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LA CONQUISTA DE LAS OCHO HORAS DE TRABAJO EN EL PERÚ: UNA MIRADA RETROSPECTIVA

1. El surgimiento de la lucha por las ocho horas de trabajo

La historia por el establecimiento de la jornada de las 8 horas de trabajo, como parte de la lucha
por el logro de las reivindicaciones económicas, sociales y políticas para los trabajadores, se
inicia allá por 1866 y en los Estados Unidos. La jornada laboral recurrente en todos los países era
de 14 horas diarias en la mayoría de los centros laborales y en unas pocas 12 y 10 horas, con
salarios insuficientes para el sostenimiento de sus familias cuando era notorio el incremento de
las ganancias de sus empleadores.

En efecto, los obreros de Estados Unidos fueron los iniciadores de la lucha por la jornada de 8
horas de trabajo como culminación del Congreso Obrero de Baltimore de la Unión de
Trabajadores, el 16 de agosto de 1866. La demanda fue generalizada a nivel mundial a partir del
Primer Congreso de la Asociación Internacional de Trabajadores de Ginebra desarrollado entre
el 03 y 08 de setiembre de ese mismo año.

Años después, en Norteamérica, la recién constituida Federación Americana del Trabajo en su


Convención de 1884, acordó la realización, de una gran manifestación exigiendo la jornada de 8
horas de trabajo. Esa manifestación fue fijada para el 1° de mayo de 1886. Impulsores de esta
exitosa manifestación fueron los anarquistas y socialistas, entre los que se contaban a
emigrados de Alemania, Polonia, Rusia, Italia, etc., la mayoría organizados alrededor de la “Liga
de las 8 Horas”

2. Los inicios en el Perú

Como ocurría en la mayoría de los países de América y del mundo, los trabajadores tenían una
jornada laboral por demás irregular en su duración, variando de 10 a 16 horas diarias y
continuas. A la llegada del siglo XX los obreros de los centros laborables del Perú seguían con
esta dispar, irregular e inhumana duración de trabajo diario. El anarquismo, en su versión
sindical o anarcosindicalismo que se va enraizando entre los trabajadores jugará rol importante
en la organización y dirección de las protestas y reclamos.

Progresivamente, a las mejoras salariales y mejores condiciones de trabajo, se fue agregando la


disminución de la duración de jornada de trabajo a 10, 09 y 08 horas. Así lo constatan algunas
huelgas memorables de la primera década:

 La huelga de panaderos de Lima iniciada el dos de mayo del 1901 que, luego de 18 días,
logró la disminución de horas de trabajo y reconocimiento de trabajo por quintal de
harina, con la aceptación forzada del alcalde de Lima y presidente Eduardo López de la
Romaña.
 La huelga de los trabajadores portuarios del Callao, del 04 de mayo al 23 del mismo mes
de 1904, duramente reprimida con heridos y la muerte de Florencio Aliaga, primer
mártir obrero.

 La huelga de los trabajadores portuarios de Mollendo (Arequipa) por disminución de


horas de trabajo y aumento salarial, iniciada el 02 de marzo que, luego de un mes, fue
quebrada por la contratación de personal y la ocupación del centro laboral por el
ejército.
3. Callao 1913, la primera conquista de las 8 horas de trabajo

Los trabajadores portuarios del Callao, de poco a más, fueron avanzando en organización y en
precisar sus reclamaciones: jornada de trabajo de ocho horas, ocupación exclusiva a jornaleros
del puerto en todas las operaciones, fijar el peso máximo de cada “lingada”, nombramiento de
sus inspectores o capataces de trabajo y aumento de salarios. En sendas asambleas con
participación de gremios solidarios fueron definiendo, no solo sus demandas también sus
acciones de lucha. Diciembre de 1912, fue un mes de mucha agitación, especialmente a partir
del día 23.

A finales de 1912 e inicios de 1913 los trabajadores están en plena participación en la lucha por
sus conquistas, especialmente la jornada de ocho horas de trabajo. La Unión de General de
Jornaleros del Callao y los trabajadores de la Empresa Muelle Dársena del Callao toman las calles
con manifestaciones públicas, actos de sabotaje y boicots. Contaron el apoyo de los gremios y
centros de trabajo del Callao, de la Federación Obrera Regional Peruana y los grupos libertarios.
Al calor de la lucha se funda la Federación Obrera Marítima y Terrestre del Callao el 23 de
diciembre de 1912.

El 05 de enero de 1913 se ultima las demandas de la Unión General de Jornaleros,


especialmente de la jornada de ocho horas, y se otorga el plazo de 24 horas a la Empresa del
Muelle y Dársena y Compañía de Vapores. Ante la negativa de la empresa, la asamblea de la
noche del 06 de enero declara la huelga la que se hace efectiva en la mañana del día 07.

