrar propiedades de objetos newtonianos (el “ aspec
to hilotrópico” ), o estos otros campos infinitos de consciencia (el “ aspecto ho-
lotrópico” ). Lo apropiado de estas descripciones depende del estado de cons
ciencia en que se efectúan. La muerte física sería el final del funcionamiento
hilotrópico, mientras que el potencial holotrópico llegaría entonces a su máxi
ma expresión.
303
té de bienvenida” había una persona de cuyo fallecimiento el moribundo no te
ma conocimiento. En la literatura parapsicológica, a estas visiones se les deno
mina casos “cumbre en Darien” (Gobbe, 1877).
De particular interés son las experiencias cercanas a la muerte (NDE. near
death experiences), que les suceden a cerca de un tercio de las personas que han
vivido situaciones repentinas que pusieron sus vidas en peligro, com o acciden
tes de coche, estar a punto de ahogarse, ataques de corazón o paradas cardíacas
en el transcurso de una operación. Raymond Moody, Kenneth Ring, Michael
Sabom, Bruce Greyson, y otros, han investigado con detenimiento este fenóme
no y han descrito un patrón común en estas experiencias.
Comienzan normalmente con una experiencia fuera del cu erpo, diferentes
clases de revisiones de la vida y el paso por un túnel oscuro. Su cu lm inación
transpersonal es el encuentro con un ser divino radiante y visiones de diversos
planos superiores. En casos individuales pueden faltar algunos componentes de
este patrón general. M enos frecuentes son las N D E dolorosas, que provocan
ansiedad y sensación de infierno (Grey 1 9 8 5 ; Bache 1 9 9 9 ). Christopher Bache
sugirió que las N D E negativas representan una variedad truncada e incompleta,
en la que la revisión regresiva de vida no sobrepasa el nivel de matrices perina-
tales negativas.
En nuestro programa de terapia psiquedélica con pacientes terminales de
cáncer, llevado a cabo en el Centro Psiquiátrico de Investigación de M aryland,
pudimos obtener interesantes evidencias acerca de la similitud entre las N D E y
las experiencias inducidas por sustancias psiquedélicas. Observam os a diferen
tes pacientes durante sus primeras experiencias psiquedélicas y más tarde N D E
reales a medida que avanzaba su enfermedad (por e j.: una parada cardiaca du
rante una operación destinada a extraer un tumor con metástasis que co m p ri
mía el uréter). Nos informaron de que estas dos situaciones eran muy similares
y describieron las sesiones psiquedélicas com o un entrenam iento vivencial de
valor incalculable para el momento de la muerte (Grof y Halifax, 19 7 7 ).
El aspecto más extraordinario y fascinante de las N D E son las “ auténticas”
experiencias fuera del cuerpo (O O B E : out-of-body experiences). Este término
se utiliza para denominar experiencias de la consciencia fuera del cuerpo con
304
una percepción extrasensorial precisa del entorno. Los estudios tautológicos
han confirmado repetidamente que las personas que están inconscientes, o in
cluso clínicamente muertas, pueden tener OOBE durante las que observan sus
cuerpos y los procedimientos de recuperación desde arriba, o incluso perciben
acontecimientos que ocurren en otras habitaciones del mismo edificio y en luga
res remotos.
Recientemente, la investigación efectuada por líen Ring ha añadido una in
teresante dimensión a estas observaciones. Ha demostrado que durante sus ex
periencias cercanas a la muerte, personas congénitamente ciegas pueden tener
visiones cuya veracidad puede confirmarse (Ring y Vaiarino 1998, Ring y
Cooper 1999). Las modernas investigaciones en tautología han confirmado asi
las descripciones clásicas de OOBE que pueden encontrarse en la literatura es
piritual y en los textos filosóficos de todas las épocas.
Las OOBE no se dan únicamente en situaciones cercanas a la muerte, urgen
cias vitales y episodios de muerte clínica. Pueden surgir en sesiones de psicotera
pia poderosamente vivenciales (como terapia primal, renacimiento o trabajos
de respiración holonrópica), en experiencias inducidas por psiquedélicos (parti
cularmente con el anestésico disociativo ketamina), y también espontáneamen
te. Pueden darse como episodios aislados en la vida del individuo, u ocurrir re
petidamente como parte de una cnsis en la apertura de la psique o algún otro
tipo de emergencia espiritual.
El investigador mis conocido de las OOBE fue Roben Monroe quien, tras
años de experiencias espontaneas de viajes fuera del cuerpo, desarrolló técnicas
electrónicas de laboratorio para provocarlos y fundó un instituto especial en
Fabo; Virginia, para su estudio sistemático. Describió sus experiencias con es
tos fenómenos en una serie de libros (Monroe, 1971, 1985, 1994). La autentici
dad de los OOBE se ha demostrado en estudios controlados clínicamente, como
los experimentos del conocido psicólogo y parapsicólogo Charles Tan con el Sr.
Z, en la Universidad de California, en Davis, (Tan 1968) y los test perceptivos
efectuados por Karlis Osis y D. McCormick con Alex Tanous (Osis y
McCormick, 1980).
Las OOBE con percepción extrasensorial del entorno, confirmada, son de
305
especial importancia para el problema tic la consciencia después de la muerte,
va que demostraron que la consciencia puede operar independientemente del
cuerpo. De acuerdo con la visión materialista occidental, la consciencia es un
producto de procesos ncuroíisiológicos del cerebro y es absurdo considerar que
pueda separarse por si misma del cuerpo, volverse autónoma y adquirir percep
ción extrasensorial. .Sin embargo, eso es precisamente lo que ocurre en mucho
casos bien documentados de OOBK. Naturalmente, las personas que han teni
do OOBK, pueden haberse acercado a la muerte, pero no llegaban a morir. No
obstante, parece razonable deducir que si la consciencia puede funcionar inde
pendientemente del cuerpo durante nuestra vida, pueda hacerlo también des
pués de la muerte.
306
semi-judíoa, y formó parte importante de b teologb cabalista y medieval judai
ca. Fue asimismo defendida por los neopbtónicos y los gnósticos.
Para los hinduistas y budistas, así como para los investigadores modernos,
la consciencia no es una cuestión de creencias sino una cuestión empírica, basa
da en experiencias y observaciones muy concretas. Este material ha sido objeto
de numerosos artículos y libros. De acuerdo con Christopher Bache, la eviden
cia en este campo es tan rica y extraordinaria, que los científicos que no consi
deren que el tema de b reencarnación merece un seno estudio “ o están desin-
formados o son estúpidos’* (Bache, 1988). En vista de b importancia teórica de
esta cuestión y su naturaleza altamente controven ida, es fundamental examinar
de forma detallada y crítica las evidencias existentes antes de sacar conclusiones
o emitir juicios respecto al Itarma y b reencarnación.
M em orias espon tán eas d e indas pasadas en autos. Importante* evidencias
que apoyan el concepto de la reencarnación proceden del estudio de numerosos
casos de niños que parecían recordar y describir su vida anterior en otro cucr
po, otro lugar, así como con otras personas. Dichos recuerdos surgen a menudo
de forma espontánea poco después de que estos niños empiecen a hablar. Esto
origina con frecuencia senos problemas en su vida y puede asociarse con “ pato
logías transferidas,** como fobias y síntomas psic osoma ticos concretos. En mu
chos casos, las historias de otras vidas que cuentan estos niños parecen explicar
atracciones y predilecciones, reacciones extrañas a ciertas personas y situacio
nes, así como diversas idiosincrasias de la vida actual de estos niños que serían
inexplicables de otra manera. Estos casos han sido descritos y estudiados por
psiquiatras. El acceso a estos recuerdos desaparece entre los cinco y ocho años.
lan Stevenson, profesor de psicología de la Universidad de Virginia en
Charlottesville, Virginia, ha llevado a cabo meticulosos estudios con alrededor
de tres mil de estos casos e informa acerca de ellos en Twenty cases suggestive o f
rein cam ation , U n leam ed ¡anguages y Children w ho rem em ber previous lives
(Stevenson 1966,1984 y 1987). De este rico material, seleccionó sólo unos cien
tos de casos, porque muchos otros no cumplían los exigentes requisitos que se
impuso a sí mismo en la investigación. Eliminó algunos de los casos en los que
la familia podría beneficiarse económicamente, en términos de prestigio social
307
o popularidad; otros, porque Stevenson encontró a alguien relacionado con el
«.aso que podría actuar como vinculo psíquico. Otros motivos fueron los testi
monios inconsistentes, falsos recuerdos ({'.riptottwcsiii), testigos de carácter
cuestionable o cualquier indicativo de fraude. Sólo los casos más consistentes se
incluyeron en su informe final.
lo s descubrimientos de la investigación de Stevenson fueron notables. Pudo
confirmar por su cuenta, a menudo con sorprendente detalle, las historias que
los niños relataban acerca de sus vidas anteriores, a pesar de haber eliminado
rodos los casos en que podrían haber obtenido esta información por medios
convencionales. En algunos casos, llegó a llevar a los niños al pueblo o ciudad
que recordaban de su vida anterior. Aunque nunca habían estado allí durante su
vida actual, estaban familiarizados con la topografía del lugar, podían encon
trar la casa donde afirmaban haber vivido, reconocer a los miembros de su “fa
milia” y a sus vecinos, y sabían sus nombres.
Según Stevenson, la razón por la que los niños recuerdan su vida anterior
puede ser una circunstancia dramática relacionada con su muerte, especialmen
te las que implican un shock que “posiblemente pudo atravesar la amnesia”. El
hecho de que los recuerdos más vividos normalmente incluyan los aconteci
mientos inmediatamente anteriores a la muerte, parecen apoyar esta explica
ción. Christopher Bache ofreció un detallado análisis del material de Stevenson
en su último libro, Dark Night, Early Datvn: Steps to the D eep E cology o fM in d ,
donde sugiere que el proceso de la muerte puede constar de varios pasos que, en
los casos de Stevenson, permanecía truncados e incompletos. Los individuos
a los que hace referencia no pudieron romper del todo sus lazos con el plano
terrenal y pasar a otras dimensiones de la realidad. En todos ellos, una nueva
encarnación se dio en un plazo relativamente corto y muy cerca del lugar donde
habían vivido anteriormente. (Bache, 1999).
Normalmente, estos niños no sabían nada de los hechos que ocurrieron en
su vida anterior después de su muerte. Este es un punto importante a la hora de
decidir si podían estar reconstruyendo los detalles de esa vida leyendo telepáti
camente las mentes de los que conocían al fallecido o conocían detalles de re
cuerdos verdaderos. Posiblemente, la mayor evidencia que apoya la hipótesis de
308
la reencarnación es el último trabajo de Stevenson. Se basa en la frecuencia en
que estos niños presentan llamativas marcas de nacimiento que reflejan heridas
y otros hechos de las vidas que recuerdan (Scevenson, 1997).
Al evaluar estas evidencias, debemos subrayar que los casos de Stevenson no
se referían solo a culturas “ primitivas" y “exóticas," con una creencia a priori
en la reencarnación, sino también a países occidente lev, como Inglaterra y los
Estados Unidos. Su investigación es muy exhaustiva y ha conseguido una gran
acogida. En el año 1977, el Journal o f Nervoms and Mental Distases dedicó casi
un número entero a este tema y se revisó este trabaio en el Journal o f the
American M edical Ass€>aation, (JAMAh
R ecu erdos espontáneos d e otras vidas en adultos. Recuerdos vividos y es
pontáneos de otras vidas se dan con mayor frecuencia en momentos de crisis
transpersonales (crisis espirituales). Sin embargo, recuerdos mas superficiales
pueden darse también en estados más o menos ordinarios de consciencia, en las
situaciones de la vida cotidiana. Pueden ir desde una sensación de repentina la
miliaridad con un lugar que no conocemos previamente en esta vida, a la apari
ción de complejos recuerdos de tiempos y lugares anteriormente desconocidos.
La psiquiatría académica y las teorías actuales de la personalidad se basan en la
“ visión anticuada". Los profesionales tradicionales son conscientes de la exis
tencia de experiencias de vidas anteriores, pero las ven y las tratan como aluci
naciones o ilusiones y, por tanto, como indicativos de una grave psicópata logia.
Recuerdos d e vidas pasadas en adultos. Se pueden rememorar experiencias
de vidas pasadas mediante una amplia variedad de técnicas que permiten acce
der a niveles profundos de la psique. Entre ellas están la meditación, la hipnosis,
las sustancias psiquedélicas, el aislamiento sensorial, el trabajo consciente con
el cuerpo, y diversas psicoterapias vi vencíales poderosas, como la terapia pri
mal, el renacimiento o el trabajo de respiración holotrópica. Experiencias de
esta naturaleza aparecen a menudo espontáneamente en sesiones con terapeutas
que no trabajan con recuerdos de vidas pasadas ni necesariamente creen en
ellas. Pueden llegar como una sorpresa inesperada, dejando perplejos a dichos
terapeutas. La aparición de recuerdos de otras vidas también está al margen de
las creencias filosóficas y religiosas del individuo. Además, este fenómeno se da
309
on el m i s m o c o n t i n u o q u e r e c u e r d o s p r e c i s o s d e I;i a d o l e s c e n c i a , la i n f a n c i a , el
n a c im ie n t o v el p e r i o d o p r e n a t a l , q u e a m e n u d o p u e d e n v e r i f i c a r s e . E n o c a s i o
n e s , lo s r e c u e r d o s d e o t r a s v illa s c o e x i s t e n o se a l t e r n a n c o n el f e n ó m e n o p e r i -
n a ta l ( U m f , I ^ 8 8 , 1 ^ 9 2 ) .
Hay importantes razones para asumir que las experiencias de otras vidas son
auténticos fenómenos >/// g en cris, que poseen, por su potencial heurístico y te
rapéutico, im portantes implicaciones para la psicología y la p s icoterapia. Se
pueden experimentar de forma extremadamente real y auténtica; a menudo per
miten acceder a información precisa acerca de diferentes períodos de la historia
y de las culturas, e incluso de acontecimientos históricos precisos. La naturaleza
y calidad de esta información a menudo está por encima de la formación de los
individuos que la comunican, e incluye detalles en los que queda patente que no
se ha recibido por vías ordinarias. En algunos ca sos, la precisión de estos re
cuerdos puede verificarse objetivamente con minucioso detalle.
El material kármico también suele estar re la cion a d o con la patogénesis de
diversos problemas emocionales, psicosomáticos e interpersonales, c o m o vimos
anteriormente en el caso de Norbert ( 1 1 6 - 1 1 7 ) . Por el contrario, el revivir e x p e
riencias pasadas tiene un gran potencial te rapéutico. En m u chos ca s o s , puede
resolver síntomas difíciles a los que no a fectaría significativam ente el tr a b a jo
terapéutico basado en sus raíces biográficas y perinatales. Un aspecto de los re
cuerdos de otras vidas es particularmente extraordinario y sorprendente: a m e
nudo están asociados con coincidencias significativas que re lacionan varios as
pectos de la vida cotidiana.
Los criterios para la verificación del contenido de experiencias de otras vidas
son los mismos que para determinar qué ocurrió el mes pasado o hace diez años.
Tenemos que recuperar recuerdos específicos con tanto detalle co m o sea posible
y conseguir evidencias, al menos de algunos de ellos. Por supuesto, los recuerdos
de otras vidas son más difíciles de verificar que los recuerdos de acontecimientos
de esta vida. N o siempre contienen inform a ció n específica que nos llevaría a
unos procedimientos de verificación. Las evidencias son también más difíciles de
descubrir, ya que los hechos que intentamos com prob ar son m ucho más antiguos
y están relacionados con otros países y otras culturas. D eb em os consid erar que
310
incluso los recuerdos que tenemos de esta vida no siempre se pueden corroboras;
sólo se da con algunos de dios. Además la mayoría de los recuerdos de otras vi-
das no permiten d mismo grado de verificación que los recuerdos espontáneos
de Stevenson, que solían ser mis recientes y ricos en detalles.
Pocas veces, las circunstancias permiten la verificación con sumo detalle. He
observado y publicado dos casos en los que los aspectos más inusuales de estas
experiencias podían ratificarse al investigarlos históricamente. El primero fue el
de Renata, una paciente neurótica, que en cuatro sesiones consecutivas de LSD
revivió episodios de la vida de un aristócrata checo de comienzos del siglo dieci
siete. Junto con otros veintiséis nobles, fue ejecutado públicamente en la Plaza
de la Ciudad Antigua de Praga después de que los Asburgos derrotaran al rey
checo en la batalla de la Montaña Blanca. A través de una búsqueda genealógi
ca, que efectuamos por nuestra cuenta y sin el conocimiento de Renata, su p.i
dre pudo encontrar el vínculo que ligaba su genealogía familiar con la de uno
de esos desafortunados nobles (Grof, 1975).
En el segundo caso Kart, un participante en nuestro taller de un mes de dura
ción en el Instituto de Esalcn, revivió en vanas sesiones consecutivas de trabajo
con respiración holotrópica una serie de recuerdos del tiempo de Walter Raleigh,
cuando Gran Bretaña estaba en guerra con España. En sus experiencias, era un
sacerdote que, junto con alrededor de cuatrocientos soldados españoles, habían
sido sitiados por ejército británico en el fuerte Dunanoic, en la costa oeste de
Irlanda. Tras largas negociaciones, los bntánicos prometieron concederles la li-
bertad a cambio de su rendición. Los españoles aceptaron la oferta y abrieron los
puentes. Los británicos no mantuvieron su palabra y les asesinaron brutalmente a
todos. Sus cadáveres fueron arrojados desde las murallas a la playa que había de
bajo y se les negó el derecho a ser enterrados. (Grof, 1988).
Al ser un buen artista, Karl retrató las experiencias más importantes de su
autoexploración en una serie de dibujos y bocetos espontáneos. Entre ellos esta
ba la imagen de su propia mano con un sello en forma de anillo que llevaba las
iniciales del nombre del sacerdote. A través de un minucioso trabajo de detecti
ve, Karl pudo identificar el lugar y el tiempo de la batalla y encontrar descrip
ciones detalladas de este episodio en archivos históricos. Los hechos reales coin-
311
i iilüin muv cerca con el entumido de sus experiencias. Un documento deta-
||.iJo contenía el nombre del sacerdote y Karl quedó atónito al descubrir que las
iniciales de su nombre eran idénticas a las de la imagen que había dibujado se
manas antes.
/V.¡eticas tibetanas relacionadas con la reencarnación. I.a literatura espiri
tual tibetana contiene algunas historias interesantes que sugieren que los maes
tros espiritualmente muy evolucionados pueden alcanzar conocimientos muy
elevados relacionados con el proceso de la reencarnación y desarrollar la capa
cidad de ejercer cierto grado de control sobre él. G im o por ejemplo, poder de
terminar el momento y lugar de su próxima reencarnación y mantener la cons
ciencia a través de los estados intermedios entre la muerte y la siguiente
encarnación (bardos).
Por otro lado, ciertos monjes tibetanos expertos pueden localizar e identifi
car al niño que es la reencarnación de un Dailai Lama o un tulku mediante va
rias señales recibidas en sueños, en meditación, y a través de otros canales. Al
niño se le somete entonces a una prueba que consiste en identificar correcta-
mente, entre varios grupos de objetos similares, aquellos que pertenecieron al
fallecido. Al menos teóricamente, algunos aspectos de esta práctica podrían ser
sujetos a una verificación rigurosa siguiendo estándares occidentales. Otras afir
maciones inusuales de la tradición budista vajrayana, como la existencia de ejer
cicios que pueden aumentar la temperatura del cuerpo en muchos grados (tum -
mo), ya han sido confirmadas por especialistas occidentales (Benson et al.,
1982). Esta investigación se realizó con el consentimiento y apoyo de Su
Santidad el Dalai Lama.
Otros observadores han confirmado repetidamente estas características ex
traordinarias de las experiencias de otras vidas. Sin embargo, estos hechos sor
prendentes no constituyen necesariamente la “prueba” definitiva de que sobre
vivimos a la muerte y nos reencarnamos como la misma unidad separada de
consciencia, la misma alma. Esta sería solo una de las posibles interpretaciones
de las evidencias existentes. Es básicamente la misma situación que encontra
mos en la ciencia, donde tenemos ciertos hechos observables y buscamos una
teoría que los explique y encuadre en un marco conceptual coherente.
312
Una d e las reglas básicas de la moderna filosofía de la denda es que una teo
ría nunca debería confundirse con la realidad que describe. La historia de la
ciencia demuestra claramente que siempre hay más de una manera de interpre
tar los datos disponibles. En el estudio del fenómeno de vidas pasadas, como en
cualquier otra área de investigación, tenemos que separar los hechos observa
dos de las teorías que intentan explicarlos. Por ejemplo, los objetos que caen se
rían los hechos observables, mientras que las teorías que intentan aclarar por
qué esto ocurre han cambiado varias veces en el curso de la historia e induda
blemente cambiarán de nuevo.
La existencia de experiencias de otras vidas, con todas sus sorprendentes ca
racterísticas, es un hecho incuestionable que puede verificar cualquier investiga
dor serio con una mentalidad lo bastante abierta y que este interesado en com
probar las evidencias. También está claro que no ha> una explicación plausible
para estos fenómenos dentro del marco conceptual de la corriente general de la
psicología y de la psiquiatría. Por otro lado, la interpretación de los datos exis
tentes es una cuestión mucho más completa y difícil. La comprensión popular
de la reencarnación como un ciclo repetitivo de vida, muerte y renacimiento del
mismo individuo es una conclusión razonable a partir de las evidencias disponi
bles. Es sin duda muy superior a la actitud que la mayoría de los psicólogos tra
dicionales y los psiquiatras adoptan al respecto: o bien no conocen, o bien igno
ran los datos disponibles y se adhieren rígidamente a las formas de pensamiento
establecidas.
Aunque las observaciones que apoyan la reencarnación son impresionantes,
no es difícil imaginar algunas interpretaciones alternativas de los mismos datos.
Naturalmente, ninguna de ellas es congruente con el paradigma materialista
monista de la ciencia occidental. En la literatura espiritual pueden encontrarse
al menos dos explicaciones alternativas. En la tradición hindú, la creencia en la
reencarnación de los individuos se ve como una comprensión popular y sencilla
de la reencarnación. En última instancia sólo hay un ser que existe realmente y
es Brahmán, el principio creativo mismo.
Todos los individuos, en todas las dimensiones de la existencia, son sólo pro
ductos de infinitas metamorfosis de esta inmensa entidad. Como todas las divi-
313
mohos v separaciones del universo son ilusorias y arbitrarias, solo es Brahma
quien se encarna realmente, lodos los protagonistas del juego divino de la exis
tencia son diferentes aspectos tie este Uno. C/liando lleguemos a esta última
comprensión, podremos ver que las experiencias de nuestras encarnaciones pa
sadas representan tan solo otro nivel de ilusión o tn a y a. C/onsiderar estas vidas
como “nuestras vidas" requiere percibir a los jugadores kármicos com o indivi
duos separados y refleja nuestro desconocimiento de la unidad fundamental de
todas las cosas.
Sri Ramada Maharshi expresó la relación paradójica que existe entre el prin
cipio creativo y los elementos del mundo material de manera muy sucinta:
El mundo es ilusión
sólo Brahmán es real;
Brahmán es el mundo
314
Estas se asignan entonces a la vida de otros seres encamados* en un proceso que
podría compararse con servir una mano de cartas durante un juego de naipes.
En este modelo, no hay verdadera continuidad entre las vidas de los indivi
duos que se encaman en diferentes tiempos. Al experimentar partes no asimila
das de otras vidas, no estamos trabajando con nuestro karma personal, sino que
estamos limpiando todo el campo del Alma Superior: La imagen que Bach utili
za para ilustrar la relación entre el alma individual y el Alma Superior es la de la
concha de un nautilo. Cada cámara representaría una unidad separada y refle
jaría cierto período de la vida del molusco, pero también estaría integrada en
una totalidad mayor.
Hemos expuesto hasta ahora tres maneras diferentes de interpretar las ob
servaciones relativas al fenómeno de las vidas anrenorrs. Las unidades que se
encarnan se han descrito respectivamente como la unidad individual de cons
ciencia, el Alma superior y la Consciencia Absoluta. Sin embargo, no hemos
agotado todas las posibilidades alternativas de explicación que podrían ser váli
das para los hechos observados. Debido a la naruraleza arbitraria de todas las
fronteras del universo, podríamos también definir el principio de encarnación
como una unidad mayor que el Alma Superior; por ejemplo, el campo de cons
ciencia de toda la especie humana o de todas las formas de vida.
También podríamos ir un paso más allá en nuestro análisis y explorar los
factores que determinan la elección específica de las experiencias kármicas que
se asignan a la unidad de consciencia encamada. Por ejemplo, algunas de las
personas con las que he trabajado tenían la convicción de que un factor impor
tante en el proceso de selección podría ser la relación entre los parrones kármi-
cos y el tiempo y lugar de una encamación particular con su correlación astro
lógica correspondiente. Esta noción coincide en general con las observaciones
de las sesiones psiquedélicas, el trabajo de respiración holotrópica y episodios
espontáneos de crisis psicoespirítuales. Demuestran que en rodas estas situacio
nes el contenido y la duración de los estados holotrópicos está estrechamente
relacionado con los tránsitos planetarios. Se puede encontrar al respecto un ex
tenso estudio, meticulosamente documentado, de Richard Tamas (Tamas, en
preparación).
315
Afhjrtaotics de fallecidos y conu4tiiniciottes cott ellos.
Hemos hablado ¡interiormente J e encuentros y com unicacio nes con perso
nas fallecidas que se producían en dos situaciones particularmente frecuentes,
l a primera ocurría en un espacio de varias horas a partir de la muerte, cuando
es muv común que los amigos y parientes vean apariciones del fallecido. La se
gunda se refería al momento en que un moribundo, o alguien en estado cercano
a la muerte, veía un “comité de bienvenida1’. Pero la aparición de personas que
han muerto no se limita a estas dos situaciones. Puede ocurrir en cualquier m o
mento, tanto espontáneamente como en sesiones psiquedclicas, en el curso de
psicoterapias vivcncialcs o durante la meditación. Obviamente, hemos estudia
do estos datos con especial cuidado y sentido crítico.
Kl simple hecho de una experiencia aislada de este tipo no supone mucho y
puede descartarse fácilmente como una fantasía o una alucinación. Si algunos
factores significativos adicionales estuvieran presentes, dichas experiencias se
considerarían como material válido de investigación. Por ejemplo, en muchos
casos publicados se trata de apariciones de personas desconocidas para quien
las presencia, y que fueron identificadas más tarde mediante fotografías y des
cripciones verbales. No es raro que un grupo entero de personas presencie estas
apariciones o lo hagan muchas sucesivamente en diferentes momentos, como en
el caso de las casas “encantadas” y los castillos.
Kn algunos casos, las apariciones pueden tener marcas corporales distintivas
de las circunstancias que rodearon su muerte, marcas de las que la persona que
las presencia no tiene ningún conocimiento. De particular interés son los casos
en los que las apariciones del fallecido comunican alguna información nueva y
precisa que puede verificarse o está ligada a una sincronía extraordinaria. Yo
mismo he observado en la terapia con LSD y en el trabajo de respiración holo-
tropica algunos casos asombrosos. He aquí tres ejemplos que ilustran dichas
observaciones.
Kl primero de estos ejemplos es un hecho que ocurrió durante una terapia de
LSD con un joven paciente gravemente deprimido que había intentando suici
darse varias veces.
316
En una de sus sesiones de LSD» Richard turo ana experiencia inusual relaciona
da con un plano astral extraño y extraordinario. Tenía una luminosidad inquie
tante y estaba lleno de seres incorpóreos que intentaban comunicarse con él de
forma urgente y apremiante. El no podía verfes ni oírles; sin embargo, senda su
presencia, casi tangible, y recibía sus mensajes telepáticos. Escribí uno de estos
mensajes, que era muy concreto y podía verificarse más tarde.
Se le pidió a Richard que contactara con una pareja en la ciudad mora-
víana de Kromeriz y les hiciera saber que su hijo Ladislav se encontraba bien
y estaba en buenas manos. El mensaje incluía d nombre de la pareja y su nu
mero de teléfono; todos estos datos eran totalmente desconocidos por mí y
por el páctente. La experiencia fue muy chocante; parecía haber un enclave
extraño en la experiencia de Richard que no guardaba relación alguna con
sus problemas ni con el resto de su tratamiento.
Tras la sesión, decidí hacer algo que me habría convertido en el blanco de
las bromas de mis colegas, de haberlo sabido. Me dingi al telefono, marque
el número de Kromeriz, y pregunté si podía hablar con ladislav. Para mi sor
presa, la mujer que estaba al otro lado de la línea comenzó a llorar. Cuando
se calmó, me dijo con voz entrecortada: * Nuestro hijo ya no está con nos
otros; falleció, le perdimos hace tres semanas. ”
En el verano de 1971, Walter fue con su esposa Eva y sus hijos de vacaciones a
una cabaña en Maine, frente al océano. Un día salió solo a bucear y no regre-
317
so. So inicio una extensa y bien organizada búsqueda que no dio ni con el cuer
po, m con ningún accesorio de su equipo. Bajo estas circunstancias, a Eva le
resulto muy difícil aceptar y asimilar su muerte. Su última imagen de él era el
momento en que salía de la cabaña, lleno de energía y en perfecto estado de
salud. I.c costaba creer que ya no era parte de su vida, pasar la página y empe
zar de nuevo sin haber podido sentir que cerraba un capítulo anterior.
Al ser psicóloga, estaba cualificada también para llevar sesiones terapéu
ticas con LSI), mediante un programa especial de nuestro instituto dirigido a
profesionales de la salud mental. Eva decidió tener una experiencia psique-
délica, con la esperanza de recibir alguna revelación al respecto, y me pidió
que fuera su acompañante. En la segunda mitad de la sesión, tuvo una visión
muy poderosa de Walter y mantuvo con él una larga y significativa conver
sación. Él le dio instrucciones concretas respecto a cada uno de sus tres hijos
y la animó para que empezara una nueva vida sola, libre y sin sentirse obli
gada en absoluto a guardar su memoria. Fue una experiencia muy profunda
y liberadora.
En el momento en que Eva se estaba preguntando si toda la visión no era
producto de su imaginación, Walter apareció una vez más brevemente y pi
dió a Eva que devolviera un libro prestado a un amigo suyo. A continuación
le explicó el nombre del amigo, la habitación en que se encontraba el libro,
su título, el estante, y el orden del libro en el estante. Con estas instruccio
nes, Eva pudo encontrar y devolver un libro de cuya existencia no tenía co
nocimiento alguno.
318
Hacia el final de la sesión, Kurt tuvo un vivido encuentro con su abuela,
quien había muerto hada muchos años. Habían estado muy unidos durante
su infancia y se sintió profundamente conmovido por la posibilidad de que
pudiera estar realmente ante ella de nuevo. A pesar de su profunda implica-
ción emocional en la experiencia, continuó manteniendo una actitud de es
cepticismo profesional acerca del encuentro. Por supuesto, tenia en mente
muchas interacciones reales con su abuela mientras ésta vivía, y sospechaba
que su mente podía fácilmente recrear un encuentro imaginario a partir de
esos viejos recuerdos.
Sin embargo, este encuentro con su abuela fue tan emotivo y convincente
que no podía descartarlo como una fantasía ilusoria. Decidió buscar prue
bas de que era real y no un producto de su imaginación. Pulió a su abuela al
gún tipo de confirmación de que aquello estaba sucediendo realmente y reci
bió el siguiente mensa te: "Ve a cata de tía Anna y busca las rosas cortadas**.
Aún escéptico, decidió visitar a su tía Anna al fin de semana siguiente y ver
qué pasaba.
Cuando llegó, Kurt encontró a su tía en el isrdin, rodeada de rosas corta
das. Se quedó perpleto. El día de su visita resultó ser el día del año que su tía
había elegido para podar todos sus rosales.
319
tovl;i i'lrtsc itc tesis v pruchiis, y son considcnulus en ;ilt¡i esfimn por investigarlo
res muv senos v minneiosos. ((irosso, 1994). l o s mejores han podido reprodu
cir en sus sesiones, con exactitu d, la voz del fallecido, su forma de hablar, sus
i^cstos, peculiaridades y otros rasgos característicos, sin que conocieran previa
mente a la persona.
F.n ocasiones, la información recibida era desconocida para to dos los pre
sentes, e incluso por cualquier persona viva. Ha habido casos también de intru
siones repentinas, de “ visitas inesperadas” de otras entidades cuyas identidades
se pudieron confirm ar más tarde. Kn otros casos, se re cibieron im portantes
mensajes en “sesiones por poderes,” en las que un grupo a distancia, y sin ape
nas datos, pedía información en lugar de un familiar o un amigo del fallecido.
Hn los casos de “correspondencia cruzada,” se com unicaban fragmentos y par
tes de un mensaje comprensible a través de varios médiums.
Una interesante innovación en este cam po es el pro ced im iento descrito en
R eu n io n s: V ision ary E n c o u n te r s w ith D e p a r t e d L o v e d O n e s de R a y m o n d
Moody. Inspirado en un com plejo sistema griego que ofrecía la posibilidad de
ver a familiares y amigos fallecidos en una tetera de cobre llena de agua, M o o d y
efectuó un estudio sistemático de las bolas de cristal y otros métodos similares.
Entonces creó un procedimiento y un entorno especial que, según su exp e rien
cia, facilitarían enormemente un encuentro vivencial con los seres queridos que
habían muerto. Moody describe casos en los que las apariciones llegaban a salir
del espejo y se movían libremente por la habitación co m o imágenes holográfi-
cas tridimensionales (Moody, 1 9 93 ).
Algunos informes espiritistas pueden con fu n d ir a la mente del occid en ta l
medio considerablemente, por no hablar de la de un científico de fo rm ación tra
dicional. Por ejemplo, la expresión m áxim a del fe n óm en o espiritista, la “ me-
diumnidad física”, incluye entre otras la telekinesis y las m aterializaciones. A
éstas pertenecen, por ejemplo, la levitación de o b je to s y personas, pro y ección
de objetos por el aire, manifestación de formas ectoplásticas, y aparición de es
critos y objetos sin explicación alguna.
En el movimiento espiritista brasileño, el médium realiza o p era cio n e s psí
quicas utilizando sus manos o cu chillos, supuestamente b a jo la o r ie n ta c ió n y
320
supervisión de espíritus de personas fallecidas. Estas intervenciones no requie
ren anestesia y las heridas se cierran sin hacer suturas. Los cirujanos psíquicos
filipinos, que también pertenecen a la iglesia espiritista, son famosos por obte
ner logros igualmente extraordinarios. Investigadores occidentales de la talla de
Walter Pahnke, Stanley Krippner y Andrija Puharich han estudiado y filmado
estos hechos repetidas veces.
Un avance fascinante en el intento de comunicar con los espíritus de perso
nas fallecidas es una teoría denominada trjn si'om u n n jitón instrumental (ins
trumental transcomunication, ITC) que utiliza para este fin moderna tecnología
electrónica. Esta iniciativa comenzó en 1959, cuando el cineasta escandinavo
Friedrich Juergensen captó en una cinta sonora voces humanas, supuestamente
de personas muertas, mientras grababa en un bosque los sonidos de pilaros sal
vajes. Inspirado por las observaciones de Juergensen, el psicólogo Konstantin
Raudive llevó a cabo un estudio sistemático de este fenómeno y grabó alrededor
de 100.000 voces paranormales, multilingues, que al parecer comunicaban
mensajes del m is allá (Raudive, 1971).
M is recientemente, una red mundial de investigadores que incluía a Krnest
Senkowski, George Meek, Mark Macy, Scort Rogo, Raymond Bayless y otros,
ha realizado un trabajo de grupo para establecer comunicación interdimensio-
nal utilizando tecnología moderna. Aseguran haber recibido muchos mensajes
paranormales y también imágenes de diferentes personas fallecidas a través de
instrumentos electrónicos como grabadoras, teléfonos, máquinas de FAX, orde
nadores y pantallas de televisión. Entre los espíritus comunicadores del más allá
se encuentran, según parece, algunos de los investigadores anteriores en este
campo, como Juergensen y Raudive (Senkowski, 1994). Una entidad incorpó
rea, que se denomina a sí misma el Técnico, ofrece técnicas de orientación con
cretas para la construcción de aparatos electrónicos que permitan una recep
ción óptima de los mensajes del más allá.
