Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Cecil Taylor
Esa noche caminó por las profundas calles del sur de la isla,
pensando. Había algo curioso: la actitud del difuso irlandés
que vendía heroína no difería gran cosa de la que había
mostrado poco antes la señora Vanderbilt. Pero ambos per-
sonajes no se parecían en nada. Salvo en esto. ¿Pasaría por
ahí, por el acto de interrumpirlo, un común denominador de
la especie humana? Por otra parte, en las últimas palabras
del sujeto encontraba algo más, algo que ahora reconstruía
en el recuerdo de todas sus desdichadas presentaciones.
Siempre le preguntaban si lo hacía en broma o no. Claro que
la señora Vanderbilt, por ejemplo, no se había rebajado a
preguntárselo, pero en general había supuesto la existencia
de la pregunta; más aún, diríase que su indignación no se
había debido más que a la insolencia de hacerle necesario
ponerse en actitud de proferir, explícita o tácitamente, tal
pregunta a un negro. Ella había dicho "no lo sé, ni me im-
porta". Pero en cierto modo había mostrado que le importa-
ba. Cecil se preguntó por qué era posible preguntarle eso a
él, y la misma pregunta no era pertinente respecto de lo de-
más. Por ejemplo él jamás le habría preguntado a la señora
V. si hacía lo que hacía (fuera esto lo que fuera) en serio o en
broma. Lo mismo al dueño del bar de esta noche. Había algo
inherente a su trabajo que provocaba la interrogación.