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Fallo 4
Fallo 4
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Cuestiona “…la falta de fundamentación de las razones
invocadas por el tribunal para considerar la participación
criminal de mi asistido en el hecho investigado…” (fs. 1633
vta.).
En efecto, destaca que “…los elementos de cargo
enunciados a lo largo de la sentencia no resultan suficientes
para arribar a un pronunciamiento de condena con el grado de
certeza que exige una decisión de tal naturaleza…” (fs. 1654
vta.).
Subsidiariamente sostiene que “…la conducta
endilgada… fue equivocadamente subsumida en el tipo penal de
homicidio agravado por el vínculo mediando circunstancias
extraordinarias de atenuación… cuando debió haber sido
considerada como lesiones graves –art. 90 del C.P.-…” (fs. 1633
vta.).
En punto a ello indica que “…de adverso a lo
sostenido por el Tribunal de V.E., considero que del análisis
de las distintas constancias relacionadas con las
intervenciones médicas de que fue objeto la Sra. Solterbeck,
como de los testimonios aportados por los profesionales médicos
que prestaron declaración durante la audiencia de debate, se
advierte que no existe certeza en punto a que el accidente
cerebro vascular hemorrágico tuviese su etiología en los
traumatismos sufridos por la Sra. Solterbeck…” (fs. 1668 vta.).
Resalta que “…el nexo causal se ha visto interrumpido
por diversas conductas u omisiones de terceras personas,
puntualmente, de los médicos intervinientes, y/o bien, en razón
de las características personales de la Sra. Solterbeck
preexistentes a los golpes recibidos…” (fs. 1668 vta.).
Por otra parte señala que “…la sentencia resulta
arbitraria en lo concerniente a la individualización del monto
de pena establecido para Spirito y, por tanto, su
fundamentación resulta aparente…” (fs. 1634).
Por último plantea la inconstitucionalidad del
instituto de la reincidencia y del art. 14 del C.P. (cfr. fs.
1634).
Hace reserva del caso federal (fs. 1686/1687).
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mención del juramento y la enunciación de los otros elementos
probatorios incorporados al debate” y en el punto 6°) “otras
menciones prescriptas por la ley o las que el presidente
ordenare hacer, o aquellas que solicitaren las partes y fueren
aceptadas”. Culmina advirtiendo que “La falta o insuficiencia
de estas enunciaciones no causa nulidad, salvo que ésta sea
expresamente establecida por la ley”.
Se ha sostenido sobre el punto que “…El acta de
debate deviene nula si no documenta lo que ha ocurrido durante
su desarrollo; sobre todo las inserciones solicitadas por las
partes. Pero ello no impone que contenga todo lo que ocurre en
la audiencia sino lo que exige la ley: las que el presidente
ordene y las que soliciten las partes; la omisión o deficiencia
al formularse por secretaría las menciones no hacen a la
nulidad del acta; tampoco si la defensa no hace uso, a lo largo
de la audiencia, del derecho acordado por este inciso…”
(D’Albora, Francisco J., Código Procesal Penal de la Nación
Anotado. Comentado. Concordado. Lexis Nexis, Buenos Aires,
Quinta Edición, 2002, p. 849, con cita del TS Neuquén).
Entonces, concluimos que el acta glosada a fs.
1509/1557 es válida habida cuenta que cumple con los requisitos
establecidos por el código de forma. Si bien es de buena
práctica que se encuentren plasmados los contenidos de los
testimonios, que permitan efectuar un contralor más amplio y
exhaustivo de la logicidad de la sentencia en la instancia
revisora, lo cierto es que el hecho de que no hayan sido
plasmados en forma total no provoca necesariamente -como se ha
descripto ut supra-, la nulidad absoluta.
Como consecuencia de lo expuesto, y teniendo
particularmente en cuenta que la defensa no ha expuesto
concretamente cuales fueron las tan dirimentes manifestaciones
que no fueron incluidas en el acta de debate, conceptuamos que
no se ha vulnerado el derecho de defensa en juicio ni se ha
visto restringida o coartada en algún punto la actividad
defensiva, por lo que esta pretensión del recurrente no podrá
prosperar.
2º.- Por otro lado, y previamente al tratamiento de
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esta Cámara está imposibilitada, en el sendero marcado por los
artículos precedentes (404 inc. 2 y 456 inc. 2º del rito), de
casar una sentencia y ordenar el reenvío en el camino de la ley
(artículo 471 del cuerpo legal antes citado) implicaría tanto
como derogar por inconstitucionalidad de oficio dichas normas,
pretensión que corre por cuenta exclusiva del defensor y no
sobre las palabras de la Corte…”.