A pesar de lo fantásticos e increíbles que puedan parecer todos los informes
acerca de la comunicación con el mundo de los espíritus, resulta curioso que in
vestigadores competentes y respetables, entre ellos algunos que contaban con el
Premio Nobel e impecables credenciales científicas, se interesaran en un campo
321
que no ofrece ningún fenómeno real que observar y estudiar. Cjo rram e n te , no
ha\ otra área en la que se descarten e incluso se ridiculicen tan fácilm ente las
opiniones v puntos ele vista de científicos destacados com o es el caso del espiri
tismo.
Durante las tres últimas décadas, hemos visto un rápido avance en los des
cubrimientos acerca de la muerte y de los m oribund os. Los ta n a t ó lo g o s han
efectuado estudios sistemáticos de experiencias cercanas a la muerte y han pues
to esta información al alcance de los círculos profesionales y el público en gene
ral. Los investigadores de la consciencia y los terapeutas vivenciales han dem os
trado que los recuerdos de experiencias que ponen en peligro la vida,
especialmente el del trauma del nacimiento, juegan un papel crucial en la psico
génesis de los trastornos em ocionales y psicosom á ticos. T a m b ié n han d escu
bierto que la confrontación psicológica con la muerte, dentro de un m arco tera
péutico, puede ser profundamente sanadora y transform adora.
También ha cambiado mucho la atención que reciben los pacientes term ina
les. El trabajo pionero de Elisabeth Kübler-Ross llamó la atención de la p ro fe
sión médica acerca de las necesidades emocionales de los pacientes terminales y
la necesidad de ofrecerles el apoyo adecuado (Kübler-Ross, 1 9 6 9 ) . Se creó una
red cada vez más amplia de hospicios, a raíz del intento de hum anizar la a te n
ción terminal que inició en 1 9 6 7 el tr a b a jo de Cicely Saunders en el St.
Christopher de Londres (Saunders, 1 9 6 7 ) y ha m ejorad o considerablem ente la
situación de muchos pacientes gravemente enfermos. Ello ha ayudado a crear
un ambiente más relajado e informal que subraya la im portancia del ca lo r hu
mano, la compasión y el apoyo emocional.
A finales de los años 6 0 y a comienzos de los 7 0 , tuve el privilegio de partici
par durante varios años en el programa de investigación de terapia psiquedélica
para enfermos terminales de cáncer, que era sin duda el intento más revolu cio
nario e interesante de aliviar el sufrimiento de los pacientes con enfermedades
322
incurables y transformar la experiencia de su muerte. Fue uno de los hechos más
conmovedores de mi vida el ver cómo la actitud hada la muerte de muchos pe
dentes terminales de cáncer se transformaba a raíz de las expendidas altamen
te espirituales de las sesiones psiquedéltcas.
Desdichadamente, las dificultades legales y administrativas relacionadas con
el uso sin supervisión de la LSD hicieron imposible aplicar este extraordinario
procedimiento, a mayor escala, a pacientes de los hospitales y hospicios.
Esperemos que en el momento que remita la actual histeria respecto a las sus
tancias psiquedélicas y las políticas admimstranvas se flexibilicen, los pacientes
terminales de todo el mundo puedan beneficiarse de los descubrimientos del es
tudio de Maryland y enfrentarse a la muerte con menos dolor, con mayor ecua
nimidad y dignidad.
La idea de que los ptiquedélicot pudieran ser de utilidad en la terapia con
pacientes terminales de cáncer surgió independientemente en la mente de varios
investigadores. La primera sugerencia partió de la pediatra ruso-americana
Valentina Pavlovna Wasson. Tras años de intensos estudios etnomicológicos
junto con su marido, Gordon Wasson, encontraron informes acerca de unos
hongos alucinógenos empleados por las culturas precolombinas e hicieron va
rios viajes a México para tratar de encontrarlos.
Tras varios intentos, pudieron conocer a Mana Sabina, una curandera ma-
zateca que conocía el secreto de los hongos mágicos. En Junio de 1955, los
Wasson fueron los primeros occidentales admitidos en una velada, el ritual má
gico de los hongos. En una entrevista que concedió varios años después,
Valentina Pavlovna describió su magnífica experiencia y sugirió que, a medida
que la droga se fuera conociendo mejoi; se encontrarían aplicaciones médicas
en el tratamiento de enfermedades mentales, el alcoholismo, la adicción a los
narcóticos y enfermedades terminales dolorosas (Wasson, 1957).
La segunda persona que sugirió que los psiquedélicos podrían resultar útiles
para los moribundos no fue un médico, sino el filósofo y escritor Aldous
Huxley. Estaba profundamente interesado tanto por las experiencias místicas
inducidas por psiquedélicos como por los problemas relacionados con la muer
te y los moribundos. En 1955, cuando su primera mujei; María, estaba murien-
323
Jo di- i.ina'i, (Itili/o 1111.1 ta im ¡i hipnótica para contactar con los recuerdos de
\.ii i.is experiencias extáticas espontaneas i|iic había tenido a lo largo de su vida.
I I proposito explícito de este experimento era facilitar su transición al llevarla a
un estado expandido de conciencia. I sla experiencia inspiró la descripción de
una situación parecida en su novela IsLuid (Isla), donde la medicina m o k s b a y un
preparado compuesto por hongos psiquedelicos, se utilizaba para a y u d a r a
Lakshmi, uno de los protagonistas, a enfrentarse a la muerte (Huxley, 1963).
En una carta a Humphrey Osmond, psiquiatra y pionero en la investigación
psiquedelica que le dio a conocer el uso del LSI) y la mescalina, Huxley escri
bía: “ Mi propia experiencia con Maria me convenció de que los vivos pueden
ser Je gran ayuda al moribundo, elevar el hecho fisiológico de la existencia hu
mana al nivel de la consciencia, e incluso de la espiritualidad”. En otra carta a
Humphrey Osmond, en 1958, Huxley sugería varios usos para la LSD, entre
ellos: “otro proyecto: el suministro de LSD en casos terminales de cáncer, con la
esperanza de convertir a la muerte en un proceso más espiritual, no tan estricta
mente fisiológico”.
En 1963, cuando el mismo Huxley estaba muriendo de cáncer, demostró la
seriedad de su propuesta. Horas antes de su muerte, pidió a su segunda mujer,
Laura, que le suministrara 100 microgramos de LSD para facilitar su proceso
de muerte. Laura Huxley lo describe en su libro T his T im eless M o m en t, (Huxley
1968). La sugerencia de Huxley no llamó la atención de los investigadores mé
dicos durante varios años, a pesar de que la ilustró magníficamente con su pro
pio ejemplo. La siguiente contribución en este terreno llegó de un lugar insospe
chado, sin relación alguna con el pensamiento o los textos de Huxley.
A comienzos de los años 60, Eric Kast, de la Escuela Médica de Chicago, es
tudió los efectos de diversas drogas que aliviaban el dolor en busca de un buen
analgésico. A lo largo de su estudio, llegó a considerar la LSD como posible can
didato. En un escrito publicado en 1963, Kast y Collins describieron los resulta
dos de un proyecto de investigación en el que los efectos de la LSD se compara
ban con dos potentes narcóticos legales, los opiáceos Dilaudid y Demerol. El
análisis estadístico de los resultados mostró que el efecto analgésico de la LSD
era superior al de ambos opiáceos (Kast 1963, Kast y Collins 1964).
324
Kast y Collins comprobaron que, después de la experiencia con LSD, algu
nos de los pacientes mostraban no sólo un alivio del dolor, sino también una ac
titud de despreocupación asombrosa respecto a la gravedad de su estado.
Frecuentemente hablaban de su muerte inminente con una actitud emocional
que podría considerarse como atípica en nuestra cultura; aunque era evidente
que esta nueva perspectiva resultaba beneficiosa en su situación.
En un estudio posterior los mismos autores confirmaron sus hallazgos ini
ciales respecto a los efectos analgésicos de la LSD. El alivio del dolor duraba
una media de doce horas, pero en algunos pacientes se prolongaba durante un
período de varias semanas. Muchos de los pacientes también mostraban cam
bios en sus perspectivas filosóficas y espirituales en relación a la muerte, “sonsa
dones oceánicas de felicidad" y una moral más elevada (kast y Lollms, 1966).
En los estudios anteriores, se suministraba LSD a los pacientes sin propor
cionales ninguna información acerca de sus efectos y sin que recibieran apoyo
psicológico durante las sesiones. Kast interpretó el cambio de actitud hacia la
muerte en términos psicoanalítKos como una “ regresión al estado infantil de
omnipotencia" y “ negación psicológica de la gravedad de su situación,“ no
como un verdadero cambio en su visión filosófica y espiritual. A pesar de que
un terapeuta experto en el uso de la LSD vena algunas deficiencias en las inter
pretaciones y los estudios de Kast, el valor histórico de su esfuerzo pionero es
incuestionable. No sólo descubrió las propiedades analgésicas de la LSI), sino
que también trajo a la luz las primeras evidencias expenmentales de las ideas de
Valentina Pavlovna y de Aldous Huxley.
Los prometedores resultados de los estudios de Kast y Collins inspiraron a
Sidney Cohén, un destacado psiquiatra de los Angeles, amigo de Aldous Huxley
y uno de los pioneros en la investigación psiquedélica, a iniciar un programa de
terapia psiquedélica para pacientes terminales de cáncer. Cohén confirmó los
descubrimientos de Kast respecto al efecto del LSD como analgésico y subrayó
la importancia de desarrollar técnicas que transformaran la experiencia de la
muerte (Cohén, 1965). Su colaborado^ Gary Fishei; continuó con sus estudios
y resaltó la importancia de las experiencias transcendentales en el tratamiento
de los moribundos, tanto si se daban espontáneamente, eran el resultado de di-
325
versas prácticas espirituales o eran p ro vocad as por su sta n cia s psiqu cd élica s
(I isher, 1^70).
I 11 el In s titu to P s iq u iá tr ic o de Investigación de Praga, C h e c o s l o v a q u ia , se
llevaron a cabo otras observaciones que se integraron más tarde en la teoría y la
practica de la terapia psiquedélica para enfermos terminales. Allí dirigí un p ro
yecto de investigación e x a m in a n d o el potencial te rap é u tico y heu rístico de la
l SI) y de otros psiqucdélicos. Kn el tran scu rso de esta investig ación, o b serve,
repetidas veces, que el estado clínico de los pacientes m e jo r a b a c o n s i d e r a b l e
mente después de que vivieran poderosas experiencias de muerte y re n a cim ie n
to psicoespirituales.
Además de la mejora de algunos síntomas em ocionales y psicosom áticos, los
pacientes afirmaban a menudo que estas experiencias habían c a m b ia d o p ro fu n
damente su imagen de la muerte y su actitud hacia ella. C o m o solían ser indivi
duos jóvenes y sanos, me intrigaba saber si iban a producirse los m ism os c a m
bios en pacientes con enfermedades terminales, para los que la idea de la muerte
figuraba ya en su futuro inmediato. Dirigí sesiones de L S D con varios pacientes
de esta categoría y me sorprendieron m u ch o los resultados. E s ta b a a p u n to de
iniciar un estudio más exhaustivo, cuando recibí la oferta de una beca para p a
sar un año en Estados Unidos.
Cu and o llegué a B altim o re, fue una gran sorp resa p ara m í que la p rim e ra
reunión del equipo de investigación de Spring Grove tratara de terapia c o n L S D
a enfermos de cáncer. La idea de iniciar un proyecto especial de investigación de
este tipo surgió, por desgracia, de un m iem bro del personal. A G lo ria , una m u
jer de mediana edad muy popular entre sus co le g a s, se le h ab ía d ia g n o s tic a d o
un cáncer de pecho. El cá n ce r había h echo m etástasis y el p r o n ó s ti c o era b a s
tante malo. Se deprimió mucho y tenía miedo a la muerte.
El equipo de Spring G rove había efectuado un am plio estudio c o n a l c o h ó l i
cos crónicos que incluía sesiones terapéuticas co n L SD . Los síntom as de los p a
cientes que accedieron a la te rapia psiquedélica eran de d ep resión y an sied ad ,
según d iag no sticó el In v e n ta rio de p e rs o n a lid a d m u ltifá s ic a de M i n e s o t a
(M M P I). Sidney Wolf, uno de los terapeutas de L S D , sugirió al personal que p o
dría ser interesante averiguar c ó m o responderían la depresión y la ansiedad de
326
Gloria a la terapia con LSD, a pesar de ser una reacción evidente a una situa
ción vital desesperada. El resultado del experimento de Sidney Wolf fue tan pro-
metedor que el equipo de investigación consideró desde entonces la idea de ini
ciar un estudio especial con un grupo seleccionado de pacientes de cáncer.
El siguiente paso importante de este intento se produto en 1967, cuando
Walter Pahnke se unió al equipo de Sphng Grove. Walter fue el responsable de
que el interés inicial del personal en un estudio piloto se convirtiera en un am
plio proyecto de investigación. Estaba graduado y doctorado en la Escuela de
medicina de Harvard, con un doctorado adicional en religiones comparadas y
especializado en el estudio de la divinidad. Difícilmente podría imaginarse una
preparación raefor para llevar a cabo la terapia ptiquedélica con pacientes de
cáncer que esta combinación de medicina, psicología y religión.
Con una energía encomia ble, entusiasmo y devoción, Walter asumió el car
go de jefe de investigación del proyecto de terapia con LSD aplicada a pacientes
de cáncer. Pudo obtener fondos de la Fundación Mary Rcynold Babcoclt
(Cigarrillos Winston/Salem). Más tarde, inicio un proyecto similar en el que se
utilizaba otro psiquedélico de efecto mcnoc, la diproptltnptamina (DPT), en lu
gar de la LSD. Desgraciadamente, antes de finalizar el proyecto, Walter desapa
reció mientras buceaba en el océano Atlántico cerca de su cabaña en Mame.
Como ya dije en este mismo capítulo, nunca se encontró su cuerpo, ni accesorio
alguno de su equipo; su muerte sigue siendo un misterio.
Tras la muerte de Walter, asumí el liderazgo de la investigación psiquedélica
en Spring Grove, considerando el estudio del cáncer como investigación priori
taria. El proyecto incluía también otra sustancia psiquedélica, la MDA.
Pudimos terminar los trabajos y presenté los resultados en el encuentro de la
Fundación de Tanatología en Nueva York y después en un libro que escribí en
colaboración con Joan Halifax, titulado The Human Encounter with Death.
(Grof y Halifax, 1977).
El estudio de Sphng Grove con terapia psiquedélica aplicada a pacientes de
cáncer fue un trabajo en cooperación con el Centro de Investigación
Psiquiátrica de Baltimore y la unidad oncológica del Hospital Sinaí de
Baltimore. Walter Pahnke y yo pasábamos un día a la semana en el Sinaí, partí-
327
upando ni conferencias p¿tr:i ol personal. lo s oncólogos del Sinaí recomenda
ban par.) miostro programa a los pacientes que ya no respondían a la asistencia
medica v que padecían dolores intensos, depresión y miedo a la muerte.
1 monees Walter y yo nos sentábamos con ellos y les explicábamos el programa.
Si les interesaba, firmaban su consentimiento y se les incluía en él.
I a sesión de terapia psiquedélica constaba de tres fases. I,a primera era el
periodo J e preparación, que duraba aproximadamente doce horas. Kn estas se
siones iniciales, explorábamos la historia pasada de los pacientes, así como su
situación presente, y creábamos un ambiente favorable de trabajo con ellos y su
familia. Queríamos saber lo que les habían dicho sobre su enfermedad, cómo
reaccionaron a la situación y qué efecto había tenido sobre sus vidas. Durante
la preparación era importante establecer un juicio sobre las relaciones familia
res del paciente, así como sobre la cantidad y la naturaleza de “asuntos pen
dientes” entre ellos. Las últimas dos horas del período de preparación se dedi
caban a una discusión sobre la sesión psiquedélica (los efectos de la droga, las
experiencias que podían surgir, el trabajo corporal que podría ser necesario, y
las formas de comunicar la experiencia).
La segunda fase del tratamiento era la sesión psiqu edélica en sí. La dosis tí
pica de LSD variaba de 300 a 500 microgramos, para la DPT, una sustancia se
mejante al LSD de menor efecto, entre 90 y 150 miligramos, y para la MDA,
entre 100 y 150 miligramos. Las sesiones de LSD solían durar un día entero, las
sesiones de DPT y MDA, duraban más de medio día. Las realizaban dos tera
peutas, siempre un dúo hombre-mujer; uno dirigía la sesión y otro acompañaba
al paciente. La posición reclinada, la utilización de antifaces para los ojos, auri
culares y música, durante la mayor parte de la sesión, ayudaban a la interioriza
ción del proceso. De acuerdo con nuestra experiencia, dicha interiorización au
mentaba los beneficios y disminuía los riesgos del uso de los psiquedélicos.
A medida que iba desapareciendo el efecto de la sustancia psiquedélica, ani
mábamos al paciente a abrir los ojos, sentarse y compartir brevemente su expe
riencia. Ese era el momento en que aplicábamos trabajo corporal para resolver
problemas inconclusos, si lo considerábamos necesario. Cuando remitían las in
tensas experiencias internas, invitábamos a participar en la sesión a los conoci-
328
dos o familiares que elegía el paciente. Esta “ reunión familiar* se prolongaba
hasta el final de la sesión y era una parte muy importante de la misma. El hecho
de que el paciente se encontrara aún en un estado holocrópico de consciencia fa
cilitaba una comunicación más honesta y abierta, lo que permitía superar la
confusión y las barreras que existen a menudo en las interacciones entre el pa
ciente terminal, la familia y el personal médico.
La reunión ofrecía la posibilidad de discutir, por primera vez en muchas ca
sos, los sentimientos del paciente y de sus familiares acerca de la enfermedad, la
inminencia de la muerte, y los que había entre ellos. A continuación encargába
mos una comida china a un restaurante cercano que ofreciera toda clase de sa
bores, colores y texturas. Esto, el cálido entorno humano y la música, ayudaba
al paciente a volver a tener nuevas sensaciones positivas hacia algunos aspectos
de la vida cotidiana. Tras la cena, el paciente pasaba el resto de la noche con los
familiares o amigos que prefería. Nuestro lugar de tratamiento poseía habita
ciones individuales con baño y una pequeña cocina, que cubrían todas las posi
bles necesidades del paciente.
Durante el día y la semana siguientes organizábamos unas entrevistas poste
riores a la sesión, con el objetivo de ayudar al paciente a integrar sus experiencias
y aportar nuevas perspectivas a su vida cotidiana. El protocolo de nuestro proyec
to de investigación nos permitía repetir la sesión, si nos parecía oportuno o nece
sario. Dada la naturaleza de la enfermedad, la duración del estudio se veía limita
da y, a diferencia de nuestros otros proyectos, no había restricciones externas,
impuestas por nuestro protocolo de investigación, en el número de sesiones.
Los resultados se evaluaban mediante tests psicológicos y una herramienta
especialmente diseñada para este fin por Walter Pahnke y Bill Richards, llama
da Escala de Evaluación de la Condición Emocional (ECRS: Emotional
Condition Rating Scale). Esta escala permitía obtener valores desde menos seis
hasta seis que reflejaban el nivel de depresión, aislamiento psicológico, ansie
dad, dificultad para desenvolverse, sufrimiento, miedo y preocupación y por la
muerte. La evaluación se efectuaba un día antes y tres después de la sesión psi-
quedélica, y era realizada por los profesionales que les atendían, las enfermeras,
miembros de su familia y terapeutas de LSD.
329
Kn el estudio con I SI), cerca del 30 por ciento de los pacientes mostraban
una sorprendente mejoría, el 40 por ciento, moderada mejoría y el restante 30
por ciento permanecía sin cambios. Kn los pocos casos en que el nivel descendía
después de la sesión, la diferencia era mínima y sin relevancia estadística
(kurland ct al. 1968; Richards et al. 1972). Kn el estudio de DPT, se encontra
ron resultados significativos y pautas importantes respecto a ciertas escalas in
dividuales pero, en general, no aportó evidencias de que la DPT pudiera reem
plazar al LSD en la terapia psiquedélica de pacientes con cáncer (R ichard,
19“\5). Esto coincidía con las impresiones y observaciones clínicas de los tera
peutas, quienes preferían casi por unanimidad trabajar con LSD.
Se observaron importantes cambios terapéuticos en diferentes áreas. Menos
sorprendentes resultaron los efectos positivos de la terapia psiquedélica en sín
tomas emocionales como la depresión, tendencia al suicidio, tensión, ansiedad,
insomnio y aislamiento emocional, al ser ya bien conocidos por otros estudios
clínicos. El estudio de Spring Grove también confirm ó los informes anteriores
de Kast y Collins respecto al potencial de la LSD para aliviar el dolor físico, in
cluso en casos en que los narcóticos ya no eran de utilidad. Su efecto analgésico
era muy potente y duraba varias semanas o incluso meses. Sin embargo, dicho
efecto no estaba relacionado con la dosis y no era lo bastante predecible para
considerarlo un simple fármaco analgésico.
Esta observación es chocante y su explicación requiere comprender un com
plejo mecanismo, y no únicamente el efecto farm acológico de la droga. N os
aproximaremos a él haciendo referencia a la “teoría de barrera de control del
dolor” de Ronald Melzack (Melzack, 1950; Melzack y Wall, 1965). De acuerdo
con esta teoría, el dolor es un fenómeno complejo que incluye, junto con el men
saje sensorial del tejido dañado y la reacción motora que lo acom paña, la pro
pia memoria de dolores anteriores, una evaluación em ocional de las sensacio
nes, el significado del sufrimiento y la programación cultural.
Estos factores son muy diferentes, obviamente, dependiendo de las circuns
tancias: si el dolor se experimenta en el contexto de una enfermedad progresiva,
un parto difícil, la tortura en un campo de concentración, o en la danza del sol
Lakota Sioux. Al administrarse LSD, la influencia sobre el dolor refleja la inter
330
acción entre tu efecto en lot proceso« neurofisiológicot y pskoespirituales del
cerebro y lot también complejos mecanismos dd dolo«. £1 resultado final impli
ca muchos niveles y muchas dimensiones y no es» por lo tamo» fácil de predecir.
£1 efecto más importante y sorprendente de la LSD en pacientes terminales
de cáncer fue un profundo cambio en su concepción de la muerte y una dismi
nución del miedo a ella. Las experiencias profundas de muerte y renacimiento
psicoespirimales» de unidad cósmica, recuerdos de vidas pasadas u otras formas
transpersonales de consciencia parecen reducir la sensación de terror a la muer
te física. £1 hecho de que estas experiencias puedan tener un efecto tan convin
cente en personas a las que quedan un sólo meses, semanas o días de vida, me
rece seria atención. Ocurren en un contexto psicoespiritual, mitológico y
filosófico, y no pueden descartarse como autoengaóos ilusorios momentáneos,
producto de un funcionamiento cerebral insuficiente.
Las experiencias ptiquedébeas que akanian el nivel perinatal y transpersonal
umbién suelen afecur profundamente al sistema de valores y la actitud hacia la
vida del paciente. La aceptación patológica de la impermanencia y la muerte vie
ne de la comprensión de la inutilidad y el absurdo de las ambiciones grandiosas y
el apego al dinero, a la posición social, la fama, el poder y la búsqueda de otros
valores temporales. Esto facilita enfrentamos al fin de las propias metas materia
les y la inevitable pérdida de todas las posesiones mundanas. Otro cambio impor
tante se da en la orientación temporal; d pasado y el futuro se vuelven menos im
portantes que el momento presente y d “ ir viviendo día a día".
Aumenta el entusiasmo, y se da una tendencia a apreciar y disfrutar cada
momento de la vida; a encontrar placer en las cosas sencillas como la naturale
za, la comida, el sexo, la música y la compañía humana. Se da también una ma
yor espiritualidad de naturaleza mística, universal y ecuménica, que no va liga
da a ninguna afiliación religiosa concreta. También hemos visto casos en que
las creencias religiosas tradicionales del moribundo se iluminaban con nuevas
dimensiones y significados.
Los efectos positivos de la terapia psiquedélica se ampliaban también a los
familiares y amigos íntimos del paciente. La intensidad de la aflicción y el duelo
tiene que ver con la naturaleza y el nivel de los conflictos en sus relaciones con
331
ol moribundo. 1 a aceptación de la muerte de un miembro de la familia puede
ser mucho mas difícil si los parientes tienen sentimientos negativos o confusos
acerca de lo apropiado de su comportamiento hacia el moribundo y acerca de la
manera en que se ha resuelto la situación.
Si no se da la oportunidad de expresar el amor y la compasión cpie se siente
hacia el, de mostrar la gratitud por el pasado, y de encontrar una manera de des
pedirse, los que le sobreviven pueden quedarse con la sensación de que algo está
incompleto y con sentimientos de insatisfacción y culpa. Si el terapeuta puede in
troducirse como agente catalizador y ayudar a abrir canales eficaces de intercam
bio emocional y comunicación, la muerte puede convertirse en un hecho de signi
ficado profundamente psicoespiritual para todos los que participan en él.
Ilustraré las posibilidades de la terapia psiquedélica con pacientes de cáncer
mediante el caso de Joan, un ama de casa, madre de cuatro niños y antigua bai
larina, que en el momento del tratamiento tenía cuarenta años. Dos de sus hi
jos, su hija de diecisiete años y su hijo de ocho, eran de su anterior matrimonio.
Joan tenía también un hijo adoptivo y otro del primer matrimonio de su mari
do, los dos de nueve años. Su cáncer, un carcinoma muy maligno, le fue diag
nosticado en agosto de 1971, tras un largo período de leves molestias gastroin
testinales transitorias.
Joan decidió que no quería pasarse el resto de su vida esperando a la muerte.
Quería participar activamente en el proceso terapéutico, sin importarle la poca
esperanza que hubiera. Después de que los médicos le explicaran que ya no po
dían hacer nada más por ella, Joan pasó algún tiempo buscando la ayuda de sa
nadores y otras técnicas no ortodoxas. Por entonces, oyó hablar del programa
del Spring Grove para personas que padecían cáncer y concertó una cita con
nosotros para ver el lugar, conocer a las personas que participaban en el proyec
to y conseguir más información acerca del programa de tratamiento. Joan llegó
a la primera entrevista acompañada de su marido, Dick. Éste era educador, es
taba influenciado por toda la publicidad negativa acerca de la LSD, y le preocu
paban los posibles efectos adversos de la substancia. Tuvimos que pasar algún
tiempo explicándole que con un uso moderado de LSD, el promedio de benefi
cios y riesgos es totalmente diferente al de la auto-experimentación sin supervi-
332
sión. Una vez aclarada esta cuestión, Joan y Dick participaron con entusiasmo
en el programa de LSD.
La preparación de la primera sesión de Joan consistió en varias entrevistas
con ella a solas y otra con ella y Dick. Joan estaba muy deprimida y ansiosa. Su
entusiasmo decaía en vertical, y ya no le interesaban los temas y actividades que
antes de su enfermedad solían entusiasmarle. En el transcurso de su enferme
dad, se había vuelto tensa e irritable. Durante nuestras charlas preliminares« to
davía podía tolerar el sufrimiento físico. Sentía molestias gastrointestinales
poco precisas, pero el dolor todavía no hacía su vida insoportable.
Joan pensaba que su problema en aquel momento no era el presente, sino la
preocupación y la ansiedad que sentía acerca de cómo sena el futuro. Era plena
mente consciente de la situación que afrontaba, de sus diagnósticos y pronósti
cos, y podía hablar abiertamente acerca de su enfermedad. Quena sobre todo
poder cerrar de forma sincera y honesta su relación con Dick y los niños. Joan
quería dejar todo resuelto con ellos, mediante sentimientos positivos, sin culpa,
rabia, amargura o dolor patológico, de manera que pudieran continuar sus vi
das sin tener que soportar la carga psicológica de su muerte.
333
confortante y ti;iiu|uiliz;U|()r, como una señal de radio, que me guiaba a tra
vés de la experiencia y nu< calmaba. Parecía como si mi cerebro se estuviera
quemando muy despacio, revelando su contenido en una imagen tras otra.
Apareció la imagen de mi padre con gran claridad; analizamos y revisa
mos nuestra relación con la precisión de una intervención quirúrgica.
Notaba la necesidad de mi padre de que yo fuera alguien diferente, que no
podía ser. Comprendí que tenía que ser yo misma, aunque eso le defraudara.
Fui consciente de todas las necesidades de otras personas: mi marido, mis hi
jos, mis amigos. Veía que las necesidades de otros me hacían más difícil acep
tar la realidad de mi muerte inminente y rendirme al proceso.
Entonces el viaje interior se hizo más profundo y me encontré con varios
monstruos terroríficos que me recordaban imágenes de arte asiático (demo
nios viciosos, criaturas surrealistas, flacas y demacradas, todos de un extra
ño color verdoso). Era como si todo un ejército de demonios del L ib r o
Tibetano de los M uertos evocara y representara una danza salvaje en mi ca
beza. Cuando iba hacia ellos, y me mezclaba con ellos, el miedo desaparecía
y la pintura se convertía en otra cosa, bastante agradable. En un momento
dado, cuando estaba mirando a unas criaturas fangosas y malvadas, me di
cuenta de que eran producto de mi propia mente, prolongaciones de mí mis
ma. Musité: “Ah, esto también soy yo. De acuerdo.”
El encuentro con los demonios iba acompañado de una sensación de difi
cultad para poder respirar y de ansiedad, pero duró relativam ente poco,
(mando terminó, sentí que inmensos torrentes de energía recorrían mi cuer
po. Era tanta energía que no creí que un solo individuo pudiera contenerla y
manejarla. Vi claramente que tenía tanta energía, que en mi vida cotidiana
me veía obligada a negarla, desaprovecharla y proyectarla sobre otras perso
nas. Tuve flashes de mí misma en diversos períodos de mi vida, ejerciendo
diferentes papeles — hija, amante, esposa, madre y artista— y me di cuenta
de que no podían funcionar porque eran contenedores inadecuados para
toda esa energía que yo tenía.
El aspecto más importante de estas experiencias era su significado para
la comprensión de la muerte. Vi el despliegue maravilloso del diseño cósmi-
334
co, con todas sus infinitas sutilezas y ramificaciones. Cada individuo repre
sentaba un hilo en el hermoso tejido de la vida y jugaba un papel concreto.
Todos estos papeles eran necesarios por igual para el núcleo central de ener
gía del Universo; ninguno de ellos era más importante que los demás. Vi que,
tras la muerte, la energía de vida sufría una transformación y los papeles se
repartían nuevamente. Vi que mi papel en esta vida era ser una enferma de
cáncer y aceptarlo de buen grado.
Visualicé y comprendí intuitivamente la dinámica de la reencarnación.
Estaba representada simbólicamente en forma de muchos caminos que iban
en todas direcciones; parecían túneles en un hormiguero gigantesco. Entendí
que había habido muchas vidas antes de esta y que habría muchas más. El
propósito consiste en experimentar lo que el guión cósmico nos asigna. 1.a
muerte es tan sólo un episodio, un tránsito dentro de este magnífico drama
perenne.
A lo largo de mi sesión, tuve visiones de pinturas, esculturas, artesanía y
arquitectura de diferentes países y culturas: el antiguo Egipto, (¿recia, Roma,
Persia, y las culturas precolombinas de América Central, del Sur y del Norte.
Todo esto iba acompañado de muchas percepciones del sentido de la exis
tencia humana. A través de la riqueza de mi experiencia, descubrí que las di
mensiones de mi ser eran mucho mayores de lo que nunca imaginé.
Me vi a mí misma participando en todo lo que ocurría en el mundo
—hostilidades que se creaban entre los países, guerras cruentas, odio y dis
putas raciales, esquemas políticos corruptos o una tecnología contaminan
te— y proyectando en otras personas lo que negaba en mí. Estuve en con
tacto con lo que sentí que era el “ puro ser" y me di cuenta de que no podía
ser comprendido ni necesitaba justificación. Tuve consciencia de que mi
única obligación era mantener el flujo de energía, y no sólo “sentarme en
cima de ella” , como solía hacer. El flujo de la vida estaba simbolizado por
muchas imágenes bellas de agua en movimiento, peces y plantas acuáticas;
por escenas deliciosas de danza, algunas majestuosas y etéreas, otras arrai
gadas en la tierra.
Como resultado de todas estas experiencias y percepciones, desarrollé
335
una actitud afirmativa hacia la totalidad tic* la existencia y la capacidad de
acep tar (.pie torio lo que ocurría en la vida estaba bien. Hice muchos comen
tarios entusiastas acerca del increíble ingenio cósmico y el humor que había
en la estructura de la existencia. A medida que permitía que la energía de la
vida fluyera a través de mí, y me abría a ella, todo mi cuerpo vibraba de ex
citación y alegría. Después de disfrutar de este nuevo estado durante algún
tiempo, me enrollé y me acurruqué en una cómoda posición fetal.
Hacia las cinco horas de sesión, decidí quitarme el antifaz de los ojos,
sentarme y contactar con mi entorno. Me senté en el sofá en un estado de
paz y relajación absolutas, escuchando música de meditación Zen y mirando
un sencillo ramo de rosas que había en un jarro de cristal sobre la mesa. A
veces cerraba los ojos y volvía a mi mundo interno. Como vi más tarde en el
vídeo que se tomó de la sesión, mi cara estaba radiante y tenía la expresión
de calma sagrada que tienen las esculturas budistas. Durante un tiempo, sólo
sentí un calor agradable, un brillo dorado que me alimentaba, como una llu
via trascendental de oro líquido. En un momento dado, vi un tazón con uvas
en la habitación y decidí probar algunas. Sabían a ambrosía y el tallo pare
cía tan hermoso, que decidí llevármelo a casa como recuerdo.
Por la tarde, Dick se unió a nosotros en la sesión. Nada más llegar, caí
mos el uno en los brazos del otro y permanecimos mucho tiempo así, en un
abrazo íntimo. Dick comentó que sentía una enorme cantidad de energía que
irradiaba de mí; era consciente de un campo de energía casi tangible que ro
deaba mi cuerpo. Se nos concedieron entonces dos horas para estar a solas,
que disfruté muchísimo. Esto hizo posible compartir mi experiencia con él.
Uno de mis mejores recuerdos de la sesión fue la ducha que tomamos juntos.
Me sentía más sintonizada de lo normal con el cuerpo de Dick, y también
con el mío, y experimenté una sensación de exquisita sensualidad que no se
parecía a nada que hubiera conocido hasta entonces.
Más tarde, todos compartimos una comida china. Aunque la habían traí
do de algún restaurante cercano y era de calidad media, a mí me pareció la
mejor comida que había probado nunca. No recuerdo haber disfrutado tan
to de una comida, o de mí misma, en mi vida. El único factor que inhibía de
336
alguna manera mi placer culinario era d pensamiento de que debía tener cui
dado con la comida por mi gastrectomía.
Durante el resto de la noche, Dick y yo estuvimos a solas, tumbados en el
sofá y escuchando música en estéreo. Dick estaba muy impresionado por mi
apertura y todas mis percepciones. Estaba convencido de que yo había acce
dido a fuentes de auténtica sabiduría cósmica que seguían cerradas para él.
Admiraba la profundidad de lo que contaba, la confianxa espontánea y la
autoridad con que hablaba de mi experiencia.
Yo estaba eufórica, de un humor radiante, y me senda completamente li
bre de la ansiedad. Mi capacidad de disfrutar la música, los sabores, colores
y de la ducha se había incrementado considerablemente, l a conclusión de
Dick fue que era un placer absoluto estar a mi lado. Era una experiencia can
contagiosa que el mismo Dick sintió y expresó el deseo de tener una sesión
psiquedélica. Consideró la posibilidad de participar en el programa de for
mación de LSD para profesionales que se impartía en el Centro Psiquiátrico
de Investigación de Maryland.
