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La Iglesia Católica y su veto histórico al

avance de los Derechos Sexuales y


Reproductivos en Chile desde el periodo
post-dictatorial

Monografía para la obtención del grado de


Bachiller en Ciencias Naturales y Exactas

Presenta
Valentina Paz Muñoz Astorga

Bajo la dirección de
Profesora Jocelyn Maldonado

Vicerrectoría de Asuntos Académicos


Programa Académico de Bachillerato, Universidad de Chile
Santiago,Chile. 12 de Diciembre, 2022.
Índice

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Resumen

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Introducción

A lo largo de la historia, los movimientos feministas han sido claves para el


reconocimiento de los derechos sociales, políticos y económicos de mujeres y
grupos históricamente excluidos, introduciendo la perspectiva de género a los
espacios de discusión. Desde los años setenta hasta nuestros días, masas
feministas movilizadoras han buscado llegar a espacios de la esfera privada,
poniendo a la mesa temas como la liberación del cuerpo y la sexualidad como
reivindicación política. Es así como la agenda de derechos sexuales y reproductivos
se convirtió en el eje central de la lucha feminista, buscando dar una visión distinta a
la del panorama tradicional de comprender la sexualidad y la regulación de nuestros
cuerpos.
Si bien la agenda de los derechos sexuales y reproductivos está en constante
transformación, se encuentran puntos que siempre han estado dentro de la
discusión como lo son la incorporación de una educación sexual laica a los colegios,
la legalización del aborto, el acceso universal a métodos anticonceptivos, políticas
sexuales que no se basen en una heterosexualidad obligatoria, entre otras. Estas
demandas hacen parte de lo que se asume como “luchas por la ampliación de la
ciudadanía sexual” (1), entendiéndose esta como el marco de las demandas
feministas y de disidencias sexuales, para el reconocimiento de los derechos de
grupos que han sido históricamente marginados.
Los avances logrados por los movimientos feministas dentro de este marco
han sido importantes dentro de la esfera política, sin embargo, estos cambios han
estado marcados por la tensión y la oposición de grupos más conservadores y de la
Iglesia Católica. La visión dentro de estos grupos viene ligado a lo tradicional, una
sexualidad meramente adulta, reproductiva y heteronormada, mirada
completamente antagonista a lo que se planteó anteriormente.
Chile se rige como un país laico desde 1925, momento en que el Estado y la
Iglesia establecen una separación legal. La significancia de esta separación es que
desde este momento se asegura “la diversidad, pluralismo e igualdad en el ejercicio
de todos los cultos religiosos” (2). Se comprende que el Estado sigue un camino
independiente a la Iglesia, disponiendo esta última de un proceso de modernización
con tal de ajustarse/adaptarse al proceso de desarrollo que proponía en ese tiempo

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el liberalismo, además de inaugurar un “período de vinculación con la sociedad
política y civil” (3).
La Iglesia debía inquirir nuevas formas para tomar un papel dentro de estos
cambios, buscando estar presente en espacios de poder, como lo es el de la
política. Es así como la Iglesia católica logra situarse como uno de los protagonistas
dentro del proceso sociopolítico chileno, adquiriendo una legitimidad moral, ya que
es presentada a lo largo de la historia como “la institución unificadora y conciliadora
del país” (4), especialmente en la época de la post-dictadura.
Tanto la Iglesia Católica como los movimientos feministas son actores
sociales dentro del ámbito político en la construcción de realidades y se ha vivido
una constante dinámica que atraviesa este proceso en relación a los derechos
sexuales y reproductivos, esto debido a su choque de opiniones y valores respecto
a este tema. Es importante dejar al descubierto como la Iglesia ha frenado el
proceso de avance en la agenda de los derechos sexuales como lo son el aborto, el
acceso a métodos anticonceptivos, etc, esto debido a la creciente importancia que
ha sufrido respecto a estos temas, especialmente la discusión del aborto, además
de la fuerza que han tomado los movimientos feministas en Chile tanto fuera como
dentro del espacio político. Sin embargo es importante destacar que dentro del
mismo espacio religioso católico existen grupos no conservadores en apoyo al
avance de estos derechos, como lo son la legalización del aborto.
Es importante destacar que para la realización de la monografía se utilizaron
fuentes bibliográficas investigativas respecto a los derechos de las mujeres, los
derechos sexuales y reproductivos y la Iglesia. Además libros educativos
disponibles en buscadores como scielo. De las referencias utilizadas en el escrito se
destacan; “Feminismo, Iglesia Católica y derechos sexuales y reproductivos en el
Chile post-dictatorial” y “Aborto e Iglesias” del autor José Manuel Morán Faúndes y
“Mujeres, aborto e Iglesia católica” de Marta Lamas.

