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Moniciones y Lecturas sábado 17 de diciembre de 2022 –


Ferias Mayores de Adviento

Monición de entrada
Comenzamos hoy la última semana de Adviento, en la que nos preparamos más directamente
para la próxima Navidad, por eso iremos recordando los acontecimientos del evangelio de la
infancia de Jesús que precedieron a su nacimiento. Acompañemos a la Virgen, que en estos días
se nos muestra como la primera evangelizadora, como Estrella de la mañana que precede a Cristo,
«sol que nace de lo alto para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte».

Oración colecta
Oh, Dios, creador y redentor de la naturaleza humana, que has querido que tu Verbo se
encarnase en el seno de María, siempre virgen, escucha complacido nuestras súplicas, para
que tu Unigénito, hecho hombre, nos haga partícipes de su divinidad. Por nuestro Señor
Jesucristo.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del 17 de diciembre. Feria de Adviento (Lec. II).

PRIMERA LECTURA Gén 49, 1-2. 8-10. No se apartará de Judá el cetro


Monición a la primera lectura (Génesis 49, 2. 8-10)
Escuchemos primero una escena del libro del Génesis, que nos prepara para escuchar luego la
genealogía de Jesús según el Evangelio de San Mateo. El poema en boca del anciano Jacob hace
un anuncio que el pueblo de Israel pronto entendió que se refería al Mesías.

Lectura del libro del Génesis

En aquellos días, Jacob llamó a sus hijos y les dijo: «Reuníos, que os voy a contar lo que os va a
suceder en el futuro; agrupaos y escuchadme, hijos de Jacob, oíd a vuestro padre Israel:
A ti, Judá, te alabarán tus hermanos, pondrás la mano sobre la cerviz de tus enemigos, se
postrarán ante ti los hijos de tu padre.
Judá es un león agazapado, has vuelto de hacer presa, hijo mío; se agacha y se tumba como león
o como leona, ¿quién se atreve a desafiarlo?
No se apartará de Judá el cetro, ni el bastón de mando de entre sus rodillas, hasta que venga
aquel a quien está reservado, y le rindan homenaje los pueblos».
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 71, 1-2. 3-4ab. 7-8. 17 (R.: cf. 7)


Monición al salmo responsorial
El motivo que dio origen al salmo 71 fue la entronización de un nuevo monarca, un rey justo.
Unámonos al salmista respondiendo todos:
R. Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente

V. Dios mío, confía tu juicio al rey,


tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R.
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R. Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente.

V. Que los montes traigan paz,


y los collados justicia;
defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre. R.
R.Que e sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente.

V. En sus días florezca la justicia


y la paz hasta que falte la luna;
domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R.
R. Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente.

V. Que su nombre sea eterno,


y su fama dure como el sol;
él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R.
R. Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente.

Aleluya
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Sabiduría del Altísimo, que lo dispones todo con firmeza y suavidad, ven para mostrarnos el
camino de la prudencia. R.

EVANGELIO Mt 1, 1-17
Genealogía de Jesucristo, hijo de David

Monición al Evangelio (Mateo 1, 1-17)


Escuchemos la descripción del árbol genealógico de Jesús, según san Mateo, con una lista
organizada en tres grupos, con la intención de demostrar que Jesús pertenecía a la casa de David.
Escuchemos con atención este texto que nos ayudará a entender mejor el misterio del Dios-con-
nosotros cuyo nacimiento nos disponemos a celebrar próximamente.

╬ Lectura del santo Evangelio según san Mateo.


R. Gloria a ti, Señor.

Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.


Abrahán engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos.
Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará, Farés engendró a Esrón, Esrón engendró a Aran, Aran
engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, Salmón
engendró, de Rajab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed engendró a Jesé, Jesé
engendró a David, el rey.
David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón engendró a Roboam, Roboam
engendró a Abías, Ablas engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Jorán,
Jorán engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatán, Joatán engendró a Acaz, Acaz engendró a
Ezequías, Ezequias engendró a Manasés, Manasés engendró a Amos, Amos engendró a Josías;
Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.
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Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel,
Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliaquín, Eliaquín engendró a Azor, Azor
engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Aquín, Aquín engendró a Eflud, Eliud engendró a Eleazar,
Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de
María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron
en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a
Babilonia hasta el Cristo, catorce.