Estuve levantada hasta tarde, hablando con Dick, y me desperté varias
veces durante la noche. Tuve un sueño en el que trabajaba en una biblioteca
y oía a otros decir: “Todo esto del Zen no tiene sentido." Yo sonreía para
mí, sabiendo que era demasiado sencillo para que pudiera tener sentido para
ellos.
A la mañana siguiente me sentía fresca, relajada y en sintonía con el mun
do. Dick puso en el equipo de música el concierto de Brandenburgo de Bach,
y parecía absolutamente perfecto para la ocasión. El mundo exterior parecía
claro, sereno y hermoso. Camino a casa, contemplé cosas que nunca había
visto. Los árboles, la hierba, los colores, el cielo; todo eran maravillas dignas
de ver.
337
limitaciones de la religión católica tradicional en que había sido educada. Ahora
se aproximaba a otros enfoques más universales, como los reflejados en el hin-
duismo y el budismo.
Durante las semanas que siguieron a la sesión, Joan sintió un flujo tal de
energía que impresionó a los médicos. Su vitalidad les parecía chocante en su
grave estado clínico y expresaron claramente su sorpresa ante el hecho de que
todavía pudiera moverse y conducir. También dijeron que dudaban que pudiera
pasar el siguiente verano en California, como la familia había planeado. Joan se
sentía con confianza y creía que ello sería posible. El tiempo le dio la razón; las
vacaciones en California resultaron muy significativas y gratificantes para toda
la familia.
Este desarrollo positivo se vio drásticamente interrumpido a mediados de
enero, cuando Joan visitó a su médico porque sufría continuos vómitos y arca
das. Se descubrió una nueva masa en la zona del bazo, que él identificó como
un crecimiento del tumor que había hecho metástasis. Joan se sintió muy decep
cionada cuando, a pesar de este diagnóstico, no se le ofrecieron soluciones. Se
dio cuenta de que los médicos se habían dado por vencidos. En aquel momento,
Joan y Dick tuvieron la clara sensación de que debería tener otra sesión psique-
délica, y nuestro personal estuvo de acuerdo. Joan se sentía muy optimista con
la posibilidad de que la sesión ejerciera algún efecto en su estado emocional y la
ayudara a profundizar en sus percepciones filosóficas y espirituales. También
jugaba con la posibilidad de que influyera en el componente psicosomático que
ella suponía en la etiología del cáncer.
La segunda sesión de LSD tuvo lugar en febrero de 1972. Ya que la dosis de
300 microgramos había surgido un poderoso efecto la primera vez, decidimos
emplear la misma cantidad en esta sesión. Este es el relato de Joan de su expe
riencia, resumiendo los momentos más importantes de ella.
331
ció universal donde sabía que el universo encero estaba en cada uno de nos
otros, que hay un sentido para la vida y para la muerte. Después la experien
cia se limitó y se hizo mucho más personal. La muerte era el tema principal
de la sesión.
Presencié varias escenas fúnebres tradicionales, a veces en un cemente
rio, a veces dentro de una iglesia con un coro de muchas personas. Lloré a
menudo, durante varias horas. También hice muchas preguntas que me
respondía yo misma; todas incluían cuestiones inexplicables que entonces
me parecían divertidas. Al principio, recuerdo que pensé: "Toda esa fea l
dad en realidad es muy herm osa ". A lo largo del día, me vinieron a la men
te otras polaridades: bueno y malo, triunfo y fracaso, sabiduría e ignoran
cia, vida y muerte.
Reviví mi niAez, pero no en forma de escenas concretas, sino como una
sensación general de mucha tristeza. Tenía que ver con sensaciones muy teñí
pranas de frustración y privación, de hambre y carencia. Cruzó por mi men
te la idea de que podría haber una relación entre estas experiencias y mi úl
cera péptica, que terminó convirtiéndose en un cáncer. Recordé una vez que
estuve mojándome bajo la lluvia durante lo que me pareció una eternidad.
Una vez que fui con mis hermanos a un espectáculo o al circo y no me dcia-
ron entrar; lo triste que me sentía mientras nos alelábamos, sin saber dónde
íbamos. La alusión indirecta a mi situación actual era obvia; no se me per
mitía seguir participando en el espectáculo de la vida y tenía que enfrentar
me a la incertidumbre de la muerte.
Por un espacio prolongado de tiempo, me vi preparando a mi actual fa
milia para mi muerte. Había una escena en que, después de prepararme, al
fin se lo deda. En las escenas siguientes, podía decir adiós a mis hijos, a mi
marido, mi padre, a otros familiares, conocidos y amigos. Lo hice de manera
muy personal, adecuándome a la personalidad y a la sensibilidad particular
de cada uno.
Hubo lágrimas, pero después, había calor y alegría. Al final, todos se reu
nieron en torno a mí para cuidarme. Recuerdo su embriagante calidez y que
había cosas dulces de comen Después, pasé algún tiempo despidiéndome de
339
ellos v de mi marido, mientras me daba cuenta de (|ue tenían cerca otras per
sonas amables que cuidarían también de e l l o s . I.es dije adiós y sentí que algo
de mí viviría siempre dentro de ellos.
Hubo una escena feliz y cálida hacia el final de la sesión en la que yo no
participaba, pero que podía observar desde fuera y disfrutar de todos mo
dos. Había adultos y niños jugando en la nieve. Los adultos cuidaban de los
niños y se divertían con ellos, había risas, juegos y buen humor en general.
Recuerdo que vi una fila de botas, sabía que los niños las llevaban puestas,
que sus pies estaban calientes.
La noche después de la sesión me sentí más o menos bien; me alegré de
ver a Dick, pero necesitaba retirarme de vez en cuando. Sentí que me había
visto a mi misma y a mi situación de manera realista, que podría asumirla
mejor ahora, pero aún me sentía muy triste. Deseé que la sesión hubiese du
rado varias horas más, porque quizá entonces habría pasado de la tristeza a
la alegría.
La segunda sesión resultó ser muy beneficiosa para Joan . Pudo reconci
liarse con su situación y decidió pasar los días que le quedaban centrada en
su búsqueda espiritual. Tras unas vacaciones con su familia en la Costa
Oeste, decidió decir adiós a su marido y sus hijos. Pensó que así podría aho
rrarles el doloroso proceso de ver su progresivo deterioro físico y podrían re
cordarla llena de vida y energía. En California, Joan estuvo en estrecho con
tacto con su padre, que estaba interesado en el crecim iento espiritual y la
introdujo a un grupo vedanta.
A finales de verano, Joan quiso tener otra experiencia con LSD. Nos es
cribió preguntando si sería posible concertar una tercera sesión en
California. Le recomendamos que contactara con Sydney Cohén, un psiquia
tra de Los Angeles con mucha experiencia en terapia psiquedélica con pa
cientes de cáncer y con licencia para utilizar LSD. Este es el relato de su ter
cera sesión de LSD bajo la supervisión de Sydney Cohén. Esta vez, la dosis
fue de 400 microgramos.
340
Tercera sesión con LSD
M i prim en reacción después de que la droga hiciera efecto fue el frío; hacia
frío y más frío. Parecía que no había mantas suficientes que pudieran mitigar
aquel frío que me penetraba hasta los huesos» desmañado» de un color de hielo
verdoso. M ás tarde» me costó creer que me pusieran cantas mantas y que» en
ese momento» nada aliviara el frío que sentía. Pedí té caliente, que sorbí con
una pajita. Mientras sostenía la taza de té, tuve una experiencia muy intensa.
La taza se convirtió en el universo, de una forma muy vivida y real. El co
lor verdoso y marrón del té se fusionó en el vórtice de un remolino. No ha
bía m ás preguntas; la vida, la muerte, su significado; todo estaba allí. Yo
siempre había estado allí, todos lo estábamos. El intenso deseo que todos te
nemos de comprender y completar el universo esta en todas las cosas. En la
lágrima que resbalaba por mi me|illa, en la taza, el té, jen todo! Mi senti
miento fue: Qué armonía existe detrás del aparente caos!"
N o quería perder esto de vista, quería que todos pudieran compartir esta
experiencia; entonces ya no habría más confusión ni más discordias. Pude
sentir que el doctor Cohén lo sabia, igual que yo. Entonces apareció mi pa
dre e intenté explicarle como pude lo que acababa de vivir, intentando expli
car lo inexplicable: que no hay nada que temer, ninguna razón para tener
miedo. Siempre hemos estado en ese lugar hacia el que nos dirigimos. Basta
con ser; eso ya es suficiente. No hay necesidad de preocuparse, nada que pre
guntar ni responder, ni que razonar. Sólo ser. Le di|e lo importante que era
que todos siguiéramos haciendo que las cosas funcionaran en nuestra vida
cotidiana, en el mundo.
Tomé mi caldo caliente y mi té, ávida de calor y alimento. Tras una pau
sa, volví a sumergirme en mi interior. Esta vez presencié escenas de desola
ción y tristeza del comienzo de mi vida que ya me eran familiares por mi se
sión anterior. Las imágenes tomaron la forma de criaturas esqueléticas
flotando en el vado, buscando alimento sin poder encontrarlo. Vacío, y no
plenitud. Pájaros escuálidos pidiendo comida en un nido vado. La sensación
de estar con mis hermanos y sentirnos solos, mirando, sin tener dónde ir.
En algún momento, entré en mi tristeza. En la tristeza como tema predo-
341
minante desde mi primer;) infancia y a lo largo de toda mi vida. Me di cuen
ta de como había intentado ocultarla más y más, para dar a los demás lo que
parecían desear: “¡Sonríe... que parezca que estás viva... deja de soñar!
Más adelante, tuve la sensación de que algunos han elegido experimentar la
tristeza inherente al universo. Si soy uno de ellos, está bien. Pensé en tridos
los niños que buscan madres que no están ahí para ellos. Pensé en los Pasos
de la Crucifixión y sentí el sufrimiento de Cristo, o la tristeza que debió sen
tir. Comprendí que el karma de otros es sentir la alegría, la fuerza, la belleza,
o lo que sea. ¿Por qué no aceptar también de buen grado la tristeza?
En otro momento, estaba sobre muchos cojines y con muchos edredones
encima, cálida, segura. No quería renacer como una persona, sino quizá
como un arco iris, anaranjado, rojizo, amarillento, suave, bello. En algún
instante de la tarde, fui consciente del protagonismo de mi estómago. Tantas
imágenes de personas reconfortadas con alimentos, mi anhelo anterior de té
caliente, caldo; siempre algo que llevarme al estómago. Vi que ahora era
consciente de eso en mi vida, cada día, siempre buscando una compensación
y una cuchara, una pajita, un cigarrillo. ¡Nunca era suficiente!
Vi que volvía a ser de nuevo una niña, dependiente, pero esta vez con una
madre que cuidaba de mí, que quería hacerlo y disfrutaba cuidándome.
Encontré alivio y placer al recibir lo que nunca tuve de niña. Hubo momen
tos para disfrutar el olor y la sensación de la fruta — un hermoso mango, pe
ras, melocotones, uvas— . Mientras las miraba, vi el movimiento de sus célu
las. Más tarde, disfruté de un ramo de rosas, aterciopelado, fragante y
maravilloso.
Hacia el final del día, me di cuenta, de repente, de que había encontrado
la manera de hacer legítima la tristeza de toda mi vida: convertirme en una
enferma terminal. Lo irónico de esta situación era que me sentía feliz y ali
viada con este descubrimiento. Quería llegar a la raíz de mi tristeza. Vi que,
desde el comienzo, mi madre no tenía mucho que darme; que, de hecho, ella
esperaba que fuera yo quien le diera algo. En realidad, yo tenía más para
darle que ella a mí. Lo viví como una carga tremenda.
Hablé mucho con mi padre acerca de la tristeza, lo que tenía de malo y
342
por que otros la rechazan. Le expliqué cuánta energía había gastado tratan
do de parecer feliz, contenta o sonreír. Le hablé de la belleza de la tristeza;
triste dulzura, dulce tristeza. Permitirse a uno mismo y a los demás estar tris
tes cuando lo estamos. Quizá la tristeza no sea tan popular como la alegría,
la espontaneidad y la diversión. Gasté demasiada energía simulándolas.
Ahora sólo quiero set; no ser esto o lo otro; simplemente, ser
A veces siento tristeza, otras veces paz, otras rabia o irritación, otras cali
dez y alegría. Ya no me entristece pensar que voy a morir. Me siento más
amorosa que nunca. Todas las presiones de tener que ser "otra cosa” se han
ido desvaneciendo. Me siento liberada de la vergüenza y el disimulo. Una
sensación más espiritual llena mi vida cotidiana.
343
dolor. Joan consiguió transmitirles un poco de esa paz y reconciliación que ella
misma había logrado durante las sesiones.
344
de la consciencia, su papel en el esquema universal de las cosas y su relación con
la materia y el cerebro, ju n to con su relevancia teórica, las cuestiones expuestas
en este capítulo son también muy significativas en un nivel práctico.
Investigué anteriormente b importancia de b muerte en el ámbito de la psi
quiatría, la psicología y la psicoterapia. Com o vimos, nuestros anteriores en
cuentros con la muerte, en forma de amenazas vitales durante nuestra historia
postnatal, el trauma del nacimiento y b existencia embrionaria, están profun
dam ente im plantados en nuestro inconsciente. Además, el tema de la muerte
también juega un papel fundamental en el campo transpersonal de la psique hu
m ana, en relación con un poderoso material arquen pico y kármico. Kn todas
estas variantes, el tema de b muerte contribuye significativamente al desarrollo
de desórdenes emocionales y p«Kotoma ticos.
Por el contrario, afrontar este material y pactar con d miedo a la muerte lle
va a la sanación, a una transform ación personal positiva y a una evolución
consciente. C om o decíamos con relación a los antiguos misterios de muerte y
renacimiento, este “morir antes de m orir“ influye en gran medida la calidad de
la vida y el planteamiento básico de la propia existencia. Disminuye los impul
sos irracionales e incrementa nuestra capacidad de vivir en el presente y disfru
tar de las actividades sencillas de cada día.
O tra consecuencia importante de liberarse del propio miedo a la muerte es
una radical apertura a una espiritualidad de tipo universal y sin denominacio
nes. Esto suele tener lugar durante un contacto real con la muerte en una expe
riencia cercana a ella, o de manera puramente psicológica, como en meditación,
terapia vivencial o una crisis psicoespirirual espontánea (emergencia espiritual).
Com o conclusión, me gustaría mencionar brevemente algunas de las amplias
implicaciones de este material. Creer o no en la supervivencia de la consciencia
después de la muerte, la reencarnación y el karma, tiene una gran influencia en
nuestro comportamiento. Ya Platón defendía la idea de que la creencia en la in
mortalidad tiene profundas implicaciones morales; en sus Leyes, Sócrates decía
que el desinterés por las consecuencias de nuestros propios actos después de la
muerte sería “hacer un favor a los malvados”. Autores modernos como Alan
Harrington (Harrington, 1969) y Ernest Becker (Becker, 1973) han dejado claro
345
que la negación masiva de la muerte conduce a patologías sociales que tienen peli
grosas consecuencias para la hum anidad. La investigación m oderna de la c o n s
ciencia apoya sin duda este punto de vista (Cirof, 1 985).
En un m om ento en que la avaricia desm edida, las agresiones y la e x isten cia
de arm as nucleares am enazan la supervivencia de la hum anidad y la posibilid ad
de que la vida en este planeta continú e, d eberíam os con sid erar seriam ente c u a l
quier cam po que nos ofrezca un p oco de esperanza. Si esto no fuera m o tiv o su
ficiente para estar ab ierto a las ob serv acio n es que sugieren la su p erv iv encia de
la consciencia después de la m uerte, debería ser un incentivo al m enos p ara revi
sar los datos existentes con una m entalidad m ás flex ib le y co n verd ad ero esp íri
tu científico.
Se puede decir lo m ism o de las p o d ero sas té c n ic a s e x p e rim e n ta le s de e sto s
días, que perm iten hacer frente al m iedo a la m uerte y pueden p ro v o ca r p ro fu n
dos cam bios personales positivos así co m o una ap ertu ra esp iritu al. U na rad ical
transform ación interior y el hecho de elevarnos a un nuevo nivel de co n scie n cia
puede ser la ún ica esp eran za que n os q u ed a en la a c tu a l c ris is g lo b a l.
Volverem os a este im portante p roblem a en un ca p ítu lo posterior.
346
CAPÍTULO OCHO
m e n ta le s a c e r c a d e la e x is te n c ia c u a n d o su p ro c e s o in te rio r a lc a n z a b a el nivel
tra n s p e r s o n a l.
¿ C ó m o se c r e ó n u e s tr o u n iv e rs o ? E l m u n d o en q u e v iv im o s ¿es un sim p le
p r o d u c t o d e p r o c e s o s m e c á n ic o s d e m a te r ia in a n im a d a , in erte y re a c tiv a ? ¿Se
347
de un universo com o el nuestro y su evolución sin la participación de una inteli
gencia cósmica superior? Si existe un principio creador supremo, ¿cuál es nu es
tra relación con él?
¿Calino podemos resolver dilemas com o las limitaciones espaciales y te m p o
rales, trente a las ideas de eternidad y de infinito? ¿Cuál es la relación entre vida
v materia, entre consciencia y cerebro? ¿ C o m o podemos e xp licar la existen cia
del mal y su ab ru madora presencia en el esquema universal? ¿Se limita nuestra
existencia a una sola vida, que va desde la concepción hasta la muerte, o la c o n s
ciencia sobrevive a la muerte y experimenta largas series de encarnacion es c o n
secutivas? Y, ¿cuáles son las im plicacio n es p rác ticas de las respuestas a estas
preguntas en nuestra vida cotidiana?
A finales de 1960, decidí analizar las grabaciones de mi investigación psi-
quedélica, concentrándome únicamente en las experiencias metafísicas y las per
cepciones de mis pacientes. Resumí mis descubrim ientos en un artícu lo titu la
do: “LSD y el Juego Cósm ico: perfiles de la ontología y la cosm ología
Dsiquedélica” (Groff, 1972). Para mi sorpresa, me encontré con que todos ellos
:oincidían en las percepciones referentes a cuestiones metafísicas básicas. La vi
sión de la realidad originada a partir del estudio de los estados h o lo tró p ico s
efleja al universo no como una supermáquina newtoniana, sino com o una rea-
idad virtual infinitamente más com pleja, creada e impregnada de una inteligen-
:ia cósmica superior, la Consciencia Absoluta o M ente Universal.
Las revelaciones metafísicas de la investigación psiquedélica y las respuestas
i las preguntas ontológicas y cosmológicas básicas que ofrecían, estaban en cla-
a oposición a la visión de la filosofía de la ciencia m aterialista. Sin em bargo,
nostraban paralelismos con las grandes tradiciones místicas del mundo, lo que
Udous Huxley denominaba filo s o fía p eren n e. También eran sorprendentemen-
e compatibles con los avances revolucionarios de la ciencia moderna, el llám a
lo nuevo p arad ig m a o p ara d ig m a em erg en te.
Durante los años siguientes, a medida que iba adquiriendo experiencia en el
rabajo de respiración holotrópica y con los episodios en estados holotrópicos
emergencias espirituales) que ocurrían espontáneam ente, com prendí que las
>ercepciones metafísicas descritas en mi artículo no se lim itaban a los estados
348
psiquedélicos, sino que se daban en general en los estados holotrópicos. En este
capítulo, resumiré brevemente las ideas básicas de la fascinante visión de la rea
lidad que surge de forma espontánea en personas que han trabajado sistemáti
camente en estados holotrópicos de consciencia. Se puede encontrar un estudio
más amplio acerca de este tema en mi libro mEi Juego C ósm ico: exploraciones
de las fronteras d e la consciencia humana " (The Cosnuc Gom e: exploratnms o f
the frontiers o f human consctousnessi Grof, 1998).
349
Si nos sentimos avergonzados por este descubrimiento, podemos utilizar ter
minología moderna; decir nutninoso en lugar de sagrado y figuras arquettpicas
en vez. de dioses y demonios. I’ero no podemos descartar estas experiencias por
considerarlas meras alucinaciones o fantasías. I.as experiencias personales en
este terreno nos ayudan a comprender que las imágenes del cosmos que utiliza
ban las sociedades preindustriales no se basaban en la superstición, en un “pen
samiento mágico” primitivo o visiones psicóticas, sino en experiencias auténti
cas de otras realidades alternativas. La investigación de estados holotrópicos ha
proporcionado numerosas evidencias de que hay dimensiones transfenoménicas
de la existencia que son ontológicamente reales y que a menudo pueden verifi
carse de forma tangible.
Para diferenciar estos fenómenos de las alucinaciones o de las imaginacio
nes, sin base objetiva alguna, algunos psicólogos jungianos se refieren a ellas
como “realidades imagínales”.
En los estados holotrópicos descubrimos que nuestra psique tiene acceso a
completos panteones de figuras mitológicas, así como a los ámbitos que habi
tan. Una prueba particularmente convincente de la autenticidad de estas expe
riencias es que, como otros fenómenos transpersonales, pueden proporcionar
nos información nueva y precisa acerca de esas figuras y los espacios que
ocupan. La naturaleza de esa información, su amplitud y calidad, suele sobre
pasar nuestro conocimiento intelectual previo de esas mitologías. Observa
ciones de este tipo llevaron a C.G. Jung a la conclusión de que, junto con el in
consciente individual que describió Sigmund Freud, poseemos también un
inconsciente colectivo que nos conecta con la herencia cultural de toda la hu
manidad. De acuerdo con Jung, se trataría de manifestaciones de patrones pri
mordiales universales que representan los constituyentes básicos del inconscien
te colectivo (Jung, 1959).
Existen dos categorías de figuras arquetípicas. La primera incluye entidades
que encarnan varias funciones y roles universales concretos. Las más famosas
son la Diosa Madre, la Terrible Diosa Madre, el Sabio Anciano, el Joven Eterno
(Fuer Eternus y Puella Eterna), los Enamorados, la Parca y el Embaucador. Jung
también descubrió que todo hombre lleva en su inconsciente una representa-
350
ció n general del principio fem enino que llam ó A n im a. Su contrapartida, la re
presentación general del principio m asculino en el inconsciente de la mujer, es el
A nim as. La representación inconsciente del aspecto oscuro, destructivo, de la
personalidad humana es lo que la psicología jungiana denominó la S om bra.
Las figuras arquetípicas de la segunda categoría representan diferentes dei
dades y dem onios relacionad os con culturas concretas, enclaves geográficos y
períodos históricos. Por ejem plo, en lugar de una imagen universal de la Diosa
M a d re , podem os en co n tra r una de sus versiones culturales, com o la Virgen
M a ría , las diosas hindúes Lakshm i y Parvati, la Isis egipcia, la Hera griega, en
tre o tras m uchas. Igualm ente, ejem plos concretos de la Terrible Diosa Madre
serían la K ali hindú, la C o atlicu e de cabeza em plum ada precolom bina, o la
Sekhm et de cab eza de león egipcia. D ebem os subrayar que estas imágenes no
tienen por qué lim itarse a nuestra propia herencia cultural y racial. Pueden ex
traerse de la m itología de cu alquier grupo hum ano, incluso de algunos de los
que nunca hemos oído hablar.
Los encuentros con estas figuras arquetípicas son muy sorprendentes y sue
len darnos inform ación nueva y detallada, independientemente del conocim ien
to intelectual que tuviera acerca de ellas previamente el individuo, así como de
su origen ra cia l, cu ltu ral y ed u cacional. D ependiendo de la naturaleza de las
deid ades, las exp erien cias van acom pañad as de intensas em ociones, desde el
arreb ato ex tático al terror paralizante. Los que experimentan estos encuentros
suelen tener por dichas figuras arquetípicas una gran reverencia y respeto, como
seres que pertenecen a un orden superior, dotados de extraordinarios poderes y
que pueden dar form a a los acontecim ientos en nuestro mundo material. Estos
sujetos com parten por tanto la actitud de muchas culturas preindustriales que
creían en la existencia de dioses y demonios.
Sin em b arg o, norm alm en te no confunden las figuras arquetípicas con el
p rincip io suprem o del universo, ni aseguran haber alcanzado la comprensión
últim a de la e xisten cia. Suelen consid erarlas com o un poder superior que les
trasciende. Esta percepción evoca la idea de Joseph Cambell de que las deidades
deberían ser “ transp arentes al que trascien d e” . Deberían ser com o un puente
hacia la fuerza divina, pero no confundirse con ella. Cuando nos encontramos
on un c am ino do a u t o c o n o c im ic n t o sis tem ático o de práctica esp iritu al, es im
portante evitar el riesgo de quedarse estancado en una deidad particular y verla
com o la fuerza cósmica ultima, en vez de c ó m o una ventana al A bsoluto.
Con tu nd ir una imagen arquetípica c o n cr eta con la fuente de la c r e a c i ó n , o
com o su única representación verdadera, lleva a la idolatría, un e rro r dualista y
peligroso muy extendido en la historia de las religiones y de las culturas. Puede
reunir a pers onas que c o m p a rte n las m ism as c re e n cia s , pero c o l o c a r á a d ic h o
grupo en c o n t ra de o t r o que elija una re p r e s e n t a c ió n d if e re n t e de lo d iv in o .
Huronees intentarán convertir a los otros o elim in arlos. Por el c o n t r a r i o , la reli
gión genuina es universal, lo incluye to d o y lo a b a r c a to d o . T ie n e que t r a s c e n
der imágenes culturales esp ecíficas y cen trarse en el origen últim o de t o d a s las
formas. Por lo tanto, la cuestión más im p o rtan te del m u n d o de la religión es la
naturaleza del principio supremo del universo.
Aquellos que llevan a cabo un autoconocim iento sistem ático m ediante esta
dos holotrópicos describen continuam ente este proceso com o una búsqueda fi
losófica y espiritual. Esto me llevó a exam inar las grabaciones de sesiones psi-
quedélicas y holotrópicas, así com o informes de personas que estaban pasando
por una emergencia espiritual, en busca de experiencias en las que esta búsque
da alcanzara su meta; su destino final. D escubrí que las personas que alca n z a
ban una experiencia del A bsoluto, que satisfacía plenam ente su anhelo esp iri
tual, no solían ver ninguna imagen figurativa concreta. Cuando sienten que han
llegado a la meta de su búsqueda mística y filosófica, sus descripciones del prin
cipio divino son muy abstractas y sorprendentemente sim ilares.
Los que informan de una revelación definitiva, norm alm ente están bastante
de acuerdo a la hora de describir las características vivenciales de dicho estado.
Cuentan que la experiencia de lo Supremo implica la trascendencia de todas las
lim itaciones de la mente analítica, de todas las categ orías racion ales así com o
de todas las restricciones de la lógica ordinaria. Esta experiencia no se ve cons-
352
treñida por las limitaciones usuales del espacio tridimensional y lineal, tal y
como los conocemos en nuestra vida cotidiana. También contenía todas las po
laridades concebibles en una amalgama inseparable y, por tanto, trascendía las
dualidades del tiempo.
Una y otra vez, comparaban el Absoluto con una fuente de luz radiante, de
inimaginable intensidad, aunque insistían en que era diferente de cualquier cla
se de luz que conozcamos en el mundo material. Describir el Absoluto como
luz, puede ser apropiado en cierto sentido, pero sería también empobrecer algu
nas de sus características esenciales, especialmente el hecho de que es un campo
de consciencia inmenso e inconmensurable, dotado de infinita inteligencia y po
deres creativos. Otro atributo que mencionan es su exquisito sentido del humor
(“humor cósmico”).
El principio cósmico supremo puede experimentarse de dos maneras distin
tas. A veces, todas las barreras personales se disuelven y nos fundimos comple
tamente con la fuente divina, haciéndonos uno e indistinguibles con ella. Otras
veces, mantenemos la sensación de ser identidades separadas, asumiendo el pa
pel de un observador atónito que está presenciando, como desde el exterior, el
mysterium tremendum de la existencia. O, como algunos místicos, podemos
sentir el éxtasis del amante extasiado en su encuentro con el Amado. La litera
tura espiritual de todas las épocas está llena de descripciones de ambos tipos de
vivencias de lo divino.
El encuentro con la Consciencia Absoluta, o la identificación con ella, no es
la única manera de experimentar el principio supremo del cosmos o la realidad
última. Existe otra clase de experiencia que parece satisfacer a aquellos que bus
can respuestas y es particularmente sorprendente, ya que no posee un contenido
específico. Es la identificación con el Vacío Cósmico y la Nada, descrita en la li
teratura mística como la Vacuidad. Es importante subrayar que no toda expe
riencia de vacío que encontramos en estados holotrópicos puede denominarse
la Vacuidad. La gente utiliza frecuentemente este término para referirse a una
sensación desagradable de falta de sentimiento, iniciativa o de sentido. Para me
recer el nombre de Vacuidad, este estado debe cumplir unos criterios muy con
cretos.
C liando nos encontram os con la Vacuidad, sentim os que se trata del vacío
primordial, de relevancia y proporciones cósm icas. Nos convertim os en pura
consciencia que conoce su nada absoluta; sin em bargo, al mismo tiem po, tene
mos la extraña y paradójica sensación de toda su plenitud. Este vacío cósm ico
es también algo com pleto y lleno, ya que nada parece faltar en él. Aunque no
represente nada de forma concreta y m anifiesta, parece contener toda la e x is
tencia en potencia. La Vacuidad trasciende las categorías habituales de tiem po y
espacio. No se puede cambiar, y se extiende más allá de todas las d icotom ías y
las polaridades, com o luz y oscuridad, bueno y m alo, estabilidad y m ovim iento,
microcosmos y m acrocosm os, agonía y éxtasis, singularidad y pluralidad, fo r
ma y fondo, e incluso existencia y no existencia.
Algunos lo llam an el Vacío Sup racósm ico o M e ta có sm ico , señ alan d o que
este vacío, esta nada prim ordial, parece ser el principio, la razón fundam ental
del mundo fenoménico que conocem os y, al mismo tiem po, se encuentra subor
dinado a él. Este vacío m etafísico, impregnado del potencial de todo lo que exis
te, parece ser la cuna de todos los seres, el origen últim o de la existencia. La cre
ación de todos los mundos fenom énicos sería en ton ces la re a liz a ció n y
concretización de su potencial inherente previo. Es im posible expresar en p ala
bras lo convincente y lógico de estas respuestas paradójicas a las preguntas más
básicas y profundas acerca de la existencia. Para com prender plenam ente estas
explicaciones es necesaria la experiencia personal directa.
354
con el origen trascendental de todos los seres, conocida en la literatura espiri
tual con muchos nombres diferentes.
Cuando logramos una vivencia de identificación con el Absoluto, nos da
mos cuenta de que nuestro propio ser está ligado a toda la red cósmica, a todo
lo que existe. El reconocimiento de nuestra propia naturaleza divina, de nues
tra identidad de origen cósmico, es el descubrimiento más importante que po
demos hacer durante el proceso de autoconocimiento. Esta es la esencia de la
famosa afirmación de las antiguas escrituras hindúes, los Upanishadas: Tat
tvam asi. La traducción literal de esta frase es “Tú eres Eso”, que significa “tú
eres de naturaleza divina”, o “tú eres la mente de Dios”. Revela que nuestra
identificación cotidiana con el “ego encapsulado en la piel”, la consciencia in
dividual encarnada, o “nombre y forma” (nam arupa) es una ilusión y que
nuestra verdadera naturaleza es la de la energía creativa cósmica (Atman-
Brahman).
Esta revelación que relaciona la identidad individual con lo divino es el últi
mo secreto que reside en el núcleo de todas las grandes tradiciones espirituales,
aunque pueda expresarse de diferentes maneras. Ya he mencionado que en el
hinduismo Atman y Brahmán, la consciencia individual y la consciencia univer
sal, son una. Los practicantes de Siddha Yoga reciben este principio de sus ense
ñanzas en muchas variantes diferentes: “Dios habita en tu interior, como tú mis
mo”. En las escrituras budistas, podemos leer: “Mira en tu interior, tú eres el
Buda”. En la tradición del confucianismo se dice que “el cielo, la tierra y el ser
humano son un solo cuerpo”.
El mismo mensaje puede encontrarse en las palabras de Jesucristo: “Padre, tú y
yo somos uno”. Y San Gregorio Palamas, uno de los más grandes teólogos de la
Iglesia Cristiana Ortodoxa, declaró: “Porque el Reino de los Cielos, es decir, el Rey
de los Cielos, está dentro de nosotros”. Igualmente, el gran sabio y cabalista judío
Abraham ben Shemu'el Abulafia, pensaba que “El y nosotros somos uno”. De
acuerdo con Mahoma, “aquel que se conoce a sí mismo conoce al Señor”. Mansur
al-Hallaj, el místico y poeta sufí conocido como “el mártir del amor místico,” lo
describió de esta manera: “Vi a mi Señor con el Ojo del Corazón. Pregunté:
VQuién eres?’ El respondió: ‘Tú’”. Al-Hallaj fue encarcelado y condenado a mucr-
.'Íb5
Palabras acerca de lo inefable
356
trascendentes, citan pasajes de diferentes poemas visionarios que se correspon
den con ellos.
El proceso de la Creación
A quellos que experim entan el principio creativo cósm ico en estados holo-
trópicos de consciencia, a menudo intentan comprender el impulso que condu
ce a la creación de mundos vivenciales. Sus percepciones acerca de la “ motiva
c ió n ” de lo divino para generar realidades fenoménicas contienen interesantes
contradicciones. Una categoría importante de estas percepciones subraya la fan
tástica riqueza interior y el inconcebible potencial creativo de la Consciencia
A bsoluta. Es tan abundante y desbordante de posibilidades que, simplemente,
necesita expresarlo mediante el acto creativo.
O tro grupo de revelaciones sugiere que, en el proceso de la creación, la
Consciencia Absoluta también busca algo de lo que carece en su prístino estado
original. Desde una perspectiva ordinaria, estas dos categorías de percepciones
pueden parecer contrad ictorias. En estados holotrópicos, dicho conflicto des
aparece y los aparentes opuestos pueden coexistir y complementarse.
La necesidad de crear suele describirse com o la fuerza elemental que refleja
la inim aginable riqueza interior y la abundancia de lo divino. El Principio
C reativo C ósm ico es tan inmenso y está tan repleto de infinitas posibilidades
que no puede contenerse y tiene que expresar todo su potencial. Otras descrip
ciones enfatizan el inmenso deseo de la M ente Universal de conocerse a sí mis
ma. Sólo puede hacerlo exteriorizando y manifestando todas sus posibilidades
latentes en form a de un acto creativo concreto. Necesita la polarización entre
sujeto y objeto, el experimentador y lo experimentado, el observador y el objeto
de observación. Una idea similar puede encontrarse en las escrituras cabalistas
m edievales; según ellas, el m otivo de la creación es que “ Dios quiere ver a
D io s”.
O tras dimensiones importantes del proceso creativo, que suelen subrayarse,
son el sentido del juego, el deleite, y el humor cósm ico del Creador, hstos ele-
m o n t o s se lian d e s c r i t o m e j o r e n lo s a n t i g u o s t e x t o s h i n d ú e s que hablan del uni
verso v la existen cia c o m o //A/, o Ju ego D iv in o . D e a c u e rd o c o n esta v isió n , la
C re a ció n es un ju e g o c ó s m ic o tre m e n d a m e n te c o m p le jo e in trin c a d o que la
m e n t e d e D i o s , b r a h m á n , c r e a p a r t i r d e sí m i s m o y d e n t r o d e sí.
358
se un titánico esfuerzo que expresa el anhelo trascendental de cam bio, acción,
movimiento, dram a y sorpresa.
Los que han tenido la suerte de experim entar percepciones tan profundas
acerca del lab o rato rio cósm ico de la Creación parecen coincidir en que todo lo
que pueda decirse de este nivel de la realidad no puede hacer justicia a lo que
han presenciado. Ese impulso m onum ental, de inimaginable proporciones, res
ponsable de la creación de mundos fenom énicos, parece contener todos los ele
m entos anteriores y m uchos m ás, no im porta lo contrad ictorios o paradójicos
que puedan resultar a nuestro sentido com ún habitual. Está claro que, a pesar
de todos nuestros esfuerzos por com prender y describir la Creación, la natura
leza del principio creativo y del proceso de la C reación sigue siendo un incon
m ensurable m isterio.