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Desarrollo
Capítulo 1: El rol de la Iglesia católica en Chile desde la época
post-dictatorial hasta la actualidad.

a) La jerarquía de la Iglesia Católica en el escenario político


Durante la Dictadura Cívico Militar en Chile, la Iglesia católica jugó un papel
fundamental en la protección y denuncia de los derechos humanos, ayudando a
víctimas de la represión mediante organizaciones como el Comité de Cooperación
para la Paz en Chile (COPACHI) o la Vicaría de la Solidaridad ambas creadas por el
Cardenal Raúl Silva Hernríquez. Desde la vuelta a la democracia, la Iglesia tomó un
papel reconciliador, siendo una de las autoridades más reconocidas por la sociedad
civil, reconocimiento que se extiende hasta de los propios partidos políticos tanto de
izquierda como de derecha.
Con una ciudadanía temerosa, precavida de tensionar el reciente escenario
democrático y una institucionalidad quebrada, en el período de refundación de la
democracia, la Iglesia guiaría el rumbo a la recomposición de las alianzas de los
distintos partidos de derecha con los que se encontraban en oposición a la dictadura
cívico militar. “Allí donde el Estado no llegaba, operaba la Iglesia Católica” (1), es así
como, gracias a su papel desempeñado respecto a la materia social y política, se le
otorga el título de autoridad moral abriéndose paso al espacio político.
No mucho tiempo después, la Iglesia mostrará otra cara en la cual, para
sorpresa de muchos, se daría un vuelco desde esa Iglesia democrática y
“progresista” a una de las de las mayores opositoras de las iniciativas de los
gobiernos en cuanto a la “agenda valórica” especialmente a la política sexual y de
género. Si bien se trataba de las históricas posiciones que había impuesto la Iglesia
en cuanto a temáticas valóricas, este proceso se llevó a cabo de forma descarada,
aliándose con los partidos que en algún momento habían atacado la institución; la
jerarquía eclesiástica rehace sus alianzas políticas, relacionándose con la derecha
conservadora, con el fin de frenar el avance de la agenda, en temas ligados a los
derechos sexuales y reproductivos.
Con la vuelta de la democracia se tenía un miedo constante a generar cierta
tensión que pudiera revertir el escenario, debido a que se tenía en conocimiento el
gran apoyo a la dictadura y las fuerzas militares, por los resultados del plebiscito de

