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I GENERALIDADES
Debemos tener claro que el ánimo de permanencia, con el fin de procrear, alimentar y
educar a los hijos, y él auxiliarse entre sí, caracterizan la unión de hombre y mujer por
medio por del matrimonio, al cual la propia ley reconoce categorías de institución social.
Sin embargo, la permanencia y la estabilidad del matrimonio no dependen de la voluntad
del legislador, quien fija las normas generales de observancia obligatoriedad por parte de
los cónyuges, pero no puede ir más allá de la circunstancia de índole personal, familiar
social, son determinantes del buen o mal suceso de un matrimonio que efectiva o
aparentemente se celebró con ánimo de permanencia.
Por otro lado las disposiciones de la ley no pueden resolverse aquellos problemas que
gravitan en la intimidad de cada familia, como no sean en términos muy generales. Lo
deseable, indudablemente sería que los cónyuges, al confrontar situaciones que inclinen
hacía la suspención o terminación de la vida en común actuaran con la mayor compresión y
ecuanimidad para evitar o reducir en lo posible las implicaciones del problema
naturalmente, en la práctica de esa solución es la más difícil de alcanzar, por
Depender en gran medida de factores temperamentales y de educación.
II DIVORCIO.
Para mayor claridad, conviene hacer desde un principio la necesaria distinción entre el
divorcio y separación, precisando los conceptos de ambas figuras, tal como lo hace
PLANIOL RIPERT, quienes a ese respecto escriben: EL DIVORCIO. ”El divorcio es la
disolución en vida de los esposos de un matrimonio válido. La separación de cuerpo es el
estado de dos esposos que han sido dispensados por los tribunales de la obligación de vivir
juntos, difiere del divorcio solamente a la vida en común.
El divorcio y la separación de cuerpos no puede obtenerse más que por sentencia judicial y
por las causas determinadas por la ley.”
El tema del divorcio, como el del matrimonio, y por las mismas razones, ha estado desde
hace mucho tiempo ligado a ciertos criterios racionalmente distintos: el eclesiástico y el
estatal. Según el primero sólo es aceptable el denominado divorcio no vincular o relativo
(separación de personas), dado que el matrimonio es indisoluble, como no sea por la muerte
de uno de los cónyuges o por razones especialistas determinadas y apreciadas por la
iglesia, la cual en última instancia, ha visto con agrado la legislación civil acepta esa forma
de divorcio y nada más. Según criterio estatal generalizado, es recomendable y que no
exista razón valedera en contra, que un matrimonio pueda disolverse si no de alcanzar las
finalidades del mismo. Puede hablarse, entonces, de dos tendencias: una desfavorable al
divorcio absoluto, y la otra favorable al mismo.
El divorcio propiamente dicho, o divorcio absoluto o vincular, produce la disolución del
vínculo matrimonial, o sea, del matrimonio, lo cual supone necesariamente que los
cónyuges estén vivos, y en todo caso que el matrimonio sea válido, se le impugnará por
insubsitencia o por nulidad, sin perderse de vista en este último caso que por quedar la
petición de nulidad a criterio de la parte agraviada, puede muy bien demandarse el divorcio
y no la nulidad de un matrimonio inicialmente viciado en tal sentido.
De acuerdo a lo que preceptuan los artículos 153 y 154 del Código Civil, inferimos que
nuestra legislación vigente acepta en forma expresa la separación de personas (divorcio no
vincular o relativo) y el divorcio propiamente dicho (o absoluto o vincular)
El divorcio propiamente dicho, absoluto o vincular, tiene como efecto propio, determinante
de su naturaleza, el de disolver el vínculo conyugal, dejando a los cónyuges en libertad para
contraer nuevo matrimonio, principio aceptado por el artículo 161 del Código Civil.
Nuestro Código Civil en su artículo 154, expresa que tanto la separación de personas, como
el divorcio podrán declararse: 1ero. Por mutuo acuerdo de los conjugues; y 2do. Por
voluntad de uno de ellos, mediante causa determinada... En el presente estudio haremos
énfasis en el primero de ellos, por ser el fundamento de nuestro caso.