Ju n to con las revelaciones referentes a los motivos o razones de la Creación
(el p or qué de la C rea ció n ), las exp erien cias en estados holotrópicos suelen
ap o rtar algunas otras acerca de las dinám icas y mecanismos concretos del pro
ceso creativo (el cóm o de la creación). Están relacionadas con la “tecnología de
la co n scien cia” que genera experiencias de diferentes características sensoriales
y que, al orqu estarlas de form a sistem ática y coherente, crea realidades virtua
les. Aunque las descripciones de dichas revelaciones varían en cuanto a detalles,
el lenguaje y las m etáforas que se utilizan para ilustrarlas, suelen hablar de dos
p ro ceso s in terrelacio n a d o s y que se com plem entan m utuam ente al crear los
mundos fenom énicos.
El prim ero es la actividad que divide la unidad indiferenciada original de la
C onsciencia A bsoluta en infinitos números de unidades de consciencia deriva
das. La M ente Universal entra en un juego creativo que supone complicadas se
cu encias de d ivisiones, fragm entaciones y diferenciaciones. El resultado final
son los m undos vivenciales, con infinidad de entidades separadas dotadas de
co n scie n cia que tienen una au tocon cien cia selectiva. Todos parecen estar de
acu erd o en que esto ocurre m ediante múltiples divisiones y subdivisiones del
cam po original íntegro de la consciencia cósm ica. Por lo tanto, la divinidad no
crea nada fuera de sí m ism a, sino que produce transform aciones en su propio
interior.
M segundo elemento del proceso de la (Tención es una forma de partición,
disociación u olvido a través del cual las entidades conscientes van perdiendo
contacto progresivamente con la fuente original y con su naturaleza prístina.
También desarrollan un sentido de identidad individual y de separación entre
Pintura que refleja una exp erien cia de una sesión d e resp iración h o lo t r ó p ic a ,
que incluye la ruptura d el estad o de en cap su lam ien to y a isla m ien to y tra scen
diendo los velos que nos separan de nuestra naturaleza divina y qu e nos con ecta
con el cosm os.
360
ellas. En las últimas fases del proceso, existen barreras intangibles pero relativa
mente impermeables entre estas unidades separadas, así como entre cada una
de ellas y la Consciencia Absoluta original.
La relación entre la Consciencia Absoluta y sus partes es única y compleja; no
puede comprenderse en términos de pensamiento convencional ni con la lógica
ordinaria. Nuestro sentido común nos dice que una parte no puede ser simultáne
amente el todo y que el todo, siendo una suma de sus partes, tiene que ser mayor
que cualquiera de ellas. En la estructura universal, las unidades de consciencia se
paradas, a pesar de su individualidad y de sus diferencias concretas, en otro nivel
permanecen esencialmente idénticas a su origen y a cada una de ellas. Son de na
turaleza paradójica, siendo totalidad y parte al mismo tiempo. La invención de la
holografía óptica ha proporcionado un modelo útil para una aproximación cien
tífica a estos aspectos, de otra forma incomprensibles, de la creación.
Las revelaciones de la investigación de estados holotrópicos refleja la exis
tencia com o un sorprendente juego del principio creativo cósmico que trascien
de al tiempo, al espacio, la causalidad lineal y a toda clase de polaridades. Desde
esta perspectiva, los mundos fenoménicos, entre ellos el mundo material, pare
cen ser “realidades virtuales” originadas por la consciencia; por una orquesta
ción infinitamente compleja de experiencias. Existen muchos niveles de realidad
d iferentes, desde la Consciencia Absoluta indiferenciada, pasando por ricos
panteones de seres arquetípicos, hasta incontables unidades individuales que
configuran el mundo de la materia, teniendo todo ello lugar dentro de la misma
Consciencia indiferenciada.
362
ciencia de ego se ve sacudida y arrasada, no disuelta y transcendida; en situacio
nes de estrés intenso o crónico, en períodos de intenso dolor emocional y físico,
o aquellos en que la integridad física se ve seriamente amenazada. Muchos des
cubren los planos místicos durante experiencias cercanas a la muerte, en el mo
m ento de un accidente, de heridas, enfermedades graves o en el caso de inter
venciones quirúrgicas.
Los psiquiatras tradicionales, que no distinguen entre misticismo y psicosis,
con sid eran las experiencias unitivas com o m anifestaciones de enfermedades
mentales. El mérito de demostrar que esto supone un grave error es de Abraham
M aslow , el fundador de la psicología humanista y transpersonal. Un estudio de
cientos de individuos ha demostrado que estas “experiencias cumbre” son fenó
m enos más allá de lo norm al, no anorm ales. B ajo circunstancias favorables,
pueden m ejo rar la salud em ocional y física y ayudarnos a llegar a lo que
M aslow llam ó “autorealización” o “autoactualización” (Maslow, 1964).
Si es cierto que nuestra naturaleza más profunda es divina y que somos idén
ticos al principio creativo del universo, ¿cómo es posible que creamos tan firme
m ente que som os cuerpos físicos que viven en un mundo material? ¿Cuál es la
naturaleza de esta ignorancia fundamental acerca de nuestra verdadera identi
dad, ese velo m isterioso que nos hace olvidarlo todo, que Alan Watts llamaba
“el tabú acerca de saber quiénes som os” ? ¿Cómo es posible que una entidad es
piritual infinita y eterna cree dentro de sí misma un facsímil virtual de una reali
dad tangible poblado de seres que sienten y se experimentan a sí mismos como
separados de su origen y separados unos de otros? ¿Cómo podemos engañar a
los actores dei drama mundial, haciéndoles creer en la existencia objetiva de su
realidad ilusoria?
La m ejor explicación que he oído de las personas con las que he trabajado es
que el principio creativo cósm ico queda arrapado en su propia perfección. La
intención creativa que hay detrás del juego divino es la de crear realidades vi-
vencía los que o frezcan Ims m e jo re s o p o rt u n id a d e s para los aventu reros de la
consciencia, entro ollas la ilusión del mundo material. Para cum plir este requisi
to, dichas realid ades dehen ser c o n v in c e n t e s y c r e íb le s al m áxim o d etalle.
Podemos poner c o m o eje m plo una obra de arte, una o b ra de teatro o una pelí
cula. A veces puede ser representada y puesta en escena c o n tal perfección que
nos haga olvidar que los hechos que p re s e n c ia m o s son ilu sorios, y reaccio n ar
ante ellos c o m o si hieran reales. T am b ié n un buen acto r o actriz puede en o c a
siones olvidar su verdadera identidad y fundirse tem poralm ente con el persona
je que interpreta.
El mundo en que vivimos tiene m uchas ca ra cte rística s que el P rin cip io
Supremo en su forma pura no conoce, com o son la pluralidad, la polarid ad, la
densidad y lo físico, el cam bio y la impermanencia. El proyecto de crear un fa c
símil de una realidad material dotada de estas cualidades se lleva ca b o con una
perfección artística y cien tífica tal, que las unidades sep arad as de la M en te
Universal la encuentran convincente y la confunden con la realidad. En la m á x i
ma expresión de su arte, representada por el ateísm o, la divinidad consigue de
hecho argumentos no sólo en contra de su participación en la C reación, sino en
contra de su propia existencia.
Una de las estratagem as significativas que ayudan a crear la ilusión de una
realidad material ordinaria es la existencia de lo trivial y de la fealdad. Si todos
fuéramos radiantes seres etéreos, extrayendo nuestra energía directam ente del
sol y viviendo en un m undo donde tod os los p aisajes fu eran co m o los
Himalayas, el Gran Cañón, y las islas sin explotar del Pacífico, sería dem asiado
evidente que somos parte de una realidad divina. Igualm ente, si todos los edifi
cios de nuestro mundo fueran com o la A lham b ra, el T aj M a h a l, X a n a d u o la
Catedral de Chartres; si estuviéramos rodeados de esculturas de M iguel Angel,
escucháram os sólo m úsica de Beethoven o de B a ch , la n atu raleza d ivina de
nuestro mundo sería fácilm ente discernible.
El hecho de que tengam os cuerpos físicos que em iten secreciones, e x c re c io
nes, malos olores, poseen im perfecciones, patologías, así com o un sistem a g as
trointestinal con sus repulsivos contenidos, puede ensom brecer y h acernos du
dar de nuestra divinidad. Varias funciones fisiológicas co m o vom itar, eructar,
364
expulsar gases, defecar y orinar, junto con la descomposición final del cuerpo
humano, complican aún más el cuadro. De igual manera, la existencia de esce
narios naturales sin ningún atractivo, vertederos, áreas industriales contamina
das, retretes malolientes con grafitis obscenos, guetos urbanos y millones de
chabolas hace más difícil que nos demos cuenta de que nuestra vida es un juego
divino. La existencia del mal y el hecho de que la misma vida sea competitiva,
lo convierten en algo casi imposible para una persona normal. Para las personas
educadas en Occidente, la visión que ha creado la ciencia materialista es un se
rio obstáculo adicional.
Existe otra importante razón de por qué es tan difícil liberarnos de la ilusión
de que somos individuos separados viviendo en un mundo material. Los cami
nos de regreso a la fuente divina están repletos de penalidades, riesgos y desafí
os. El juego divino no es un sistema completamente cerrado. Ofrece a sus prota
gonistas la posibilidad de descubrir la verdadera naturaleza de la Creación,
incluso de su propio estado cósmico. Pero los caminos que llevan del autoenga-
ño a la iluminación, y de regreso al origen, presentan serios problemas; la ma
yoría de las posibles lagunas en la Creación están cuidadosamente disfrazadas.
Dichos riesgos y vicisitudes del camino espiritual representan una parte impor
tante del “tabú acerca de saber quiénes somos”.
Todas las situaciones que proporcionan oportunidades para una apertura
espiritual suelen ir ligadas a diversas fuerzas en contra de poder hacerlo.
Algunos de los obstáculos que hacen extremadamente difícil y peligroso el ca
mino de la liberación y la iluminación se encuentran en el interior de nuestra
propia psique. Entre ellos están las aterradoras experiencias que pueden disua
dir a los buscadores menos valerosos y determinados, como los encuentros con
las oscuras fuerzas arquetípicas, el miedo a la muerte y el fantasma de la locura.
Incluso más problemáticas son diferentes interferencias e intervenciones que
provienen del mundo exterior. En la Edad Media, muchos de los que tenían ex
periencias místicas espontáneas se arriesgaban a ser sometidos a tortura y a ver
se juzgados y ejecutados por la Santa Inquisición. En nuestros tiempos, las eti
quetas psiquiátricas y las medidas terapéuticas drásticas sustituyen a las
acusaciones de brujería, las torturas y los autos de fe. La ciencia materialista del
siglo X\ ha rulic'tili/.iulo y convertido en patología todo esfuerzo espiritual, no
importa la base y elaboración que tenga.
l a autoridad de que disfruta la ciencia materialista en la sociedad moderna
hace difícil considerar el misticismo como algo serio y seguir el camino del des
cubrimiento espiritual. Además, los dogmas y las actividades de las principales
religiones tienden a ocultar el hecho de que la verdadera espiritualidad puede
encontrarse sobre todo en el interior de nuestra psique. En su aspecto más nega
tivo, la religión organizada puede resultar un grave impedimento para la bús
queda espiritual verdadera, en lugar de ser una institución que nos ayude a co
nectar con lo divino. Al denigrar a sus miembros, les hace difícil creer que lo
divino ya esté en su interior. También puede inspirar la falsa creencia de que la
asistencia regular a sus servicios formales, la oración y las contribuciones a la
iglesia son suficientes como actividades espirituales.
Las técnicas sagradas desarrolladas por varias culturas aborígenes se han
descartado en Occidente por ser consideradas productos del pensamiento mági
co y supersticiones primitivas de los salvajes. El potencial espiritual de la sexua
lidad, que encuentra su máxima expresión en el Tantra, se ve ensombrecido por
el poderoso aspecto animal instintivo de la misma. El descubrimiento de psi-
quedélicos que pueden abrir las puertas de dimensiones superiores fue seguido
al poco tiempo por un uso popular irresponsable, las amenazas de caer en la lo
cura, el supuesto daño a los cromosomas y las sanciones legales.
Uno de los retos mayores del viaje espiritual es llegar a aceptar la existencia
del mal. La comprensión final y la aceptación filosófica del mal siempre impli
can el reconocimiento de que tiene un papel importante, incluso necesario, en el
proceso cósmico. Por ejemplo, las profundas percepciones acerca de las realida
des últimas a que se puede acceder en estados holotrópicos revelan que la crea
ción tiene que ser simétrica, ya que es creatio ex ttihilo. Todo lo que existe debe
estar equilibrado por su opuesto. Desde esta perspectiva, la existencia de polari-
366
dadcs de todo tipo es un requisito absolutamente indispensable para la creación
de mundos fenoménicos.
También mencioné anteriormente que uno de los “motivos” de la creación
parece ser la “necesidad” del principio creativo de conocerse a sí mismo, de ma
nera que “Dios pueda ver a Dios” o que “el Rostro pueda contemplar al
Rostro”. En la medida en que lo divino crea con el fin de explorar su propio po
tencial interno, no expresar su potencial pleno supondría un autoconocimiento
incompleto. Y si la Consciencia Absoluta es también el Artista último, el
Experimentador y el Explorador, el hecho de dejar fuera algunas opciones signi
ficativas comprometería la riqueza de su creación. Los artistas no limitan sus te
mas únicamente a los que resultan hermosos, éticos y optimistas. Reflejan cual
quier aspecto de la vida que pueda sugerir imágenes interesantes o historias
fascinantes.
La existencia del lado oscuro de la Creación realza también sus aspectos lu
minosos al contrastar con ellos, y proporciona una extraordinaria riqueza y
profundidad al drama universal. FJ conflicto entre el bien y el mal, en todos los
terrenos y niveles de la existencia, es una fuente inagotable de inspiración para
historias fascinantes. Un discípulo preguntó una vez a Shri Ramakrishna, el
gran visionario, santo y maestro espiritual hindú: “Swamiji, ¿por qué existe el
mal en el mundo?” Tras un instante de reflexión, Ramakrishna repuso: “Para
hacerlo todo más difícil”. Esta respuesta puede parecer cínica, teniendo en cuen
ta todo el sufrimiento que existe en el mundo, si pensamos en concreto en los
millones de niños que mueren de hambre o de diferentes enfermedades, la locu
ra de las guerras a lo largo de la historia, incontables víctimas torturadas y sa
crificadas, y la desolación que dejan tras de sí los desastres naturales.
Sin embargo, si hacemos el experimento de borrar mentalmente del esquema
universal todo lo que consideramos malo o negativo, como las enfermedades y
la violencia, empezaremos a ver las cosas de diferente manera. Nos daremos
cuenta enseguida de que un acto tan ético de limpieza también eliminaría mu
chos aspectos de la existencia que valoramos y apreciamos enormemente (la
historia de la medicina, a todos aquellos que dedicaron sus vidas a aliviar el do
lor de otros, el heroísmo de los que lucharon por la libertad, y las victorias so
ltó/
hrc las tuerzas malignas, así com o todas las obras de arte inspiradas en el co n
flicto entre el bien y el mal. lina purga tan radical de la sombra universal priva
ría a la Creación de su inmensa profundidad y riqueza, y tendría com o resulta
do un mundo sin color y de escaso interés.
Esta manera de considerar los asuntos éticos puede resultar m olesta, a pesar
del hecho de estar basada en experiencias personales muy convincentes en esta
dos holotrópicos. Kl problema es obvio cuando empezamos a pensar en las co n
secuencias prácticas que esta perspectiva supondría para nuestra vida y nuestra
conducta cotidianas. A primera vista, considerar el mundo m aterial com o una
"realidad virtual” y comparar la existencia humana con una película parece tri-
vializar la vida y convertir en luz lo más profundo de la miseria humana. Puede
parecer que una perspectiva semejante niegue la seriedad del sufrimiento huma
no y fomente una actitud de cínica indiferencia, en la que nada im porta real
mente. De igual manera, aceptar el mal como parte integrante de la C reación y
ver su relatividad podría considerarse una justificación para aban d on ar toda
restricción ética y para la persecución desmedida de nuestras metas más egoís
tas. También podría parecer un sabotaje a cualquier esfuerzo de com batir acti
vamente el mal en el mundo.
Antes de plantearnos seriamente las implicaciones éticas que las profundas
percepciones trascendentales puedan tener sobre nuestro com portam iento, de
bemos tener en cuenta algunos factores adicionales. La exploración vivencial
que permite acceder a ellas suele revelar importantes fuentes biográficas, peri-
natales y transpersonales de violencia y am bición en nuestro inconsciente. El
trabajo psicológico con este material nos lleva a una disminución de la agresivi
dad y a que crezca nuestra tolerancia. También encontramos un amplio espec
tro de experiencias transpersonales en las que nos identificamos con diferentes
aspectos de la Creación, que se traducen en un profundo respeto a la vida y em
patia con todos los seres vivos. El mismo proceso a través del que descubrimos
el vacío de las formas y la relatividad de los valores éticos reduce por tanto sig
nificativamente la tendencia al comportamiento antisocial e inmoral y nos ense
ña en cambio amor y compasión.
Desarrollamos así un nuevo sistema de valores que no está basado en las
368
norm as, preceptos, reglas y el tem or al castigo, convencionales, sino en nuestro
co n o cim ien to y nuestra com prensión del orden universal. Entendemos que so
mos parte integrante de la Creación y que al dañar a otros nos haríamos daño a
nosotros mismos. Además, el autoconocim iento profundo conduce al descubri
m iento vivencial de la reencarnación y la ley del karma. Ello nos hace conscien
tes de la seriedad de las posibles repercusiones de nuestros com portam ientos
negativos, incluso de los que no se condenan socialmente.
La exp erien cia p ráctica tam bién m uestra que la consciencia del vacío que
existe detrás de todas las form as no es incom patible con una apreciación genui-
na de toda la C reación y con el am or por ella. Las experiencias trascendentales
que llevan a profundas percepciones metafísicas acerca de la naturaleza de la re
alidad generan respeto por todos los seres vivos y un com prom iso responsable
con el p ro ceso de la vida. N uestra com pasión no necesita ob jetos tangibles.
Puede dirigirse sencillam ente a los seres vivos que son unidades de consciencia.
370
ción como algo doloroso, y manifiestan una fuerte necesidad de volver a) origen
y reunirse con él. La identificación con el ego encarnado conlleva, entre otros, el
problema del sufrimiento emocional y físico, limitaciones espaciales y tempora
les, impermanencia y muerte.
Si es cierto que nuestra psique está gobernada por dos poderosas fuerzas cós
micas, la hilotrópica y la holotrópica, que están en conflicto permanente entre
sí, ¿existe alguna visión de la existencia que pueda resolver esta situación? Ya
que ni la existencia separada ni la unidad indiferenciada son plenamente satis
factorias por sí mismas, ¿cuál sería la alternativa? Claramente, la solución no
está en rechazar la existencia encarnada por considerarla inferior y sin valor, e
intentar escapar de ella. Hemos visto que los mundos vivenciales, incluido el
mundo de la materia, representan no sólo un complemento importante y valio
so, además de también absolutamente necesario, al estado indiferenciado del
principio creativo. Al mismo tiempo, nuestros esfuerzos para encontrar pleni
tud y tranquilidad interior fracasarán inevitablemente si sólo atañen a objetos y
metas en el plano material. Cualquier solución satisfactoria deberá por tanto
incluir ambas dimensiones, la terrenal y la trascendental, el mundo de las for
mas y el que no las tiene.
El universo material tal y como lo conocemos ofrece innumerables posibili
dades de extraordinarias aventuras de la consciencia. Como seres encarnados,
podemos presenciar el espectáculo de los cielos con sus billones de galaxias y las
maravillas naturales de la Tierra. Sólo en el plano material y en nuestra forma
física podemos enamorarnos, disfrutar del éxtasis sexual, tener niños, escuchar
música de Beethoven o admirar las pinturas de Rembrandt. Las oportunidades
de exploración del micromundo y del macromundo son virtualmente ilimita
das. Además de las experiencias del presente, existe también la posibilidad de
investigar el pasado, desde las civilizaciones antiguas y el mundo antediluviano
a los primeros microsegundos del Big Bang.
Para participar en el mundo fenoménicos y poder experimentar su amplia
gama de aventuras es necesario cierto grado de identificación con el ego encar
nado y aceptar el mundo de la materia. Sin embargo, cuando nos identificamos
en un grado excesivo con él, y con la creencia en el mundo material, se convier-
ir en nuestra muca realidad inamovible; así es imposible disfrutar plenamente
de nuestra participación en la creación, l os fantasmas de la insignificancia per
sonal, la impermanencia y la muerte, pueden ensombrecer com pletam ente el
Lulo positivo ile la villa y arrebatarnos todo entusiasmo. Incluso debemos aña
dir la frustración resultante de los inútiles intentos de dar forma a nuestro po
tencial divino en medio de las restricciones impuestas por las lim itaciones de
nuestro cuerpo y del mundo material.
Para resolver este dilema, debemos volvernos hacia el interior, a una búsque
da interna sistemática. A medida que vayamos descubriendo y explorando dife
rentes dimensiones ocultas de nosotros mismos y de la realidad, nuestra identi
ficación con el ego físico irá debilitándose y haciéndose menos com pulsiva.
Continuaremos identificándonos con el “ego encapsulado en la piel” por moti
vos pragmáticos, pero esta orientación se volverá más lúdica y creativa. Si tene
mos suficiente conocimiento vivencial de las dimensiones transpersonales de la
existencia, incluida nuestra propia identidad real y nuestro lugar en el Cosmos,
la vida cotidiana será algo mucho más sencillo y gratificante.
A medida que nuestra búsqueda interior continúe, descubriremos, tarde o
temprano, el vacío esencial que existe detrás de todas las formas. C o m o sugie
ren las enseñanzas budistas, el conocimiento de la naturaleza virtual del mundo
fenoménico y su vacío puede ayudarnos a liberarnos del sufrimiento. Esto in
cluye el reconocimiento de que la creencia en toda forma de separación, inclui
da la nuestra, es después de todo una ilusión. En los textos budistas, la c o n s
ciencia del vacío esencial de todas las formas y la consiguiente comprensión de
que no hay seres separados se llama a n a t t a (a n a t m a n ), literalmente, “ n o -s e r” .
I.a consciencia de nuestra naturaleza divina y del vacío esencial de todas las
cosas que descubrimos en nuestras experiencias transpersonales, constituye la
base de un contexto metafísico que puede ayudarnos considerablem ente a en
frentarnos a la complejidad de nuestra vida cotidiana. Podemos abrazar plena
mente la experiencia del mundo material y disfrutar de todo lo que nos ofrece,
la belleza de la naturaleza, las relaciones humanas, hacer el amor, la familia, las
obras de arte, los deportes, las delicias culinarias e infinidad de cosas más. N o
obstante, no importa lo que hagamos, la vida nos presentará obstáculos, desafí-
372
os, experiencias dolorosas y pérdidas. Cuando las cosas se pongan muy duras y
difíciles, siempre podremos acudir a la perspectiva cósmica más amplia que he
mos descubierto en nuestra búsqueda interior.
La con exió n con realidades superiores y el conocim iento liberador de an atta
y el vacío que hay detrás de todas las form as nos ayudarán a tolerar lo que de
otra m anera podría ser insoportable. Con la ayuda de esta consciencia trascen
dental podrem os experim entar plenamente todo el espectro de la vida, o “toda
la ca tá stro fe ,” com o decía Z orba el Griego. La habilidad de reconciliar con éxi
to e integrar los aspectos m ateriales y espirituales de la existencia, o las dimen
siones h ilo tróp icas y holotrópicas de la vida, es una de las m áxim as aspiracio
nes de las tradiciones místicas.
A una persona cuya existen cia se lim ite al nivel de consciencia ordinario y
que no haya tenido acceso vivencial a las dimensiones trascendentales y numi-
nosas de la realidad, le será muy difícil superar el arraigado miedo a la muerte y
en contrar un sentido más profundo en la vida. Bajo estas circunstancias, buena
parte del com portam iento habitual está motivado por las necesidades del falso
ego, y los aspectos significativos de la vida serán reactivos y carentes de autenti
cid ad . Por esta razó n , es esencial com plem entar nuestras actividades de cada
día con algún tipo de p ráctica espiritual que nos ayude a acceder a los planos
superiores. En las sociedades preindustriales, esta oportunidad se ofrecía en for
ma de rituales, ritos de transición, cerem onias de sanación, antiguos misterios,
escuelas m ísticas y las prácticas de meditación de las grandes religiones.
En décadas recientes, Occidente ha sido testigo del resurgimiento de las anti
guas prácticas espirituales y de las “ técnicas sagradas” aborígenes. Además, la
m oderna psicología y la psicoterapia vivencial han desarrollados nuevos enfo
ques eficaces que pueden facilitar la apertura espiritual. Estas herramientas es
tán disponibles para todos aquellos interesados en la transformación psicoespi-
ritual y la evolución con scien te. C .G . Ju n g , el pionero de la psicología
transpersonal, describió en sus textos un planteamiento de vida que incluía am
bas dim ensiones de nosotros mismos y de la existencia. Sugirió que, hagamos lo
que hagam os en nuestra vida, ello debería com plementarse con el auroconoci-
m iento sistem ático, con una búsqueda interior que llegara a los huecos mas re-
3/3
conditos de nuestra psique. Así sería posible conectar con un aspecto más eleva
do de n oso tros m ism os que Ju n g llam aba el sí m ism o, y recibir su orien tación
en el cam ino a la “ individuación” .
Si seguimos el consejo de Ju ng , basarem os im portantes decisiones de nuestra
vida en una síntesis creativa que integre nuestro con o cim ien to pragm ático del
m undo m aterial con la sabid u ría que e x tra erem o s del incon scien te co le ctiv o .
Ksta idea del gran psiquiatra suizo coincide con las percepciones y ob serv acio
nes en estad o s h o lo tró p ic o s que relatan las personas con las que he ten id o el
privilegio de trab ajar durante las últimas cu atro décadas.
M i creencia personal es que este plan team ien to de vida no sólo en riqu ece
ría la calid ad de nu estras vidas, sino que su p ráctica a gran escala podría au
m en tar s ig n ifica tiv a m e n te n u estras p o sib ilid a d es de su p erar la crisis g lo b a l
actu al que am en aza la c o n tin u a c ió n de la vida so b re el p la n e ta . E ste es un
tema de tanta im p ortan cia que lo tra ta ré m ás exten sam en te en el siguiente c a
pítulo de este libro.
374
CAPÍTULO NUEVE
376
O rien te M ed io y las m atanzas en Y ugoslavia y Ruanda constituyen algunos
ejem plos de estos derrames sangrientos sin sentido de los que hemos sido testi
gos durante los últim os cien años. La codicia humana también ha encontrado
form as nuevas y m enos violentas de expresión de acuerdo con la filosofía y la
e strateg ia de la econom ía cap italista centrad a principalm ente en el producto
nacion al b ru to , “el crecim iento ilim itado” , el saqueo de los recursos naturales
no renovables, y el consum o desmesurado. Por otro lado, una gran parte de esta
política económ ica despilfarradora, que tiene desastrosas consecuencias ecoló
gicas, ha estado orientada hacia la producción de armas de un poder cada vez
más destructivo.
'MI
l a historia intelectual ele la humanidad está llena de increíbles triunfos,
liem os sido capaces de descifrar los secretos de la energía nuclear, mandar na
ves espaciales a la luna y a los demás planetas del sistema solar, transmitir soni
dos c imágenes en color alrededor del mundo y a través del espacio cósm ico,
descifrar el código del Al)N , y empezar a experimentar con la clonación y la in
geniería genética. Pero, estas sorprendentes tecnologías se están utilizando a ex
pensas de emociones primitivas e impulsos instintivos que no distan mucho de
aquellos que motivaron a las personas de la edad de piedra.
Hemos invertido inimaginables cantidades de dinero en Ja carrera arm a-
mentística, y con tan sólo una ínfima fracción del arsenal atóm ico existente
podemos destruir toda vida existente bajo la faz de la tierra. M illones de per
sonas han muerto debido a las dos guerras mundiales y a incontables actos
violentos causados por razones ideológicas, políticas, religiosas, raciales y
económicas. Otras tantas miles han sido torturadas cruelmente por la policía
secreta de distintos sistemas totalitarios. La insaciable codicia está llevando la
gente a perseguir desenfrenadamente mayores beneficios y propiedades fuera
de los límites razonables. Esta estrategia está conduciendo a la humanidad a
situaciones de amenaza aún más predecibles que el cercano desastre nuclear
que nos acecha.
Entre ellas podemos citar la contaminación industrial del suelo, el agua y el
aire, la amenaza de los residuos nucleares y sus posibles accidentes, la destruc
ción de la capa de ozono, el efecto invernadero, la posible pérdida de oxigeno
en el planeta debido a la deforestación y al envenenamiento del plancton en el
océano, todo ello, sin contar los peligros de los aditivos tóxicos de nuestros ali
mentos y bebidas. También podemos añadir un número de descubrimientos que
no tienen una naturaleza tan apocalíptica, pero que son tan perturbadores,
como la creciente extinción de determinadas especies, el enorme porcentaje de
población hambrienta y sin hogar, el deterioro del núcleo familiar y la crisis de
la paternidad, la desaparición de los valores espirituales, la falta de esperanza o
de perspectivas positivas, la pérdida de una conexión significativa con la natu
raleza y la alienación general. Como resultado de todos estos factores, la huma
nidad vive ahora en un estado de ansiedad crónica y al borde de una catástrofe
378
nuclear y ecológica, a la vez que posee una tecnología tan fabulosa que se apro
xima a un mundo de ciencia-ficción.
La ciencia moderna ha desarrollado medios tan eficaces que podrían resol
ver los problemas más acuciantes de nuestro tiempo: combatir la mayoría de las
enfermedades, el hambre, la pobreza, eliminar una gran cantidad de residuos
industriales y remplazar los carburantes fósiles, tan destructivos, por fuentes de
energía limpia. Los problemas a los que nos enfrentamos no son de naturaleza
económica o tecnológica; sino que su fuente más profunda se encuentra en el in
terior de la personalidad humana. La razón de que hayamos perdido inimagina
bles fuentes de recursos se debe a lo absurdo de la carrera armamentística y de
las luchas de poder. Estos ideales impiden una distribución más equitativa de
los bienes entre individuos y naciones, la reorientación de los asuntos puramen
te económicos y políticos, así como las prioridades ecológicas tan críticas para
la supervivencia de la vida en nuestro planeta.
380
agigantados, el deterioro m oral, y el creciente descontento que acompañan el
aum ento de riquezas materiales en las sociedades industriales son testimonio de
esta antigua verdad. En los textos místicos parece haber un acuerdo general en
que el remedio al malestar existencial que acosa a la humanidad radica en una
vuelta hacia el interior, en buscar las respuestas en nuestra propia psique, y en
atravesar una profunda transformación psicoespiritual.
N o es difícil entender que un importante requisito para llevar una existencia
plena sea tener una inteligencia general; la capacidad de aprender y recordar, de
pensar y razonar, así com o de responder adecuadamente a nuestro entorno ma
terial. La investigación más reciente ha centrado su énfasis en la importancia de
la “ inteligencia em o cio n a l” , o la capacidad de responder adecuadamente a
nuestro entorno humano y manejar apropiadamente nuestras relaciones perso
nales (G olem an 1 9 9 6 ). Las observaciones procedentes del estudio de los esta
dos holotrópicos confirman el principio esencial de la filosofía perenne según el
cual la calidad de nuestra vida depende en última instancia de lo que se llama
“inteligencia espiritual” .
La inteligencia espiritual es la capacidad de vivir nuestra vida de forma que
refleje una profunda comprensión filosófica y metafísica de la realidad y de nos
otros mismos. Por supuesto, esto suscita interrogantes sobre la naturaleza de la
transform ación psicoespiritual que es necesaria para lograr esta forma de inteli
gencia, la dirección de los cambios que tenemos que hacer y los medios que pue
den facilitar dicha evolución. Una respuesta clara y concreta a esta cuestión pue
de encontrarse en las diferentes escuelas del budismo mahayana.
Aquí podemos utilizar com o base de nuestra exposición la famosa pintura
tibetana (th a n g k a ) que describe el ciclo de la vida, de la muerte y de la reencar
nación. Representa la Rueda de la Vida sostenida entre las garras del terrible
Señor de la M uerte. La rueda está dividida en seis segmentos que representan
las diferentes lo k a s , o esferas en las que se puede nacer. La esfera celestial de los
dioses (devas) se muestra com o algo que se encuentra amenazado desde el seg
mento adyacente por los celosos dioses guerreros o a s u r a s . La región de los es
píritus ham brientos está habitada por p r e t a s , criaturas lamentables que repre
sentan una codicia insaciable. Tienen estómagos gigantes, un enorme apetito y
381
bocas com o dim inutos agujeros. Las restantes secciones de la rueda describen el
m undo de los seres h u m an os, la región de los an im ales salv ajes y el in fiern o .
D entro de la rueda existen dos círcu lo s c o n c é n tric o s , hl e x te r io r m u e stra las
vías ascendentes y descendentes que recorren las alm as, hl círcu lo interior c o n
La ventaja más obvia que podem os obtener de un trab ajo vivencial es tener
acceso a un conocim iento extraord in ario sobre nosotros m ism os, los dem ás, la
naturaleza y el cosm os. Cuando nos encontram os en estados h o lo tró p icos, p o
demos alcan zar una profunda com p ren sión de la d in ám ica in con scien te de
nuestra psique. Podemos así descubrir el m odo en que la v alo ración que tene
mos de nosotros mismos y del mundo se halla influenciada por los recuerdos ol
vidados o reprimidos de la tem prana niñez, la infancia, el nacim iento y la e xis
tencia prenatal. Adem ás, en las exp eriencias tran sp erson ales p od em os
identificarnos con otras personas, diversos anim ales, plantas y elem entos del
mundo inorgánico. Experiencias de este tipo suponen una fuente muy rica de
comprensiones profundas y singulares acerca del mundo en que vivimos.
A lo largo de los últimos años, numerosos autores han señalado en qué me-
382
dida el dom inio del paradigm a cartesian o-new toniano y el m aterialism o mo
nista de la cien cia occid ental han supuesto un facto r determ inante en el des
arro llo de la crisis g lobal. Esta form a de pensar conlleva una notable dicoto
m ía entre la m ente y la naturaleza. Presenta al universo com o una gigantesca
m áquina com pletam ente determ inista, gobernada por las leyes mecánicas. La
im agen del cosm os entendida com o un sistem a m ecánico ha llevado a la cre
encia errón ea de que puede com prenderse tras la disección y el estudio de to
das sus partes. E sto ha obstaculizad o en gran medida la posibilidad de ver la
com plejid ad de las interacciones y la perspectiva holística en la consideración
de los problem as.
Además, al contem plar la materia com o el principio más importante del cos
m os, la ciencia occidental reduce la vida, la consciencia y la inteligencia a sim
ples productos accidentales. En este con texto, el ser humano no es más que un
anim al altam ente desarrollado. Esto lleva a aceptar que los principios de anta
g on ism o, com petencia y supervivencia del más fuerte, expuestos por Darwin,
son los que rigen la sociedad humana. Por otra parte, la descripción de la natu
raleza com o algo inconsciente provee la justificación necesaria para que los hu
m anos la exp loten siguiendo el program a form ulado tan elocuentem ente por
Francis Bacon (Bacon 1 8 7 0 ).
El psicoanálisis ha retratad o muy pobrem ente a los seres humanos, al pre
sentarlos com o criaturas cuyas fuerzas m otrices responden directamente a ins
tintos anim ales. Según Freud, si no tem iéram os las repercusiones sociales y no
estuviéram os controlad os por el superego (prohibiciones paternas interioriza
d as), m ataríam os y ro baríam o s despiadadam ente, com eteríam os actos inces
tuosos y participaríam os en actividades sexuales promiscuas (Freud 1961). Esta
imagen de la naturaleza humana relegó los conceptos de complementariedad,
sinergia, respeto mutuo y cooperación pacífica al ámbito de las estrategias tem
porales oportunistas y a las fantasías ingenuas y utópicas. De este modo, resulta
fácil com prender cóm o estos conceptos y los sistemas de valores con ellos aso
ciados, han contribuido a crear la crisis a la que nos enfrentamos.
