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SEXTING

INVESTIGACION PREVIA 7
ALONDRA VANESSA ESQUIVEL ZUÑIGA
A356563@alumnos.uaslp.mx

¿Qué es y en que consiste el sexting? El término «sexting» proviene de la unión de


los términos ingleses “sex” y “texting” y se refiere al envío de
contenidos eróticos o pornográficos por medio de teléfonos móviles. En un principio eran
sólo mensajes SMS, pero con la evolución de los teléfonos móviles se pasó a las fotografías
y, más recientemente, a los videos. El
«sexting», supone el envío de imágenes estáticas (fotografías) o dinámicas
(vídeos) de contenido sexual de mayor o menor carga erótica entre personas que
voluntariamente consienten en ello y, que forma parte de su actividad sexual
que se desarrolla de manera libre El «sexting» empieza a ser una peligrosa moda entre los
jóvenes. Comenzó a detectarse en el año 2005,
fundamentalmente entre los adolescentes de países anglosajones, pero
actualmente su práctica está muy extendida y afecta a los cinco continentes,
aunque en diferente medida. Así, en Estados Unidos, un estudio afirma que el
15 % de los menores entre 12 y 18 años practica el «sexting», mientras que otro informe
realizado en España habla de un porcentaje menor, del 1,5%, aunque
las edades también eran menores: entre 10 y 16 años. Es una práctica cada vez más común
entre personas que poseen un dispositivo móvil con cámara
fotográfica, independientemente de la edad que tengan e incluso se han
expuesto casos en la que gente famosa supuestamente envía fotografías de este
tipo. El fenómeno, que comenzó con la aparición de los mensajes de texto se ha ido
incrementando no sólo entre adolescentes, sino también entre adultos,
convirtiéndose en una práctica tan habitual como peligrosa, por el riesgo que
existe de pérdida de control de esas imágenes que afectan de una manera directa a la
intimidad, y que una vez en poder de un tercero pueden ser
difundidas con la rapidez y multiplicidad que permiten las TICS, lo que trae consigo una
mayor intensidad en la lesión al bien jurídico afectado.
LOS CUATRO MOTIVOS PRINCIPALES POR LOS QUE LA GENTE HACE
«SEXTING»
Los motivos por los que, sobre todo, los adolescentes envían una imagen o un video
de este tipo son variados. Entre otros, pueden ser destacados los motivos que se citan a
continuación:
1.- La presión social, ganas de encajar en un entorno cada vez más sexualizado y
llamar la atención del grupo. La pornografía y los contenidos eróticos son tan habituales
que la participación en ellos deja de resultar extraña o peligrosa.
2.- La confianza en la discreción del receptor del mensaje, que consideran su pareja
“para toda la vida”.
3.- El desconocimiento técnico, ya que piensan que enviando el contenido de móvil a
móvil no hay peligro de que aquel se reproduzca en otros medios, cuando puede ocurrir
simplemente tras la pérdida o robo del teléfono.
4.- Incapacidad para percibir el riesgo o, incluso, por puro afán de transgredir las
normas, sin ser conscientes de las consecuencias futuras que
puede tener en su vida. Sea cual sea la razón, los efectos que el «sexting» pueden tener en la
vida de los adolescentes, o incluso de cualquier otra
persona, aunque sea adulta son de un carácter muy complejos, ya que van
desde la pérdida de la privacidad, y el daño de irreparable de su imagen, hasta la
humillación por parte de aquellos que acceden de cualquier forma a las
imágenes de la víctima. Esta situación puede derivar, en última instancia, en múltiples
situaciones dañinas para la persona, tales como: el acoso, la
generación de extorsiones, la incursión en supuestos de pederastia, la
realización de grooming o el acoso de un adulto al menor, en el supuesto en todos ellos, de
que las fotografías o las grabaciones en cuestión lleguen
efectivamente a las manos de ciberdelincuentes. En un estudio hecho en el año
2012 se determinó que aproximadamente 2 de cada 5 personas habían hecho
«sexting», a pesar de que no asociaron sus acciones a el término “sexting”. Estos datos
implican que durante esta década el intercambio de fotografías
sexualmente explícitas ha llegado a constituirse en una práctica muy común, y
que consecuentemente con ello, la sociedad hoy por hoy lo tolera y lo admite.