También se señaló en dicha causa “Italia” en relación
al precedente de la Corte Suprema de Justicia, in re “Sandoval,
David Andrés s/homicidio agravado por ensañamiento -3 víctimas-
Sandoval, Javier Orlando s/encubrimiento -causa nº 21.923/02",
del 31 de agosto de 2010, que “…las normas procesales que rigen
la materia… no han sido declaradas inconstitucionales…”; que
“…admitir un criterio semejante implicaría… despojar a este
órgano jurisdiccional de una de sus principales funciones, como
es el control de la observancia de la garantía constitucional
del juicio previo que supone el acatamiento de las formalidades
esenciales establecidas por la ley para que el proceso pueda
finalizar en una sentencia válida y las de la sentencia misma,
imprescindibles para su legitimidad y para asegurar los
derechos de las partes y la rectitud del juicio…”.
También que “…el recurso de casación… es una
institución establecida con el fin de garantizar la corrección
sustancial y la legalidad formal del juicio previo exigido por
la Constitución Nacional, para asegurar el respeto a los
derechos individuales y a las garantías de igualdad ante la ley
e inviolabilidad de la defensa en juicio, amén del
mantenimiento del orden jurídico penal, y por ello se lo ha
definido, hace ya tiempo ‘como un medio de impugnación por el
cual, por motivos de derecho específicamente previstos por la
ley, una parte postula la revisión de los errores jurídicos
atribuidos a la sentencia de mérito que la perjudica,
reclamando la correcta aplicación de la ley sustantiva, o la
anulación de la sentencia y una nueva decisión con o sin
reenvío a nuevo juicio…” (cfr. De La Rúa, “La casación penal”,
págs. 22/23, 68 y ss., Depalma, Bs. As., 1994).”.
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por no reunir las condiciones de un acto jurisdiccional válido,
sin haber violado ni el principio del ne bis in ídem, ni el de
la reformatio in pejus.
En ese orden, ninguna duda puede caber que la
doctrina del Alto Tribunal en la materia, sólo impide la
realización de un nuevo juicio cuando el acusado hubiera sido
beneficiado con una sentencia absolutoria dictada en un debate
cumplido en regular forma. De adverso, en casos como el que
ahora se analiza nada impide la realización de un nuevo juicio.
Las observaciones asentadas demuestran el desacierto
de las alegaciones de la defensa, las que de esta manera quedan
huérfanas de todo sustento que las avale, extremo que en
definitiva determinará el rechazo del agravio en estudio.
4º.- Entrando al análisis de las cuestiones
debatidas, estimamos oportuno recordar el hecho respecto del
cual el a quo dictó la condena recurrida, el que conforme surge
de fs. 1566 vta./1567, consistió en que “…entre el 31 de julio
y el 1º de agosto de 2008, Víctor Eduardo Spirito, junto con
Walter Bustamante Solterbeck, agredió físicamente mediante
golpes a Elsa Herminia Solterbeck, madre del nombrado
Bustamante Solterbeck, causándole la muerte, que se produjo el
1º de septiembre del mismo año en el `Centro Médico Gallego´ de
esta Capital Federal, como consecuencia de las diversas
complicaciones médicas originadas en las lesiones provocadas…”.
Para así concluir, el a quo tuvo en cuenta
sustancialmente las declaraciones de Daniel Oscar Fidalgo –ex
concubino de Sandra Bustamante-, Sandra Bustamante Solterbeck y
Claudia Emilse García –sobrina de la víctima-.
Completan el cuadro probatorio las declaraciones del
Cabo 1º, Javier Micciulo, la Dra. Eugenia Susana Teresita
Sarcona, el video aportado por la querellante, el testimonio de
Carlos José Gamellac –administrador del consorcio-, de Felipe
Ruiz –encargado del edificio-, entre otras.
La defensa se agravia al entender que no se encuentra
acreditado con el grado de certeza que requiere una sentencia
condenatoria que Víctor Eduardo Spirito haya participado en el
hecho aquí traído a estudio y, en consecuencia, sostuvo que se
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esa hora estaba despierta. Es así que siguió llamando, pero
siempre daba ocupado hasta que `el que se creía el propietario
de la casa´, Spirito atendió. Éste le refirió que Elsa estaba
enferma. Le pidió que le pasara el teléfono pero no quiso…”
(fs. 1569 vta./1570).
