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TIEMPO DE REVOLUCIONES
DESDE ABAJO
Isabel Rauber1
Estamos viviendo una época de crisis histórica sin precedentes, que afecta a todas
las formas del sistema del capital, no nada más al capitalismo. Es fácil com-
prender, entonces, que lo único que podría producir una solución viable a las
contradicciones que tenemos que encarar sería una alternativa socialista radical
al modo de control metabólico social del capital. Una alternativa hegemónica que
no se vea atrapada por las restricciones del orden existente al mantenerse en de-
pendencia del objeto de su negación, como ocurrió en el pasado. Aunque debemos
estar alertas a los inmensos peligros que aparecen en el horizonte y enfrentarlos
con todos los medios a nuestra disposición, las negaciones no son suficientes por sí
solas. Es necesario por igual formular con claridad la alternativa positiva que
podría tomar cuerpo en un movimiento socialista radicalmente reconstituido.
Porque la factibilidad del éxito guarda una relación de dependencia vital con el
objetivo elegido de la acción transformadora, si lo definimos como ir positivamen-
te más allá del capital, y no simplemente como el derrocamiento del capitalismo.
Por lo menos, de las dolorosas lecciones del derrumbe del llamado “socialismo
realmente existente” nos debería quedar bien claro esto: fue prisionero, a través
de su historia, de determinaciones negativas.2
Este párrafo concentra el ideario y el empeño de Mészáros, su
obsesión comprometida con la búsqueda de alternativas que permitan
construir una nueva civilización humana superadora de los “males” pro-
ducidos por el capitalismo simultáneamente con los procesos sociales que
lo confrontan cotidianamente. No habrá posibilidad alguna de superar la
trampa cultural del modo de vida generado por el capital si no se rompe
de raíz con la lógica de su funcionamiento, es decir, de su producción
y reproducción en todos los ámbitos de la vida social. Para ello es vital
1 Dra. En Filosofía. Directora de la Revista “Pasado y Presente XXI”. Estudiosa de los movimien-
tos sociales latinoamericanos.
2 [Mészáros, István, 2001. Más allá del capital, p. XVII, Ed. Vadell, Caracas. Negritas del autor]
xvi MÁS ALLÁ DEL CAPITAL
tores se dé para llevar a cabo las tareas estratégicas sólo puede definirse
conjugando en una misma sintonía ideológica/liberadora y de liberación
todos estos elementos.
No hay lugar para concebir/realizar tareas que contradigan los
resultados; no hay lugar para concebir/emplear medios que contradigan
fines; no hay posibilidad de que una vanguardia iluminada pueda reem-
plazar al actor colectivo. Poner fin a la locura criminal del capitalismo y
construir una nueva civilización humana en función de la humanidad, es
decir, conquistar la liberación de la humanidad, no es responsabilidad de
élites sino de la humanidad toda, ante todo, de los pueblos, protagonistas
de los cambios.
Se trata de un protagonismo colectivo, que se vive en cada re-
vuelta, en cada lucha de calles… reivindicativa-política. Reclama por
tanto, para encauzarse hacia un proceso de transformación social, cons-
truir la convergencia orgánico-política de los actores, sus problemáticas
y propuestas, condensándola en lo que será en cada realidad, el proyecto
político superador del capitalismo y del orden social del capital. Es este
el factor clave (constitutivoautoconstitutivo) que marca el nacimiento
(por maduración autoconsciente de los protagonistas) del actor colectivo
(agente histórico del cambio) vitalmente interesado en ir más allá del
capital y con capacidad para ir haciendo realidad su utopía liberadora,
cotidianamente, en todos los ámbitos de su quehacer. Es este punto neu-
rálgico de apuesta a la vida el que hace de este un texto profundamente
contemporáneo con la revolución democrático cultural que llevan ade-
lante los pueblos de Bolivia.