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1988, además de los altos cargos dentro de las mismas Fuerzas Armadas y de
Orden que ocuparían miembros de la ex junta militar, en especial Augusto Pinochet,
recordando su cargo dentro de la política misma, como Senador Vitalicio. Es por eso
que en la época de los 90 podemos notar un debilitamiento de los movimientos
feministas con tal de mantener seguro el “Acuerdo Nacional para la Transición Plena
a la Democracia” suscrito en 1985. El Chile post-dictadura, es un Chile que busca
evitar y disolver los problemas, creándose una imagen “de una sociedad fundada en
el consenso respeto del modelo” (1), refiriendo el modelo Neoliberal impuesto en
dictadura.
Sumado a esto, el rol que le otorgan los distintos sectores políticos es
esencial para situar a la Iglesia en una posición de privilegio dentro de los debates
legislativos. Su fama de conciliador lo erige como actor vital en la política y como
uno de los grandes influyentes en el lineamiento de las políticas sexuales. Asimismo
la Iglesia también alcanza gran influencia pública, no solo se introduce en el diálogo
político, sino que también interviene sobre el electorado, es decir la sociedad civil,
logrando movilizar a parte de los electores o electoras a favor o en contra de cierta
ley o candidata/o, en pos de sus valores, por su cargo como autoridad moral.
Si bien con el paso de los años ha disminuido el número de católicos/as
dentro de la población, la Iglesia y sus seguidores más conservadores siguen
ejerciendo presión sobre la agenda estatal. La visión católica choca
significativamente con la visión feminista, la cual busca superar la opresión que se
les ha dado a las mujeres, haciendo notar su papel dentro de la sociedad más alla
de sus funciones biológicas. Los sectores conservadores religiosos no cedieron
terreno frente a la discusión de las políticas sexuales, es más, han ido articulando su
presencia en el debate político, con el fin de obstruir y vetar el reconocimiento y
aplicación de dichos derechos, como lo son el aborto.
Existen un sin fin de situaciones en las que en nuestro país ha influido dentro
del escenario político, vetando o “crucificando” el avance de los derechos sexuales,
se nombraran un par de ellos; en el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle
(1994-2000) se implementó las Jornadas de Conversación sobre Afectividad y
Sexualidad (JOCAS) en las escuelas, iniciativa que tiene como fin introducir la
educación sexual dentro de los establecimientos con conversatorios en torno a la
sexualidad relacionada con los niños/as y adolescentes, involucrando tanto a
estudiantes, apoderados y docentes. Dichas Jornadas se implementaron desde

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1995, no obstante desde 1996, el rechazo de la Iglesia Católica se hizo notar con
fuerza, en la Conferencia Episcopal chilena se pidió la revisión del JOCAS,
argumentando que no iba acorde a la posición que seguía el Vaticano, se vulnera el
derecho de las familias a decidir sobre la educación de sus hijos/as. Si bien en
primer lugar, la respuesta del gobierno fue favorable para la continuidad de las
Jornadas, la constante presión de la Iglesia y su alianza con los partidos de
derecha, hizo que el gobierno terminara cediendo.
Siguiendo la misma línea, en el gobierno de Eduardo Frei Montalva, el
Ministerio de Salud implementó la distribución gratuita de la píldora anticonceptiva,
también conocida como “la pastilla del día después”. Se hace otra vez presente la
Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica chilena en el debate, acusando al
gobierno de aplicar políticas dignas de un estado totalitario y acusando al Estado de
actuar en contra de lo que dicta la Constitución. Es así como interviene el Tribunal
Constitucional dando la razón a la conferencia y frenando la entrega de las pastillas,
no obstante distintas autoridades de la salud “llaman a sus miembros a seguir
aplicando la política de salud del Gobierno, sin considerar el dictamen del TC” (5).
Chile no contaba con una ley del divorcio hasta el 2004, siendo el único país
del mundo en no contar con una legislación que regulase las rupturas
matrimoniales, eso a causa de los intentos de los partidos de derecha católicos de
frenar la ley. El avance a la educación sexual laica en las escuelas o la legalización
del aborto son otros puntos dentro de la agenda de los derechos sexuales y
reproductivos que se ha logrado truncar por parte de la alianza de los partido de
derecha y la Iglesia. No obstante en septiembre de 2017 se promulgó la Ley N°
21.030, la cual regula la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo
en tres causales: peligro para la vida de la mujer, embarazo por violación y la
inviabilidad fetal de carácter letal, logrando un avance en la temática del aborto.

b) Heterogeneidad dentro del escenario religioso


Dentro del activismo religioso existe heterogeneidad, si bien existe una
hegemonía conservadora dentro de la institución, existen grupos que “desafían,
desde su identidad religiosa, los sentidos y dogmas promovidos por las cúpulas de
sus iglesias” (6). Dichos grupos disidentes religiosos buscan ampliar las tradiciones
de la Iglesia, respecto a temas de sexualidad y género, hallando incluso a teólogas

