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La historia por el establecimiento de la jornada de las 8 horas de trabajo, como parte de la lucha
por el logro de las reivindicaciones económicas, sociales y políticas para los trabajadores, se
inicia allá por 1866 y en los Estados Unidos. La jornada laboral recurrente en todos los países era
de 14 horas diarias en la mayoría de los centros laborales y en unas pocas 12 y 10 horas, con
salarios insuficientes para el sostenimiento de sus familias cuando era notorio el incremento de
las ganancias de sus empleadores.
En efecto, los obreros de Estados Unidos fueron los iniciadores de la lucha por la jornada de 8
horas de trabajo como culminación del Congreso Obrero de Baltimore de la Unión de
Trabajadores, el 16 de agosto de 1866. La demanda fue generalizada a nivel mundial a partir del
Primer Congreso de la Asociación Internacional de Trabajadores de Ginebra desarrollado entre
el 03 y 08 de setiembre de ese mismo año.
Como ocurría en la mayoría de los países de América y del mundo, los trabajadores tenían una
jornada laboral por demás irregular en su duración, variando de 10 a 16 horas diarias y
continuas. A la llegada del siglo XX los obreros de los centros laborables del Perú seguían con
esta dispar, irregular e inhumana duración de trabajo diario. El anarquismo, en su versión
sindical o anarcosindicalismo que se va enraizando entre los trabajadores jugará rol importante
en la organización y dirección de las protestas y reclamos.
La huelga de panaderos de Lima iniciada el dos de mayo del 1901 que, luego de 18 días,
logró la disminución de horas de trabajo y reconocimiento de trabajo por quintal de
harina, con la aceptación forzada del alcalde de Lima y presidente Eduardo López de la
Romaña.
La huelga de los trabajadores portuarios del Callao, del 04 de mayo al 23 del mismo mes
de 1904, duramente reprimida con heridos y la muerte de Florencio Aliaga, primer
mártir obrero.
Los trabajadores portuarios del Callao, de poco a más, fueron avanzando en organización y en
precisar sus reclamaciones: jornada de trabajo de ocho horas, ocupación exclusiva a jornaleros
del puerto en todas las operaciones, fijar el peso máximo de cada “lingada”, nombramiento de
sus inspectores o capataces de trabajo y aumento de salarios. En sendas asambleas con
participación de gremios solidarios fueron definiendo, no solo sus demandas también sus
acciones de lucha. Diciembre de 1912, fue un mes de mucha agitación, especialmente a partir
del día 23.
A finales de 1912 e inicios de 1913 los trabajadores están en plena participación en la lucha por
sus conquistas, especialmente la jornada de ocho horas de trabajo. La Unión de General de
Jornaleros del Callao y los trabajadores de la Empresa Muelle Dársena del Callao toman las calles
con manifestaciones públicas, actos de sabotaje y boicots. Contaron el apoyo de los gremios y
centros de trabajo del Callao, de la Federación Obrera Regional Peruana y los grupos libertarios.
Al calor de la lucha se funda la Federación Obrera Marítima y Terrestre del Callao el 23 de
diciembre de 1912.
Los días 07, 08, 09 los portuarios toman las calles, La solidaridad se pone de manifiesto con la
plena participación en la huelga de los metalúrgicos, molineros, soderos, gasistas, panaderos y
tipógrafos. El paro general es contundente, los empresarios -pese a contar con el apoyo
gubernamental- nada pueden hacer por contener a los huelguistas. El 09 los directivos de la
Unión General de Jornaleros son convocados por el presidente de la república para llegar a un
acuerdo. Los trabajadores se reafirman en su actitud y la lucha continúa.
La victoria llega 10 de enero, cuando los empresarios del Muelle-Dársena los convocan y pactan
la solución: ocho horas de trabajo, el aumento del 10 % en sus salarios, auxilio en caso de
accidentes trabajo, entre otros. (Martínez de la Torre, s/f, pp. 60-62). Finalmente, el Gobierno
publica el Decreto legalizando la conquista:
Vista la petición formulada por los jornaleros de Muelles y Dársena del Callao y
encontrándose justificadas las razones que exponen se resuelve:
Desde la fecha la descarga en el Muelle y Dársena y en la Bahía del Callao tendrá lugar durante
todos los días útiles del año desde las 7 a.m. hasta las 11 a.m. y desde la 1 p.m. hasta las 5 p.m.
derogándose en esta parte el art. 41º del Reglamento aprobado por Resolución Suprema del 31
de enero de 1875.
4. El impacto de la Primera Guerra Mundial y de la Revolución Rusa
En las dos primeras décadas del siglo XX en el Perú la oligarquía ejercía el poder político
configurando un Estado Oligárquico con un débil desarrollo de sus aparatos administrativos; con
un Estado Nacional en apariencia, en un Perú fragmentado por los grupos de poder regional, los
cañeros en la costa norte, los mineros y ganaderos en la serranía y los grandes comerciantes de
lana en el sur, etc.; privatizado y monopolizado por un conjunto de familias (Pardo, Aspíllaga,
etc.) que ejercen la imposición y la violencia de clase con el pueblo; falta de un programa
político o proyecto nacional que aglutine a otras clases, su desdén por los intelectuales; la iglesia
con un rol de cohesionadora del edificio social, como nexo entre la oligarquía y el pueblo;
predominio de la violencia; a la escasez de gendarmes se recurrió al ejército para reprimir los
levantamientos populares (Burga & Flores Galindo, 1987, pp. 84-90).
