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¡Así de cruel e injusta es la vida!

A LA MEMORIA DE MI HERMANA
EDNA VIOLETA HERRERA VÁSQUEZ
(CHATA)

Por
Ervin Otoniel Herrera Vásquez

La Navidad se acerca…
Hoy 22 de Diciembre se cumplen tres
meses de su muerte y sus hermanos y
familiares de quienes usted fue
cercana, aún no asimilamos y
aceptamos su partida.
Solo su espíritu alegre y sus recuerdos están ahora con nosotros.

La casa, su casa, que cuidó con tanto aprecio, ahora es un lugar frío y desolado
porque ya mis padres y usted no están para darle vida y alegría. La mata de
Ave del paraíso, los anturios y las orquídeas han florecido, al igual que las
pascuas navideñas, los rosales y las lilas hortensias. También la ácida guayaba
silvestre, y el pequeño duraznero están cargados de nuevos azahares y de
algunos rezagados frutos, pero usted ya no está para darles afecto y vida. Solo
los recuerdos de sus bondades y alegrías moran en los corredores y en el jardín
sembrado por nuestra madre y conservado por usted con esmerado cariño.
Pero también en la casa, a los recuerdos felices de su presencia en ella, los
ensombrecen el fantasma de sus tristezas, sus preocupaciones, sus lágrimas y
desconsuelos provocados por las certeras ambiciosas puñaladas cobardes de
las sucias acciones de tres de nuestros hermanos, quienes no se detuvieron ni
se tentaron el alma para arrancar de su existencia la alegría, las sonrisas y la
vida, todo por querer arrebatarle la casa material que nuestros padres le
heredaron como justo pago a sus sacrificios por cuidarlos magnánimamente.

CHATA;
¡Cuánto fue el dolor sufrido en silencio por usted durante los cinco meses que
duró su agonía anegada por la preocupación, la depresión y la tristeza!
¡Cuánto fue su sufrimiento vivido en soledad!
¡Cuántas sus noches sin dormir y llorar de desconsuelo!
¡Cuántas fueron las largas horas y las tenebrosas noches de hirientes pesadillas
y desvelos, experimentadas por su frágil condición humana!
¡Cuán hiriente fue su agonía…!

Querida hermana,
Mil gracias por tanto bien que a todos supo prodigarnos sin intereses
mezquinos, sin hipocresías; sin fingimientos.
Hoy a las muchas personas que siguen preguntándose y peguntándonos por
la causa que provocó su muerte repentina, enfáticamente digo que a esa
interrogante solo existe una cruel y dura respuesta: tres de sus hermanos a
quienes usted auxilió con fraternal afecto en momentos críticos de sus vidas y
de sus familias, sin compasión ni misericordia, sin atender a sus ruegos y
súplicas de mujer indefensa; valiéndose de bajos comportamientos, se
empeñaron en quitarle la casa que recibió por herencia, lo que provocó que en
usted echaran raíces las malas hierbas de la preocupación, la angustia, la
tristeza, el estrés y el miedo, que fueron los detonantes para que su salud se
tornara frágil y, ya débil, llevarla a vivir con mortal DEPRESIÓN los postreros
momentos de su vida.
Hoy, mañana o cualquier día, quienes sin piedad la lastimaron e hirieron en lo
más profundo, podrán decir muchas alegaciones para ocultar la bajeza con la
que actuaron en su contra, hiriéndola sin misericordia, abrigándose bajos los
harapos hipócritas de la religión cristiano-evangélica o pregonando la teórica
defensa de los universales valores supremos. Podrán ahora decir que son ellos
las víctimas inocentes y no los crueles victimarios que con sus réprobas
acciones aceleraron su muerte. Podrán ahora ellos afirmar que su intención
nunca fue herirla ni despojarla de la casa paterna, sino que solo quisieron
proteger los bienes de nuestros padres. Ahora querrán que las personas los
miren y los juzguen como los protectores de los bienes que dejaron nuestros
padres. Dirán, como ya a muchas personas han dicho; que ellos la atendieron
en su enfermedad y que fueron los confidentes a quienes usted confesó la
verdad de sus enfermedades. Dirán que siempre estuvieron prestos a tenderle
la mano para apoyarla y socorrerla; incluso dirán que quisieron estar en su
velatorio y que sus hermanos y familiares más cercanos nos negamos a
recibirlos. Afirmarán que ellos son los conocedores de la verdad de su muerte.
Quizá expresen falsos sentimientos de dolor por su muerte, digan tantas
falsedades y hagan muchas más para lavar y ocultar la bajeza de sus
ambiciones, como ya lo han hecho, con descaro y sin vergüenza. Incluso, talvez
lleguen a amenazarnos para que callemos la verdad y aparezcan como, ya
muerta usted; los líderes del reparto de aquello por lo que la hirieron y nada
les ha costado. Pero quienes estuvimos con usted durante los últimos días y
momentos de su vida; ante la arrogancia de ellos, ante su prepotencia, ante
sus bajas ambiciones y comportamientos por apropiarse de la casa paterna, no
podemos ser desleales a los deseos de nuestros padres ni desleales a usted, a
su dolor, a sus lágrimas, a su soledad, a su agonía, a su muerte y a su memoria.
Quienes estuvimos al borde de su cama de enferma o pendientes de su salud
por medio de un teléfono; podemos afirmar que los tres hermanos a quienes
usted abrió su corazón y su alma y les extendió las manos y los brazos en
incontables oportunidades de necesidad o apremio; ellos con su ambiciosa
codicia por apropiarse del inmueble que por nuestros padres a ellos no les fue
confiada y heredada; por mucho que lo intentaron, NO PUDIERON QUITARLE
LA CASA, pero si, con sus reprobables acciones, indirectamente, terminaron
QUITÁNDOLE LA VIDA.

