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JOSÉ VELÁSQUEZ

Decir adiós
 06 de diciembre de 2022

Que alguien confíe en ti. Que alguien te lea. Que alguien te oiga. Que te dejen
pisar el césped sagrado o te inviten a compartir un abrazo. Que te lleven, que te
traigan. La vida está hecha de oportunidades y viajes, y todas ellas tienen un
punto final.

A veces la aventura se cierra antes de hora porque no supimos defenderla o


porque alguien decide por nosotros. Otras veces, despedirse es lo que
corresponde porque el carril nos descarrilla o porque ya no queremos que nos
quieran. Que no te nublen los dolores momentáneos porque una vez que te
desembarcas, el tren no vuelve.

Uno de los problemas contemporáneos que nos aquejan es la rutina de lo


cotidiano que se convierte en un enquistamiento estéril. El camino más corto al
fracaso es la automatización de la razón y la emoción. Pasa en las empresas, con
los hostiles jefes de poca autocrítica que nunca supieron reinventarse; pasa en el
servicio público, con el personal esmerado en ocultar su fecha de caducidad; y
pasa en los hogares, cuando no se entiende que el amor supone renuncias en
serie.

Es una ley de la física: no se puede ocupar un espacio si no está disponible. Para


que alguien más llegue, para que algo aparezca, hay que liberar la silla, la cama
o el volante. Sin despedidas no hay relevos y sin relevos no hay futuro. Es un
mensaje que no supo entender nuestra política de caciques, con partidos
tallados a la medida. Nadie pide que renuncien a principios sino que permitan la
evolución del liderazgo.

Si queremos proteger a las cosas que deberían ser permanentes, como el orden o
la educación; o si pretendemos cuidar las instituciones que definen nuestra
humanidad, como la familia o la democracia; entonces es mandatorio
despojarse de lastres y adaptarse.

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Hace 14 meses, El Comercio me honró con una invitación para que escriba una
columna semanal. Ha sido un ejercicio que he tratado de cumplir con
responsabilidad y respeto pero esta es mi última contribución y me despido
inmensamente agradecido. Yo también prefiero liberar este espacio para que el
Diario le pueda dar la oportunidad a alguna otra voz.

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