Sandra Bustamante también destacó que el “…1º de
agosto recibió un llamado de su prima entre las 10.30 u 11.00
quien le refirió `Sandra algo pasa, ellos no me pasan con tu
mamá, algo pasa porque no me atienden el teféfono´. Por tal
motivo, la dicente al llegar a su oficina se colocó el manos
libres del celular… y comenzó a llamar a su madre. Así pasaron
cuatro horas hasta que atendieron el teléfono. Quien atendió
fue Spirito, así que la dicente cortó el teléfono sin hablar…”
(fs. 1570 vta.).
“…Preguntada respecto de cómo se dirigía a Spirito
cuando lo veía refirió que como `Eduardo´ o `el flaco´. De la
misma manera lo nombraba Claudia, su madre y Daniel…” (fs.
1573).
También valoraron las declaraciones de Claudia Emilse
García las que fueron contestes con las mencionadas
anteriormente y que ratifican no solo que Elsa involucró
expresamente a Spirito en la agresión de la cual resultara
víctima sino que también confirman que Spirito estuvo presente
la mañana del 1ro de agosto en el domicilio de la víctima.
En punto a ello el tribunal de mérito sostuvo que
resulta contundente el fragmento de su declaración del cual
surge que la mañana posterior a la agresión, “…ambos imputados
estaban en el lugar y se negaron a comunicarla telefónicamente
con la víctima. Desde mi punto de vista, esto es un indicio
importante de que ocultaban algo…” (fs. 1590/1590 vta.).
Ponderó también el segundo de los videos aportado por
la querellante al entender que “…ratifica la veracidad de los
testimonios de Fidalgo, Sandra Bustamante y Claudia García. Se
trata de una filmación tomada con un teléfono celular cuando la
víctima se encontraba en el domicilio de su hija, antes de ser
trasladada a la Clínica Virreyes y, por segunda vez, al Centro
Gallego. Resulta claro que el contenido del video incrimina
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intentada por la defensa de que la víctima podría haber
señalado a Spirito únicamente para desviar la atención dirigida
hacia su hijo a quien intentaría proteger. En efecto, Elsa
Solterbeck mencionó también a su hijo como uno de los
agresores, pese a que refirió que era el otro el que más
agredía…” (fs. 1591 vta.).
Además tuvieron en cuenta los dichos de los vecinos
del edificio, en especial lo sostenido por Elba Rosa Lortau
quien comentó que “…una vez Walter gritó: `vos a mi mamá no le
pegues´, agregando que la señora que vivía en el 2º `B´ también
lo escuchó pero actualmente no vive más en el edificio…” (fs.
1591 vta./1592).
Por otro lado destacaron que el imputado dio, durante
el debate, dos versiones diferentes de lo ocurrido y que
“…resulta llamativo que en su primera versión de los hechos el
imputado haya dicho que simplemente vio que la víctima estaba
durmiendo, mientras que después expresó que Elsa Solterbeck se
hallaba golpeada y que le había dicho que Walter estaba
alcoholizado y la había golpeado. Se trata de aspectos de
fundamental importancia que autorizan a desconfiar de la
versión que brindó…” (fs. 1592).
Finalmente, y haciendo especial referencia a la
Convención de Belem do Para, sostuvieron que “…se debe otorgar
suficiente valor probatorio a los testimonios prestados por los
familiares de la víctima, que se encuentra[n], además
ratificado[s] por los videos oportunamente adjuntados. Además
de ello, también se debe reconocer el valor probatorio de las
manifestaciones de la propia víctima en el video que fue
exhibido en la audiencia…” (fs. 1593).
A partir de lo expuesto, entendemos que los
sentenciantes descartaron con acierto el intento de la
asistencia letrada de desvincular a Víctor Eduardo Spirito del
suceso.
En efecto, conceptuamos que el a quo ha satisfecho
adecuadamente el mandato de motivación contenido en el artículo
398 del Código Procesal Penal de la Nación, cuya inobservancia
se conmina con nulidad, conforme lo establecen los artículos
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I. y otra s/ recurso de casación”, Reg. 2211, del 29 de mayo de
1998 en cuanto allí se sostuvo que “…El resultado de aplicar el
método consistente en criticar los indicios y presunciones
individualmente, de modo de ir invalidándolos uno a uno y
evitando su valoración articulada y contextual dentro del plexo
probatorio, conduce, obviamente, a resultados absurdos desde el
punto de vista de la verdad material, real e histórica, cuya
reconstrucción es objeto y fin del proceso penal. Y ello, desde
que tan imperfecta metodología se encarga de desbaratar uno por
uno cada cual de esos elementos que, solitariamente, nada
prueban con certeza, pero que evaluados en un acto único y con
ajuste a las reglas de la sana crítica racional -lógica,
experiencia, sentido común, psicología, etc. -pueden llevar de
la mano a una probatura acabada, plena, exenta de toda
hesitación razonable…”.