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feministas dentro de Latinoamérica, desafiando las tradiciones conservadoras de lo
religioso.
Un grupo a destacar es la Red de Católicas por el Derecho a Decidir (CDD),
conformándose en 1996 en la ciudad de Minas Gerais en Brasil, extendiéndose en
la actualidad a otros países de Latinoamérica entre ellos Chile. Esta ONG en Chile
se encuentra en constante lucha de los derechos reproductivos de la mujer,
declarando que es de suma urgencia la despenalización del aborto en todas las
causales, considerando que quienes legislan deben priorizar la protección de las
ciudadanas en base a los derechos humanos y no en las creencias de los distintos
grupos religiosos que no constituyen en totalidad a la población.
Este grupo pone en debate “el lugar y los derechos de las mujeres dentro de
la institución religiosa” (Lamas, M. 2007). Denunciar estos códigos patriarcales
dentro del Vaticano, lleva a estos grupos a demandar el derecho al aborto, ya que la
prohibición de este condena a las mujeres a vivir en un control sobre sus propios
cuerpos.
El CDD pone en evidencia la pluralidad de voces y pensamientos del
catolicismo, siendo un claro ejemplo de los grupos contra la hegemonía de las
identidades religiosas; quebrando con la supuesta homogeneidad dentro de la
Iglesia Católica. Esta alianza entre las feministas, las teólogas feministas y las
Católicas por el Derecho a Decidir desafían el concepto de Iglesia Católica,
“proponiendo nuevos sentidos de ser de la Iglesia” (5).

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Capítulo 2: El movimiento feminista chileno de la post-dictadura

Para entender el proceso de obstaculización de los avances de los derechos


sexuales y reproductivos, es importante comprender el debilitamiento y posterior
fortalecimiento de los movimientos feministas en Chile. En el periodo de los 2000, la
fase del feminismo chileno es caracterizada como “el nuevo silencio” feminista;
quedándose atrás en comparación con otros países, ya que el feminismo no ha
influenciado con tanta fuerza en políticas públicas y en la configuración de leyes. No
obstante el movimiento feminista posee una trayectoria histórica, en el que la
reflexión y el activmismo han estado de forma intermitente; es la época en que el
feminismo ha mostrado un florecer con fuerza, demostrado en la multitudinaria
marcha del 8 de marzo del 2020 y la participación feminista dentro de la política.

a) Trayecto Histórico del movimiento feminista: desde el silencio


post-dictatorial hasta la Constitución paritaria.
Durante los años 80 en Chile se desarrolló la segunda ola feminista. La
dictadura militar marcó un antes y un después para las mujeres, asumiendo un
papel principal en la lucha contra el régimen durante los 17 años de duración; se
organizaban en grupos dedicados a defender los derechos humanos. “A través de
coordinadoras, como el MEMCH 83, se organizaron para articular la movilización
femenina que se desplegaba en jornadas, actos masivos, elaboración de
manifiestos y petitorias al gobierno y a la alianza opositora” (7). La lucha feminsta en
este período formaba parte del movimiento opositor al régimen militar.
No obstante, con la llegada de la democracia, el escenario feminista cambio.
Como se nombró anteriormente esta época está marcada por un contexto político
tenso, denominado “democracia de acuerdos”, haciendo el llamado a la mesura en
las decisiones políticas y a la resignación.
La lucha feminista fue una de esas zonas frenadas y limitadas por la lógica
de templanza. Esta transición moderada fragmenta los movimientos feministas que
“tanta fuerza político-contestataria ejercieron en los tiempos de la lucha
antidictatorial” (8). Esta fragmentación viene de la mano con distintos factores, entre
los que se encuentran:

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1. El abandono de feministas a movimientos sociales con el fin de trabajar
desde organismos estatales en las causas feministas, ganando mayor
presencia pública.
2. La generación de diversas políticas públicas llevadas a cabo por el Servicio
Nacional de Mujeres en temáticas de igualdad y no-discriminación sexual,
distrajo a las mujeres feministas del verdadero enfoque crítico de la
problemática de género, “reorientando dicha problemática hacia el sintagma
mujer-familia” (8).
3. Por último y no menos importante, la lógica reconciliadora de la reciente
democracia marginó a las posturas más confrontacionales, recomendando
bajar el tono (y dejando en segundo plano) a los debates relacionados con
los derechos sexuales y reproductivos.
No obstante, esto no significó que las feministas no hicieran nada, ni mucho
menos que adoptaran una posición complaciente con el Chile en transición. Muchas
mujeres observaban con incredulidad el modelo democrático instalado y el
conocimiento se fue regionalizando en distintas ONGs que articulaban el feminismo
con la redemocratización y en los programas académicos de Estudios de Género
que se comenzaron a formar en distintas universidades chilenas. Sin embargo,
estas miradas no lograron plasmarse dentro del discurso público, se perdió esa
dinámica agitativa, silenciadas por la estricta limitación y la normalización discursiva.
La aparición de los movimientos estudiantiles de 2006 y 2011, son hitos que
darán paso al mayo feminsta del 2018. Miles de estudiantes y universitarias salieron
a las calles para manifestar y visibilizar los casos de violación, abuso y acoso sexual
dentro de las instituciones educacionales, dando paso a un cuestionamiento de la
subordinación de las mujeres y disidencias sexuales dentro de una sociedad incerta
en un modelo neoliberal y patriarcal (9). Es en el contexto de la revolución pingüina
que comienzan a aparecer mujeres líderes, entre los que se pueden destacar a la
hoy Ministra Secretaria General de Gobierno, Camila Vallejo y Karol Cariola,
Diputada de la República.
En el año 2008, se lleva a cabo uno de los momentos más importantes del
movimiento, demostrando su relevancia política como agentes de cambio en nuestro
país. El llamado “Pildorazo” es uno de los grandes y primeros movimientos de
mujeres, exigiendo el derecho a decidir sobre sus propios cuerpos. En contexto del
fallo del Tribunal Constitucional a favor de la prohibición de la entrega de “pastilla del

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día después”, miles de mujeres marcharon, articuladas por el Movimiento de
Defensa de la Anticoncepción. Posteriormente destacaron campañas como: “El
machismo mata”, en contra de la Violencia hacia las Mujeres en el año 2009.
La batalla que más se repite en torno a los derechos sexuales y reproductivos
de las mujeres se da en torno a la interrupción voluntaria del embarazo. Es
importante destacar que en Chile desde el año 2017 “ha dejado de ser de los siete
países en el mundo que penalizan el aborto en cualquier circunstancia, gracias a
una larga batalla cultural, política e ideológica” (10). No obstante se sigue
penalizando el aborto en cualquier circunstancia, exceptuando las 3 causales: en
caso de que la mujer este en riesgo, la inviabilidad del feto y violación. En la
actualidad, la lucha por la despenalización del aborto en todas las causales y el
control sobre nuestros propios cuerpos, continua. En la propuesta constitucional que
se votó el 4 de septiembre de 2022, se incorporaba el derecho a la interrupción
voluntaria del embarazo, sin embargo esta propuesta fue rechazada.
Los años 2018 y 2019 estuvieron marcados por el realce de los movimientos
feministas. El mayo feminista se hizo paso en la historia como el momento en que
miles de estudiantes a lo largo de todo Chile, se tomaron sus casas de estudios,
exigiendo a los altos cargos de las universidades tomar medidas contra los casos de
acoso y abusos sexuales que se viven dentro de las universidades. Se ordena y
denuncia la transformación de la educación sexista que actúa en la sociedad actual.
Con la llegada del llamado “estallido social”, se evidenció una crisis entendida como
una ruptura, en que la sociedad dejó al desnudo el falso “oasis” de la vida de los
chilenos. Los feminismos se hicieron visibles dentro de la lucha poniendo en jaque
prácticas abusivas normalizadas, como lo son la brecha salarial. Los movimientos
feministas pusieron en primera línea el tema del cuerpo, como lugar de sufrimiento
político. La performance “el violador eres tú” de las Tesis, permite interrogar la
política del cuerpo, “se devela toda una experiencia de pérdida de soberanía y, en el
mismo acto, la posibilidad de recuperarla” (11).
Este trayecto finaliza con la marcha del 8M del año 2020 y el acuerdo de la
Nueva Constitución. El día de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer
del año 2020, se lleva a cabo la marcha más grande de Chile, reuniendo a más de
dos millones de mujeres y disidencias sexuales. Este fue uno de los puntos que
marcaron el camino a la convención paritaria. El proceso constituyente se impulsó
por las movilizaciones desde octubre del 2019. El 25 de octubre del año 2020 la