Es una figura regulada en pocos países, Guatemala entre ellos; “En realidad -escribe Rojina
Villegas-, la idea del divorcio voluntario que parte del Código Francés, se debe en buena
parte, quien logró imponerla, no obstante la opinión de quienes intervinieron en la
redacción del Código que lleva su nombre, Napoleón, tenía gran interes en mantener el
divorcio voluntario, en parte por la posibilidad de que Josefina no le diese hijos, y también
porque pensaba que el divorcio voluntario constituye una forma conveniente de ocultar
causas muy graves; causas que pueden ser escandalosas, que pueden originar la deshonra,
el desprestigio, el descrédito de uno de los cónyuges”.
Dispone el Código Civil, que la separación o divorcio (debió decir o el divorcio) poro
mutuo acuerdo de los cónyuges, no podrá pedirse sino después de un año, contado desde la
fecha en que se celebró el matrimonio (art. 154). La razón de este concepto puede
encontrarse también en el propósito del legislador de evitar la posibilidad de la celebración
de matrimonios simulados que podrían inmediatamente y fácilmente disolverse mediante le
trámite de un divorcio voluntario.
El artículo 163 del Código Civil preseptúa que si la separación o el divorscio se solicitaren
por mutuo acuerdo, los cónyuges deberán presentar proyecto de convenio sobre los puntos
siguientes:
A quién quedan confiados los hijos habidos en el matrimonio.
Por cuenta de quién de los cónyuges deberán ser alimentados y educados los hijos, y
cuando esta obligación pese sobre ambos cónyuges, en que proporción contribuirán cada
uno de ellos;
Qué pensión deberá pagar el marido a la mujer si ésta no tiene rentas propias que basten
para cubrir sus necesidades; y.
Garantía que se preste para el cumplimiento de las obligaciones que por el convenio
contraigan los cónyuges.
Conforme al artículo 164 del referido código, es el juez a quien le corresponde, bajo su
responsabilidad, calificar la garantía y, en su caso, ordenar la ampliación de la misma a
efecto de que lo estipulado asegure satisfactoriamente las obligaciones de los cónyuges. En
todo caso, despone el artículo 165, no podrá declararse el divorcio mientras no esté
suficientemente garantizadas la alimentación y educación de los hijos.
Es indudable que las disposiciones legales referidas tienden a que sea garantizada en la
mejor forma la situación de las personas afectadas directamente por la disolución del
matrimonio. Si bien el inciso 3ero. Del artículo 163 se infiere que es el marido quien debe
pagar pensión a la mujer, ello no obsta que si aquel, conforme a lo dispuesto en el artículo
111, estuviere imposibilitado para trabajar y careciere de bienes propios, puede ser quien
reciba la pensión, dado que el inciso 4to. Del artículo 163 se refiere al cumplimiento de las
obligaciones que por el convenio contraigan los cónyuges, o sea, que tal convenio no
necesariamente debe circunscribirse a las disposiciones de dicho precepto, en lo que no
contraríen el espíritu del mismo.
El Código Civil hace énfasis en la situación de los hijos. Aún en contra de lo convenido
por los padres, el Juez, por causa graves y motivadas, puede resolver en forma distinta,
tomando en cuenta el bienestar de los hijos a cuyo efecto pueden basarse en estudios o
informes de trabajadores sociales o de organismos especializados en la protección de
menores, sin perjuicio de que los padres puedan comunicarse libremente con ellos, con los
hijos. (art. 166 del Código Civil)
De acuerdo con la regulación de esta materia en el Código Procesal (art. 426), el divorcio o
la separación por mutuo consentimiento podrá pedirse ante juez del domicilio conyugal,
siempre que hubiere transcurrido más de un año, contado desde la fecha en que se celebró
el matrimonio. Igual prescripción trae el Código Civil en el artículo 154.
