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MATRIMONIO ENTRE PERSONAS DEL MISMO SEXO: Respetar la

diversidad es luchar contra la opresión


Por Andrea D’Atri

Esta semana, con gran repercusión mediática, se abrió el debate sobre la ley
de matrimonio para personas del mismo sexo en las comisiones del Senado.
Con los alegatos presentados por distintos activistas y una emotiva
intervención del director de teatro Pepito Cibrián, comenzó esta segunda
etapa en la que se definirá si, finalmente, se aprueba la ley. Al mismo tiempo,
grupos de fundamentalistas evangélicos marchaban para repudiar la
aprobación del proyecto y la Iglesia Católica enviaba a sus propios
“negociadores” para convencer a los senadores de votar en contra. Pocos días
antes, durante los festejos del Bicentenario, la presidenta se jactaba de que se
había celebrado “con pluralidad, con diversidad”. Y del respeto a la
diversidad, justamente, es de lo que más se habla cuando se defiende el
proyecto del matrimonio gay. Pero ¿cuál es la situación, en Argentina, de las
personas que no son heterosexuales?, ¿dónde se origina esa discriminación
contra gays, lesbianas y transexuales?, ¿qué han dicho los marxistas sobre la
homosexualidad?, ¿qué debemos hacer las trabajadoras y trabajadores para
enfrentar la discriminación que también divide nuestras filas? En el
transcurso de este mes en el que se conmemora el Orgullo Gay en todo el
mundo, abrimos este debate en La Verdad Obrera.

Es cierto que, en Argentina, la discriminación contra las personas no


heterosexuales ha disminuido si comparamos con apenas unas décadas atrás.
Sin embargo, la realidad es bastante más compleja de lo que parecería por la
llegada de cruceros gays al puerto de Buenos Aires o la proliferación de
boliches, hoteles y bares “gay friendly”.

Apenas dos meses antes de que se tratara el matrimonio gay en el Congreso,


la joven cordobesa Natalia Gaitán era asesinada de un escopetazo por el
padrastro de su novia, por ser lesbiana. La situación de la gran mayoría de las
travestis, en cualquier lugar del país, no tiene ni punto de comparación con la
de Florencia de la V y otras figuras mediáticas; son muy pocas las que pueden
ejercer un oficio y casi ninguna consigue un trabajo en relación de
dependencia, por lo que la migración a las grandes ciudades y la prostitución
termina siendo la única vía para la supervivencia. Los gays son “aceptados”
en la farándula, siempre que se ajusten a los estereotipos de la “loca alegre”;
pero en las canchas de fútbol todavía se sigue insultando a los adversarios
aludiendo a supuestas conductas sexuales. Las lesbianas, si aparecen en
televisión, es para deleite y consumo de la platea masculina; en general, son
las más invisibilizadas entre las personas no heterosexuales.

¿Cuántos son los gays y las lesbianas que, en su trabajo, sólo hablan del
amigo o la amiga con la que comparten el departamento, pero sin atreverse a
nombrarlos como sus parejas? ¿Cuántos son los hombres que, cada domingo
a la noche, se esfuerzan por recordar los resultados de la tabla para no quedar
fuera de las conversaciones, al día siguiente, en el comedor de la fábrica?
¿Cuántas son las mujeres que, ante la mirada absorta de sus compañeras de
oficina, se esfuerzan por explicar que no les gusta ese galancito de moda? Lo
que es peor aún: inclusive en sus propias familias, en muchas ocasiones, se
impone el silencio por el miedo al rechazo.

Para las personas que deben ocultar su condición sexual, su identidad, su


deseo, el “enemigo” también está en casa: la propia familia, compañeros de
trabajo, vecinos… Las personas homosexuales deben mentir, ocultar,
inventarse una identidad para ser aceptadas.

Para los marxistas revolucionarios, entonces, no se trata de “tolerar”, como


dicen algunos, ni siquiera sólo de “respetar la diversidad”, sino de luchar por
desterrar los prejuicios y toda forma de discriminación de lesbianas,
homosexuales, travestis, transexuales, combatiendo tanto ésta como todas las
formas de opresión que pesan sobre la humanidad para acabar
definitivamente con tanta ignominia.

Pero además, como no puede liberarse de sus cadenas quien, a su vez, oprime
a otros, es más necesario aún empezar por desterrar estos prejuicios de
nuestra propia clase, combatiendo la división que nos impone la clase
dominante entre heterosexuales y homosexuales, como también se hace entre
nativos e inmigrantes, entre hombres y mujeres, etc. Porque reproduciendo la
estigmatización, el desprecio y la humillación inculcada durante siglos, se
garantiza y perpetúa la división en nuestras propias filas, que sólo fortalece a
las clases dominantes y sus reaccionarias instituciones e ideología.

El polvorín. Jueves 10 junio 2010

Publicado en La verdad obrera Nº 377

http://elpolvorin.over-blog.es/article-matrimonio-entre-personas-del-mismo-
sexo-respetar-la-diversidad-es-luchar-contra-la-opresion-52043280-
comments.html
La polémica eutanasia ¿sí o no?

La eutanasia es un tema de continuo debate social en nuestro país.

Su legalización en Holanda hizo retomar el debate que en su día se había planteado con la muerte de
Ramón Sam Pedro.

Por una parte resulta especialmente contradictorio defender la eutanasia precisamente en una época
como la actual, en la que la Medicina ofrece muy avanzadas alternativas para tratar a los enfermos
terminales y aliviar el dolor. Quizás sea consecuencia de un cúmulo de circunstancias, por un lado
el afán de los avances de la ciencia en retrasar el momento de la muerte y por otro la mentalidad
contemporánea de huir del dolor a todo trance y de considerar el sufrimiento como un fracaso en la
sociedad en la que vivimos.

Según una encuesta de minuto digital la mayoría de la sociedad española estaría en contra de esta
práctica. Pero también hay que valorar que por ejemplo una persona con una lesión cerebral
irreversible en estado de inconsciencia, conectado a un respirador, puede estar así mucho tiempo,
pero el mantener a estas personas con vida es, más que un acto de protección y respeto, una forma
de tortura disfrazada de humanitarismo. Es necesario, en casos extremos y definitivos como este
plantearse seriamente la legalización de la eutanasia, porque bien es cierto que una vida así no
merece ser vivida.

En cuanto a la eutanasia voluntaria, si una persona después de haber valorado todo, decide cruzar el
umbral de la vida, sólo merece una cosa: respeto. Y nadie está capacitado para juzgar si esto es
correcto o no.

En España esta práctica sigue estando penalizada y quizás con su legalización se abrirían las puertas
a prácticas siniestras.

Es importante distinguir varios tipos de eutanasia, como por ejemplo la activa y la pasiva. Se podría
decir que la eutanasia activa se identifica con la acción de matar, y la eutanasia pasiva con la de
dejar morir. En este último caso el error de juicio de buena fe en el que se puede haber caído no
cambia la naturaleza homicida del acto.

Aunque no hay unanimidad acerca de la eutanasia lo que sí está claro es que seguirá existiendo con
o sin ley.

06/05/06

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