Los días 07, 08, 09 los portuarios toman las calles, La solidaridad se pone de manifiesto con la
plena participación en la huelga de los metalúrgicos, molineros, soderos, gasistas, panaderos y
tipógrafos. El paro general es contundente, los empresarios -pese a contar con el apoyo
gubernamental- nada pueden hacer por contener a los huelguistas. El 09 los directivos de la
Unión General de Jornaleros son convocados por el presidente de la república para llegar a un
acuerdo. Los trabajadores se reafirman en su actitud y la lucha continúa.

La victoria llega 10 de enero, cuando los empresarios del Muelle-Dársena los convocan y pactan
la solución: ocho horas de trabajo, el aumento del 10 % en sus salarios, auxilio en caso de
accidentes trabajo, entre otros. (Martínez de la Torre, s/f, pp. 60-62). Finalmente, el Gobierno
publica el Decreto legalizando la conquista:

Lima, 10 de enero de 1913,

Vista la petición formulada por los jornaleros de Muelles y Dársena del Callao y
encontrándose justificadas las razones que exponen se resuelve:

Desde la fecha la descarga en el Muelle y Dársena y en la Bahía del Callao tendrá lugar durante
todos los días útiles del año desde las 7 a.m. hasta las 11 a.m. y desde la 1 p.m. hasta las 5 p.m.
derogándose en esta parte el art. 41º del Reglamento aprobado por Resolución Suprema del 31
de enero de 1875.
4. El impacto de la Primera Guerra Mundial y de la Revolución Rusa

En las dos primeras décadas del siglo XX en el Perú la oligarquía ejercía el poder político
configurando un Estado Oligárquico con un débil desarrollo de sus aparatos administrativos; con
un Estado Nacional en apariencia, en un Perú fragmentado por los grupos de poder regional, los
cañeros en la costa norte, los mineros y ganaderos en la serranía y los grandes comerciantes de
lana en el sur, etc.; privatizado y monopolizado por un conjunto de familias (Pardo, Aspíllaga,
etc.) que ejercen la imposición y la violencia de clase con el pueblo; falta de un programa
político o proyecto nacional que aglutine a otras clases, su desdén por los intelectuales; la iglesia
con un rol de cohesionadora del edificio social, como nexo entre la oligarquía y el pueblo;
predominio de la violencia; a la escasez de gendarmes se recurrió al ejército para reprimir los
levantamientos populares (Burga & Flores Galindo, 1987, pp. 84-90).

El paulatino desarrollo de la agricultura de exportación, de la minería y de la comercialización de


cueros y lanas, se verá acicateado por fenómenos externos de gravitante importancia en el
desarrollo económico-social peruano:

a) La sustitución del capitalismo de libre competencia por el de los monopolios


(imperialismo) y con él la exportación de capital como forma de penetración económica;
esto a fines del siglo XIX e inicios del siglo XX.
b) La Primera Guerra Mundial (1914-1919) que significará para el Perú la mayor demanda
de productos como el azúcar, algodón, lanas y minerales, y el paulatino desplazamiento
del imperialismo inglés por el norteamericano. De semicolonia del primero pasamos al
del otro.
c) La Revolución Socialista de Octubre de 1917 que, para los países coloniales y
semicoloniales como el Perú, plantea un nuevo porvenir y remarca el saneamiento de la
lucha de clases entre burguesía y proletariado, entre capitalismo y socialismo. Sirvió de
aliento ideológico a las acciones obreras, estimulando sus luchas y demandas.

5. Huacho 1916, la segunda conquista de las ocho horas de trabajo

El 1° de marzo de 1915, en accidente ferroviario, perdieron la vida tres trabajadores del


ferrocarril Noreste a la altura del Km. 23 (Vía Ancón-Huacho). En homenaje a éstos y a los
Mártires de Chicago, el 1 ° de mayo se realizaron diferentes actividades: Romería a la tumba de
los caídos, sesión de la “Confederación de Obreros y Artesanos de Huacho”, Procesión Cívica de
las “Sociedades” obreras y artesanas con estandartes y bandas de músicos y Velada Literaria-
Musical con enjundiosas interpretaciones proselitistas.

La prédica y el trabajo de organización de líderes anarcosindicalistas de Lima y Huacho produjo


sus efectos en la Campiña, asentamientos de los jornaleros de Valle Huaura- Sayán. Bajo la
dirección de la “Sociedad Unión Jornaleros de Huacho” el 28 de agosto de 1916, más de 2,000
jornaleros de las haciendas aledañas se declaran en huelga en demanda de las 08 horas de
trabajo, aumentando los salarios, y otras reivindicaciones.
El 02 de septiembre de 1916, el choque de huelguistas con la gendarmería deja como saldo
dos campiñeros muertos: Cayetano Romero Chinga y Ernesto Villanueva Maturrano, mártires
de la lucha por las ocho horas de trabajo en Huacho. La respuesta de los jornaleros es
contundente y obliga a las autoridades a suscribir la histórica Acta de reconocimiento de la
jornada de 08 horas de trabajo.