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ciudadanía se sometió a una votación para aprobar la redacción de una Nueva
Constitución, escrita por una Convención integrada por 155 convencionales. Una
vez terminada y en el caso de ser aprobada, Chile se convertiría en el primer país
del mundo en redactar una Constitución en paridad.
Es así como el movimiento feminista ha ido tomando fuerza desde las
limitaciones que se dieron en la post-dictadura. El feminismo está presente en todas
las discusiones y se presenta como un articulador de las transformaciones en la
sociedad, para poder superar las desigualdades e injusticias de género que se
vienen arrastrando a lo largo de nuestra historia. Las mujeres hablan desde su
experiencia y generan sus propios discursos, “repensar, incluir y asumir una política
del cuerpo que suponga una reapropiación de este como una zona política” (11). Es
importante poner en evidencia y repensar los discursos feministas emancipadores,
ampliándolos a la esfera pública como generadores de cambio insertos dentro del
discurso político.

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Bibliografía

Artículos de revista
(1) Morán, J. (2013). Feminismo, Iglesia Católica y derechos sexuales
reproductivos en el Chile post-dictatorial, 485-508.
https://www.scielo.br/j/ref/a/YWp4rj3mFCBMzFnVkV5Ydty/?format=html
(2) Abate, J. (2018). Chile Laico.
https://palabrapublica.uchile.cl/2018/01/11/chile-laico/
(3) Soto, M. (2014). De la defensa de los derechos humanos a la “crisis moral”.
47-72.https://d1wqtxts1xzle7.cloudfront.net/35105077/Soto_Reyes_2014_Dis
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J1Dxmdw__&Key-Pair-Id=APKAJLOHF5GGSLRBV4ZA.
(4) Puraye, A. (2021). La interferencia de la Iglesia Católica en la ampliación de
los derechos sexuales y reproductivos en Chile: El caso de la
despenalización parcial del aborto en 2017.
https://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.12954/pr.12954.pdf.
(5) Alvarez, G. (2007). Anticonceptivo de Emergencia, aborto y otras píldoras: el
contexto social de la argumentación.
https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-488320070001
00004.
(6) Morán, J (2015). Aborto e Iglesias.
(7) Memoria Chilena. Movimiento Feminista durante la dictadura (1973-1989).
https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-100703.html#ui-id-53.
(8) Richard, N. (2001). La problemática del feminismo en los años de la
transición en Chile. pp. 229.

14
(9) Miranda, F. & Henríquez, M. (2021). Movimiento Faminista chileno y
violencias de género. Claves de lectura para entender la acción colectiva en
el tiempo presente. https://revistapai.ucm.cl/article/view/844/874
(10) Canales, J., D´Angelo, A., Dides, C. & Soto, E. (2019). Aborto en Chile.
http://mileschile.cl/cms/wp-content/uploads/2019/01/capi%E2%95%A0%C3%
BCtulo-aborto-en-chile.pdf
(11) Boitano, A. (2022). #8M: Los cuerpos tras el estallido.
https://www.ciperchile.cl/2022/03/07/8m-los-cuerpos-tras-el-estallido/#:~:text=
%C2%ABFeminismos%20en%20plural%20que%20emergen,repensar%20al
%20sujeto%20del%20feminismo.%C2%BB
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La Iglesia Católica y su veto histórico al avance de los Derechos Sexuales y Reproductivos

Pregunta Investigativa: ¿Cómo ha influido la Iglesia Católica en el avance de los derechos


sexuales y reproductivos en el Chile post-dictatorial?

Capitulos:
1. El rol de la iglesia católica en Chile
a) La separación del Estado y la Iglesia.
b) la jerarquía de la Iglesia católica en el escenario político.

2. El movimento feminista postdictatorial

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