RIESGOS DEL «SEXTING» Para Castro, existen varios riesgos que usualmente no se
toman en cuenta al hacer «sexting», estos riesgos son
particularmente ignorados por la gente más joven: 1.- ¿Qué pasa si una
fotografía explícita sale del dispositivo en que fue tomada? Es una creencia
común el que se piense que la fotografía estará segura en el dispositivo móvil
en el que fue tomada, siendo que hay varias cosas que podrían salir mal, desde perder el
dispositivo hasta que alguien la pueda ver. Estos riesgos existen aún con aplicaciones que
supuestamente borran las fotografías, como Snapchat. 2.-
¿Qué pasa cuando se envía una fotografía explícita? La persona que la recibió pudiera
publicarla una vez que la relación termine, dependiendo de los
términos de la separación. Una fotografía de este tipo pudiera cambiar
dramáticamente la vida de una persona, independientemente de la edad. 3.- Se
puede caer en chantajes (a éste se le conoce en específico como «sextorsión») o también se
pudiera caer en ciber-acoso («cyber-bullying»). Ambos casos
pudieran tener consecuencias graves. El problema aquí es que este tipo de
fotografías fueron tomadas o por la persona misma que aparece en la fotografía
(«selfie» o autorretrato) o con su consentimiento, por lo que las acciones legales suelen
complicarse, dependiendo de la jurisdicción. Ello debe llevar a la
conclusión de que muchas personas olvidan los riesgos derivados de algo muy frecuente, y
que consiste en el hecho de compartir las cosas que nos suceden
cotidianamente, olvidando que lo que se incorpora a la red, permanece siempre
en la red, y no solamente para aquellas personas que puedan ser consideradas en un
determinado momento como amigas, sino para siempre, con las consecuencias que de ello
se pueden derivar. En este sentido, debe tenerse
presente que los ciberdelincuentes se aprovechan de datos que recopilan en las redes
sociales para estafar y engañar a sus víctimas. EL «SEXTING» EN EL
CÓDIGO PENAL: CUESTIONES LEGALES En aras de atajar esta creciente situación de
riesgo y peligro para los ciudadanos, recientemente se ha
publicado la Circular 3/2.017 de la Fiscalía General del Estado, la cual aborda
el análisis de la Reforma del Código Penal llevada a cabo por la Ley Orgánica
1/2015, de 30 de marzo, en relación con los delitos de descubrimiento y revelación de
secretos, y los delitos sobre los llamados “daños informáticos.
Entre los tipos penales analizados por la Fiscalía, se encuentra el nuevo tipo penal contenido
en el apartado 7º del artículo 197 del Código Penal señala que:
“Será castigado con una pena de prisión de tres meses a un año o multa de seis a doce meses
el que, sin autorización de la persona afectada, difunda, revele o ceda a terceros imágenes o
grabaciones audiovisuales de aquélla que hubiera obtenido con su anuencia en un domicilio
o en cualquier otro lugar fuera del
alcance de la mirada de terceros, cuando la divulgación menoscabe gravemente la intimidad
personal de esa persona. «La pena se impondrá en su mitad
superior cuando los hechos hubieran sido cometidos por el cónyuge o por
persona que esté o haya estado unida a él por análoga relación de afectividad, aun sin
convivencia, la víctima fuera menor de edad o una persona con
discapacidad necesitada de especial protección, o los hechos se hubieran
cometido con una finalidad lucrativa”. Tal como señala la Circular 3/2.017 de la
Fiscalía General del Estado, este un precepto con el que el legislador pretende hacer posible
la respuesta penal ante determinadas conductas asociadas con
frecuencia, aunque no necesariamente, a supuestos de ruptura en relaciones de pareja o de
amistad, que se ven favorecidas por la potencialidad que ofrecen las tecnologías de la
información y la comunicación para el copiado y difusión de imágenes y contenidos. Este
tipo de conductas, que se están detectando con relativa frecuencia, resultaban hasta ahora
difícilmente encuadrables en el
artículo 197 del Código Penal en su redacción previa a la reforma analizada,
porque el tipo penal exigía que las imágenes o grabaciones audiovisuales que
posteriormente iban a difundirse se hubieran obtenido sin consentimiento de la persona