En este mismo sentido, se ha dicho que “…el indicio
es, por así decirlo, el dedo que señala un objeto; contiene en
sí mismo un hecho diferente, si es aislado; pero que al momento
adquiera gran importancia cuando el juez ve que tiene conexión
con otro. Este a su vez, así descubierto, llama durante el
curso de la información la atención de la justicia sobre tal
individuo, que, sin tal coincidencia pasaría desapercibido, o
también en el momento de la sentencia definitiva es pesado en
la balanza de la razón y contribuye a afirmar poderosamente las
probabilidades de la acriminación. En tales momentos el juez
tiene por guía las leyes naturales manifestadas y garantizadas
por la experiencia y el buen sentido. El indicio es tanto o más
grave cuanto parece más cierta la relación necesaria entre el
hecho primitivo y el hecho consiguiente desconocido. Si la
experiencia justifica plenamente esta conexión; si no puede
admitirse ni por un sólo momento ninguna otra conclusión o
interpretación, la conciencia del juez se declara satisfecha, y
el raciocinio produce la convicción…”. (conf. Mittermaier, Karl
J. A., “Tratado de la prueba en materia criminal”, Hammurabi,
Buenos Aires, 2006, páginas 367/368).
Por lo tanto, debemos descartar la pretendida
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debate que se desarrolló contra el imputado Spirito, y la
Cámara Nacional de Casación Penal declaró la nulidad de la
sentencia y no del debate, por lo que los elementos
incorporados a ese debate son válidos. Estamos ante una prueba
ofrecida por la fiscalía que fue incluida en el proveído de
prueba, en el que se hace referencia a la documentación ahora
impugnada. Este proveído de prueba tampoco fue cuestionado por
la Defensa, por lo que ya había sido incorporado al debate y
cuando… ello se dispuso no fue cuestionado…” (fs. 1521).
Y asimismo que “…no se comparte que se afecten
garantías fundamentales de Spirito… El video impugnado
constituye un documento, y se incorporó al debate como prueba
documental. No existen evidencias ciertas para suponer la
ilegitimidad de la obtención del video. No hay ninguna
indicación que permita suponer que fue obtenido ilegítimamente
como la Defensa plantea, se trata de una filmación obtenida por
un particular sobre la víctima. No se encuentra afectado el
derecho a la intimidad, ni tampoco la garantía a la
autoincriminación de Spirito… No estamos en presencia de un
testimonio, de modo que no son aplicables al caso las
disposiciones relativas a la prueba testimonial. No se puede
argumentar que se encuentran violados los derechos de
interrogar a los testigos, ni los principios de oralidad e
inmediación…” (fs. 1521 vta.).
Por tanto, y toda vez que se ha dado al imputado y a
su letrado una efectiva posibilidad de control del video aquí
cuestionado -mediante su incorporación y exhibición durante
el debate-, con el objeto de que puedan alegar lo que
considerasen apropiado a su defensa, no corresponde invalidar
lo actuado en los términos del art. 168 del código de forma,
por cuanto no se ha demostrado la violación de los derechos
constitucionales de la defensa en juicio ni del debido proceso.
5º.- En cuanto a la calificación jurídica que
ameritan los hechos tenidos por ciertos por el Tribunal de
grado, entendemos que la escogida resulta adecuada.
La defensa se agravia al entender que no se podría
asignar una relación de causalidad a los golpes propinados por
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En efecto, el a quo también se expidió ante la
aparente contradicción entre las conclusiones de la Dra. Caridi
y las de la Dra. Bustos al señalar que “…pareciera que nos
encontramos ante diferentes criterios médicos sobre la causa
del ACV que generó la muerte. Sin embargo, considero que la
interpretación de la Dra. María de los Ángeles Caridi, debe
prevalecer sobre la versión aportada por la Dra. Bustos en la
audiencia. Es que, la profesional demostró mayor solvencia para
interpretar toda la información que se desprende de la historia
clínica, lo que resulta esperable tomando en cuenta que
específicamente se desempeña en el área de terapia intensiva
del hospital donde estuvo internada la víctima. Por otra parte,
también se debe señalar que estuvo a cargo de la atención
directa de la paciente, lo que otorga una especial relevancia a
sus afirmaciones…” (fs. 1596 vta.).