Las com prensiones profundas obtenidas a partir de los estados holotrópicos
nos han aportad o el apoyo necesario para concebir el cosmos, la naturaleza y
m
los seres humanos desde una perspectiva radicalm ente distinta, En este sentido,
han supuesto la confirm ación vivcncial de los con cep tos form ulados por los p io
neros respecto a la teoría de sistemas, que m uestra que nuestro planeta y la to
talidad del cosm os form an una red unida e intercon ectad a en la que cad a uno
de nosotros constituye una parte integral (Bateson 1 9 7 9 , C apra 1 9 9 6 ). En esta
dos h olotrop icos, podem os obtener una gran can tid ad de co n o cim ie n to s que
pueden servirnos en nuestra vida cotidiana. Sin em bargo, la ignorancia sim boli
zada en los thangkas tibetanos por el cerdo no es la ausencia o falta de c o n o c i
miento en sentido ordinario. No sólo significa tener una inform ación inadecua
da sobre diversos aspectos del mundo m aterial, sino la ign oran cia en un nivel
mucho más profundo y fundamental.
La form a de ign oran cia de la que se habla aquí (avidya) co n siste en un
error y en una confusión esenciales acerca de la naturaleza de la realidad y de
nuestra propia naturaleza. El único rem edio p ara esta clase de ign o ran cia es
la sabiduría trascendente (prajña paramita ). Desde este punto de vista es muy
importante que el trabajo de introspección que se realiza m ediante los estados
h olotrop icos ofrezca algo más que un simple au m en to de n u estros c o n o c i
mientos sobre el universo. Es también una form a única de obtener co m p ren
siones profundas sobre temas de relevancia trascendente, co m o ya hemos vis
to a lo largo de este libro.
Ante esta evidencia, queda claro que la consciencia no es un producto de los
procesos fisiológicos del cerebro sino un atributo prim ario de la existencia. La
naturaleza profunda de la humanidad no es animal sino divina. El universo está
empapado de inteligencia creativa y la consciencia se encuentra entremezclada
en su tejido. Nuestra identificación, junto con la separación cuerpo-m ente, es
una ilusión y nuestra verdadera identidad es la totalidad de la existencia. Esta
concepción proporciona la base natural para reverenciar la vida, para la coope
ración y la sinergia, así como para considerar los asuntos de la humanidad y del
planeta como algo completo, a la vez que nos proporciona una profunda cons
ciencia ecológica.
384
Anatomía de la capacidad destructora de la humanidad
386
cierna de la consciencia ha m ostrado otras raíces significativas de la violencia en
profundos recovecos de la psique que están más allá de la biografía postnatal y
van ligados al traum a del nacimiento biológico. La emergencia vital, el dolor y
la asfixia que se experim entan durante las muchas horas del parto generan una
enorm e ansiedad y un sentimiento de agresividad que permanecen almacenados
en el organism o. C om o vimos anteriormente, en psicoterapia vivencial, volver a
vivir el nacimiento supone no sólo una respuesta concreta a las emociones y sen
saciones originales, sino que suele asociarse a una gama de experiencias del in
consciente colectivo que reflejan escenas de inimaginable violencia. Entre ellas
se encuentran, a m enudo, secuencias que describen guerras, revoluciones, con
flictos raciales, cam pos de concentración, totalitarismo y genocidios.
La emergencia espontánea de esta imaginería al revivir el nacimiento, se aso
cia a convincentes percepciones respecto al origen perinatal de formas tan ex
trem as de violencia hum ana. O bviamente, las guerras y revoluciones son fenó
m enos extrem ad am en te com plejos que alcanzan dimensiones históricas,
eco n óm icas, políticas y religiosas entre otras. N o es mi intención ofrecer una
exp licación red u ccion ista que sustituya a todas las otras, sino añadir nuevas
percepciones respecto a las dimensiones psicológicas y espirituales de estas for
mas de psicopatología social que han sido pasadas por alto o han recibido sólo
un trato superficial por parte de teorías anteriores.
Las imágenes de violentos acontecimientos sociopolíticos que se dan al revi
vir el nacim iento biológico suelen tener una relación muy concreta con las eta
pas consecutivas del proceso del nacimiento y las dinámicas de las matrices pe-
rinatales básicas (M PB). M ientras que al revivir episodios de vida intrauterina
sin alteraciones (M PB I), solemos experimentar imágenes de sociedades con una
estru ctu ra social ideal, com o culturas que vivían en completa armonía con la
naturaleza, o sociedades utópicas futuras en las que los grandes conflictos se re
suelven pacíficam ente. Los recuerdos intrauterinos desagradables, como los de
un útero tóxico , un aborto inminente o intento de aborto, van acompañados de
imágenes de grupos humanos que viven en zonas industriales en las que la natu
raleza ha sido con tam in ad a o destruida, o en sociedades con un orden social
pérfido e impregnado de paranoia.
388
(P ágs. 3 8 8 y 3 8 9 ) L a lib e r a c ió n d e l in icio d e l p a r to en los esta d o s h o lo tr ó p ic o s
se e x p e r im e n ta n o r m a lm e n te c o m o la su cció n m ed ia n te un terrib le rem o lin o o
a re n a s m o v e d iz a s.
In ic io d e l p r o c e s o d e m u e rte -ren a cim ien to en una sesió n d e LSD con d osis alta
q u e se e x p e rim en ta c o m o el d es cen so h a cia una v orágin e.
U na e x p e r ie n c ia s e m e ja n te en u n a se sió n p s iq u e d é lic a d e d o sis alta d e H arriet
F ran cis, u n a p in t o r a p r o fe s io n a l. Un m a n d a la co n stru id o d e ca la v era s y cajas
to r á c ic a s , a l ig u al q u e e l b o t e co n un e s q u ele to d el d ib u jo , p resag ia un p ro fu n d o
en c u e n tro c o n la m u erte.
389
thoid africano), o imágenes concretas de prisioneros de campos de concentra
ción v del archipiélago (¡ulag de Stalin. Al experimentar dichas escenas de un
infierno en vida, nos identificamos únicamente con las víctimas, sentimos pro
funda simpatía por los oprimidos y “el sometido”.
1 as experiencias que se dan al revivir la segunda fase del parto (MPB III),
cuando la cerviz está dilatada y continuas contracciones impulsan al feto a tra
vés del estrecho canal del útero, representan un amplio espectro de escenas vio
lentas (guerras y revoluciones sangrientas, matanzas humanas y animales, abu
sos sexuales y asesinatos). Estas escenas contienen a menudo elementos
demoníacos, así como repulsivos motivos escatológicos. Con frecuencia, pue
den añadirse al MPB visiones de ciudades en llamas, lanzamiento de cohetes y
explosiones de bombas nucleares. Aquí no nos limitamos al papel de víctimas,
sino que podemos participar en los tres roles (el de víctima, agresor y observa
dor emocionalmente involucrado).
Los acontecimientos que caracterizan la tercera etapa clínica del parto (MPB
IV), el momento real del nacimiento y la separación de la madre, se asocian con
imágenes de victorias en guerras y revoluciones, liberación de prisioneros y el
éxito de esfuerzos colectivos, como movimientos nacionalistas o patrióticos. En
este punto, también podemos experimentar visiones de celebraciones triunfan
tes y desfiles o una excitante reconstrucción de postguerra.
En 1975 describí estas observaciones en Realm s o f t h e H um an Unconscious
(Grof, 1975), donde relacionaba las agitaciones sociopolíticas con las etapas
del nacimiento biológico. Poco después de su publicación, recibí una carta de
Lloyd de Mause, un psicoanalista y periodista de Nueva York. De Mause es uno
de los fundadores de la psicohistoria, una disciplina que aplica los descubri
mientos de la psicología profunda a la historia y a la ciencia política. Los psico-
historiadores estudian temas como la relación entre la infancia de los líderes po
líticos, su sistema de valores y sus procesos a la hora de tomar decisiones, o la
influencia del tipo de crianza que recibían los niños en el seno de las revolucio
nes de un período histórico particular. Lloyd de Mause se mostró muy interesa
do por mis descubrimientos respecto al trauma del nacimiento y sus posibles
implicaciones sociopolíticas, porque apoyaban sus propias investigaciones.
390
D u rante algún tiem po, de M ause estudió los aspectos psicológicos de los pe
ríod os que precedían a las guerras y revoluciones. Le interesaba averiguar cóm o
los líderes m ilitares podían m ovilizar m asas de ciudadanos pacíficos y conver
tirles, p rácticam en te de la noche a la m añan a, en m áquinas de matar. Su en fo
que al resp ecto era muy original y crea tiv o . Adem ás del análisis de las fuentes
h istóricas con v en cio n ales, e x tra jo datos de gran im portancia psicológica a par
tir de c a ric a tu r a s , ch istes, sueños, im ágenes personales, lapsus de lengua, c o
m en tarios, e incluso d ibujitos y garabatos al margen de los borradores de docu
m e n to s p o lític o s . C u a n d o c o n ta c tó co n m ig o , hab ía analizad o de este m odo
d iecisiete situ acion es an teriores al estallid o de guerras y levantam ientos políti
cos en un intervalo de m uchos siglos, desde la antigüedad a los tiempos más re
cientes (de M au se, 1 9 7 5 ).
Le sorp ren d ió la ab u nd ancia de expresiones, m etáforas e imágenes relacio
nad as co n el n acim ien to b io ló g ico que en con tró en todo este m aterial. Líderes
m ilitares y p olíticos de todas las épocas describían una situación crítica o decla
rab an guerras utilizand o térm inos que se aplican tam bién al referirnos a la an
gustia perinatal. A cusaban al enem igo de asfixiar y estrangular a su pueblo, qui
tarles h asta el aire que respiraban u oprim irles y no dejarles suficiente espacio
para vivir ( “ L eb en srau m ” de H itler).
Igualm ente eran frecuentes las alusiones a cuevas oscuras, túneles y confusos
laberin tos, peligrosos abism os a los que alguien parecía em pujarles, y la am ena
za de verse engullidos por traicioneras arenas movedizas o un terrible remolino.
De m anera sim ilar, la solución que ofrecían a la crisis venía en forma de imáge
nes perinatales. El líder prom etía rescatar a su nación de un laberinto am enaza
dor, co n d u cirlo hasta la luz que había al otro lado del túnel, y crear una situa
ción en la que el peligroso agresor y op resor sería derrotado, con lo que todos
podrían respirar otra vez con libertad.
Los ejem plos históricos de Lloyd de M ause incluían personajes famosos como
A lejan d ro el G ran d e, N ap oleón , Samuel Adam s, el kaiser Guillerm o II, Hitler,
K hrushchev y Kennedy. Al hablar de la guerra de la Independencia en
N orteam érica, Samuel Adams se refería a ella com o “el niño de la Independencia
que ah ora Jucha por n a c e r” . En 1914, el káiser G uillerm o alirm ó que “ habían
Tres viñetas en las que crisis políticas y económicas se muestran en form a de se-
pultamientoSy en los dos primeros por un remolino gigantesco , en el tercero por
arenas movedizas .
392
agarrado a la monarquía por el cuello y la habían obligado a elegir entre dejarse
estrangular o hacer un último esfuerzo para defenderse del ataque”.
Durante la crisis de los misiles en Cuba, Khrushchev escribió a Kennedy ro
gándole que las dos naciones no “llegaran a un enfrentamiento, batiéndose a
muerte como topos ciegos atrapados en un túnel”. Incluso más explícito fue el
mensaje codificado que utilizó el embajador japonés cuando telefoneó a Tokio
para anunciar que las negociaciones con Roosevelt habían fracasado y que de
bían seguir adelante con el bombardeo de Perl Harbor. Anunció que “el naci
miento del niño era inminente” y preguntó cómo estaban las cosas en Japón:
“¿Parece que el niño va a nacer ya?” La respuesta fue: “Sí, el nacimiento del
niño parece inminente”. Es interesante que la Inteligencia Americana que esta
ba a la escucha reconociera el significado del código “guerra-en-nacimiento”.
Especialmente escalofriante fue la utilización del lenguaje perinatal con rela
ción a la explosión de la bomba atómica en Hiroshima. Se puso al avión el nom
bre de la madre del piloto, Enola Gay; la misma bomba atómica llevaba pinta
do un apodo, “el Niño Pequeño,” y el mensaje acordado que se envió a
Washington como señal de que la detonación había tenido éxito era “el bebé ha
nacido”. No estaría muy desencaminado adivinar también la imagen de un re
cién nacido detrás de la bomba de Nagasaki, “Hombre Gordo”. Desde que em
pezó nuestra correspondencia, Lloyd de Mause pulió muchos otros ejemplos
históricos y afinó su tesis de que los recuerdos del trauma de nacimiento juegan
un papel importante como impulso motivador para la actividad social violenta.
Los temas relacionados con la guerra nuclear son de tal relevancia que me
gustaría ampliarlos con el material de un artículo fascinante de Carol Cohn, ti
tulado “'Sexo y muerte en el mundo racional de los Intelectuales de D efensa”
(Cohn, 1987). Los Intelectuales de Defensa (DI) son civiles que operan dentro y
fuera del gobierno, trabajando a veces como oficiales administrativos o consul
tores, otras en universidades o en gabinetes de ideas. Son quienes crean la teoría
que informa y legitima la práctica estratégica nuclear de Estados Unidos (cómo
llevar la carrera armamenrística, cómo disuadir del uso de armas nucleares,
cómo afrontar una guerra nuclear si fallan las fuerzas disuasorias y cómo expli
car por qué no es seguro vivir sin armas nucleares).
Una viñeta política que muestra la conexión entre la guerra nuclear y la dinámi
ca perinatal: Sadam Hussein embarazado de armas atómicas.
394
C arol Cohn asistió a un sem inario de verano de dos semanas acerca de a r
mas nucleares, doctrinas de estrategia nuclear y control de armamento. Le fas
cinó tan to lo que allí descubrió que pasó el año siguiente inmersa en el mundo
casi enteram ente masculino de los Intelectuales de Defensa (a excepción de las
secretarias). Recopiló algunos hechos extrem adam ente interesantes que confir
m aban la dimensión perinatal de la guerra nuclear. En sus propias palabras, este
m aterial con firm a la im portancia del tema del “ nacim iento m asculino” y la
“creación m asculina” com o im portantes fuerzas psicológicas que se esconden
detrás de la psicología de la guerra nuclear. Utiliza los siguientes ejemplos histó
ricos para ilustrar su punto de vista.
En 1 9 4 2 , Ernest L aw rence envió un telegram a a un grupo de físicos de
C h icago que trabajaban en la bomba atóm ica, que decía: “ Enhorabuena a los
nuevos padres. Estoy deseando con ocer al recién n acid o” . En Los Álamos, se
llam aba a la bomba atóm ica “el bebé de Oppenheimer” . Richard Feynman es
cribió en su artículo “ Los Álamos desde abajo” , que cuando se encontraba tem
poralm ente de permiso tras la muerte de su esposa, recibió un telegrama que de
cía: “ Se espera al bebé tal y tal d ía.”
En los laboratorios Lawrence, Livermore, se referían a la bomba de hidróge
no com o “ el bebé de Teller,” aunque los que pretendían desprestigiar la contri
bución de Edward Teller aseguraban que él no era el padre de la bomba, sino la
madre. Afirmaban que Stanislav Ulam era el verdadero padre, quién había teni
do todas las ideas im portantes y “ la había concebido.” Teller, después de todo,
sólo “ la llevaba” . Términos referentes a la maternidad también se utilizaron en
la provisión de “ nutrición” (el mantenimiento de los misiles).
El general G rove envió un victorioso cable codificado al Secretario de
G uerra, Henry Stimson, a la conferencia de Potsdam; en él informaba del éxito
de la prim era prueba atóm ica: “ El doctor está de lo más entusiasmado y tam
bién seguro de que el pequeño es tan ronco com o su hermano mayor. La luz de
sus ojos puede verse desde aquí a Highhold y podría haber oído sus gritos desde
aquí hasta alcanzar mi granja” . Stimson, a su vez, informó a Churchill con una
nota: “ Los bebés han nacido bien” .
William L. Laurence presenció la prueba de la primera bomba atómica y escri-
m
hio: “l.i gran explosión llego cien segundos después de un enorme destello; el pri
niel grito de un mundo recién nacido". Id eufórico telegrama de Ldward leller a
Los Alamos anunciando el éxito ele la prueba de la bomba de hidrogeno Miket
en el atolon bniwctok, en las islas Marsball, decía: “lia sido un niño . Va mencio
né anteriormente el simbolismo de “ hnola (»ay", “el Niño Pequeño y Kl bebé
ha nacido” de la bomba de Hiroshima y del “ Hombre (»ordo" de la bomba de
Nagasaki. De acuerdo con Carol Cohn, “los científicos varones dieron a luz una
progenie con el poder último de dominar la Naturaleza, que es femenina”.
Carol Cohn menciona también en su artículo la abundancia de símbolos
abiertamente sexuales en el lenguaje de los Intelectuales de Defensa. La natura
leza de este material, que relaciona el sexo con agresión, dominación y escatolo-
gía, guarda un profundo parecido con las imágenes que se dan en el contexto de
las experiencias relativas al nacimiento (MPB III). Cohn utilizaba los siguientes
ejemplos. La dependencia americana de las armas nucleares se explicaba como
irresistible, porque “te llevas más por el mismo precio”. La explicación de un
profesor de por qué los misiles M X debían colocarse en los silos de los misiles
Minutcmean más recientes, en vez de retirar los que ya eran viejos y menos pre
cisos era: “No vas a poner el misil más hermoso que tienes en un miserable agu
jero”. Ln un momento dado, se producía la seria preocupación de que “tene
mos que endurecer nuestros misiles, porque los rusos son un poco más duros
que nosotros”. Un consejero militar del Consejo de Seguridad N acional hizo
una referencia a “liberar de un 70 a un 80 por ciento de nuestro megatonaje en
una explosión orgásmica”.
Las charlas estaban repletas de términos como propulsor eréctil vertical, pro
pulsión a dos tiempos, caídas suaves, penetración profunda y las ventajas compa
rativas de ataques prolongados en vez de espasmódicos. Otro ejemplo era la cos
tumbre popular y extendida que practicaban los visitantes de los submarinos
nucleares de dar palmaditas a los misiles, que Carol Cohn veía como una expre
sión de supremacía fálica y también de tendencias homoeróticas. A la vista de
todo este material, resultan obviamente apropiadas las críticas feministas a las po
líticas nucleares, sus referencias a la “envidia del misil” y al “culto fálico”.
Se pueden encontrar más evidencias del ámbito perinatal del inconsciente en
396
Viñeta ¡xAíticd que m uestra la c o n e x ió n en tre las a r m a s n u c le a r e s ve l s i m b o l i s
m o /jcrinatal del em b a ra z o y d el n acim ien to.
la p s i c o l o g í a d e la g u e r r a e n u n e x c e l e n t e * l i b r o ele S a m K e e n , T h e b u c e s o f 't b e
l.n e m y ; ( K e e n , I 9 S S ) . K e e n r e c o p i l o u n a c o l e c c i ó n e x c e p c i o n a l d e c a r t e l e s , d i
b a j o s de g u e r r a y c a r i c a t u r a s d e g u e r r a , d i s t o r s i o n a d o s y c a r d a d o s d e p r e j u i
c i o s , de- m u c h o s p a í s e s y p e r i o d o s h i s t ó r i c o s . D e m o s t r ó q u e la m a n e r a e n q u e s e
d escrib e y se re fle ja al e n e m i g o d u r a n t e u n a g u e r r a o u n a r e v o l u c i ó n e s u n e s t e
rco h ])o que m u e stra s o lo m í n i m a s v a r i a c i o n e s y t i e n e m u y p o c o q u e v e r c o n l a s
it i i s i i u s re a le s del |)ais y de I.i c u l t u r a a q u e s e r e í i e r e u .
:<‘ j /
Dividió estas im ág en es en varias c a t e g o r í a s ;irc|tic'fipic;is de a c u e r d o c o n las c a
e n c a r a r de fo rm a a p r o p i a d a c o n una a u t o e x p l o r a c i ó n p e r s o n a l . El m a r c o t e ó r i c o
de Sa m K een n o h a b l a e s p e c íf ic a m e n t e del á m b i t o p e r i n a t a l del i n c o n s c i e n t e . Sin
e m b a r g o , el análisis de su m a te r ia l p i c t ó r i c o reve la la p r e p o n d e r a n c i a de i m á g e n e s
g o se d e scrib e c o m o un p u lp o p e l i g r o s o , un d r a g ó n c r u e l , u n a h i d r a d e m ú l t i p l e s
ca b e z a s, una t a rá n t u la g ig a n te y v e n e n o s a , o un le v ia tá n d e v o r a d o r . O t r o s s í m b o
tru o so s y serpientes v e n e n o sa s, s o b r e t o d o v í b o r a s y b o a s c o n s t r i c t o r . E s c e n a s q u e
r ep resen ta n e s t r a n g u l a c i o n e s o a p l a s t a m i e n t o s , r e m o l i n o s v e n e n o s o s y t r a i d o r a s
a re n a s m o v e d iz a s t a m b i é n a b u n d a n en los d i b u j o s de los t i e m p o s d e g u e r r a s , r e
v o lu c i o n e s y cris is p o l í t i c a s . L a y u x t a p o s i c i ó n de d i b u j o s e f e c t u a d o s e n e s t a d o s
h o l o t r ó p ic o s de c o n s c i e n c i a , q u e r e p r e s e n t a n e x p e r i e n c i a s p e r i n a t a l e s , c o n la d o
c u m e n ta c ió n h is tó rica p ic t ó ric a r e c o p i l a d a p o r L lo y d de M a u s e y S a m K e e n s u p o
S e g ú n las n u e v a s p e r c e p c i o n e s p r o p o r c i o n a d a s p o r la s o b s e r v a c i o n e s d e la
in v e s ti g a c i ó n de la c o n s c i e n c i a y los d e s c u b r i m i e n t o s d e la p s i c o h i s t o r i a , t o d o s
lle v a m o s en n u e s t r o i n c o n s c i e n t e p r o f u n d o p o d e r o s a s e n e r g í a s y e m o c i o n e s a s o
c i a d a s c o n el t r a u m a del n a c i m i e n t o q u e n o h e m o s s a b i d o a s u m i r y a s i m i l a r a d e
c u a d a m e n t e . P a r a a l g u n o s , e st e a s p e c t o de n u e s t r a p s i q u e p u e d e s e r c o m p l e t a
a u t o c o n o c i m i e n t o , c o n el u s o de p s i q u e d é l i c o s o t é c n i c a s e x p e r i m e n t a l e s d e p s i
c o t e r a p i a , c o m o la r e s p i r a c i ó n h o l o t r ó p i c a o el r e n a c i m i e n t o . O t r o s p u e d e n t e
ne r d i f e r e n t e s g r a d o s d e c o n s c i e n c i a de la s e m o c i o n e s y s e n s a c i o n e s f í s i c a s a l
m a c e n a d a s en el nivel p e r i n a t a l del i n c o n s c i e n t e .
398
Unaviñeta política que muestra a Saddam Hussein como amenaza perinatal:
constriñendo y ahogando a niños.
400
Pintura d e una sesión psiqu edélica de dosis alta en la que las contracciones ute
rinas están represen tadas p o r ataqu es d e aves depredadoras gigantescas.
Una v iñ eta p o lític a (pág. 402) so rp ren d en tem en te p arecid a qu e describe una
grave crisis en El Salvador. Las aves dep red ad oras son substituidas p or serpien
tes gig an tescas. C o m o las aves d e p r e d a d o r a s , las vívoras y con cretam en te las
serpien tes con strictoras perten ecen a sím bolos p er inata les estándar.
4U1
tos. La v ic t o ria e x t e r i o r m á s g l o r i o s a n o p r o p o r c i o n a lo q u e se e s p e r a b a d e ella
— un a s e n s a c i ó n in t e r i o r de l i b e r a c i ó n e m o c i o n a l y r e n a c i m i e n t o e s p i r i t u a l .
T r a s los s e n t i m i e n t o s i n i c i a l e s de e u f o r i a del t r i u n f o v i e n e n , p r i m e r o u n s o
b r io d e s p e r t a r y d e s p u é s u n a a m a r g a d e c e p c i ó n . Y, n o r m a l m e n t e n o l l e v a m u
c h o t ie m p o h a s ta q u e un fa c s ím i l del a n t i g u o s i s t e m a o p r e s o r c o m i e n z a a e m e r
g er de l o s r e s t o s del a n t i g u o s u e ñ o , y a q u e la s m i s m a s f u e r z a s i n c o n s c i e n t e s
c o n t i n ú a n o p e r a n d o en el i n c o n s c i e n t e p r o f u n d o de t o d a s la s p e r s o n a s i m p l i c a
das. E s t o p a r e c e o c u r r i r u n a y o t r a vez e n la h i s t o r i a de la h u m a n i d a d , y a se t r a
R e v o l u c i ó n C o m u n i s t a en C h i n a , o c u a l q u i e r o t r o l e v a n t a m i e n t o v i o l e n t o a s o
Al r e a l i z a r m i t r a b a j o v i v e n c i a l en P r a g a , d u r a n t e m u c h o s a ñ o s b a j o el r é
g im e n m a r x i s t a , p u d e r e c o p i l a r un m a t e r i a l f a s c i n a n t e r e f e r e n t e a l a s d i n á m i
c a s p s i c o l ó g i c a s del c o m u n i s m o . C u a n d o m i s p a c i e n t e s se e n f r e n t a b a n a e n e r
g ía s y e m o c i o n e s p e r i n a t a l e s s o l í a n e m e r g e r e n la t e r a p i a t e m a s r e f e r e n t e s a la
i d e o l o g í a c o m u n i s t a . P r o n t o se h i z o o b v i o q u e la i r a q u e l o s r e v o l u c i o n a r i o s
s e n t í a n h a c i a l o s o p r e s o r e s y su s r e g í m e n e s se v e í a r e f o r z a d a p o r su r e b e l i ó n
c o n t r a la p r i s i ó n i n t e r i o r d e su s r e c u e r d o s p e r i n a t a l e s . Y , p o r el c o n t r a r i o , la
402
necesidad de co a cc io n a r y dom inar a o tro s eran un desplazamiento hacia el
exterior de la necesidad de superar el miedo de verse aplastado por el propio
inconsciente. Este peligroso enredo entre el opresor y el revolucionario es por
tan to una réplica exteriorizada de la situación que se experimentó en el canal
de nacim iento.
La ideología com unista contiene un elemento de verdad psicológica que ha
atraído a numerosas personas. La noción básica de que una experiencia violen
ta de naturaleza revolucionaria es necesaria para poner fin al sufrimiento y a la
opresión e instaurar una situación de m ayor armonía, es correcta si se entiende
com o un proceso de transform ación interior. Sin embargo, es un error peligroso
p royectarlo en el mundo exterior com o una ideología política que apoye revo
luciones violentas. La falacia está en que lo que a nivel profundo es un patrón
arquetípico de muerte y renacimiento espiritual, tome la forma de un programa
ateo y antiespiritual.
Las revoluciones comunistas han tenido un gran éxito en su fase destructiva
pero, en lugar de la hermandad y la arm onía prometidas, sus victorias han ali
m entado regímenes donde reinan la opresión, la crueldad y la injusticia. Hoy en
día, cuando la Unión Soviética, económicamente arruinada y políticamente co
rrupta, se ha colapsado y el mundo comunista se ha desintegrado, es obvio, para
aquellos en su sano juicio, que este gigantesco experimento histórico, que se lle
vó a cab o a costa de millones de vidas humanas y de inimaginables sufrimien
tos, ha sido un colosal fracaso. Si las observaciones anteriores son correctas,
ninguna intervención externa puede crear un mundo mejor, a menos que vaya
ligada a una transform ación profunda de la consciencia humana.
Las observaciones de la investigación moderna de la consciencia también
arrojan luz sobre la psicología de los campos de concentración. Durante varios
años, el profesor Bastians ha dirigido terapias de LSD con personas que sufrían
el “ síndrome del cam po de concentración” en Leylen, Holanda. Se trata de una
condición que se da, muchos años después de su encarcelamiento, en aquellos
que han sido recluidos en dichos cam pos. Bastians también ha trabajado con
antiguos capos en relación a temas de profunda culpabilidad. Una descripción
artística de este trabajo puede encontrarse en el libro Sbiritti, escrito por un an-
El comienzo del parto se experim enta a m enudo en los estados h olotróp icos
como un ataque de un pulpo arquetípico.
Pintura de una sesión perinatal mediante LSD con dosis alta que representa un
episodio en el que las contracciones uterinas se experimentaron en form a de es-
trangulamiento por los tentáculos de una criatura semejante a un pulpo.
Una viñeta política en la que la Rusia zarista se describe com o un pulpo gigan
tesco que representa un gran peligro para el resto de Europa (pág- 405).
Un póster político holandés que describe a Jap ón com o un monstruoso pulpo
que amenaza con devorar a la Indonesia holandesa (pág. 405).
Slobovan Prilosevich aparece en form a de un pulpo m onstruoso que controla
toda Yugoslavia (pág. 405).
Una viñeta política que describe la crisis económica en USA en form a de pulpo
que amenaza con estrangular al presidente Cárter (pág. 406).
404
b r e ” (M an in th e c o n c e n tr a tio n c a m p a n d c o n c e n tr a tio n c a m p in m a n ). E n él
s e ñ a l a b a , sin e s p e c i f i c a r l o , q u e lo s c a m p o s de c o n c e n t r a c i ó n s o n u n a p r o y e c
c i ó n de c i e r t o t e r r e n o q u e e x i s t e en el i n c o n s c i e n t e h u m a n o : “ A n t e s d e q u e h u
biera un h o m b r e en un c a m p o de c o n c e n t r a c i ó n h a b í a u n c a m p o d e c o n c e n t r a
c i ó n en el h o m b r e ” ( B a s t i a n s , 1 9 5 5 ) . E l e s t u d i o d e l o s e s t a d o s h o l o t r ó p i c o s d e
c o n s c i e n c i a h a c e p o s i b l e i d e n t i f i c a r el nivel de la p s i q u e d el q u e h a b l a B a s t i a n s .
Un e x a m e n m á s d e t a l l a d o de las c o n d i c i o n e s g e n e r a l e s y e s p e c í f i c a s d e l o s c a m
p o s de c o n c e n t r a c i ó n n a z i s r e v e la q u e s o n r e p r e s e n t a c i o n e s d i a b ó l i c a s y r e a l i s
tas del a m b i e n t e de p e s a d i l la q u e c a r a c t e r i z a el r e v i v i r el n a c i m i e n t o b i o l ó g i c o .
L a s a l a m b r a d a s de p ú a s , las v a lla s e l e c t r i f i c a d a s , la s t o r r e s d e v i g i l a n c i a s c o n
m e tr a ll e t a s , los c a m p o s de m i n a s y g r u p o s de p e r r o s a d i e s t r a d o s , c r e a b a n c i e r t a
del n a c i m i e n t o ( M P B II). Al m i s m o t i e m p o , l o s e l e m e n t o s d e v i o l e n c i a , b e s t i a l i
406
En los campos de concentración, el abuso sexual se daba individualmente al
azar, así com o en las “casas de m uñecas,” instituciones que proporcionaban
“entretenimiento” a los oficiales. La única salida de aquel infierno era la muerte
(por una bala, a causa del hambre, enfermedades o asfixia en las cám aras de
gas). Los libros de Ka-Tzetnik 1 3 5 6 3 3 , Casa de muñecas y Amanecer sobre el
infierno (House o f dolls y Sunrise over H elf Ka-Tzetnik 1955 y 1977), ofrecen
una descripción sombría de la vida en los campos de concentración.
La bestialidad de la SS parecía concentrarse especialmente en las mujeres
embarazadas y en los niños pequeños, lo que apoya aún más la hipótesis perina-
tal. El fragm ento más impresionante del libro de Terence des Prés El supervi
viente (The Survivor) es, sin duda alguna, la descripción de un camión lleno de
bebés que fue descargado en una inmensa hoguera, seguido de una escena en la
que mujeres embarazadas eran golpeadas con porras y látigos, atacadas por pe
rros y arrastradas por los pelos mientras recibían puntapiés en el estómago, y
arrojadas después al crematorio mientras aún seguían vivas (des Prés, 1976).
La naturaleza perinatal de los impulsos irracionales manifestados en los
cam pos es evidente también en el com portam iento escatológico de los capos.
Arrojar los tazones de la comida en las letrinas y hacer a los reclusos que los re
cuperaran, obligarlos a orinarse unos a otros en la boca, eran prácticas que jun
to con la bestialidad que suponen, conllevaban el peligro de provocar epide
mias. Si los cam pos de concentración hubieran sido simplemente instituciones
que asegurasen el aislamiento de los enemigos políticos y mano de obra barata,
el mantenimiento de las normas de higiene habría sido una de las prioridades de
sus organizadores, al igual que haber procurado alojamiento para enormes can
tidades de personas. Tan solo en Buchenwald, como resultado de estas prácticas
perversas, veintisiete reclusos fueron ahogados en heces en un solo mes.
La intensidad, profundidad y la naturaleza convincente de todas las experien
cias de violencia colectiva asociadas con el proceso perinatal sugiere que no pro
ceden únicamente de libros de aventuras, películas y programas televisivos, sino
que se originan en el inconsciente colectivo. Cuando nuestro autoconociiniento
experiencia! alcanza los recuerdos del trauma del nacimiento, conectamos con un
lago inmenso de recuerdos dolorosos de la especie humana y accedemos a las e\-
40 /
Visiones de gigan tescas tarántulas q u e sim b olizan a la fém in a d ev o r a d o ra son
muy com unes en sesiones perin atales g o b ern a d a s p o r la MPB II.
Una m on struosa M adre-arañ a ex p o n ien d o a feto s d esesp erad os a torturas d ia
bólicas. Una visión encontrada en una sesión d e LSD con dosis elevada.
Tarántula gigante que representa a una M adre devoradora de una sesión d e respi
ración holotrópica experim entada durante una form ación p rofesion al (pág. 409).
Una viñeta p o lítica q u e rep resen ta a l p resid en te d e Ir a k , S ad d am H ussein en
form a de peligrosa araña (pág. 409).
D os viñetas políticas soviéticas qu e utilizan el sim bolism o d e la arañ a p a ra re
presen tar la corru pción d el cap italism o O ccid en tal y el p elig ro qu e representa
para el m undo.
la agresiva araña del im perialism o am erican o invadiendo la E u ropa O ccidental
y utilizándola com o base para su expansión atóm ica (pág. 410).
El capitalism o occid en tal ex p lo ta a la clase o b rera atrap an d o a sus m iem bros
en su tela de araña y sacándoles el dinero (pág. 411).
La am enaza iraquí al m undo sim bolizada com o una araña en form a d e Saddam
Hussein (pág. 412).
408
p e r i e n c i a s d e o t r a s p e r s o n a s q u e a l g u n a v e z se e n c o n t r a r o n e n u n a s i t u a c i ó n s e
m e j a n t e . N o es d i f íc i l i m a g i n a r q u e el n i v e l p e r i n a t a l d e n u e s t r o i n c o n s c i e n t e q u e
“ c o n o c e ” t a n í n t i m a m e n t e la h i s t o r i a d e la v i o l e n c i a h u m a n a e s d e h e c h o r e s p o n
s a b l e e n p a r t e d e la s g u e r r a s , r e v o l u c i o n e s y o t r a s a t r o c i d a d e s .
L a in te n s id a d y c a n t i d a d d e e x p e r i e n c i a s p e r in a ta le s q u e r e f le ja n las d if e r e n
t e s b r u t a l i d a d e s d e la h i s t o r i a d e l a h u m a n i d a d e s r e a l m e n t e s o r p r e n d e n t e .