Para 1917 la jornada de 08 horas de trabajo era una realidad en las haciendas del valle del
Huaura. El 1° de mayo sirvió para hermanar a los trabajadores del campo a la ciudad, rendir
tributo a los mártires y tensar sus fuerzas para próximas luchas. En demanda de mejoras
económicas y condiciones de trabajo más humana el 07 de junio alrededor de 3,000 jornaleros
de las haciendas reinician la huelga, Huacho y cercanías se militarizaron con 500 gendarmes
venidos de Lima.
El 14 de junio las “seroneras” (esposas de los peones y vendedores del mercado) se enfrentan
con la policía y se produce la mayor matanza de mujeres que registre la historia social del Perú.
Irene Salvador de Lino y Manuela Chaflojo Estupiñan junto a Manuel Lino y Filiberto
Cherrepano, son algunas de las muchas víctimas de este martirologio, estimada en unas 30. A
sangre y fuego se derrotó este movimiento que perseguía sólo mejores condiciones de vida
para los trabajadores de las haciendas del valle.
La victoria de los portuarios del Callao en enero de 1913 desencadenó una ola de medidas de
lucha de los más diversos gremios de trabajadores del país. Trató de ser controlada vanamente
con el Reglamento de Huelgas del 24 de enero del mismo año promulgado por Guillermo E.
Billinghurst. Las demandas por las ocho horas se expresaron a nivel de provincias.
Vitarte, 1914:
Los trabajadores textiles de Vitarte que progresivamente veían mermados sus ingresos por no
cumplir con las “tareas” dado que la materia prima con el trabajaban escaseaba por que se
prefería exportar algodón y lana y no dedicarlo a los propios centros textiles que,
paulatinamente, disminuían su producción. Como resultado se tenía el incremento de las
amonestaciones patronales y la disminución de los ingresos salariales.
Por esta razón, la motivación central de la huelga fue el aumento de materias primas. Esta
huelga fue reprimida bárbaramente causando la muerte de los trabajadores Vilela y Miranda.
Talara, 1917:
Los obreros de Talara, Negritos y Lobitos inician una huelga masiva en el mes de noviembre.
De su pliego de reclamos destacan dos puntos:
La jornada de las ocho horas fue la batalla ganada por la clase obrera, sólo la clase obrera y
nadie más que por la clase obrera. Pertenece y sigue perteneciendo a ella, que peleó entonces,
bajo la dirección de sus propios hombres y de sus propios organismos, elegidos
democráticamente de su seno.
El 15 de enero de 1919 se oficializó la jornada de ocho horas para todos los trabajadores del
país. Fue el corolario de 14 años de indesmayable brega. Lima, Callao y Huacho fueron los
centros de combate más importantes. Los antecedentes de su conquista los encontramos,
como se ha referido, en el Callao de 1913 y en Huacho 1916. Además, fue la culminación de 25
días de paralización de los principales gremios obreros.
En Lima, el sábado 21 de diciembre de 1918, los obreros de la fábrica textil “El Inca” iniciaron
la paralización por la jornada de las 08 horas, al día siguiente, se sumaron los de “Vitarte”, “La
Victoria”, “El Progreso” y “San Jacinto”. Los obreros en huelga el 22 de diciembre constituyen
la Unificación Obrera Textil.
8. La oficialización de la jornada de ocho horas de trabajo
El día 15 de enero es un día de mucha tensión, con idas y movidas. El prefecto de Lima, coronel
Edgardo Arenas, es relevado y designado el coronel Pedro P. Martínez en su reemplazo. El
ministro Vinelli, al recibir la contrapropuesta del Comité Huelguista, ofrece solucionar en el día
el conflicto.
En el local de Asambleas Unidas, Fausto Narvarte dio a conocer el texto del Decreto, lleno de
alborozo y planteó la suspensión del Paro Nacional. Llega el ministro Vinelli y el Dr. Pérez que
son invitados a dirigir la palabra a los asistentes. Luego, ordenadamente, salen a las calles a un
desfile de júbilo, acompañados del ministro Vinelli y los delegados estudiantiles. Llegan al pie
de los balcones del Palacio de Gobierno, sale el presidente y sus ministros. Filiberto Noriega
del gremio de motoristas y conductores agradece y solicita la libertad de los presos. Pardo,
entre otras, manifiesta: “… el decreto que acabáis de conocer es la expresión decisiva de que
los hombres que estamos al servicio de la patria no tenemos sino una sola guía: la justicia,
téngala quien la tenga”.
Para que todo esto se vaya tornando en realidad era necesario superar las anacrónicas formas
de organización y lucha, así como la ideología del anarcosindicalismo. Imprimir el carácter de
Frente Único al movimiento obrero, así como, dotarle de una Línea Clasista, permitieron a José
Carlos Mariátegui y sus seguidores, su organización y centralización clasista a nivel nacional al
dar expresión a la Confederación General de Trabajadores del Perú, CGTP, el 17 de mayo de
1929.
En la coyuntura actual en que las condiciones de vida y trabajo de los trabajadores del Perú se
han visto retaceadas es bueno mirar el pasado para sacar lecciones e imprimir nuevos retos.
Finalmente, nuestro reverente homenaje a los trabajadores y sus organizaciones que hace 100
años lograron las ocho horas de trabajo.