Palabra del Señor.


R. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN DE LOS FIELES


Sacerdote: El Señor confía a cada uno de nosotros, como parte de la genealogía de Jesús, un
papel único de participación en la historia de la salvación. A Él dirijamos nuestras oraciones,
diciendo todos:
R. Venga tu Reino, Señor.

- Para que el Señor se digne mirar y visitar a la Iglesia, viña que su diestra plantó. Oremos. R.

- Para que conceda al rey y a todos los gobernantes trabajar por la paz y la justicia. Oremos. R.

- Para que se acuerde de los hijos de Abrahán y cumpla en su favor las promesas que hizo a
nuestros padres. Oremos. R.

- Para que restaure en nosotros la imagen de su Hijo, y así podamos agradarle en todo. Oremos.
R.

Sacerdote: Padre, creador y restaurador del hombre, escucha benigno las súplicas que te
presentamos en nombre de Jesucristo, nuestro Señor, a quien todos los pueblos rinden
homenaje y es Dios por los siglos de los siglos.

MONICIONES DE OFERTORIO
Monición de Ofertorio: Señor, nos acercamos a tu altar para entregarte a través de estas
ofrendas, nuestras vidas y nuestros esfuerzos y los anhelos que están cimentados en la
esperanza de la vida eterna que nos prometes y Junto a las ofrendas del Pan y Vino, ofrezcamos
también nosotros, a ejemplo de María Santísima, nuestro corazón y el propósito de vivir en
santidad.

LAS FLORES:
 Te ofrecemos estas flores, Señor, como símbolo de vida, de unión, de alegría y nuestro
anhelo de vivir siempre en amor y amistad contigo.

CANASTA DE VÍVERES:
 Señor te presentamos los alimentos, fruto del trabajo que se utilizan para el sustento de
muchas familias. Te pedimos que no falten en ningún hogar.

LOS CIRIOS ENCENDIDOS:


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 Señor, esta luz representa tu propia vida en medio de nosotros. Ilumina nuestro camino a
recorrer. Que nuestras almas vivan eternamente encendidas en tu amor, que cada uno de
nosotros podamos así brillar en nuestros hogares. Te prometemos mantener siempre encendida
tu llama en nuestros corazones.

JARRA CON AGUA


 Te ofrecemos, Señor, este vaso de agua, porque muchas veces te hemos pedido para que
lloviese, y ahora que llueve queremos darte gracias de todo corazón por el agua que nos envías
para regar los campos y que se llenen los pantanos.

FAMILIA:
 Célula primordial de la sociedad, responsable de la educación de los hijos, Iglesia
doméstica, te lo presentamos Señor.

EL PAN Y EL VINO:
 Señor te ofrecemos el Pan y Vino, signo de entrega y comunión fraterna. Que sean para
nosotros, y para todos los niños del mundo, Pan de vida y Vino de salvación.

Oración sobre las ofrendas


Santifica, Señor, las ofrendas de tu Iglesia y haz que, por estos sagrados misterios,
merezcamos recibir el pan del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

MONICIONES DE SALIDA
Monición de salida: La comunidad aquí reunida, ha celebrado la Eucaristía, la fiesta más grande
que podemos ofrecer los cristianos, en honor al Hijo de María, nuestra Madre. En sus manos
ponemos a nuestras familias, para que, desde ellas, nos ayude a construir la paz, la concordia, el
entendimiento, la solidaridad y la fraternidad que son tan necesarias para la convivencia diaria.
Nuestro corazón, rebosante de gozo y alegría por los dones recibidos, no puede contener un
grito que es común en las gargantas de todos los linarenses: ¡VIVA EL NIÑO JESÚS!
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Presidente: El Señor confía a cada uno de nosotros, como parte de la genealogía de Jesús, un
papel único de participación en la historia de la salvación. A Él dirijamos nuestras oraciones,
diciendo todos:
Bendice nuestra historia, Señor.