“…Al contrario, la médico forense se limitó a
realizar una autopsia, por lo que su campo de especialidad no
es el tratamiento de síntomas, sino el análisis de los indicios
luego de producido el deceso. Y en este sentido, fue la Dra.
Bustos quien afirmó que no podía determinar a partir de la
autopsia el origen del ACV…” (fs. 1597).
Por otro lado, cabe destacar que las conclusiones a
las que arribara el a quo efectivamente se condicen con las
manifestaciones de la hematóloga quien a fs. 36 consignó
“…posible etiología embolica…” del ACV. Es decir, que también
esta especialista coincidió en afirmar que el origen del ACV no
era hipertensivo (cfr. fs. 1597).
Sin perjuicio de ello, los sentenciantes
acertadamente señalaron que “…la Dra. Bustos ratificó las
conclusiones de sus peritajes anteriores para los que había
contado con las constancias de la historia clínica… En ellos
sostenía que los golpes recibidos fueron la causa de la muerte
de Elsa Solterbeck…” (fs. 1597).
Y que “…aun cuando pudiera interpretarse que fue la
hipertensión la que causó el ACV, lo cierto es que ambas
médicas asumieron ese cuadro como secundario de la patología
principal, que fueron los sangrados internos en la cabeza. La
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tanto los sentenciantes han dado completa y acertada respuesta
a cada uno de estos planteos efectuados por la defensa en
ocasión de formular su alegato, los cuales esa parte
empeñosamente reedita en esta instancia sin lograr rebatir los
sólidos fundamentos en los que se apoya el veredicto de
condena.
Ello por cuanto no se advierte -ni la defensa logra
demostrarlo- supuesto de arbitrariedad alguno en la elección de
la calificación jurídica, al haber tenido el Tribunal por
acreditada la relación causal entre los golpes propinados por
los imputados y el resultado final de muerte de Elsa
Solterbeck, mediante una valoración conjunta y conforme las
reglas de la sana crítica, de cada una de las pruebas
arrimadas.
Por todo lo expuesto, debemos concluir que la pieza
puesta en crisis goza de fundamentación suficiente, lo que
impide descalificarla como acto jurisdiccional válido,
encontrándose por ende a cubierto del embate casatorio.
6º.- Sentado ello y específicamente en lo
concerniente a la pretendida arbitrariedad en la mensuración de
la pena impuesta, tras el análisis respectivo corresponde
adelantar que dicha impugnación tampoco podrá tener favorable
acogida. Ello así, toda vez que la crítica que expone la
defensa responde a una disconformidad con el quantum de la pena
impuesta, y en tal sentido cabe recordar que, su graduación
sólo compete al tribunal de mérito en la medida en que importa
la ponderación de situaciones de hecho cuya apreciación le está
reservada.
Más aún, tal como ha resuelto esta Sala con
anterioridad, la fijación de la sanción se encuentra dentro de
los poderes discrecionales del tribunal de juicio, y por ello
no puede ser examinada, salvo evidente arbitrariedad, que en el
caso no se demuestra (esta Sala, in re: "Lefevre, Carlos A. s/
rec. de queja", c nº 1694, reg. nº 265/98); ni se advierte,
tras haber realizado el esfuerzo impuesto a este Tribunal por
la vigente doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación (causa nº 1757, “Casal, Matías Eugenio y otro s/robo
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relevancia el conocimiento personal y la relación previa que
existía entre el imputado Spirito y la Sra. Elsa Bustamante.
Además de ello, resulta una circunstancia agravante la actitud
tomada por el imputado después de la agresión, pues lejos de
buscar auxilio o brindarle asistencia a la víctima, dio
respuestas evasivas a la Sra. Claudia García y, más tarde, se
alejó de la vivienda, dejando sola a la víctima, con las
evidentes lesiones padecidas…” (fs. 1615).
Así las cosas, apreciamos que las pautas de los
artículos 40 y 41 del Código Penal fueron correctamente
evaluadas.
En consecuencia, sólo importando las objeciones que
se invocan el disenso referenciado ut supra con el adecuado
ejercicio en el presente caso de facultades propias de los
magistrados para graduar la sanción dentro de los límites
legalmente ofrecidos para ello, conceptuamos también
improcedente e inadmisible brindar favorable acogida a la
referida pretensión articulada.
