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Arc en Ciel p.186-187
Arc en Ciel p.186-187
Mehuyael, “el olvido de Dios” es el quinto patriarca, descendiente del primer ‘Adam. Es la
etapa de la humanidad ocupada en las conquistas del mundo en lugar de su Dios que el
Genesis denuncia.
Pero este olvido concierne solo a la mente de ‘Adam, no a su ser profundo que conserva su
ontología y en el que la semilla divina, por ser divina, no puede extinguirse.
Hoy parece que nos acercamos peligrosamente al fruto extendido por Satanás y madurado
sólo por medio del conocimiento adquirido desde fuera, desde la pura exterioridad.
Las tecnologías cada vez más avanzadas que las ciencias están introduciendo en nuestro
mundo y en nuestras vidas son, por supuesto, fruto de la inteligencia del Hombre. Pero, ¿qué
impacto tienen en él? ¿Y adónde lo llevan? ¿Y sus consecuencias?
Propongo que usemos una herramienta hecha por estas ciencias para ilustrar mi propósito.
Pidámosle que nos ayude a sacar esta memoria sepultada, que en el fondo tenemos todos,
para que el 'Adám, esta vez, esté al lado de su 'Ishah y rechace la oferta satánica.
Pero capturados por las solicitudes del mundo animal en el que somos conducidos,
desplegamos un ego animal y no tenemos un oído abierto a la voz del GPS. Tomamos otros
caminos, creyendo que somos libres.
La libertad en esta etapa de la vida es una libertad de elección que responde a los valores del
mundo y que sólo obedece a una ética, la mayoría de las veces muy pobre, a veces ausente y
fuente de desgarro, incluso de guerra.
A cada desvío, el GPS vuelve a proponer una nueva ruta... y otra nueva... y otra…Pero no le
hacemos caso... Cambiamos así de futuro... hasta el final de nuestra vida, muchas veces tan
alejada de nuestro primer destino; y de ahí tanto llanto, tanto desconcierto y tanto
sufrimiento.
La generación de Adán que llega al mundo hoy, heredera de los buscadores de sentido de la
década de 1960, que corrían el mundo, parece interiorizar más su búsqueda. Se acerca tal vez,
para un número pequeño, que será la nueva levadura, la inversión necesaria para la escucha
consciente del GPS.
Algunos, y especialmente mujeres, que menos esclavas de su mente que los hombres,
empiezan a percibir lo que la tradición china llama el "mandato del cielo" específico de cada
uno, y que no es otro que la voz del GPS.
La verdadera libertad aquí es la obediencia consciente al GPS que, como Pulgarcito, nos calza
con botas de siete leguas y nos conduce directamente al Palacio Real.