410
Evolución do I. con.ol.nol. y w ^ lv w . 1 .
pectos de este fenómeno, llegó a una interesante conclusión. Sugirió que los re
cuerdos de violencia perpetrados a través de diferentes épocas de la historia han
contaminado el inconsciente colectivo, de la misma manera que los traumas de
nuestra infancia lo hacen con nuestro inconsciente individual. Según Bache, en-
411
tonces podría ser posible que cuando empezamos a experim entar estos recuer
dos colectivos, nuestro proceso interno trasciende el marco de la terapia perso
nal y participamos en la sanación del cam po de consciencia de las especies
(Bache, 1999).
El papel del trauma de nacimiento como origen de la violencia y de las ten
dencias autodestructivas se ha confirm ado a través de estudios clínicos. Por
ejemplo, parece haber una correlación importante entre el nacim iento difícil y
la criminalidad. De manera similar, la agresión dirigida hacia el interior, parti
cularmente el suicidio, parece estar psicogenéticamente relacionada con un na
cimiento difícil. Según un artículo publicado en la revista británica Lanceta la
resucitación durante el nacimiento puede suponer un alto índice de probabili
dades de intento de suicidio después de la pubertad. El investigador escandina
vo Bertil Jacobson descubrió una estrecha relación entre el tipo de nacimiento y
la forma que adoptaba el comportamiento autodestructivo. Los suicidios con
asfixia se asociaban a sensaciones de ahogo durante el nacimiento, los suicidios
violentos a algún trauma mecánico durante el mismo, y la drogadicción, que
412
llevaba al suicidio, a la adm inistración de opiáceos y/o barbitúricos durante el
parto (Jacobson et al. 19 8 7 ).
Las circunstancias del nacimiento juegan un papel trascendental a la hora de
crear una predisposición a la violencia y a las tendencias autodestructivas o, por
el con trario, a un com portam iento am oroso y a relaciones interpersonales salu
dables. El m édico francés M ichel O dent, especialista en obstetricia, ha demos
trad o có m o las horm onas liberadas durante el proceso del nacim iento y del
am am antam iento, así com o la actitud de la madre, participan en esta impronta.
Las catecolam inas (adrenalina y noradrenalina) juegan un papel importante en
la evolución com o catalizadores del instinto agresivo/protector de la madre en
el m om ento en que ocurre el nacim iento en entornos naturalmente desprotegi
dos. La o x ito cin a , prolactina y las endorfinas, son conocidas por provocar el
instinto m aternal en los animales y fom entar la dependencia y el apego. El am
biente ruidoso, caótico y de agitación de muchos hospitales provoca ansiedad,
pone en m arch a, sin necesidad, el sistema de producción de adrenalina y crea
una im pronta de la imagen de un mundo que es potencialmente peligroso y re
quiere respuestas agresivas. Esto interfiere con las horm onas que facilitan las
im prontas interpersonales positivas. Por lo tanto, es esencial conseguir para el
nacim iento un entorno tranquilo, seguro y privado (Odent, 1995).
414
Factores biográficos de la codicia insaciable
Esto nos lleva al tercer “veneno” del budismo tibetano, una poderosa fuer
za que combina las características de la lujuria, el deseo y la codicia insacia
bles. Junto con la “agresividad maligna”, estos rasgos son sin duda los cau
santes de los capítulos más oscuros de la historia de la humanidad. Los
psicólogos occidentales vinculan diversos aspectos de esta fuerza a los impul
sos de la libido descritos por Sigmund Freud. La interpretación psicoanalista
de la insaciable necesidad humana por conseguir, poseer y convertirse en algo
más de lo que se es, atribuye esta fuerza psicológica a la sublimación de los
instintos más bajos.
Según Freud, “lo que se manifiesta como... un impulso inagotable hacia
una mayor perfección, puede fácilmente entenderse como resultado de una re
presión instintiva en la que se basa todo aquello que es más precioso en la ci
vilización humana. El instinto reprimido nunca deja de esforzarse por lograr
una mayor satisfacción, que consistiría en repetir una de las primeras expe
riencias satisfactorias. Ninguna reacción o substitución, ni ninguna sublima
ción bastarían para suprimir la tensión persistente del instinto reprimido”
(Freud 1955).
Desde esta perspectiva, Freud consideró la codicia como un fenómeno rela
cionado con problemas durante el periodo de la lactancia. Según él, la frustra
ción o la indulgencia a lo largo de la fase oral del desarrollo libidinal, pueden
reforzar de tal forma la primitiva necesidad infantil de incorporar objetos, que
ésta es luego transferida durante la vida adulta mediante la sublimación de dis
tintas clases de objetos y situaciones. Igualmente, una excesiva preocupación
por el dinero estaría asociada con la fijación durante el periodo anal del des
arrollo libidinal. Así, un apetito sexual insaciable se atribuye a una fijación fáli-
ca. De igual modo, el ansia y la persecución humana son interpretadas en térmi
nos de sublimación de esta necesidad fálica instintiva. La moderna investigación
de la consciencia concibe estas interpretaciones como inadecuadas y superficia
les. Los descubrimientos revelan profundas fuentes adicionales de ansia y codi
cia en los niveles pcrinatales y transpersonales del inconsciente.
41!)
Fuentes périnatales de la co d icia in sa cia b le
416
estrategia de perdedor. Ks un enfoque erróneo puesto que no proporciona la sa
tisfacción que de ello se espera.
Cuando el objetivo no se alcanza, la insatisfacción suele atribuirse al hecho
de que hemos fracasado al no haber adoptado las medidas necesarias. En cam
bio, cuando logramos alcanzar nuestras metas, tampoco suele influir demasia
do en nuestros sentimientos. La continua insatisfacción suele por lo tanto atri
buirse al hecho de que la meta no era suficientemente ambiciosa, o a que el
objetivo en cuestión estaba equivocado. El resultado, generalmente, da lugar a
un cambio de objetivo por otro, o a un incremento de nuestras ambiciones.
En cualquiera de estos casos, el fracaso, no es correctamente diagnosticado
como consecuencia de una estrategia esencialmente errónea que no puede, en
principio, producir satisfacción. Este patrón lleva a la persecución irracional y
continua de objetivos grandiosos, causantes de muchos de los problemas de
nuestro mundo. Puede llevarse a cabo en niveles muy diferentes y no proporcio
nar una verdadera satisfacción. La única estrategia que puede reducir este com
portamiento irracional consiste en revivir, con plena consciencia e integración,
el trauma del nacimiento mediante la exploración interior sistemática.
41/
naturaleza es divina (Oios, Cristo cósm ico, Alá, Buda, Brahm án, el ía o ) y sin
embargo, el proceso de la creación nos separa y nos aliena de nuestra fuente o ri
ginal. De alguna m anera, nunca dejam os de ser con scien tes de ello, y esto se
convierte en la fuerza motivadora más profunda de nuestra psique a lo largo de
los distintos niveles de evolución de nuestra consciencia. Esta es la causa de que
tratemos de regresar a esta experiencia de nuestra divinidad. Aunque, las cond i
ciones coercitivas de nuestro desarrollo no nos permiten vivir con plenitud esta
liberación espiritual en Dios y com o Dios.
La verdadera trascendencia exige la muerte de nuestro yo separado. D ebido
a nuestro miedo a la aniquilación y al hecho de aferrarnos al ego, hem os esta
blecido sustitutos del Atman. Estos cam bian a medida que avanzam os en la vida
y son siempre distintos y concretos, según las etapas a que correspond an. Para
el feto y para el recién nacido, esto significa el estado de felicidad experim enta
do com o un “ buen ú tero ” y un “ buen p e ch o ” . Para un bebé corresp o n d e a la
satisfacción de los im pulsos fisio lóg icos b ásicos. Para el a d u lto , el p ro y ecto
Atman tiene una gran com plejidad. Cubre entonces un am plio espectro e inclu
ye, además de los alimentos y el sexo, el dinero, la fam a, el poder, la apariencia,
el conocim iento y otras muchas cosas.
Debido a que todos nosotros tenem os un profundo sentido de que nuestra
verdadera identidad es la totalidad de la creación cósm ica y el principio cread or
mismo, los sustitutos — los proyectos de A tm an— siem pre serán in sa tisfa c to
rios, sea cual sea su alcance y naturaleza. Sólo la vivencia de la propia divinidad
en un estado no ordinario de consciencia puede sa tisfa cer realm ente nu estras
necesidades más profundas. Por esta razón, la solución definitiva del ansia insa
ciable se halla en el mundo interior, no en em peños m undanos de ningún tip o,
por muy grandiosos que sean.
El poeta místico persa Rumi lo expuso con gran claridad:
El santo sabe que todas las esperanzas, deseos, am ores y apegos que las per
sonas sienten por las distintas cosas — padres, m adres, am igos, cielos, la tie
rra, palacios, ciencias, obras, com ida, bebida— son un deseo de D ios, y que
todas ellos son únicamente velos. Cuando los seres hum anos dejen este m un
418
do y vean al Rey sin estos velos, sabrán que eran velos y capas, que el ob jeto
de su deseo era en realidad “ésa única c o s a ” (Hiñes 1 9 9 6 ).
El d escu brim ien to de que las raíces de la violencia y de la cod icia hum ana
van m ucho más allá de lo concebid o por la psiquiatría trad icio n al, y de que su
presencia en la psique humana es enorm e, puede resultar bastante desalentador.
Sin em bargo, esto se suaviza, por otro lado, gracias a los nuevos e interesantes
m ecanism os terapéuticos y al potencial transform ad or de los estados holotrópi-
cos en el nivel perinatal y transpersonal de la psique.
A lo largo de los años, he visto numerosos casos de sanación emocional y psico-
som ática, así com o radicales transform aciones de la personalidad en num erosas
personas dedicadas a la búsqueda interior sistemática. Algunas de ellas que practi
can regularm ente la m editación, otras con sesiones psiquedélicas supervisadas o
participando en diversas form as de terapia o autoexploración vivencial. También
he presenciado cam bios positivos y profundos en muchas personas que recibieron
el apoyo necesario durante episodios espontáneos de crisis psicoespirituales.
La personalidad de estas personas fue cam biando de form a radical, a medida
que el contenido del nivel perinatal emergía y era integrado en la consciencia. Por
lo general, se sentían cada vez más tranquilas y cóm odas consigo mismas, y más
tolerantes con los demás, a medida que el nivel de agresividad iba decreciendo. La
experiencia de la muerte y el renacim iento psicológico y espiritual, así com o la c o
nexión consciente con recuerdos positivos del periodo pre y postnatal redujo en
ellas las am biciones y los impulsos irracionales. Esto provocó un gran cam bio en
su concepción del pasado, el presente y el futuro, y mejoró su capacidad para dis
frutar de la simplicidad de la vida, de sus actividades diarias, la com ida, el sexo, la
naturaleza y la música. O tro resultado tam bién im portante en este proceso es la
emergencia de una espiritualidad de naturaleza universal y mística, altamente con
vincente al tratarse de una profunda experiencia personal.
El proceso de apertura y transform ación espiritual suele ser profundo debi-
419
do a Lis cx p iT iriicliis tra n sp crso n a lcs, ;isí pueden darse id e n tifica cio n es con
otras personas, con un grupo hum ano, con las plantas o los anim ales, o incluso
con materias y procesos inorgánicos. O tras experiencias p roporcionan el acceso
directo a acontecim ientos que suceden en otros países, cu ltu ras o periodos his
tóricos. Se puede acceder a los reinos m itológicos y arquetípicos del in con scien
te colectiv o, luí este m ism o sen tid o, las ex p e rien cia s de unidad có sm ica y de
nuestra propia divinidad nos llevan a identificarnos con toda la creación y traen
consigo asom bro, amor, com pasión y paz interior.
Lo que en un momento empezó siendo una com probación psicológica de la psi
que inconsciente se convirtió de form a autom ática en una búsqueda filosófica del
sentido de la vida y en un viaje espiritual. Las personas que han con ectad o con el
nivel transpersonal de su psique tienden a desarrollar un nuevo aprecio por la exis
tencia y un gran respeto por toda vida en general. Una de las consecu encias m ás
sorprendentes de estas experiencias transpersonales ha sido la aparición esp on tá
nea de una gran preocupación por las cuestiones hu m anitarias y eco ló g icas, y la
subsiguiente necesidad de com prom eterse con ellas. Esto tiene su base en una con s
ciencia casi celular de que las fronteras del universo son arbitrarias, así com o en el
conocim iento de que cada uno de nosotros es idéntico a la red de la existencia.
De repente se ha hecho evidente que to d o lo que le h acem os a la natu raleza
también nos lo hacem os a nosotros m ism os. M ás que ser am en azad oras, las d i
ferencias entre las personas han resultado ser interesantes y en riq u eced oras, in
dependientem ente de si esta b a n re la cio n a d a s co n el s e x o , la ra z a , el c o lo r, el
idioma, las convicciones políticas o las creencias religiosas. Es evidente que una
transform ación de este tipo aum entará nuestras posibilidades de sobrevivir si se
da a una escala lo suficientem ente grande.
Algunas de las intuiciones profundas que la gente ha exp erim en tad o en e sta
dos h o lo tró p ico s de co n scien cia están d irecta m en te re la c io n a d a s co n la crisis
420
global actual y su vinculación con la evolución de la consciencia. Muestran que
hemos exteriorizado en el mundo moderno muchos de los temas esenciales del
proceso perinatal que las personas en profunda transformación personal debe
rían afrontar interiormente. Los mismos elementos que encontramos en el pro
ceso de muerte y renacimiento psicológico de las experiencias visionarias se han
convertido en las escenas cotidianas que aparecen en los noticiarios de la tele.
Esto es particularmente cierto en lo que hace referencia al fenómeno que carac
teriza la tercera matriz perinatal básica (MPB III).
Todos podemos observar como se está dando rienda suelta al impulso agre
sivo en las numerosas guerras y revoluciones mundiales, en el aumento del índi
ce de criminalidad, en el terrorismo, y en las sublevaciones raciales. Igualmente
dramática es la creciente represión sexual, así como la liberación de los impul
sos sexuales, tanto desde una perspectiva sana como problemática. Las expe
riencias sexuales y los comportamientos están adoptando formas sin preceden
tes que se manifiestan en una mayor libertad sexual para los más jóvenes, la
liberación homosexual, la promiscuidad general, los matrimonios abiertos, el
alto índice de divorcios, la abundancia de revistas pornográficas, juegos y pelí
culas eróticas, experimentación sadomasoquista y demás formas.
El elemento demoníaco es cada vez más obvio en el mundo moderno. El re
nacimiento de los cultos satánicos y de la brujería, la popularidad de los libros y
las películas de terror con temas de ocultismo, así como los crímenes con moti
vaciones satánicas son testimonio de este hecho. La dimensión escatológica es
evidente en la progresiva contaminación industrial, la acumulación de los des
echos a escala mundial, y la rápida deterioración de las condiciones sanitarias
de las grandes ciudades. También comparable, aunque de un modo más abs
tracto, es la creciente corrupción y degradación política de los círculos políticos
y económicos.
Numerosas personas con quienes hemos trabajado han visto cómo la huma
nidad tenía que enfrentarse, bien a la aniquilación colectiva, bien a un salto en
la conciencia sin precedentes. Terence McKenna lo supo expresar con la frase
siguiente: “el cuento del mono tonto, de una forma u otra, ya pasó a la histo
ria.” (McKenna 1992). Parece que todos estamos involucrados en un proceso
quo parece correr on paralelo a la muorto y al renacimiento que las personas han
experimentado individualmente en sus estados holotropicos de consciencia. Si
seguimos expresando exteriormente estos nefastos impulsos agresivos y auto-
destructivos, originados en la profundidad de nuestro inconsciente, acabaremos
destruyéndonos a nosotros mismos y a la vida de nuestro planeta. Al contrario,
si logramos, a gran escala, interiorizar este proceso, puede que asistamos enton
ces a un progreso evolutivo que nos lleve tan lejos como lo estamos, en estos
momentos, de los primates. Por utópico que esto pueda parecer quizás constitu
ya nuestra única oportunidad.
Miremos ahora hacia el futuro y exploremos el modo en que los conceptos
que han emergido de la investigación de la consciencia, del campo transperso
nal, y del nuevo paradigma científico podrían utilizarse en el mundo. Bien es
cierto que, aunque los logros son impresionantes, la nueva ideología sigue sien
do una especie de mosaico más que una visión del mundo definida y concreta.
Es necesario mucho trabajo para poder acumular una información más amplia
y mejores teorías, además de lograr una síntesis creativa. Por otra parte, la in
formación existente debe abarcar audiencias más amplias para que se dé mun
dialmente un impacto significativo.
Aunque, incluso un cambio intelectual radical a gran escala hacia un nuevo
paradigma no sería suficiente para aliviar la crisis global e invertir el curso des
tructivo en el que estamos, esto supondría una profunda transformación espiri
tual y emocional de la humanidad. Si utilizamos las evidencias existentes, pode
mos sugerir algunas estrategias que podrían facilitar y apoyar un proceso de
este tipo. Los esfuerzos para transformar a la humanidad deberían empezar con
una prevención psicológica a edades muy tempranas. Los datos de la psicología
prenatal y perinatal indican que se podrían conseguir logros importantes cam
biando las condiciones del embarazo, del parto y, tras éste, de los cuidados diri
gidos al bebé. E^sto incluiría una mejora de la preparación emocional de la ma
dre durante el embarazo, un parto natural en un entorno psicológica y
espiritualmente consciente, así como cultivando un contacto emocional entre la
madre y el bebé durante la fase posparto.
La importancia de esta última fase ha sido tratada en numerosas ocasiones.
422
Siem pre se recalca lo esencial que es el periodo del am am antam iento y lo dra
m áticas que pueden llegar a ser unas condiciones traum áticas durante la infan
cia. Esta es un área que precisa una educación continuada y guiada. Sin em bar
g o , p ara llevar a la p rá ctica estos princip ios con o cid os en teoría, los mismos
padres deben haber llegado a cierto nivel de madurez y estabilidad em ocional.
Es bien sab id o que los p ro blem as se trasm iten de generación en generación,
y por esto estam os tratan d o aquí del típico problem a del pez que se muerde la
cola.
T an to la psicología hum anista com o la transpersonal han desarrollado mé
todos de au toexp loración vivencial que contribuyen eficazmente a la sanación y
a la tran sform ación personal. Algunos de estas técnicas se remontan a tradicio
nes muy antiguas, m ientras que otras representan adaptaciones modernas de lo
que eran antiguas prácticas espirituales. Algunas conllevan una relación entre el
clien te y el terap eu ta, m ientras que otras pueden practicarse en el contexto de
gru p os de au toay u d a. El tra b a jo sistem ático con estas técnicas puede llevar a
experien cias de apertura espiritual; es decir a un desplazamiento que es impres
cin d ib le a escala m undial para que las especies de nuestro planeta sobrevivan.
T am bién es esencial que divulguemos la inform ación acerca de estas posibilida
des y logrem os que haya un núm ero de personas suficiente interesado en ellas.
P arecem o s estar m etidos en una carrera con tra reloj sin precedentes en la
historia de la hum anidad. Lo que está en juego es, ni más ni menos, el futuro de
la vida en el planeta. Si seguimos conservando las viejas estrategias, que son cla
ram ente au tod estru ctivas, será im probable que la vida humana sobreviva. Sin
em bargo, si se da una tran sform ación interior en un número suficiente de per
sonas, quizás alcancem os un nivel de evolución de la consciencia que haga justi
cia al nom bre que hemos dado ha nuestra especie: h o m o sapien s.
CAPÍTULO DIEZ
Psique y cosmos
426
cho más cualificado para dicha tarea (Tam as 1 9 9 1 , 1995 y en preparación). En
este co n tex to , me limitaré a presentar un breve informe de los cambios de esta
tus de la astrología a lo largo de la historia y a explorar las evidencias que sur
gen de la moderna investigación de los estados holotrópicos de consciencia que
apoyan esta ancestral disciplina.
La astrología es un antiguo arte y una ciencia que probablemente tiene sus
orígenes en el tercer m ilenio a. C. en M esopotam ia y se difundió desde ahí a
India y G recia. Se basaba en la doctrina de la sim patía universal. Este aspecto
básico, expresado en la frase “arriba com o a b a jo ,” constituye asumir que el mi
crocosm os de la psique humana refleja el m acrocosm os, y que los acontecimien
tos terrestres son un espejo de los celestiales. En la Grecia de la época helénica,
los astrólogos pulieron las com putaciones astronómicas y asignaron específicas
deidades m íticas a los planetas individuales. Luego utilizaron dicho sistema
para predecir los acontecim ientos colectivos, así com o aquellos de las vidas de
los individuos.
La com prensión del significado de los planetas, su posición y aspecto geo
m étrico, así com o sus influencias específicas sobre los asuntos humanos se uni
ficaron por prim era vez en la astrología de Ptolom eo. En los siguientes siglos,
g eneracio nes de astró log o s am pliaron, revisaron y pulieron el sistema de
Ptolom eo. En su form a griega, plenamente desarrollada, la astrología dominó
prácticam ente durante 2 0 0 0 años la religión, la filosofía y la ciencia pagana y
po steriorm en te la Europa cristian a. Los astrólogos modernos, utilizando los
avances astronóm icos que hicieron posible la invención del telescopio, añadie
ron al antiguo sistem a los tres planetas exteriores: Urano, Neptuno y Plutón,
que no eran conocid os por los antiguos, y estudiaron y describieron su signifi
cado arquetípico.
Al igual que m uchos otros sistemas esotéricos, la astrología fue una de las
víctim as del racionalism o y m aterialism o de la Revolución Científica. Fue re
chazada, no en base a pruebas científicas de que sus premisas fueran falsas, sino
por su incom patibilidad con las presunciones metafísicas de la ciencia occiden
tal dom inada por el m aterialism o m onístico. Existiendo razones importantes
más concretas para el rechazo de la astrología a cargo de la ciencia materialista.
1 .i ciencia o cu Jn it.il describe el universo com o un sistema mecánico imper
sonal e manun.ulo, una super'máquina que se crea a sí misma y está gobernada
por leyes mecánicas impersonales. I,a vida, la consciencia y la inteligencia se
consideran, en mayor o menor medida, com o productos de la materia.
Contrastando con esta visión, el supuesto básico de la astrología es que el c o s
mos es la creación de una inteligencia superior que se basa en un plan maestro
complejísimo y que refleja un orden y propósito superior.
l a perspectiva astrológica refleja íntimamente el significado original de la
palabra griega kosmos que describe el mundo como un orden inteligible, con
patrones, así como un sistema interconectado de una forma coherente con la
humanidad como parte integral del todo. Según este punto de vista, la vida hu
mana no es el resultado de fuerzas fortuitas dirigidas por un azar caprichoso,
sino que sigue una trayectoria preordenada que se sintoniza con los movimien
tos de los cuerpos celestes y por lo tanto puede intuirse parcialmente.
El pensamiento astrológico presupone la existencia de arquetipos, principios
primordiales eternos que subyacen, informan y forman la estructura del mundo
material. La tendencia a interpretar el mundo en términos de principios arquetí-
picos surgió por primera vez en la antigua Grecia y fue una de las características
más sorprendentes de la filosofía y cultura griega. Los arquetipos pueden consi
derarse desde diferentes perspectivas. En la épica de Homero adoptan la forma
de figuras mitológicas personificadas, en forma de deidades, com o Zeus,
Poseidon, Hera, Afrodita o Plutón. En la filosofía de Platón y Sócrates, se des
criben como puros principios metafísicos, Ideas o Form as. Poseen, en sí mis
mas, una existencia independiente en un ámbito que no es accesible a los senti
dos humanos ordinarios. En la época moderna, C. G. Jung llevó el concepto de
arquetipos a la psicología, describiéndolos básicamente como principios psico
lógicos (Jung 1959).
La existencia de dimensiones invisibles y ocultas de la realidad constituye
una idea ajena a la ciencia materialista, sino es el caso de que sean de naturaleza
material y puedan ser accesibles mediante el uso de instrumentos que amplíen el
alcance de nuestros sentidos, como puedan ser los m icroscopios, telescopios o
sensores que detecten distintas frecuencias de la radiación electrom agnética.
428
A d em ás, c o m o ya h em os c o m e n ta d o , los p siq u iatras acad ém ico s utilizan un
m a rc o co n c e p tu a l muy e strec h o que se lim ita a la b iog rafía postnatal y al in
co n scie n te individual freu d iano. Según ellos, la noción y, concretam en te, la e x
p erien cia de los a rq u etip o s con stitu y e un prod u cto p ato ló g ico del cerebro que
exige tra ta m ie n to m ediante la m edicación con tranquilizantes.
O tro gran ob stácu lo para considerar la astrología con seriedad lo constituye el
pensam iento determ inista de la ciencia occidental. El universo se contem pla com o
una cad en a de cau sas y efectos, y el principio de causalidad se considera ineludi
ble p ara to d o s los procesos del universo. Una excepción em barazosa a esta nor
m a, el origen del universo y el tem a de la ‘causa de todas las causas’ no suele men
cio n arse en los debates científicos. La causalidad constituye por lo tanto la única
clase de influencia que los críticos de la astrología pueden por regla general imagi
n ar y to m a r en co n sid era ció n . La idea de un efecto directam ente material de los
planetas sobre la psique y el m undo es, naturalm ente, inconcebible y absurda.
P or ú ltim o, el acen to que pone la astrología en el instante del nacim iento no
tiene sen tid o alguno para la psiqu iatría y la psicología académ icas, que no co n
sideran el n acim ien to b iológ ico co m o un acontecim iento psicológicam ente rele
vante y no reco n o cen el nivel perinatal del inconsciente. Lo que se basa en la su
p o s ic ió n , m uy d is cu tib le , de que el c e re b ro de un recién nacid o no puede
reg istrar el im p acto tra u m á tico del n acim ien to , puesto que el proceso de mieli-
n iz a ció n (la fo rm a ció n de la cap a grasa de m ielina que cubre las neuronas) de
su ce re b ro no está com p leto en el m om ento del nacim iento.
V arias d écad as de investigación sistem ática de los estados holotrópicos han
g e n e ra d o gran ca n tid a d de d a to s que ponen en en tred ich o estas suposiciones
b ásicas de la ciencia m aterialista y apoyan las evidencias de la astrología. Dichas
ob serv acio n es m uestran:
La e x isten cia de exp erien cia s tran sp ersonales que apuntan a un cosm os
an im a d o que está im p reg nad o de co n scien cia y de inteligencia cósm ica
creativa
La po sibilid ad de una exp erien cia d irecta de las realidades espirituales,
incluyendo las figuras y ám bitos arquetípicos
m
l a existen cia J e sin cro n ía s que representan una a ltern a tiv a im p o rta n te y
430
ra popular, escritos por autores de orientación junguiana, sugieren que nuestras
características y com portam iento personales reflejan la dinámica de los podero
sos principios arquetípicos (Shinoda Bolen 1 9 8 4 , 19 8 9 ) y que representamos te
mas típicam ente arquetípicos en nuestra vida cotidiana (Campbell 19 7 2 ).
Una característica im portante de los arquetipos es la de que no están confi
nados en el cereb ro hu m ano, sino que operan desde ám bitos trascendentales y
ejercen una influencia sin crónica, tanto sobre las psiques individuales com o so
bre los a co n te cim ie n to s del m undo físico. El m atrim onio entre la astrología
cien tífica y la psicología arquetípica, basado en el trab ajo de C. G. Jung, repre
senta un extraord in ario avance en am bos cam pos. Lleva la precisión matem áti
ca .de la astronom ía al m undo creativo e imaginativo de la psicología profunda,
e n riq u ecien d o en gran medida las posibilidades de las especulaciones teóricas
así co m o de las predicciones clínicas.
Los psiquiatras y psicólogos académ icos han considerado la idea de Jung de
los arq u etip o s co m o algo sin fundam ento y especulativo, y han rechazado to
m árselo en serio . Sin em barg o, la investigación m oderna de la consciencia ha
co n firm ad o la existen cia de los arquetipos más allá de cualquier duda razona
ble, m ostrand o que pueden experim entarse realm ente en los estados holotrópi-
co s de co n scie n cia. H e pu blicad o en otro co n tex to casos que ilustran el modo
en que las exp erien cias tran sp ersonales, que incluyen arquetipos, pueden pro
p o rcio n ar nueva inform ación sobre las realidades m itológicas de culturas des
cono cid as para quien los experim enta (G rof 1 9 8 5 , 1 9 8 8 , 1 992).
432
El principio de sincronía como alternativa significativa a la causalidad lineal
fue descrito de forma amplia por Cari Gustav Jung. Según él, la sincronía cons
tituye un principio de conexión acasual que hace referencia a coincidencias sig
nificativas de acontecimientos separados en el tiempo y/o el espacio (Jung
1960). Aunque Jung tuvo un interés general por las coincidencias peculiares de
la vida, estaba básicamente interesado en aquellas en las que distintos aconteci
mientos externos estaban significativamente conectados con experiencias inter
nas, por ejemplo los sueños, las fantasías y las visiones.
Lo que el llamaba sincronía era la variedad de coincidencias extraordinarias.
Definía la sincronía de esta clase como la “producción simultánea de un estado
psíquico con uno o más acontecimientos externos que aparecían como paralelis
mos significativos al estado subjetivo del momento.” La sincronía puede adoptar
muchas formas distintas; algunas de ellas conectan a los individuos y a los aconte
cimientos de lugares distantes y otras lo hacen a lo largo del tiempo.
Debido a la creencia, tan enraizada, en la causalidad como ley básica de la
naturaleza, Jung dudó durante varios años antes de publicar sus observaciones
de acontecimientos que no casaban con dicho molde. Pospuso la publicación de
su trabajo sobre el tema hasta que él y otros hubieran recopilado literalmente
cientos de ejemplos convincentes de sincronía, asegurándose totalmente de que
tenía algo valido sobre lo que informar. También fue importante para él recibir
el apoyo para su concepto de sincronía de dos pioneros de la física moderna,
Albert Einstein y Wolfgang Pauli. En relación a lo que estamos discutiendo, es
interesante el hecho de que Jung en su revolucionario ensayo Sincronía: un prin
cipio conector acausal (Jung 1960) examinara específicamente la astrología.
En el trabajo con los estados holotrópicos, la producción de sincronías ex
traordinarias es tan común que no plantea duda alguna sobre el hecho de que
representan una alternativa importante a la causalidad como principio conec
tor. En la práctica meditativa, la terapia psiquedélica, la respiración holotrópica
y las crisis psicoespirituales espontáneas (‘emergencias espirituales’), los conte
nidos que surgen del inconsciente y de la supraconsciencia a menudo entran en
un juego de intercambios con distintos aspectos de la realidad consensuada. Lo
que desafía nuestras suposiciones más básicas sobre la realidad y disuelve toral-
m a n e la nítida distinción que normalmente establecemos entre el mundo inte
rior y el mundo exterior.
Un ejemplo típico lo constituye la incidencia de sincronías sorprendentes en
las vidas de personas implicadas en el acto de revivir e integrar conscientemente
los recuerdos del nacimiento biológico. Cuando el proceso de exploración inte
rior los acerca a la experiencia de la muerte del ego, pero no llega a com pletar
se, dichos individuos se encuentran a menudo, en su vida cotid ian a, con una
sorprendente acumulación de situaciones peligrosas, lesiones y accidentes. Es
importante acentuar que estoy hablando de acon tecim ientos producidos por
otras personas o circunstancias externas, y que no son el resultado de las te n
dencias autodestructivas de los mismos sujetos.
Cuando dichas personas experimentan en su proceso interno la muerte del
ego y el renacimiento psicoespiritual, dichas situaciones tienden a aclararse tan
mágicamente com o se han producido. Da la sensación de que en esta fase de
transformación personal el individuo deba afrontar el tema de la destru cción,
pero que tenga la opción de experimentarla com o un proceso interno o c o m o
un acontecimiento real de la vida. Esto es exactamente lo que observan los as
trólogos en relación con el efecto de los tránsitos planetarios difíciles.
Igualmente, sincronías notables acompañan distintas modalidades de e xp e
riencia transpersonal. Los acontecimientos sincrónicos acom pañan con frecuen
cia el acto de revivir las experiencias pasadas. También son muy frecuentes en el
momento de la confrontación interna con las imágenes arquetípicas. Cuando la
gente inmersa en este intenso proceso interno afronta los temas del Animus, el
Anima, el Anciano Sabio, o la Diosa M adre Terrible, muy a menudo se m a n i
fiestan en la vida cotidiana representaciones humanas apropiadas de dichas fi
guras.
De un modo sem ejante, cuando una persona tiene una fuerte e xperiencia
chamánica que incluye a un espíritu animal guía; dicho animal puede aparecer
de repente, de distintas formas, en la vida de la persona con una frecuencia que
va más allá de una probabilidad razonable. M u c h a gente ha e xp e r im e n ta d o
también que cuando se com prom ete, de m odo altruista, con un pro y ecto que
está inspirado por un ámbito transpersonal de la psique, suelen producirse sin-
434
cronías sorprendentes que facilitan su labor. Yo mismo he experimentado y des
crito ejemplos de esta clase (Grof 1998).
I.a primera señal de que podía darse una conexión extraordinaria entre la
astrología y mi investigación de los estados holotrópicos se dio cuando Richard
Tamas observó que mi descripción de la fenomenología de las cuatro matrices
pcrinataics, basada en observaciones llevadas a cabo de un modo independiente
muchos años antes de que supiera nada de astrología, mostraba una semejanza
sorprendente con la descripción de los arquetipos astrológicos asociados con
los cuatro planetas exteriores del sistema solar.
Kl aspecto positivo de la BPM I, el hecho de revivir los episodios de una exis
tencia intrauterina sin problemas, con su acento en la disolución de los limites,
el éxtasis oceánico, los sentimientos cósmicos de unidad, trascendencia y las di
mensiones místicas de la realidad, son algo claramente neptuniano. Lo mismo
reza para los aspectos negativos de la BPM I, asociados con experiencias regre
sivas de trastornos prenatales. Kn este caso la disolución de fronteras o límites
no es mística sino de naturaleza psicótica; conduce a la confusión, el engaño, la
sensación de envenenamiento químico y la percepción paranoica de la realidad.
También hemos examinado antes las conexiones entre dicha matriz y la intoxi
cación alcohólica o la adicción narcótica. Todas ellas cualidades que los astró
logos describen como la sombra del arquetipo de Neptuno.
Características destacadas de la BPM 11 son la preocupación por el envejeci
miento y la muerte, un parto difícil, depresión, opresión, constricción e inani
ción. Hsta matriz produce sensaciones de incompetencia, inferioridad y senti
miento de culpa. Se asocia con el escepticismo y una visión muy pesimista de la
436
existencia, una devastadora crisis de sentido, incapacidad de disfrutar de nada y
pérdida de cualquier conexión con la dimensión divina de la realidad. En astro-
logia, todas estas cualidades son atributos del arquetipo de Saturno.
La precisa corresp o nd encia astro lóg ica con los aspectos vivenciales de la
BPM III son particularm ente extraordinarios y sorprendentes, puesto que dicha
matriz representa una com binación desacostumbrada de elementos característi
cos de la fase final del nacim iento biológico: una confianza total en un impulso
elem ental, el choque de energías titánicas, éxtasis dionisiaco, nacimiento, sexo,
ren acim ien to , evacu ación y escatolog ía. B ajo el punto de vista astrológico se
trata de atributos del arquetipo de Plutón.
Por últim o, la fenom enología de la BPM IV se relaciona de un modo estre
cho con el árquetipo de Urano. Se caracteriza por aspectos com o una resolución
inesperada y sorprendente de una situación difícil, la ruptura y trascendencia de
los límites y las visiones internas esclarecedoras, así com o la Epifanía prometéi-
ca y el ascenso a un nuevo nivel de consciencia.
Algo aún más sorprendente que la apreciación de Richard Tam as de estos
inesperados paralelos entre la fenom enología de las matrices perinatales y los
arquetipos planetarios fue el descubrimiento de que en los estados holotrópicos
la confrontació n vivencial con dichas matrices suele realmente producirse en el
m om ento en que el individuo im plicado tiene importantes tránsitos de los pla
netas correspondientes. A lo largo de los años, hemos podido confirmar esta re
lación con miles de observaciones específicas. Lo que ha resultado ser la larga
m ente buscada piedra R osetta de la investigación de la consciencia que
proporcionó la clave para la comprensión de la naturaleza y el contenido de los
estados holotrópicos, ya fueran espontáneos o inducidos. Lo que también posi
bilitó hacer notables y precisas predicciones del contenido arquetípico de las se
siones holotrópicas y psiquedélicas.