1. Por la Iglesia, para que sea guía para los hombres de nuestro tiempo en la búsqueda y en el
descubrimiento de Dios, en la convicción de que todos los acontecimientos humanos entran a
hacer parte de la historia de la salvación. Roguemos al Señor.

2. Por los jefes de las naciones, para que estén dispuestos a colaborar para promover leyes que
protejan a los ancianos y estén en favor de la vida, para guardar la memoria y la promesa, y
construir sociedades que valoren la persona y su dignidad. Roguemos al Señor.

3. Por los que viven replegados en su vida del pecado que les impide aceptar la salvación que
Cristo les ofrece, para que se dejen atravesar por la misericordia de Dios que transfigura cada
historia y cada evento, convirtiéndolos en motivo de crecimiento espiritual y salvación.
Roguemos al Señor.

4. Por los que más sufren en nuestra sociedad, especialmente los que no tienen techo, los
vagabundos, los huérfanos y las viudas, para que en estos días previos a la Navidad reciban el
auxilio que necesitan. Roguemos al Señor.

5. Para que todos nosotros, que este día participamos de esta Santa Misa, para que nos dejemos
atravesar por la misericordia de Dios que transfigura cada historia y cada evento,
convirtiéndonos en motivo de crecimiento y de salvación. Roguemos al Señor.

Presidente: Padre, que haces de la historia de cada uno de nosotros un canal de salvación,
fecunda nuestra vida y haz que nos preparemos cada día para acoger a Cristo que viene. Él es
Dios y vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Reflexión del Evangelio de hoy


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Comienza hoy, 17 de Diciembre, una “cuenta atrás” muy particular. En esta última semana
de Adviento se irán sucediendo los días con una intensidad creciente; la espera del Señor
se hace ya casi insostenible. El deseo de contemplar al Señor en carne mortal y poder
adorarlo va en aumento. En apenas una semana el canto del Gloria, unido al de los
ángeles, hará rebosar nuestros corazones de júbilo por el nacimiento del Señor. Pero aún
no ha llegado, debemos permanecer vigilantes, manteniendo la tensión.

 " No se apartará de Judá el cetro, ni el bastón de mando de entre sus rodillas".


En la primera lectura, tomada del Génesis, leemos la bendición de Jacob a su hijo Judá.
Con esta bendición, el patriarca omite la tradicional precedencia del primogénito. La
bendición recae sobre aquél de cuya descendencia nacerá el Salvador.

Dios, en su infinita sabiduría, va preparando el camino del nacimiento de Jesús. Sus


antepasados reciben ya la bendición solemne, de la que gozarán en primicia durante su
vida. Y no falta la referencia al Mesías: “El cetro no se apartará de Judá ni el bastón de
mando de entre sus piernas, hasta que llegue aquel a quien le pertenece y a quien los
pueblos deben obediencia”. Palabras ciertamente proféticas que se cumplen en Jesucristo.

 " Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús"


Cuando leemos el Evangelio correspondiente al día de hoy, ciertamente nos desconcierta.
Una lista inacabable de nombres extraños nos lleva hasta “Jesús, el llamado Cristo”.

Dios quiere hacerse hombre, pero hombre de verdad. Enraizado en las generaciones
humanas, con nombres y apellidos concretos. Y no escoge precisamente un linaje puro y
de sangre limpia. Entre sus antepasados encontramos adúlteros, mentirosos, extranjeros,
idólatras, … Todo lo que comporta el ser humano quiere acogerlo, redimirlo, salvarlo.

Leyendo la genealogía, al leer los nombres de José y María parece que llega el descanso,
el reposo. María, la primera redimida por un privilegio especial de Dios, nos trae a Cristo.
Ella nos lo entrega. Viene a compartir nuestra naturaleza humana para hacernos partícipes
de su vida divina. Pongamos ante su presencia nuestra debilidad y pobreza, para que Él la
acoja y enriquezca.

Esta última semana se caracteriza también por las tradicionales antífonas de la “O”, con
las que aclamamos al Mesías ya cercano, implorando su pronta venida:

Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín y
ordenándolo todo con firmeza y suavidad, ven y muéstranos el camino de la salvación.

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