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paradigmas en el abordaje de la
relación sociedad-naturaleza
Aldo Daniel Jiménez Ortega
Víctor Manuel Toledo (2013) inicia de forma magistral el abordaje del paradigma
biocultural con la siguiente reflexión “el planeta tiene fiebre y los diagnósticos no son
nada halagueños: el aumento de la temperatura es síntoma de que se han roto los
delicados equilibrios del sistema global (…) no son procesos naturales, sino
generados por los seres humanos. Sin embargo, no debe afirmarse que todos los
seres humanos seamos culpables”. En efecto, no todos los seres humanos somos
igualmente responsables de la crisis ambiental. No es posible comparar los efectos
negativos en el ambiente por parte de la población más pobre, o incluso de la clase
media, respecto al efecto que generan las grandes empresas petroleras, mineras o
alimentarias. Si bien es cierto que la sociedad debe establecer medidas de cambio
en el contexto actual de crisis ambiental, las cuales van desde un adecuado manejo
de residuos hasta cambios en los hábitos de consumo, estas medidas son
insuficientes si no se acompañan por la responsabilidad de los grandes consorcios
extractivos y contaminantes, así como de aquellos que legislan a su favor.
Figura 2. Países responsables de dos terceras partes de las emisiones de gases de efecto invernadero
Fuente: C2ES, International Energy Agency (2019), Environmental Protection Agency (2012)
Ecosocialismo
Este enfoque fue desarrollado por Elinor Ostrom con la finalidad de mostrar que los
usuarios de los bienes comunes pueden establecer acuerdos de cooperación a
partir de reglas, esquemas de sanción y monitoreo con resultados de manejo casi
óptimos (Merino Pérez, 2014; Ostrom, 2010). La perspectiva de los bienes es una
respuesta al planteamiento de Garret Hardin (1968), quien estableció en su
publicación “La tragedia de los comunes”, la destrucción de bienes comunes
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Ciencias de Información Geoespacial, A.C.
(pastos) por parte de pastores. Éstos, en su afán maximizador de ganancias,
introducían un mayor número de ovejas al prado, lo cual resultaba en la inevitable
destrucción del mismo (Merino Pérez, 2014). Ante los riesgos que representaba la
aceptación reduccionista y generalización del planteamiento de Hardin, en la
evidencia empírica de los estudios realizados por Ostrom se reconoce la
importancia de los actores locales en los procesos de conservación o deterioro de
los bienes comunes (Merino Pérez, 2014). De acuerdo con Merino Pérez (2014),
Ostrom encaminó parte de su trabajo a superar paradigmas y demostrar que: 1) la
propiedad colectiva no condiciona la destrucción de los bienes comunes, sino que
crea un sentido patrimonial y perspectiva de largo plazo; 2) la elección racional y
maximizadora del beneficio individual que impide la cooperación no es aplicable,
pues la cooperación y coordinación entre individuos y acciones hacia objetivos
comunes (acción colectiva) es una posibilidad real y potencial, misma que requiere
de compromiso, construcción de visiones comunes, acuerdos, reglas y confianza
construida y; 3) el crecimiento de la población y la pobreza no guardan relaciones
lineales con el deterioro de la naturaleza, pues las presiones humanas son
mediadas por las instituciones en juego, además de que, como se ha descrito
anteriormente, no son los pobres los principales responsables de la alteración y
contaminación del ambiente.
Hardin, Garret (1968). The tragedy of the commons. Science 162: 1243-1248.