cuya intimidad resulta vulnerada. CARACTERÍSTICAS DEL
SUPUESTO PENAL VINCULADAS AL «SEXTING» Por el contrario, lo que caracteriza
a los supuestos que nos ocupan es que las imágenes/grabaciones se obtienen con la anuencia
de la persona afectada, sobre la base, generalmente,
de una relación de confianza, disponiéndose después de ellas, en perjuicio de la
víctima, muchas veces por motivos de venganza o despecho. El tipo penal hace especial
referencia a las imágenes o a las grabaciones de naturaleza
audiovisuales de otra persona, abarcando tanto los contenidos perceptibles únicamente por
la vista, como los que se captan conjuntamente por el oído y la vista y también aquellos
otros que, aun no mediando imágenes, pueden
percibirse por el sentido auditivo. Y para que el mismo sea de aplicación se requiere que la
grabación objeto de difusión se haya llevado a efecto en un
marco espacial de carácter reservado, es decir, que se haya obtenido en un domicilio, o en
un lugar fuera del alcance de la mirada de terceros, y con
consentimiento o anuencia del afectado por ello. A los efectos de su aplicación práctica, la
Fiscalía considera que es esencial el lugar de realización de las
mismas, a efectos de asegurar el carácter íntimo de la imagen o grabación, el
lugar de la realización o la toma de la misma, que indudablemente, siempre ha de tratarse de
un espacio físico excluido, en ese momento, al conocimiento de terceros. Otro elemento a
destacar es el que se refiere a la determinación del
concepto de “domicilio”, citándose a estos efectos la Sentencia de la Sala II del
Tribunal supremo número 731/2013 de 7 de octubre, al indicar que este concepto ha de
entenderse de modo amplio y flexible ya que trata de defender los ámbitos en que se
desarrolla la vida privada de la persona, debiendo
interpretarse a la luz de los principios que tienden a extender al máximo la
protección a la dignidad, a la intimidad de la persona y al desarrollo de su privacidad a
través de la cual proyecta su “yo anímico” en múltiples
direcciones, determinado que el domicilio es el reducto último de la intimidad
personal y familiar; y, a tal fin es indiferente que se trate del correspondiente a
la víctima, al agresor o a un tercero. DUDAS DE INTERPRETACIÓN Desde un aspecto
puramente conceptual, para la Fiscalía presenta más dudas de
interpretación dada fundamentalmente su ambigüedad, la expresión «otro
lugar fuera del alcance de la mirada de terceros» que puede generar problemas
importantes a efectos probatorios. En teoría podría incluirse en esta expresión cualquier
lugar cerrado, como un local comercial no abierto al público, o
también un lugar al aire libre, si bien en este caso habría que acreditar que
reúne garantías suficientes de privacidad de tal forma que pueda asegurarse que las
escenas/imágenes, captadas o grabadas, lo fueron en un contexto de
estricta intimidad y sustraído a la percepción de terceros ajenos a ellas. En este
sentido, el concepto “terceros” habría que entenderlo referido a personas ajenas al acto o
situación objeto de grabación, pues es obvio que en dichos
acontecimientos pueden intervenir más de una persona y resultaría
incongruente entender que el precepto es de aplicación únicamente en los
supuestos en que en las escenas objeto de captación intervienen exclusivamente la víctima y
quien después dispone de ellas. En definitiva, tal como ha señalado la Fiscalía, lo que el
legislador parece que ha pretendido con esta expresión es dejar constancia de que las
imágenes que posteriormente se difunden tenían,
en su origen, un carácter estrictamente privado -aunque no necesariamente con
connotaciones sexuales- y que por las condiciones en que se obtuvieron -con anuencia de la
víctima-, de no haber infringido el responsable criminal el deber/compromiso de sigilo o
confidencialidad contraído implícitamente con la víctima, dicho carácter estaba asegurado.
El problema, no obstante, es que la
fórmula empleada por el Legislador para definir esta situación de privacidad o intimidad
resulta en sí misma excesivamente cerrada y puede plantear dificultades prácticas en orden
a su acreditación

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