7º.- En punto a la pretendida inconstitucionalidad de
los arts. 14 y 50 del C.P., agravios que fueran introducidos en
el recurso de casación de la defensa, hemos de remitirnos, en
honor a la brevedad, a cuanto expusiéramos en el precedente in
re “Grimaldi, Oscar s/recurso de inconstitucionalidad” (reg.
262/97, rta. el 26/6/97), y sus citas, cuya lectura
respetuosamente nos permitimos sugerir (en igual sentido cfr.
causas N° 189 “Pajón, Armando s/rec. de casación”, rta. el 13
de octubre de 1994, Registro N° 136/94y N° 206 “Esponda, José
Roberto s/rec. de casación”, rta. el 23 de septiembre de 1994,
Registro N° 118 bis/94).
En efecto, cabe recordar que la Corte Suprema de
Justicia de la Nación lleva dicho que la declaración de
inconstitucionalidad de una disposición legal es un acto de
suma gravedad institucional, pues las leyes dictadas de acuerdo
con los mecanismos previstos en la Constitución Nacional gozan
de una presunción de legitimidad que opera plenamente y obliga
a ejercer dicha atribución con sobriedad y prudencia, sólo
cuando la repugnancia de la norma con la cláusula
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experimentado el encierro que importa la condena, no obstante
lo cual reincide demostrando su insensibilidad ante la amenaza
de un nuevo reproche de esa naturaleza, cuyo alcance ya
conoce…”.
Ello así, de conformidad con la doctrina de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación en cuanto ha establecido que
“…el instituto de la reincidencia se sustenta en el desprecio
que manifiesta por la pena quien, pese a haberla sufrido antes,
recae en el delito, siendo suficiente a fin de acreditar el
fracaso del fin de prevención especial de la condena anterior
privativa de libertad, el antecedente objetivo de que la haya
cumplido total o parcialmente, independientemente de su
duración…” (conf. C.S.J.N. T° 311: p. 1209).
Cabe agregar a ello que el principio “non bis in
idem” consagrado en el artículo 18 de nuestra Constitución
Nacional, prohíbe la nueva aplicación de pena por el mismo
hecho, pero en forma alguna impide que el legislador tome en
cuenta la anterior condena -entendida ésta como un dato
objetivo y formal- a efectos de ajustar con mayor precisión el
tratamiento penitenciario que considere adecuado para aquellos
supuestos en los que el individuo incurriese en un nuevo delito
penal. Esto implica una decisión de política criminal exenta
del control de constitucionalidad judicial (Conf. causa
“Grimaldi” ya invocada). Asimismo el principio de igualdad
tampoco obsta a que el codificador contemple de diferente
manera situaciones que considera distintas, con tal de que la
discriminación no sea arbitraria ni importe ilegítima
persecución o indebido privilegio de personas o grupos de ellas
aunque su fundamento sea opinable (Conf. C.S.J.N., Fallos:
299:146; 300:1049 y 1087; 301:1185; 302:192 y 457; y causa M.
580. XX. “Motor Once S.A. c/ Municipalidad de la Ciudad de
Buenos Aires”, rta. 14/5/87, T° 310:943)”.
“…El distinto tratamiento dado por la ley a aquellas
personas que, en los términos del art. 50 del Código Penal,
cometen un nuevo delito, respecto de aquellas que no
exteriorizan esa persistencia delictiva, se justifica por el
desprecio hacia la pena que les ha sido impuesta. Y si, como se
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26.791 (cfr. B.O. del 14/12/2012) no resulta de aplicación al
caso aquí traído a estudio, en tanto no se ha demostrado que
haya mediado violencia de genero.
Por todo lo expuesto, votamos por rechazar el recurso
de casación interpuesto por la defensa contra la sentencia de
fs. 1559 –cuyos fundamentos obran a fs. 1560/1618, dictada por
el Tribunal Oral en lo Criminal nº 27 de esta Ciudad, con
costas (artículos 456, 470 y 471 a contrario sensu, 530 y 531
del Código Procesal Penal de la Nación).
Tal es nuestro voto.