Ya sabemos que por tratarse de un asunto de familia, compete a los tribunales de esta
jurisdicción privativa conocer del expediente voluntario que se inicie. Se menciona
específicamente esta atribución de competencia el artículo 9 del la Ley de Tribunales de
Familia, o sea, el Decreto-Ley Número 206.
Puede observarse que el artículo 426 del Código Procesal Civil dice que el Juez del
domicilio conyugal es el que debe conocer de la solicitud que presenten ambos cónyuges.
Refiriéndose a este artículo dice CHAVARRIA: “ Encontramos en primer lugar que la
solicitud debe presentarse ante el Juez del domicilio conyugal, por lo que debe tenerse
cuidado en este sentido, ya que en la práctica, los tribunales de familia, han rechazado
solicitudes, en virtud de que los solicitantes, por tener algún tiempo de separados, indican
cada uno un domicilio distinto”. Expresa también en cuanto al requisito de los años: “Otro
aspecto, es que, para salvaguardar los derechos de los cónyuges y la estabilidad del
matrimonio, previendo, además, que los cónyuges deben tener un tiempo suficiente para
convercerse de que no pueden hacer vida en común y deban tomar una decisión provisional
o definitiva, tal es el caso de solicitar la separación o el divorcio, se preceptúa que la
separación o el divorcio por mutuo consentimiento de los conyuges, no podrá pedirse sino
después de un año, contando desde la fecha en que se celebró el matrimonio”.
IV.I - LA SOLICITUD:
Aunque en los expedientes de jurisdicción voluntaria no se exigen mayores
formalidades, sin embargo, para este caso es aplicable lo dispuesto en el artículo 61 del
Código Procesal Civil, que establece los requisitos de toda primera solicitud, en lo que sea
pertinente. Debe recordarse que como los cónyuges se presentan formulando su solicitud,
en el mismo memorial, es necesario que comparezcan auxiliados por diferentes Abogados.
IV.V SENTENCIA:
No obstante, que se trata de un expediente de jurisdicción voluntaria, sin embargo, el
Código Procesal Civil y Mercantil exige que se dicte sentencia. Así lo establece el primer
párrafo del artículo 431. Dice este artículo que cumplidos los requisitos que se han
mencionado e inscritas las garantías hipotecarias, en su caso, el Juez dictará la sentencia
dentro de ocho días, la que resolverá todos los puntos del convenio y será apelable.
Es muy remoto que la sentencia sea adversa a la solicitud de los cónyuges, pues que
se han llenado todos los requisitos que exige este procedimiento y el convenio a sido
aprobado por el juez. También es difícil que el Juez varíe los puntos de convenio si ya le
han dado aprobación.
Pudiera suceder que varían algunos de los puntos motivados por hechos que resulten
probados de diligencias que puedan practicar de oficio, dado él pode inquisitivo que tienen
los jueces de Familia. En todo caso, el Código prevee la posibilidad de agravio de las
partes y por eso permite que la sentencia que dicte sea apelable.
IV.VI RECONCILIACION.
El Código Procesal Civil y Mercantil contempla la posibilidad que los cónyuges se
reconcilien antes de que dicte la sentencia de divorcio. Según el artículo 432 del mismo
cuerpo legal, en cualquier estado del proceso de separación o de divorcio y aún después de
la sentencia de separación pueden los cónyuges reconciliares, podrá entablarse nuevo
proceso. La reconciliación podrá hacerse constar por comparecencia personal ante el juez,
por memorial con autenticación de firmas o escritura pública.
BIBLIOGRAFIA:
Cabanelas, Guillermo. “Diccionario Enciclopédico de Derecho usual” Tomos I, II, III, IV,
V, VI, 14ava. Edición. Editorial Heliasta S.R.L. Buenos Aires -República Argentina-
Aguirre Godoy, Mario. “Derecho Procesal civil Guatemalteco”. Tomo III Editorial C, E.
Vile, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de Guatemala. Guatemala.
CONCLUSIONES
BLIOGRAFIA
LEYES APLICABLES.