Para 1917 la jornada de 08 horas de trabajo era una realidad en las haciendas del valle del
Huaura. El 1° de mayo sirvió para hermanar a los trabajadores del campo a la ciudad, rendir
tributo a los mártires y tensar sus fuerzas para próximas luchas. En demanda de mejoras
económicas y condiciones de trabajo más humana el 07 de junio alrededor de 3,000 jornaleros
de las haciendas reinician la huelga, Huacho y cercanías se militarizaron con 500 gendarmes
venidos de Lima.

El 14 de junio las “seroneras” (esposas de los peones y vendedores del mercado) se enfrentan
con la policía y se produce la mayor matanza de mujeres que registre la historia social del Perú.
Irene Salvador de Lino y Manuela Chaflojo Estupiñan junto a Manuel Lino y Filiberto
Cherrepano, son algunas de las muchas víctimas de este martirologio, estimada en unas 30. A
sangre y fuego se derrotó este movimiento que perseguía sólo mejores condiciones de vida
para los trabajadores de las haciendas del valle.

6. Talara, Vitarte y otras luchas

La victoria de los portuarios del Callao en enero de 1913 desencadenó una ola de medidas de
lucha de los más diversos gremios de trabajadores del país. Trató de ser controlada vanamente
con el Reglamento de Huelgas del 24 de enero del mismo año promulgado por Guillermo E.
Billinghurst. Las demandas por las ocho horas se expresaron a nivel de provincias.

Talara y Negritos, 1913:

A mediados de mayo de 1913 los obreros de Talara y Negritos se declararon en huelga,


pidiendo, entre otras mejoras, la jornada de ocho horas. Esta huelga fue un grito de protesta
contra una empresa que no solo pagaba salarios irrisorios, a los trabajadores, sino que no
permitía el libre comercio, ni el derecho de asociación, estando las autoridades políticas de
esos lugares bajo la dependencia económica de la misma empresa. Así es que, al resonar ese
grito hondo, y más manifestarse la solidaridad de los obreros, las autoridades comenzaron a
hostilizarlos, en toda forma, dando lugar a que los obreros se desmoralizaran un poco. Pero el
secretario de la huelga se dirigió entonces a la Federación Obrera Regional Peruana, en
demanda de solidaridad; y, como es natural, la F.O.R.P. envió un telegrama a los huelguistas,
ofreciéndoles todo su apoyo, y acordó enviar un delegado al lugar de la huelga. Esto reanimó a
los huelguistas y después de cuatro días de lucha, los obreros obtienen un aumento de 20
centavos sobre todos los jornales, salarios íntegros en todos los accidentes de trabajo,
asistencia médica, y medicina para todos los obreros y sus familias, comercio libre, reingreso al
trabajo de todos los obreros despedidos y una cláusula que consignaba que ningún obrero
podía ser despedido del trabajo, por el término de seis meses.

Vitarte, 1914:

Los trabajadores textiles de Vitarte que progresivamente veían mermados sus ingresos por no
cumplir con las “tareas” dado que la materia prima con el trabajaban escaseaba por que se
prefería exportar algodón y lana y no dedicarlo a los propios centros textiles que,
paulatinamente, disminuían su producción. Como resultado se tenía el incremento de las
amonestaciones patronales y la disminución de los ingresos salariales.

Por esta razón, la motivación central de la huelga fue el aumento de materias primas. Esta
huelga fue reprimida bárbaramente causando la muerte de los trabajadores Vilela y Miranda.

Talara, 1917:

Los obreros de Talara, Negritos y Lobitos inician una huelga masiva en el mes de noviembre.
De su pliego de reclamos destacan dos puntos:

. Incremento en sus salarios hasta un 30 %

. Disminución de las horas de trabajo.

El 28 de noviembre, en circunstancias que los manifestantes se dirigían a entrevistarse con el


Prefecto de Piura, la policía dispersa la marcha de manera violenta. El saldo 11 trabajadores
muertos y 15 heridos de suma gravedad. Así, con uso de la represión, se desmonta una justa
lucha.

Progresivamente los movimientos obreros se fueron incrementando. El gobierno intentó


controlarlos con medidas coercitivas, la represión selectiva a sus dirigentes (persecuciones y
encarcelamientos). Las demandas se fueron homogenizando: implantación de la jornada
laboral de ocho horas de trabajo como máximo, mejores condiciones de vida y trabajo,
reglamentación del trabajo para niños y mujeres, entre otras.

Papel importante en organización, educación y dirección de estos movimientos le


correspondió -como lo reiteramos- al anarcosindicalismo.

