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El relativo quien

En lugar de las expresiones el que, la que, los que, las que, ya formen dos palabras o una
sola, empleamos muchas veces el sustantivo quien, quienes, cuando el relativo se refiere a
persona o cosa personificada: «La culpa no fue tuya, sino de quien te aconsejaba»: este
quien quiere decir la persona que, y es un relativo que lleva en sí mismo su antecedente.
«Fuimos a saludar al gobernador de la plaza, para quien traíamos carta de recomendación»:
para quien es para el que, y su antecedente es el gobernador; el quien no lleva, pues,
envuelto su antecedente, que está en la proposición principal.

El uso moderno del relativo quien es algo diferente del que vemos en los escritores
castellanos hasta después de la edad de Cervantes y Lope de Vega: «Quiérote mostrar las
maravillas que este transparente alcázar solapa, de quien yo soy alcaide y guarda mayor
perpetuo, porque soy el mismo Montesinos, de quien la cueva toma nombre» (Cervantes). El
uso del día autoriza el segundo de estos quien, porque se refiere a persona; pero no el
primero, porque le falta esa circunstancia. «Podéis bautizar vuestros sonetos y ponerles el
nombre que quisiéredes, ahijándolos al preste Juan de las Indias o al Emperador de
Trapisonda, de quien hay noticia que fueron famosos poetas» -107- (Cervantes). Hoy
diríamos de quienes, porque damos a quien dos terminaciones, singular y plural, como a
veces lo hizo Cervantes: «Ves allí, Sancho, donde se descubren treinta o pocos más
desaforados gigantes, con quienes» etc.

Quien, sin embargo, no se limita hoy tan estrictamente a personas, que no se refiere algunas
veces a cosas, cuando en éstas hay cierto color de personificación, por ligero que sea. Así
no tienen nada de repugnante para nuestros oídos estos versos de Rioja: «A ti, Roma, a
quien queda el nombre apenas, Y a ti, a quien no valieron justas leyes, Fábrica de Minerva,
sabia Atenas», ni aquellos en que dice Ercilla, hablando de la codicia: «Ésta fue quien halló
los apartados Indios de las antárticas regiones».

Cuando quien no lleva en sí mismo su antecedente, no puede ser sujeto de una proposición
especificativa; no se podría, pues, decir, el hombre quien vino. Sirve sí a menudo de sujeto
en las proposiciones explicativas: «Esta conducta (de Gonzalo de Córdoba) fue la que en la
batalla de Albuhera le granjeó la alabanza del general; quien, dando al ejército las gracias de
la victoria, aplaudió principalmente a Gonzalo; cuyas hazañas, decía, había distinguido por la
pompa y lucimiento de sus armas» (Quintana)

Cuando lleva envuelto su antecedente, pertenece parte a una proposición, y parte a otra:
«Las virtudes son severas, Y la verdad es amarga: Quien te la dice te estima, Y quien te
adula te agravia». De los dos elementos de quien, el antecedente es sujeto de estima y
agravia, y el relativo es
sujeto de dice y adula.

Quien se hace interrogativo acentuándose. Equivale entonces a qué persona, y puede ser
sujeto, predicado o término: «¿Quién ha venido?», «¿Quién era aquella señora?», «¿A quién
llamas?», «¿Con quiénes estaban?». La interrogación puede ser también indirecta: «No
sabemos quién ha venido». «Se preguntó quién era la señora». (Meléndez)

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