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La gallina degollada – Los dedos mutilados

Martha no esperaba que su primer hijo naciera con el síndrome de Asperger. Ella realmente
anhelaba tener a un hijo al que cuidar, con quien hablar y ayudar cuando el niño lo necesitara.
Pero Matthew sólo se limitaba a mirar su plato mientras almorzaban, y a quedarse quieto por
horas, hasta que llegaba su papá y lo motivaba a realizar ciertas tareas.

-Esto no puede seguir así Daniel. Quiero un hijo normal, no un niño medio idiota.

-Pero Martha, es nuestro hijo. -Dijo su esposo, haciendo énfasis en “nuestro”.

-Tu hijo. Porque de seguro esa enfermedad viene de tu familia. ¿No me habías dicho una vez que
tu abuela también tenía loquera?

-No es loquera Martha. Nuestro hijo simplemente tiene problemas para socializar, y le gusta todo
lo que es aburrido para otros niños. Eso es todo, y no pienso discutir más contigo.

El señor Daniel Velásquez amaba a su hijo por sobre todas las cosas, y no le importaba lo mucho
que su esposa lo contradecía.

-Entonces cuídalo tú, porque yo no pienso seguir aguantando esta situación.

-Como quieras.

Matthew salió del pequeño cuartito en donde se encontraba para agarrar una caja de colores que
estaba en la mesa del comedor. Había escuchado toda la discusión de sus padres.

Nueve meses después, había llegado un nuevo integrante a la familia. Martha no podía tener más
hijos, así que dar a luz a Enrique, fue como un milagro para ella.

Enrique creció, y fue el encanto de los padres. Matthew había quedado en el olvido, pocas veces le
preguntaban cómo se sentía, y él observaba los mimos de sus padres con Enrique, sintiendo un
profundo celo.

En una ocasión, Matthew se encontraba viendo televisión mientras presentaban una película en
donde mutilaban el cuerpo de unas personas.

-Señora Martha, su hijo mayor está viendo un programa violento. -Dijo la sirvienta.

-¡Quítele el programa, niña!

Al apagar el televisor, Matthew se fue a su habitación.

Los esposos salieron a un almuerzo con sus amigos, y los niños se quedaron en casa.

De repente, Matthew encontró unas tijeras en el suelo, y en su mente, se sintió protagonista de


aquella película que estaba viendo. Se dirigió a su hermano Enrique, y empezó a mutilarle los
dedos mientras este gemía de dolor.
Al llegar los padres, encontraron manchas de sangre regadas por todo el comedor. Y lo peor,
encima de la mesa se encontraban diez dedos perfectamente cortados, sin duda, estupenda obra
de un psicópata asesino.

-Fue su hijo mayor… -Dijo la sirvienta con una expresión de terror y asco.

Martha cayó al suelo espantada, y su esposo no hizo más que contemplar el cadáver lívido de
Enrique, mientras el asesino observaba sonriente detrás de la puerta de su habitación.

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