La señora juez doctora Liliana E. Catucci dijo:
I.- En cuanto a los agravios introducidos por la
defensa durante el término de oficina, relacionados con la
reedición del proceso en perjuicio del enjuiciado y con la
nulidad del acta de debate por una transcripción incompleta de
los dichos de los testigos, me atengo a lo sostenido por la
Sala Tercera en las causas n° 489 “Silberstein, Eric s/recurso
de casación”, reg. n° 106/96 del 15 de abril de 1996 y 3914
“Griguol, Luciano F. y Romero Da Silva, Orlando R. s/rec. de
casación” Reg. 448/02 del 28 de febrero de 2002, de esta Sala
III, en cuanto a que “...en la sistemática de nuestro Código
Procesal Penal el Tribunal debe limitarse exclusivamente al
estudio de los motivos propuestos ab initio al interponerse el
recurso (cfr. mutatis mutandi causa n° 9 “Sokolovicz, Mario
Rubén s/rec. de casación” Reg. 13 del 29/7/93), sin perjuicio
de que, de advertirse un caso de nulidad absoluta, abierta como
está su jurisdicción, correspondería actuar de acuerdo a lo
dispuesto en el art. 168, segundo párrafo del código de rito.
“, extremo que no se verifica en autos.
Sin perjuicio de ello, en punto a la infracción a la
regla constitucional señalada ut supra resultan aplicables las
consideraciones efectuadas al emitir mi voto en las causas
11.816 “Italia, Roberto s/recurso de casación”, reg. nº 1588
del 15 de octubre de 2010 y nº 12.874 “Zelada, Cristian L.E.
s/recurso de casación”, reg. nº 1965 del 21 de diciembre de
2011.
Sobre los cuestionamientos al acta de debate, me uno
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impactaron en partes vitales de su cuerpo –cabeza y torax-, la
prolongación en el tiempo de los ataques sobre una persona de
las particulares condiciones personales de la víctima - de 82
años, de contextura muy pequeña, frágil, con marcapasos-; la
actitud posterior de Spirito, que atendió el teléfono y le
comunicó a la sobrina de Solterbeck, que Elsa no podía
atenderla porque estaba durmiendo, abandonando más tarde
abandonó la vivienda junto a Walter dejándola sola y sin
asistencia, tal como lo señalara el sentenciante- ponen en
evidencia un obrar intencional de dolo directo que escapa las
previsiones del eventual.
A su vez, las declaraciones contestes de los
familiares de la víctima revelan que esos ataques estuvieron
preconcebidos para eliminarla como obstáculo que ella era para
la vida perniciosa que llevaban los homicidas.
Basta con repasar los episodios violentos previos al
ataque mortal, detallados en la audiencia por Daniel Oscar
Fidalgo, Sandra Bustamante Solterbeck y Claudia Emilse García.
Según Fidalgo, “Walter le había doblado la mano o el dedo de la
mano a la víctima”; Bustamante contó que un día “…la encontró
con la mano abollada, toda negra y con una trompada en el ojo”;
lesiones que la propia damnificada contaba diciéndole :“Sandra,
me pegaban porque sí. Le pegaban porque tomaban,…porque hacían
orgías y nadie permite eso…”; García, dijo que “…Elsa le contó
que Walter la había arrastrado por toda la casa de los pelos
porque ella le había echado a los amigos”.
Los declarantes pusieron también de manifiesto los
deseos revelados de Walter de ver muerta a su madre; de las
amenazas de “matarla y degollarla”, y de las súplicas de la
damnificada pidiendo que cortaran con la fiesta y sacaran a las
personas que los asesinos llevaban constantemente a su
domicilio.
En este sentido, la propia Fiscal de juicio hizo
notar que “…la presencia y permanencia de Víctor Eduardo
Spirito en el hogar de Elsa Solterbeck y su hijo Walter
Bustamente, adquiere sentido y justificación dentro de una
compleja y conflictiva situación familiar…resultó probado por
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SPIRITO, Víctor Eduardo
s/ recurso de casación.
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pautas extraordinarias de atenuación, se encuentran las de
agravación no atendidas en la mensuración de la pena.
Vale la pena hacer notar que hace ya tiempo, en la
causa nº 844 “Saint Pierre, Angela N. s/recurso de casación”,
reg. nº 1102 del 21 de agosto de 1996 de la Sala I de este
Cuerpo se ha conceptuado esas circunstancias extraordinarias de
atenuación, establecidas en el último párrafo del artículo 80
del código de fondo como “…todas aquellas que permiten por su
génesis, ser determinadoras de un estado de emoción violenta
excusable, estado que, al no manifestarse en su consistencia e
intensidad, lo excluyen e impiden su aplicación. Lo que falta
es la emoción violenta; lo presente son las circunstancias que
la hubieran, de producirse, justificado.”.