Este sistema referencial del que hablo implica relaciones angulares mutuas
entre diez lum inarias (sol, luna y los ocho planetas) en el horóscopo natal (as
pectos) y las relaciones angulares entre las posiciones natales de los mismos diez
cuerpos y sus posiciones en cualquier momento particular (tránsitos). Además,
las relaciones de dichas luminarias con un sistema ele coordenadas que implican
el eje a scc ndc*11tc/descáldente y el eje zenit/nadir tiene un papel importante en la
astrología.
Estamos hablando por lo tanto de un mareo conceptual y de un sistema refe
rencia! de una complejidad considerable. No podemos hacer justicia a este fas
cinante tema y explicarlo de un modo amplio en el con texto de este libro.
Ademas, presupongo que muchos de los lectores tiene un conocim iento muy ge
neral de la astrología y otros ninguno. Dicha tarea por lo tanto deberá reservar
se para una publicación posterior dedicada específicamente a este tema, que es
pero escribir algún día, en el futuro, en colaboración con Richard Tam as.
En este aspecto, remito a aquellos interesados en profundizar en el tema a
las fuentes que proporcionan los expertos en el campo, en particular al trabajo
de Robert Hand y Richard Tamas. Robert Hand ha escrito un libro fundamen
tal sobre la comprensión de los tránsitos planetarios (Hand 1 9 7 6 ). La obra
maestra de Richard Tam as, P assion o f t h e W estern M in d (Tam as 1 9 9 1 ) sobre
el desarrollo del pensamiento europeo desde los presocráticos a la época post
moderna tiene una secuela rigurosamente docum entada, titulada P sy ch e a n d
Cosmos, que proporciona los correlatos astrológicos a este trabajo (Tam as, en
prensa). El libro de Tam as, P ro m eth eu s th e A w a k en e r (Tam as 1 9 9 5 ), que ex
plora el significado arquetípico del planeta Urano, es un buen ejem plo de este
enfoque a la psicología y a la astrología arquetípica.
Por las razones descritas anteriormente, un debate com pleto y amplio sobre
la importancia de la astrología para la investigación de la consciencia, la psi
quiatría y la psicología está fuera del alcance de este libro. Sin em bargo, este
tema es de importancia tan capital para el trabajo con los estados holotrópicos
que esbozaré por lo menos un breve bosquejo de los principios básicos de la as
trología y su aplicación a dicho ám bito. Espero que genere interés en aquellos
lectores que no estén familiarizados con esta disciplina para que busquen más
información en la rica literatura astrológica. Evidentemente, la valoración defi
nitiva de esta extraordinaria herramienta exige una exposición personal a la as
trología, ya sea en el papel de cliente o de astrólogo experto y enraizado o, me
jor aún, aprender lo suficiente de astrología para ser capaz de hacer
observaciones propias.
438
La carta natal, u horóscopo, constituye una imagen bidimensional de la si
tuación en el cielo en la época en que nace la persona. Se trata de un círculo di
vidido en cuatro cuadrantes por un eje vertical y horizontal. La circunferencia
de dicho círculo esta subdividida en 3 6 0 grados y doce segmentos de 30 grados,
cada uno de ellos asignado a uno de los doce signos d el zo d ia co . Este constituye
el trasfondo general en relación al que el horóscopo muestra las posiciones de
los planetas en el momento de nacer y las relaciones angulares entre ellos.
Los planetas representan los principios arquetípicos básicos o fuerzas, y sus
relaciones angulares, o a s p e c to s , reflejan las relaciones entre dichos arquetipos.
En astrología existen diez p la n eta s, puesto que dicho término también se utiliza
para el sol y la luna. Lo que es consistente con el significado original de la pala
bra griega p la n e te s , que significa deam bu lar. Se trata de un cuerpo celeste que
tiene su trayectoria autónom a y no sigue los movimientos generales de los cie
los. Al igual que los planetas, los signos astrológicos están conectados con ener
gía arquetípica específica.
Los cuatro puntos en los que las coordenadas conectan con la circunferencia
del círcu lo tiene un sentido especial. Se denominan a scen d en te, d escen d en te,
m e d io d e l cielo o zen it y nadir. El planeta que se eleva por encima del horizonte
en el m om ento del nacim iento, aparecerá en la carta cerca del ascendente, el
que está justo por encima de la cabeza se posiciona en medio del cielo, y el que
se está poniendo se señalará en el descendente. El planeta situado al fondo de la
carta estará debajo del pie, en la zona invisible del cielo. Si un planeta se locali
za, en el momento del nacimiento de una persona, en una estrecha órbita en es
tos cuatro lugares, se considera que el correspondiente arquetipo tiene una in
fluencia particularmente fuerte en la vida de esta persona.
Repasem os brevemente las cualidades de los arquetipos asociados con los
planetas individuales y sus energías específicas, empezando por las dos lumina
rias, el Sol y la Luna. El Sol representa el principio básico de la energía vital y de
la identidad personal, el núcleo brillante de la personalidad, o el sí mismo cons
ciente. También dirige la voluntad y la tendencia a expresarse a sí mismo como
un individuo autónom o. La energía arquetípica del Sol es de naturaleza mascu
lina, o yang y el Sol también puede reflejar figuras masculinas importantes de la
pmpi.i vida. l os arquetipos de cualquier planeta ipic conform an aspectos im
portantes con el Sol tendrán mía influencia particularmente fuerte en la vida y
el carácter de la persona.
Por contraste, la L im a refleja las partes de uno mismo que están ocultas al
ego consciente, la matriz profunda y el sí mismo psicosomático. Kstá estrecha
mente relacionada con los aspectos emocionales e instintivos reactivos de la per
sonalidad y con los aspectos de la psique de los que somos inconscientes. Dicho
arquetipo muestra asociaciones con el principio femenino, o yin, con la relación
temprana madre-hijo y la infancia, con importantes figuras femeninas de la pro
pia vida y de la herencia ancestral. Los arquetipos de los planetas que c o n f o r
man aspectos importantes con la Luna suelen ser particularmente importantes
en la vida de la persona; lo que se manifestará en las partes de la propia vida
que están gobernadas por la Luna.
Kl arquetipo de M ercurio representa el intelecto, la razón, o el Logos.
Gobierna actividades mentales, la capacidad de percibir y aprender, conceptua-
lizar y articular ¡deas, así com o utilizar las palabras y el lenguaje. T am bién se
asocia con la capacidad de moverse, el transporte, com unicar con otras perso
nas, conectar con ellas y comunicar ideas. Importantes aspectos entre M ercurio
y otros planetas reflejan el modo en que reciben y transmiten info rm ac ió n , la
naturaleza de su funcionamiento intelectual, y el hecho de centrarse en su edu
cación. La expresión mitológica de este arquetipo la constituye el dios griego
Hermes (el M erc urio rom ano), el m ensaje ro de los dioses y el p s i c o p o m p o o
efecto desencadenante que guía a las almas entre realidades.
Hl arquetipo de Venus se asocia por encima de todo con el principio de am or
o hros. Kncuentra su expresión en el aspecto yin de la sensualidad y de la sexua
lidad, en el deseo de enamoramiento, paternidad y relaciones sociales, así c o m o
en el proceso de atraer y ser atraído por los demás. Venus también gobierna la
sensibilidad estética y su expresión en las actividades artísticas, así co m o la bús
queda de armonía. Importantes aspectos que comunican a Venus con otros pla
netas muestran correla ciones significativas con la capacid ad de dar y recib ir
afecto y amor, con la naturaleza de nuestras interacciones sociales, y en c on cre
to el compromiso romántico, así com o los intereses artísticos, los talentos, los
440
impulsos y las capacidades expresivas. Dicho arquetipo encuentra su expresión
mitológica en la figura griega de Afrodita, la Venus romana, la diosa del amor y
de la belleza.
El arquetipo de Marte representa el principio de la energía dinámica, del im
pulso iniciador y motor. En el ámbito material, se asocia con las fuerzas de la
naturaleza y de la tecnología, las guerras y otros acontecimientos poderosos y
violentos, la vitalidad y la destreza atlética, así como el aspecto yang de la se
xualidad. En la psique, gobierna la ambición, la asertividad, la competitividad,
el valor, la ira y la violencia. Aspectos importantes o tránsitos que implican a
M arte tienden a coincidir con comportamientos asertivos y agresivos, conflictos
y enfrentamientos, así como la disposición hacia la impulsividad y el hecho de
producirse daños. En mitología, Marte, el Aries romano, es el dios de la guerra.
Jú p iter es el arquetipo asociado con el crecimiento, la expansión, el éxito, la
felicidad y la buena fortuna. Gobierna la tendencia al optimismo, la experiencia
de abundancia, la búsqueda de lo que es mejor o superior, la generosidad y la
magnanimidad. Además, está conectado con la apertura mental, las perspecti
vas de largo alcance, las normas morales elevadas, los ideales filosóficos, la ri
queza intelectual y la amplitud cultural. Debido a estas características, Júpiter
se denominaba a menudo el Gran Benefactor. Su aspecto de sombra lo constitu
ye el exceso de indulgencia, la autoimagen hinchada, la excentricidad, lo extra
vagante y los excesos de todo tipo. Júpiter (el Zeus griego) es la deidad suprema
del panteón romano y el rey de los dioses del Olimpo.
El arquetipo planetario de Saturno es, en muchos casos, el opuesto a Júpiter.
A menudo denominado el Gran M aléfico, Saturno, en sus aspectos negativos,
simboliza la restricción, la limitación, la escasez, el déficit, la inanición, la opre
sión, la represión, la inferioridad, la culpa y la depresión. Mitológicamente ha
blando, Saturno es una deidad romana a menudo identificada con el dios roma
no Gronos; se asocia por lo tanto con la transitoriedad, el envejecimiento, la
muerte, y el fin de las cosas; es el Padre del Tiempo y La Muerte.
Sin embargo, el arquetipo de Saturno tiene también una función positiva im
portante como principio básico para enraizar nuestra existencia cotidiana, puesto
que gobierna la estructura, la realidad material de las cosas, el orden y la secuen-
441
a.i lineal de los acontecimientos. En relación al proceso del nacimiento biológico
{\ el proceso psicocspiritual muerte-renacimiento), representa la fase en la que las
contracciones uterinas comprimen periódicamente al bebe, pero cuando la cerviz
sigue todavía cerrada y parece no haber un desenlace (sin salida).
Hn la vida personal, Saturno significa responsabilidad, resistencia, madurez,
fiabilidad y fidelidad. Constituye a su vez el principio que nos enfrenta con las
consecuencias de nuestros actos en esta vida, así com o en encarnaciones ante
riores, y simboliza el elemento del superego, la ley moral, la consciencia y el jui
cio. Los aspectos principales de Saturno sugieren desafíos críticos con los que
podemos toparnos en la vida, pero también definen el trabajo que hemos de ha
cer en el mundo, y también ofrecen im portantes oportunidades para el creci
miento. Los tránsitos que implican a Saturno señalan típicamente periodos de
desarrollos críticos en la vida y épocas de ‘parto difícil.’ Traen consigo fases per
sonales complejas y tribulaciones, pero también forjan estructuras duraderas y
llevan a resultados significativos.
El arquetipo asociado con el planeta Urano no muestra correspondencias
con el dios griego Urano (Cielo) que devoró a sus hijos y que a petición de Gaia
fue castrado por Cronos. Como ha m ostrado Richard T am as, la propiedades
del arquetipo planetario de Urano pueden comprenderse m ejor en térm inos de
la figura mítica de Prometeo, el Titán que robó el fuego de los cielos para pro
porcionar a la humanidad una mayor libertad.
Urano representa el principio de sorpresa repentina, rebelión frente al status
q u o , la actividad revolucionaria, la liberación, el despertar espiritual y la ruptu
ra emocional e intelectual. Además gobierna el colapso repentino de las estruc
turas establecidas, el individualismo y la originalidad, la intuición revoluciona
ria, el genio creativo, la invención y la tecnología. En relación al proceso
biológico del nacimiento, Urano comunica de un modo más estrecho con la fase
final del parto en la que la incomodidad y las presionas culminan y se resuelven
en una liberación explosiva.
El aspecto de sombra del arquetipo de Urano (Prom eteo) encuentra su e x
presión en la anarquía, la excentricidad poco im aginativa y el actu ar de un
modo indiscriminado frente a las limitaciones y las leyes de cualquier tipo. En
442
las personas que carecen de visión profunda psicológica y espiritual, y que in
tentan resistirse a su impacto arquetípico, puede asociarse también con cambios
turbulentos de la vida en los que uno está pasivo y se convierte en una víctima
desesperada, más que en un agente activo del cambio. Cuando Urano predomi
na sobre otro planeta, tiende a liberar su arquetipo planetario con su plena ex
presión, a menudo de formas repentinas, inesperadas, poco habituales, sorpren
dentes y excitantes.
El arquetipo de Neptuno se relaciona con la disolución de las fronteras: en
tre el sí mismo y los demás, el sí mismo y la naturaleza, el sí mismo y el univer
so, entre el mundo material y las demás realidades, entre el sí mismo y Dios. Se
trata del arquetipo de la unión mística, de la consciencia cósmica y de los ámbi
tos im aginativos y espirituales. Sin em bargo, la disolución de las fronteras no
significa necesariamente trascendencia. El aspecto de sombra de Neptuno lo co
necta con la pérdida de base firme, la fuga del mundo de la realidad cotidiana
hacia un mundo de fantasía, autoengaño, la ilusión, la distorsión psicótica de la
realidad y la confusión del alcohólico o el adicto a las drogas.
N eptuno encuentra su expresión en la dicha trascendental del místico, pero
tam bién en el juego divino de m a y a que nos mantiene atrapados en el mundo
del sam sara. Puede manifestarse en la suprema claridad de la experiencia místi
ca, así com o en la confusión de la psicosis. Constituye el trasfondo del altruis
mo del santo y del yogui, pero puede conducir a la pérdida de la individualidad
con el resultado de desorientación y desesperanza.
N eptuno es el arquetipo de los sueños y aspiraciones idealistas, de la sana-
ción física y psicológica, del anhelo espiritual, de la acerada intuición, de la per
cepción extrasensorial y de la imaginación creativa. Cuando un planeta está en
un aspecto principal de Neptuno, su arquetipo tiende a debilitarse, idealizarse o
espiritualizarse. Puesto que la figura m itológica correspondiente es el dios ro
m ano del océano, Neptuno (el griego Poseidón), es un arquetipo estrechamente
relacionado con el agua, ya sea el entorno amniótico del útero, los fluidos cor
porales, o los lagos u océanos.
Plutón es el arquetipo de la energía prim ordial: el principio dinámico que
subyace a la creación cósm ica, la fuerza viral universal que propulsa a la evolu-
cion en I.) naturaleza y en la sociedad humana (Kundalini Shakti), así como la
energía destructiva (la Diosa Madre devoradora Kali). (»obierna los procesos
biológicos fundamentales del nacimiento, el sexo y la muerte; el proceso trans
formador de la muerte y el renacimiento psicoespiritual, así como las fuerzas
instintivas del cuerpo y de la psique (el yo freudiano). Pintón refleja los elemen
tos telúricos, el submundo, ya sea en el sentido físico literal (metro, estructura
de la metrópolis), en el sentido metafórico (barrio chino, crimen organizado),
sentido psicológico (inconsciente), o en el sentido arquetípico mitológico.
En relación al proceso del nacimiento biológico y su contrapartida psicoes-
pirirual, el proceso de muerte-renacimiento, Plutón corresponde a la fase en la
que el bebé se ve expulsado, a la fuerza, del cuerpo de la madre y experimenta
una lucha a vida y muerte en el canal del nacimiento. En ese momento, se des
pliegan poderosas energías físicas e intensas energías instintivas (libidinales y
agresivas). Mitológicamente hablando, Plutón (el Hades romano) es el dios grie
go del submundo. Cuando Plutón influye en otro planeta, tiene la tendencia a
intensificar y reforzar el arquetipo de dicho planeta a tal extremo que se con
vierte en una importante influencia o incluso en una fuerza compulsiva de la
propia vida. Lo que puede conducir a distintas luchas de poder y conflictos,
pero también a una transformación profunda.
Hasta ahora he descrito brevemente las características específicas individua
les de los diez arquetipos planetarios, combinando el conocimiento astrológico
tradicional con el añadido de una parte de las poderosas correciones e intuicio
nes clarificadoras de Richard Tamas. Sin embargo, lo que interesa a los astrólo
gos prácticos no son sólo las cualidades de los arquetipos, sino también los a s
p e c to s , sus relaciones angulares en la carta natal, los tránsitos y las relaciones
angulares que se forman a lo largo de la vida entre las posiciones cambiantes de
los planetas y sus posiciones en el momento de nacer.
La carta natal nos muestra la configuración global arquetípica que gobierna
nuestra personalidad y nuestra vida en su conjunto. Nos señala donde podemos
esperar tensiones y fricciones entre los principios arquetípicos implicados o, a la
inversa, la cooperación armónica entre ellos. Sin embargo, el horóscopo natal
sigue siendo el mismo a lo largo de la vida y no nos proporciona, en y por sí
444
mismo, información alguna sobre los cambios que sufrimos en distintas fases y
periodos de nuestra vida. Como sabemos, existen, de año en año, de mes a mes,
e incluso día a día, diferencias cualitativas muy importantes en nuestras expe
riencias vitales. Los astrólogos afirman que los cambios en los campos arquetí-
picos que gobiernan nuestras vidas a lo largo del tiempo están correlacionados
con los movimientos de los planetas y por lo tanto pueden predecirse. Dichas
correlaciones son el tema de una rama de la astrología conocida como astrolo-
gía de tránsitos.
La astrología d e tránsitos propone que el despliegue concreto de los poten
ciales impregnados en la carta natal está gobernado por los tránsitos planeta
rios, o sea por la relación entre las posiciones actuales de los planetas en cual
quier momento concreto y sus posiciones en el horóscopo natal. La complejidad
y la naturaleza dinámica de las relaciones resultantes es muy notable y puede
utilizarse como un claro sistema de referencia. A diferencia de algunos enfoques
convencionales — tales como los test psicológicos tradicionales— casa con la
naturaleza fluida de nuestra experiencia cotidiana, así como con la riqueza y
variabilidad del contenido de los estados holotrópicos.
La duración de los tránsitos depende de las órbitas y de la velocidad de los
planetas implicados. Las predicciones de las influencias arquetípicas en los
asuntos humanos, basadas en los tránsitos, pueden, por lo tanto, darse por pe
riodos que oscilan entre horas (luna) y días (sol, Mercurio y particularmente
Plutón). Son los tránsitos de los planetas exteriores —Saturno, Urano, Neptuno
y Plutón— los que tienen una importancia mayor a la hora de conformar nues
tras vidas, y en concreto la dinámica de nuestro desarrollo psicoespiritual y la
evolución de la consciencia.
La cualidad de la interacción mutua de dos o más arquetipos planetarios se
describe por su relación angular (medida en grados de longitud celestial a lo lar
go de la eclíptica). Por regla general, más exacta es la relación, más pronuncia
da será la interacción arquetípica. El carácter de dichas relaciones se basa en los
principios formulados por Pitágoras en su teoría de los números y de la música.
Los aspectos más importantes se obtienen dividiendo el círculo de 360" por nú
meros enteros: 1 ,2 , 3, 4, y 6, respectivamente. La cualidad de los aspectos se
44b
definí' entonces en términos del sentido pitagórico de los números correspon
dientes.
la conjunción (aproximadamente 0") se caracteriza por la poderosa con
fluencia de los dos arquetipos planetarios implicados, incluyendo sus potencia
les positivos y negativos, l.a oposición y el cuadro ( 180° y 90") representan una
interacción conflictiva (‘dura’), mientras que trine y sextile son proclives a una
interacción armoniosa y fluida (‘blanda’). Otra situación importante que une
las influencias arquetípicas es el punto m ed io; término que se utiliza cuando un
planeta se sitúa exactamente en medio de otros dos.
Kxisten otras muchas variables utilizadas en la práctica de la astrología,
como la situación de los planetas en los signos del zodiaco y las ‘casas’, que di
viden la carta en doce segmentos de treinta grados con significado específico.
También es posible utilizar varias técnicas predictivas adicionales: la progre
sión, la dirección del arco solar y los retornos lunares, los armónicos, la carto
grafía astral, etc. Sin embargo, el sistema que he esbozado brevemente propor
ciona predicciones concretas y muy ajustadas sobre distintos aspectos de la
existencia. Al igual que los arquetipos junguianos, puede utilizarse para conse
guir una comprensión más profunda de los individuos — su personalidad, pa
trones de comportamiento y el desarrollo de sus vidas— así como movimientos
culturales y desarrollos históricos que implican a un gran número de personas.
Ks importante comprender que la astrología puede utilizarse únicamente
para llevar a cabo predicciones arquetípicas, en ningún caso predicciones de si
tuaciones específicas y concretas. Puede describir que cualidades arquetípicas o
principios universales operarían en un momento concreto, indicar la naturaleza
de su interacción y, específicamente, su relación con la carta natal del individuo.
Por notables que puedan ser dichas predicciones, su alcance general tiene que
dejar suficiente espacio para que la creatividad cósmica exprese su potencial ar-
quetípico en la forma de acontecimientos y comportamientos específicos.
Incluso el mejor astrólogo no será capaz leer en la carta, con certeza, que en un
día concreto seremos aceptados en un trabajo, perderemos dinero en la bolsa,
encontremos una alma gemela, ganaremos la lotería o seremos detenidos.
(mando utilizamos la astrología en el trabajo con los estados holotrópicos,
446
la co m p lejid ad de las in terp retaciones aum enta con el núm ero de tránsitos pla
n etario s que se producen al m ism o tiem po y con la cantidad de planetas impli
cad o s en e llo s. En m u chos ca so s, dos o m ás trán sitos im portantes pueden fun
cio n a r sim ultáneam ente y sus energías pueden estar en conflicto las unas con las
o tra s. En un c o n te x to de esta n atu raleza, solo puedo proporcionar unos pocos
ejem p lo s generales del p o ten cial predictivo de los tránsitos en el caso de los es
tad os h o lo tró p ico s. Una in terp retación am plia exige a un astrólogo experim en
ta d o que v alo re una situ a ció n co n c re ta y observe la carta natal y los tránsitos
co m o un cam p o un ificad o y una gestalt integral.
En el m o m en to de un trá n sito duro en satu rn o, debem os estar preparados,
en un estad o h o lo tró p ico , para experim entar un encuentro sobrecogedor con el
lad o o scu ro de la existen cia : m uerte, envejecim iento y decrepitud, enfermedad,
d ese sp eració n , fa lta de esp eran za, pérdida d oloro sa e incom u nicación . Puesto
que la ó rb ita de Satu rn o dura unos veintiocho años, este planeta alcanza tránsi
to s d u ro s (cu a d ra d o , o p o sic ió n o c o n ju n c ió n ) cad a siete años. Entre ellas las
c o n ju n c io n e s, o r e g r e s o s d e S a tu r n o , tienen una im portancia astrológica parti
cular. D e m od o sem ejante, o tro s planetas form an regularm ente aspectos duros,
así co m o b lan d o s, de sí m ism os. C o m o en el caso de Satu rno, los intervalos en
los que esto sucede dependen de la d uración de sus órbitas. En el m om ento de
d ichos trán sito s, la energía arquetípica de dichos planetas aum enta de un modo
sig n ificativ o . L o que se produce en periodos específicos de vida humana y trae
co n sig o d esafíos ca racterístico s y oportunidades que reflejan la cualidad arque
típ ica del planeta en cu estión.
T o d a s las lu m in a ria s fo rm a n ta m b ién , las unas con las otras, trán sitos.
C u an d o sucede esto, las energías arquetípicas de los planetas implicados com bi
n an , ya sea de fo rm a a rm ó n ic a o d isco rd a n te, dependiendo de sus relaciones
an g u lares. P or e je m p lo , un tra n sito duro que com prom ete a Saturno y Plutón
tiende a a p o rta r im ágenes y experiencias de m atrices de segunda y tercera clase,
que d escriben los peores aspectos de la naturaleza humana: violencia sin freno
que se m an ifiesta en asesin ato s, rituales satán icos, guerras y revoluciones san
grien tas, violaciones, sexualidad perversa y pornográfica, y escatología. Saturno
en relació n dura con N eptun o se asocia generalm ente con imágenes de efectos
44/
letales de substancias químicas o radiación, polución y ‘útero malo.’ Los efectos
de Saturno y Urano son, en muchos aspectos, opuestos los unos a los otros;
tránsitos duros que implican a ambos arquetipos conducen a un conflicto sin
solución entre la constricción implacable y las poderosas energías que luchan
por la liberación.
A la inversa, estados profundos de unión mística y de éxtasis oceánico tie
nen mucha probabilidad de producirse bajo tránsitos suaves que implican a
Neptuno. Por ejemplo, la trinidad entre Neptuno, Júpiter y el sol, representa un
alineamiento ideal para profundas experiencias de renacimiento psicoespiritual.
Los tránsitos suaves de Urano parecen facilitar crisis liberadores, notables intui
ciones reveladoras, así como sorprendentes y fortuitas soluciones a situaciones
complicadas.
Los tránsitos suaves de Júpiter tienen la tendencia a producir en las expe
riencias holotrópicas, así como en la existencia cotidiana, expansión, dicha, una
visión optimista de la vida y joie de vivre. Júpiter, el “gran benefactor” simboli
za una influencia arquetípica tan benigna que incluso sus tránsitos duros no
suelen representar dificultades graves. Tienen la tendencia a manifestarse en
forma de exageraciones y excesos, de influencia arquetípica, del resto de los ar
quetipos planetarios implicados en los tránsitos.
Por tanto, por poner un ejemplo, un tránsito duro Júpiter/Urano puede aso
ciarse con una autoestima inflada, un comportamiento extraño y excéntrico, y
en su forma extrema con episodios maniacos. De modo semejante un tránsito
duro Júpiter/Plutón puede asociarse con el anhelo de experiencias intensas, ex
cesos en el sexo y en la comida, así como tendencias generales de bonvivant así
como una actitud carpe diem hacia la vida. Júpiter y Neptuno en tránsitos du
ros pueden conducir a una pérdida de fronteras y de enraizamiento, la fuga en
el mundo de las fantasías, una idealización ingenua de la vida, y expectativas
poco realistas.
Aunque, por regla general, menos poderosos que los tránsitos de los plane
tas externos, el tránsito de Mercurio, Venus y Marte puede influir de forma im
portante en el contenido de los estados holotrópicos. Los tránsitos de Marte
contribuyen al elemento de la energía impulsiva y a los motivos de lucha, con-
448
quista y violencia. Los tránsitos blandos de Venus aportan a la experiencia una
calidad sensual, estética, amable y romántica. Los tránsitos positivos de
Mercurio facilitan la intuición intelectual y la conceptualización adecuada de la
experiencia. Los tránsitos duros en los que intervienen Mercurio y Saturno, nor
malmente, presentan dificultades a la hora de la integración intelectual de la se
sión y una actitud escéptica con relación a la experiencia.
Tras esta introducción general, me gustaría ilustrar las notables relaciones
entre la naturaleza y el contenido de los estados holotrópicos y los tránsitos pla
netarios mediante dos historias condensadas. El primer ejemplo lo constituye
un episodio poco frecuente e intenso de una sesión de LSD mediante dosis alta,
y el segundo lo constituye una crisis psicoespiritual espontánea (“emergencia
espiritual” ).
F lo r a
M ientras trabajaba en el Centro de Investigaciones Psiquiátricas de
Maryland, fui invitado a una conferencia del equipo del Hospital del Estado de
Spring Grove. Uno de los psiquiatras estaba presentando el caso de Flora, una
paciente soltera de 28 años que había sido hospitalizada durante más de ocho
meses en una habitación aislada. Se habían intentado toda clase de terapias, in
cluyendo el uso de tranquilizantes, antidepresivos, psicoterapia y terapia ocupa-
cional, pero todas ellas habían fracasado y se estaba estudiando su traslado al
pabellón de enfermos crónicos.
Flora tenía una de las combinaciones de síntomas y problemas más compli
cadas que haya visto a lo largo de mi práctica psiquiátrica. Cuando contaba con
dieciséis años, formaba parte de una pandilla que llevó a cabo un asalto a mano
armada en el que mataron a un vigilante. Como conductora del coche destina
do a la fuga, Flora pasó cuatro años en la cárcel y luego fue puesta en libertad
bajo palabra para el resto de su sentencia. A lo largo de los tormentosos años
que siguieron, se convirtió en politoxicomana. Se hizo adicta al alcohol y a la
heroína, y frecuentemente utilizaba dosis elevadas de psicoestimulanres y barbi-
túricos. Sus graves depresiones se asociaban con tendencias suicidas violentas;
con frecuencia tenía el impulso de llevar su coche hasta un acantilado o el de
449
chocar con otro automóvil. Padecía de vómitos histéricos que se producían fá
cilmente en situaciones en las que se excitaba cmocionalmente. Probablemente
su queja mayor hacía referencia a un doloroso calambre facial “tic doloreux,”
para el que un neurocirujano del hospital John Hopkins había sugerido una
operación cerebral que consistía en cortar algunos nervios implicados. Flora era
lesbiana y tenía graves conflictos así como sentimiento de culpa en relación a
dicho asunto; nunca había tenido una relación íntima heterosexual. Para com
plicar más la situación, estaba pendiente de una causa penal por haber herido
gravemente a su novia y compañera de cuarto mientras intentaba limpiar una
pistola bajo los efectos de la heroína.
Al finalizar la exposición del caso en la conferencia de Spring Grove, el psi
quiatra que se ocupaba de él nos pidió al doctor Charles Savage y a mi si podrí
amos tomar en consideración el caso de Flora para psicoterapia con LSD. Lo
consideramos una decisión muy difícil, en particular en una época de histeria
nacional relacionada con la LSD. Flora tenía antecedentes penales, acceso a ar
mas y graves tendencias suicidas. Éramos conscientes de que el clima era tal que
si la aceptábamos en una sesión de LSD, cualquier cosa que sucediera sería au
tomáticamente adjudicado a la droga y a nuestro tratamiento, sin tener en cuen
ta su historial. Por otro lado, se había intentado todo sin éxito y Flora se en
frentaba a pasarse la vida en el pabellón de enfermos crónicos. Tras algunas
deliberaciones, decidimos arriesgarnos y aceptarla en nuestro programa de
LSD, con la sensación de que su situación desesperada merecía el riesgo.
Las dos primeras sesiones de Flora con dosis altas de LSD no fueron muy
distintas de muchas otras que había conducido en el pasado. Tuvo que enfren
tarse a distintas situaciones de su tormentosa infancia y revivir repetidamente
secuencias de su lucha en el canal del parto. Fue capaz de conectar sus tenden
cias suicidas violentas y sus dolorosos calambres faciales con ciertos aspectos
del trauma del nacimiento, así como descargar gran cantidad de intensas emo
ciones y tensiones físicas. A pesar de ello, las ganancias terapéuticas parecían
ser mínimas. F'n su tercera sesión de LSD, no sucedió nada extraordinario du
rante las dos primeras horas; sus experiencias fueron semejantes a las de las dos
sesiones previas. De repente, empezó a quejarse de que no podía soportar los
450
d olorosos .calam bres faciales. Ante nuestra vista, los calambres se acentuaron
de una form a grotesca y su rostro se heló en lo que solo podría describir como
la m ascara del diablo.
Empezó a hablar con una profunda voz de varón, y todo lo relacionado con
ella se volvió tan distinto que no podía ver conexión alguna entre su apariencia
actual y su antiguo sí mismo. Sus ojos poseían una expresión de malicia indes
criptible, sus manos estaban agarrotadas y semejaban garras. La energía extra
ña que se apoderó de su cuerpo y de su voz se presentó a sí misma como el de
m onio. “ E l” se volvió directam ente hacia mi y me ordenó que me alejara de
Flora y que abandonara mis intentos de ayudarla. Ella le pertenecía y castigaría
a cu alq u iera que tuviera la osadía de invadir su territorio. A ello le siguió un
claro chantaje, una serie de funestas descripciones de lo que me sucedería a mi,
a mis colegas y al program a, en caso de que no obedeciera. Es difícil describir la
inquietante atm ósfera que evocaba dicha escena: casi se podía sentir la presen
cia intangible de algo ajeno en la habitación. El poder del chantaje se vio am
pliado con cierta inform ación concreta a la que la paciente no podía haber teni
do acceso en su vida cotidiana.
M e vi inmerso en un estrés emocional considerable que tenía dimensiones me
tafísicas. Aunque había sido testigo de manifestaciones similares en algunas sesio
nes de LSD, nunca habían sido tan realistas y convincentes. Tuve dificultades para
controlar mi miedo y la tentación a meterme en lo que sentía podía convertirse en
un com bate activo con la presencia. Empecé a pensar rápido, intentando escoger
la m ejor estrategia para la situación que se había presentado. En un momento
dado, sopesé seriamente la posibilidad de incluir un crucifijo en nuestro arsenal
terapéutico. M i racionalización de dicha idea se basaba en que evidentemente es
tábam os frente a un arquetipo junguiano y que la cruz, bajo dichas circunstancia,
podría funcionar com o remedio arquetípico concreto.
Muy pronto se me hizo evidente que mis emociones, ya fueran fruto del mie
do o de la agresividad, hacían más real a la entidad. No pude evitar pensar en
escenas de Star T r e k , una serie de ciencia ficción, popular en los Estados Unidos,
en la que aparecía una entidad alienígena que se alimentaba de emociones.
Finalm ente, me di cuenta que era básico que permaneciera calmado y centrado.
Decidí adoptar un estado aním ico m editativo, m ientras cogía la ag arro tad a
mano de Flora e intentaba relacionarme con ella en la forma en que la había c o
nocido antes. Al mismo tiem po, intenté visualizar una cápsula de luz que nos
envolvía a ambos, lo que de forma intuitiva me pareció era lo m ejor que podía
hacer. La situación duró unas dos horas; en térm inos de la sensación subjetiva
del tiempo fueron las dos horas más largas que he experim entado fuera de mis
propias sesiones psiquedélicas.
Pasado este momento, las manos de Flora se relajaron y su rostro recuperó
su forma habitual; los cam bios fueron tan repentinos com o la ap arición de la
peculiar condición que se había producido. Pronto com probé que no recordaba
nada de estas dos horas. Luego, en el escrito posterior, d escribió las prim eras
horas de la sesión y prosiguió con el periodo que había seguido al “ estado de
posesión.” Me cuestioné seriamente si debía discutir con ella el periodo cu bier
to por la amnesia, pero decidí que no. N o parecía haber razón alguna para in
troducir este macabro tema en su mente consciente.
Para mi sorpresa, esta sesión representó un sorprendente éxito terapéutico.
Flora abandonó su tendencias suicidas y d esarrolló un nuevo ap recio por la
vida. Dejó el alcohol, la heroína y los barbitúricos y empezó a asistir, muy co n
vencida, a las reuniones de un pequeño grupo religioso en C ato n sv ille.
Prácticamente le desaparecieron los calam bres faciales, dando la sensación de
que la energía que los alimentaba se había agotado con la “ m ascara del d ia b lo ”
que había mantenido a lo largo de dos horas. El dolor que se le p resentaba de
vez en cuando era prácticam ente im perceptible y ni siquiera requería m ed ica
ción. Empezó a experim entar con relaciones h eterosexu ales y fin alm en te se
casó. Sin embargo su ajuste sexual no fue óp tim o; podía tener relaciones ín ti
mas, pero las encontraba dolorosas y no muy placenteras. Su m atrim onio se di
solvió tres meses después y Flora volvió a sus relaciones lesbianas; en esta o c a
sión, sin em bargo, sin sentim iento alguno de cu lpa. M e jo ró ta n to que fue
aceptada com o conductora de taxi. Aunque al año siguiente tuvo sus a ltib a jo s,
no tuvo que volver al hospital psiquiátrico que podía haberse convertid o en su
hogar.
