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EL MINISTERIO DEL PASTOR CONSEJERO

(CAPÍTULOS 1 Y 2)

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Ensayo

Presentado a

Prof. Héctor Villanueva

Instituto Bíblico Palabra de Vida México

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En parcial cumplimiento

De los requisitos para Consejería Pastoral

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Por

Ricardo Isaí Almazán Raudry

ricardoalmazanr@gmail.com

Octubre 2022
EL MINISTERIO DEL PASTOR CONSEJERO

(CAPÍTULOS 1 Y 2)

Introducción

Pastor y consejero son dos oficios que van íntimamente ligados en el ministerio. No

existe uno sin el otro y pensar lo contrario sería una necedad. En este ensayo enfocaré mi opinión

sobre los capítulos 1 y 2 del material del mismo nombre proporcionado por el profesor.

Capítulo 1

Es muy útil definir la diferencia entre consejería pastoral y cualquier otra rama o

profesión como psicología, terapia o incluso otro tipo de consejería. La diferencia marcada por

el autor señala que el pastor/consejero incluye una dimensión religiosa, aunque yo la llamaría

espiritual. Es verdad que los problemas espirituales se tratan en la iglesia misma desde su

fundación y en el nuevo testamento constantemente vemos ejemplos de ello (Pablo con Timoteo

y Tito; Pedro con la iglesia en Jerusalén, etc).

El autor marca dos funciones muy específicas de la consejería pastoral: “fortalecer el

ego, el yo, o las funciones conscientes de la persona a través de las cuales se obtienen los

procesos de integración y madurez” (la dimensión humana) y (2) “apropiar los recursos

espirituales que Dios da” (la dimensión divina). Creo en lo personal que no es función del pastor

fortalecer estas dos dimensiones pero sí es su responsabilidad marcarlas ya que la transformación

no la hace él sino el Espíritu Santo. Si no lo ve de esa manera, cuando algunos casos de

consejería fracasen, él cargará con toda la carga del fracaso ajeno siendo que no tiene la facultad

de cambiar los corazones de las personas.


Esa responsabilidad incluye lo que Bonneli menciona más adelante: conducirlos a un

contacto vivo con Dios, enseñarles a usar la Biblia, a meditar, a orar y a desarrollar su fe.

Concuerdo con que el pastor debe ser maduro para reflejar confianza en aquellos que

aconseja, pero hay que tener cuidado de que ese reflejo no se vuelva una máscara ya que el

ministro también tiene luchas y dificultades, no siempre estará bien emocional o espiritualmente.

Hay que tener cuidado de no caer en la hipocresía. Es verdad que el énfasis debe ser ayudar al

paciente pero no se puede ser iluso en pensar que esos problemas no afectarán al consejero

cristiano.

Capítulo 2

Los límites son importantes. Hay que saber hasta dónde llega la competencia del

pastor y en que punto sobrepasa su capacidad. Entendiendo que cada caso es especial podemos

definir como normal a una persona que vive en la realidad, enfrenta esos problemas, interactúa

con las personas, es autosuficiente y lidia con el fracaso y la frustración. En la mayoría de los

casos casi todos entramos en esta definición de normal. Casos más complejos “como personas

que han perdido o están perdiendo contacto con la realidad, quienes se están comportando de una

forma extraña y que son un peligro para ellos mismos y para otros” deben ser referidos a

especialistas en el tema.

Un punto que me hace ruido es cuando el autor enfatiza que las actitudes y la conducta

son los dos campos donde el pastor trabaja. Entiendo que un verdadero cambio se refleja en estas

esferas pero no necesariamente una conducta externa es sinónimo de un cambio interno. El autor

menciona previo a esto que debe ayudar al aconsejado a tener un “autoentendimiento a la luz de

la potencialidad de la persona” pero creo que sería más correcto tener ese entendimiento de sí

mismo a la luz de las escrituras y los principios bíblicos


Conclusión

Hasta ahora los primeros dos capítulos muestran puntos claves en cuanto a la

consejería pastoral pero hay que tener cuidado de que si bien la consejería busca ayudar al

hombre, debiendo esta ser una consejería bíblica en nuestro contexto, no se vuelva

antropocéntrica.

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