A ellos tres y a todos los familiares que mal correspondieron a sus cuidados,
afectos y bondades, grito que cualquier gesto de falso cariño o favor que a
usted ellos hayan hecho, nada les da derecho ni calidad moral para afirmar y
decir que fueron sus confidentes y que su muerte fue provocada por diabetes,
pielonefritis o por un hongo de humedad que afecta algunas paredes de la
casa, o por cualquier otra sucia ocurrencia. A ellos digo que ¡El tamaño de sus
afirmaciones y mentiras solo se compara a la bajeza de sus actos con los que
le arrancaron la paz, la salud y la vida! A ellos grito que fue tan grande la
bondad suya para con ellos que sus confidentes íntimos, nos han confesado
que usted los perdono aun siendo sus ofensores, pidiendo a DIOS, siguiera
derramando bendiciones a sus vidas y sus hogares.

CHATA:
Quienes en verdad la amamos, hermanos y familiares, amigos y vecinos a
quienes usted confió la verdad que provocó su depresión, sus males y agonía;
ahora que se acerca la navidad; lloramos su muerte repentina, sentimos su
ausencia y declaramos que siendo usted todo amor para todos; de los tres
hermanos que quisieron despojarla de la casa que nuestros papás le heredaron
como recompensa por sus cuidados y desvelos por cuidarlos en su ancianidad
y enfermedades; ni siquiera uno de ellos tuvo la delicadeza ni la hidalguía moral
de acercarse para traerle a su casa, por lo menos una flor, un recuerdo o para
darle el último adiós en la tumba en donde reposan sus restos. ¡Es tanta la
ambición material crecida en ellos que destruyó y aniquiló en su corazón los
más delicados sentimientos humanos y fraternales con los que fuimos
formados y educados por nuestros progenitores! ¡Qué pobres y miserables han
de ser sus existencias! A diferencia ¡Qué paz y grandeza del alma de Sonia
quien, desde la muerte de nuestros padres, estuvo presta a prodigarle
fraternales afectos, compañía, cobijo, alimentos, medicinas y hasta el ataúd en
el que se depositó su inerte cuerpo!

Querida y amada hermana;


su muerte marcó nuestras vidas, por la forma y por la manera que experimentó
su agonía y su sufrimiento; pero la deslealtad, la sucia codicia, el linchamiento
moral y la falta de agradecimiento fraterno son tan antiguos que ya en el libro
del principio, Dios preguntaba ¿Caín, Caín, en dónde está tu hermano…?
Porque no solo a balazos se mata, ni con machetazos se despedaza, sino
también con venenosas palabras, con desagradecida hermandad y envenenada
ambición y codicia.

Hoy, en esta Navidad ya cercana, nos queda seguirla recordando y honrando


su memoria, declarando la verdad que motivo su muerte repentina, y si hay
DIOS que no dudo que existe, implorar a él, no perdón para los culpables
indirectos de su muerte. Al Principio del Amor Eterno, solemnemente pido
JUSTICIA, porque como usted me decía, llorando desconsolada: “NADA A
ELLOS HE HECHO PARA ME TRATARAN DE TAL MANERA: ME LLEVARÁN A LOS
TRIBUNALES, DUDARÁN DE MI HONRA, QUISIERAN DEJARME EN LA CALLE E
HIRIERAN MI CORAZÓN COMO NADIE LO HA HECHO. ¿QUÉ DE MALO HICE A
ELLOS PARA QUE ME LASTIMARÁN COMO LO HICIERON?, SOLO AYUDARLOS
EN LOS MOMENTOS EN LOS QUE ELLOS Y SUS FAMILIAS MÁS LO
NECESITARON. Afirmaciones que acompañaba haciendo suyas las dolidas
lamentaciones de David en el salmo 13: "¿Hasta cuándo DIOS mío? ¿Hasta
cuándo tendré congojas en mi alma y en mi corazón angustia, día y
noche?”

CHATA;
en esta Navidad tan esperada por usted, puedo afirmar que en el cielo de DIOS
hay muchas moradas, y seguramente en una de ellas usted, junto a nuestros
padres, está gozando de la paz que solo DIOS otorga, porque fue y supo ser
mujer verdaderamente bondadosa, uno de los tantos pobres de sus pollitos a
quienes Él, cuida y ama con entrañas de madre misericordiosa.

Querida hermana; ahora que se acerca el festejo del recuerdo del nacimiento
del Hijo de Dios que este año usted deseaba celebrar como ilusionada niña; lo
que en el camarín dejó dispuesto con tanta alegría: el arbolito de navidad, las
luces, los brichos, el pesebre y el “Niño Dios”; la extrañan mucho y también
lloran su ausencia y su muerte repentina, aunque seguramente en estas fechas
de paz, amor y hermandad; haya algunos de nuestros hermanos que ríen
satisfechos porque, como un obstáculo superado, lograron quitarla de en
medio del camino que lleva a coronar el objetivo de sus ambiciones que, talvez
algún día lo logren valiéndose de sucios ardides y con ayuda de gentuza,
abogados y jueces igual de marrulleros que ellos. ¡Así de cruel e injusta es la
vida!
E.P.D Diciembre 2022

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