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TEÓRICO 4
Temas:
Bibliografía obligatoria
Dada esta situación social del gusto, los roles que tienen
que cumplir los géneros, así como las disciplinas –ciencia, arte y
filosofía- se confunden. Aparece así, casi como un efecto de esta
situación y al mismo tiempo con posibilidades de ser su causa, la
teoría. Ni bien el gusto se muestra inconstante, tiene que aparecer
una teoría del gusto, es decir, una búsqueda de principios del gusto,
como para poder responder a las demandas del gusto. En lugar de
haber poéticas, como en la primera mitad del siglo XVIII, que
prescriben cómo tienen que ser las obras de arte para satisfacer un
gusto estable y que tiene al modelo clásico como horizonte, lo que
aparece es una teoría del gusto casi como una teoría del capricho
humano; una búsqueda de los principios del sujeto como para ser
estudiados en términos de poder ser satisfechos por las obras de
arte. Más que una preceptiva, la teoría aparece como una
psicología del gusto. Antes que decir cómo tienen que ser las obras
de arte para ser siempre idénticas a sí mismas y perfectas, la teoría
trata de entender qué es lo que quiere el receptor -el cual es
voluble, cambiante y siempre quiere lo nuevo- para poder
satisfacerlo. Por lo tanto, la teoría del arte sería una teoría de lo
nuevo; una teoría de la inestabilidad del gusto, antes que una
preceptiva de las obras de arte. La situación de finales del siglo
XVIII es la inversa de la de principios del siglo. En lugar de
preceptivas para las obras de arte hay teoría del gusto. El punto de
vista estético, como punto de vista dominante, es el del receptor: la
estética es una filosofía del gusto, no una filosofía del arte.
Con la asunción, por parte de Schlegel, de que el punto de
vista dominante en la estética de su tiempo es el punto de vista del
receptor, aparece, como problema, el fenómeno de la moda, que
tiene que ver, justamente, con la caducidad permanente del gusto y,
sobre todo, con la ausencia de un gusto público. Es decir, el gusto
que en Kant aspiraba a la universalización, en la sociedad es
caprichoso y privado, y también por eso, inestable. Así, hacer una
teoría del gusto es, en la medida en que se atiene a la sociedad,
hacer una teoría de la veleidad humana: una teoría de la moda. A
diferencia de las preceptivas, que tomaban como modelos a las
obras de la antigüedad clásica y extrapolaban sus principios a las
obras contemporáneas (y así, en lugar de ser obras clásicas,
obtenían obras neoclásicas), esta teoría del gusto que se busca
hacer después de Kant es una teoría que vuelve a partir de la
anarquía del gusto, para tratar de entender qué tiene que hacer un
artista para satisfacer al público, cuando el público no sabe lo que
quiere, o bien lo que quiere es que haya siempre algo nuevo. Pero
¿cómo podría saber el artista qué es lo nuevo? Si hay algo no
sistematizable, es precisamente lo nuevo, aquello que va a
sorprender al público. De ahí que toda obra de arte moderna, en
tanto no puede no ser artificial, pueda fracasar, en la medida en que
tiene una voluntad intrínseca de ser nueva, y puede no ser vista
como tal. Si no es vista como nueva, pasa desapercibida.
Pero el problema es que lo que se piensa respecto de cuál es
la norma del gusto, en una cultura artificial, es también una
malversación de la teoría kantiana del genio. Se piensa que la
norma del gusto la pone el genio, por lo tanto, la sociedad está
permanentemente deduciendo de él, como figura de lo
extraordinario, la norma.