Esta ha comenzado a desandar los caminos culturales que fueron
impuestos, marcados y afianzados por la hegemonía de los conquistado-
res/colonizadores, predominante hasta ahora en los ámbitos del poder
sobre la vida humana en Bolivia (como en Latinoamérica). Como es un
proceso verdadero es un desandar que emerge de la raíz y hacia ella vuel-
ve los cambios, es decir, se trata de una superación radical, desde abajo,
de la penetración/dominación cultural, económica, política y social de
los colonizadores y usufructuarios del capital.
No es teórico el debate sino práctico. Se trata de un modo de vida
que debe ser desplazado por otro; son prácticas y conductas diferentes
que deben abrirse paso entre las hasta ahora hegemónicas. Porque para
ser superada una dominación (conducta) cultural tiene que ser desplaza-
da/reemplazada por otra distinta, diferente y, en este caso, superadora. Y
esto reclama un querer (primer espacio indispensable) y un aprender, un
aprender que se funda en la combinación de la apropiación de los saberes
ancestrales, junto a lo nuevo y diferente que late en las resistencias y luchas
István Mészáros xix
de los pueblos. Es por ello también, un estar abiertos a todo aquello que va
siendo creado por todos y todas en la misma medida que lo van constru-
yendo/aprendiendo, de conjunto, en las prácticas actuales y venideras. Es
por ello un aprenderhaciendo, un transformarsetransformando, es decir,
parte de la transformación misma. Es la epopeya de justicia mayor que
vibra y se fortalece en cada hombre y mujer que ha gestado y es sostén de
la revolución democrática cultural que late hoy en Bolivia, y desde Bolivia
en los pueblos de Latinoamérica y el mundo. Es el intento más radical y
profundo de ir más allá del capital, comenzando por poner fin al dominio
y la exclusión que este impuso a sangre y fuego a los habitantes de estas
tierras para llenar las arcas de los poderosos y satisfacer sus enfermizas an-
sias de poder y de lujos extravagantes; es por ello, el acto de justicia y ética
primero y clave de la revolución.
Si la guerra es la continuación de la política por otros medios,
y la política es la expresión concentrada de la economía (quien podría
dudarlo), queda claro que la guerra es, como ha sido, el brazo armado de
la economía (del capital) cuando los capitalistas la necesitan para acre-
centar sus arcas. Así ha sido en tiempos de la acumulación originaria del
capital y de su primera gran expansión mundial (globalización tempra-
na), que se aceleró y acrecentó con la conquista y apropiación de terri-
torios lejanos a Occidente, como ocurrió, por ejemplo, con la invasión,
matanza, saqueos y ocupación de las tierras de América, con la piratería,
con la apropiación de los bienes y las riquezas de los pueblos originarios
y la masacre de sus poblaciones, con la eliminación, el sometimiento o el
exterminio de sus culturas, modos de vida, lenguas, etcétera. Así también
es hoy. Por eso resulta tan peligrosa la crisis mundial del capitalismo,
porque proporcionalmente a su debilidad es su capacidad de despliegue
de irracionalidad y peligrosidad cual fiera enjaulada y hambrienta, capaz
–como ya lo ha demostrado una y otra vez– de apelar a todo tipo y mag-
nitud de guerras para saciar sed de dinero y riquezas.
La vida está una vez más amenazada por el capital y, por ello,
lejos de apostar a las guerras –totalmente funcionales al capital y al im-
perialismo–, quienes sostenemos y defendemos la vida debemos apelar
a la propia vida, es decir, a los hombres y las mujeres de los pueblos que
han demostrado tener las reservas morales suficientes para defender las
perspectivas de sobrevivencia humanas.
La vida se sostiene y defiende con más vida. Por eso, la batalla
primera con el capital es cultural: se trata de vivir de un modo diferente
al del capitalismo, de construir un modo de vida que pueda poner fin a
las aberraciones y la multiplicación de la muerte producidas por el capi-
tal. Se trata de un modo de vida que se asiente en la solidaridad en vez
xx MÁS ALLÁ DEL CAPITAL
Isabel Rauber
Febrero de 2010