Así el 25 de noviembre de 1918 se reglamentó el trabajo de las mujeres y de los menores de 14


a 18 años en ocho horas diarias, sin excederse de 45 horas semanales que, tuvo sus tropiezos
en su aplicación por el régimen de “tareas” vigente en muchos centros laborales. Este logro
avivó los ánimos para que se exija la generalización de las ocho horas para todos los obreros.

7. Enero de 1919 la lucha decisiva

La jornada de las ocho horas fue la batalla ganada por la clase obrera, sólo la clase obrera y
nadie más que por la clase obrera. Pertenece y sigue perteneciendo a ella, que peleó entonces,
bajo la dirección de sus propios hombres y de sus propios organismos, elegidos
democráticamente de su seno.

El 15 de enero de 1919 se oficializó la jornada de ocho horas para todos los trabajadores del
país. Fue el corolario de 14 años de indesmayable brega. Lima, Callao y Huacho fueron los
centros de combate más importantes. Los antecedentes de su conquista los encontramos,
como se ha referido, en el Callao de 1913 y en Huacho 1916. Además, fue la culminación de 25
días de paralización de los principales gremios obreros.

En Lima, el sábado 21 de diciembre de 1918, los obreros de la fábrica textil “El Inca” iniciaron
la paralización por la jornada de las 08 horas, al día siguiente, se sumaron los de “Vitarte”, “La
Victoria”, “El Progreso” y “San Jacinto”. Los obreros en huelga el 22 de diciembre constituyen
la Unificación Obrera Textil.
8. La oficialización de la jornada de ocho horas de trabajo

El día 15 de enero es un día de mucha tensión, con idas y movidas. El prefecto de Lima, coronel
Edgardo Arenas, es relevado y designado el coronel Pedro P. Martínez en su reemplazo. El
ministro Vinelli, al recibir la contrapropuesta del Comité Huelguista, ofrece solucionar en el día
el conflicto.

En este contexto, el 15 de enero, en horas de la tarde, se arranca el Decreto Supremo de


oficialización de jornada de 08 horas de trabajo al gobierno de José Pardo. El hecho es
comunicado telefónicamente por el Dr. Arturo Pérez Figuerola del ministerio de fomento al
Comité de Huelga que se hallaba en sesión permanente en el local de la FEP. El Comité se
dirige al Ministerio, allí Fausto Narvarte, presidente del Comité Ejecutivo de la Huelga, recibe el
texto del Decreto de manos del ministro Vinelli.

En el local de Asambleas Unidas, Fausto Narvarte dio a conocer el texto del Decreto, lleno de
alborozo y planteó la suspensión del Paro Nacional. Llega el ministro Vinelli y el Dr. Pérez que
son invitados a dirigir la palabra a los asistentes. Luego, ordenadamente, salen a las calles a un
desfile de júbilo, acompañados del ministro Vinelli y los delegados estudiantiles. Llegan al pie
de los balcones del Palacio de Gobierno, sale el presidente y sus ministros. Filiberto Noriega
del gremio de motoristas y conductores agradece y solicita la libertad de los presos. Pardo,
entre otras, manifiesta: “… el decreto que acabáis de conocer es la expresión decisiva de que
los hombres que estamos al servicio de la patria no tenemos sino una sola guía: la justicia,
téngala quien la tenga”.

La concreción de las 08 horas de trabajo no significó la consumación de las luchas del


movimiento obrero No era la única reivindicación a conseguirse. Había otras: libertad de
asociación, reunión y prensa obrera; reconocimiento del derecho de huelga; establecimiento,
de la seguridad y asistencia social; protección del trabajo de mujeres y menores de edad; la
implantación del salario mínimo y el sueldo mínimo; etc.

Para que todo esto se vaya tornando en realidad era necesario superar las anacrónicas formas
de organización y lucha, así como la ideología del anarcosindicalismo. Imprimir el carácter de
Frente Único al movimiento obrero, así como, dotarle de una Línea Clasista, permitieron a José
Carlos Mariátegui y sus seguidores, su organización y centralización clasista a nivel nacional al
dar expresión a la Confederación General de Trabajadores del Perú, CGTP, el 17 de mayo de
1929.

100 años después, en el centenario de esta conquista es menester rescatar el legado de


organización, combatividad, mística, entrega, heroísmo, solidaridad, unidad, la acción directa,
etc., que caracterizaron a los movimientos de los trabajadores de las primeras décadas del
siglo XX. Esta no fue una conquista solo para ellos, también para la posteridad, la jornada
laboral de ocho horas.

En la coyuntura actual en que las condiciones de vida y trabajo de los trabajadores del Perú se
han visto retaceadas es bueno mirar el pasado para sacar lecciones e imprimir nuevos retos.

Finalmente, nuestro reverente homenaje a los trabajadores y sus organizaciones que hace 100
años lograron las ocho horas de trabajo.

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