Incluso un examen superficial de la carta natal de Flora y de sus tránsitos en
452
la época de su sesión, sin saber la hora exacta de nacimiento, muestra una nota
ble correspondencia con la naturaleza del contenido del episodio. La parte más
llamativa de su carta natal lo constituye un stellium que implica a cuatro plane
tas con una gama de once grados (Neptuno, Mercurio, Sol y Marte), con
Neptuno a seis grados y medio del Sol.
Mientras que el arquetipo del Sol constituye un principio de identidad e in
dividualidad personal, Neptuno debilita las funciones egóicas y disuelve las
fronteras; las hace permeables al influjo de los elementos del ámbito transperso
nal, incluyendo a otras entidades. Neptuno en tránsito sextilando exactamente
el Neptuno natal de Flora intensifica en mayor medida este debilitamiento de
las fronteras. Los aspectos Sol/Neptuno son característicos de los místicos y de
los maestros espirituales (por ejemplo, Meher Baba, C.G. Jung). La presencia
de Marte en el stellium natal de Flora da por tanto a esta conexión una cualidad
claramente agresiva.
La sesión de Flora tuvo lugar a finales de la década de los años sesenta y la
triple conjunción de Plutón, Urano y Júpiter que estaba en el cielo durante este
periodo para todo el mundo (la única vez que se produjo en este siglo) transmi
tía su stellium natal descrito anteriormente (con Plutón, conjuntando su
Neptuno y Mercurio y Júpiter conjuntando su Sol). Al mismo tiempo, el tránsi
to de Neptuno estaba en oposición a su Urano natal.
Flora estaba, por lo tanto, experimentando como un tránsito personal muy
fuerte la conjunción de Plutón con Urano, que como tránsito colectivo estaba
relacionado con la excitante atmósfera global de liberación sexual, social y es
piritual de la década de los años sesenta, así como con el Zeitgeist dionisiaco de
dicho periodo. El tránsito de Júpiter, conjuntado con su Sol, podría dar cuenta
de la exitosa liberación de las energías elementales emancipatorias. Neptuno en
oposición a Urano constituye el arquetipo para revelaciones espirituales inespe
radas (este fue el transito colectivo en la época del ministerio de Jesús y los ini
cios del cristianismo) lo que es interesante si consideramos el hecho de que la
experiencia de Flora desembocó en una conversión religiosa que la llevó a la co
munidad cristiana de Catonsville.
La conjunción entre Plutón y Neptuno constituye una poderosa combinación
4b3
en si misma. Suele coincidir regularmente con importantes experiencias místicas y
emergencias espirituales que tienen como resultado transformaciones psicoespiri-
tuales profundas. Plutón enriquece con una fuerza destructiva, y finalmente trans
formadora, que afecta a cualquier arquetipo con el que forma una relación angu
lar significativa. Kn este caso, amplifica el impacto liberador de Urano, así como
intensifica el influjo de las energías transpersonales en la consciencia y la porosi
dad de las fronteras de la personalidad asociadas con Neptuno.
La liberación de lo demoniaco, y por medio de lo dem oniaco, así com o la
excitante liberación del sí mismo puede atribuirse a la influencia del arquetipo
Urano en combinación con Júpiter. El interés por la brujería y las actividades
satánicas pertenece a los aspectos de sombra de la década de los sesenta, com o
lo ejemplifica Charles Masón y los asesinatos de Sharon Tate y su grupo. Las
manifestaciones plenas del aspecto demoniaco del arquetipo plutónico (muy re
lacionado con BPM III) en el caso de Flora podrían explicarse por el gran debi
litamiento del sí mismo individual.
La conjunción Neptuno/Mercurio podría dar cuenta de la capacidad de la
entidad canalizada de acceder a información psíquica (véase la carta de Rudolf
Steiner y Anne Armstrong) y la conjunción Plutón/Mercurio se asocia a menu
do con la intensificación de actos orales, agresividad verbal, coprolalia y el ma
nejo de información secreta (Robin Williams, Conan Doyle, Ian Flemming y los
científicos que trabajaban en el proyecto Manhattan).
En la época de su sesión, Flora tenía 2 7 años y estaba por lo tanto en el ini
cio del retorno de Saturno. Aunque su tránsito en Saturno estaba todavía a vein
te grados de su posición natal, muchos astrólogos creen que este im portante
tránsito tiene una órbita mucho mayor que otros tránsitos y que un modo más
apropiado de definirlo es por la edad (el lapsus de tiempo entre 28 y 30). El re
torno de Saturno suele señalar el final de un ciclo de existencia completo, carac
terizado por la contracción e incluso con un encuentro con la muerte, seguido
por una liberación y transición a una mayor madurez y a otro ciclo vital. En
combinación con los poderosos tránsitos descritos anteriormente, proporciona
ría a los cambios resultantes una profundidad estructural más profunda y un
carácter más duradero.
454
E xisten otros aspectos adicionales de la carta de Flora y de sus tránsitos en
la época de su sesión que están significativam ente relacionados con su historia
v ita l, en gen eral, y con el con ten id o de su sesión en particular. La conjunción
Plutón/Venus se asocia típicam ente con el tabú de la sexualidad y la vergüenza
asociada con él. Constituye el arquetipo del amante diabólico (“ me pertenece” ),
de la abducción de Perséfone en el submundo a cargo de Plutón. En la época de
la sesión, su trán sito de Plutón form aba un sem icuadro con su Plutón natal. Se
trata de un tránsito menor, pero si se ajusta ( en este caso 2 grados), puede tener
un efecto enriquecedor.
Flora poseía otro stelliu m en su carta natal, una triple conjunción que inclu
ía a U ran o, Jú p iter y Satu rno. U rano en com binación con Júpiter constituye el
arquetipo del rebelde contracultu ral. La conjunción Urano/Saturno incide en la
d ep resión ag itad a, los im pulsos violentos que pueden conducir a un daño es
tructural (tendencia a ch ocar de frente o lanzarse a un precipicio), y hace procli
ve a los accidentes (el disparar a la amiga). La conjunción Neptuno/Marte es ca
racterística de la fuerte adicción a las drogas.
El exam en del siguiente caso y sus correlato s astrológicos hace posible ver
las sem ejanzas y d iferencias entre los dos casos. Tam bién nos muestra que las
m anifestaciones de los mismos arquetipos y sus com binaciones no están rígida
m ente determ inadas. Los arquetipos astrológicos pueden hallar distintas expre
siones, siendo fieles a su naturaleza. Lo que deja espacio para un grado conside
rable de creatividad libre dentro de la gama de los campos arquetípicos.
Karen
K aren era una agraciad a joven a punto de cum plir los treinta, rubia y ágil,
que desprendía una belleza soñadora y dulce. Exteriorm ente, parecía más bien
tím ida y tranqu ila, pero era muy brillante y físicamente activa. Tuvo una infan
cia difícil; su madre se suicidó cuando tenía tres años, y creció junto a un padre
a lc o h ó lic o y su segunda esp osa. Se fue de casa antes de cum plir los veinte, y
pasó por periodos de depresión y lucha, además de fases de bulimia.
V iajó, estud ió y se enam oró del baile jazz, convirtiéndose en una bailarina
consum ada y provisionalm ente en m aestra. Le gustaba cantar y desarrollo una
4b5
gran competencia profesional como hábil practicante de masajes. Karen se ins
talo en el campo, donde conoció a l’efer con el cpie empezó a vivir, un Hombre
amable y cariñoso; aunque no se casaron, tuvieron una hija, Krin, al la que se
dedicaban ambos con cariño.
I.a historia de Karen representa el fin más dramático del continuo entre una
emergencia espiritual gradual y suave y la crisis extrema de la urgencia espiri
tual. Aún así, muchos de los temas que rodean su experiencia se aplican a cual
quiera que pase por un proceso transformativo. Gran parte de lo que vamos a
describir lo pudimos observar de primera mano.
1.a crisis de Karen contenía todos los elementos de una auténtica emergencia
espiritual. Duró tres semanas y media e interrumpió de un modo total su fun
cionamiento ordinario, con la necesidad de cuidados durante las veinticuatro
horas. Tras estar inmersa durante unos pocos días en su emergencia espiritual,
algunos de sus amigos, que conocían nuestro interés en esta área, nos pidieron
que nos involucráramos en su cuidado. La vimos prácticamente a diario las dos
últimas semanas y media de su episodio.
Como suele suceder en muchas emergencias espirituales, la irrupción de la
crisis de Karen fue rápida e inesperada, y Karen se vio tan absorbida y desbor
dada por sus experiencias que no podía hacerse cargo de sí misma o de su hija
de tres años, que se quedó con su padre. Los amigos de la comunidad en la que
vivía decidieron que, en lugar de hospitalizarla, harían turnos para cuidarse de
ella las veinticuatro horas del día.
Karen fue trasladada de su casa a una habitación en casa de algunos de sus
amigos. Ahí sus amigos establecieron un servicio de cuidadores: dos personas,
juntas, firmaban para turnos de dos a tres horas a lo largo de veinticuatro ho
ras. Había un diario en la puerta para que los cuidadores pudieran firmar y es
cribir sus impresiones sobre la condición de K^ren, lo que había dicho y hecho,
que líquidos y alimentos había injerido, y que tipo de comportamiento podía
esperar la siguiente pareja.
Ln el primer día de su episodio, Karen se percató de que su visión se había
aclarado de repente, y no era tan “borrosa” como habitualmente. Oyó voces de
mujeres diciéndole que estaba entrando en una experiencia importante y benig-
456
na. D urante m uchos días, del cuerpo de Karen irradió un fuerte calor y tuvo vi
siones de fuego y de cam p o s de co lo r ro jo , en ocasiones teniendo la sensación
de que se consum ía en llam as. Para ap lacar la sed extrem a que producía este ar
dor, bebía grandes cantidades de agua.
D uran te el episodio p arecía verse arrastrad a por una enorm e energía que la
a tra v e sab a, llevándola a m uchos niveles de sus inconsciente, recuerdos, em ocio
nes, así co m o o tras sensaciones. Se to rn ó muy infantil, revivió acontecim ientos
b io g ráfico s co m o el suicidio de su m ad re y los siguientes abusos a cargo de su
m a d ra s tra . En una o ca sió n , un recu erd o de la infancia en la que era golpeada
co n un cin tu rón se tran sfo rm ó en la sensación de ser un negro africano que era
golp ead o en un atestad o b arco de esclavos.
Se debatió en el d olor físico y em ocional de su propio nacimiento biológico y
revivió repetidam ente el parto de su hija. Experim entó la muerte en muchas o ca
siones y de distinta form a, y su preocupación por la muerte hizo que sus cuidado
res se p reocu p aran por la posibilidad de un intento de suicidio. Sin embargo, era
algo im probable a causa de la seguridad de su entorno y la estrecha observación a
que era som etida por sus cuidadores. Todas las personas implicadas estaban aten
tas sin perderla nunca de vista, mientras la alentaban a que mantuvieran sus expe
riencias en el plano interno en lugar de expresarlas externamente.
P eriód icam en te, K aren tenía la sensación de que estaba en com unicación con
su m ad re m u erta, así co m o con un am igo que había fallecido en un accidente el
añ o anterior. D ecía que lo echaba de m enos y deseaba reunirse con él. En otras
o ca sio n es, tenía la sensación de estar observando m orir a otra gente o que ella
m ism a se m oría.
D icién d ole que era posible exp erim en tar la m uerte de form a simbólica sin
m o rir físicam ente, sus cu id ad ores le pidieron que m antuviera cerrados los ojos
y la a n im a ro n a e x p e rim e n ta r plenam ente estas secuencias de m orir interior
m ente y a que exp resara las difíciles em ociones que ello conllevaba. Estuvo de
acu erd o , y en p oco tiem po atravesó la intensa confrontación con la muerte para
p asar a o tras experiencias.
D urante un par de días, Karen se vio inmersa en secuencias que incluían ele
m entos diab ólicos. En ocasiones tenía la sensación de que era una antigua bru-
ja, que participaba cu rituales m ágicos en los que se celebraban sa crificio s.
Otras veces experimentaba la sensación de tener en su interior un m onstruo. A
medida que la bestia diabólica expresaba sus energías d em oniacas, llenaba la
habitación con arrebatos de ira y rodaba por el suelo, contorsionando el rostro.
Sus cuidadores, dándose cuenta de que no se dirigía a ellos, la protegieron y la
animaron a seguir expresándose.
En ocasiones su experiencia se centraba en la sexualidad. Tras revivir algu
nos recuerdos traumáticos de su propia historia sexual, sintió una fuerte fuente
de energía en su pelvis. Tras haber considerado la sexualidad com o un impulso
instintivo inferior, tuvo una profunda experiencia sexual en la que descubrió la
misma visión interior que ofrecen ciertas tradiciones esotéricas, en con creto el
tantra: el impulso sexual no era solo un instinto b io ló g ico , sino tam b ién una
fuerza espiritual divina. Tuvo la sensación de que era la prim era m ujer que a l
canzaba esta clase de consciencia, y expresó una nueva reverencia por su papel
místico como madre que proporcionaba vida.
Durante otro periodo, Karen tuvo la sensación de estar unida con la tierra y
su gente, tem iendo que am bos fueran ser destruidos. Tuvo la visión de que el
planeta y su población iban cam ino a la aniquilación, y desplegó sofisticadas vi
siones sobre la situación mundial. Contem pló imágenes de los líderes am erica
nos y soviéticos con sus dedos en el “ b o tó n ,” y ofreció com entarios detallados,
y a veces humorísticos, sobre la política internacional.
A lo largo de varios días, Karen acarició directam ente un poderoso flu jo de
creatividad, expresando muchas de sus experiencias en form a de canciones. Era
sorprendente observarla cuando un tema interno salía a la con scien cia, o bien
hacía una canción sobre ello o recuperaba un recuerdo, cantand o con frescura
durante la fase de su proceso.
Karen era muy psíquica, muy sensible y estaba muy sintonizada con el m un
do que le rodeaba. Era capaz de “ver a través” de todo aquel que tenía en su en
torno, en ocasiones anticipando sus com entarios y acto s. Un cu id ad ora hab ía
estado discutiendo de K aren antes de ir a verla. Al en trar en la h a b ita c ió n , se
sorprendió por la exacta reproducción que hizo Karen de su conversación. Para
incomodidad de los que la rodeaban, com entaba con m ucha franqueza los ju e
458
gos interpersonales que observaba y de inm ediato se enfrentaba a cualquiera
que fuera excesivamente controlador o rígido, negándose a colaborar con él.
Pasadas dos semanas, algunos de los estados más dolorosos y difíciles empe
zaron a am ainar y Karen empezó a recibir experiencias más benévolas y ligeras
y se sintió cada vez más conectada con una fuente divina. Vio dentro de ella una
joya sagrada, una perla radiante que tenía la sensación de que simbolizaba su
verdadero centro, y pasaba mucho tiempo hablándole con ternura y alimentán
dola. R ecibió instrucciones de una fuente interior sobre como amarse y cuidarse
a sí mism a, y sintió com o se curaban las heridas emocionales que llevaba en su
corazón y en su cuerpo. Decía que se sentía especial, “renacida” y que había pa
sado por un “segundo nacim iento,” señalando: “Me estoy abriendo a la vida, al
amor, a la luz y al sí m ism o.”
A medida que Karen fue saliendo de su experiencia, se fue absorbiendo cada
vez menos en su mundo interior y se fue interesando más por su hija y otras per
sonas de su entorno. Empezó a com er y a dormir con mayor regularidad y cada
vez fue más capaz de cuidarse de sus necesidades cotidianas. Quiso finalizar su
experiencia y regresar a su hogar, y se le hizo evidente que la gente que la rodea
ba estaba tam bién preparada para el fin del episodio. Se llegó a un acuerdo en
tre K aren y sus asistentes para que intentara recuperar sus responsabilidades
cotidianas con ella y con su hija.
Com o en le caso de Flora, la carta de Karen estaba dominada por un stellium
muy fuerte que implicaba a cuatro planetas (Venus, Plutón, Mercurio yMarte),
todos ellos conjuntados en un estrecho margen de 8 grados. Otro aspecto sor
prendente de su carta natal era la estrecha conjunción entre Urano yel Sol. Los
seis planetas implicados en dichos aspectos son Leo. Sorprendentemente, la gran
energía y el potencial inherente en esta carta no se manifestó plenamente hasta
que se vio activado por tránsitos importantes de los planetas exteriores. Lo que
podría deberse parcialmente al efecto inhibidor de Saturno que en su carra natal
cuadraba su conjunción Plutón/Vcnus.
Kl in flu jo m asivo de m aterial profundo inconsciente (ysupraconscienre)
que caracterizó el episodio de emergencia espiritual de Karen fue posible por
el cuadro entre Neptuno y el Sol en su carta natal. Semejante a la conjunción
4b9
Sol/Nepriino de I lora, el cuadro Sol/Neptuno de Karen era la expresión de un
ego muy “p o ro so ,” vulnerable a la invasión de m aterial del ám b ito tran sp er
sonal. O tros factores adicionales de im portancia en el episodio de Karen fue
ron el tránsito de Plutón, al cu ad rar su co n ju n ció n Urano/Sol a ctiv a n d o las
energías prom etéicas del arquetipo de Urano, así com o el trán sito de U rano,
liberando las energías arq u etíp icas com bin ad as de la cu ádru ple co n ju n ció n
del stcllium .
En octubre y noviembre de 1 9 8 6 , Plutón en tránsito liberó la creatividad es
pectacular inherente en la com binación Sol/Urano (arqu etipo de la “ e stre lla ”
tal com o muestran las cartas de M ick Jag g er y M a d o n n a ), co lo re a d o por
Plutón, M arte, M ercurio y Venus. Con un despliegue de energía que se m anifes
taba en una fuga de ideas y de verborrea, Karen creaba extrañ os neologism os,
bromas y juegos de palabras, así com o canciones enteras. A m enudo a co m p a
ñaba su canto y su despliegue verbal con gestos de gran originalidad, m uecas y
danza.
Una carga agresiva extraord inaria (Plutón y M arte) en con tró su expresión
en experien cias que d escribían d istin tas escenas de ab u so en la in fa n c ia de
Karen, vidas pasadas, así com o insultos verbales dirigidos a d istin tas p erso
nas de su entorno. Su sarcástico hum or era b rillan te e in cisivo, a ta ca n d o sin
piedad las debilidades y fallos que dichos individuos tra ta b a n de esconder, o
de los que no eran siquiera conscientes. Sus com unicaciones estaban llenas de
palabras de cuatro letras de naturaleza sexual y escatológ ica. Todas estas m a
nifestaciones son ca ra cte rístic a s de una c o m b in a c ió n de P lu tó n , M a rte y
M ercurio.
El arquetipo plutónico aporta elementos del BPM III y expresa dichas m ani
festaciones com o la erupción de energías volcánicas pod erosas, olas de calor,
identificación vivencial con un animal salvaje, secuencias dem oniacas e im pul
sos sexuales que cubren una amplia gam a, desde gestos obscenos al d espertar
de la kundalini y las experiencias tántricas. La com bin ació n de Plutón/Venus/
M arte es la constelación arquetípica característica de la agresividad sexual que
Karen manifestó en numerosas ocasiones.
O tro factor astrológico im portante en la situación de K aren es que, al tener
460
veintinueve añ os, en la época de su episodio estaba en medio de su retorno de
Saturno (el tránsito de Saturno está solo a un grado de su Saturno natal). Como
en el caso de Flora, ello indica el fin de un ciclo vital com pleto y el inicio de uno
nuevo; tam bién conduce a cam bios duraderos mediante su transform ación.
Estos son solo dos ejem plos de correlaciones notables entre las experiencias
h o lo tró p icas y los trán sitos planetarios que se encuentran por regla general en
individuos que experim entan distintas clases de estados no-ordinarios de cons
ciencia. N o me hago la ilusión de que dichas ilustraciones sacadas del contexto
de cartas astro lógicas com p lejas, así com o abstraídas y separadas de experien
cias h o lo tró p ica s vivas, convenzan a los lectores que no están fam iliarizados
con la astrología. La civilización euro-am ericana está bajo un influjo tan fuerte
de la ciencia m aterialista que norm alm ente lleva años de investigación de los es
tad os holotrópicos y una amplia exposición personal a ellos el que podamos ser
cap aces de rom per su em bru jo y aceptar las revisiones radicales que deberían
hacerse en nuestra com prensión de la psique humana y de la naturaleza de la re
alidad con el fin de acom od ar los nuevos datos.
N o es sorp ren dente que este proceso sea tan difícil y que se encuentre con
tantas resistencias. La am plia gama de observaciones que ponen en entredicho
nuestras suposiciones, a partir de los estados holotrópicos y de la astrología, no
pueden m anejarse m ediante un pequeño parche conceptual o un ajuste cosméti
co provisional, utilizando pequeñas hipótesis a d h o c . Implican una drástica va
loración que pone en entredicho, y sustituye, las suposiciones y creencias meta
físicas m ás básicas de la ciencia m aterialista. Estas consecuencias específicas
para la psicología y la psiquiatría van más allá de las que hemos discutido ante
riorm ente: un m odelo más am plio de la psique, una estructura de varios niveles,
y m ucho más com pleja, de los trastornos emocionales y psicosomáticos, el con
cep to de un ‘rad ar in te rn o ,’ y el uso de una inteligencia sanadora interior, así
com o otras consideraciones.
Puesto que las exp erien cias de los clientes en estados ya sean ordinarios u
holotrópicos de consciencia, muestras amplias correlaciones con las energías ar-
q uetípicas de los planetas en trán sito, en cualquier momento particular, están
sujetas a cam bios constantes. Ya he mencionado antes la frustración de los reo-
461
ricos que intentan establecer un sistema de clasificación fijo del d iagn óstico psi
quiátrico. Actualm ente tenem os la cu arta edición revisada del M anual estad ísti
co y de d iagn óstico am erican o (D S M -IV ), y los clín icos siguen e x p re sa n d o su
frustración en relación a la falta de corresp on d en cia entre la d escripción de las
categorías de diagnóstico y el cu ad ro clínico real que observan en sus pacientes.
I-a versatilidad del cu ad ro clínico refleja el cam bio an gular co n stan te de re la cio
nes entre los planetas.
En d istin tos p eriod os de la h is to ria , dos o m ás p la n e ta s fo rm a n a sp e c to s
im portantes en los cielos; lo que es muy significativo y d u ra d e ro si ello im pli
ca a los planetas exterio res, de Jú p iter a P lu tón . El ca m p o a rq u e típ ico a s o c ia
do con dichos planetas puede p ro p o rc io n a r a este p eriod o un cie rto sa b o r vi-
vencial y d ete rm in a r su zeitgeist. P o r eje m p lo , una p a rte im p o rta n te de la
décad a de los añ os sesenta estu vo g o b e rn a d a p o r una trip le c o n ju n c ió n que
incluía a Plutón, U rano y Júpiter. E sta fue evidentem ente una co m b in a ció n a r-
quetípica muy ap ro p iad a p ara un p eriod o de g ran re v o lu ció n p sico e sp iritu a l
de tipo d ion isiaco, ca ra cte riz a d a p or la revuelta social del m o v im ien to de d e
rechos civiles, el triunfo tecn o ló g ico , las inn ovacion es rad icales en la m ú sica y
las a rte s, así co m o la lib eració n se x u a l. L o que se vio a c o m p a ñ a d o p o r un
gran interés por los psiq u edélicos, el m isticism o , las filo so fías o rie n ta le s y el
cham an ism o.
Por co n traste, la influencia arquetípica principal de gran p arte de la d écad a
de los años noventa lo co n stitu y ó la co n ju n ció n N e p tu n o /U ra n o , p ro v isio n a l
mente con el añadido de Júpiter. Se tra tó de un periodo de p rofu n d os, p ero su a
ves, cam bios sociales y espirituales, ‘revolu cion es de te rcio p e lo ’ c o m o la unifi
cación alem ana, la liberación de los países del Este y la disolución p acífica de la
antigua Unión Soviética, un gran superpoder. En esa é p o c a , la p sico lo g ía jun-
guiana consiguió una am plia acep tación y los libros de o rien tación espiritual se
situaron en la lista de best sellers. Los tem as tran sp erson ales e n tra ro n en las p e
lículas. La m itología, el fenóm eno de las abducciones de O V N IS , la tra n sc o m u
nicación instrumental y la realidad virtual atrajeron en gran m edida la aten ción
de los profesionales, así co m o del público en general.
En esta época de asp ecto s p lan etarios im p o rtan tes p a ra to d o el m u n d o , es-
462
tas co m b in acio n es p lanetarias se personalizan para un número de individuos
al fo rm ar posiciones angulares im portantes con los planetas de su la carta na
tal (trán sito s personales). Ello se verá entonces, entre otras cosas, en forma de
m an ifestació n de trasto rn o s em ocionales y p sicosom áticos específicos. A re
sultas de e llo , los psiqu iatras de d istintos periodos históricos no contem plan
el m ism o fenóm eno que sus colegas de épocas anteriores o posteriores. Lo que
e x p lica los problem as de la creació n de un D S M -IV universalm ente válido o
d eterm inad o.
¡P ero esto no es to d o ! En los cursos que, b ajo la rúbrica Psique y Cosmos,
R ich a rd T a m a s y yo im partim os en el Institu to de estudios integrales de
C aliforn ia (CHS), dedicamos una sesión a analizar a los fundadores de distintas
escuelas de psicología profunda y al estudio de su carta astrológica. Pronto se
evidenció que no eran capaces de estudiar de un modo objetivo las psiques de
sus clien tes y sacab an con clu sion es generales que perm anecen válidas de un
m odo indefinido. Ven los problem as de sus clientes mediante sus propias per
cep ciones, o lentes distorsionadas, determ inadas por los aspectos de su propia
carta y de sus propios tránsitos en la época de la observación.
C on excep ción de los trastornos de origen orgánico, la psiquiatría no tiene
por lo tan to un conjun to determ inado de fenómenos de estudio. El resultado de
cu alquier investigación sobre los trastornos emocionales y psicosomáticos, que
no sean orgánicos, está por lo tanto determinado por una compleja interelación
de d istintos facto res: la carta astrológica del investigador y sus tránsitos en el
m om en to de la ob servació n , los aspectos planetarios para todo el mundo que
definen el z e itg e is t de un periodo particular, y los tránsitos que tiñen las expe
riencias de los clientes.
La im agen de la psiquiatría com o disciplina que posee descripciones conci
sas de condiciones patológicas fijas o temporales, así como un surtido de reme
dios e intervenciones específicas, constituye una ilusión. El único enfoque viable
b ajo dichas circunstan cias es describir los trastornos psiquiátricos en términos
de las relaciones y las herram ientas que pueden utilizarse para analizar la situa
ción en cualquier m om ento concreto y caracterizarla en términos de la fenome
nología de las experiencias de los tránsitos planetarios del cliente. Como corree -
463
tivo, también es necesario tomar en consideración los aspectos planetarios del
mundo así como de la propia carta y tránsitos del investigador.
Al poner tanto acento en la astrología como importante herramienta en la
práctica y la teoría de la psiquiatría, hemos de considerar necesariamente la
relación entre la astrología y la ciencia. Muchos científicos convencionales es
tán convencidos de que la astrología es una pseudociencia que está absoluta
mente en conflicto con la visión científica del mundo. Como vimos anterior
mente en este capítulo, la astrología no puede integrarse en el mundo
monístico materialista de la ciencia newtoniana-cartesiana. Los astrólogos
afirman que existen estrechas conexiones entre la psique humana individual,
los acontecimientos colectivos de nuestro planeta, la dinámica de los aspectos
arquetípicos, y los movimientos de los cuerpos celestes. Proclaman también
que son capaces de documentar esto empíricamente, mostrando correlaciones
sistemáticas entre los tránsitos planetarios y la psique humana individual, en
la salud y en la enfermedad, así como en su forma de amplios acontecimientos
colectivos.
Ello plantea una cuestión muy interesante: ¿existe una amplia visión del
mundo que pueda acomodar a la astrología y asimilar sus descubrimientos? A
lo largo de los años, y no sin dificultades y tribulaciones, he llegado a la con
clusión de que existe una cosmovisión que puede absorber y explicar mis ex
periencias y observaciones a partir de las investigaciones de la consciencia, y a
su vez incluir a la astrología. Sin embargo, difiere diametralmente del sistema
de creencias que domina la civilización industrial occidental. Las correlacio
nes mostradas por la astrología son tan complejas, intrincadas, juguetonas y
altamente imaginativas que no dejan lugar a dudas sobre su origen divino.
Proporcionan una evidencia convincente para un patrón maestro supremo
que subyace a la creación así como de una inteligencia cósmica superior que
lo crea.
He descrito esta cosmovisión en mi libro El juego cósm ico: exploraciones en
las fronteras de la consciencia humana (Grof 1998). Se basa en experiencias y
visiones de los estados holotrópicos de consciencia y describe el universo no
como un sistema material, sino como un complejo e infinito juego de
464
C o n scien cia A bsoluta. En mi libro, he intentado m ostrar que este modo de con
sid erar el universo es muy com p atible con distintos avances, muy revoluciona
rios, de los nuevos paradigm as de la ciencia. Las antiguas escrituras hindúes se
refieren a una visión sem ejante del cosm os com o lila , el juego divino. Si el co s
m os es una creació n inteligente y no una superm áquina que se crea a sí misma,
no existen razones por las que la astrología no pueda ser uno de los distintos or
denes constru id os en el esquem a universal.
Ya hem os visto que los estados holotróp icos proporcionan evidencia directa
y vivencial de la existen cia del ám bito arquetípico, una dimensión de la realidad
que se sitúa entre la consciencia indiferenciada del principio creativo y el ám bi
to m a te ria l de nu estra vida co tid ia n a . O b serv a cio n es repetidas nos m uestran
ta m b ié n que la d in ám ica a rq u e típ ica in form a y co n fo rm a los fenóm enos del
m undo m aterial. Es por lo tan to posible concebir que el patrón m aestro del uni
verso vincu le de fo rm a sistem ática la d inám ica del m undo arquetípico con los
m ovim ientos de los planetas y sus relaciones angulares. Lo que hará posible in
ferir, a p a rtir de los m ovim ientos y posiciones de los planetas, lo que está suce
d iend o en el m undo arq u etíp ico y a partir de ahí, indirectam ente, lo que pode
m os esp erar en el m undo fenom énico.
En un cap ítu lo anterior, en el que he bosquejado las ideas básicas de mi libro
so b re el ju e g o có s m ic o , me he referid o al co n c ep to hindú de lila , el universo
co m o ju e g o d iv in o del p rin cip io có sm ico crea tiv o . A lo largo de los años, he
o íd o m u ch o s re la to s y h ech o m u chas o b serv acio n es que sugieren que la
C o n scie n cia A b so lu ta, que es la cread ora y directora del drama cósm ico, tiene
un exq u isito sentido del humor. Por lo tanto parecería muy probable que él/ella
co n cib iera y d isfrutara de una tram a en la que dos sistemas rivales mutuamente
incom p atibles se engarzan en un com bate intelectual constante.
Sería ciertam ente interesante, así com o un desafío intelectual intrigante, pro
p o rcio n a r a am b os la suficiente evidencia em pírica para que cada uno de ellos
pu diera u tilizarla co m o ap o y o de su propia perspectiva. Y, concretam ente, la
posible derrota de un m onism o m aterialista y cientifista arrogante que ha domi
nado la escena durante unos pocos cientos de años proporcionaría de seguro un
giro em ocion an te y sorprendente en el seno de la trama cósmica.
Rueda interior Rueda exterior
Flora Sesión de LSD
Carta natal Carta natal
Sept. 10 1940 Sept. 17 1968
12:00 PM HST + 5:00 12:00 PM EST + 4 :0 0
Baltimore Baltimore
39N17 25 076W 36 45 39N 17 25 076W 36 45
Geocéntrica G eocén trica
Tropical T ropical
466
Rueda interior Rueda exterior
Karen Emergencia espiritual
Carta natal Carta natal
Jul. 25 1957 O ct. 15 1 9 8 6
10:50 PM EDT + 4:00 1 2 :0 0 P M E S T + 7 :0 0
Bethesda B ig Sur
38N58 50 077W06 02 3 6 N 1 6 13 1 2 1 W 4 8 23
Geocéntrica G e o c é n tr ic a
Tropical T r o p ica l
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SOBRE EL AUTOR
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Stanislav Grof es uno Je los fundadores y principales teóricos de la psicolo
gía transpersonal, así como presidente fundador de la International
Transpersonal Association (H A). En dicha función ha organizado grandes con
gresos internacionales en los Kstados Unidos, India, Australia, Checoslovaquia
v Brasil. Actualmente es profesor de psicología en el Instituto de Estudios
Integrales de California (CHS), y enseña en el departamento de Filosofía,
Cosmología y Consciencia. Vive en Mill Valley, California, escribe libros y diri
ge seminarios de formación para profesionales en respiración holotrópica y psi
cología transpersonal (Grof Transpersonal Training), y da charlas y seminarios
en rodo el mundo.
Entre sus publicaciones se encuentran más de cien artículos en revistas pro
fesionales, así como diversos libros.
L ib ro s
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Psychology o f the Future: Lessons from Modern Consciousness Research. State
University of New York Press, Albany, 2000.
Apdo. 7111
03016 Alicante
Tel. 607 302 727
info@holotropica.org
www.holotropica.org
4Hb
LA PSICOLOGÍA
DEL FUTURO
LECCIONES DE LA INVESTIGACIÓN
MODERNA DE LA CONSCIENCIA
Stanislav Grof
LoúltimaobradeStonislovGrof, unode losfundadoresde lopsicologíatranspersonal,
constituye un testamento definitivo de su valerosa exploración de los estados
modificados de consciencia, enlaque podemos apreciar susimportantes contribu
ciones a los campos de la psiquiatría yde la psicología, en particular suseminal
concepto de laexperiencia holotrópica. Grof sostiene que lossupuestos básicos y
losconceptos de lapsicologíayde lapsiquiatríaexigenuna revisiónradical basada
enuna investigaciónsistemática de la experiencia holotrópica, sugiriéndonos que
unatransformacióninteriorradical de lahumanidadsumada al hecho de alcanzar
unnivel superiorde consciencia constituyennuestra única esperanza de futuro.
EnLaPsicología del futuro, StanislavGrof consigue trenzar unportentoso tapiz con
loshilosdesusanterioresinvestigaciones, haciendoencajar perfectamentesustrabajos
terapéuticos con laLSD,lassesiones de respiraciónholotrópica yotros aspectos de
susexploraciones sobre estados noordinarios de consciencia, mediante una visión
quepermiteproporcionarunabasemoderna, enestenuevomilenio, a laespiritualidad
dediferentesculturas, lastécnicaschamánicasyotrasartesdesanacióntradicionales.
«Estaobradeungeniopioneroenel campode lainvestigaciónde laconsciencia,
nos presenta uncuadro completísimode las ideas de Grof, desde sus primeras
cartografías basadas en el usoterapéutico de la LSD,pasando por sutrabajo
clínico con personas que afrontaban la muerte ysureciente trabajo con la
respiraciónholotrópica, hasta llegar a sus últimos pensamientos acerca de las
implicacionescosmológicasdelainvestigacióndelaconscienciaylasperspectivas
para afrontar una emergente crisisplanetaria. Grof ha sidosiempre unode los
pensadores más originalesenel campo transpersonal, ysucreatividadse une a
lamadurezde suvisiónglobal.»
MichaelWashburn, autordeLapsicologíatranspersonal: unaperspectivapsicoanalítica.
«Grof muestra una impresionante recopilación de datos en apoyo a la eterna
demandadequelaciencia occidental reconozca plenamentea laconsciencia
ya susmúltiplesestados no-ordinarios.»
RichardAlpert (RamDass)
«Sumoderna corroboración de la filosofíaperenne es unlogroextraordinario y
merece llegar al mayor númerode lectores»
KenWilber
ISBN 84-87403-52-2
*
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