Asimismo, en la causa nº 6908 “Vequi Martínez, Josúe
s/recurso de casación”, reg. nº 8944, del 1 de junio de 2006,
también de la Sala I, se indicó que “… para acreditarse las
circunstancias extraordinarias de atenuación debe buscarse en
la conducta propia de la víctima el origen del delito o bien en
particularísimas situaciones de desventuras por la que
transitan las partes…”.
Innecesario resulta destacar que en este luctuoso
episodio la víctima sólo aportaba su bondad, su casa y sus
recursos, pero es de apuntar, en lo tocante a su adecuación,
que ese fallo ha dejado sentado que por ser…” una facultad
discrecional del juez el evaluar los elementos condicionantes
de la conducta del homicida, debe obrarse con suma cautela,
pues se trata de circunstancias que superan las dificultades
propias de la vida cotidiana de toda relación de parentesco, y
permiten vislumbrar una grave perturbación en el agente
provocada por elementos externos que condicionan de tal forma
su conducta que lo llevan a atentar contra la vida de un
pariente cercano. No basta su particular estado psíquico, pues
por deficiente que sea su personalidad o por alterados que se
encuentren sus valores afectivos deben comprobarse estímulos
condicionantes graves que hayan influido en su conducta con
olvido de los más elementales deberes del vínculo (cfr. Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, Sala V,
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Causa n° 15.708 -Sala III-
SPIRITO, Víctor Eduardo
s/ recurso de casación.
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de febrero de 2004, entre otras).
Pese a los defectos remarcados en la sentencia del
tribunal oral expuestos, la falencia acusatoria y el límite
traído por el recurso, me impiden avanzar en el correcto
sentido, a riesgo de vulnerar el principio constitucional de la
reformatio in pejus.
En estas condiciones, no encuentro más camino que el
terminante rechazo del agravio traído por la defensa.
III.- A tenor de lo expuesto huelgan las objeciones a
la arbitrariedad de la sentencia por la determinación de la
pena, que tampoco han de ser atendidas a la luz de lo resuelto
por la Sala I de este Cuerpo in re: “Chociananowicz, Víctor H.
s/ recurso de casación”, c. nº 73, reg. nº 99, del 15/12/93,
entre muchos otros, a cuyos términos se reenvía por razones de
brevedad, se observa que el pronunciamiento cuestionado cuenta
con la fundamentación mínima y suficiente sobre el monto de la
pena impuesta al encausado. Monto que se ajusta a la escala
penal establecida para el homicidio calificado por el
vínculo, mediando circunstancias extraordinarias de atenuación
y a las constancias de la causa.
En consecuencia, sin advertirse arbitrariedad o
absurdo notorio que descalifiquen al fallo como acto
jurisdiccional válido, el agravio no merece ser atendido.
IV.- Por último, en punto a la invalidez
constitucional de los artículos 14 y 50 del Código Penal, por
los argumentos expuestos al votar como integrante de la Sala I
de este tribunal, in re: “Lerda, Ana M. s/recurso de casación”
causa n°3798, reg. n° 4639, rta. 4/10/01; “Collia, Damián
Joaquín; Krebs, Marcelo s/recurso de casación e
inconstitucionalidad” causa n° 4594, reg. n°5680, rta.
28/02/03; “Bonfanti, Oscar Roberto s/recurso de casación” causa
n°6634, reg. n°8635, rta. 23/03/06; “Romero Villasante, Walter
Hugo s/recurso de inconstitucionalidad”, causa n°7805, reg.
n°10416, rta. 04/05/07; “Arciénaga Sosa, Alejandro Miguel
s/recurso de casación e inconstitucionalidad” causa n°7891,
reg. n°10543, rta. 05/06/07; “Fernández, Carlos s/recurso de
casación” causa n°8172, reg. n°10979, 10/09/2007, “Saavedra,
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que tratar, voto por rechazar el recurso de casación
interpuesto por la defensa, con costas (arts. 471 a contrario
sensu, 530 y 531 del C.P.P.N.), debiéndose tener presente la
reserva del caso federal.
En mérito al resultado arribado en la votación que
antecede el Tribunal RESUELVE: RECHAZAR el recurso de casación
deducido, con costas (arts. 456, 470 y 471 (a contrario sensu)
530 y concordantes del C.P.P.N.).
Regístrese, hágase saber, y devuélvanse las presentes
actuaciones al tribunal de origen, sirviendo la presente de
atenta nota de envío.
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